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ATLAS

¿Rosado? ¿Malva? ¿Rojo sucio? Madreselva, el mapa de la URSS en los atlas escolares era Madreselva, que viene siendo un tono o un desteñimiento, nunca un color.

A los mapas yo los interrogaba con cuidado, excavaba en ellos, y al seguir con el dedo sus líneas fronterizas se me confundían con los grandes ríos. No buscaba países justos ni las dos o tres ciudades que más lucecitas amontonan de noche, yo sombreaba formas que recordaban a un animal, un objeto o por ejemplo, una pestaña. ¿A quién se le ocurrió que Cuba parece un caimán? Cuba es una pestaña. La U.R.S.S tenía forma de charco de agua que se va expandiendo y U.S.A parece una nave espacial cuya cabina es la Florida, o mejor, es una nube con forma de nave espacial cuya cabina parece ser la Florida. Cuando en clases preguntaban ¿qué es un atlas? se contestaba a coro: «un libro compuesto por un conjunto de mapas». Sin embargo yo hubiera preferido responder que era un álbum de radiografías, para mí cada mapa siempre fue un rompecabezas. Como quien suelta algo que pudiera volar, una tarde lo dejé caer por una ventana de la escuela y cayó abierto en el mapa político dos pisos más abajo. A esa altura Cuba no se podía ver y la URSS era una manchita rosa en el pasto. Quise creer que así se contempla el mundo desde el cosmos, y aún lo creo; Valentina Tereshkova sólo veía pasto rodeado de azul. Efectuó cuarenta y ocho órbitas alrededor de la Tierra disfrazada de partícula antes de venir a posarse idéntica a una mosca setenta y dos horas después. En sus notas apuntó

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que allá donde nada es, se vio sacudida por incomprensibles pensamientos ligados a la casa de su infancia al margen de un bosque de abedules, y precisó: «se trata del Abedul Pubescente, cuyas hojas, caedizas y pelosas por el envés, se resquebrajan en tiras horizontales».

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