XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014
EJE: Nuevos campos de intervención: demandas a la formación.
LA INTERRUPCIÓN CONQUISTAR:
SU
VOLUNTARIA DEL EMBARAZO COMO DERECHO A PROBLEMATIZACIÓN
EN
LA
FORMACIÓN
DE
LAS
1
TRABAJADORAS Y LOS TRABAJADORES SOCIALES SOFÍA GARCIA2
Resumen En el marco del XXVII Congreso Nacional de Trabajo Social, escribimos esta ponencia con el objeto de desarrollar los argumentos éticos, políticos e ideológicos que dan cuenta de la necesidad de incluir la
interrupción voluntaria del embarazo como
derecho a conquistar: su problematización en la formación profesional. En tanto consideramos de suma relevancia generar espacios de debate y reflexión en relación a la mencionada problemática, en el proceso de formación de los trabajadores y las trabajadoras sociales, ya que ésta nos interpela y exige estrategias de intervención acordes y por ende la construcción de nuevos conocimientos para su abordaje. Entendiendo que la misma, es parte de un abanico de problemáticas de género, las cuales constituyen manifestaciones de la cuestión social actual, que deberían ser pensadas desde perspectivas feministas y de derechos humanos, en cuanto miradas que son transversales al trabajo social.
Acercamiento a la compleja problemática del aborto como derecho de las mujeres El debate sobre el derecho al aborto es de gran relevancia en el escenario sociopolítico actual, en tanto pone en cuestión los derechos humanos de las humanas, con relación a la libertad de las mujeres y a la garantía de nuestros derechos sexuales y 1
Es menester aclarar, que el presente escrito se realiza desde una perspectiva de género feminista, motivo por el cual éste constará de un lenguaje que utilizará generalizaciones tanto en masculino, como en femenino, indistintamente; así mismo, se complementará con el uso de la “x” en algunos casos, en pos de reconocer y visibilizar las identidades, no sólo de mujeres y varones, sino también de transexuales, intersex, travestis y otras. Se pretende establecer en el escrito, una democratización del discurso que evite, en la medida de lo posible, las asimetrías sexistas en el uso lingüístico. 2
Estudiante de la Licenciatura en Trabajo Social, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales - Universidad Nacional del Litoral. sofiaeugeniagarcia@gmail.com
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reproductivos; constituyendo una cuestión de sustantiva importancia en lo que respecta al pleno ejercicio de nuestra ciudadanía, y a la constitución de una democracia laica y plural. El problema central reside en que la demanda pública por el derecho al aborto, realizada (principalmente) por el movimiento de mujeres, genera grandes resistencias (de diversos actores sociales) en relación al trasfondo del debate. En tanto esta demanda es fundamentalmente un acto político que habilita una incómoda y profunda disyuntiva social, la soberanía y el poder de decisión de las mujeres sobre nuestros cuerpos, los cuales nos han sido históricamente expropiados; la expresado, se constituye en un “problema”, en cuanto remite a la vulneración de un derecho que reconoce el poder de decisión de las mujeres sobre nosotras mismas, por cuanto toca las raíces del sistema patriarcal, sus formas de producción y reproducción. En esta línea de pensamiento, las teorías feministas buscan desmontar y desentrañar estas representaciones sociales instituidas, impuestas, de que es la condición biológica de los sexos la que determina lo femenino y lo masculino, en pos de visibilizar que no existe lo naturalmente dado, ya que éstas son construcciones socioculturales. Desde una perspectiva de género, se puede sostener que somos seres culturales, por ende las diferencias biológicas no son las que determinan nuestro comportamiento; nuestros modos de estar en el mundo son sexuados, son fundamentalmente construcciones sociales. Las diferencias culturales y la desigualdad de poder generan que varones y mujeres se sitúen de formas diferentes con respecto a la vida cotidiana y la sexualidad. En este sentido, entendemos que existe un sistema de género que permea el conjunto de las relaciones sociales, donde los mandatos patriarcales impuestos a las mujeres, como también a los varones, configuran subjetividades y “formas de ser”, como por ejemplo la representación colectiva que perpetúa a la maternidad, como función obligatoria y necesaria de cualquier mujer para encontrarse “realizada” en la vida. El presente escrito no busca caer en dicotomías que resultan estáticas e impenetrables, en miradas binarias que inhabilitan los consensos colectivos, ya que estaríamos reproduciendo los mecanismos de dominación actuales. El escenario contemporáneo nos abre la posibilidad (el desafío) de pensar en una perspectiva de igualdad, que genere los mecanismos de construcción de varones y mujeres libres, que no repita los dogmatismos religiosos hegemónicos. Esos mismos que se nutren mutuamente
con el
patriarcado, los
mismos
que castigaron
por años la
homosexualidad, el acceso a los diversos métodos anticonceptivos, entre otras cuestiones. Adoptar estas posiciones dicotómicas implica simplificar las cosas, y la realidad social actual ha dado sobradas muestras de su complejidad.
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Vale preguntarse entonces, si el debate puede acotarse en “Aborto no / Aborto Sí”, o si en realidad debemos apuntar a profundizar la discusión en el marco de la plena garantía y accesibilidad de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres argentinas, en tanto sujetas de pleno derecho. Es por esto, que aquí sostenemos que debemos re-pensar desde una postura crítica las versiones históricamente hegemónicas en relación a las luchas de género y, por supuesto, el complejo posicionamiento ideológico y político llevado adelante por un Estado que supone ser laico. El nudo de esta problemática reside en que el control y la expropiación que de los cuerpos de las mujeres realiza el sistema patriarcal, capitalista y occidental, sigue siendo funcional a la producción y re-producción material y simbólica del mismo. La misoginia que la Iglesia, el Estado y sus agentes (médicos, jueces, policías, legisladores, etc.) despliegan sobre el desarrollo de la vida cotidiana de las mujeres de nuestro país, condiciona en todas sus dimensiones nuestra libertad y soberanía. En un país donde las complicaciones relacionadas con la ilegalidad del aborto y, los obstáculos de accesibilidad en las situaciones de abortos no punibles, constituyen la principal causa de muerte de las mujeres gestantes (fundamentalmente mujeres pobres), donde la mayoría de las políticas públicas refuerzan el rol maternal, fomentando el estereotipo de la mujer como encargada de la reproducción cotidiana de la vida, se torna necesario comprender, pensar, definir socialmente “(…) el aborto, en primer lugar, como un hecho social denso y complejo que ocurre en el contexto de relaciones de poder de distinto tipo: de género, económicas, legales-jurídicas; conlleva elementos del campo de la salud, de la sexualidad, de la moral y la ética, de los significados de la maternidad. Su complejidad está dada porque no se trata de la sumatoria de planos y relaciones, sino que el aborto ocurre en la intersección y articulación de esos diferentes planos y sistemas de relaciones.”3 Se propone pensar la expresada problemática, como la legitimación social y jurídica de una de las tantas violencias de género que vivimos las mujeres, ya que la manipulación que sobre nuestros cuerpos realiza este sistema en las posibilidades o imposibilidades de acceder a un procedimiento de interrupción de un embarazo no deseado, implica una relación desigual de poder que obstaculiza nuestra dignidad, libertad e integridad psicológica, física, económica, sexual y personal. En este marco, las mujeres se ven forzadas a contrarrestar estas imposiciones de modos
3
Sanseviero (2003) citado en Gamba, S. B (Coord.) (2009): Diccionario de estudios de género y feminismos (2da. Ed.). Buenos Aires, Argentina. Editorial Biblos.
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clandestinos, ocultos, silenciosos, solitarios; hacer ejercicio de su voluntad en estas condiciones conlleva muchas veces grandes posibilidades de perder la vida, principalmente para las mujeres pobres, que no tienen la posibilidad económica de acceder a una práctica privada de aborto quirúrgico, que así mismo, para quienes económicamente pueden acceder, no deja de ser clandestina, con todo lo que esto implica. Lo arriba expresado, pone de manifiesto las múltiples vulnerabilidades a las que nos encontramos expuestas las mujeres, como también las diversas violaciones de nuestros derechos sexuales y reproductivos. Asimismo, se deja entrever el negocio que gira en torno al cuerpo de las mujeres, donde distintos actores sociales se enriquecen a costa del sometimiento de mujeres y niñas; el control y la expropiación de nuestros cuerpos no escapa a la lógica del poder hegemónico de las corporaciones médicas, ni a la lógica comercial y mercantil del sistema capitalista en general. En pos de clarificar lo dicho, exponemos algunos datos: “Si bien la clandestinidad del aborto obstaculiza obtener cifras exactas de su cuantía, en el año 2006, el Ministerio de Salud de la Nación, a través de la Comisión Nacional de Programas de Investigación Sanitaria (CONPRIS) encargo una investigación para estimar la magnitud del aborto inducido. Las cifras obtenidas indican que se realizan entre 486.000 y 522.000 abortos por año, la razón de abortos inducidos es de entre 0,53 y 0,64 por cada nacido vivo, la tasa de abortos inducidos por 1000 mujeres de 15 a 49 años es de 40,8 o 49,0 y que cada mujer tendría un promedio de 2 abortos al término de su vida fértil”4 Si bien es necesario reconocer y defender que desde hace unos años Argentina comenzó un camino de construcción de políticas públicas con perspectiva de género, que tienden a garantizar algunos derechos, como producto de un histórico proceso de lucha del movimiento de mujeres, nuestra democracia tiene aún grandes deudas con las humanas, en lo que hace al campo de la sexualidad, en tanto nosotras no somos aún soberanas de nuestra primerísima potestad: el cuerpo. En concordancia con lo trabajado, esta producción busca dar continuidad y problematizar los debates en relación a la deconstrucción de los roles “impuestos socioculturalmente “, ya que esto constituye un componente esencial para la conquista del derecho al aborto legal, seguro y gratuito, en pos de la construcción de una mayor 4
Mario y Pantelides (2009) citado en Anzorena, Claudia y Zurbriggen (compiladoras) – Campaña Nacional por el derecho al Aborto legal, seguro y gratuito (2013): El aborto como derecho de las mujeres. Otra historia es posible. Herramienta Ediciones. Buenos Aires, Argentina.
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igualdad e inclusión social. Esta es una apuesta a pensar y trabajar desde el proceso de formación profesional en trabajo social, posibles caminos para la generación de políticas que puedan re-pensar y re-trabajar en el complejo entramado social, los juegos de poder que subyacen en cuanto a la igualdad/desigualdad de género, a las posibilidades de ejercer una vida libre de violencias, a la construcción de una justicia reproductiva, buscando propiciar procesos de emancipación de las mujeres. Legitimidad – legalidad de la problemática Recordemos que, en relación al marco legal argentino, el aborto constituye un delito, a excepción de dos circunstancias por las cuales se lo exime de punibilidad. Éstas, se encuentran enmarcadas en el Código Penal de la Nación en su artículo 86, el cual establece que: “(…) el aborto practicado por un médico diplomado, con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible si: 1°) Se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios; 2°) Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto”5 Sin embargo, ni el marco legal arriba expuesto, ni la Guía técnica para la atención integral de abortos no punibles6 elaborada por el Ministerios de Salud en 2007 y revisada en 2010, habilitan por sí mismos la realización de las prácticas del Aborto No Punible (ANP), es decir, no generan la legitimidad social, política e institucional necesarias para garantizar este derecho de las mujeres. Para clarificar lo expresado, retomamos el emblemático caso de Ana María Acevedo7, mujer argentina
y
santafesina, de los sectores populares, de 19 años, madre de tres niños, a quien se le negó la realización de un ANP en Santa Fe, por cuestiones ideológicas, culturales y religiosas. Este caso, pone en evidencia lo que padecen cientos de mujeres que son oprimidas por el Estado y la sociedad en general, particularmente por el sistema de salud público y privado como por el sistema judicial, negándoles el derecho de acceder a un aborto legal, seguro y gratuito. La muerte de esta mujer, producto de la vulneración de sus derechos sexuales y reproductivos, pone de manifiesto también, 5
Ley Nº 11.179. Código Penal de la Nación Argentina. Disponible en: http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/15000-19999/16546/texact.htm#15 6
Para ampliar la información, consultar: Ministerio de Salud de la Nación. Guía técnica para la atención integral de los abortos no punibles. Disponible en: http://www.msal.gov.ar/saludsexual/pdf/Guia-tecnica-web.pdf 7
Para ampliar la información, consultar: Carbajal, Mariana. El caso de Ana María Acevedo. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/subnotas/3-46450-2010-04-25.html
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que hay vidas que nada significan para nuestro Estado y sus agentes, como tampoco para la Iglesia y sus fieles. Si bien desde 1919 el Código Penal establece los causales que habilitan las prácticas del aborto no punible; no fue sino hasta el año 2012 que la Corte Suprema de Justicia de la Nación estableciera la correcta interpretación del mismo, en relación al conocido caso “FAL”8. Éste se fundamenta en el cumplimiento de pactos internacionales de derechos humanos a los que suscribe la Constitución Argentina, donde se establece que cualquier mujer que haya sido víctima de violación, tiene derecho a realizarse un ANP, no sólo en el caso de que la mujer fuera “idiota o demente”, como sostienen las interpretaciones más conservadoras de la norma. Esto ha sido producto de largas luchas del movimiento de mujeres que no claudicó en la exigencia del respeto y aplicación del expresado derecho. Es menester aclarar que “(…) el optar por el terreno de la modificación legislativa, debido en buena medida al valor simbólico del derecho en la tradición política nacional, se ha depositado en otros y otras la decisión relativa a cuándo y cómo se llevará a cabo el debate por el derecho al aborto. El ingreso al espacio del Congreso de la Nación ha ido acompañado de tensiones debidas a disputas partidarias, que ingresan de la mano de negociaciones que son, paradójicamente, necesarias. El diálogo con otros y otras, ajenos a la tradición feminista y la necesidad de construir un consenso social amplio en torno del derecho al aborto ha ido conduciendo el debate al terreno de la salud pública y el derecho, a la vez que a la atenuación del lenguaje. El proyecto se denomina de `interrupción voluntaria del embarazo´, y no de aborto legal, el escenario es a menudo ocupado por notables y técnicos, las campañas comunicacionales se han ido sofisticando. También, y esto es indiscutible, el consenso se ha ampliado y el tema ha ido ocupando espacios sociales más amplios socavando el muro de silencio: en Argentina, y no sólo en círculos pequeños, es posible hablar del aborto” 9 Pensar la legitimidad-legalidad, que el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) construido por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, presentado en 2014 (por cuarta vez) en el Congreso Nacional, tiene 8
Para ampliar la información sobre este fallo, consultar: Manzano, Stella Maris. El aborto en el caso F.A.L. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-88492014-05-12.html 9
Anzorena, Claudia y Zurbriggen (compiladoras) – Campaña Nacional por el derecho al Aborto legal, seguro y gratuito (2013): El aborto como derecho de las mujeres. Otra historia es posible. Herramienta Ediciones. Buenos Aires, Argentina.
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o no en nuestro país; requiere pensar en la problemática del aborto, en tanto problema social y político, como una clara manifestación de la cuestión social actual, en intrínseca relación con la vulneración de uno de los ejes fundamentales para pensar los derechos sexuales y reproductivos de las humanas. Por ende, implica la necesidad de reflexionar críticamente, ya que se trata de una disputa de poder, que abarca todas las dimensiones de nuestra compleja realidad social en materia de género y de clase. Es en esta línea de pensamiento, en que nosotros fundamos la necesidad de que trabajo social, se haga eco de la expresada problemática, en el proceso mismo de la formación profesional. Pertinencia de la problemática en la formación de los trabajadores y las trabajadoras sociales Pensar al género como una construcción social, material, cultural y simbólica que determina y habilita ciertas normas, comportamientos, mandatos, capacidades y pensamientos, implica comprender que éste es necesariamente objeto de estudio de las ciencias sociales. La problemática de interrupción voluntaria del embarazo como derecho a conquistar, en tanto problemática de género, es desde hace varios años, un objeto de estudio de diversas disciplinas del campo de lo social. En este sentido, “Si el tema ha sido y es abordado desde el campo del saber médico, desde el derecho y la filosofía, la sociología de la salud y la ciencia política e incluso, en los últimos años, la historia de las mujeres, el panorama no estaría completo sin la inclusión de los discursos elaborados a partir de las experiencias de las mujeres que atraviesan estas situaciones, sin la referencia a la producción de los movimientos políticos que luchan por la legalización de esta práctica. La inclusión de discursos con diferentes enfoques y grados de elaboración permite trabajar sobre las censuras académicas enriqueciendo y ampliando los debates.”10 Consideramos que el trabajo social tiene incumbencia en las problemáticas del acceso al aborto no punible, como también en la lucha por la legalización del aborto, como derecho a conquistar, en tanto que éstas constituyen claras manifestaciones sociales de la vulneración de ciertos aspectos de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y niñas de nuestro país. En este caso, el reconocimiento de estos derechos como parte de los derechos humanos, y siendo estos últimos uno de los ejes éticopolíticos del trabajo social; planteamos la necesidad de que lxs profesionales “lean”, comprendan este conjunto de aspectos que hacen al campo disciplinar, para entenderlos, interpretarlos y dar respuesta a la hora de intervenir de forma compleja. 10
Ibíd. 6
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Históricamente la profesión ha mirado los procesos reproductivos de mujeres y varones, desde visiones disciplinares hegemónicas como es el caso de la medicina, el derecho, la biología, esto determinó la constitución de ciertos discursos, posiciones teóricas e intervenciones que, en su mayoría, reproducían una postura androcéntrica. Desandar estos caminos, de-construirlos, y revisar con una mirada crítica los sustentos ideológicos que estructuran los discursos y prácticas con respecto a las familias, la maternidad, lo femenino y lo masculino, entre otras cuestiones de género, se constituye en un aporte trascendental para la formación profesional. Los presupuestos a partir de los cuales hemos aprendido a pensar, y en definitiva, lo que hemos incorporado como formas “válidas” o “legítimas” de producir conocimiento, e incluso de determinar aquello que merece ser conocido, se torna profundamente interpelado por las manifestaciones actuales de la cuestión social, en este caso particularmente, por el grito colectivo y organizado de las mujeres que pujan por abrir camino en la conquista de sus derechos humanos. En este marco, la perspectiva de género, es una herramienta fundamental para interpretar la realidad y para intervenir en ella, comprendiendo que desde una perspectiva crítica los problemas sociales son esencialmente construcciones, por ende desde una perspectiva de género se puede reconocer el poder patriarcal y el sexismo como base de la problemática aquí trabajada. La relevancia de incluir en la formación profesional, el debate y la construcción de conocimiento colectivo en relación a la interrupción voluntaria del embarazo como derecho a conquistar, refiere a que su problematización permitiría revisar ciertas matrices teóricas, epistemológicas, metodológicas y políticas, presentes en la intervención profesional. Por otra parte, la mencionada problemática, en cuanto parte de una clara vulneración política de la libertad sexual de las sujetas y, por tanto manifestación de la cuestión social actual, amerita su indagación en los espacios académicos. Entendiendo que lxs trabajadores sociales tienen gran potencialidad para habilitar y acompañar transformaciones en el orden de lo simbólico, en las construcciones de sentidos, de identidades, en definitiva en lo ideológico; ya que el campo de ejercicio profesional se desarrolla e interpela la cotidianidad de los sujetxs, y el complejo entramado de relaciones sociales que en ella se desarrollan, es que podemos sostener la incumbencia profesional en la problemática aquí trabajada. Las y los trabajadoras y trabajadores sociales: “(…) podemos realizar un aporte de incalculable valor en el proceso de dar `existencia explicita´ a situaciones naturalizadas de hecho, a la práctica cotidiana de los sectores
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populares, de hacer público lo privado, de hacer visible lo invisibilizado, de ponerle palabras a lo no dicho, a lo silenciado, haciendo trascender a lo colectivo la práctica y las experiencias particulares, transformando situaciones dadas en problemas sociales que entren en agenda de los poderes públicos. Esta capacidad de nombrar, de dar existencia explicita, entraña una enorme capacidad de poder para los sectores excluidos, a la vez que es un proceso constitutivo y constituyente del grupo en cuanto fortalece su identidad y capacidad de diferenciación. En este proceso, también nos fortalecemos como colectivo profesional, pero solo podremos acompañar a los sectores populares en este camino, en cuanto logremos que nuestra palabra adquiera valor social, y desarrolle la capacidad de hacer ver y conocer los saberes acumulados a través de nuestro ejercicio profesional”11 Nuestras prácticas cotidianas, ponen en tensión las demandas de lxs sujetxs en relación a múltiples y diversas problemáticas en el campo de la salud y educación sexual y reproductiva, léase embarazos adolescentes no deseados, abusos sexuales (violaciones), abortos clandestinos e inseguros, violencia familiar, falta de accesibilidad real a los métodos anticonceptivos, burocratización de los servicios de salud, entre muchas otras. Esto nos muestra el gran reto que implica abordarlas en su complejidad desde un posicionamiento ético con perspectiva en los derechos humanos de las mujeres, que a su vez entre en tensión con la inexistencia de marcos normativos sólidos; por lo que se hace vital tener conocimiento de las problemáticas de género, a fin de consolidar una formación profesional que al momento de intervenir en ellas, no lo haga en base a posturas prejuiciosas o dogmáticas. La profesión como colectivo, (en cuanto sí existen aportes individuales), no ha consumado (hasta el momento), aportes contundentes a la mencionada problemática social. Por eso, sostenemos la necesidad de incluir estos debates en nuestra formación con el objetivo de generar diversas perspectivas que busquen pensar disciplinarmente la defensa y garantía (legal/real) de los derechos reproductivos y sexuales - entendidos como aquellos que reconocen la facultad de las personas para tomar decisiones libres respecto a su capacidad reproductiva y su vida sexual-. Desde el proceso de formación profesional, tenemos la posibilidad de generar conocimientos que busquen desmontar la lógica de la obviedad, mediante la adopción de un carácter crítico, que permite desarrollar argumentaciones fundadas y pensamientos complejos. En este marco, consideramos que debemos construir, desde 11
Travi (2001) Escalada, Mercedes; Fernández Soto, Silvia; Fuentes, María Pilar y otros (2001): El Diagnóstico Social. Proceso de Conocimiento e Intervención Profesional. Buenos Aires, Argentina. ESPACIO Editorial.
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nuestro transito académico, diversos espacios compartidos, comunes, donde puedan problematizarse las cuestiones de género, propiciando la convivencia enriquecedora de las diferentes miradas, recuperando experiencias, desde la creatividad, la posibilidad, la motivación y el acceso a diferentes saberes. Sólo así, pensando que estamos
inherentemente
interpeladxs
por
un
sistema
patriarcal
y,
que
la
transversalidad de la perspectiva de género es fundamental en nuestra formación, podremos comenzar a construir un camino que fomente el protagonismo de los sectores populares en el re-conocimiento como sujetxs de derechos, sujetxs de poder, sujetxs políticos, claves en el proceso de transformación del patriarcado.
Reflexiones Finales: Derechos Humanos de las humanas “En momentos de debates y cambios legislativos sobre los medios de comunicación, el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la posibilidad del voto para las y los desde los 16 años, la reforma de la ley de trata, el juicio y castigo a los genocidas, consideramos que es urgente que la democracia escuche a las mujeres, escuche sus murmullos y sus gritos, y haga historia. Cuando decimos que las políticas de derechos humanos tienen que contemplar las necesidades particulares específicas y singulares de las humanas implica: lograr que cumplan las leyes de salud sexual y reproductiva, de educación sexual integral, los abortos legales previstos en el Código Penal, y que cualquier funcionario/a público que así no hiciese sea responsabilizado con tenacidad porque incumple la ley y con ello viola los derechos de las mujeres”12 Pensamos las reivindicaciones de género, desde una perspectiva feminista, esencialmente como construcciones socio-políticas, no naturales, no biológicas, que varían históricamente, que se construyen mediante procesos de lucha, interacción, comunicación, es decir a través de juegos de poder entre múltiples y diversos actores sociales. Por lo cual consideramos importante y necesario, poder analizar y trabajar dichas concepciones, en tanto formas primarias de relaciones significantes de poder, las cuales se manifiestan, por ejemplo, en el control diferencial (de mujeres y varones) sobre los recursos materiales y simbólicos de un pueblo. Por lo que, se torna necesario generar mecanismos de circulación y socialización del poder, los cuales hacen posible el aprendizaje reciproco y continuo, lo que, a nuestro entender, es un requisito esencial para el éxito de las prácticas democráticas que tengan como eje los derechos humanos de las humanas.
12
Op. Cit. 6.
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Entendiendo que las relaciones de género son dinámicas y susceptibles de ser transformadas a través de la interacción humana; como futuros profesionales del campo de lo social, es nuestra responsabilidad ética y política, reivindicar la lucha del movimiento de mujeres, en tanto lucha por conquistar derechos humanos históricamente negados. Lxs trabajadores sociales, tenemos la posibilidad de intervenir en las manifestaciones de la cuestión social, y por ello en las políticas sociales, (tanto en el nivel macro, como en el micro), podemos propiciar un trabajo intersectorial e interdisciplinario, con familias, grupos, comunidades e instituciones. Asimismo, realizar tareas de investigación, planificación estratégica y, ejecución de las políticas sociales desde posicionamientos feministas que, en un hacer colectivo y compartido en el territorio, generen una retroalimentación permanente con los sujetos y las sujetas. Retomamos entonces la propuesta y apuesta de incluir en la formación profesional de los trabajadores y las trabajadoras sociales la problematización en relación a la interrupción voluntaria del embarazo como derecho a conquistar, en cuanto esto se encuentra en intrínseca relación con la necesidad de que la praxis académica se construya como un ejercicio de ciudadanía, de compromiso con la garantía y cumplimiento de los derechos humanos, en busca de promover la emancipación social, y (en este caso) principalmente la emancipación de las mujeres. Esto significa, la construcción contra-hegemónica del conocimiento que tiene que ver con generar una transformación disciplinar en el sentido de configurarnos como futuros profesionales, constructores de conocimiento, con las responsabilidades éticas, políticas y sociales, que esto implica. Estableciéndose así, un planteo en el cual, un modelo de democracia plena para todxs debe tener como principio básico la participación activa de las y los ciudadanas y ciudadanos en la vida política, ya que es esto lo que va a permitir rediseñar los procedimientos en la toma de decisiones en torno a diversas problemáticas sociales, a las cuales el género atraviesa de modo transversal. Modificar la institucionalidad social nos permitirá transformar las prácticas y discursos democráticos, y consolidar (legitima y legalmente) la igualdad de género, a través de la articulación entre experiencias, movimientos y organizaciones locales generando redes y movimientos más amplios que incrementen la capacidad de transformación social, en materia de derechos y políticas públicas en este campo. Es un ejemplo claro y contundente de lo expresado hasta el momento, el proceso de transformaciones que realiza desde 2005 la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en cuanto
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movimiento social con articulación nacional que disputa social, política y culturalmente la autonomía (en todas sus dimensiones) de las mujeres. Estos mecanismos propios de la democracia participativa, en nuestros Estados-Nación Modernos y en el marco del sistema capitalista y patriarcal imperante, necesariamente deben complementarse con algunas herramientas de la democracia representativa, por lo que consideramos fundamental la generación de referentes o líderes populares, que abran el juego político buscando conquistar diversos espacios dentro del Estado. Llevando como bandera, la conquista del derecho de las mujeres a decidir los destinos de su fecundidad, mediante la concreción de leyes y políticas adecuadas que apunten a transformar los disciplinamientos heterosexuales, occidentales y capitalistas en relación a las pautas de sexualidad. A modo de conclusión abierta, que intencionadamente busca no cumplimentar los cánones academicistas hegemónicos, compartimos un fragmento del poema de Roque Dalton, Para un mejor amor, que nos invita a pensar, construir y reflexionar los caminos que nos abre el feminismo: “Donde empiezan los líos, es a partir de que una mujer dice, que el sexo es una categoría política. Porque cuando una mujer dice, que el sexo es una categoría política, puede comenzar a dejar de ser mujer en sí, para convertirse en mujer para sí.” (Fragmento del poema de Roque Dalton, Para un mejor amor) Bibliografía ANZORENA, Claudia y Zurbriggen (compiladoras) – Campaña Nacional por el derecho al Aborto legal, seguro y gratuito (2013): El aborto como derecho de las mujeres. Otra historia es posible. Buenos Aires, Argentina. Herramienta Ediciones. Carrera de Educación Popular. Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo (2004): Revolución en las plazas y en las casas. Cuadernos de educación popular. Ediciones Madres de Plaza de Mayo – América Libre. Buenos Aires, Argentina. CAZZANIGA, Susana (2004): La formación de los profesionales como dimensión de la construcción disciplinar. Buenos Aires, Argentina. Escenarios. Espacio. Nº 8. DE SOUZA SANTOS, Boaventura (2003): Democratizar la democracia. Ed. Civilizacao Brasileira. Río de Janeiro.
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¿Cómo
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un
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pastillas?
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