6 minute read
Consideraciones finales
ha hecho para los indios, algunos de los dichos mestizos sacerdotes han ayudado muy bien y con dílígencía y trabajo se han hecho muy buenas traducciones en las lenguas del Cuzco y aymara, [. .. } (pág. 332).
De esta cita podemos sacar dos conclusiones importantes, la primera es que menciona determinadas costumbre como buenas y otras como malas por parte de los indígenas (no habla de cuales son, pero se puede entender que se trata -del plano religioso, -culto a diferentes dioses-, etc.) costumbres que según su formación cristiana y jesuita, no comparte, es más, desaprueba; la segunda es que el autor necesita de mestizos que comprendan ambos idiomas (el español y el quechua) para poder predicar el Catecismo por un lado y por el otro entender algo más la vida de los indígenas. Hay que tomar en cuenta que la dificultad de comunicación que se daba entre el cronista y los indígenas hacía más difícil entender el por qué, por ejemplo, el azogue no fue usado por los indígenas para la obtención de la plata cuando éstos sí lo conocían, dándole a la palabra azogue otros significados. Parece que Acosta no reparó en entender la ideología andina sino, quizás, se limitó a explicar ciertas costumbres en base a lo que él vivió y conoció en Occidente.
Acosta en su ya nombrada descripción del Cerro Potosí y sus alrededores, menciona lo inhóspito del lugar y cómo éste es poblado gracias al descubrimiento de los yacimientos de plata; al respecto relata:
El Cerro tan nombrado de Potosí está en la provincia de los Charcas, en el reíno del Pírú,· .. .. Hácele frío, estar tan levantado y empinado, y ser todo bañado de vientos muy fríos y destemplados, especialmente el que allí llaman Tomahauí, que es impetuoso y frigidísimo, y reína por mayo, junio, julio y agosto. Su habitación es seca, fría y muy desabrida y del todo estéril, que no se da ni produce fruto, ni grano ni yerba, y así naturalmente es inhabitable por el mal temple del cíe/o y por la gran esterilidad de la tierra. Mas la fuerza de la plata, ... ha poblado aquel cerro de la mayor población que hay en todos aquellos reinos, y la ha hecho tan abundante de todas comidas y regalos, que ninguna cosa se puede desear que no se halle allí en abundancia, ... (pág. 149).
Piezas metálicas Sicán procedentes de un saqueo en una tumba del área de Poma, Batán Grande, Lambayeque. De estas palabras interesaría comentar el esfuerzo tan grande que hacen los españoles para obtener el preciado metal. Se debe tomar en cuenta que el cronista si bien menciona la abundancia de comida y objetos suntuarios que se encuentran en este poblado tan extenso, no menciona la escasez y pobreza en que se encuentran los indígenas, a diferencia de Garcilaso que comenta:
Y con ser la tierra tan rica y abundante de oro y plata y piedras preciosas, como todo el mundo sabe, los naturales della son la gente más pobre y mísera que hay en el universo. (Cap. XXIV, Libro Octavo, pág. 368).
Al indígena no le interesaban estos metales, sino para ofrecerlos a sus jerarcas y dioses. Su labor principal era con la tierra, por eso es que las diferentes culturas buscaron lugares aptos para la agricultura, elemento fundamental para la subsistencia de una población, acompañado también de la pesca y el intercambio con otras comunidades para la obtención de recursos que en sus tierras no se hallaban. La cita de Garcilaso se podría interpretar como que, la población indígena en esa época está totalmente abocada a la minería por mandato de los españoles sin poder ocuparse de sus otros intereses. A diferencia de los españoles, los naturales, como los denomina Garcilaso, no hubiesen ocupado una zona tan áspera e inhóspita para vivir por el hecho de ser rica en metales.
Garcilaso de la Vega, sin ser especialista en metales, tiene una visión diferente, quizás por su condición de mestizo. Si bien pasó sus años de niñez y juventud en el Perú, luego fue a España donde estudió y se formó manteniendo contactos con su tierra. Sus vivencias en el Perú combinadas con las historias a él narradas por sus parientes y amigos indígenas, hicieron que Garcilaso entendiese mejor las diversas costumbres que en esta tierra se tenían. Su madre le enseñó a hablar el quechua y le relató diversas leyendas sobre el Imperio Incaico y de su padre, aprende a leer y a escribir. Este aprendizaje sumado a las cartas que recibía desde el Perú -por estos amigos y parientes- con respecto a las costumbres de esta tierra, al que se suman los contactos con varios jesuitas que el cronista tuvo, se reflejan en su forma de narrar Los Comentarios Reales. Se podría decir que este libro también refleja el mestizaje cultural que el autor tenía y se hace evidente a través de las interpretaciones que hace. Por ejemplo en el Capítulo VI del Libro Sétimo respecto de la preparación de alimentos menciona: " .. . Preparados todos en general, hombres y mujeres, hasta los niños, con un día del ayuno riguroso, amassavan la noche siguiente el pan llamado zancu; cozíando hecho pelotas en ollas, en seco, porque no supieron qué cosa era hazer hornos,· dexávanlo a medio cozer, hecho massa ". (pág. 282). Como se sabe, desde tiempos preincaicos había un conocimiento del horno en su definición como cavidad con calor controlado, el cual fue utilizado para la cocción de los ceramios y la fundición de los metales.
Garcilaso tiene un mayor interés en evidenciar los conocimientos que los indígenas tenían respecto a la metalurgia y orfebrería del oro y la plata. Comenta en su libro la forma como los indígenas benefician la plata con el plomo para que ésta
Máscara Sicán con lentejuelas de oro como representación de "colmillos", Museo de Oro del Perú, Lima.
"corriera" y fuera más fácil su obtención. El autor, en el Libro Segundo, Capítulo XXVIII, realiza una descripción importante en cuanto a las dificultades que el metalurgista y luego el orfebre tenían para la elaboración de las distintas piezas de metal:
Y comenzando de los plateros, dezímos que, con haver tanto número dellos y con trabajar perpetuamente en su oficio, no supieron hazer yunque de hierro ní de otro metal: devíó de ser porque no supieron sacar el hierro, aunque tuvieron minas dé/,· en el lenguaje llaman al hierro qui/lay Servíanse para yunque de unas piedras duríssímas, de color entre verde y amarillo; aplanavan y alísavan unas con otras,· tenían/as en gran estima porque eran muy raras. No supieron hazer martillos con cabo de palo; labravan con unos instrumentos que hazen . de cobre y latón, mezclado uno con otro; son de forma de dado, las esquinas muertas,· unos son grandes, cuanto pueden abarcar con la mano para los golpes mayores; otros hay medianos y otros chicos y otros perlongados, para martillar en cóncavo; traen aquellos sus martillos en la mano para golpear con ellos como sí fueran guijarros. No supieron hazer limas ní burí/es,· no alcanzaron a hazer fuelles para fundir; fundí-an a poder de soplos con unos cañutos de cobre, largos de medía braza más o menos, como era la fundición grande o chica; los cañutos cerravan por el un cabo; dexávanle un agujero pequeño, por do el aíre saliesse más recogido y más rezío; juntávanse ocho, diez y doze, como eran menester para la fundición . Andavan al derredor del fuego soplando con los cañutos, y hoy se están en lo mismo, que no han querido mudar costumbre. Tampoco supieron hazer tenazas para sacar el metal del fuego,· sacávanlo con unas varas de palo o de cobre,