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UN SUEÑO ANIMADO
Por Manuel Grajales
ÉXITOS TAQUILLEROS DEL CINE HOLLYWOODENSE HAN PERFILADO SUS MOMENTOS CLIMÁTICOS GRACIAS A LOS TRAZOS Y TALENTO DE DOS ANIMADORES SALVADOREÑOS.
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DINSNEY E l 4 de julio del 2003 se estrenó Buscando a Nemo, una película entrañable que marcó a varias generaciones. 19 años después, la gran propuesta cinematográfica del verano es Thor: Love and Thunder. Su común denominador: detrás de ambos éxitos cinematográficos están los trazos de animación de dos salvadoreños, quienes con su talento hacen soñar en grande a Centroamérica. Tras pasar más de dos décadas colaborando con los estudios más reconocidos en Estados Unidos y participar en películas como The Croods, Scooby-Doo o El Cadáver de la Novia, y vivir la transición de 2D a 3D, Simón Varela, hace unos años, decidió tomar como base El Salvador, para desde ahí impulsar la animación digital en Latinoamérica e involucrarse, recientemente, en proyectos de Colombia y México. Por su parte, en 2016, Lázaro Hernández se lanzó a la aventura. Él quería descubrir si era capaz de ser parte de la industria cinematográfica estadounidense. Desde entonces ha participado en proyectos como Aquaman, X-Men, Black Widow y la nueva cinta del “Dios del Trueno”, en donde estuvo a cargo de distintas secuencias y que ha sido su proyecto más largo al momento, lo cual lo emociona mucho. Más allá de ser originarios del mismo país, los dos creativos comparten no sólo su amor por la animación digital, sino la visión de contribuir a fortalecer este sector en el istmo. En distintos momentos, Forbes Life se encuentra con ellos para conocer más en torno a esos mundos imaginarios que crearon en su mente, así como obtener su visión sobre el potencial creativo de la zona.
ENAMORAR AL TALENTO
Es Simón quien no repara al asegurar que la animación en El Salvador está empezando; y estima que tal vez lleve 10 años en marcha. Así lo explica: “Costa Rica va quizá unos cinco años adelante. Los que están adelantados son Argentina y Colombia, pero yo creo que ahorita México es el más fuerte de la región.”
SIMÓN VARELA
ANIMADOR DIGITAL
Desde su visión, la mejor forma de fortalecer la animación digital en Centroamérica es a partir de la educación. Y, sobre todo, conseguir que los más talentosos encuentren propuestas suficientemente atractivas para quedarse en sus naciones originarias. Cuando adquieren ya cierto nivel, estos animadores comienzan a ver hacia afuera, afirma. “Es lo que uno quiere: que se vayan, tengan experiencia y aprendan lo más posible. Pero tarde o temprano regresen a ayudar en el país”. En sintonía, Lázaro asegura que el impulso más sólido debería venir de las escuelas de cine, pues eso permite desarrollar más rápido el talento. “La rama de la animación en 2D y 3D necesita un nivel técnico y ahí es cuando la educación permite tener una curva de aprendizaje acelerado”, afirma contundente. Sin embargo, al ser esta una región pequeña en extensión geográfica y con poca población, no es de extrañar que quienes comienzan a sobresalir por sus habilidades busquen la manera de ser parte de la industria cinematográfica estadounidense. Varela reconoce que esto es perfectamente comprensible. La seducción de trabajar para estudios como Pixar o DreamWorks es difícil de resistir. “Y está bien, es parte del crecimiento artístico de uno. Son metas que te propones y las logras. La cuestión es cómo retenerlos”. Desde la visión de alguien que decidió emprender este camino, Lázaro Hernández reflexiona sobre el momento en el cual se planteó seguir en Costa Rica y empujar ahí esta ola de animadores para, quizá, producir una película en 10 o 15 años. La otra alternativa era ir a Estados Unidos, lograr entrar en la industria y después traer este conocimiento a Centroamérica.
HISTORIAS UNIVERSALES
Pero el mayor reto está en encontrar la fórmula que permita construir proyectos interesantes con presupuestos mucho menores a los involucrados en las producciones de Estados Unidos.
Por ejemplo, explica Lázaro, se podrían explorar nuevas propuestas de la animación para encontrar ahí un nicho atractivo, con un estilo en el cual se puedan desarrollar propuestas de muy buena calidad, sin imitar el estilo Pixar. “Pero nuestro objetivo no puede ser El Salvador o Centroamérica, porque es demasiado pequeño (…) Debemos aprender de Estados Unidos
el hecho de hacer historias generales, que le hablen a todo el mundo”, señala. Por su parte, Simón Varela asegura que la pandemia sanitaria abrió nuevas oportunidades, pues muchos estudios se dieron cuenta de que no es necesario tener a la gente en forma presencial. Eso abriría la posibilidad para que el talento de la región pudiera participar en proyectos de otro país, pues el desarrollo de tecnología llegó a un punto en donde es tan caro tener acceso a ella y facilita mucho la renderización y el trabajo en computadora. Eso ya lo ha aprovechado Costa Rica al generar sus propias animaciones e, incluso, maquilar a estudios en producciones más grandes. La región también podría insertarse en proyectos colaborativos a nivel Latinoamérica, en donde sí fuese posible tener a 100 diseñadores involucrados en una misma película o una serie animada.
Mientras eso sucede, Lázaro Hernández continúa fortaleciendo ideas creativas en donde Centroamérica está presente. Por ahora —dice— puede impartir pequeños talleres, dar alguna clase, así como participar en conferencias para hablar de su experiencia.
Y quizá en algún momento la tierra y el corazón lo lleven de regreso a El Salvador para fundar una escuela de animación, como es su intención.
Por su parte, Simón Varela reconoce que después de más de dos décadas inserto en la industria de Estados Unidos, eso ya no lo seduce tanto: “Lo que quiero hacer es trabajar desde mi país, ayudar a Centro y Sudamérica a salir adelante y fortalecer la animación en Latinoamérica”, expresa.
LÁZARO HERNÁNDEZ
ANIMADOR DIGITAL