EDITORIAL Una institución que promueve el desarrollo del país Desde tres décadas a esta parte, el desarrollo urbanístico de Guatemala ha protagonizado un fenómeno de características espectaculares, al cual —a nivel interno—, se le podría calificar como un verdadero Boom de la Construcción. En la práctica, este impresionante desarrollo edilicio aportó cambios dramáticos a los muy variados paisajes del país. Describir en pocas líneas un desarrollo tan extendido como complejo resultaría tarea difícil, pero baste en principio con un par de ejemplos que están a la vista de todos. El primero, la espectacular profusión de centros y plazas comerciales de muy diversa índole y diferentes tamaños, que abarca hoy día todo el ámbito geográfico de Guatemala y ha contribuido poderosamente, en su mayor parte… Tan sólo en la Ciudad de Guatemala y municipios aledaños —el hoy llamado Distrito Metropolitano—, se pueden contabilizar decenas de centros y plazas comerciales, un buen porcentaje de los cuales ostenta calidad de nivel internacional. El segundo ejemplo está vinculado con el novedoso concepto de las ofibodegas — casi desconocidas tres décadas atrás—, que en la actualidad está muy extendido y exhibe exponentes de altísimo nivel, como aquellas que se agrupan en los centros empresariales Cortijo I, II y III, ubicados sobre la Calzada Atanasio Tzul.
Paralelo con el crecimiento de la población y la expansión de la economía, el Boom inmobiliario de los últimos seis lustros cambió para siempre el panorama de Guatemala y también el estilo de vida de sus habitantes. Pero se debe señalar que para que se llegara a ello, tamaña expansión edilicia requirió de los servicios profesionales de una actividad que si bien ya existía tres y aún cuatro décadas atrás, no estaba suficientemente consolidada, pues carecía de unidad, de un cuerpo de normas que la reglamentaran y de una organización cimera que diese respaldo a los profesionales del ramo. La referencia es a los corredores de Bienes Raíces, quienes fueron muy destacados protagonistas e impulsores del Boom que hemos señalado y que lo lograron, en buena medida, gracias a los esfuerzos de un grupo de visionarios que tres décadas atrás conjuntó esfuerzos para dar vida a la Cámara de Corredores de Bienes Raíces de Guatemala.
Desde aquellos comienzos, hoy lejanos, la Cámara de Bienes Raíces de Guatemala ha sido objeto de un crecimiento incesante. Y a partir de entonces no ha cesado de ganar en protagonismo y de consolidarse como una de las organizaciones gremiales más serias del Sector Empresarial. En el curso de ese proceso, la CBR ha dado importancia fundamental a la capacitación de todos los actores del mercado inmobiliario; ha unificado criterios profesionales; ha dado vida a un importante Código de Ética; ha reunido en su seno a la mayor parte de las empresas y corredores independientes de Guatemala… Y en todo momento ha contribuído, con dedicación y seriedad, a hacer de éste un país mejor.