2 minute read

Irina

Micha, que es muy intuitivo, me contó que Irina en ruso significa paz, aunque más que intuición lo suyo es experiencia: todos sus amigos tarde o temprano acaban enamorándose de su madre. El asunto no le molestaría si no fuera porque tarde o temprano los amigos comienzan a sentir miedo de Irina y entonces se alejan.

«¿Y tú cabezón, tienes miedo de Irina?»

Advertisement

Qué va, Micha, yo estoy enamorado de Irina, así sin miedo.

«¿Y ahora que sabes que su nombre significa paz?»

Lo juro.

Porque todo el mundo sale corriendo cuando se entera qué significa Irina, parecen adivinar que una rubia de ese tamaño y que no para de fumar debe ser, por naturaleza, exactamente lo contrario a la paz.

Micha, ¿y por qué Irina no se busca un marido ruso?

«Buena pregunta cabezón, pero no tiene solución. Una vez leí una carta que escribió Irina para tío Igor donde decía que los hombres rusos son una porquería, lo que viene a salvar esa raza apestosa que no es ni asiática ni europea son sus mujeres, criaturas superiores, náufragas capaces de sobrevivir hasta en una isla en la que adonde quiera que uno mire se acaba. Ese exceso de mar termina por enloquecer al macho ruso, tan habituado a perder la vista en tierras infinitas». ¿Y qué le respondió tu tío?

«El tío Igor nunca responde a las cartas, lo suyo es confundirse con los abedules allá en la Siberia».

Pobre Irina.

Cuando escribe esas cartas a la nieve, a ninguna parte, Irina cae en huecos de verdad oscuros, sometida por una nube de cuervos que impiden conciliar el sueño. Micha y yo, que aún sabemos bien poco de animales peligrosos, hacemos lo posible porque le afecten menos los graznidos nocturnos. Para ello nos situamos en el extremo opuesto de su cama y le masajeamos los pies mientras ella fuma y aguarda por ese desmayo que la paralice de una vez y hasta mañana.

Su pose de sueño es mejor que su pose despierta, es una lástima que no pueda fumar dormida.

Murmura cosas en ruso aunque dice Micha que no son palabras, sino un siseo de placer o nostalgia no sé de cuál paisaje siberiano. Cuando está a punto de despertar, pasa entonces a murmurar en español; junto al sueño, supongo, se alejan también la nieve y los bosques profundos.

Primura: palabra preferida de Irina; sabe quién a qué se refiere al pronunciarla justo antes de abrir los ojos.

Prrimurra y nos sonríe al encontrarnos al alcance de su mano, acurrucados uno a cada lado como cachorros hambrientos: a lo mejor precisamente nosotros éramos sus primores, a esa hora cualquier cosa era posible.

Entonces prende un cigarro, sí, el resto es humo.

This article is from: