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Diario de un roedor
Los días en Villa Marista son una sucesión fatal de domingos por la tarde.
Los días en Villa Marista no se dividen en mañana, tarde y noche, sino, en luz encendida y luz apagada.
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Los días en Villa Marista son dormir desnudo con los brazos abiertos y no recibir ningún abrazo.
Los días en Villa Marista huelen a muchas raticas diseccionadas puestas en fila india a lo largo de toda la Autopista Nacional.
Los días en Villa Marista no son peor que un dolor de muelas porque los dolores definitivos se sienten cuando ya es demasiado tarde.
Los días en Villa Marista impiden que corra el aire, pero no los gritos.
Los días en Villa Marista son moscas inconmovibles que sólo se espantan en sueños.
Los días en Villa Marista no serían nada si uno fuera una ratica.