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HIPERSENSIBILIDAD

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SISTEMA INMUNE

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HIPER SENSIBILIDAD EMOCIONAL

Las emociones son materia de estudio de la psiquiatría, la psicología, las neurociencias, y más recientemente, la inteligencia artificial. El significado etimológico del término emoción es: el impulso que induce la acción; se define como reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante. Las emociones son procesos neuroquímicos y cognitivos relacionados con la arquitectura de la mente (toma de decisiones, memoria, atención, percepción, imaginación, entre otros), constituyen respuestas funcionales a distintos estímulos del ambiente que posibilitan una adaptación a sus demandas, siendo similares en cualquier personas en toda cultura y sociedad. En el caso de las emociones básicas o primarias (alegría, tristeza, ira, miedo, asco y sorpresa) también las compartimos con otras especies animales, lo que apunta indiscutiblemente a un origen evolutivo común, mostrando mayores semejanzas cuanto más próximo sea el parentesco filogenético. Las personas con alta sensibilidad emocional (HE) configuran un rasgo caracterizado por una conciencia aumentada y un umbral más bajo para la detección de las sutilezas de los estímulos, tanto físicos (ej. luces y sonidos) como sociales (ej. rostros, detalles de la conducta interpersonal); un procesamiento más exhaustivo de la información emocional, y una mayor reactividad a los estímulos positivos y negativos. Las personas HE se destacan por su elevada intuición, empatía y por su capacidad para captar las sutilezas de las señales que les rodean, aspectos que pueden resultar imperceptibles para otras personas. Sin embargo, esta hipersensibilidad característica no sólo potencia la vivencia de las situaciones agradables o de los aspectos estéticos del mundo; de igual manera, les predispone a percibir con más intensidad los estímulos aversivos, tales como: luces y ruidos estridentes, olores desagradables, o el desorden. También, en el ámbito de las relaciones interpersonales o sociales pueden percibir la forma habitual de comportarse de la gente como superficial e insensible, lo cual puede hacerles sentir raros, diferentes o incomprendidos. La explicación última de la hipersensibilidad emocional probablemente recaiga en factores biológicos, aunque es innegable que los factores ambientales (cultura, sociedad, modelos de aprendizaje y experiencias individuales) modelan la experiencia y expresión de las emociones. Un estudio publicado en 2014 por neuropsicólogos de la Universidad de Stony Brooks en Nueva

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York, en el que se tomaron imágenes del funcionamiento cerebral a través de resonancia magnética funcional (RMF), reveló que los participantes con sensibilidad más alta mostraban patrones de activación más potentes en respuesta a imágenes emocionales (caras alegres o tristes). Este tipo de evidencias nos hace sospechar que, de la misma manera que las personas varían en agudeza visual, discriminación auditiva, razonamiento espacial o en otras capacidades sensoriales y cognitivas, también pueden hacerlo en la capacidad para percibir las emociones.

En mayo de 2015 se publicó un estudio (“Neurogenetic Variations in Norepinephrine Availability Enhance Perceptual Vividness”) en el Journal of Neuroscience, el cual constató que las personas con la variante genética ADRA2b mostraban más actividad en la región del cerebro responsable de regular las emociones y analizar el placer y el sentimiento de amenaza. ¿Hasta qué punto nuestro grado de sensibilidad viene marcado de nacimiento?

Los resultados del estudio citado en la pregunta precisan el conocimiento que ya se disponía sobre las áreas cerebrales implicadas en la hipersensibilidad emocional. Sabemos que las variaciones en el funcionamiento y/o estructura cerebral tienen su origen en diferencias genéticas y ambientales, que interactúan influyéndose mutuamente, lo que hace difícil identificar su contribución particular por separado. Las principales estructuras cerebrales postuladas son:

1) Las neuronas espejo: situadas en la corteza frontal inferior y muestran una activación más alta y continua en las personas con alta sensibilidad emocional desde su infancia.

2) La ínsula: perteneciente al sistema límbico, esta estructura tiene una función básica en la producción de las emociones y ofrece una actividad más aumentada en la hipersensibilidad emocional.

Cada vez se dispone de más evidencia psiconeurobiológica que refrenda la existencia de este concepto, y que relaciona la aparición de estas conductas con la participación específica de genes, reacciones fisiológicas y patrones de activación cerebral, sin olvidarnos del importante factor social/ambiental que envuelve lo cultural, la dinámica familiar, el entorno social, los modelos de aprendizaje y las experiencias individuales.

Por el Dr. Rafael O. Johnson R. Médico-Psiquiatra

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