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Prólogo por Jose maría sotomayor

Prólogo

La fiesta de los toros es luz y color. Y valor y arte. Valor, de valentía, y valor, de valores. También, muchos conceptos más. En la teoría de los colores luz, el blanco se forma con la adición de los colores del espectro. Los primarios y secundarios. Para los que manejamos los colores pigmento, la teoría es opuesta. Nuestra suma de aquellos da como resultado el negro. Dicen que los impresionistas, los pintores de la luz, no utilizaban ese pigmento. Puede ser verdad. Lo que sí es rotundamente cierto es que los negros que pueblan un cuadro, si éstos se forman con mezclas de pigmentos primarios y secundarios, son negros llenos de matices. Desde azulados, fríos, hasta dorados o rojizos, cálidos. Esa es la enorme diferencia.

En la fiesta de los toros, esa de la luz y el color, nada es blanco o negro, es decir no se llega a esa sensación por mezcla de sentimientos opuestos. Tiene un colorido variado e intenso. Pero también existen grises, tonos quebrados, con unos predominios muy diferentes. Creo que estos tonos son los que ha buscado y conseguido Francisco Rodríguez Aguado, autor del libro que tiene usted en las manos. Ha obtenido colores quebrados en las biografías de los toreros que aparecen en estas páginas. Porque, al igual que en los pigmentos, probablemente en estas biografías, nunca existió un negro absoluto. Un negro, negación de otros colores. Quizás existen muchas tendencias en las biografías y aunque pudiera aparecer en ellas un trazo negro, esté será muy cálido. Quién sabe si el final de una carrera, negro para él, pudo estar compuesto con el verde esperanza de alguna mujer que sufría al verlo torear.

La literatura taurina está poblada de biografías de matadores. En obras de carácter enciclopédico y en diccionarios del siglo XIX, ya aparecen los principales toreros de la época y de trayectorias anteriores. Tuvieron todos su culminación en el trabajo que todos conocemos abreviadamente como

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“el “Cossío” ya dentro del siguiente siglo. Y hubo enciclopedias solo con biografías de matadores de toros. Y, porque no citarlas, recordemos muchas colecciones de libros taurinos, principalmente las que aparecieron en los primeros años del siglo XX, aquellas Biblioteca Sol y Sombra, Los Ases del Toreo, Los Reyes del Toreo, Los Triunfadores del Ruedo, y otras, en las que todos los volúmenes eran biografías pero solo de las figuras, o algo así, del toreo. De los que triunfaron. De los que, salvo por ser víctimas de la fiesta, culminaron su carrera. Hubo excepciones en ese mismo siglo y en éste y, en los dos, aparecieron, y ven la luz constantemente, biografías individuales de toreros, en ocasiones agrupados por ciudades, comunidades, regiones, como lo son otros trabajos del autor de este libro.

En este libro, de alguna manera, ocurre lo opuesto. Nos vamos a encontrar con todas esas gamas de grises, de tonos quebrados, que componen muchas de las biografías de aquellos que se vistieron de luces y no llegaron a la cima. Esa perspectiva, nueva, rotunda, completa, muy difícil de documentar, es la que va a descubrir el lector a continuación. No son fracasados. Solo, tuvieron suerte diferente. Y, seguramente, yo no he leído el texto, escarbando en sus vidas encontraremos todos esos colores que solo el autor ha sabido utilizar para pintarlas. A veces nos aparecerán negros. Quizá solo grises quebrados. En ocasiones, grises trágicamente tronchados. Pero no olvidemos que se habrán pintado con múltiples mezclas de colores luminosos.

Me gustan los prólogos cortos. Que no adelanten el contenido del libro. Si acaso alguna insinuación. Y yo quiero hacer una. Van a comprobar que esta fiesta de luz y color no ha sido igual para todos los que se vistieron de luces. Pero los toreros que aquí figuran sí forman parte de su historia. De una historia de valores que, sin ellos, no estaría completa.

José María Sotomayor

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