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Ricardo Torres Martínez

RICARDO TORRES MARTÍN (Promotor taurino neoleonés)

EZ

Dícese desde siempre, y así lo he comentado muchas veces en base al heroico e histórico desempeño de hombres tan destacados como don Francisco I. Madero, don Venustiano Carranza y muchos más, “que el estado de Coahuila es Tierra de Hombres Revolucionarios”.

También originario de Saltillo, don Fermín Espinosa Saucedo revolucionó aquí y allá el ejercicio del bien torear durante la época de oro de nuestra Fiesta.

Hasta allí, un orgullo histórico en la vida nacional por una parte y otro tanto para los amantes de la Fiesta Brava en lo taurino; pero hete aquí que, guardando las proporciones, en el año de 2015 fue otro coahuilense con el apoyo de gente muy destacada y reconocida del medio taurino, como los matadores de toros Manolo Mejía y Arturo Saldívar, así como del laureado picador Ignacio Meléndez González, quien revolucionó viejos y falsos conceptos que predominaron por mucho tiempo en la técnica de la lidia, el ejercicio del toreo, las corridas de toros y, muy especialmente, sobre la razón y la forma de las embestidas del toro.

Su nombre, Francisco Miguel Aguirre Farías, mejor conocido como “Pancho Miguel”, quien también recibió el apoyo de otro Revolucionario coahuilense del periodismo, don Armando Fuentes Aguirre, ampliamente reconocido como “Catón” para escribir el prólogo del libro Detrás del valor y del arte.

Agregaría al misterio y la magia con que Pancho Miguel establece las reglas básicas y los principios fundamentales para normar la lucha entre la inteligencia del diestro y la fuerza brusca del animal que lo más importante del contenido de tan pequeña pero gran obra literaria taurina es la teoría revolucionaria de que el toro no embiste al color de los avíos -capote y muleta- utilizados por los diestros, en razón de que su visión no distingue cromática alguna, tal y como por largo tiempo se nos hizo creer…

Y que tampoco arremete y agrede a todo lo que se mueve, porque entonces su vida campirana se la pasaría embistiendo a la maleza y a las ramas de los árboles, como también se nos hizo creer, independientemente de reconocer que, como alguien aseguró, “los toros no cuernan postes”.

Frente a todo esto, Pancho Miguel afirma y confirma, con abundante material gráfico (videos) complementario de su edición, que el toro solo arremete (embiste) cuando se siente atacado por un depredador, que puede ser un hermano de camada, un ser vivo de otra especie o el propio torero cuando con “el toque” le incita a la defensa y la movilidad. ¡Algo nuevo pues para el conocimiento de la nueva y vieja afición, expuesto con valentía a la consideración general!

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