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Los toca pus
posible ente~der sólo gracias al uso de complicados equipos de análisis. ((arcedo, 1998).
Más tarde, en los últimos años de la cultura Moche y durante todo el Horizonte Medio (650-1100 d.C.) se empezó a alear el cobre con arsénico, siendo una aleación muy usada en la costa norte del Perú y en la zona del altiplano. La obtención del mineral de arsénico necesario para la aleación pudo procede1· de la sierra aunque en los estudios del doctor Shimada (1994) y su equipo se encontraron minas de arsenopirita (sulfuro de arsénico) cerca de los centros de fundición excavados, también en la costa norte peruana. La cantidad de objetos de metal elaborados con esta aleación realmente sorprendería si pudiéramos cuantificarla como se ha hecho con el oro y la plata. Los grandes saqueos que durante todo este siglo y en especial entre los años 50 y finales de los 60 se llevaron a cabo en la zona de Batán
Grande, costa norte peruana, en las tumbas del período Sicán Medio (950-1100 d.C.) nos hablan de toneladas de objetos como 11 herramientas" y 11 naipes" hechos de cobre-bronce arsenical, de los cuales muchos fueron fundidos o tirados por los huaqueros durante los saqueos por no encontrarles 11 valor comercial". En las excavaciones arqueológicas efectuadas en la misma área por el doctor.Shimada y su equipo, a las que ya nos hemos referido, se encontraron grandes cantidades de objetos ejecutados con esta aleación. Análisis posteriores practicados por una de las autoras (Vetter, 1993; Vetter, Carcedo, Cutipa y Montoya, 1997; Vetter, 1996/97) (ilus. pág. 199) demostraron que muchos de ellos, en especial los conocidos como 11 puntas de lanza" nunca fueron usados y posiblemente los depositaron en las tumbas como ofrendas. La cantidad tan enorme de ellos y su posición en la tumba de un importante personaje de la élite de Sicán indica que su valor fue mucho más importante del que hasta ahora se ha querido dar.
Grandes cantidades de objetos hechos con esta aleación se encuentran amontonados en los depósitos de museos y colecciones privadas. La mayoría, son herramientas para la labranza, agujas para coser o adornos personales. Muy pocos de ellos han merecido un estudio analítico y estamos seguros de que muchos de los que están descritos como herramientas o agujas nunca fueron usados como tales. Es ridículo pensar que porque un objeto tenga forma de aguja o de azada hubiera sido fabricado realmente para ese uso. Sabemos por las crónicas y los hallazgos arqueológicos que las agujas de coser se hacían de la espina de los cactus que son duras, pero lo suficientemente livianas para pod_ er coser, ¿podemos imaginar a los artesanos cosiendo los finos textiles Paracas con las duras agujas de cobre? o ¿los pescadores cosiendo sus redes con agujas metálicas sabiendo lo que costaba obtener el metal en la costa?. Hay muchos materiales que pueden reemplazar al metal para estos menesteres y su resultado final es mucho mejor, que con el metal.
Con los últimos datos de excavaciones arqueológicas podemos decir que el metal y su acumulación fue muy importante en las culturas andinas, aunque aún no podemos especificar hasta qué grado y en qué forma. Esto queda demostrado en las excavaciones efectuadas en diferentes lugares arqueológicos, tanto de la costa como de la sierra peruana , Kuntur Wasi, los sitios Moche de Sipán y San José de Moro y las ricas tumbas Sicán en Batán Grande, así como los innumerables saqueos efectuados durante este siglo en la costa norte del Perú son testigos mudos de esta acumulación. Estudios realizados por una de las autoras antes del descubrimien1o de las tumbas reales de Sipán y de Sicán, sobre los objetos metálicos de tumbas saqueadas Sicán durante este siglo, (Carcedo y Shimada, 1985), determinaron que los grandes "tapados" no sólo contenían gran cantidad de objetos metálicos, sino que reunían entre sí un simbolismo donde todos los objetos formaban parte de una unidad ideológica-religiosa.
Es lamentable que no halla llegado hasta nuestros días mayor cantidad de entierros intactos de la población incaica para tener un conocimiento arqueológico más preciso. Por lo tanto, vemos cómo el metal sí tuvo un importante sitial en los
Aguja de plata con aplicación de aríbalo en miniatura del mismo material. Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú, Lima.
Atado de puntas de cobre arsenical. Tumba 1, Huaca Loro, Batán Grande, Lambayeque. enterramientos precolombinos y que a su vez diferencia clases sociales, pero habría que estudiar con más detenimiento el valor comparativo que entre los antiguos peruanos tendrían los objetos creados con materiales diferentes. ¿ Cuánto de valor tendría un kilo de oro contra un collar de chaquiras de Spondylus prínceps o un hacha de cobre en relación con un cuarzo cristalino o un textil? ¿Sería igual la proporción para todos los pueblos? posiblemente no. La importancia que muchos pueblos daban al cobre se refleja en estas palabras de Cieza de León cuando comentaba lo que vio por tierras de la costa de Puerto Viejo y Guayaquil; "A mí me ha acaescido, vender a Indio vna hacha pequeña de cobre, y darme él por ella tanto oro fino como la hacha pesaua: y los pesos tampoco yuan muy por el fiel." (Cap. XLVI, Primera parte, pág. 154).
El Horizonte Medio se caracterizó por la aparición de nuevos tipos de minerales y, por lo tanto, de aleaciones; la más importante fue la del cobre con estaño, es decir, el cobre-bronce estañífero, normalmente usada para objetos utilitarios, ya sea en aleación binaria (cobre-estaño) o ternaria (cobre-estaño-bismuto). Para el Intermedio Tardío y la primera etapa del Horizonte Tardío (1100-1450), vemos en la utilización de los metales dos cosas: primero, una gran profusión de objetos hechos en cobre y plata o aleación de ambos, tanto en la costa norte, en la cultura Chimú (Carcedo, 1998), como más al sur, en las culturas coetáneas de la costra central, las sentadas en los valles de Chincha e lea y valle del Mantaro durante los períodos Wanka 11-111; y segundo, la imposición del Imperio Inca de la aleación cobreestaño, en especial para objetos utilitarios, ya sea en aleación binaria o ternaria. ·
Con la llegada del expansionismo Inca (1440-1535), una enorme área geográfica fue sometida a un rígido control económico, político y cultural. Se cambió en muchos lugares la fabricación de objetos de aleación binaria de cobre-bronce arsenical a cobre-bronce estañífero, aunque algunos pueblos intentaron seguir trabajando ciertos objetos típicos culturáles en los que eran asiduos, dejando los que eran de estilo Inca en bronce estañífero. Las propiedades de ambas aleaciones en cuanto a la fundición y mecánica son muy parecidas, sin embargo, no lo son en cuanto al color. El bronce arsenical con bajo contenido de arsénico da a la pieza un color rojizo, pero con alto contenido le da a la superficie un color plateado. El bronce estañífero bien pulido y limpio, puede dar a la pieza
un color dorado. Con ambas aleaciones se puede jugar con el color si es lo que busca el orfebre; así que no está muy claro el por qué los incas impusieron el bronce estañífero como aleación. Heather Lechtman, estudiosa de estos temas, sugiere que influyeron motivos políticos y económicos y que fue una distribución controlada por el estado Inca (Lechtman, 1997). La mayoría de los objetos metálicos y las materias primas para fabricarlos, estuvieron distribuidos por las numerosas ramificaciones de los caminos incas, de ahí que encontremos objetos de bronce estañífero en áreas tan distantes como Ecuador por el norte, hasta Chile y Argentina por el sur.
Pero hay que tener presente que los principales yacimientos de casiterita (mineral de estaño) están en el altiplano boliviano, no encontrándose en la costa norte del Perú, por lo que los incas ejercían el control absoluto en el reparto del metal. La mayoría de los objetos en los cuales se usaba la aleación de bronce estañífero fueron armas y herramientas elaboradas con la técnica del vaciado, dejando el uso del oro, plata_y sus aleaciones para la fabricación de objetos suntuarios utilizados o enterrados con la élite. En estos últimos se usaba la técnica del laminado, repujado, cincelado y calado y muy poco el vaciado. Aún así, se han encontrado figuritas votivas de hombres, mujeres y llamas, hechas en oro y plata vaciadas. Las primeras, normalmente vestidas con complejos conjuntos de textiles y tocados de plumas (ilus. pág. 203).
El beneficio de la casiterita conlleva un proceso metalúrgico tan sencillo, que no debió de presentar ninguna dificultad entre los indígenas. La casiterita es un mineral cuyas menas se encuentran en una gran área entre Puno y Cajamarca, quizás por encontrarse en esta zona fue muy explotado durante el incanato hasta llegar a ser la aleación oficial del Imperio, imponiéndose en muchos lugares como en la costa norte, lo que originó poco a poco la desaparición del uso del cobre-bronce arsenical entre los orfebres costeños.
Esta aleación del bronce estañífero era mayormente utilizada para la fabricación de objetos como herramientas-cinceles, punzones, macanas, boleadoras y armas en general, siendo menos numerosos los ejemplos que tenemos de figurillas u objetos suntuarios. Quizás, lo que más llame la atención es que durante el incanato sí encontramos armas hechas en metal, cosa que es difícil de ver en otras culturas anteriores. En cuanto al simbolismo del metal durante el incanato, siempre se dice que el oro o color oro representaba al sol y la plata o color plata a la luna. Quizás, como se mencionó anteriormente, la simbología vaya más allá de esta simple conjetura. Futuros estudios posiblemente lo aclaren.
Con la llegada de los españoles todo cambió; la extracción de los metales era obligada para todos los indígenas y la vida se centró en ese aspecto. El cobre, utilizado en la manufactura de objetos ornamentales y utilitarios, se deja de extraer, quizás también por las razones dadas anteriormente, extrayéndose ahora sólo plata, oro y más tarde azogue. Acosta describe la cantidad de estos materiales transportados a España, aclarando que sólo describía los que eran registrados, ya que había una buena parte que no se registraba.
Los cronistas no prestaron atención a los objetos de cobre. Vieron el cobre como un metal usado más para instrumentos que para un uso suntuario como bien lo describe Garcilaso de la Vega; "Del cobre, que ellos llaman anta, se servían en lugar de hierro, del cual hacían los hierros para las armas, los cuchillos para cortar y los pocos instrumentos que tenían para la carpintería, los alfileres grandes que las mujeres tenían para prender sus ropas, los espejos en que se miravan, las azadillas con que escardavan sus sementeras y los martillos para los plateros; por lo cual estimavan mucho este metal, porque para todos era de más provecho que no la plata ni el oro, ... " (Libro V, Cap. XIV, pág. 186).
Lo expresado por Garcilaso difiere de Cieza, el cual habla más del uso de la piedra como material usado en hacer instrumentos " .... También hazen bultos y otras cosas mayores. Y en muchas partes se han visto que los han hecho y hazen sin tener otras herramientas mas que piedras, y sus grandes ingenios." (Cap. CXIV, Primera parte, pág. 300).
Esta visión europea de ver el cobre como un metal principalmente de uso diario o para objetos "menores", como son las herramientas, es lo que ha originado que por siglos los objetos elaborados con este metal no hayan tenido el sitial tan importante que debieron ocupar en la época precolombina. El error de los cronistas es no hacer la gran distinción que hay cuando describen los objetos de cobre y los de bronce. Las culturas precolombinas utilizaron el cobre fundamentalmente para fabricar objetos de culto o "especiales" como adornos personales o rituales, y el bronce, fundamentalmente, para fabricar herramientas. En los primeros, el cobre cumple con una función simbólica y de belleza y por lo tanto, su trabajo es totalmente diferente al de una herramienta, en donde lo que se busca es la dureza del instrumento. En los primeros siglos y antes de la utilización intencional del bronce (a partir del 600 d.C.), se hicieron con cobre objetos pequeños y de adorno personal, muchos de ellos dorados o plateados (por deposición o difusión) a partir de la técnica del martillado, es decir, en láminas. Cuando se descubre el bronce y la dureza de esta aleación los indígenas empiezan a utilizarla para sus herramientas, esto es lo que vieron los cronistas durante el incanato. A esto hay que añadir, como explicamos líneas arriba, que muchos objetos descritos "de oro" o "de plata" no eran más que piezas de cobre doradas o plateadas cuyo componente mayor era el cobre, pero el "aspecto" exterior y el impacto que producía la pieza era en muchos casos lo que importaba en la mentalidad andina, más que su valor "económico" como metal.
Es usual encontrar descripciones de los cronistas de importantes palacios o casas reales y templos como el Coricancha eh Cuzco, cuyos suelos y paredes estaban cubiertos con grandes planchas de "oro" y" plata", descripciones anotadas cuando en realidad ya habían pasado varios años de la conquista y saqueo de los mismos.· Esto nos ha llevado a pensar que podrían ser planchas de cobre doradas o plateadas, por vías tan sofisticadas, que aún sorprende la técnica empleada en ello, y su efecto visual es lo que recuerdan cuantos los vieron. Este problema también se presenta al describir literas y armas de oro o plata cuando en realidad, por
la arqueología, hemos visto que muchos de estos objetos son de madera enchapados con láminas de metal, tanto de oro como de plata o de cobre doradas. Esto no quiere decir que las cifras astronómicas en miles y millones de pesos (o castellanos) de oro, ducados, marcos o cualquiera que fuese la transacción, que dan muchos cronistas de lo sacado en botines de piezas metálicas, no fueran estas de oro o plata pura, sino que los pocos datos que podemos escudriñar en las crónicas deben de ser "analizados" y comparados con los datos que las investigaciones recientes nos están aportando.
La mayoría de los cronistas hablan de los ritos y costumbres de enterramientos de personajes importantes del incanato por oídas y por lo tanto muy general, pocos describen o tuvieron un conocimiento real de cómo era una tumba o qué tipo de objetos se enterraban y qué lugar ocupaban junto al difunto. Se sabe que los indios eran muy celosos de guardar este secreto. Así según Cieza de León comenta al referirse a la muerte de algunos incas
Ninguna sepa/tura destos reyes se a hallado; y para que se conozca si serían ricas o no, no es menester más prueva de que, pues se ha/lavan en sepa/turas comunes a sesenta mil/ pesos de oro y más y menos. (Cap. XXXVI, Segunda parte, pág. 108).
La evidencia arqueológica nos muestra, por otro lado, cómo en época precolombina las tumbas eran ya saqueadas, posiblemente cuando se invadían los pueblos, y cómo los indígenas tuvieron que ingeniárselas para proteger sus entierros de futuros saqueos construyéndolas muchas veces a gran profundidad, en lugares de difícil acceso y con pesados conglomerados que junto con la toxicidad del polvo de cinabrio impedían de alguna manera su fácil acceso, a pesar de que pudiera ser que muchas de estas destrucciones fueron por motivos más ideológicos y políticos que por la mera obtención de riquezas.
Si bien ya hemos hablado de la percepción occidental de los cronistas, a esto se suma la distorsión de la información que recibían por dificultades relacionadas a la traducción desde la lengua de origen. En el Mercurio Peruano (1968) se encuentra una cita del padre Acosta hecha por Aurelio Miro-Quesada en el artículo "El Inca Garcilaso y los Jesuitas", que a la letra dice:
[. .. } que en doce años que habrá que está en este Reino del Perú, en diversas partes de él que ha estado, ha visto y tratado diversas personas de los nacidos en este Reino de españoles e indias, y aunque en algunos ha visto algunas malas costumbres y siniestros, en otros ha hallado mucha virtud, y en especial ser muy útiles para doctrinar a los indios por saber muy bien la lengua, y que los indios les dan mucho crédito y les tiene afición, y por medio de ellos ha visto hacerse mucho fruto en confesiones y en cosas de buen ejemplo,· y entiende que es justo favorecer/es, porque tienen habilidad, algunos se aplican bien a las letras y salen con ellas; y sabe que en el Catecismo general que por mandato del Concilio Provincial, que se celebra en esta ciudad, se
Miniaturas inca de metal, con tocado de plumas y textiles. Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia del Perú, Lima.