2 minute read
El hilado
de diminutas plumas de colores de los que un iris hecho con ámbar traslúcido reflejara con la acción de la luz un color rojizo, el cual sujetara unas varillas alargadas llenas de cuentas de esmeraldas, que de la nariz saliera una nariguera cuadrada de plata en forma de "U" cubierta de plumas diminutas, de la cual pendieran adornos metálicos de oro, dos "antenas" o alambres alargados que rígidamente salen de las fosas nasales terminando en colgantes de oro (ilus. pág. 212). Para completar la visión dramática de la máscara, la zona de la oreja se cubría con plumas diminutas de color y dos orejeras compuestas de complicados diseños de orfebrería. Es así como nuestra visión de la máscara cambiaría rotundamente, si nos enfrentamos a cómo fue en el momento preciso de ser enterrada. Cuántas veces se leen en los textos descripciones sobre máscaras Sicán, en las que se llega a hacer toda una conjetura simbólica porque tienen "dientes felinos", y en realidad están ahí por el antojo de un "conservador". Este deseo de ver el metal como un material resplandeciente y libre de huellas del pasado -plumas, pintura, adornos de piedras preciosas, etc.se cumple tanto en los cronistas como en los conservadores y coleccionistas actuales. Para una mentalidad europea, sea del siglo que fuere, es muy difícil entender que el metal en las antiguas culturas andinas, en vez de poseer un valor económico, cumplía una función religiosa y simbólica.
Con la llegada de los europeos y subsiguiente desmoronamiento de todo un sistema político, social, religioso y económico impuesto durante el incanato, se cierra uno de los capítulos más interesantes en la comprensión del pensamiento andino: el trabajo del metal y su uso como medio de expresión cultural. Por los descubrimientos en el cerro Potosí, hoy en Bolivia, sabemos que continuaron trabajando el metal, y en especial, la plata; pero una vez que dejaron de gobernar políticamente, los indígenas se vieron privados de expresar en este material, que había sido un medio tan importante para ellos, todo el espíritu y religiosidad de sus creencias ancestrales. Este trabajo, intenta dar una visión de los minerales, del metal y sus usos en la época precolombina desde otra perspectiva, intentando comprender lo descrito por varios cronistas y lo que en realidad pudo significar para el indígena, lo que fue el metal y lo que en realidad vemos de él y quizás, de esta manera, nos quede el poder hacer alguna reflexión, para el futuro, de cómo deben de tratarse los bienes materiales que nos dejaron otras culturas. Es decir, poner más atención al trasfondo espiritual que pudieron transmitir, para otros pueblos, muchos de sus objetos que en realidad no son otra cosa que patrimonio histórico de la humanidad.