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Necrología de un músico
A las tres con catorce minutos de esta madrugada, falleció en una clínica de Moscú el dramaturgo ruso Serguei Mijalkov a la edad de 96 años, según ha informado la Unión de Escritores de Rusia a través de la agencia RIA Novosti.
El presidente ruso, Dmitri Medvedev, ha enviado un telegrama expresando sus más sinceras condolencias a los familiares y a todos los admiradores del poeta con las siguientes palabras:
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«Hoy toda Rusia llora»
Nacido en Moscú el 13 de marzo de 1913, Mijalkov se embarcó en el mundo de las letras a finales de la década de 1920. A lo largo de su carrera escribió numerosas fábulas, encabezó numerosas asociaciones sindicales y recibió numerosas condecoraciones estatales. En 1935 publicó El Tío Stiopa, uno de los poemas más famosos que se escribieron en ruso para los niños. Stiopa, el más conocido de todos sus personajes, es un miliciano grande, alto y bueno que salvó a un niño que se cayó a un río.
Pero Mijalkov pasará a la historia también por haber sido el autor de la letra de los himnos soviético y ruso. En 1944 gana un concurso para escribir el nuevo himno del país, por su trabajo, donde se alaba al líder comunista, fue galardonado con la Orden de Stalin. Desde 1953, año de la muerte de Stalin y de la condena a su culto a la personalidad, hasta 1977, el himno se interpretaba sin letra. Ese año se encarga a Mijalkov la nueva versión del himno, pero esta vez omite cualquier referencia al líder
desaparecido. Por el contrario, el nuevo himno elogia la figura de Lenin, antecesor de Stalin y fundador del estado soviético. En el año 2000 se decide recuperar el himno que se perdió tras la desintegración de la URSS en 1991 y se le encarga otra vez a Mijalkov.
Por su larga vida y por su cercanía al poder, leyendo su biografía se puede aprender la historia de este país. Nació en la época zarista, descendiente de la nobleza, entre sus antepasados y en la familia que formó con Natalia Konchalovskaya, hay pintores, escritores y representantes del séptimo arte. Actualmente los más conocidos son sus dos hijos, el cineasta Andrei Konchalovski y el oscarizado actor y director Nikita Mijalkov.
Serguei Mijalkov fue durante décadas como el tío bueno de todos los niños soviéticos, primero, y rusos después. Su enorme figura aparecía en la televisión cuando leía sus fábulas a un grupo de niños que, sentados en corro, miraban sorprendidos a ese Dyadya (tío, en ruso) que sujetaba con unas manos grandotas el cuento que les estaba leyendo.
En un reciente homenaje explicó cómo se las había arreglado para no caer en desgracia frente a tantos gobernantes y durante tanto tiempo:
«Todos ellos tenían niños».
Photo © Libia Pérez, 2014
Más que prosas o relatos, 9550: Una posible interpretación del azul, mueve afectos, intensidades relacionadas a la infancia, de ahí el juego con Stiopa, aquel Hombre Nuevo soviético ideado por Serguei Mijalkov que se proyectaba en la isla en forma de dibujos animados, y con la historia de una familia que nunca llegará a ocupar el centro de nada. Es decir, ni de la novela, ni de sus propias vidas, tal y como funciona ahora mismo (y desde las primeras migraciones políticas pos-59) el concepto familia en Cuba. Concepto que se ha ido deslavazando hasta convertirse en una mancha en el rostro de todos los nacidos en el país. Una mancha policial, histérica, obtusa, afectiva. La misma que Abel Arcos despliega en esta novela hasta transformarla, más que en asunto ideológico, en «coso» autobiográfico y privado. La autobiografía de ese largo Stiopa en que intentaron convertir, convertirnos, a todos.
Carlos A. Aguilera