NOMINACIONES EN LA INTERVENCIÓN DE TRABAJO SOCIAL: PRIMERAS APROXIMACIONES

Page 1

XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

Eje: Intervención profesional: contextos, escenarios y estrategias metodológicas

NOMINACIONES EN LA INTERVENCIÓN DE TRABAJO SOCIAL: PRIMERAS APROXIMACIONES

Trachitte María Teresa Julia Herrera Mariela Isabel Salina Sandra Alicia Beutel Graciela Garay Silvina Liliana Resumen En este trabajo abordaremos algunos aspectos históricos de las distintas formas de nominar al otro en la intervención profesional de Trabajo Social. Proponemos que, así como la medicina o la psicología han llamado al “otro” paciente y esa nominación se inscribe en una historia y en una fundamentación epistemológica, ética y política, también Trabajo Social desde su surgimiento hasta la actualidad atribuye distintas nominaciones. Se considera en este sentido que cada nominación: caso, cliente, usuario, beneficiario, persona, sujeto, actor social, ciudadano entre otras, corresponde a

un saber del “otro”, un modo de concebirlo, de entenderlo y de

intervenir, que deja inscripciones tanto sobre el que es intervenido como sobre el que interviene, e incide en las formas en que ambos se sitúan y responden, reconfigurando estas instancias.

Despliegue Consideramos que los procesos de nominación son espacios móviles donde se opera la producción social de la diferencia’ y cualquier ‘saber del “otro”, implica un modo de concebirlo, de entenderlo y de intervenir, a la vez, deja inscripciones tanto sobre el que es intervenido como sobre el que interviene, e incide en las formas en que ambos se sitúan y responden, reconfigurando estas instancias. ¿El acto de nombrar en la intervención es un acto legitimador de

procesos de

profesionalización? La intencionalidad de partir de esta pregunta, nombrar, como fundante en los procesos de

radica en posicionar el acto de profesionalización del campo (en

términos de Bourdieu, 1998:108) de Trabajo Social. Toda profesión para ser definida como tal, requiere de elementos constitutivos como son una formación académica


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

de nivel superior, un cúmulo de conocimientos, legitimidad social reflejada en espacios sociales e institucionales, identidad profesional, organización de un colectivo, autonomía para definir y transformar su especificidad y regular su trabajo tanto en términos éticos, legales como económicos. El interjuego de estos elementos potencia las identidades de cada profesión en clave de construcción disciplinar de las ciencias sociales, en este caso del Trabajo Social, en la medida que se conceptualiza el qué, el para qué, el por qué de su ser- hacer y se instaura como tal, en objeto de conocimiento, es decir la apropiación y construcción de determinadas formas de dar sentido a la disciplina y la manera particular de significar al otro de la intervención. Dado el carácter e identidad interventiva,

la conceptualización de la

“intervención profesional” nos permite reconocer

categoría

sus elementos constitutivos. Inés

Torcigliani (1997), conceptualiza la intervención como una acción experta en un campo de problemas que se visualiza con obstáculos o dificultades. Refiere a tres planos que juegan en carácter de mediación y

construcción: las nociones

interpretativas sobre los problemas emergentes de la cuestión social, las estrategias profesionales y la presencia profesional. Estos planos se articulan desde la necesidad de producción de conocimientos en tanto aportan a contextualizar e intervenir acorde las manifestaciones de lo social, a las conceptualizaciones y perspectivas que

dan presencia al “otro” y a una actitud

crítica en las “versiones” que se sostienen y determinan acciones. La intervención remite a un

encuentro singular, en un contexto-texto, con objetivos, criterios de

trabajo, recursos, demandas, expectativas y también, mediaciones teóricas y éticopolíticas que responden, de alguna manera al bagaje ideológico que produce el devenir

histórico del ejercicio profesional. En este encuentro, necesariamente se

manifiestan supuestos sobre la percepción del otro, la problemática-demanda que expresa y la construcción de entramados de poder. La adhesión a posiciones críticas y reflexivas frente a las múltiples problemáticas emergentes

de

la

“cuestión

social”

permite

superar

las

posiciones

de

demanda/recurso en las intervenciones habilitando el desarrollo de perspectivas que sustenten al derecho como horizonte y al encuentro con el otro como acontecimiento. A su vez, se prioriza y revaloriza el posicionamiento ético-político en relación a los procesos de intervención profesional con plena conciencia del ejercicio del poder de denuncia, de participación ciudadana e incidencia emancipatoria, en clave de derechos humanos. Es decir, la intervención interpela, al mismo tiempo que se encuentra interpelada por procesos de inclusión y exclusión desde múltiples


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

versiones. El carácter político nos ubica en proyectos profesionales que contienen estructuras dinámicas, heterogéneas y campos de lucha y tensión. Esto constituye un horizonte de sentido que propone aperturas, principalmente para tensionar las vinculaciones entre

la categoría de Intervención Profesional y las

modalidades de categorizar desde tres posiciones que en el campo del trabajo social, juegan intereses y luchas, como académico y

es el ámbito sociocupacional, el ámbito

el ámbito de colegiación. Estos ámbitos, aunque poseen lógicas

diferenciadas, guardan relación entre sí. También, sin lugar a dudas, a partir de ellas se delinean proyectos profesionales. La historia de la profesionalización del Trabajo Social, está marcada por el carácter técnico/ interventivo desde la razón instrumental y su incidencia en la producción y reproducción de las relaciones sociales,

en el marco referencial del sistema

capitalista. La especificidad de esta incidencia se devela en los intersticios del juego de poder, entre las relaciones de clase, el rol del Estado y los procesos generados de esta vinculación, principalmente, los referidos a las desigualdades sociales. La tradición de la profesión advierte que la intervención se constituye como tal en la medida que medie una dificultad en la producción y reproducción de la vida cotidiana de los sujetos y se “traduzca” en

la exigibilidad del ejercicio de un derecho, que

traspase del ámbito privado a la agenda pública. Este legado

ha dejado marcas en este cuerpo colectivo, principalmente por las

búsquedas que se han dado en forma polarizada y contradictoria para encontrar metodologías propias que den cierto “reaseguro de intervención efectiva”. En algunas ocasiones la misma ha estado desprovista de la reflexión teórico-epistemológica de la cual surge y a la que es direccionada. Se podría decir que la intervención ha estado signada por la denominación que realizan otros de su objeto disciplinario. Y es aquí, donde

radica

uno de los problemas

de categorizar las diferentes

expresiones de lo social y de la singularidad del “otro”En esta perspectiva se argumenta que la emergencia de la profesión y su posterior institucionalización

nos indica una arista

de análisis al respecto que en esta

producción se intenta desplegar. Un hito a destacar es la influencia del movimiento de los médicos higienistas en nuestro país (principios de siglo XX), quienes solicitan la intervención estatal, mediante la presencia

de un profesional competente, que

ejecute los lineamientos de la incipiente asistencia social estatal,

acorde a la

creciente urbanización e industrialización. Cabe señalar que este movimiento es heterogéneo dado que

confluyen diferentes perspectivas teóricas, ideológicas y


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

políticas en un amplio espectro: desde el catolicismo social hasta el socialismo, pasando por el liberalismo laico. Estos agentes se constituyen tal como expresa Britos (2000- 29) “en sujetos relevantes no sólo en el campo de la

salud, sino

también en el político”. Este autor refiere que los médicos higienistas

instauran

una crítica

desarrolla

a las ineficiencias de la intervención social

principalmente desde ámbitos privados y

que se

destacan la emergencia de

nuevos

modelos asistenciales. Por lo que demandaron reiteradamente una racionalización de las diferentes prácticas asistenciales de parte del Estado, a través de la centralización de la asistencia privada y pública,(…) y la necesidad de establecer la formación profesional de personas que intervengan desde un saber especifico, racional y no en un práctica intuitiva, paternalista basada en meros discursos moralistas (Britos 2000-29)

Existen discusiones y controversias en relación a los antecedentes de la profesión. Estas

se refieren a las

lineamientos de la

prácticas sociales expresadas

beneficencia,

la filantropía y

reproduzcan aspectos de las mismas, se considera estatal y

en las imágenes y

la caridad. Pero aunque se que

la institucionalización

la formación específica basadas en conocimiento científicos, serán las

que den figura a la profesión. Este doble carácter científico y secular del contexto de surgimiento, que interesa re significar, favorece la configuración de una identidad y un saber especializado. Al mismo tiempo legitima una

relación discursiva de externalidad, como lo denomina

Vélez Restrepo (2003: 42) en la medida que propias aunque han sido extrapoladas

adopta conceptos y técnicas como

desde otras disciplinas y contextos.

La

autora refiere El uso racionalizador acrítico ,descontextualizado y dogmático que el Trabajo Social ha hecho de las teorías sociales, buscando respuestas operativas e instrumentales que le permitan dilucidar problemas propios y específicos de la práctica ha marcado la conducta profesional signándola de un activismo y pragmatismo que se traduce en falta de autonomía frente a las imposiciones institucionales, predominio de la perplejidad para enfrentar la incertidumbre y desplazamiento del conocimiento como orientador y guía (2003-17) Señalamos que esta conducta profesional sigue teniendo presencia en el colectivo de trabajadores sociales, incidiendo en las maneras de nombrar, a pesar de los


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

recientes procesos de producción de conocimiento y de avances en la legitimación de la disciplina. Aspectos a destacar en las posiciones del campo de Trabajo Social Retomaremos la distinción planteada de los tres ámbitos donde se desenvuelve Trabajo Social. En el ámbito académico, el curriculum se constituye en un elemento de análisis dado que permite desentrañar las perspectivas teóricas, epistemológicas, ideológicas, éticas y metodológicas que se prescriben, se enseñan y se aprenden, a menudo sin estar abiertamente explicitadas. En igual sentido, lo que se excluye, no se enseña. Hermida (2012), expresa que se da un proceso complejo currículo académico, donde el capital en juego, es

de producción de un

el científico, por lo cual

la

inclusión o exclusión de categorías y perspectivas , se determina por su carácter científico o no. En este sentido se constituye un régimen de verdad que atraviesa los discursos, las relaciones y prácticas de poder, que requiere adentrarse en la lógica hegemónica del conocimiento científico para instaurar nuevos enfoques y perspectivas. La autora

analiza este “contexto de producción” desde el concepto

de monocultura del saber, producido por Sousa Santo (2006), dado

que marca

simetrías entre lo universal y lo particular, linealidad

histórico y

en el tiempo

determina la función del saber científico como describir, explicar y predecir, sesgado desde supuestos positivistas. Los

procesos curriculares desarrollados en la

Argentina y principalmente en la

región dan cuenta de esta lucha de inclusión, aunque se sigan reproduciendo formas de nombrar

que “producen ausencias, invisibilizando experiencias

y

contrayendo el presente” ( Hermida 2012,3) En este sentido cabe preguntarse en qué medida se relaciona con la academia para proponer, ideas, experiencias y contenidos que enriquezcan al campo disciplinar , den cuenta de la multidimensión y complejidad de lo social para superar la descripción - compresión de las apariencias, las regularidades y lo permanente del objeto de estudio. Y al mismo tiempo, si es posible adentrarse en el campo de las ciencias sociales para nombrar lo que

no está dicho, lo

que pugna por

nombrarse. En este sentido

tanto Susana Malacalza (2005)

como

Nora Aquin (2006)

reivindican el lugar del intelectual, expresando que el trabajo social todavía sigue siendo el “anónimo de la nómina” en el escenario de la producción científica. N. Aquin expresa que la conceptualización de intervención profesional se amplía y


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

legitima en ámbitos de la academia en la medida en que se producen y reproducen conocimientos, en tanto mediaciones que den cuenta de las expresiones sociales y de formación de cuadros

docentes que certifiquen una intervención fundada,

rompiendo con visiones fatalistas o mesiánicas que están hechas cuerpo en nuestra cultura profesional. En cuanto a espacios

los ámbitos socio-ocupacional y de colegiación, se han legitimado profesionales, acorde

a la estratificación impulsada por la

institucionalidad social, que nomina problemas que son sociales y a los sujetos en tanto que se les adjudica

lo que padecen o atraviesan. La relación entre los

trabajadores sociales entre sí y entre los sujetos esta mediada por: El trabajo

como un soporte de inscripción a la estructura social,

estableciéndose una estrecha conexión entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo, la participación en las redes de sociabilidad y los sistemas de seguridad (Vélez Restrepo, 2003-88) Asimismo señalamos que la pertinencia social de la profesión está asociada a la gestión de la política pública y social, en sí misma representa a las demandas, que en un momento histórico determinado, establece

el

mercado, la sociedad y el

conocimiento científico. Las modalidades de nominar políticas sociales desde áreas de incumbencias tales como salud, educación, seguridad social, y responde a la lógica de categorizar y fragmentar problemas sociales hegemónica

acorde a la impronta

positivista que estuvo presente en el surgimiento

de las ciencias

sociales. Esta práctica determina nominaciones a los sujetos acorde al problema al que se lo asocia y a criterios de totalidad, normalidad y jerarquía.

Esta forma de

nominar produce falacias, como la que restringe toda posibilidad de integralidad de los sujetos, patologizando el accionar, condicionando

reconocer la relaciones,

las maneras de pensar y hacer entre trabajadores sociales y sujetos y entre trabajadores sociales entre sí. Las modalidades de categorizar en los diferentes momentos históricos, logran el poder de la designación desde cánones que muchas veces

se presentan encapsulados y empobrecidos en la medida en que no logran

traducir: la complejidad del todo social, la posibilidad de la duda o la capacidad de dejarse interrogar. Desde sus orígenes la profesión se ha visto abocada a establecer vínculos con prácticas, principios, categorías y conceptos que no emergen del seno de la misma. La ausencia de sistematización y de investigaciones es una dificultad para la búsqueda de una racionalidad crítica y reflexiva que permita una construcción epistemológica de lo propio en las prácticas profesionales,

por lo tanto, las


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

categorías

empleadas para nombrar a lo social y al otro se constituyen así en

nominaciones “vacías” y fragmentadas

sustentadas en

teorías e ideas

que

cristalizan y enajena la acción. Foucault (1995; 59) enfatiza que nuestro lenguaje tiene la tarea de hacer aparecer imágenes y de restituirlas mediante el discurso, esto es,

a través de una

aproximación figurativa que mantiene la fusión entre la palabra y objeto,” tratando de decir al respecto cosas semejantes

a él y haciendo nacer así

al infinito las

fidelidades vecinas y similares de interpretación”. Para Teresa Matus (1999) no hay intervención sin interpretación social, la misma

es establecida a partir

de un

enfoque teórico, de un modo de ver, que es histórico social. En este sentido plantea la necesidad de resignificar el Trabajo Social para situarlo en un horizonte de intervención que tenga como fundamento una rigurosa y compleja comprensión social, recapturando la tensión existente en él, entre teoría y praxis. Expresa lo siguiente: Hay una relación insustituible entre intervención y un sistema de compresión social constituidas al menos por cuatro dimensiones: relacionadas pero que no homologables: los cambios en los contextos, la diversidad de perspectivas teorías sociales, los enfoques epistemológicos y los marcos éticos y valorativos. En este sentido se interpela a Trabajo Social en su construcción disciplinar lo cual se constituye en un constante desafío en la medida que la reflexividad y la vigilancia epistemológica encaren una producción de conocimiento que dé cuenta de lo social. Hermida (2012-4) expresa: El esfuerzo se dirige a encontrar ojos para ver, palabras para conformar un lenguaje, herramientas para deconstruir discursos, vías para adentrarse en la contradicciones de eso que denominamos realidad social, develando su régimen de mirada. El sistema de mirada es una clave que busca exponer las categorías conceptuales, es desde donde se nombran los objetos sujetos de estudio. Esto permite dilucidar en cada corriente y en sus propias rupturas el paso de lo pre categorial a lo categorial. Es por ello que la intervención como recorrido está interpelada por las formas de nombrar y nombrarnos, creando escenarios interpretativos posibles y oscureciendo otros. La intervención deviene fundada en la medida que esta dimensión cobra vida desde el reconocimiento de los marcos teóricos y epistemológicos como mapas


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

categoriales, que guían los pasos en este recorrido, que se constituye como “un caminar”

con los ojos del sentido común vendados.

Estas dimensiones se visibilizan en el ámbito del espacio de colegiación,

dado

que la condición interventiva, se constituye en un espacio de problematización, de denuncia social y exigibilidad progresiva de la legitimidad profesional. La defensa del espacio profesional conlleva la responsabilidad adquirida en términos de asistencia, protección y defensa de los sujetos con lo cual se evidencian los paradigmas y las perspectivas teóricas en que se sustenta esta defensa. Es interesante la búsqueda que en estos espacios se está realizando para producir encuentros y alianzas a nivel nacional e internacional en pos de reivindicar la dimensión autónoma de Trabajo Social. Vélez Restrepo (2003) desglosando un conjunto de ejes críticos que se configuran como problemas a la hora

de realizar lecturas y construcciones en relación al

encuentro del otro, alude que: La no distinción entre conocimiento, o teoría y la ideologización hace de la misma un obstáculo epistemológico para la construcción de conocimiento y para fundamentar la profesión. Se constituye en ideas fijas y las ideas fuerzas o preconcebidas son inflexibles, obstruyendo toda posibilidad de diálogo y controversia, constituyendo grandes obstáculos para la producción de conocimiento: el aferramiento a determinadas teorías sin alojar en ellas lo nuevo, inhibe la posibilidad de pensar, generándose confusión y desconcierto (2003:18). No obstante, con la misma intensidad se expresa la intencionalidad de superar esta identidad “instrumental”, revalorizando su carácter político y sus aportes al conocimiento científico, donde se incluye lo metodológico, aunque lo supera en pos de aportar a procesos emancipatorios. La autora realiza una referencia a las tendencias que han marcado la relación de teoría y práctica y a los factores que han incidido en la precaria cientificidad de las prácticas desarrolladas por

el trabajo

social: la ideologización, la institucionalización, la falta de investigación y reflexión sistemática y la falta de un trabajo intelectual disciplinado. El Trabajo Social y los modos de nombrar al otro. En los procesos de la configuración disciplinar estuvo presente el nombrar al otro, conllevando este acto las miradas acerca de lo que acontecía en el mundo y las preocupaciones

por lo que el conocimiento aportaría. Las nociones acerca de la

profesión implican en su quehacer un vínculo entre el modo de entender la actividad


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

del hombre,

su relación con la vida en comunidad y el enfrentar las condiciones

históricas. Cada modo de nombrar tiene una referencia histórica. Respecto a Trabajo Social podemos preguntarnos desde que comenzó, en qué términos disciplinares se produce teóricamente el primer libro reconocido denominado El Diagnóstico Social. Esta obra de producción de conocimiento fue el fruto de quince años de investigación y este momento contiene el primer nombre, el cliente. Susana Cazzaniga (2005) trabaja la categoría sujeto para Trabajo Social plantea: ¿De qué manera, desde qué concepciones, con qué finalidad de Trabajo Social ha instalado el tema del sujeto en su práctica disciplinar?, ¿cómo y desde dónde se lo ha nombrado? Continúa Cazzaniga, el Trabajo Social ha nombrado, adjetivado, identificado al OTRO de la relación profesional

de diversas maneras: cliente, asistido, usuario, población

marginada (o marginado), el proletariado, la clase trabajadora, los sectores populares, pobres estructurales, nuevos pobres, beneficiarios…y es necesario destacar que en cada uno de estos términos subyacen supuestos con inevitables implicancias teóricas y éticas en las prácticas profesionales (2005) A estos nombres podemos agregar ciudadano, en el entrecruzamiento de la comprensión del campo de lucha de los derechos humanos. Las argumentaciones, prácticas y sentidos en torno a los nombres, las podemos encontrar en las producciones disciplinares de las que da cuenta el acervo del saber-hacer, a través del cual se va construyendo lo social. Esto comporta un crítico recorrido de revisiones y resignificaciones en torno a nuestras representaciones históricas de la profesión. Trajinaremos entre algunos autores que conformaron los sustentos de Trabajo Social, las elecciones teóricas-conceptuales será revisada en torno a las denominaciones que le dieron al otro. Sostiene Cazzaniga (2005) Creo que para abordar este tema es necesario superar un obstáculo epistemológico: avanzar por las argumentaciones centrando el debate en el eje teórico, necesariamente ideológico, por otra parte; de esta manera la cuestión podrá ser tratada con el rigor que nuestra disciplina y el momento histórico que atravesamos exige. Recurrimos a Cristina De Robertis quien vincula los objetivos del trabajo social, reconociendo

en el período actual (Robertis, 2003)

dos misiones: restaurar al

ciudadano y crear el vínculo social. Siguiendo este planteo propone la reactualización, histórico social de la profesión, sus vínculos con lo social y las demandas de la


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

sociedad como profesión. Estos temas no estuvieron por fuera de la construcción de un ideal profesional. Menciona (Robertis, 2003) este ideal en el surgimiento que sustentaba los esfuerzos y daba sentido a la acción era la solidaridad este ”ir hacia el pueblo, hacerse pueblo”, que tiene que ver con los primeros residentes sociales, de adecuar, aliviar los males y sufrimientos tanto físicos como materiales, crear servicios que den respuestas donde fuera necesario. Mejorar las condiciones de vida y luchar contra las calamidades sociales eran los fines perseguidos. En la historia, la nominación de la personas con las que trabajamos ha hecho presente este concepto en un sentido individual, en un primer momento, luego colectivo en su vínculo con la comunidad, en su dimensión social, política, cultural, económica. Estos aspectos y dimensiones presentes en la visión del lugar del otro en el trabajo social son fundamentales para comprender el paso de los diferentes nombres dado por los profesionales en su intervención, entre los más frecuentes: cliente, usuario, beneficiario, sujeto, ciudadano. Como es conocido en la profesión de Trabajo Social, en los orígenes de la profesión, se les llamó a las personas con las cuales se intervenía los casos, designación que remitía aquellas con dificultades sociales y que requería la intervención para abordar las cuestiones como problemas. El término cliente es inscripto por Mary E. Richmond quien escribe “El Diagnóstico Social”

en 1917, como referencia fundamental del surgimiento de la profesión-La

autora sostiene la pretensión de lograr un acercamiento lo más exacto posible de llegar a la situación social tratada y a la personalidad de un determinado cliente. También instala el “casework” (caso social individual), considerando que el término caso estaba ligado a la concepción médica que representa a la enfermedad por lo que toma, en cambio, el término cliente para referirse a la persona. Mary Richmond tiene presente la intervención entre la mejora individual y la colectiva, reconoce el avance de la reforma social y sostiene que el Trabajo Social de Casos se vio beneficiado por estas reformas. Analiza que el conocimiento que se produce en el momento es aplicado al ámbito de lo social, y que “una reforma no acaba con todos los males de la sociedad (Richmond, 2005). Recomienda que el trabajador de casos valore la complejidad, la gran diversidad, exponiendo las diferencias individuales dentro de las universales, de los grupos de referencia y su relación con la comunidad. El contexto de Richmond es la democracia, expresada en esta idea: “aplicar los mismos criterios a todos sus miembros el mejor reflejo de igualdad”, pero “más tarde aprendemos a hacer cosas diferentes para y con personas diferentes en aras de una


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

mejora social”. (Richmond, 2005). Por lo tanto, un camino de indagación del sentido del tratamiento del caso, es dicho contexto político, como igualdad. Richmond reconoce la igualdad pero no la desigualdad que produjo el desarrollo del capitalismoOtra autora reconocida en Trabajo Social Helen Harris Perlman, en el “El Trabajo Social individualizado”,

también basa su elaboración teórico-metodológica en el

cliente y su participación en la resolución de sus propios problemas. Sostiene que en el proceso del caso se intenta ayudar al cliente a comprenderse, a percibir su situación e iniciar la acción oportuna a la luz de tal comprensión de sí mismo y de su situación con el conocimiento, de los factores emocionales que pueden bloquear o fomentar el comportamiento funcional de la persona. En producciones latinoamericanas el término usuario desde Trabajo Social es tomado con reflexiones y criticado por sus implicaciones ideológicas. Cecilia Tobón en La Práctica Profesional del Trabajador Social,(1986),

plantea como usuario al sujeto

persona o grupo que recibe un servicio de las instituciones estatales o privadas a los que llegan quienes están atravesando una necesidad o problema a fin de obtener su satisfacción o resolución.

Esta ubicación es considerada

desde quien solicita el

servicio, circunstancia que obstruye el análisis contextual para la construcción del ejercicio profesional porque se relaciona este acto con la ayuda solicitada y la ayuda entregada. Entre otros aspectos, la autora critica la quita de derechos subyacente en esta nominación, ubicando al usuario en calidad de consumidor. Otro aspecto que destaca Tobón es que estos usuarios terminan siendo individuos con problemas, en dimensión individual o colectiva y no sujetos de una determinada clase social. El papel del Estado se plantea en un dominio político, desde una modalidad de centralización de la asistencia como forma de enfrentar las expresiones de lo social. Los servicios aparecen como donación y /o favor del estado, cambiándose la situación de derecho, la relación es de tipo compensatoria y no de reconocimiento, y en este binomio usuario-institución el trabajador social constituye su espacio profesional. En el CELATS

se plantea las contradicciones entre los objetivos profesionales y los

objetivos institucionales, esto ha posibilitado el ingreso de la crítica de los intereses en juego y sus diferencias. Como usuario (sostiene que en el derecho civil francés, es la persona la que tiene derecho real sobre un bien o una cosa que pertenece a otra persona, también se dice de los que recurren a un servicio público (de Robertis 2003). El término beneficiario

es de reciente incorporación y se dice que designa a la

persona que recibe una prestación, en este caso nos encontramos con dos conceptos nuevos por un lado el beneficiario y por otro la prestación de parte de las políticas estatales.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

En referencia a los modos de nombrar, históricamente se vincula la intervención del Trabajo social, al conjunto de políticas sociales que se encuentran atravesadas por distintos modos de posicionarse en lo teórico. La noción de sujeto aparece

en las últimas décadas estructurando

el campo

conceptual de Trabajo Social. En las búsquedas y producciones actuales encontramos la nominación “intervención con enfoque de derecho”. Esta idea conduce al concepto de derecho. Como correlato de este enunciado podemos mencionar cómo se ha modelado la intervención para los problemas de la infancia desde las políticas públicas, lo que ha generado una clara diferenciación entre dos tipos de infancia: aquellos(as) niños (as) y adolescentes que cuentan con sus necesidades básicas satisfechas y aquellos(as) con sus necesidades básicas parcial o totalmente insatisfechas, esta categoría residual constituye el mundo de los menores. La declaración de menor en situación irregular que se vincula ya al patronato dado desde lo jurídico en el siglo XIX, ingresa al campo de las ciencias sociales desarrollando un campo conceptual y categorial, dando cuenta de los menores en riesgo y de su situación irregular. ¿Quiénes, sino los hijos de los pobres, se encuentran en peligro o abandono material y moral? Se establece un régimen de mirada

que crea, articula y consolida la

intervención sobre este sector social, que pasa a formar “el mundo de los menores”. En la actualidad esta perspectiva para pensar a los niños se está modificando, lo movilizador es que, a partir de la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas en 1990, ocurre un cambio de paradigma. El primer elemento lo constituye la transformación en la conceptualización del niño(a) de ser inmaduro, incompleto, en proceso de desarrollo, carente y en ocasiones peligroso, a niño-adolescente reconocido como sujeto de derecho, es decir, titular y portador de ciertos derechos y atributos fundamentales que le son inherentes por su condición de persona humana, y especialmente por su condición de niño(a). Así desde el campo conceptual y visión de la realidad, se tiene otra perspectiva. La nominación de ciudadano pareciera expresarse con menor frecuencia, sin embargo se encuentra presente en el armado conceptual al concebir a nuestros sujetos de la intervención como sujetos de derechos. Desde un supuesto de las universalistas en relación a los sujetos que asiste

políticas

en la prestación de servicios.

Elizabeth Jelin en su artículo “¿Ciudadanía emergente o exclusión?” abre paso a las condiciones en las que se plantea la ciudadanía (Jelin,E.:1994) Se han distinguido dos tipos de ciudadanía: la “instrumental” y la “política”, que se oponen en cuanto a su concepción de lo político, entendido esto como la preocupación


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

por la cosa pública y la acción consecuente. Mientras una, la primera, considera la política como algo ajeno, distante y sobre lo cual no hay compromiso, la segunda concibe al sistema político como el campo de la acción colectiva de los propios ciudadanos. La ciudadanía instrumental descree de la política, sin embargo la considera como un ámbito necesario para producir cambios sociales y en ese sentido, demanda de los ciudadanos. La ciudadanía política, en tanto, es la capacidad conjunta, social, de los ciudadanos de propiciar cambios, mediante la participación y la acción integrada de los diversos actores sociales. Esta acción colectiva no supone una relación exclusiva con la “política institucionalizada”, aun cuando puede participar de ella, sino que es más bien la capacidad conjunta de la acción de un colectivo social entendido como un “nosotros”. Los ciudadanos quedan implicados en estas contiendas teóricas e ideopolíticas respecto de cómo se han de nominar y desde esta nominación se les adjudican identidades que legitiman espacios donde se dirime su ciudadanía. La condición de “beneficiario” o “destinatario” frente a la gran demanda de ciudadanización son las formas en que se debaten las condiciones materiales que garanticen el ejercicio pleno de los derechos. En este sentido Nora Aquín (2006) plantea una revisión de las prácticas profesionales de intervención, sostiene que las mismas pueden consolidar las desigualdades sociales y la clausura de la demanda social o por el contrario, orientar al fortalecimiento de prácticas de participación en que los sujetos posicionados como ciudadanos, ejerzan sus derechos y además participen activamente en los procesos de constitución de los espacios que den cuenta de estos sentidos. En Trabajo Social estos conceptos y perspectivas han ingresado después del retorno de la democracia a nuestro país, cuando la participación política posibilita nuevas búsquedas en saberes y transformaciones sociales. La lectura del otro como ciudadano que se ha centrado exclusivamente en el acceso a distintos derechos, ha relegado el análisis de las disputas en torno de la experiencia de los derechos y de la condición ciudadana.

La relación histórica entre Trabajo Social y sujetos femeninos. Nos proponemos abordar también la relación histórica de esta profesión de Trabajo Social y las mujeres. Ellas y sus hijos son frecuentes destinatarias del mismo. Para Estela Grassi (1989) las cualidades femeninas están condicionadas históricamente, tanto por la coyuntura como por las necesidades que se requiere cubrir. Históricamente se demandó a la mujer que ejerciera la profesión, a la manera de una extensión de su rol doméstico suponiendo que poseía cualidades especiales como


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

abnegación y paciencia. Para la autora el rol de la trabajadora social se define por referencia a sus destinatarias pobres (1989:181): su trabajo implica formas de control social a nivel de la vida cotidiana y familiar, y esto sigue siendo así desde la época de la beneficencia (siglo XIX) hasta fines de siglo XX. Sostiene que se requiere pensar en la actualidad si las cosas han cambiado. También propone que en las representaciones sobre asistencia predomina la noción de domesticidad asociada a la índole domesticable, sumisa y moldeable de las mujeres, características tradicionalmente asignadas a su condición de ama de casa-madre, relegada al ámbito doméstico. Según Grassi que realizó esta investigación en la década del ochenta los empleadores, tanto estatales como privados refieren a estas virtudes domésticas como la razón de ser de la profesión. En cambio, las mujeres entrevistadas argumentan razones culturales o económicas para justificar la realización de estas tareas de “cuidado” como parte del ejercicio profesional. O sea que ellas no visualizan una conexión esencial entre el rol doméstico y su profesión. Como ya anticipamos volvemos a notar la necesidad de resignificar la idea de sujetos femeninos autónomos que puedan visualizar las sujeciones propias del control social que los procesos de subjetivación han inscripto en sus discursos y en sus cuerpos. Hay diferencia entre la asignación de tareas a los trabajadores sociales varones respecto de las mujeres. En un estudio reciente llevado a cabo en la ciudad de Santa Fe, Alicia Genolet (2011 ) constata que se puede ver una diferencia entre mujeres y varones ya que estos últimos aspiran a posiciones de poder mientras que las mujeres realizan recorridos más arduos para habitar sus roles profesionales. Para contribuir a estas reflexiones hacemos notar el sexismo presente en los textos que forman parte de la formación de la profesión donde estas “otras” son mencionadas como voceras o delegadas del poder masculino. Por lo que subsiste y se reproduce la división entre los sexos. Pero plantear una perspectiva de género implica transformar la mirada naturalizada hacia las relaciones entre los sexos, esto se debe al desarrollo de los estudios de la mujer: El género, como categoría social, es una de las contribuciones teóricas más significativas del feminismo contemporáneo. Esta categoría analítica surgió para explicar las

desigualdades entre hombres y mujeres, poniendo el énfasis en la

noción de multiplicidad

de identidades. Lo femenino y lo masculino se conforman

a partir de una relación mutua, cultural e histórica. Las elaboraciones históricas de los géneros son el fruto de sistemas de poder, que sustentan discursos sociales hegemónicos y permiten constatar la presencia de conflictos sociales en el seno mismo del entramado social. La problematización y producción teórica sobre las relaciones de género han permitido cuestionar “el carácter natural de las mismas”. Lo


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

femenino o lo masculino no son relativos al sexo de los individuos, sino a “las conductas consideradas femeninas o masculinas” construidas socialmente y sometidas a eventuales procesos de cambio a lo largo de la vida del individuo. El panorama de los últimos años se puede describir aún en la convivencia de lo viejo y lo nuevo, la innovación y las tendencias conservadoras. En este sentido no tenemos que descuidar la dimensión de control que comportan las políticas de asistencia enfocadas en la mujer y que las profesionales de Trabajo Social deben tener en cuenta en su práctica, la cual es a menudo idealizada y contrapuesta al mundo masculino donde parece situarse la especulación y la ambición política.

La normalidad es la medida del mundo: personas con discapacidad En las intervenciones de Trabajo Social, se han producido progresos significativos en las maneras de nombrar a las personas con discapacidad. Esos modos tuvieron su acervo teórico ideológico de acuerdo a las posturas que han ostentado su poder en diversos países europeos y /u Organismos internacionales. Estas nominaciones contribuyeron a que las personas con discapacidad fuesen excluidas de la sociedad y las confinaran en el más remoto de los olvidos. Así como a la asunción posterior de tratos más caritativos, ocupándose de ellas la beneficencia. En esos vaivenes, se los nombró como minusválidos, mogólicos,

deficiente / discapacitado, persona con

necesidades educativas especiales, personas especiales. Más recientemente en interrelación con los derechos humanos se las nombra

como personas con

discapacidad, proponiéndose la inclusión de las mismas a la sociedad, en el reconocimiento inalienable y de ser consideradas como ciudadanos iguales ante la ley. Contrariamente a ello, Agnes Heller (1987)

manifiesta que “se pone el signo de

iguales a personas desiguales en su humanidad “, algo que remite permanentemente al criterio imperante de normalidad a través de los discursos y que en las prácticas sociales se oculta una realidad diferente en las que subyace una norma que prohíbe al sujeto con discapacidad franquear las fronteras de la exclusión. Una exclusión que es parte de un proceso cultural, el cual se ha naturalizado, impidiendo considerar al “otro” un sujeto de derecho, y que la obtusa vida social parece querer acallar. Así también algunas actitudes han acarreado criterios limitativos de expectativas del rendimiento en diversas áreas, acerca de lo que el otro “diferente” puede lograr. Así mismo la diferencia también se plasma en la jerarquización a partir de parámetros de mayor o menor normalidad que se realiza con cualquier ciudadano en sus desempeños sociales. Se establece que tal sujeto no es tan discapacitado como su par ya que posee cualidades o rasgos de su personalidad que agradan al otro. Se


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

entiende que el sujeto normal es un prototipo de hombre medio, con el que todos seremos medidos, evaluados, señalados y convenientemente clasificados. La normalidad es la medida del mundo. A ello remite la dimensión productiva de las normas, que producen cuerpos a su medida, fabrican un tipo de sujetos ajustados a los límites, útiles, productivos y capaces de adaptarse a los requerimientos de la inserción en la vida social. Entonces, podemos decir que discapacidad se convierte en vida

la vida del sujeto con

“descartable, eliminable”.

El otro de la diferencia, con toda la imperfección y las trampas político- lingüísticas que la utilización de este término presupone, no viene solamente a sustituir el de diversidad o el de pluralidad; no son una obviedad cultural, ni una marca de pluralidad apenas perceptible; no puede ser caracterizada como totalidad fija, esencial e inalterable; es siempre diferencia; no debe ser entendida como un estado indeseable, impropio, alguna cosa que más temprano o más tarde volverá hacia “ la normalidad”; no supone / significa lo contrario de igualdad

ni se constituye en sinónimo de

desigualdad; se debe buscar una visión de la diferencia más allá de la lógica entre asimilación y resistencia; aun cuando es percibida como totalidad o cuando es puesta en relación con otras diferencias, no es fácilmente permeable; que existe independientemente de la autorización, de la aceptación, del respeto, de la tolerancia, de la oficialización, o del permiso otorgado desde la normalidad legalista. (Skliar, Carlos 2003) Algunas reflexiones provisorias Como se ha planteado en el recorrido de esta producción, el Trabajo Social emerge en el contexto de industrialización y sus consecuencias sociales, políticas, en plena organización del movimiento obrero y sus reivindicaciones por salarios y condiciones laborales. En el marco de diversas posiciones teóricas y visiones de la sociedad en algún punto convergentes, que son conceptos que podrán considerarse humanitarios, con amplitudes categoriales como la pobreza, las condiciones de salud, educación, la defensa de una mejor vida para el hombre. Las miradas emergen de posiciones teóricas y nudos de tensión epistemológicos e ideológicos que contienen expectativas

de cómo, en definitiva, se constituye la

sociedad, con qué parámetros se hace esto en el sistema vigente

que es el

democrático en el que, con diferentes modos de intensidad, están las expectativas de ciudadanía y democracia.


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

Desde estos argumentos la perspectiva de la instrumentalidad se afirmará que no sólo alberga el conjunto de técnicas e instrumentos, sino que incluye el campo conceptual y categorial que organiza y da direcciones a la intervención. De estos presupuestos teóricos, surgen algunas líneas que se presentan como tensiones, en la construcción del campo del saber del Trabajo Social. Esto conlleva la preocupación por la construcción de una sociedad en términos de democracia y sus consecuencias inmediatas en la vida de las personas. Teniendo presentes estos presupuestos, una de las cuestiones pareciera que en los términos cliente y usuario lo que se encuentra es una lógica de razón y voluntad, un entrecruzado entre la ciencia y la urgencia de la resolución de los problemas presuponiendo la necesidad de contar con la voluntad del otro, que se encuentra afectado por los problemas que son motivo de la intervención. Los valores fundamentales de la profesión contienen la preocupación por producir cambios que indiquen la calidad de la sociedad, lo que pareciera que concuerda con los planteos de la democracia. Los diferentes modos de nombrar han sido nominaciones que lo ubican en formas más procedimentales que filosóficas. Podemos decir sin embargo que en la denominación sujeto se contiene al otro en proyectos enraizados en valores de un perfil emancipatorio que conlleva los valores de la democracia, y que así abren a nuevas posibilidades programáticas desde los principios éticos políticos contenidos en los derechos humanos. Es el acceso a los derechos el modo que marca los modos de mirar al otro.

BIBLIOGRAFÍA -AQUIN, Nora. (2006). «La investigación en el campo del Trabajo Social». En: Reconstruyendo lo social. Buenos Aires. Espacio. -BOURDIEU Pierre Y PASSERON Jean Claude (1998) La reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza .Mexico. Fontamara. -BRITOS, Gabriel (2000). Asistencia Social en Rosario. Historia de su formación profesional. Rosario, Universidad Nacional de Rosario. -CAZZANIGA SUSANA. La noción de sujeto de la relación profesional en Trabajo Social. Año 2005 -DE SOUSA SANTOS, Boaventura. (2008). “Reinventando la emancipación social”. En: Pensar el Estado y la sociedad: desafíos actuales. La Paz: CLACSO, Muela del Diablo Editores y Comuna. -GENOLET, Alicia (2011) Configuración de rasgos de identidad profesional y género. En Historia, identidad e intervención profesional. Compiladora Viviana Beatriz Ibáñez. Mar del Plata: Ediciones Suarez -GRASSI, Estela (1989) La mujer y la profesión de Asistente Social. Buenos Aires: Humanitas -HELEN HARRIS PERLMAN, El Trabajo Social individualizado


XXVII Congreso Nacional de Trabajo social. 11, 12 y 13 de septiembre de 2014

-HELLER, A (1987) Sociología de la Vida Cotidiana. Buenos Aires. Ediciones Península -HERMIDA, María Eugenia Ponencia titulada “El curriculum que prescribe y proscribe. Por una didáctica de las ausencia en Trabajo Social”. XX Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social. Córdoba. Setiembre de 2012. -JELIN ELIZABET. “Ciudadanía emergente o exclusión. Movimientos sociales y ONGs en los años 90”.México. Revista mexicana de Sociología. Vol. 56. Año 1994 -MALACALZA S. (2006) Lo político como constitutivo de la relación social-práctica profesional. Bunos Aires.Ed. Espacio -MATUS SEPULVEDA, Teresa (1999). Propuestas Contemporáneas en Trabajo Social: hacia una intervención Polifónica. Buenos Aires, Ed. Espacio. -SKLIAR, C. (2003) ¿Y si el Otro no estuviera ahí? Notas de una pedagogía improbable de la diferencia. Buenos Aires. Editorial Miño y Dávila -TOBÓN CECILIA. La práctica del Trabajo Social (Guía de análisis)- (1986). Lima Perú (Álvarez).CELATS-Humanitas. -TORCIGLIANI, I. (2002). “La investigación en Trabajo Social”. Publicación postJornadas. Paraná, Facultad Trabajo Social UNER, Revista Utopías, N°4. -VELEZ RESTREPO, O. L.(2003) Reconfigurando el Trabajo Social Perspectivas y Tendencias Contemporáneas. Buenos Aires.Ed. Espacio.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.