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Entrevista a David Alonso
El toro es un ser emocional
Entrevista con David Alonso
Para saber un poco más de etología, busqué al domador de caballos David Alonso, que es uno de los más experimentados en su área de trabajo. La capacidad que tiene para comunicarse y compenetrarse con los equinos, así como sus dotes naturales de adiestrador, son de una amplitud impresionante. David, que es una persona sensible y que valora lo que consiguen los rejoneadores con sus monturas delante del toro, me reveló aspectos en los que merece la pena reparar.
Como uno de los domadores de caballos más prestigiados de México, Alonso ha podido adentrarse en su comportamiento, desentrañar sus reacciones y actuar en consecuencia. El interés de entrevistarle radica en saber, desde su perspectiva, cuál es la relación del toro ante el hombre, considerando que no existe ningún estudio etológico sobre esta especie. La agudeza de sus respuestas abre horizontes inexplorados en este ámbito. En concreto, estas fueron sus palabras:
Pancho Miguel Aguirre (PMA): ¿En qué momento de tu vida te diste cuenta de que tenías una comunicación especial con los caballos?
David Alonso (DA): Desde que soy niño recuerdo mi pasión por los caballos y sabía que tenía afinidad con ellos, pues podía pasar horas enteras observándolos, tratando de entender su comportamiento y su forma de organizarse. Cierto día, en el trayecto de un desfile militar, un general amigo de la familia se percató de que le había venido siguiendo durante todo el recorrido. Cuando terminó le dijo a mi madre que estaba impresionado por lo que había visto: un niño siguiendo los caballos con tremenda admiración y mucha atención, y que si eso fuera bien encauzado podía convertirme en un gran jinete, pues se notaba que sentía una pasión inmensa por ellos. Aunque mi madre recuerda esta anécdota, nunca la tomó en cuenta para mi formación, pues mi
encuentro con la doma natural no fue hasta los 26 años, y eso detonó todo ese gusto por los caballos que estaba guardado en mi interior desde la infancia.
PMA: ¿Por qué el caballo está considerado como un ser emocional? ¿Qué debemos entender por este concepto?
DA: Un ser emocional es aquel que responde activamente a todo lo que percibe de su entorno mediante sus sentidos y lo transforma en expresiones corporales, lo cual implica una reacción, ya sea de miedo, de alegría o de tristeza. El caballo, estando en su manada, o en comunión con su jinete o manejador, puede tener procesos emocionalmente inteligentes, es decir, puede tener un cierto control de sus emociones. Sin embargo, al encontrarse solo, en situaciones comprometidas bajo su percepción, sus respuestas van a ser instintivas. El caballo y el toro son seres emocionales y dentro de un ruedo, por ejemplo, ambos experimentan la emoción de miedo. Pero, en el caso del primero, mediante el poder que el rejoneador ejerce sobre él, se pueden mantener bajo control sus movimientos.
PMA: ¿En qué se basa el hecho de que algunas personas tengan mayor facilidad para convivir y comunicarse con los animales?
DA: Para mí se debe a dos factores muy importantes: la observación detallada y la intuición, la cual, si está nutrida con conocimiento de la etología de la especie, lleva a tener un entendimiento de cada uno de los comportamientos de los animales e, incluso, poder predecirlos. Además, con especies emocionalmente sensibles, es importante tener suficiente inteligencia emocional que permita transmitir un estado tranquilo del humano para generarles confianza, fundamento importante para entablar cualquier relación.
PMA: Algunos ganaderos aseguran que la bravura “es un estado de ánimo”, ¿qué te hace pensar esta frase?
DA: Creo que es así, pero también es algo determinado por la “personalidad” del toro, lo que en los caballos llamamos “brío”, que está constituida por dos elementos fundamentales: el temperamento y el carácter. El primero se determina por la influencia genética de los progenitores y el segundo por el entorno en el que se ha desarrollado el individuo. La
combinación de esos dos elementos produce un ser predecible ante los ojos de un buen lector, lo que, aunado a los estudios etológicos y otras cualidades que éste pudiera tener, convierte a un simple torero o domador de caballos en una figura.
PMA: Háblame un poco más acerca de esos dos conceptos…
DA: El carácter tiene dos extremos en cualquier individuo, la inseguridad y la dominancia, por lo que un buen domador -en el caso ecuestre- ha de tener la capacidad de “escanear” a su caballo para elaborar una estrategia de doma teniendo en cuenta ciertos principios básicos, como que un individuo dominante invade el espacio vital del domador y un inseguro no. El domador deberá hacer valer así su espacio mediante técnica, la cual implica anclarse al piso tratando de provocar que el que se mueva sea el caballo. Por el contrario, un ejemplar inseguro buscará siempre la huida, por lo que el domador deberá tener la sabiduría para atraerlo a donde él lo necesita. Un caballo inseguro es más sensible que uno dominante porque sus sentidos siempre están alerta, como lo están los del toro. Tanto en el entorno animal como en el humano existe un precepto infalible: quien logra controlar el movimiento de un individuo, domina su mente. Es ahí donde deben centrarse las técnicas de negociación entre humanos y ciertos animales, como es la doma de un caballo y tal vez también de lidia de un toro.
PMA: Del matador Manolo Martínez se decía que “pensaba como toro”. En tu terreno se podría aplicar la misma frase, es decir, fulano “piensa como caballo”. ¿Qué entenderías por dicho concepto o cómo podrías traducirlo?
DA: Nuevamente volvemos a la observación y conocimiento del animal, pero agregaría algo más: cuando una persona se dice que sabe de cierta materia es porque puede tener control de los factores alrededor de la situación. Es decir, en el caso de la conducta de un animal, su repetibilidad. De esto hay muchos estudios, desde Darwin a Pavlov, con el condicionamiento clásico, y Skinner con el condicionamiento operante a través de refuerzos y castigos. Para explicarlo más claro, si yo deseo hacer que un caballo venga a mí, tengo dos caminos: mediante el refuerzo positivo -le daría una galleta o algo que le guste cada vez que lo llame y venga a mí- o con refuerzo ne
gativo, al incomodarlo con presión física cuando se aleja y aliviársela cuando venga a mí. Y aquí aclaro que el calificativo “negativo” no significa que el refuerzo sea malo, sino que tiene otra connotación relacionada con agregar o retirar algún elemento que afecta su comportamiento.
PMA: ¿Cómo crees que podría aplicarse esto al toro de lidia?
DA: Posiblemente muchos de los mandones en la Fiesta, inconscientemente, han hecho uso de refuerzos negativos con los toros. Supongo que, por ejemplo, cuando ven que un toro tiene que torearse cerca de las tablas para que tenga mejor desempeño, lo hacen por intuición, pero científicamente es una estrategia de condicionamiento. Con el tiempo y la experiencia, aprenden a manejar las conductas de los diferentes tipos de toros sacando de ellos el mejor provecho. La afición le llama arte a esa capacidad intuitiva de ir resolviendo los problemas que se presentan durante la lidia.
PMA: Consideras que aquel torero que tiene mayor “empatía” o “conexión” con el toro de manera natural ¿tendría una mayor facilidad para someterlo, para torearlo?
DA: Sí que tendría mayor capacidad para hacerlo, pero si a la empatía y conexión le agregamos otra gran virtud que se llama sutileza, convertiríamos algo simple en extraordinario. Aunque por ambos caminos se obtengan resultados, en los caballos sabemos que el “sometimiento” requiere poder, mientras que el “convencimiento” requiere de sabiduría, algo siempre más sublime.
PMA: Pablo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura parecen rejoneadores con capacidades distintas en cuanto a doma se refiere. Del primero, podría afirmarse que tiene una capacidad inmensa para “convencer” a sus caballos, mientras que el segundo parece que utiliza una técnica de doma basada más en el sometimiento. ¿Qué opinas tú sobre ellos?
DA: Considero que ambos son una combinación diferente de cuatro factores que les hacen ser unos fuera de serie y por eso surgen las comparaciones. El primer factor es el conocimiento del toro y todo lo que implica; el segundo, el conocimiento del caballo; el tercero, el nivel de comunicación como jinete o equitador; y, finalmente, el cuarto, es el manejo de
las emociones del público. Creo que Diego Ventura tiene mucho entendimiento del toro, sobre todo del español. Ambos rejoneadores son muy conocedores del caballo, pero como jinetes, en mi parecer, Pablo Hermoso tiene una mejor comunicación con su cuadra y ejerce un mayor liderazgo atractivo, por convencimiento, mientras que Diego, por su propia personalidad y su carácter, utiliza más el control por poder, por sometimiento, aunque ambos llegan tal vez al mismo resultado.
PMA: ¿Es como si dijéramos que uno es “líder” y el otro es “jefe”?
DA: Desde luego que sí. Eso lo define perfectamente. Para poder hacer esta aseveración del control por poder, estoy considerando elementos como el manejo de la rienda y las ayudas, así como el momento en que el caballo no trae montado al jinete sobre su lomo. Con el cuarto factor, que es el público, cada quien tendrá su propio juicio. De la amalgama de esos cuatro elementos surgen esas dos figuras del toreo a caballo con estilos propios y sobre los que los aficionados queremos hacer confrontaciones. Y es normal que así suceda.
PMA: ¿Cómo traspasarías dichos conceptos al toro de lidia?
DA: No creo que en la lidia se pueda aplicar el convencimiento, pues eso implicaría otros factores en conjunción, como la comunicación, la confianza y el respeto. La lidia es sometimiento a través de elementos de control como el capote y la muleta, pero lo interesante es poder ver quién hace mejor uso de ellos con base en su conocimiento del toro, que es el que establece la pauta a seguir.
PMA: ¿A qué atribuyes que no existan estudios sobre la etología del toro de lidia?
DA: Porque alrededor del toro y de la Fiesta existen demasiados mitos, creencias, supersticiones y romanticismo. La etología es una ciencia y requiere validaciones por medio del método científico. He podido ver que existe mucho conocimiento y experiencia de ganaderos, caporales, vaqueros o toreros, pero eso no es etología. El estudio de esta ciencia implica internarse en la vida del animal, registrando cada uno de sus comportamientos al comer, beber, reproducirse, organizarse, defenderse, pero sin
interferir en ella. En la medida que alguien se preocupe, invirtiendo tiempo y esfuerzo, en el conocimiento del toro de lidia desde esta óptica muchas cosas van a cambiar. Quizá hasta la percepción de los antitaurinos, porque habría sustento científico que los haría entender lo que a veces es difícil de explicar. Al tener en las manos este conocimiento, estoy seguro de que habría una reinvención de la Fiesta Brava.
PMA: ¿Qué opinas de la teoría del depredador?
DA: Estoy totalmente de acuerdo con ella, porque explica la mayoría de los comportamientos del toro dentro de la plaza y las técnicas para sobrellevar su lidia. Ya en la primera edición de tu libro habías mencionado que se trata de un animal precoz, presa, mamífero y gregario, y al comprender cada una de esas clasificaciones podemos entenderlo como un todo. El toro -gregarioque sale al ruedo ha sido separado de su manada y tiene una presión visual frontal de una multitud, que toma como una actitud depredadora. Entonces reacciona huyendo, como la primera defensa de una presa, solo que al darse cuenta de que no hay salida entra en modo de ataque como último recurso. En ese primer momento no tiene un objetivo firme, ya que hay muchos distractores, pero de pronto aparece uno caminando disimuladamente hacia él con una actitud depredadora y por fin encuentra un blanco a quien dirigir esa carga de energía que ha acumulado en los últimos momentos.
PMA: ¿Estamos ante nuevos horizontes de estudio?
DA: Por supuesto que sí. Considero que la “teoría del depredador” ha puesto a pensar a muchas personas que ya sabían de toros desde una perspectiva empírica, pero que al escuchar la explicación del porqué de los movimientos y las motivaciones de este animal han encontrado un sentido más claro a su sabiduría.
Ante las sugerentes explicaciones de David Alonso, deseo añadir que ojalá que esta breve entrevista contribuya a motivar a los veterinarios especializados en el toro bravo para que se haga un estudio etológico profesional, con la finalidad de aportar nuevas líneas de investigación que favorezcan la comprensión de sus reacciones. Conocer al toro de lidia en profundidad siempre será determinante en el momento de enfrentarlo.