Revista Criterio Nº 2416 Julio 2015

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Criterio

DIRECTOR José María Poirier

FUNDADA EN 1928 - AÑO LXXXVII - Nº 2416 JULIO 2015

VICEDIRECTORES Gustavo Irrazábal y Diego Botana SECRETARIA DE REDACCIÓN Romina Ryan CONSEJO DE REDACCIÓN Enrique Aguilar, Pedro Antonini, María Bestani, Vicente Espeche Gil, Jorge E. Fernández, Alejandro Frere, Elena Kiyamu, Eduardo López Rivarola, Luis D. Mendiola, Ricardo Murtagh, Juan G. Navarro Floria, Ernesto A. O’Connor, Pedro von Eyken, Norberto Padilla, Arturo Prins, Ángela Sannuti, Claudia Touris y Carlos Chevallier Boutell. CONSULTORES Maria Clara Bingemer (Río de Janeiro), Antonio M. Battro, Natalio Botana, Rafael Braun, Pablo Capanna, Bruno Forte (Chieti-Vasto), Carlos M. Galli, Olegario G. de Cardedal (Salamanca), Víctor M. Fernández, Austen Ivereigh (Londres), Roberto Di Stefano, Santiago Kovadloff, Juan J. Llach, Marcelo Montserrat, Laura Moreno (Madrid) y Rafael Velasco. DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y PRODUCCIÓN GRÁFICA: Juan Cordero Impresión: Latin Gráfica S.R.L. Suscripciones para la Argentina: Precio de tapa $ 85 Anual $ 940 Semestral $ 470 Débito mensual por tarjeta: $ 80 Suscripciones anuales para exterior: Países limítrofes U$S 180 Resto de América y del mundo U$S 260 Cheques y Giros extendidos a la orden de Fundación Criterio. Está prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición de CRITERIO amparada por la ley 11.723. Registro de Propiedad Intelectual Nº 672.062. ISSN 0011-1473. Impreso en la Argentina. Es una publicación de Fundación Criterio. Tucumán 1438 - PB (C1050AAD) Buenos Aires Telefax: 4371-6889 / Tel.: 4371-6759 comunicacion@revistacriterio.com.ar www.revistacriterio.com.ar Horario de oficina: lunes a viernes de 10 a 16 hs. JULIO 2015

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EDITORIAL. Justicia social, ¿algo más que un slogan? IGLESIA. Al cuidado de la creación. José María Poirier IGLESIA. El Vaticano se vistió de verde. Guillermo Saldomando FISOLOFÍA. Metáforas de la resurrección. Pablo Capanna IGLESIA. La Cuba que recibirá al Papa. Gustavo Andújar (La Habana) IGLESIA. San Romero de América. Pedro Siwak LECTURAS. Jorge Bergoglio y sus circunstancias. HOMENAJE. Sergio Renán. Recuerdo y presencia del dandy porteño. Pablo De Vita ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. Corea, el milagro del Río Han. Arturo Prins SOCIEDAD. Un llamado a la virtud: Vivir el Evangelio en el país de la libertad. Jeffrey D. Sachs FILOSOFÍA. Putman: sentido del límite. José Juan García ECUMENISMO. Caminar hacia la unidad. David J. Calvo CINE. Dos estrenos. Daniel Sendrós MÚSICA. Óperas del siglo XX en Buenos Aires. Norberto Padilla LIBROS. LECTURAS. La originalidad de Piglia. José María Poirier CUENTO. Al abrigo, de Juan José Saer.

FE DE ERRATAS. En el número de abril (2413) el artículo “Depresión y fobias” de Ángela Sannutti se publicó sin la columna final. Pedimos disculpas a la autora. La versión completa puede leerse en la web: revistacriterio.com.ar

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EDITORIAL

Justicia social, ¿algo más que un slogan? La expresión “justicia social”, introducida en el magisterio de la Iglesia católica por Pío XI en 1931 –si bien el término ya existía–, tuvo un éxito tal que hoy en día integra el patrimonio no sólo de la enseñanza social católica, sino incluso de la mayoría de las corrientes políticas en los países democráticos. Acontecimientos como la crisis financiera internacional de 2008 y la prédica social del papa Francisco han dado aún más visibilidad a este sugestivo fenómeno. Sin embargo, con frecuencia semejante entusiasmo no va acompañado de un interés proporcional en esclarecer su significado. Sin duda, su poder evocador tiene en la raíz una intuición profunda, que constituye un verdadero “signo de los tiempos”: la pobreza, que condena a una vida indigna a tantos hermanos nuestros en el mundo y en nuestro país, ya no puede ser vista como una fatalidad inexorable que impone resignación, sino como un desafío de carácter ético, pues la superación de este flagelo es hoy más que nunca posible y, por lo tanto, constituye un deber insoslayable. Pero más allá de esta convicción compartida se entra en el terreno de lo discutible. Hoy prevalece claramente entre los obispos, sacerdotes y laicos la tendencia a identificar el ideal de la justicia social con una visión política de centro-izquierda, de inspiración social-democrática, partidaria del Estado del Bienestar, de una amplia intervención del EsJULIO 2015

tado en la vida económica, y de una multiplicación incesante de los “derechos sociales”. El Estado sería, para la doctrina social católica, el principal encargado de realizar la justicia social, es decir, de alcanzar con su actividad el objetivo de la “justa distribución de la riqueza”. Hay muchas razones históricas para explicar este sesgo del pensamiento social católico, entre ellas, el hecho de que desde el principio la justicia social haya sido prácticamente identificada con la justicia distributiva, y ésta, con un deber exclusivo del Estado. Pero es importante señalar que la mencionada es sólo una de las interpretaciones posibles de este concepto. De hecho, en su encíclica Centesimus annus, Juan Pablo II apuntó decididamente en otra dirección. En primer lugar, con referencia al papel del Estado en la economía, este Pontífice afirmaba: “La actividad económica, en particular la economía de mercado, no puede desenvolverse en medio de un vacío institucional, jurídico y político. Por el contrario, supone una seguridad que garantiza la libertad individual y la propiedad, además de un sistema monetario estable y servicios públicos eficientes. La primera incumbencia del Estado es, pues, la de garantizar esa seguridad, de manera que quien trabaja y produce pueda gozar de los frutos de su trabajo y, por tanto, se sienta estimulado a realizarlo eficiente y honestamente”. Pero en lo que respecta al ejercicio

de los derechos humanos en el ámbito económico, “la primera responsabilidad no es del Estado, sino de cada persona y de los diversos grupos y asociaciones en que se articula la sociedad”. Así, por ejemplo, “el Estado no podría asegurar directamente el derecho a un puesto de trabajo de todos los ciudadanos, sin estructurar rígidamente toda la vida económica y sofocar la libre iniciativa de los individuos”. Pero ello no significa que pueda adoptar una actitud prescindente: “el Estado tiene el deber de secundar la actividad de las empresas, creando condiciones que aseguren oportunidades de trabajo, estimulándola donde sea insuficiente o sosteniéndola en momentos de crisis”. Juan Pablo II era consciente del contraste entre esta visión y la realidad: el crecimiento incesante de la intervención del Estado en la vida económica, característico del llamado Estado del Bienestar. Pero si éste se proponía como fin atender ciertas necesidades y carencias que atentan contra la dignidad humana, con frecuencia degeneró en un “Estado asistencial”, el cual “al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad (…) provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por lógicas burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos”. En la valoración ética del capitalismo, este Pontífice señalaba una 5


EDITORIAL

importante distinción: “Si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de ‘economía de empresa’, ‘economía de mercado’, o simplemente de ‘economía libre’”. En cambio, “si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral (…) entonces la respuesta es absolutamente negativa”. Finalmente, con referencia al materialismo y al consumismo que afectan a las sociedades capitalistas, Juan Pablo II observaba: “la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado, li-

mitándose únicamente a la producción de bienes y servicios”. Recordar que estas afirmaciones pertenecen a Juan Pablo II, cuyo compromiso con la justicia social está más allá de toda duda, puede ayudarnos a comprender que abogar por una “economía libre” (basada en la iniciativa privada, una adecuada garantía de los derechos individuales y una cultura de fuerte inspiración ética, con un Estado que garantiza el cumplimiento de las leyes, combate privilegios y monopolios, y renuncia a controlar el mercado en aras de pretendidos objetivos redistributivos), es merecedor de tanto respeto y consideración como hacerlo por la concepción económica de signo contrario que hoy prevalece. La adhesión a una “economía libre” es perfectamente compatible con la convicción de que la sociedad toda y el Estado deben acudir en auxilio de quienes no logran cubrir sus necesidades básicas. Más aún, puede estar inspirada en la idea de que un sistema fundado en la libre iniciativa es el que mejor respeta la

dignidad de las personas y el más eficaz en la lucha contra la pobreza. Una tal interpretación de la justicia social podrá ser cuestionada, pero nunca descartada de antemano, identificando a priori libre iniciativa con egoísmo y acción del Estado con solidaridad. Los católicos argentinos, en esta difícil encrucijada en la que estamos ingresando ante el cambio de gobierno, podemos encontrar en la Doctrina Social de la Iglesia orientaciones que nos ayuden a enriquecer el debate público en estos temas tan básicos, aportando una perspectiva que no se deje arrastrar por las modas, por la pereza intelectual, por la coerción del pensamiento único, por los discursos superficiales sobre la solidaridad, o por la negativa a evaluar los resultados de políticas voluntaristas que han dilapidado incalculables recursos sin haber logrado sacar a los pobres de su situación. La “justicia social” no debería ser un simple slogan oportunista en manos de cualquier gobierno de turno, sino la cifra de la sociedad próspera y solidaria que anhelamos.

Luisa Valmaggia Atando cabos Lunes a Viernes de 16 a 17.30 Radio Cooperativa AM 770

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José María Poirier

Al cuidado de la creación Con la encíclica Laudato si, que llama a proteger una “tierra maltratada que se lamenta”, la Iglesia no pretende intervenir en los debates propios de los hombres de ciencia sino proponer una reflexión y la necesidad de un diálogo sincero y honesto sobre la naturaleza.

La cuidada presentación de la nueva encíclica en el Vaticano, ante una sala colmada de periodistas, contó además con la presencia de algunos especialistas: el metropolita ortodoxo John Zizioulas, el científico John Schellnhuber, la economista Carolyn Woo y el testimonio de una docente de la periferia de Roma, diócesis de Francisco. El panel, introducido por el cardenal ghanés Peter Turkson, presidente del Consejo de Justicia y Paz, fue coordinado con su habitual profesionalidad periodística por el jesuita vocero del Papa, Federico Lombardi. Se señaló que esta encíclica tan bergogliana fue elaborada personalmente por Francisco pero no en soledad, sino con la colaboración y el consejo de muchos consultores y de numerosos episcopados. En las JULIO 2015

primeras filas, seguían con atención las intervenciones el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado y hombre de estrecha confianza del Papa; y los argentinos Marcelo Sánchez Sorondo y Lía Zervino. Turkson sintetizó con claridad la introducción y los capítulos del documento pontificio (diagnóstico, el evangelio de la creación, la raíz humana de la crisis, una ecología integral, algunas líneas de orientación y la espiritualidad ecológica) y planteó el interrogante de qué mundo queremos dejar a las generaciones futuras. También insistió en la necesidad de una “conversión ecológica”. El teólogo ortodoxo John Zizioulas observó que el tema no se limita a la ecología sino que abarca una dimensión ecuménica. “La crisis ecológica –dijo– trasciende nuestras

divisiones tradicionales”, porque el peligro amenaza nuestra casa común. El profesor John Schellnhuber afirmó que es posible contar con energía limpia, que existe en abundancia, y que debemos “desarrollar los medios para recolectarla correctamente y administrar nuestro consumo de manera responsable”. Por su parte, Carolyn Woo, experta en economía y finanzas de la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos, señaló que “numerosos estudios han proporcionado estimaciones de los costos astronómicos asociados a los desastres costeros como el aumento del nivel del agua, sequías y tormentas que asolan la producción agrícola, o la pérdida de la productividad debido a las crecientes oleadas de calor y a las enfermedades por la contaminación... 7


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Además, las empresas pueden desempeñar un papel importante para ayudar a los clientes a convertirse en consumidores responsables”. En el último editorial de la revista La Civiltà Cattolica, órgano de los jesuitas en Roma particularmente ligado a la Santa Sede, a propósito de la encíclica, se recuerdan intervenciones importantes de los últimos Papas sobre la ecología. Ya Pablo VI en la carta apostólica Octogesima adveniens (1971) se refería al medio ambiente y a la responsabilidad de un destino común: “No sólo el ambiente físico constituye una amenaza permanente: contaminaciones y desechos, nuevas enfermedades, poder destructor absoluto; es el propio consorcio humano el que la persona no domina ya, creando de esta manera para el mañana un ambiente que podría resultarle intolerable”. Al tiempo que se señalan los graves daños que sufre la naturaleza, se observa que por décadas el mensaje fundamental de Pablo VI no fue escuchado por los responsables económicos y políticos. A partir de la década del ‘70 la sociedad comenzó a tener mayor conciencia ecológica, y Juan Pablo II se refirió a las consecuencias del crecimiento industrial, las concentraciones urbanas y el aumento de la demanda energética. En su viaje a Alemania, en septiem-

bre de 2011, Benedicto XVI ante el parlamento federal de su país observó la importancia del movimiento ecológico en la política alemana que, si bien no había obtenido mayores resultados, constituía un grito que no podía ser ignorado. Ya en sus encíclicas Sollicitudo rei socialis (1987) y Centesimus annus (1991), Juan Pablo II había afrontado la temática del cambio climático y del derecho a un ambiente seguro. Hablaba de la necesidad moral de una nueva solidaridad entre los países en vías de desarrollo y los altamente industrializados. Las intervenciones e iniciativas ecológicas de un pionero como Su Santidad Bartolomé I, a partir de 1994, constituyen una etapa importante de estas reflexiones. El patriarca ortodoxo definía como pecados la extinción de las especies, la destrucción de la diversidad biológica y la degradación de la Tierra que provoca cambios climáticos. Benedicto XVI, definido por National Geographic como “el primer Papa verde”, desarrolló muchas de estas temáticas y se refirió a un trinomio inseparable: ecología de la naturaleza, ecología humana y ecología social. En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2010, escribía: “¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenómenos como el cambio climáti-

co, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de sucesos naturales extremos, la deforestación de las áreas ecuatoriales y tropicales?”. Por su parte, desde el comienzo de su pontificado, Francisco suma su voz con lenguaje eficaz y directo. En la conferencia de prensa durante el viaje a Manila, en enero de este año, decía que el hombre maltrata continuamente a la naturaleza y no la respeta como hermana tierra y madre tierra. Insistía en que Dios perdona siempre, los hombres algunas veces pero la naturaleza nunca. El editorial de La Civiltà Cattolica también hace mención al discurso de Francisco en ocasión de la Jornada de la Tierra, el 22 de abril de este año, cuando exhortó a ver el mundo con los ojos de Dios Creador: la tierra es el ambiente que hay que custodiar y el jardín que hay que cultivar. En ese momento, el Papa pidió que la relación de los hombres con la naturaleza no esté guiada por la avidez, la manipulación y la explotación sino que conserve la armonía divina entre las criaturas y la creación, en la lógica del respeto y del cuidado, para ponerla al servicio de los hermanos y de las generaciones futuras.

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Un concepto clave para Bergoglio, fío de interrogarse sobre las causas, inspirado en Francisco de Asís, es consecuencias y soluciones neceprecisamente el de cuidar la Tierra, sarias. Su objetivo no es solamente que no se refiere solamente a los realizar una especulación ni apocristianos sino que abarca a todos yar una teoría u otra, sino invitar los hombres. Dominar la Tierra es a los hombres de buena voluntad tarea del hombre, pero el dueño sólo a considerar a fondo las responsaes Dios, el Señor del cielo y de la bilidades frente a las generaciones tierra; la responsabilidad del hom- futuras, y actuar en consecuencia. bre es la de cuidar y administrar la En este sentido, se cumplió con naturaleza. Se trata de adoptar una el rumor que decía que la encícliactitud de respeto ca se conocería y un estilo de vida tiempo antes de simple y sobrio la Conferencia Algunas personas a fin de presersobre el Cambio cuestionan si la Iglesia y el C l i m át i c o qu e var el ambiente para las genera- Papa deben tener voz en este se realizará en ciones futuras. debate o si, por el contrario, París en diciemAlgunas personas el pontífice sólo se debe a su bre de este año. cuestionan si la “El ser humano misión específica. Iglesia y el Papa puede intervenir deben tener voz positivamente en este debate –se lee en la eno si, por el contrario, el pontífice cíclica–. No todo está perdido”. El sólo se debe a su misión específica paradigma es una ecología integral, vinculada con la salvación de las porque la naturaleza no está sepaalmas. Lo cierto es que hoy conta- rada de nosotros sino que somos mos con muchos más datos sobre el parte de ella. Es central la relación problema ambiental y las preguntas entre los pobres y la fragilidad de se multiplican: ¿el cambio climático la Tierra, por lo tanto, hay que enes debido al hombre o es un proce- contrar otros modos de entender so cíclico de la naturaleza? Un dato la economía y el progreso. Son ininnegable es el calentamiento glo- separables la preocupación por la bal, confirmado por las Naciones naturaleza, la justicia para con los Unidas y muchos científicos. En su pobres, el compromiso de la socieencíclica, Francisco afrontó el desa- dad y la paz interior.

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IGLESIA

Licenciado en Comunicación Social, especializado en temas ambientales.

Guillermo Saldomando

El Vaticano se vistió de verde La primera encíclica dedicada al medio ambiente relaciona la cuestión ecológica con la pobreza y el rumbo global de la economía

El papa Francisco ha dado señales de sentirse cómodo en rol de hacedor; es un líder religioso que emplea gran parte de su energía en la acción y parece no haber tema de actualidad que le sea ajeno. En ese camino, se ha referido con particular interés a la cuestión ambiental y, por ende, a la salud del planeta. No es un dato menor que, en la que en rigor es su primera encíclica, haya querido afrontar el tema de la ecología y la preservación del medio ambiente. El documento papal titulado Laudato si, se divide en seis partes y aborda en su texto la cuestión ecológica desde una óptica novedosa: la estrecha relación entre la pobreza, la fragilidad del planeta y la globalización. Al mismo tiempo, señala cuestionamientos a la forma de alcanzar el desarrollo tecnológico, el consumo desmedido y el rumbo de la economía. Dentro ese marco, alerta sobre la situación de la Tierra: “nuestra casa, parece convertirse cada vez más en 10

un inmenso depósito de basura”, e insta al “urgente e imperioso desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente” al promover la utilización de fuentes de energía limpias y renovables. No es la primera vez que el Vaticano, durante el papado de Francisco, se ocupa de estas cuestiones, ya que antes se efectuaron duras críticas contra la utilización de combustibles fósiles y se instó a los países ricos o desarrollados a reducir sus emisiones de carbono. “En la actualidad, la quema cada vez más acelerada de los combustibles fósiles que alimentan la economía alteran el delicado equilibrio ecológico de la Tierra en una escala casi insondable”, dijo el cardenal Peter Turkson de Ghana, miembro del círculo de consulta del Papa. “Los países más ricos, los que más se benefician con

los combustibles fósiles, tienen la obligación moral de avanzar y encontrar soluciones para el cambio climático y así proteger el medio ambiente y la vida humana”, subrayó. La encíclica sostiene que “los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman la especulación y la búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto, lo que provoca efectos sobre la dignidad y el medio ambiente”. Lo que parece subrayar Laudato si es que la degradación ambiental y la degradación ética y humana están íntimamente unidas. La encíclica se aguardó con gran expectativa, tanto por el tema abordado como por ser la primera completamente escrita por Francisco. Además, adquiere mayor relevancia porque en diciembre se realizará en París la Cumbre sobre Cambio Climático, considerada de suma importancia para el futuro próximo del planeta. REVISTA CRITERIO N° 2416


En enero pasado, el Pontífice, al regresar de su viaje por Sri Lanka y Filipinas, sostuvo que en la Conferencia de Perú sobre Cambio Climático de diciembre de 2014 no se llegó a nada “porque faltó valor” y agregó en forma contundente: “espero que en París sean más valientes”. El documento recientemente difundido afirma que “las cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas por falta de voluntad política”. En otro de sus párrafos resalta que “los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor su corrupción” y destaca que “deben desarrollar formas menos contaminantes de energía, pero para ello requieren contar con la ayuda de los países que han crecido mucho a costa de la contaminación actual del planeta”. Francisco, en su primera homilía, había hecho un llamado a todos,

Cumbre sobre Cambio Climático

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cristianos y no cristianos, a ser cus- el cambio climático para reducir las todios de la Creación y ya el 5 de ju- desigualdades y ambos resaltaron nio de 2013, Día Mundial del Medio que se trata de “una cuestión moral” Ambiente, decidió abordar el tema porque, según se ha subrayado, “es en una audiencia general y dedicó necesario para erradicar la extrema prácticamente todo el acto a hablar pobreza, reducir la desigualdad y garantizar un desarrollo económico sobre ecología. El documento pontificio relaciona equitativo y sostenible”. en forma directa la crisis medioam- También en ese encuentro se afirmó biental con la ecología humana. El que “el cambio climático está intrínsecamente vinPapa ya había exculado a la salud presado conceptos similares cuando Francisco busca transmitir pública, a la seguridad del agua y afirmó que “estamos viviendo un al mundo que la protección de los alimentos, del medio ambiente es un a los movimienmomento de criimperativo moral urgente y tos migratorios, sis; lo vemos en el medio ambiente, un deber sagrado para todas a la paz y a la sepero sobre todo lo las personas de fe y también guridad. Es una cuestión moral. vemos en el hompara los que no la tienen. Una cuestión de bre. La persona humana está en justicia social, derechos humanos y peligro, no es sólo una cuestión de economía, sino de ética fundamental”. En tanto, el documento afirma que ética y de antropología”. En un encuentro anterior mantenido “para salir de esa espiral de autodescon el secretario general de las Na- trucción en la que nos estamos suciones Unidas, Ban Ki-Moon, coin- mergiendo es necesario afrontar los cidió en la necesidad de combatir problemas de fondo, que no pueden

Francia acogerá y presidirá la XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, del 30 de noviembre al 11 de diciembre. Se espera alcanzar un compromiso vinculante internacional para la reducción de los gases de efecto invernadero, incluidas las grandes potencias. Hay razones para pensar que la Conferencia de París marcará un antes y un después en la lucha contra el cambio climático, gracias a la consecución de un compromiso

vinculante y definitivo para la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera a partir del año 2020. Hasta esa fecha, estará vigente el aplazamiento que, desde la COP de Copenhague, se hizo al Protocolo de Kyoto, el cual establecía un recorte en las emisiones de CO2 del 15% para los países firmantes con respecto a lo emitido en 1990. El Acuerdo universal sobre el cambio climático que se pretende cerrar en París tiene como objetivo principal limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2º C.

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IGLESIA

ser resueltos por acciones de países aislados. Es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marítimos, a asegurar a todos el acceso al agua potable”. En otro párrafo se afirma que “los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores privilegiados de su población y controlar mejor su corrupción”. “También es verdad que deben desarrollar formas menos

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contaminantes de energía, pero para ello requieren contar con la ayuda de los países que han crecido mucho a costa de la contaminación actual del planeta”, dice. En síntesis, Francisco busca transmitir al mundo que la protección del medio ambiente es un imperativo moral urgente y un deber sagrado para todas las personas de fe y también para los que no la tienen. “La creación no es propiedad nuestra y, menos aún, sólo de algunos, sino que es un regalo que Dios nos ha dado para que la cuidemos y la utilicemos con respeto en beneficio de todos; si no cuidamos la creación, la destruimos; y si destruimos la creación, la creación nos destruirá a nosotros”, expresó el Papa respecto del escenario mundial.

Es difícil saber a ciencia cierta cuánta influencia puede tener la encíclica. Sin embargo, algunos países ya presionan para que se concrete un acuerdo climático que incluya un plazo para eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles. Se especula que el documento será un primer paso y que Francisco continuará con su presión para que se tomen algún tipo de medidas. En este sentido, dentro de tres meses, brindará un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y en el mismo viaje hablará ante el Congreso de los Estados Unidos, donde los republicanos se resisten a las iniciativas del presidente Barack Obama para reducir las emisiones de carbono. La última batalla será en diciembre en París.

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FISOLOFÍA

Pablo Capanna

Metáforas de la resurrección Paradójicamente, la idea de la resurrección termina por ser más plausible hoy que hace siglos, porque hemos aprendido a pensar en términos de información.

“…se preguntaban qué significaría ‘resucitar de entre los muertos’.” (Marcos 9, 10)

La muerte siempre fue la circunstancia más inevitable y misteriosa de la vida. Aun hoy, a pesar de todo lo que sepamos acerca de su cómo y su porqué, el “más allá” sigue siendo un enigma. Si todo se acaba con la muerte, la vida no pasa de ser una enfermedad mortal de transmisión sexual, como irónicamente tituló Krzysztof Zanussi una de sus películas. En ese caso, la muerte es un sueño eterno, como rezaba el letrero que Joseph Fouché hizo poner en los cementerios durante el Terror, quizás para ilustrar a los difuntos y sus deudos. Pero la esperanza de que la vida continúe, siquiera en la memoria de otros, no abandona ni al que teme a la muerte ni al que la aguarda en paz. Los griegos y romanos, que imaginaban un más allá lleno de tristes espectros, ensalzaron la vida y la juventud. Los egipcios hicieron del JULIO 2015

más allá el tribunal más alto, y los chinos nunca dejaron de soñar con la inmortalidad física. No todas las religiones hablan de otra vida; entre aquellas que lo hacen, unas prometen la supervivencia del alma en otro mundo, otras la reencarnación y algunas la resurrección del cuerpo en un mundo renovado. La reencarnación ofrece no una sino innúmeras vidas, pero al precio de que olvidemos nuestra identidad. Más que una esperanza parecería una condena, y así lo entendió el budismo. La inmortalidad del alma, tal como la concibió Platón inspirándose en la fe órfica y egipcia, nos libera del cuerpo perecedero, pero también nos exige renunciar a nuestra historia. Los filósofos no ofrecieron soluciones más atractivas. Aristóteles reservaba la inmortalidad para el intelecto agente, esa racionalidad impersonal que todos tenemos; en ese caso la ló-

gica sería eterna, pero nosotros no. Nietzsche propuso el eterno retorno del tiempo fugaz. Pero ¿quién podría desear que revivieran cosas como la guerra, el sufrimiento o la injusticia? Muy pocos fueron los que se atrevieron a hablar, no ya de una existencia fantasmal, sino de una resurrección que rescatara lo mejor de nuestra vida, signada por el tiempo. La resurrección estaba en el zoroastrismo y sigue estando en el Islam. En el judaísmo apareció recién con la literatura apocalíptica del siglo II a. JC, pero así como era aceptada por los fariseos, los saduceos la negaban. El cristianismo, en cambio, puso la resurrección en el centro de la fe. San Pablo, de quien se burlaron cuando la proclamó en el Areópago, se empeñó en defenderla como la prueba de fuego de la fe. Ninguna otra religión se había atrevido a apostarlo todo a un solo hecho: “si no hay re13


FILOSOFÍA

surrección de los muertos, entonces Cristo no resucitó y nuestra fe es vana.” (I Corintios 15, 13-14). En los Evangelios, la resurrección de Cristo pertenece a un orden distinto de las resucitaciones de Lázaro, la hija de Jairo o el hijo de la viuda de Naín. En estos casos sólo se trata del retorno temporal a la vida de un cuerpo “clínicamente” muerto. El cuerpo de Cristo resucitado, en cambio, es físicamente discontinuo con el Jesús que habían conocido los apóstoles. Aparece, desaparece y atraviesa las paredes. Pero no es un espectro, porque conserva sus llagas y pide que le den de comer. A Magdalena le dice que no lo toque, pero a Tomás lo in-

vita a poner la mano en sus heridas. Puede incluso que sea difícil reconocerlo, como les pasa a los discípulos de Emaús o los que vuelven de pescar en el lago Tiberíades. Nada es físicamente preciso en estas apariciones: son apenas indicios del misterio. El cuerpo perecedero (la “carne”) se llama sarx en griego y caro en latín, y tal como decía Orígenes, “es un río” que cambia constantemente. La “persona”, en cambio, recibe el nombre de soma o corpus. Por eso Oscar Cullmann pudo decir que la resurrección no consiste en liberar al alma del cuerpo sino de emancipar de la carne tanto al cuerpo como al alma. El antiguo Símbolo de los Apóstoles

hablaba de la carne, pero el Credo de Nicea optó por un lenguaje más neutro y anunció la resurrección de los muertos (anástasis nekroon). El núcleo de la teología paulina de la resurrección está en la primera epístola a los Corintios, donde se habla de un paradójico cuerpo espiritual (soma pneumatikón), cuyo germen estaría en la carne. La patrística desplegó toda una gama de metáforas de la resurrección –la floración primaveral, el feto, la crisálida, el huevo, la vasija restaurada, el bronce de la estatua vuelto a fundir, el fuego que sigue ardiendo con otros leños– pero la imagen paulina de la semilla siempre fue la preferida.

Los átomos y las personas En los primeros siglos de la Iglesia, los fieles tenían tantas dudas sobre la resurrección que san Agustín no daba abasto con las respuestas: ¿Aquellos que habían sido devorados por las fieras serían regurgitados? ¿Cómo renacerían los mártires de Lyon, cuyos cuerpos habían sido quemados por los paganos? ¿Cuántos cuerpos tendrían los siameses? ¿Los amputados, renacerían enteros? ¿Con qué edad volveríamos a la vida? ¿Todos tendrían el mismo sexo? ¿Los cuerpos renacerían mejorados, como creía Atenágoras, o tal como eran al morir, como pensaba Tertuliano? Los escasos conocimientos científicos de la época no ayudaban a superar la visión materialista propia del agricultor y el artesano. Si se tomaba la metáfora al pie de la letra, había que buscar en qué parte del cuerpo estaría la simiente. Se creyó que los huesos, más duraderos que la carne, serían la “semilla” del cuerpo glorio14

so. Eso explica el macabro despliegue de osarios y relicarios: a mediados del siglo XIII se llegó a hervir los cuerpos de los nobles y eclesiásticos para preservar sus huesos.1 Robert Boyle, uno de los fundadores de la química moderna, seguía pensando que el “núcleo esencial” de la persona estaba en los huesos. Leibniz, el padre del análisis matemático, lo imaginaba inextenso pero localizado en el cerebro.2 Este materialismo, que obligaba a buscar un nexo físico entre el cadáver y el nuevo cuerpo, no echaba demasiada luz sobre el misterio. Para superarlo, al decir de Hans Kung, había que dejar de buscar “la continuidad de un cuerpo como magnitud física o de plantearse cuestiones científico-naturales como la permanencia de las moléculas”. Quien le dio un giro decisivo a la cuestión fue Tomás de Aquino, que encontraba demasiado concretas las metáforas de la semilla

y de la estatua. Para superarlas, apeló a la ciencia más avanzada de su tiempo: el aristotelismo, que acababa de ser redescubierto. Tomás puso la identidad en la forma sustancial (que era algo más que el alma platónica) y volvió superflua la continuidad física. Con la llegada de la ciencia newtoniana, que parecía apuntalar el materialismo de Demócrito y Epicuro, se popularizó la visión de una materia formada por partículas indivisibles y eternas (los átomos) que podían recombinarse al infinito. En ese marco, la resurrección parecía algo absurdo. Justino había dicho que Dios tenía el poder de rescatar hasta el último fragmento del cuerpo, pero ocurría que los mismos átomos habían pertenecido a varios cuerpos. De tal modo, Descartes sólo atinaba a explicar la resurrección como una suerte de reencarnación del alma en un cuerpo hecho de átomos reciclados. REVISTA CRITERIO N° 2416


y a convertir a los cementerios en parques temáticos, dice confiar en la ciencia, o mejor, en todo lo que se dice en nombre de la ciencia. Pero el anhelo de inmortalidad nunca abandonó el imaginario, y su persistencia parecería autorizar ciertas especulaciones cuasi científicas, a veces más aventuradas que las de los metafísicos. El trans-humanismo, un movimiento bastante popular en el mundo de la informática, promete que en una o dos décadas se podrá “cargar” en un computador la totalidad de la información (conocimientos, recuerdos y sentimientos) que encierra nuestro cerebro. Eso nos permitirá abandonar el cuerpo físico para vi“La resurrección de Cristo”, de Piero della Francesca vir para siempre, gozando de placenteras ilusiones y conocimientos ilimitados, sin otra necesidad que el suministro de energía. Sin duda, una fantasía inspirada por el entorno tecnológico en el cual viven los cultores de esta ideología. Una de las especulaciones más amEl culto de las reliquias, que la Ilus- de aquella que mil años antes lleva- biciosas se la debemos a un científitración condenaba como supersti- ron a cabo los agentes venecianos co de renombre, Frank J. Tipler. Su cioso, demostró estar más vivo que para sacar de Alejandría el cuerpo Física de la inmortalidad es un libro tan abstruso como extenso, subtitununca el día que los huesos de Vol- de san Marcos. taire fueron trasladados al Panteón. Hoy, el aumento de las expectati- lado La cosmología moderna, Dios y En el siglo XX, cuando hubo regíme- vas de vida, la derrota de las plagas la resurrección de los muertos (1994). nes explícitamente ateos, los restos más legendarias, las “resucitaciones” Tipler se declara no creyente, pero de sus líderes fueron objeto de una rutinarias en los quirófanos, las vic- reconoce haberse inspirado en Teilveneración análoga a la de los santos, torias de la prostética sobre la disca- hard de Chardin. pacidad: todo alienta la ilusión de la En la visión de Tipler, la vida y la que su doctrina repudiaba. inteligencia no Cuando murió Lenin, que había he- inmortalidad tecson el resultado cho filmar el sepulcro del monje An- nológica. Google de la evolución, drei Rublev para que el pueblo vie- acaba de anunciar El anhelo de inmortalidad sino las fuerzas ra cómo se corrompían los cuerpos con gran optimisnunca abandonó que orientan a santos, sus restos fueron venerados mo que financiará ésta desde el orien un imponente mausoleo. Stalin un proyecto destiel imaginario, y su gen del cosmos. fue enterrado junto a él, hasta que nado a que todos persistencia parecería Desde que apaen el XXII Congreso del Partido una vivan 500 años, autorizar especulaciones reció, la vida ha delegada contó que Lenin le había si es que antes no cuasi científicas, a veces ido conquistando dicho en sueños que no soportaba sucumben al abumás aventuradas que las de al mundo, creanla compañía del georgiano. Del mis- rrimiento. los metafísicos. do estructuras de mo modo, la misión cubana que en Nuestra cultura, creciente comple1997 rescató de Bolivia los restos del que tiende a sijidad. Lo mismo “Che” Guevara no hizo nada distinto lenciar la muerte

Del Siglo de las Luces al reino de la información

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FILOSOFÍA

ha hecho la inteligencia, nutriéndose de información. De este modo, el cosmos aparece como un vasto programa que culminará cuando la inteligencia asuma el control: entonces habrá un Dios capaz de resucitarnos. Tipler le dedica algún espacio a imaginar la vida de los resucitados, que se nos antoja parecida a la de los personajes de un videojuego. La reacción que provocaron las tesis de Tipler fue tan negativa entre los físicos como entre los teólogos, con la única excepción del luterano Wolfhart Panneberg. Pero hay que reconocer que estas especulaciones, más afines a la ficción que a la ciencia, no brotan de la nada. Reflejan las transformaciones que ha sufrido la cosmovisión científica, por más que todavía no se hayan popularizado. La física clásica, de la cual todavía dependemos hasta para viajar a Marte, ha visto diluirse ese materialismo que solía asociarse con ella, desde que aparecieron la flecha del tiempo, el mundo cuántico, la información y la complejidad. Los átomos ya no son esas bolitas sólidas que tendíamos a imaginar, sino configuraciones de la energía. La noción de materia ha sido reemplazada por conceptos dinámicos como masa/energía e información, de modo que el mundo físico se ha ido “desmaterializando”.4 Las ciencias de la vida también ayudan a entender mejor aquella simiente que intrigaba a los antiguos, sin que por ello resulte menos asombrosa. Cuando el Apóstol dice que “a cada semilla… Dios le da un cuerpo peculiar” lo primero en que hoy pensamos es en el genoma. Paradójicamente, la idea de la resurrección termina por ser más plausible hoy que hace siglos, porque hemos aprendido a pensar en términos de información. Cuando se nos dice que el cuerpo espiritual será tan distinto del actual como la planta lo es de la semilla, podemos entenderlo porque sabemos que ese libro 16

que se escribió en el pergamino, se imprimió en papel y hoy está en un archivo digital, es mucho más que su soporte físico. Ya lo sabía hasta un deísta como Benjamin Franklin, que había sido editor y escribió para sí mismo un epitafio donde anunciaba que “su personalidad, revisada y corregida por su Autor, pronto sería reeditada en una nueva y más elegante versión”. Si hoy se permite fantasear con cargar y descargar no sólo el genoma, sino la entera personalidad, ¿qué le impide al creyente pensar en un nuevo soporte físico de la persona, si sabemos que habrá “un nuevo cielo y una nueva tierra”?

La resurrección es un dato de la revelación, inaccesible a la intuición y a la representación, nos recuerda Hans Kung. Pero nada impide usar los recursos del lenguaje de nuestro tiempo y decir que Dios puede hacer más que un backup o un reset de nuestras vidas; Él puede darnos otro soporte, en un universo programado según otras leyes y con otras condiciones iniciales. La metáfora se hace inevitable cuando nos atrevemos a hablar de lo eterno con el lenguaje de este tiempo. Lo único que no podemos hacer es olvidar que ellas no son el reflejo de las cosas. Son apenas las verdades humanas que nos acercan a la Verdad.

Los saduceos y la resurrección Se le acercaron unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: “Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les dijo: “¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error”. Marcos 12, 18-27. 1 Caroline Walker Bynum. The Resurrection of the Body in Western Christianity 2001336- New York, Columbia University Press, 1995. 2 Lloyd Strickland, “The doctrine of ‘the resurrection of the same body’ in early modern thought.” Religious Studies, Cambridge University Press # 46 (2010) 3 Hans Kung, ¿Vida eterna? Trad. De J.M.Bravo Navalpotro, Madrid, Cristiandad, 1982; pág.190 4 Davies, Paul- Niels Henrik Gregorsen, eds. Information and the Nature of Reality. From Physics to Metaphisics. Cambridge University Press, New York, 2010

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IGLESIA

Presidente de SIGNIS (World Catholic Association for Communication)

Gustavo Andújar (La Habana)

La Cuba que recibirá al Papa A fines de septiembre, Francisco visitará en un mismo viaje Cuba y los Estados Unidos, en un nuevo capítulo de su diplomacia por la paz y el entendimiento entre las naciones.

Es muy significativo que la anunciada visita del papa Francisco a Cuba haya sido añadida como la primera etapa de un viaje a los Estados Unidos programado desde hacía ya algún tiempo. La reciente decisión de unir ambas visitas se articula perfectamente en la dinámica de los viajes pastorales que el Santo Padre ha realizado hasta ahora, y que lo han llevado a países y regiones donde quiere fortalecer o reanimar procesos hacia el establecimiento de acuerdos de paz, como Tierra Santa, o apoyar a aquellos que ya han logrado tales acuerdos, como Albania, Sri Lanka y Filipinas. Geográficamente vecinos, pero situados en las antípodas ideológicas y envueltos en una enconada confrontación de más de cinco décadas, que en su peor momento puso al mundo al borde de la hecatombe nuclear y califica hoy como la última reliquia de la guerra fría, Cuba y los Estados Unidos anunciaron el pasado 17 de diciembre el inicio de un proceso de normalización de relaciones. Este fue promovido por el propio papa Francisco y gestado mediante pacientes JULIO 2015

negociaciones con casi uno de cada Casi uno de cada seis el acompañamiencubanos vive fuera de Cuba, seis cubanos vive to diplomático de fuera de Cuba, la la gran mayoría de ellos en gran mayoría de la Santa Sede y Calos Estados Unidos. nadá, y la colaboellos en los Estaración de la Iglesia dos Unidos. cubana en la persona del arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega. El anuncio, hecho sorpresiva y simultáneamente por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama, y que estuvo acompañado de liberaciones de presos de ambos países, fue recibido con La reportada cordialidad del enalegría y esperanza por el pueblo cu- cuentro entre Raúl Castro y el papa bano. La población, cansada de tan- Francisco, que superó incluso las extos años de beligerancia, añora una pectativas más optimistas, parecería situación de paz, especialmente con anunciar un seguro éxito para la visilos Estados Unidos. En Cuba se da la ta, con un balance cuando menos tan paradoja de que el Gobierno más ve- positivo como el que arrojaron las de hementemente antiyanqui de toda su Juan Pablo II y Benedicto XVI. Enhistoria, es el que más ha contribuido tre otros logros, como resultado de la a vincular el destino de la isla con el primera, se declaró feriado el día de de su vecino del norte. La recia pugna Navidad en la isla y, como resultado ideológica que planteó desde su ini- de la segunda, el Viernes Santo. En cio, por una parte, no dejó a muchos época relativamente reciente se ha lootro camino que el exilio y, por otra, grado un muy limitado pero regular facilitó a los Estados Unidos abrir los acceso a los medios, con alocuciones brazos a los emigrados cubanos. Hoy, radiales de los obispos vinculadas a

Una visita exitosa

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IGLESIA

celebraciones religiosas importantes, y ocasionales transmisiones por la televisión nacional de misas, predicaciones y conciertos sacros. La personalidad del Papa, su talante cordial, su defensa incesante de los pobres y los desvalidos y su denuncia del afán de poner al dinero en lugar de la persona humana como centro

de la sociedad, ampliamente publicitadas en Cuba, han ido creando un ambiente favorable y grandes expectativas sobre su visita. Un factor a considerar es que el Gobierno (en Cuba, partido, Estado y gobierno son, a todos los efectos prácticos, una misma cosa) se ha esforzado históricamente por pre-

servar las relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Así, acaban de celebrarse en el país, con gran realce noticioso, los 80 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre ambos Estados. Durante las anteriores visitas papales, el Gobierno siempre colaboró activamente con su exitoso desenvolvimiento.

Situación compleja No ha manifestado el Gobierno, sin embargo, igual disposición en la relación con la Iglesia local, a la que ha interpretado siempre en clave política como sospechosa de buscar poder e influencia con los que oponérsele, en lugar de esperadas muestras de adhesión. Es significativo que en Cuba las relaciones del Gobierno tanto con la Iglesia católica local como con las demás instituciones religiosas cubanas no estén a cargo de una institución estatal, sino de una oficina del Departamento Ideológico del Partido Comunista, signo de que lo religioso se considera indefectiblemente desde una perspectiva ideológica. En este sentido, es importante tener también en cuenta que el país se encuentra inmerso en un lento pero continuado proceso de reordenamiento socio-económico, con el surgimiento de un incipiente sector privado que en algunas áreas muestra considerable pujanza, y que ha hecho temer a cierto

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sector por la conservación de los ideales de la revolución socialista. A los ojos de algunos, el propio proceso de normalización de relaciones con los Estados Unidos le resta radicalidad al enfrentamiento histórico sostenido por Cuba con “el imperialismo”. Para contrarrestar esto se ha lanzado una intensa campaña de reideologización, con profusión de consignas, movilizaciones y conmemoraciones de hechos históricos que incide fuertemente en cuáles acontecimientos se presentan en los medios y en qué forma se hace. Por ejemplo, la frase de Raúl Castro que ganó titulares en todo el mundo –“Si el Papa sigue hablando así, regreso a la Iglesia” – para los medios cubanos, nunca se pronunció. Cuando hace pocos días François Hollande, el primer Presidente francés que visita a Cuba, impuso personalmente en La Habana las insignias de Comandante de la Legión de Honor, la más alta conde-

coración de la República Francesa, al cardenal Ortega, el acontecimiento mereció apenas cincuenta palabras dentro de un largo reportaje sobre la visita al que el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista, dedicó seis de sus ocho páginas. En este complejo contexto, la Iglesia en Cuba, siempre dispuesta al diálogo, se prepara para recibir al sucesor de Pedro, que viene a confirmar a sus hermanos en la fe y a traer a todos un mensaje de paz. Será la tercera visita al continente del primer Papa latinoamericano, conectando en su recorrido a dos países enemistados en lo ideológico y lo político por un diferendo histórico, pero inseparables en los afectos familiares. Los católicos cubanos queremos colaborar con el Papa borrando tensiones y animosidades, con la mirada puesta en la paz, la justicia y la reconciliación que añoramos los seres humanos, porque para ello fuimos creados.

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IGLESIA

Pedro Siwak

Periodista especializado en temas religiosos

San Romero de América El Vaticano demoró 35 años en reconocer a Romero. Se trata de una beatificación que tuvo que superar muchas trabas.

El 23 de mayo último la plaza Salvador del Mundo, de San Salvador, congregó a 200 mil personas, entre ellas destacadas autoridades como el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, sus pares Rafael Correa de Ecuador, Juan Orlando Hernández de Honduras, Juan Carlos Varela de Panamá y los vicepresidentes de Bolivia, Costa Rica, Cuba y Belice. En la ceremonia de beatificación del arzobispo Óscar Arnulfo Romero también estuvieron presentes el cardenal Angelo Abato, prefecto de la Congregación de la Causa de los JULIO 2015

Santos, que como enviado papal presidió la ceremonia; y los cardenales Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga de Honduras, y José Luis Lacunza de Panamá, y más de cien obispos de diversas partes del mundo. Treinta y cinco años atrás, en ese mismo escenario y en los días siguientes al asesinato de Romero, resultó impresionante ver las interminables colas para despedir y orar junto al cuerpo en la catedral. El domingo 30 de marzo de 1980, día del entierro, una violenta irrupción, intencionalmente provocada, dio

lugar a una gran confusión y pánico entre las miles de personas presentes en la plaza, dejando el saldo de varias decenas de muertos, la mayoría por asfixia y otros por disparos. En esas circunstancias, varias horas después, y casi a escondidas, Romero fue sepultado en la catedral rodeado por pocas personas. El pueblo salvadoreño lo reconoció como santo y mártir desde el mismo día de su asesinato. Un poema escrito por el obispo hispano-brasileño Pedro Casaldáliga lo declaró “San Romero de América”. 19


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El crimen de un indefenso El 24 de marzo de 1980 el arzobispo de San Salvador cayó ensangrentado sobre el altar mientras celebraba misa, en medio de los gritos de un grupo de religiosas y fieles reunidos en la pequeña capilla del Hospital de la Divina Providencia. Tres décadas después se pudo establecer que su asesino había sido un suboficial de la disuelta Guardia Nacional, llamado Marino Samayor Acosta. Pero siempre se apuntó como instigador intelectual al mayor Roberto D’Abuisson, fundador del partido ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) y promotor de los tenebrosos escuadrones de la muerte. La Iglesia anglicana lo incluyó en su santoral hace casi dos décadas y es uno de los diez mártires del siglo XX representados en las estatuas de la abadía de Westminster junto con Martin Luther King y el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe. Pero el protocolo en esta confesión difiere del católico, según explicó el obispo anglicano de la Argentina, Gregori Venable: “Es más expeditivo, y además al santo no lo consideramos intercesor ante Dios”. El Vaticano demoró 35 años en reconocer a Romero. Pero en el interín existió una intriga palaciega para denigrar a Romero. Su beatificación es interpretada por un sector de la Iglesia como un reconocimiento de la Teología de la liberación, sin embargo, lo más llamativo del caso es que Romero nunca se acercó a esta corriente de pensamiento: el prelado era de origen más bien tradicionalista y se inclinaba por las ideas del cardenal argentino Eduardo Pironio, de quien tenía todos sus libros. Si se lo identificó con aquella corriente teológica fue por su férrea defensa de los pobres en un país que había ingresado en una espiral de violencia 20

entre los sectores allegados a la oli- identificaba con la dictadura militar garquía y los partidarios de la revo- que gobernaba al país desde hacía medio siglo. “La Iglesia se preocupalución castrista. ba por los pobres, que en El Salvador eran una masa de gente sin trabajo o subocupada”, explicó el historiador Roberto Morozzo della Rocca, biógrafo de Romero. “El Salvador es un país pequeño, que sufre y trabaja. Aquí vivimos grandes diferencias en el aspecto social: la marginación económica, política, cultural, etc. En una palabra, injusRomero fue asesinado al iniciarse la ticia. La Iglesia no puede quedarse guerra civil salvadoreña (1980), que callada frente a tanta miseria porque se prolongó hasta 1992 y que costó 50 traicionaría el Evangelio, sería cómmil muertos, miles de desaparecidos y plice de quienes aquí pisotean los masacres colectivas. Otros militares y derechos humanos. Ha sido ésta la personajes salvadoreños participaron causa de la persecución de la Iglesia: también en la conspiración contra el su fidelidad al Evangelio”. Son pala“obispo comunista y subversivo”. El bras de Romero. odio desencadenado que provocó su El papa Juan Pablo II no lo ayudó en muerte fue cultivado y compartido una primera instancia. Cuando Ropor sectores de la oligarquía, acos- mero viajó a la Santa Sede llevó una tumbrados a ir a misa y a dar limos- cantidad de fotos de sacerdotes aplasna y donaciones a las instituciones tados por tanquetas, de jóvenes ameeclesiásticas. Además, el asesinato de trallados por la guardia nacional del Romero nunca fue investigado por régimen y un listado de nombres de instancias judiciales salvadoreñas y desaparecidos. El Papa, sin embargo, sigue en la impunidad, al igual que le ordenó establecer mejores relaciootros crímenes cometidos antes y du- nes con el Gobierno para lograr un rante la guerra civil. cambio de actitud que beneficiara a En el momento de la elección de la Iglesia. Dicen que Romero se fue Romero como arzobispo de San llorando por las calles de Roma... Salvador en 1977, asesinaron a seis Pero años después el Papa polaco sacerdotes y otros muchos fueron rezó ante su tumba y en noviembre atacados, amenazados y expulsa- de 2003, al recibir a los obispos de El dos. Cientos de catequistas sufrieron Salvador, reconoció que Romero fue torturas y fueron ultimados, sobre asesinato por odio a la fe. todo en las zonas rurales. En algu- El arzobispo tuvo enemigos dentro nas parroquias era peligroso asistir a de la propia Iglesia antes y después misa. Desde el púlpito, Romero daba de su muerte. En esos años, asumió nombres y apellidos de los que opri- un papel preponderante el cardenal mían y masacraban al pueblo, lo cual colombiano Alfonso López Trujillo constituía un drástico cambio de (fallecido en 2008), que era un desactitud con respecto al trato que la tacado asesor en el ex-Santo Oficio. Iglesia había mantenido con la clase Por su influencia llegaron a la Condirigente católica. La oligarquía acu- gregación para las Causas de los Sansaba a estos católicos de subversión y tos algunas disposiciones en contra comunismo. En el pasado, los ricos de su beatificación. Para López Truhabían financiado la construcción jillo ese gesto de la Iglesia equivalía de templos y sostenido al clero, pero a beatificar la Teología de la liberaentonces, ese mismo clero ya no se ción o los movimientos populares de

El choque con la oligarquía salvadoreña

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inspiración marxista y las guerrillas de una profunda crisis social, con revolucionarias de los años setenta. tasas de homicidio entre las cinco más altas del mundo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). La guerra civil terminó, pero las maras o pandillas juveniles siembran el miedo en las calles. Hoy gobierna la izquierda, con algunas reformas, pero no se hicieron los Jesús Delgado, secretario personal de cambios importantes que se necesiRomero, contó que durante la reu- tan. La pobreza continúa y la violennión del Consejo Episcopal Latino- cia sigue con otras caras. Como en americano celebrada en Aparecida, tiempos de Romero, prácticamente Brasil, en 2007, preguntó a todos los no existe clase media, sino sólo una cardenales presentes si pensaban que clase alta y otra baja, y la sociedad Romero subiría a los altares. Delgado está muy polarizada. El 25 por ciento reveló que el entonces arzobispo de de la población vive en los Estados Buenos Aires, el cardenal Jorge Ber- Unidos, desde donde envía remesas goglio, le dijo: “Si yo hubiese llegado de dinero y bienes a sus familiares, a ser papa, lo primero que habría que representan el 18 por ciento del hecho sería enviar a López Trujillo a PIB del país centroamericano. San Salvador a beatificar a Romero”. Pero, por otro lado, se observa En declaraciones recientes, Vincenzo un fenómeno religioso que llama Paglia, arzobispo italiano de Terni, la atención. El movimiento evanguía espiritual de la Comunidad de gélico pentecostal tuvo un creciSant’Egidio y postulador de la causa miento significativo en Brasil y de beatificación, expresó que el papa en América Central en las últimas Francisco “ha sido un rayo” a la hora dos décadas y especialmente en de acelerar la beatificación de Rome- Centroamérica, donde se habla de ro. “Un primer empujón al proceso lo hasta un 50 por ciento. dio Benedicto XVI, quien tras reci- Cabe señalar que la Iglesia de San birme poco antes de su renuncia, dio Salvador sufrió una tremenda sanvía libre para que el proceso pasase a gría. Romero perdió cincuenta sala Congregación para la Causa de los cerdotes; algunos muertos, muchos Santos… Pero Francisco nos animó exiliados y otros que salieron por raa acelerar”, explicó. El 3 de febrero el zones de seguridad, casi una cuarta Papa aprobó el decreto en el que se parte del clero de la diócesis. Tamreconocía el “martirio” de Romero in bién las religiosas fueron objeto de odium fidei, es decir, que fue asesina- persecución y cuatro estadounidendo por “odio a la fe”, y que no nece- ses fueron violadas y asesinadas. Las sitaría un milagro para ser beatifica- instituciones educativas católicas y do. “Teníamos que esperar al primer de inspiración cristiana fueron consPapa latinoamericano para que beati- tantemente atacadas, amenazadas e ficase a Romero”, concluyó Paglia. intimidadas con bombas. “Es revelador –dice Carlos Coronado, director del sitio SuperMartyrio– que las diócesis dirigidas por los críticos acérrimos de Romero, los obispos Pedro Arnoldo Aparicio, Benjamín Barrera y José Eduardo Álvarez, deA 35 años del asesinato de Romero, clinaron en membresía, mientras que El Salvador vive todavía en medio la de Romero se expandió”.

El reconocimiento del martirio

El Salvador post Romero JULIO 2015

El martirio y los sufrimientos, para Romero, fueron las razones del crecimiento: “Hemos vivido quizá el año más trágico de nuestra historia, pero al mismo tiempo para la Iglesia el más fecundo de nuestra historia eclesiástica –dijo a fines de 1977–, con el regreso de muchos hijos pródigos”. En marzo de 1980, poco antes de ser asesinado, Romero informó que los cinco seminarios del país estaban llenos y tenían que rechazar ingresos o poner algunos candidatos en lista de espera.

El caso Angelelli Años atrás, el entonces cardenal Jorge Bergoglio le encomendó a un grupo de investigación que se ocupara de analizar el martirologio ocurrido en nuestro país durante el régimen militar, que afectó no sólo a católicos sino también a personas de otras confesiones. En una conversación mantenida con quien preside este grupo, que prefirió reservar su nombre, dijo que existe un gran parecido entre el caso Romero y el del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli. Señaló al respecto el clima de violencia que imperaba en ambos países y la reacción manifestada por los grandes empresarios riojanos que buscaron desarticular con malas artes los emprendimientos cooperativos que alentaba Angelelli. El obispo riojano contó con el respaldo del papa Pablo VI, pero un amplio sector del episcopado argentino le hizo un vacío que impactó en su ánimo. Su asesinato fue más cuidadoso y se quiso simular un accidente que tardó muchos años en ser esclarecido por la justicia. 21


LECTURAS

Jorge Bergoglio y sus circunstancias Publicamos la presentación del libro El Gran Reformador. Francisco, retrato de un papa radical, escrito por el periodista inglés Austen Ivereigh, a cargo del jesuita chileno Fernando Montes, quien colabora en esclarecer algunos puntos poco conocidos de la biografía de Jorge Bergoglio.

Agradezco que me hayan invitado a provinciales de nuestros respectivos presentar este libro sobre la vida del países siendo muy jóvenes; ambos papa Francisco. Él me ha ayudado asistimos a dos congregaciones geneen parte a releer mi propia vida pues rales, que son las instancias máximas muchas de las cosas que aquí se na- de gobierno de la Compañía de Jesús, rran fueron también vividas por mí donde trabajamos codo a codo y disen primera persona. Viví en la Ar- cutimos los principales problemas gentina una parte muy significativa que debíamos afrontar como orden de mi formación como jesuita y no religiosa. Nos tocó vivir desde dentro sólo fui compañero durante un pe- y en nuestra propia vida los cambios que introdujo el ríodo de los esConcilio en la Igletudios con Jorge Conozco personalmente a sia y en la vida reliB ergoglio sino que posterior- casi todos los jesuitas que se giosa; los dos tuvimente debimos nombran en este texto y eso mos que situarnos cumplir misiones me permite también calibrar frente a gobiersemejantes dentro nos militares que los juicios que se hacen de la Compañía. atropellaron fuersobre algunos de ellos a lo Ambos fuimos temente los deremaestros de novi- largo de estas interesantes y chos humanos. cios y formadores Tengo además una documentadas páginas. de jóvenes jesuiperspectiva priviletas; ambos fuimos giada para leer este 22

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relato con mucha hondura porque en dos ocasiones di ejercicios espirituales a la Provincia Argentina en el colegio máximo de San Miguel, donde Jorge Bergoglio fue rector. Esa es un oportunidad para hablar con mucha personas a corazón abierto. Además me pidieron preparar a un grupo de jóvenes jesuitas argentinos a su ordenación sacerdotal en lo que llamamos el mes Arrupe. Todos ellos habían recibido su formación religiosa bajo la influencia del padre Bergoglio. Pude conocer por dentro la calidad de esa formación, sus puntos muy positivos y sus defectos.

Habiendo dado ejercicios en casi todas las provincias de América latina, tengo una cierta visión para comparar la situación de la Argentina con las otras provincias y poner en guardia ante cierta impresión de que todas las otras provincias latinoamericanas se habían comprometido acríticamente con la teología de la liberación o que habían interpretado incorrectamente la opción por la justicia que definía la misión de la Compañía. Conozco personalmente a casi todos los jesuitas que se nombran en este texto y eso me permite también ca-

librar los juicios que se hacen sobre algunos de ellos a lo largo de estas interesantes y documentadas páginas. Como es natural en una historia que es muy compleja y en momentos conflictiva, no siempre coincido con todos los juicios que formula el autor y por supuesto no pretendo que mi visión ser necesariamente la más justa. Tengo mucho menos información directa sobre el material que se entrega en los últimos capítulos que describen la acción pastoral de Jorge Bergoglio como obispo auxiliar y como cardenal arzobispo de Buenos Aires.

Consideraciones generales En primer lugar deseo recomendar vivamente la lectura de este texto. Se trata de un libro serio que es fruto de un extraordinario trabajo de investigación, que ofrece los elementos históricos para entender los contextos eclesiales y políticos donde se desarrollan los hechos. Del mismo modo se proporcionan al lector numerosas, pertinentes y bien elegidas citas que ayudan conocer directamente el pensamiento de Francisco y de los actores involucrados en el relato. Parte importante del contenido de esta biografía proviene de centenares de entrevistas a personas que en las más diferentes situaciones se relacio-

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naron con el futuro Papa. El libro es entretenido y ameno. Difícilmente se puede a tan corta distancia de los hechos presentar una biografía más completa y más cercana a las fuentes. Aunque en algunos puntos importantes tengo diferencias e información adicional que podría complementar y hasta corregir lo que se dice, el libro me ha hecho un extraordinario bien. La última parte, que describe el trabajo episcopal de Jorge Bergoglio y sus primeros tiempos como Pontífice, han sido para mí una lectura que me ha conmovido religiosamente y me ha desafiado espiritual y pastoralmente. Al parecer

las dificultades experimentadas por el Papa como provincial de los jesuitas y como formador contribuyeron a hacer de él un gran obispo.... Un verdadero y admirable pastor, aunque como jesuita debo añadir que en la grey de Jesucristo hay diversas figuras de pastores como fueron diversas las figuras de Pedro, de Juan y de Pablo, que amaron apasionadamente Jesús y los siguieron hasta la muerte sirviendo a la Iglesia de diversas maneras. Parte de los problemas relatados provienen de la no aceptación de la existencia de figuras tintas en el trabajo pastoral.

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LECTURAS

Estructura y contenido El libro cuenta con un prólogo, nueve capítulos y un interesante epílogo. Cada capítulo se inicia con un episodio del pontificado de Francisco “para que el lector lo tenga fresco en la mente. De este modo pueden establecerse conexiones con el pasado sin forzar el flujo o la integridad de la narración”, afirma el autor. El primer capítulo narra la historia de una familia de inmigrantes italianos de clase media católica que llega a la Argentina. Particularmente interesante me parece la figura del padre y sobre todo de la abuela, que tienen relaciones estrechas con sacerdotes salesianos. Ahí se narran los primeros años del futuro Papa, sus estudios, su formación religiosa y su piedad, sus trabajos para aliviar la situación económica y su ingreso al seminario de Buenos Aires, que prepara la entrada a la Compañía de Jesús. El segundo capítulo nos presenta el ingreso a la Compañía de Jesús y la larga formación en la Argentina y Chile. Parte de esa formación la compartimos como compañeros. Ahí comprendió y asumió la misión del jesuita. Guiado por el maestro Miguel Angel Fiorito, que fue también mi maestro, Bergoglio conoció las fuentes de la espiritualidad de san Ignacio y se preparó para ser futuro formador de jesuitas.

Los capítulos tercero, cuarto y quinto son particularmente complejos porque ahí quedan de manifiesto los profundos cambios producidos en la Iglesia universal por el Concilio, las diferentes lecturas que se hicieron de él, los cambios en la Iglesia latinoamericana, sobre todo en Medellín, y los cambios que se producen la Compañía a partir de las Congregaciones Generales 31 y 32. La Congregación general 31 (1965-66) puso a la Compañía en la línea de Concilio, procurando volver a las fuentes originales del carisma ignaciano y a la vez discerniendo los signos de los tiempos para responder a los cambios producidos en el mundo. La congregación 32 (1974-75) redefinió la misión del jesuita, uniendo íntimamente el servicio de la fe con la promoción de la justicia. Esta opción de la Compañía por la justicia fue una fuente de problemas, como lo señala el libro que comentamos. Recuerdo con emoción las palabras del superior general padre Pedro Arrupe cuando nos aprontábamos a votar el decreto que redefiniría la misión de la Compañía acentuando la promoción de la justicia. Él interrumpió la sesión y nos advirtió que esta opción por la justicia traería problemas, que muchos de nuestros

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amigos nos abandonarían y nos criticarían, y que nos obligaría a revisar nuestros ministerios. Sus palabras fueron proféticas pues se generaron dificultades internas y externas incluidas tensiones con la Santa Sede. Cabe señalar, sin embargo, porque no está acentuado en el libro, que el conflicto de esa congregación general con el Papa se produjo a propósito de la extensión del cuarto voto a todos los jesuitas. En estos capítulos se relatan los años como formador de Jorge Bergoglio y el periodo como superior provincial y lo que sucedió cuando dejó su cargo y asumió como rector del Colegio Máximo de San Miguel. Ahí se exponen las tensiones profundas que vivió la provincia jesuítica argentina. El nuevo estilo de formación de los jesuitas, con mucha presencia en las poblaciones marginales, con trabajos manuales y férrea disciplina, y sobre todo el modo de gobierno muy dependiente del superior, generó serias divisiones. Las tensiones con los sectores más intelectuales fueron grandes. No es del todo justo decir que de un lado estaban todos los jóvenes y de otro los mayores y conservadores; la división era más transversal. Tampoco es justo decir que de un lado estaban los izquierdistas politizados y de otro los pastoralistas moderados. Cabe señalar también las diferencias

REVISTA CRITERIO N° 2416


que se produjeron con los países vecinos. De algún modo el conflicto marca la relación de la Provincia Argentina con las provincias hermanas de América Latina, de las que estuvo bastante aislada. Al dejar su cargo de rector del colegio máximo, Jorge Bergoglio fue enviado a Córdoba y se le propuso sacar un doctorado en Alemania. En sí mismo no tiene nada de extraño que, luego de desempeñarse como provincial y rector del Colegio Máximo, el padre Bergoglio haya sido enviado a Córdoba a nuestra residencia, pues es absolutamente normal que después de ejercer un cargo uno vuelva al estado llano. Sin embargo, dado que en el último tiempo había habido una clara diferencia con las orientaciones recibidas de Roma, y que había problemas en la provincia, su envío a estudiar y a Córdoba fue percibido por muchos como una especie de exilio. Estos capítulos terminan con un doloroso y complejo corte del padre Bergoglio con la Compañía que se hace dramático cuando siendo ya obispo debe dejar la residencia central de los jesuitas en el centro de Buenos Aires. Ese corte, sin embargo, no impidió que el Arzobispo siguiera sintiéndose y siendo jesuita, viviendo la espiritualidad de san Ignacio. Esa experiencia penosa, procesada en el silencio y supongo que con mucho sufrimiento, dejó grandes enseñanzas para una mejor forma de ejercer la autoridad como pastor de la diócesis de Buenos Aires. Ese corte con la Compañía afortunadamente fue, gracias a Dios, honda y muy radicalmente superado luego de la elección del cardenal Bergoglio como Sumo Pontífice. La entrevista muchas veces citada del nuevo Papa a las revistas jesuitas señala la hondura de los cambios y el reconocimiento de los problemas que existieron. Ha sido notoria su amabilidad y cercanía con el Superior General y significativa sus visitas y celebraciones litúrgicas en ocasiones importantes. Los capítulos seis, siete y ocho narran JULIO 2015

largo de la historia, enormes conflictos que llevaron hasta la supresión de la Orden pasando por numerosas expulsiones y dificultades. La vocación jesuita debe enfrentar en su esencia tensiones que a primera vista parecen insalvables. Ella tiene que compaginar en armonía términos casi contradictorios. Pretender suprimir uno de esos términos que generan las tensiones significaría en la práctica matar nuestro estilo. El jesuita debe ser un hombre contemplativo y a la vez activo; debe estudiar mucho y a la vez no ha de perder jamás la sencillez y la humildad, evitando sentirse dueño de la verdad; debe ser profundamente libre por su capacidad de discernir y opinar, siendo a la vez un hombre radicalmente obediente; debe hacer todo como si el resultado dependiera absolutamente de él sabiendo que todo depende de Dios; debe estar en el corazón de la Iglesia y sin embargo ser capaz de vivir en la periferia, dialogando con esa periferia y con las nuevas culturas, asumiendo sus preguntas y sus búsquedas; debe ser pobre y despojado y a la vez saber usar todos los medios si ellos son necesarios para la gloria de Dios y al servicio del reino; debe tener una mirada universal pero a la vez asumir las diferencias y encarnándose en lo más concreto; debe ser capaz de analizar las estructuras y las instituciones sin perder el cuidado de las personas; como los primeros padres, todo jesuita debe ser muy fiel al carisma, a la moción del espíritu y sin embargo saber que la Encarnación exige la existencia de instituciones sólidas para que el carisma no se haga personalista. La historia de la Compañía está llena de estas tensiones. Los primeros jesuitas no querían fundar una institución porque ella iba a encerrarlos y llenarlos de reglas; sintieron que la Tensiones mal institución podía matar el espíritu resueltas. misionero, pero comprendieron que su carisma moriría con ellos si no Hay algo muy de fondo en la voca- fundaban una institución, con todos ción jesuita que ha suscitado, a lo los riesgos que eso conlleva.

el período en que Jorge Bergoglio se desempeñó como obispo de Buenos Aires. Son capítulos verdaderamente conmovedores que muestran el trabajo de un verdadero pastor que han tocado mi alma sacerdotal. En ese período él aparece –conforme a la expresión del padre Arrupe–como “hombre para los demás”, muy sencillo en su modo de vivir, muy cercano a todos y especialmente a los sacerdotes que más lo necesitaban. Estuvo verdaderamente próximo a los pobres pero esa cercanía fue también acompañada de un análisis de las estructuras y una crítica seria a instituciones y políticas que generaban la pobreza. Sorprende del mismo modo su apertura doctrinal, que le permite una consideración atenta a las situaciones que viven las personas concretas para atenderlas en la particularidad de sus problemas. Finalmente, el libro dedica bastantes páginas al trabajo ecuménico, que lo acercó no sólo a las Iglesias cristianas sino al mundo judío y al mundo musulmán. El último capítulo y el epílogo se centran en el cónclave y en las repercusiones que ha tenido en el mundo la elección del primer Papa latinoamericano. Esas páginas no son suaves en sus críticas al mundo vaticano que ha debido enfrentar. Allí queda muy claro el nuevo estilo pastoral y la necesidad de reducir el centralismo para permitir una colegialidad de una nueva comunidad de la Iglesia. Se reflejan también las enormes esperanzas y el entusiasmo que él ha suscitado pero también las críticas de ciertos sectores. Para finalizar, desearía abordar algunos puntos concretos.

a)

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LECTURAS

Tengo la impresión que el modo de enfrentar las tensiones en la provincia argentina en tiempo del padre Bergoglio provocó la ruptura entre intelectuales y pastorales, entre los que se acercaban a los pobres y quienes estudiaban las estructuras que generaban la pobreza, entre un razonable nacionalismo que busca concretar las soluciones y el espíritu universal. Me parece que parte de los problemas se situaron precisamente en la dificultad de vivir la tensión propia de la vocación jesuita. Se simplificó la tensión acentuando sólo un lado y generando con eso división. San Ignacio nos enseñó a salvar la proposición del prójimo, a buscar la parcela de verdad que existe aún en el que está más errado, y a no dividirnos entre buenos y malos. En mucha de las corrientes exageradas que pudo haber en esos tiempos, por ejemplo, en la teología de la liberación, había un germen de profunda verdad que él, jesuita, debía saber descubrir. Creo que faltó ese discernimiento fino y difícil que evita la división y permite la integración de personas con visiones distintas en un cuerpo. El libro, por todas las circunstancias que tiene que reflejar y por la cantidad de información que contiene, no fue suficientemente sensible a este elemento tensional de la vocación jesuita. El cuerpo jesuita, como cuerpo, debe tener gente inserta entre los más pobres y a la vez científicos que dialogan con los científicos, pero escuchando también a sus hermanos que están en la periferia social. En la Compañía hay lugar para un pastor y para quien trabaja con un microscopio, enriqueciéndose ambos para la construcción del reino. No está mal que haya un jesuita que esté en el contacto más profundo con la miseria y que haya quien pueda dialogar con ciertas élites sin mimetizarse con ellas… pero que entre ambos puedan hablar, enriquecerse y comprender la complejidad del mundo social. Todo jesuita debería ser un misionero donde esté. Esta elasticidad dialéc26

tica es particularmente importante en tiempos de cambio. Gobernar un cuerpo de esta naturaleza es en extremo difícil y supone escuchar mucho, respetar vocaciones, no imponer caminos únicos y, por lo tanto, tener mucha claridad en los fines y enorme libertad en el uso de los medios y de los senderos que conducen a esos fines.

b)

Peronismo. Para un extranjero como lo fui yo en la Argentina no es fácil entender el fenómeno del peronismo, que de algún modo tiene relación con los problemas vividos por los jesuitas argentinos. El peronismo comporta un acercamiento al pueblo entendido como principio hermenéutico y fue asumido en la Argentina como solución frente a las graves crisis que había padecido el país en manos de una oligarquía política; sin embargo, a la larga generó también graves problemas al país. Su cercanía al pueblo y la sensibilidad ante sus problemas lo hace muy atractivo para un pastor y un espíritu cristiano. Hay en el peronismo elementos de populismo alejados del marxismo con elementos religiosos muy tradicionales. Ciertamente es una visión bastante diferente a la que tuvimos en Chile y nos resulta muy difícil su intelección. El peronismo, que encierra elementos de derecha e izquierda, de democracia y dictadura, de innovación, de nacionalismo, supone para su integración una conducción carismática bastante personalista como fue la de Perón y la de Evita. Tengo la impresión de que la tensión entre carisma e institución, entre institución y personalismo, afecta a algunas expresiones históricas del peronismo, que ha tenido mucha dificultad para institucionalizarse, y para establecer intelectualmente los principios

rectores que eviten la diáspora, los grupos centrífugos y las divisiones intestinas. Sólo un liderazgo muy intenso permite la cohabitación tan heterogénea de tendencias. Sin duda el peronismo conocido desde muy joven por Jorge Bergoglio le ayudó a ser cercano a su pueblo, a vibrar con los problemas de la gente sencilla y común. Creo sin embargo que al menos en sus primeros años su liderazgo fue excesivamente personalista. Las enormes cualidades personales y su atractivo hicieron que muchos jesuitas, y sobre todo muchos jóvenes, lo asumieran como un líder salvador, generando con él una relación afectiva de excesiva dependencia. Eso puede tener como contrapartida la división de aquellos que no están dispuestos a seguir tal modo de liderazgo. Ahí no había lugar para otros liderazgos ni para ningún tipo de disidencia. Esto se hizo particularmente delicado en la manera de formar a los jóvenes.

c)

Congregación XXXII, marxismo, justicia y teología de la liberación. No hay duda de que la congregación 32, que definió la misión de la Compañía ligando el servicio de la fe con la promoción de la justicia, pudo generar problemas a la provincia argentina de la Compañía de Jesús, y su relación con las provincias hermanas y con el gobierno central de Roma. Sin embargo, tengo la impresión de que el texto no refleja con total precisión la compleja situación que se produjo en la Compañía luego de esa congregación. Al asumir la promoción de la justicia como elemento esencial de su misión, la Compañía de alguna manera siguió las orientaciones del sínodo sobre la justicia que se haREVISTA CRITERIO N° 2416


bía celebrado poco antes en Roma y ciertamente se puso en sintonía con muchas de las ideas que el episcopado latinoamericano había desarrollado en la conferencia de Medellín. Si bien en torno a la justicia hubo exageraciones y en algunas partes eso pudo prestarse a malos entendidos, en general las provincias latinoamericanas no exageraron en su celo por promover la justicia, algunos hasta se quejaban de eso, y ciertamente la enorme mayoría no se inspiró en el marxismo para tomar sus decisiones ni fue favorable a la violencia. Los centros sociales (CIAS) que existían en casi todos los países se abocaron a estudiar la violencia institucionalizada que generaba las estructuras injustas, como lo indicó Medellín. Eso hirió muchos intereses y provocó problemas, y dada la realidad del continente, muchos consideraron que esa visión era un resultado del influjo marxista. Me quedó la impresión, en la lectura del libro, de que se asumía poco críticamente la opinión de que los CIAS y los jesuitas latinoamericanos radicalizaron la interpretación de la congregación 32. Creo que realmente la enorme mayoría fue moderada en su manera de enfrentar la extrema injusticia. El CIAS argentino no fue ciertamente un centro de izquierda radical y su conflicto con el provincial no se explica por ese radicalismo casi violento que al parecer se le achaca. El conflicto de la congregación 32 con la Santa Sede no fue en su comienzo de tipo social. Se produjo por la petición proveniente de casi todas las provincias de extender a la totalidad de los jesuitas la posibilidad de hacer el voto de obediencia al Papa que pronuncian sólo algunos. Pablo VI, en el discurso inaugural de la congregación, advirtió que no se vería cómo se podía extender ese voto a todos sin afectar el carisma de la Compañía de Jesús. Después de una seria reflexión, los congregados representaron al Papa cómo JULIO 2015

podía compaginarse ese carisma con la solicitud planteada por una gran mayoría. Esta representación tan propia del modo en que los jesuitas practican su obediencia fue interpretada por la Santa Sede como una especie de rebelión. El sentimiento general que llevó a esta representación se basa en los profundos cambios producidos y que hacen difícil comprender que haya diferencias que generan jesuitas de primera y de segunda dentro de un cuerpo que hoy de hecho es homogéneo. Está claro que este conflicto se hizo con el tiempo más complejo y abarcó el modo de comprender y vivir el concilio y de enfrentar los cambios culturales y, en particular, el fenómeno de la injusticia. Por lo anterior considero que a pesar del enorme valor de este libro hay algunos matices que tal vez no reflejan en toda su complejidad la realidad latinoamericana y en parte el conflicto que en ese momento se suscitó con la Santa Sede.

d)

Alusiones a algunos jesuitas concretos que también merecerían ciertas precisiones. Por las razones señaladas más arriba no me parece que el conflicto del provincial con algunos jesuitas tenga su razón de ser en una radicalización política. Personas como el padre Silly y otros miembros del CIAS estaban lejos de ser extremistas o gente politizada. Lo mismo se podría decir de Orlando Yorio o del padre Jalics, que era un maestro de la vida espiritual. Ambos fueron tomados presos y mantenidos por meses con la vista vendada y sometidos a tratos vejatorios. Su caso es ampliamente relatado. Queda claro en el libro que estos dos últimos no fueron denunciados por el pro-

vincial a la policía y que Jorge Bergoglio como superior hizo mucho por liberarlos cuando fueron cruelmente encarcelados. Sin embargo, queda la impresión de que tenían un cierto radicalismo político. El problema más serio con ellos no fue de orden político, y mucho menos porque estuvieran viviendo con los más pobres, sino por una manera de concebir la vida religiosa que, como señala el texto, significaría la fundación de una nueva congregación. Ellos ciertamente no eran seguidores de la línea que imponía el provincial, sobre todo en la formación, pero ninguno de los miembros que formaban esa comunidad inserta era violentista o hiperpolitizado. Podría quedar la sensación, en una lectura rápida que en la Provincia Argentina había una rama más extremista que el superior provincial quiso cortar en su raíz. Conociendo las cosas, creo que la división y el problema no estaban precisamente en esa radicalización. No quisiera terminar este comentario sin reiterar mi agradecimiento. Si he hecho alguna precisión y precisado matices, no es para quitar mérito al conjunto sino para que el libro haga todo el bien que puede hacer. Es notable la última parte, profundamente evangélica, donde queda de manifiesto “la alegría del Evangelio” tan propia del nuevo pontificado, que resalta la actitud salvadora, la misericordia y la cercanía a las personas, sobre todo a los débiles y más humildes. Ese mensaje es inmensamente evangélico, actual y conforme a la idea de una Iglesia “en salida”, que toma la iniciativa, que escucha y que es capaz de dudar para entender mejor las necesidades del mundo. Este modelo de Pastor reformador ciertamente ha provocado admiración en el mundo que acoge los signos y palabras del papa Francisco. Claramente se ve una Iglesia en el mundo pero no mundana. 27


HOMENAJE

Pablo De Vita

Sergio Renán. Recuerdo y presencia del dandy porteño A los 82 años murió el actor, director de cine, teatro y ópera argentino que contaba con el reconocimiento de varias generaciones.

Resulta difícil despedir a Sergio Renán. Y lo es por varias razones, algunas personales y otras generales, pero en el terreno de lo universal Renán se había constituido en una referencia ineludible de la cultura argentina. Asimismo, luego de superar una brutal pancreatitis hace casi veinte años, y la extirpación de la laringe, por un cáncer, hace dos, existía el infundado pensamiento de que Sergio Renán podía finalmente sobreponerse a todo y continuar tomando café –libro en mano– en los sitios más clásicos de Buenos Aires, como una suerte de mezcla entre dos de sus recordados personajes: el “rufián” melancólico arltiano, que hizo para la versión fílmica de Los siete locos, de Leopoldo Torre Nilsson, y el famoso romántico de Drácula, que fue uno de sus grandes éxitos en el 28

teatro. El sábado 13 de junio esa ilusión se hizo añicos, y el Teatro Colón fue el espacio elegido para despedir sus restos. Porque Sergio Renán dirigió con calidad y calidez el primer Coliseo entre 1989 y 1996 y luego, por poco tiempo, en 2000 (hasta que insólitamente Fernando de la Rúa lo removió del cargo). Precisamente su último trabajo fue para ese teatro con la régie de L`elisir d’amore de Donizetti, en cuyo estreno no pudo estar y comprobó la aprobación del público y los resultados de la puesta en un registro en video desde la clínica donde se encontraba internado. “Aunque los títulos cambien, la tarea de Sergio Renán en la dirección escénica se mantiene consecuente, como si buscara –y encontrara– lo mismo en lugares diferentes: una creciente

estilización, la fluidez dramática sin fisuras, una ingenuidad consciente de sí misma”, escribió sobre su última puesta el crítico Pablo Gianera en La Nación. Antes había tenido otra alegría, a cuarenta años de la nominación al Oscar de La Tregua, cuando la Academia de Cine de la Argentina la presentó en copia restaurada en la última edición del BAFICI: “La tregua fue una historia excepcional porque provocó en varias generaciones de espectadores una sensación de reconocimiento”, dijo. Fue una despedida a sala llena, con aplausos e intrínsecamente un resarcimiento: por la innovación que planteaba Buenos Aires Viceversa, de Alejandro Agresti, al momento del estreno de una de las mejores películas de Renán, El sueño de REVISTA CRITERIO N° 2416


los héroes, sobre el libro de Adolfo Bioy Casares, recibió la tibia aprobación de la crítica de entonces (a excepción del laudatorio comentario de Criterio). El germen del Nuevo Cine Argentino convocaba adhesiones instantáneas hasta el paroxismo y, para ellos, Renán era un elemento antiguo, clásico y olvidable. Esa proyección entonces significó una doble gratificación. “Amo y agradezco a La tregua por haberme cambiado la vida, pero no puedo dejar de creer que mis otras películas fueron mejor hechas”, nos confesaba una tarde de verano en La Biela en un encuentro de tantos que, insospechadamente, sería uno de los últimos.

Crilla, y cuando todavía ni siquiera era mayor de edad, debutó en Pasó en mi barrio, de Mario Sóffici, con Tita Merello; le siguió Asalto en la ciudad, de y con Carlos Cores; para pasar a imprescindibles como El perseguidor, de Osías Wilenski; La cifra impar y Circe, de Manuel Antín; y otras bajo la lente de Roman Viñoly Barreto, Enrique Carreras, Leopoldo Torre Nilsson, Lucas Demare y Raúl de la Torre. Como es sabido, en 1974 debutó como director con La tregua, labor que llevó a la pantalla el libro de Mario Benedetti, y al cine argentino por primera vez a una nominación al Oscar. Perdió con Amarcord de Fellini: “Es, para mí, el mejor director de la historia del cine. Un honor perder con Fellini”, aclaró más de una vez. La tregua había nacido de una experiencia televisiva previa, de cuaSergio Renán era el nombre artís- tro programas de 50 minutos cada tico de Samuel Kohan. Nacido en uno, medio en el cual también tuvo una colonia judía entrerriana el 30 fama como galán de telenovela (El de enero de 1933, había sido criado amor tiene cara de mujer) y director en el barrio de Once, donde su pa- de programas de culto (Las grandes dre puso empeño en que estudiara novelas). Como director del Teatro violín. “La tregua se estrenó poco Colón fue el responsable de la visita después de la muerte de mi padre, de Leona Mitchell, Renée Fleming, quien tuvo una enorme influencia Alfredo Kraus, José van Dam, Karisobre mí. Creo que una de las razo- ta Mattila, entre otros hitos; y como nes por las que quise darle a mi vida regisseur de varias óperas fueron inolvidables Lady cierta riqueza exMacbeth de Mtpositiva fue por nesk, de Shosmi viejo”, confeEn 1974 debutó como só. Dejó el insdirector con La tregua, labor takovich, y la más reciente La flauta trumento por la que llevó a la pantalla el mágica, de Moactuación tomanlibro de Mario Benedetti. zart, que en Crido clases con la terio comentámemorable Hedy

RAQUEL BARROS

ÁNGELA SANNUTI

Narrativa Producción, orientación y corrección de textos

Lic. en Psicología

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French 2774 4º B (1425) Buenos Aires Tel.: 4822-1719

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HOMENAJE

bamos: “Por primera vez en mucho tiempo, el Teatro Colón volvió al nivel que le dio fama. Se trató de una puesta sin fisuras. El director musical Fréderic Chaslin imprimió agilidad al tempo de la partitura en sintonía con la coloratura naive con toques kitsch que eligió Sergio Renán para la escenografía. Los aplausos fueron para el Papageno Markus Werba. También festejaron a Lyuba Petrova (Pamina), y a Reinhard Hagen, pese a una indisposición vocal. Incluso fue aprobado Fernando Radó en su breve pero significativo papel de El Orador. La ovación también fue para Sergio Renán, que quiso nuevamente escenificar una ópera con videoproyecciones como en su momento Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakovich, en este mismo escenario y en el del Teatro Real de Madrid”. Desde los habitúes de la música académica a los encendidos simpatizantes de Racing lloraron su ausencia. Tanto aquellos que admiraban su conocimiento, y reconocimiento, de lo mejor de la escena universal, como los que lo habían seguido como galán televisivo, lo despidieron con tristeza. Porque Sergio Renán era así, conciliador de lo irreconciliable y amigo de perspectivas tan disímiles que sólo podían amalgamarse gracias a él. Tuvo una compañía de hierro en todos estos años en su esposa Adriana que, inclaudicable, estuvo en las alegrías y penas, y entre internaciones y tiempos mejores. Renán siempre se encargaba de decirle a sus amigos que ella era lo mejor que le había pasado en la vida. Pudo comprobarse que fue así también para ella, y algo tan valioso como un generoso amigo para quienes fueron a decirle adiós, en la despedida definitiva.

10 Renan inolvidables 1) Cine: LA TREGUA (Director) 2) Opera: LADY MACBETH DE MTSENSK (Regisseur) 3) Teatro: DRÁCULA (Actor) 4) Cine: EL PERSEGUIDOR (Actor) 5) Teatro: LA VUELTA AL HOGAR (Actor) 6) Cine: EL SUEÑO DE LOS HÉROES (Director) 7) Opera: LA FLAUTA MÁGICA (Regisseur) 8) Teatro: HA LLEGADO UN INSPECTOR (Director) 9) Cine: LA CIFRA IMPAR (Actor) 10) Televisión: FICCIONES (Director)

Recuerdos Siempre pensé que había un rasgo sobresaliente en la personalidad de Renán: su asombrosa capacidad para escuchar a los otros y entenderlos. Ese rasgo, creo, era el origen de su obra y marcaba su estilo. Era un lector de primer orden, al mismo tiempo voraz y sutil. Pero no sólo era un lector de libros, era ante todo un lector de la realidad y de las circunstancias de vida que rodeaban a sus amigos. Sabía leer y sabía escuchar. Como todo gran lector, no podía sino recrear lo leído. Esa recreación (su propia obra) era su versión del mundo. Muchas veces sus observaciones eran dramáticas; con frecuencia estaban teñidas de un humor en el que se mezclaban la malicia y la compasión. Lo que decía en la pantalla, en el escenario y en la conversación hacía más ricos a los seres humanos. Era un clásico que presidía su propio cosmos: un gran artista y un amigo de oído infalible.

Hugo Beccacece

Profesor, traductor y escritor argentino, periodista del diario La Nación 30

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Josefina Delgado Creo que Sergio Renán ha sido uno de los artistas argentinos más completos Profesora en Letras y escritora, de la contemporaneidad. Y esto fue posible gracias no sólo a su inteligencia jefa de Gabinete del ministro y capacidad artística, sino también a su sensibilidad y percepción humana. de Cultura de la Ciudad. Así lo revelan sus actuaciones y la dirección de películas y obras de teatro. José Miguel Onaindia

Sergio Renán era un hombre pudoroso con sus emociones, aparentemente Gestor cultural y aboga- solitario y melancólico, como el “rufián” que interpretó en Los siete locos, de do, asesor artístico del Tea- Torre Nilsson. Sin embargo, disfrutaba de las charlas prolongadas con sus tro Solís de Montevideo. amigos, donde aparecía su apertura a abordar los temas más variados y la indagación sobre sí mismo. Transmitía con su mirada y su sonrisa el cariño que sentía por el otro. No conocía la grandilocuencia, pero daba siempre la certeza de su sentimiento profundo. Es un amigo irreemplazable no sólo por su erudición y su talento, sino por su peculiar modo de transmitir su afecto.

Rómulo Berruti

Periodista y crítico teatral, conduce su programa en Radio La2x4

Eugenio Zanetti

Director de arte, escenógrafo, diseñador, dramaturgo y director de cine argentino. Ganador del Oscar de la Academia de Hollywood

En medio del pesar por la pérdida, prefiero traer este recuerdo sonriente del querido Sergio en los años ‘70, cuando éramos muy jóvenes (bueno, lo bastante jóvenes como para que nos llamaran sexspots (ver abajo). También sabrán disculpar la sobreabundancia de nombres famosos, pero those were the days! Un invierno fuimos a Nueva York con Tita Tamames, Rosita Zemborain y Gigi Ruá, para comprar los derechos del Drácula de Balderston y Deane. Fue la semana en la que cayó una increíble nevada que JULIO 2015

Con la partida de Sergio Renán se genera el vacío individual que genera la muerte de cualquier artista múltiple pero también se clausura una época. Él encajaba a la perfección en ese mapa generacional de la Argentina donde se dibujaban con nitidez perfiles diversos: el cine que fugaba de lo convencional, buscando senderos europeos; el teatro que, sin perder sello propio, se disparaba hacia búsquedas más complejas; la televisión, que durante bastante tiempo resistió con gallardía la vulgaridad que habría de traer lo soez; la música clásica y la ópera instaladas como siempre entre terciopelos, pero cada vez más abierta al público no especializado. En todas esas peleas militó Renán con mucho talento, con disciplina férrea, pero también –nostalgia de celuloide– con un inconfundible toque de distinción. cubrió compasivamente las montañas de basura acumulada debido a la huelga de basureros. Nosotros, muy preparados, nos abrigamos con enormes sobretodos de piel (de última moda, recuerden que eso era políticamente correcto en esa época y además hacían ¡20° bajo cero!). Éramos un grupo bastante espectacular. Inmediatamente la revista NY nos fotografió y subtituló: “La sexy ínteligenzia” argentina crea tendencia en NY! Y bueno, de ahí en adelante, todo fue una fiesta. Comimos en Sardi`s con Frank Langella y Raúl Julia, que eran los Dráculas en Broadway (uno se iba y el otro empezaba). Bebimos Baccardi cocktails en el bar del Carlyle con Lauren Bacall y mi amigo Paul Jabara, del cast original de Hair, a quien yo había conocido durante la filmación de la Medea, de Pasolini, en Turquía. Paul se había hecho famoso en filmación apareciendo desnudo ante María Callas cantando: “Sodomy,

Pederasty, masturbation can be fun” de Hair. En unos pocos días febriles, vimos 10 Broadway shows en 7 días (Quería que TamamesZemborain compraran Sweeney Todd, pero ellas se decidieron por Están tocando nuestra canción, con la cual después hicimos un éxito perdurable en el teatro Odeón). Y, finalmente, fuimos a bailar al Club 54, donde cantaba en vivo Dianna Ross. Exhaustos pero felices, finalmente nos tomamos el avión de vuelta para empezar a montar Drácula en el Odeón. Fue un éxito. Durante las dos largas temporadas, Sergio me decía, con su sonrisa típica: “Lo de sexy fue una premonición. Nunca me he sentido más sexy que haciendo Drácula. En el escenario, para las mujeres, ¡soy Elvis Presley!” Volvimos a encontrarnos, años después, en El poder de las tinieblas de Marito Sábato y después, muchas, muchas veces más… Pero ya no éramos tan jóvenes. 31




ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

Arturo Prins

Corea, el Milagro del Río Han En los años ‘60 Corea del Sur era uno de los países más pobres del mundo. Con una economía agraria, en un pequeño territorio (93.600 km2) tras la división sufrida por la Guerra de Corea (1950) y con pocos recursos naturales, tenía un ingreso per cápita de apenas 150 dólares. Desde 1975 implementó una transformación que logró un crecimiento tan espectacular, que fue denominado el “Milagro del Río Han”, afluente que atraviesa Seúl. Fue el resultado de una gran inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), especialmente del sector privado, que incrementó el número de científicos que aportaron innovaciones y tecnologías a una industria incipiente. Corea sorteó así la crisis asiática de 1997. El economista español Javier Santiso, vicepresidente de ESADEgeo, lo explica en un reciente artículo en El País (18/2/15) y pide al Gobierno que siga el ejemplo coreano para superar la crisis. Transcribo sus conceptos más interesantes: “En 1960 Corea del Sur era más pobre que España (…) El año pasado, en 2014, Corea ya superó a España en el ranking mundial del PIB. (…) Corea padeció un infarto masivo, un derrame cerebral, que casi se lleva la economía por delante, la Bolsa y la vida. Nosotros lo vivimos en 2008, ellos en 1998 (...) Es interesante aprender lo que ellos hicieron entre 1988-2003, y lo que nosotros hicimos entre 200834

Corea incrementó los 13. (…) La goleada mía alcanzó el 12° es rotunda, como lugar en el mundo, institutos de ciencia y la final de Alematecnología y logra más por lo que la ONU, nia y Brasil del úlel Banco Mundial de 100.000 patentes/ timo Mundial (7 a y el FMI calificaaño, cantidad sólo 1). Nos podremos ron a Corea como inferior a Japón y los consolar por tener “país desarrollado”. Estados Unidos. una selección que Es la quinta nación ganó un Mundial que más invierte en (Corea no) y osI+D, sólo superatentar dos de los da por los Estados mejores clubes de fútbol del mundo Unidos, China, Japón y Alemania, (Corea no tiene ninguno). Pero en aunque Corea tiene el porcentaje la liga económica, en innovación, más alto de inversión privada: 75% educación, digitalización, interna- (los Estados Unidos 62%, España cionalización, Corea nos golea (…) 53%, la Argentina menos de 25%). Ellos, en medio del infarto, subieron En 2013 Corea encabezó el ranking la dosis de educación e innovación; de inversión en I+D en relación al nosotros la recortamos. (…) aumen- PIB: 4,36% (la Unión Europea 4%, taron más de un 50% la inversión en España 1,30%, la Argentina 0,58%). I+D entre 1998-2003 (…) nosotros Corea incrementó los institutos de la bajamos casi un 10%. (…) Habría ciencia y tecnología, con personal que combinar nuestra alegría y don científico en I+D que alimenta una para la felicidad –en esto estamos en industria de altas tecnologías y logra la primera liga mundial– con más más de 100.000 patentes/año, cantipujanza en innovación y tecnología. dad sólo inferior a la de Japón y los (…) En vez de empeñarnos en atraer Estados Unidos. Toda América latina casinos deberíamos esforzarnos registra unas 1.500 patentes/año, Espor atraer industrias (…) Seríamos paña promedia las 2.500 y la Argenentonces un país verdaderamente tina, 250. Otra medida del desarrollo. único: competitivos como el surco- Para Corea el motor de su transforreano, innovadores como el israelí y mación fue la educación, a la que felices como el español”. destina el 7% de su PIB. El índice Efectivamente, las políticas corea- de alfabetización llega al 95% y las nas llevaron el ingreso per cápita pruebas PISA de calidad educativa la a 26.000 dólares (2013), bajaron el ubican en los primeros puestos desde desempleo a 3,4% (2014) y la econo- hace varios años. REVISTA CRITERIO N° 2416


SOCIEDAD

Jeffrey D. Sachs

Un llamado a la virtud: Vivir el Evangelio en el país de la libertad Publicamos algunos fragmentos del artículo del reconocido economista Jeffrey D. Sachs en American Magazine de mayo pasado.

El camino hacia la felicidad no reside sólo o principalmente en la defensa de los derechos sino en el ejercicio de las virtudes, en especial justicia y caridad.

JULIO 2015

El papa Francisco ha declarado que la alegría del Evangelio puede ayudar al mundo para superar la “globalización de la indiferencia hacia los demás”. Sin duda llevará este mensaje cuando visite los Estados Unidos. Pero cuando lo haga se va a encontrar con una sociedad encadenada a una idea diferente, la de los innegables derechos a la vida, a la libertad y a la procura de la felicidad. El núcleo urgente del mensaje de Francisco, que es el mensaje de Jesús en el Sermón de la Montaña, desafía esta idea americana al proclamar que el camino hacia la felicidad no reside sólo o principalmente en la defensa de los derechos sino en el ejercicio de las virtudes, en especial justicia y caridad. Francisco percibe una crisis en el espíritu humano de nuestro tiempo caracterizado por su incapacidad de atender al sufrimiento de los demás. No es una crisis de escasez de medios materiales –como enseña la economía moderna– sino de moral. Sufrimos una pobreza moral en medio de

una plétora material, fracasamos en vivir correctamente en una era de riqueza material sin precedentes. Esta es una idea ajena a la ideología de los derechos que domina el discurso ideológico norteamericano. En los Estados Unidos aprendemos que el camino de la felicidad descansa en los derechos del individuo. Al librarse del yugo del rey Jorge III y abrir la búsqueda individual de la libertad, los primeros norteamericanos creían que iban a alcanzar la felicidad. Es más, creyeron que iban a alcanzar la felicidad en tanto individuos, dado que cada uno poseía derechos individuales otorgados por el Creador. No cabe duda de que esta idea es grandiosa. Como hijos de Dios, los individuos tienen derechos para vivir libres de persecución, para ser tratados como fines y no como medios, como señalara Kant. La dignidad del hombre requiere los derechos del hombre, como dijo Thomas Paine. Sin embargo, desde el punto de vis35


SOCIEDAD

ta del Evangelio, estos derechos son sólo una parte de la historia, sólo una faceta de la humanidad. Las Bienaventuranzas, que el papa Francisco considera clave de la verdad del Evangelio, no tratan en absoluto de los derechos individuales sino de las virtudes que señalan el camino hacia una vida plena. El Sermón de la Montaña no es una defensa del individuo sino un llamado a la humildad, al amor y a la justicia. En términos modernos, diríamos que los derechos deben ser balanceados con las responsabilidades. Kant decía que los derechos debían estar acompañados de obligaciones, siguiendo el imperativo categórico.

Según Kant, tenemos la obligación de comportarnos de acuerdo a estas máximas, y sólo de aquellas que puedan convertirse en universales. Pero tanto Jesús como los filósofos griegos proponían algo diferente. Será útil que consideremos la visión de Aristóteles a través de Santo Tomás de Aquino, que armonizó la visión aristotélica de la vida buena con las enseñanzas de Jesús en la montaña. Para Aristóteles no se trata de equilibrar los derechos con las responsabilidades, como diríamos hoy, sino del hecho de vivir nuestras vidas no sólo como individuos sino también como miembros de la sociedad.

La forma correcta de vivir Qué extraño es para los oídos y la visión de los norteamericanos contemporáneos la declaración en las páginas iniciales de La Política: “El Estado es por naturaleza anterior a la familia y al individuo puesto que el todo es anterior a las partes”. Aristóteles no dice que el Estado pueda voluntariamente aplastar al individuo sino que el individuo encuentra sentido a la vida y el camino a la felicidad en tanto es ciudadano de la polis, del Estado. En una frase, que aún hoy sigue teniendo mucha repercusión, Aristóteles afirma que “el hombre es un animal social”. Tanto para Aristóteles como para Jesús en las Bienaventuranzas el camino para alcanzar la felicidad es el ejercicio de la virtud, lo que implica una forma correcta de vida para cada individuo como miembro de la sociedad. El mensaje de Aristóteles es que la felicidad, eudaimonia, se alcanza por la práctica y el cultivo de las virtudes, lo que implica la moderación en la búsqueda de riquezas materiales y el buen ejercicio de la ciudadanía. El mensaje de Jesús es que la felicidad y, por cierto, la sal36

vación, no se encuentran en la procuración de bienes materiales sino a través de las virtudes de la humildad y la justicia, incluyendo “el dar de comer al último de los vuestros”. La Iglesia enseña que la felicidad individual sólo se alcanza en solidaridad con la comunidad, “en la firme y perseverante determinación de comprometerse cada uno en el bien común”, como decía Juan Pablo II. Como declara la Doctrina Social de la Iglesia “la persona humana no puede realizarse plenamente en sí misma, ya que de hecho existe ‘con otros’ y ‘para otros’ ”, un dato confirmado por estudios psicológicos. ¿Podrían estas ideas sueltas ayudarnos para encarar los desafíos de nuestro tiempo? ¿Podrían iluminar la misión de Francisco para superar la globalización de la indiferencia? Creo que sí. En el discurso político corriente en los Estados Unidos, los indubitables derechos del individuo se trasmutaron en la moderna doctrina del libertarismo. Esta doctrina no sólo pone a los derechos individuales en un pedestal sobre todos los demás

sino que también niega que la sociedad pueda reclamar a cada individuo que dé cuenta de su conducta en relación a los demás, además de respetar su libertad. Así, cada individuo es libre de definir como le parezca lo que es la virtud. Por otra parte, no da ninguna respuesta al tema del sufrimiento, que es la gran novedad de las Bienaventuranzas, en que Jesús proclama que los que sufren poseerán la tierra, serán llamados hijos de Dios y verán a Dios. Los resultados en los Estados Unidos son perturbadores. Una mortaja de corrupción se extiende sobre el gobierno, los bancos y otros sectores de la economía, incluyendo hasta la salud. Los libertarios arguyen que la creciente brecha entre ricos y pobres no es una causa que exija una respuesta política. En nombre de los derechos del individuo se deja que los pobres sigan sufriendo y que los súper-ricos se excusen de las exigencias de la virtud y de la común decencia. Tal vez los extraordinarios éxitos comerciales de Norteamérica significaban que las normas del mercado, REVISTA CRITERIO N° 2416


especialmente la libre decisión del consumidor, podrían, eventualmente, convertirse en las normas básicas de la sociedad misma. Tal vez la publicidad y los “mercaderes de la persuasión” en relaciones públicas convencieron a los norteamericanos de que la felicidad estribaba en una adquisición más, en una compra más. El mensaje imperioso del Papa al mundo –y que el mundo está escuchando– es que el camino superador de la indiferencia ante el sufrimiento de los otros se encuentra en revitalizar las virtudes evangélicas. Este es un mensaje convincente, creo yo, aunque resulte muy extraño a la mente moderna, en especial a la de los norteamericanos, que más bien esperarían un alegato por las responsabilidades legales –“debes pagar los impuestos”– que un llamado a las virtudes. En efecto, se inclinarían a descartar este tipo de llamados a la responsabilidad social (“tengo el derecho de guardar mi dinero, puesto que me lo he ganado”) pero, por lo menos, están familiarizados con el lenguaje de los derechos y de las responsabilidades. Sin embargo, el llamado a las virtudes es más profundo y, al final, más convincente. El Papa no viene a censurar sino como guía para ayudarnos a encontrar una solución a la pobreza del espíritu en la marea alta de la afluencia material. No está hablando el lenguaje de los derechos y responsabilidades sino del significado del hombre. Nos está diciendo que la dignidad no se encuentra sólo a través de los derechos individuales y en el libre mercado sino en el interior de cada persona que busca las virtudes de la caridad, la justicia y la compasión en solidaridad con el bien común. Esto, después de todo, es el mensaje de esperanza que congregó a multitudes para escuchar la prédica de Jesús. Como macro-economista intenté incluir el desafío de la compasión en los términos duros de las cuentas de ingreso nacional. Durante 20 JULIO 2015

años he tratado de trabajar el balance de la justicia social, por así decir, a los efectos de medir la escala de las inversiones necesarias para que la sociedad logre superar la pobreza extrema, controlar enfermedades epidémicas como el SIDA, la tuberculosis, la malaria y el Ébola, y convertir nuestros sistemas energéticos de combustibles fósiles, que alteran el clima, hacia fuentes seguras de bajo empleo de carbono, como la energía solar, eólica y las usinas geotérmicas e hidroeléctricas. La paradoja es que he encontrado, siempre, que con una mínima inversión de bienes materiales, tal vez un 2% ó 3% por año de nuestro ingreso mundial, podríamos movilizar nuestra excelencia tecnológica para terminar con los horrores de la pobreza extrema, la enfermedad y la degradación ambiental que causan un inmenso sufrimiento a nivel global y que de hecho ponen en peligro nuestra supervivencia. Sólo es cuestión de intentarlo. Estamos frente a una crisis moral, no una crisis material; encaramos un problema no de medios sino de fines. Como diría Aristóteles, poseemos la techné (el conocimiento tecnológico) pero no la phronesis (la sabiduría moral) para elegir la supervivencia y no la muerte. Las palabras cuentan, y el Evangelio tanto como las enseñanzas de Aristóteles, Buda y Confucio sobre el camino que lleva a la felici-

dad a través de la compasión pueden convertirse en indicadores de recuperación de la seguridad. Francisco llegará a los Estados Unidos y a las Naciones Unidas en ocasión de los 70 años de la ONU, momento en que 193 gobiernos del mundo han decidido reunirse para tomar medidas solidarias a favor de un mundo mejor. El 25 de septiembre el Papa hablará ante los líderes mundiales, seguramente la mayor reunión de jefes de estado y gobierno en la historia, cuando estos líderes debatan la adopción de nuevos Objetivos de Desarrollo Sustentable para las futuras generaciones. Éstos podrían convertirse en un faro para políticos, sociedad civil, activistas, científicos, empresarios y especialmente gente joven para volver a infundir compromisos de justicia social y sanidad ambiental en la política y en nuestra vida cotidiana. El mensaje de Francisco ayudará a incorporar un lenguaje universal de virtud y felicidad a los objetivos que serán adoptados por los estados miembros de las Naciones Unidas. Creo que con este aliento los Estados Unidos y el mundo serán impulsados hacia un curso mejor para la seguridad, la dignidad humana y el bienestar de las próximas generaciones.

Traducción de Antonio M. Battro

Jeffrey D. Sachs, economista, es profesor en la Universidad de Columbia en Nueva York y director del Earth Institute. Es consejero especial de Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas. Su libro más reciente es The Age of Sustainable Development (Columbia University Press, 2015). Ha participado recientemente en varias actividades de la Pontificia Academia de Ciencias, en particular en las sesiones sobre el desarrollo sustentable: Sustainable Humanity, Sustainable Nature: Our Responsibility www.pas.va/content/dam/accademia/pdf/es41/es41-sachs.pdf

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FILOSOFÍA

Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo. Doctor en Teología, Filosofía e Historia.

José Juan García

Putman: sentido del límite La visión de un filósofo que considera que la religión aporta el sentido del límite al pensamiento y la conducta humanas.

Hylary Putnam es un filósofo americano que da qué pensar, para usar una expresión cara a Paul Ricoeur. Con fortalezas y debilidades, es un testimonio vivo de que la filosofía es ejercicio del pensamiento en dirección directa a estimular la praxis. Hilary Putnam nació en Chicago en 1926. Debe su formación intelectual a la escuela analítica de origen neopositivista. Estudió Filosofía en la Universidad de Pensilvania y se doctoró en Los Ángeles en 1951. Se dedicó a la docencia universitaria en Princeton, luego en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y desde 1965 es profesor de Filosofía en Harvard. Confiesa haber leído a Kierkegaard

con devoción, pero también a Marx y a Freud. Hacia los cuarenta años, Putnam logró romper el cerco estrecho de la filosofía analítica, hija del positivismo lógico vienés. Durante los años sesenta, el filósofo se comprometió políticamente. Eran los años de la guerra de Vietnam. Optó por el marxismo y el maoísmo. Mucho más tarde dirá: “Hoy ya no soy maoísta ni marxista, pero una cosa me queda de ese período: la idea de que la filosofía no es simplemente una disciplina académica”. Después de leer atentamente a Jürgen Habermas y a Karl Otto Apel, Putnam abandona la filosofía analítica y se sitúa en el grupo de los filósofos pragmatistas clásicos americanos.

La cuestión religiosa Propio de un hombre que cree a me- respetable en sí mismo, no sea necedias, el filósofo alimenta la idea de sariamente bueno. Incluso porque que el sentido de lo sagrado, aunque desde lo sagrado se han justificado 38

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no pocas violencias. “Por esta razón en el siglo XIX se comenzó a decir: es necesario dejar de creer en lo sagrado. Y no alcanzaron a correr cien años para que hubiera dos dictadores terribles, ambos ateos: Stalin y Hitler”. Claro, habría que decir con la fuerza de la lógica que la historia no ganó en paz precisamente con el ateísmo sistemático. Giovanna Borradori le preguntó en torno a su judaísmo. Y le dijo: “Mi adhesión a la tradición hebrea representa un sentido del límite. Es casi un cliché citar el Talmud, pero a mí me gusta hacerlo todavía. Dice más o menos: no depende de nosotros acabar la tarea, pero tampoco somos libres de no llevar la carga. Para mí la religión significa, justamente, reflexionar sobre el sentido del límite humano”. Aquí llegamos al núcleo del tema en lo religioso de Putnam: la reflexión filosófica está en función del sentido del límite que la religión despierta. Y en este sentido se puede interpretar que él desea que los hombres desarrollen o conserven un sentido religioso, pues es dador de límites conductuales. De no ser así, Stalin y Hitler no hubiesen cometido tantos abusos. La conclusión está dotada de lógica. Nuestro autor profundiza más aún: “El problema del humanismo, como se ha desarrollado de Feuberbach en adelante, ha significado la dei-

ficación del hombre. No veo nada en este siglo que me haga desear la deificación del hombre. Como Ben Schwartz, pienso que el hombre es el peor dios que hay”. Obviamente nuestro autor da con lo cierto: el humanismo encorsetado en sí mismo termina asfixiando casi la condición humana, precisamente por falta de aire sobrehumano. Una consecuencia del reconocimiento de que “vivía en el lado religioso del mundo”, como él mismo afirma, fue su descubrimiento de Kierkegaard y Wittgenstein. ¿Cuáles son los filósofos que a Putnam no le agradan? Dirige sus críticas más acerbas contra los filósofos que alientan el relativismo. Para Putnam, el relativismo es simplemente “inconsistente e irresponsable”, es una “alternativa falsa”. Veamos que aunque en línea de pensamiento distante, es coincidente en esto con Agnes Heller, para quien el relativismo es falso porque “no apuesta” ni se compromete con ninguna verdad. Benedicto XVI, en su libro Luz del Mundo, advierte: “Gran parte de la filosofía actual consiste realmente en decir que el hombre no es capaz de la verdad. Pero, visto de ese modo, tampoco sería capaz de ética. No tendría parámetro alguno… y el único criterio que contaría sería, en todo caso, la opinión de la mayoría”.

ING. HORACIO C. REGGINI Paraguay 635, Buenos Aires, 1057 Argentina (54-11) 4311-4577 horacioreggini@gmail.com www.horacioreggini.com.ar

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Reflexiones finales A Putnam le asiste la razón en su descrédito del relativismo y el escepticismo a ultranza. Acaba con la posibilidad de que lo que pensamos y percibimos del mundo externo pueden ser meras opiniones o ilusiones. En cuanto a lo religioso, nos parece muy oportuno que todo filósofo no se niegue a considerar la dimensión teológica de la persona y de la sociedad. Y Putnam no es ciego. Su apuesta por lo religioso como sentido del límite es muy buena, y sirve para pensar en lo imprescindible que es ello para toda persona. La compleja dimensión de lo sagrado presente en lo humano puede traducirse en una válida herramienta de paz y cultura del encuentro.

ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO JORGE E. IVANCICH ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO (h.) GONZALO P. SIFONE

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ECUMENISMO

David J. Calvo

Pastor luterano.

Caminar hacia la unidad El diálogo es el camino en que todos los cristianos hemos de reencontrarnos para alcanzar la unidad querida por el Señor.

ron bautizados en el nombre de Pablo?” (I Corintios 1, 10-13). El ecumenismo es, junto con el diálogo interreligioso, una exigencia de los tiempos actuales, de un mundo fragmentado donde hay víctimas de la injusticia y la violencia, donde personas mueren de hambre, donde la identidad cultural y religiosa es atropellada, negados los derechos a un trabajo digno y una educación equitativa, donde la globalización –en lugar de brindar oportunidades para compartir un mundo más equitativo– termi-

Entendemos como ecumenismo todo lo que se realiza para manifestar y hacer presente en nuestra historia y en nuestra vida la unidad de la Iglesia.

Entendemos como ecumenismo todo lo que se realiza para manifestar y hacer presente en nuestra historia y en nuestra vida la unidad de la Iglesia, la unidad que Cristo mismo estableció. El ecumenismo es un llamado del Evangelio. La Iglesia que se presenta en los escritos del Nuevo Testamento vive el desafío y la tensión de ese llamado, se ve convocada a vivir la unidad porque Cristo no está fragmentado, como afirma el apóstol Pablo: “Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya divisiones entre ustedes y vivan en perfecta armonía, teniendo la misma manera de pensar y de sentir… ¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes fue40

na permitiendo explotar al prójimo y destruir el futuro de la vida en esta tierra, creación de Dios. Incluso se da la destrucción de seres humanos con argumentaciones supuestamente religiosas. Como cristianos, y en diálogo y cooperación con otras religiones y corrientes de pensamiento, hemos de servir unidos a la paz, a la justicia y al bien común, al restablecimiento de la integridad de la creación, respondiendo con una voz y una acción conjunta al clamor de los abandonados de nuestro tiempo, siendo fieles a la voluntad de nuestro Dios, Padre de paz, amor y justicia, a quien reconocemos revelado en Cristo Jesús, por obra del Espíritu Santo.

De asociación a comunión La Federación Luterana Mundial se constituyó en 1947 como “una asociación libre de iglesias” de la misma confesión de fe, iglesias regionales y nacionales unidas para reflexionar y actuar en respuesta a los desafíos del Evangelio y las realidades del mundo. El eje, hoy, ha pasado del rela-

cionarse entre sí con comprensiones y metas comunes de acción, a comprenderse como una comunión de iglesias, como Iglesia en comunión. Esto se aplica también a la unidad vivida en la Iglesia toda, trascendiendo nuestras particulares visiones y formas de expresar la fe. En otras REVISTA CRITERIO N° 2416


palabras, vivimos ya una comunión real, aunque incompleta.1 Cuando Juan Pablo II visitó la sede del Consejo Mundial de Iglesias en 1984 habló de la “comunión incompleta, y sin embargo real, que existe entre nosotros… Nuestras divisiones contrastan con la unidad ya existente, y son por eso mucho más escandalosas”.2 Hoy hablamos de unidad en la diversidad y su modelo es la unidad de Dios en la Santísima Trinidad. En ella encuentra la Iglesia su unidad: en la diversidad, los diversos carismas entretejen la unidad, don de la gracia.

En cuanto al diálogo ecuménico en nuestro país, hemos de recordar la firma del Testimonio Común del Bautismo entre las Iglesias: Católica, Evangélica del Río de la Plata y Evangélica Luterana Unida, presentado en 1987. También recordamos la firma de la Comunión Eclesiástica entre la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, la Iglesia Evangélica Valdense, las Iglesias Reformadas de la Argentina y la Iglesia Evangélica Luterana Unida en 1987. Además existen entidades de cooperación intereclesiástica, como la más anti-

gua que es la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y la Comisión Ecuménica de Iglesias Cristianas de la Argentina (CEICA), que incluye a las iglesias ortodoxas, a la anglicana, la católica y a las evangélicas, miembros del Consejo Mundial de Iglesias, y CRECE, Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo, que reúne a pentecostales y carismáticos católicos. También existen la Confederación Evangélica Pentecostal y ACIERA, la cual agrupa a iglesias evangélicas como los Hermanos Libres y otros.

El diálogo es el camino El papa Francisco, al recibir a la arzobispa primada de la Iglesia Luterana de Suecia, Antje Jackelén, recordó el decreto Unitatis Redintegratio del Concilio Vaticano II y afirmó: “Los católicos y luteranos deben buscar y promover la unidad en las diócesis, parroquias y comunidades de todo el mundo”. En ese sentido, mencionó el reciente documento Del conflicto a la comunión (Conmemoración conjunta Luterano-Católico Romana de la Reforma en el 2017).3 El camino del encuentro y del diálogo ecuménico entre cristianos se funda en el bautismo común en nombre de la Trinidad y con agua. Ese encuentro y diálogo reconoce que la unidad de

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la Iglesia es establecida por el mismo Jesucristo: la Iglesia es cuerpo del Señor, él es su cabeza. El diálogo es el camino en que unos y otros hemos de reencontrarnos, en el amor y la comprensión mutuos, alabando al único Señor y dando testimonio a todos de que en la crucifixión, resurrección y ascensión de Cristo Jesús se ofrece la salvación al mundo entero. El diálogo es una exigencia de la realidad del mundo de hoy, necesitado de sanación, de justicia, de solidaridad, de respeto por la dignidad humana y la diversidad de las culturas y creencias, y a favor de la integridad de la creación. El diálogo es un lla-

mado a cada bautizado, a cada uno de nosotros, como parte integral de la Iglesia Una y, desde nuestro lugar de compromiso de fe: manifestar nuestra unidad en el Señor para que el mundo crea. 1 Pour une theologie oecuménique (Église et sacrements. Eucharistie et ministéres. La vierge Marie), Du Cerf, París, 1900, citado en Enrique Cambón y Margarita Campo, Ecumenismo urgencia histórica, Ciudad Nueva, Montevideo, 1993, pág. 104. 2 Ibíd. pág. 105. 3 Federación Luterana Mundial-Sal térrea, Maliaño, Cantabria, España, distribuido por Ágape Libros, Argentina.

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CINE

Daniel Sendrós

Dos estrenos Una película argentina y otra italiana, con referencias a anteriores obras nacionales, se detienen en conflictos sociales y en la vida de un gran poeta.

La patota (ArgentinaBrasil-Francia, 2015); Dir.: Santiago Mitre. Octavio Fabiano, recordado cine clubista, solía programar como función doble una obra original y su remake, en ciclos que maliciosamente llamaba “Las odiosas comparaciones”. Sin malicia, pero con resultados un poquito odiosos, comparamos aquí dos películas nacionales de un mismo nombre y excusa argumental. Empecemos por La patota, de 1960, una historia moral que ya pasa el medio siglo pero todavía tiene sentido. La escribió Eduardo Borrás, exiliado español, guionista habitual de Hugo del Carril, y la filmó Daniel Tinayre en el Año del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, 1960, con Mirtha Legrand recién treintañera (aunque su personaje declare 24 años). En esa historia, una profesora idealista, recién recibida con honores, se acerca a un colegio nocturno para enseñar filosofía, algo abstruso para los alumnos, y es sorpresivamente atacada por un grupo de jóvenes, probablemente de la comunidad, que la dejan embarazada. Aún así, insiste en seguir cumpliendo su labor educativa en ese lugar. Incluso llega a enfrentarse con su padre, un juez retirado, que desdeña la labor de 42

su hija. A su lado sólo está el novio, médico practicante. En cambio, las autoridades del colegio, pretextando una moral católica, la expulsan. Sufre, pero al menos esos jóvenes reflexionan sobre el daño que le han hecho, se arrepienten y la ayudan. Eso, en la historia original de 1960, que abre con un texto de san Mateo (“Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces deberé perdonarlo?”) y cierra con una expresión de deseos firmada por los autores: “Si con esta película logramos evitar UNO SOLO de estos delitos que humillan la condición humana, nuestro propósito se habrá cumplido”. El propósito de la nueva versión pa-

rece otro, y también las intenciones de los personajes. ¿Reflexionarán acaso los jóvenes de esta nueva versión? ¿Alguien les inculcará responsabilidad y sentimiento de culpa? Pero antes, ¿qué piensa enseñarles la profesora? ¿Desde qué posición social mira a los alumnos? ¿Llega a comunicarse con ellos, como al fin se comunicaba la anterior? ¿Y por qué decide continuar con su embarazo y con su cargo? La anterior lo hacía por su formación religiosa y sentimiento social. En la nueva versión, escrita por Santiago Mitre y Mariano Llinás poco después del Bicentenario, ambientada en las afueras de Posadas, Mi-

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siones, el personaje principal es una joven abogada, hija de un juez en actividad, decidida a interrumpir su doctorado para poner en práctica un proyecto de enseñanza de derechos políticos en las escuelas. No lo hace por vocación docente, sino por el “qué dirán” de otros miembros del proyecto, a quienes, dicho sea de paso, jamás tendremos el gusto de conocer. Hay una discusión muy interesante al comienzo, sobre el distinto compromiso político de dos generaciones, donde el padre le pide argumentaciones y ella sólo emplea chicanas y viejas acusaciones de paternalismo y hasta racismo. En otros diálogos (ninguno de ese nivel), agregará desplantes y empecinamientos. Tampoco se entiende con los destinatarios del proyecto. Tal como quiere enseñarlo, sin ninguna habilidad didáctica, los chicos no le encuentran sentido (¿cómo puede decirles que el educador es empleado del educando?), no le reconocen autoridad,

y además la rechazan por “caté”, algo así como “finoli” en guaraní. Se quedan cortos. Ella es “iyag”, agria, antipática, en guaraní, “iyarhel” en yopará, amén de “pytaguá”, forastera. Para la educación popular politizada, que es lo que pretende, ignora las pautas de la Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire, abc del asunto desde hace también más de medio siglo. En síntesis, lo suyo es árido, contraproducente, peor que el paternalismo que le reprocha a su padre (dicho sea de paso, la pinta de indio malo que tiene el jefe de los agresores bien puede provocar sospechas de racismo en los autores del film). Pero esas consideraciones quizá queden como materia de discusión para militantes actuales de cualquier signo, si es que discuten algo constructivo en sus reuniones. Como en su anterior El estudiante, Santiago Mitre pone a la vista las limitaciones de los nuevos “salvadores de la Patria” y deja que el público opine. Y va todavía más allá

en la segunda parte de su historia, cuando pasa lo que pasa y la víctima se obstina en proteger a sus victimarios, no por piedad cristiana sino por un planteo ideológico: según ella, los asociales no pueden ser “criminalizados” porque son consecuencia de “la sociedad”. La culpa sería entonces sólo de la policía y demás instituciones del Estado, algo que el público común no querrá entenderle. No lo entiende ni siquiera el padre ni el novio, dedicado a la compra-venta de autos en Paraguay. Hay una escena clave. En la primera versión, el jefe del grupo es, sin embargo, un buen estudiante, empleado de taller, que quisiera hacer la universidad. Pero abandona el colegio. La profesora, aún sabiendo lo que ha hecho, lo visita en el trabajo para instarlo a que siga estudiando. “¿Ve usted rencor en mis ojos?”, lo tranquiliza. “Creo que en todo ser humano hay una cuota de luz”, había dicho en otra ocasión. En la versión nueva, el jefe del grupo no estudia, es peón de aserradero, y ella lo visita en el trabajo sólo para citarlo en “el lugar de los hechos”, sin explicarle sus propósitos. Que, por otras razones, nunca sabremos. Los alumnos le dirían “akahatá”, cabeza dura. Las feministas le dirán cosas peores. Sin embargo, lo suyo es coherente con un pensamiento impuesto en los últimos tiempos entre algunos que quieren salvar el mundo

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CINE

aún a pesar de sí mismos y del propio mundo. Coherente, y difícil de acompañar. Ese es el sentido de la toma final, donde ella camina porfiadamente sola, y eso es lo que cuenta Mitre, con algunos juegos modernosos de tiempo y lugar. No todos van a entender esa mirada. Particularmente elogiables, las caracterizaciones de Oscar Martínez en

el papel que antes hizo José Cibrián, y Cristian Salguero como el jefe del grupo (un actor misionero, padre de familia). Para discutir, entre otras cosas, la frase “Cuando hay pobres en el medio, la justicia no busca la verdad, busca culpables”, frase clasista y demagógica bastante peligrosa. Para rever, y apreciar de nuevo más allá de su estilo envejecido, La patota de 1960.

¿Reflexionarán acaso los jóvenes de esta nueva versión? ¿Alguien les inculcará responsabilidad y sentimiento de culpa?

más allá de su amargura y extensión. Como hemos dicho en algún otro lado, Leopardi, el joven fabuloso puede parecer tan largo como algunos de sus poemas, y como su propia agonía. Es un defecto, si, pero, ¿qué parte se podría cortar? Igual que en esos poemas, cada fragmento es de una belleza irreprochable, y entre todos nos acercan al alma acongojada de aquel hombre, tan pleno de inteligencia y de cultura, tan falto de salud, de libertad y de caricias. ¿Cortar, acaso, los breves recuerdos de una infancia orgullosa de lucir sus conocimientos, soñando con un futuro seguramente lleno de satisfacciones? ¿El temprano dominio sobre diversas lenguas, y el control de un

padre absolutista, frente al cual sólo por dentro podría alzar la voz? ¿Los momentos de calma pueblerina y de agobio por esa misma calma, amada y aplastante? “Siempre caro me fue este yermo cerro”, confesó al comienzo de El infinito (dicho sea de paso, qué hermoso es encontrar estos versos en internet, recitados por Vittorio Gassman). Hay que aceptar su duración, que a fin de cuentas no llega a dos horas y media, hay que agradecer que podemos escucharla en su lengua original, sin doblaje, y sumergirnos en su melancolía. “Así que en esta/ inmensidad se anega el pensamiento:/ y naufragar es dulce en este mar”. Tampoco podrían cortarse las esce-

Leopardi, el joven fabuloso (Il giovane favoloso, Italia, 2014); Dir.: Mario Martone. El cine suele abordar la biografía de novelistas y dramaturgos. Más difícil es representar la de un poeta. Nuestro cine lo hizo en Almafuerte (Luis César Amadori, 1949), que además era maestro rural, y bravo polemista, y en La calle junto a la luna, sobre Evaristo Carriego (Román Viñoly Barreto, 1951), en ambos casos encarnados por Narciso Ibáñez Menta, actor de preciosa entonación y figura pequeña, delgada, de rostro noble, ideales para encarnar personajes de espíritu sensible y dolorido. Irónicamente, más se lo recuerda por sus papeles en obras de terror, donde los personajes también tenían espíritu sensible y dolorido, pero solían ser rencorosos y de enorme ingenio para la venganza. Ahora es una película italiana la que se anima a contarnos la vida de un poeta, Giacomo Leopardi. La trae Anica, un organismo oficial de la península, ya que no parece negocio para los distribuidores comerciales, que la ven demasiado larga. Encima, con artistas aquí desconocidos sobre un escritor hoy medio ignorado, y cuya vida tampoco ofreció aventuras atractivas. El autor del desafío es Mario Martone, realizador entre otras obras de Morte de un matematico napoletano y Noi credevamo, dos historias de época dignas de conocerse 44

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nas donde se representa el peso de los chupacirios recelosos de cualquier posible pensamiento de incredulidad, donde la madre del poeta quiere imponer a los deudos la imposible alegría por una “decisión divina”, mientras el cura, de sólo escucharla retrocede. Fueron tiempos amargos, los que vivió Leopardi, y terrible la enfermedad que tempranamente le doblegó la espalda. Temprana también la “negra, bárbara, horrenda melancolía que me devora”, como le escribió a su primer editor, Pietro Giordani. Luego, el pesimismo hermosamente elaborado en sus Opúsculos morales, que le reprocharon tanto los clericales como los liberales. Y la hipocresía de otros escritores, la prepotente ignorancia de una casera, el doloroso disfrute de las alegrías ajenas, de la inalcanzable belleza femenina, y de los alimentos prohibidos por el médico, la mantenida lealtad de una hermana y un solo amigo, Antonio Ranieri, a quien muchos fácilmente criticaron y critican, atribuyendo a esa amistad secretas intenciones. Interpretada por un notable Elio Germano, mezcla de Massimo Troisi con Antonio Gasalla, la película ilustra meticulosamente la vida italiana de comienzos del siglo XIX, con escenas que parecen propias de las pinturas del romanticismo: la vida

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en Recanati, Florencia, Roma y Nápoles, un paisaje pastoril, las noches de tabernas y teatro (lo que permite presenciar una escena graciosa de Matilde di Shabran), una calle sumida en la peste del cólera, los días luminosos en la Torre del Greco, el inclinarse a palpar la tierra del labriego, la erupción nocturna del Vesubio, que motiva en Leopardi ese precioso poema de resignación que es “La retama”, sobre una plantita en la falda del volcán, como los pobrecitos hombres al borde del peligro:

Recuerda un poco la poesía de Juanele Ortiz, aquel entrerriano tan delgadito y bondadoso, de quien se han hecho unos cuantos documentales, pero nadie se animaría a rodar una biografía con actores.

“Y tú, lenta retama, que con fragantes hojas adornas estos campos desolados, también muy pronto a la cruel potencia sucumbirás del subterráneo fuego, que retornando al sitio ya conocido, extenderá su manto sobre tus tiernos tallos. Y, rendida, inclinarás bajo el terrible peso tu inocente cabeza; mas hasta entonces no la habrás doblado cobardemente suplicando, ante el futuro opresor, ni a las estrellas la habrás erguido con insano orgullo, ni en el desierto, donde lugar y nacimiento la suerte, no tu gusto, quiso darte; pero más sabia y sana que el hombre, no has pensado que tus débiles retoños, inmortales se hayan hecho por ti o por el destino”.

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MÚSICA

Norberto Padilla

Óperas del siglo XX en Buenos Aires A propósito de las piezas de Janacek, Milhaud y Britten representadas en la Ciudad.

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Buenos Aires es una ciudad rica y sorprendente en su oferta musical, variada y de calidad. Ejemplo de esto es que en los mismos fines de semana se han visto dos notables espectáculos, uno a precio módico y cuasi simbólico, y el otro directamente de acceso libre, con invitación discreta a dejar una contribución a la salida. La Usina del Arte es un centro cultural que, venciendo el mito de que quedaba fuera del centro, y por una mejora y seguridad del entorno, tiene ahora un público numeroso y consecuente. Conocía la sala grande de conciertos, esta vez la cita fue en la de cámara, con cabida para doscientos espectadores. Janacek y Milhaud fueron los compositores elegidos por Marcelo Lombardero, a quien debemos, entre otras muestras de su talento, la puesta de “Der König von Atlantis”, invitada luego a escenario parisiense; un muy discutible pero atractivo “Don Giovanni” para Buenos Aires Lírica; “Tristán e Isolda” y una Tetralogía interrumpida después del Prólogo por penurias presupuestarias en el Argentino de La Plata, teatro por cuya dirección pasó, al igual que la del Colón, sin olvidar “Bromas y lamentos”, un delicioso café concert del Renacimiento. En la temporada actual reemplaza a la cuestionada Katherine Wagner, nieta del músico, para la puesta de “Parsifal”. Leos Janacek, compositor checo, o más bien, moravo, nacido en el Reino de Bohemia en 1854, falleció cerca de su ciudad natal, Brno, para entonces Checoeslovaquia, en 1928, y allí reposan sus restos. Aunque buena parte de su existencia transcurrió en el siglo XIX, no es un anacronismo colocarlo entre los compositores del XX. Tras una primera etapa estuvo dentro del nacionalismo musical, con su rescate del acervo folklórico de Moravia, la ópera ”Jenufa” (1891) se inscribe en el realismo popular, y con su difusión mundial, el autor evoluciona del impresionismo al expresionismo y a la vanguardia euJULIO 2015

ropea. En el Colón se ha representado esta ópera (la vimos primero en alemán, luego en checo), y las posteriores “Katia Kabanová”, “El caso Makrópoulos” y “La zorrita astuta”, y solamente en DVD la lúgubre y trágica “De la casa de los muertos”, en base a Dostoievski. La primera de las dos obras del programa de la Usina del Arte no fue una ópera sino un ciclo de veintiún canciones más un número de piano solo, que el compositor quiso tuviera desarrollo escénico: “Diario de un desaparecido”. Se trata de un muchacho campesino que cae enamorado de una gitana, debatiéndose entre la pasión y su fe religiosa (perder la castidad, lo que efectivamente ocurre), y el disgusto que daría a sus padres. Con la perspectiva de un hijo por nacer, el joven deja todo y se va, y “de él no se supo más”, como seguía el título original, acortado luego. Janacek escribió a Kamilla Sosslová, que influyó fuertemente en su imagen del ser femenino: “...Y la gitana morena en mi Diario de un desaparecido, esa eras tú. Por eso hay tanto fuego emocional en la obra. Tanto fuego que si ambos nos viéramos atrapados, nos volveríamos cenizas....Y a lo largo de toda la obra, ¡yo pensaba en ti! Tú eras mi Žofka. Žofka con un niño en brazos, ¡y él corre detrás de ella!...”. Escrita para tenor, mezzosoprano, piano y tres voces femeninas en breve intervención, puede decirse con el recordado Julio Palacio que está ahí la “contundente originalidad” característica de un compositor “solitario e independiente” que “ni formó escuela ni tuvo imitadores directos”.1 La obra fue servida con todos los honores. El tenor Pablo Pollitzer fue intenso en su actuación, con una bella voz, y una formación que le permite frecuentar un repertorio que va de Monteverdi a Berg o a Gandini. Florencia Machado fue la seductora gitana con toda las condiciones que le valieron el Premio del Concurso Internacional de Canto, Teatro Colón 2012. Carlos Koffman se ganó

el aplauso entusiasta en una obra en que el piano también es protagonista, y en el número solista, clave. Siguió a Janacek el francés, de familia judía provenzal, Darius Milhaud (1892-1974), uno de los integrantes del Grupo de los Seis (con Arthur Honneger, Germaine Tailleferre, Georges Auric y Francis Poulenc). En 1916 se trasladó a Brasil como secretario del embajador francés, el gran escritor Paul Claudel, hoy injustamente olvidado, una especie de venganza póstuma de su hermana Camille. La estadía y la amistad se plasmaron en composiciones como “Saudades Brasileiras”, y en ciclos de canciones sobre poemas de Claudel (para barítono y piano). Claudel fue el autor de la obra a la que Milhaud puso música, “Christophe Colomb”, que se representó en el Colón en 1953, con dirección de Albert Wolff, Felipe Romito como regisseur y “excelente” Narrador, Jacques Janssen; Angel Mattiello, Matilde De Lupka y Eugenio Valori, estos tres últimos cantantes de quienes conservamos el mejor de los recuerdos.2 “El pobre marinero” (“Le pauvre matelot”) data de 1926, es una “complainte” (lamento) en tres breves actos sin solución de continuidad, con libreto de Jacques Cocteau (como se ve, Milhaud no se quedaba corto a la hora de elegir textos; ya lo hizo al recurrir a Francis Jammes para su primera ópera). La obra, estrenada en el destruido teatro Odeón en 1948, estuvo en cartel en 1999 para Juventus Lyrica y en el Colón en 2000. Es algo así como un Ulises al revés: en una localidad portuaria, una mujer espera el regreso de su esposo marinero que partió hace quince años. El bar, que regentea con su padre enfermo, está al borde de la quiebra. El “pobre marinero” llega, el amigo lo reconoce y, noblemente, porque ama a la mujer sin ser correspondido, lo urge al reencuentro conyugal. Pero el marinero, ahora un hombre rico, prefiere visitarla como mensajero del marido, con esta vuelta de tuerca: le 47


MÚSICA

dice que él es rico, y que su marido está por retornar, pero pobre y agobiado por las deudas. La mujer no reconoce en ese hombre al marido, (apenas, “las espaldas de los marineros se parecen”). Espera que el hombre se duerma y tras comprobar que efectivamente es rico, lo mata a martillazos. Con el padre, que no ha participado del crimen, esconde el cadáver. Ella se queda esperando, ahora sabemos que para siempre, a su esposo. Tremenda historia aparentemente, como “I Pagliacci”, sacada de la vida real. Milhaud recurre a un canto alternado, con pequeños motivos repetidos y rítmicos. Con los doce instrumentistas que dirigió Martín Sotelo, un notable grupo de cantantes dio vida a esta historia, que ocupó al parecer las crónicas policiales de la época. El pobre marinero, que de pobre no tenía nada, fue Gustavo López Manzitti, quien en 2014 nos impresionó muy bien como Idomeneo y tenemos referencias del éxito obtenido este año como Werther. Aunque su voz podía resultar demasiado voluminosa para la sala, tanto vocal como actoralmente, fue una interpretación de alto nivel. El resto de los intérpretes, también óptimos, fueron Graciela Oddone, la esposa; Hernán Iturralde, el padre (entre Scarpia y Don Pasquale para Buenos Aires Lyrica, prueba de su ductilidad como artista); y Víctor Torres, que compuso el rol de amigo con honda sensibilidad y dicción francesa excepcional. Marcelo Lombardero, director de escena, une las dos obras en quien se va y quien llega con el elemento común de la tela semitransparente de una ruta, detrás de la que están los instrumentistas, la gitana y las tres voces femeninas de breve intervención. Como ocurre en las puestas innovadoras, lo que dice 48

Britten fue prolífico en el género operístico, que en buena medida hemos conocido en estos lares.

el texto no siempre se corresponde con la escena, reparos que no disminuyen el valor visual y la tensión dramática logrados en ambas puestas. Fue un espectáculo realmente notable que confiamos vuelva a la Usina o a otros escenarios, como el público se lo merece. En el barrio de Almagro se fabricaban hasta alas de avión. La empresa quebró en los noventa y el edificio, IMPA, fue “recuperado por los trabajadores”. Testimonio de otros tiempos es el oscuro galpón y las maquinarias de grandes proporciones, ya inútiles. En la fábrica, que produce en pequeña escala, hay espacios culturales, educacionales y un museo. Este lugar, sorprendente como punto de partida, fue elegido por Lírica Lado B para un estreno de Britten. Al conjunto, talentoso y esforzado, se debe el rescate en años anteriores de obras poco conocidas (como un “Falstaff ” de Salieri). Su director, Camilo Santostefano, lo es a su vez de MusicaQuantica y del Coro de la Universidad de las Artes, en todo lo cual tiene bien ganado prestigio. Todo –espacio no convencional, músicos dedicados y talentosos– confluyó para la conmovedora experiencia que fue conocer una de las tres “fábulas de iglesia” de Benjamin Britten (1913-1976), “Curlew River” (se prefirió, con buen criterio, no intentar traducirlo por “Río de zarapitos”). Britten fue prolífico en el género operístico, que en buena medida hemos conocido en estos lares, como “Sueño de una noche de verano”, “Peter Grimes”, “Muerte en Venecia”, “Albert Herring”, “Una vuelta de tuerca”, más el Réquiem de Guerra recientemente y música instrumental y vocal. El “efecto Mal-

vinas” nos privó en su momento de “Billy Budd”, sobre el relato de Melville, ya que la acción transcurre en un buque de guerra británico. Quien haya podido conocerla en el exterior o en DVD sabe que es una ausencia para el Colón que debe ser reparada. Britten escribió tres “parábolas para ser ejecutadas en la iglesia”, con destino al templo en Orford, las otras dos son “El horno ardiente” y “El hijo pródigo”, que bien podrían tentar a Lírica Lado B en el futuro. El autor, tras un viaje a Japón, quedó impresionado por el teatro Noh, y lo tomó en una de sus variantes (la locura) con un elenco totalmente masculino, inclusive la Mujer Loca. Un coro monástico con salmos en latín marca el comienzo y el final de la obra: impresionante es el efecto y la perfección que alcanza. El abad (una revelación, el joven barítono Max Hochmuth) propone relatar una parábola, y comienza la acción. Al borde del río, el Barquero (barquero y mástil en la plástica composición del barítono Alejandro Spies, muy bueno vocalmente) espera con el Viajero (Gabriel Rabinovich, muy logrado), y otros pasajeros para cruzar de orilla. Incoherencias y lamentos se escuchan cada vez más cerca hasta que aparece quien los profiere, la Mujer Loca. El Barquero se resiste a embarcarla pero al fin lo hace y a medida que navegan nos enteramos de que busca desesperada a su hijo preadolescente secuestrado un año antes. Justamente, del otro lado del río, hay una tumba que se ha convertido en lugar de peregrinación; la Mujer comprende por el relato que le hacen que ahí yace su hijo. Horrorizada, rebelada contra Dios, es consolada y volcada a la oración REVISTA CRITERIO N° 2416


con la aparición del espíritu de la criatura (una voz verdaderamente celestial la de Constanza Leone). Todo esto, sobre una plataforma de maquinaria, excelente iluminación, el coro, monjes que pasan a ser parte de la parábola, con ropa fabril, y los cantantes con elementos muy simples para identificarlos, que visten en escena, más un pequeño grupo de instrumentistas y tres bailarines. El texto, de William Plomer, y la música conmueven y mantienen en permanente atención. Mención especial corresponde a Pablo Pollitzer, la Mujer Loca. Creáse o no, en el espacio de una hora, pasa de

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la Boca a Almagro y del checo al inglés, de varón a mujer, y vuelve a brindar una interpretación de tan alto sino de superior nivel. El fervor del público, que hace una larga cola para ingresar y en muchos casos no le importa quedar de pie, fue desbordante, impactado por este regalo para el espíritu. En síntesis, ha sido un privilegio disfrutar de estas tres obras de grandes exponentes de la música del siglo XX, y alentador en cuanto a la existencia de un cada vez mayor y mejor grupo de artistas y de mucha gente que responde incluso a propuestas pocos convencionales como éstas.

1 Palacio, Julio. El león y la zorrita, en Teatro Colón, temporada 2000, pág.32. Ver también en la misma revista: Leos Janácek, una pasión morava, por Pola Suárez Urtubey. 2 Valenti Ferro, Enzo. La Opera, pasión y encuentros, ed. Arte Gaglianone, 1994. Colón en el Colón: La Municipalidad porteña publicó entonces, cabe destacar por el obvio contraste, en pleno peronismo, una cuidada edición del texto de Claudel (seguramente en traducción de Ángel Battistesa). Milhaud escribió en 1947 una ópera, “Bolívar”, pero Juana Azurduy no figura en su catálogo.

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LIBROS

LA PLENITUD DE LA HISTORIA Durante una larga vida, que se acompasa más al tañido de una lira que al pulsar de una guitarra, he disfrutado del inefable placer de la lectura. Soy, en suma, un adicto verdaderamente fiel de la Galaxia Gutenberg. Recuerdo con viva emoción la voracidad con que leí La guerra del fin del mundo, el rico fresco epocal de Mario Vargas Llosa; la maravillosa aventura cósmica de Gran sertón: Veredas de Joao Guimarães Rosa; la inigualable evocación del mundo habsburgués en La marcha de Radetzky de Joseph Roth o el aliento trágico de Louis Ferdinand Cèline en su Viaje al fin de la noche. Ahora mismo acabo de concluir la lectura de un libro que me ha colmado de gozo y al que estimo como una manera de escribir sobre el pasado con un rigor y una gracia incomparables. Se trata de 1914 (De la paz a la guerra) de la historiadora inglesa Margaret MacMillan, editado

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por Turner, Madrid, 2013. La obra de la rectora del St. Antony Collage de Oxford, ha sido diseñada con una sobria elegancia que honra a la más exigente razón historiográfica. La autora ha reconstruido el pasado de comienzos del siglo XX, operando sagaces retropredicciones con una combinación alquímica entre la sólida presencia de las estructuras, la sutil interpretación del mundo finisecular y la conducta de los actores. El libro rebosa de anécdotas luminosas que ahorran páginas enteras de fatigosas explicaciones, como la del futurista Giacomo Balla quien llamó a sus hijas Luce, Elettricità y Elica (Hélice), en homenaje a las intuiciones que despertó su visita a la exposición universal de Paris en 1900. No puede sino recomendarse vivamente esta obra ejemplar, que fuera precedida por París 1919, el gran fresco de Versalles. Pero ahora se cierne la hora de los fantasmas, ya que la historia tiene también los suyos. Pienso en los repliegues de aquel tango iniciático

de Eduardo Arolas, El Marne, y recibo en la memoria la sombría premonición de Tucídires: “Vendrá una guerra dórica y con ella la muerte”. Nail Ferguson ha estimado en cerca de ciento noventa las víctimas de la violencia organizada en el seno de la especie humana. Es hora de dormir, ya que el sueño de la razón engendra monstruos, decía Goya. Marcelo Montserrat

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LIBROS

Un análisis moral y económico de la economía de mercado. Fundamentos y desafíos en una era global de Samuel Gregg Buenos Aires, 2015, Ediciones cooperativas

¿UN SOLO CAPITALISMO O VARIOS? La obra de Samuel Gregg resulta una lectura muy interesante y estimulante por diversos motivos. En primer lugar es una descripción fundamentada y amenamente redactada de los elementos esenciales de lo que el autor denomina la “sociedad comercial”, es decir, de los aspectos centrales del desarrollo económico en la modernidad, sobre todo en la primera parte del libro. Esta descripción de los fundamentos del sistema económico, que se han dado ligados al despliegue de la libertad, es importante hoy día puesto que, por un lado, sociedades como las denominadas “países emergentes” buscan ese desarrollo económico; y por otro, muchos países denominados avanzados, debido a que el fenómeno se produjo hace ya siglos, se encuentran ante disyuntivas al respecto. Otro aspecto destacable es que el autor se distancia de planteos espontáneos, mecánicos y evolutivos para enfatizar la necesidad de condiciones éticas e institucionales específicas para su funcionamiento. En cuanto a los elementos más importantes, se basa en la tradición que va de los antecedentes medievales, pasando por el Iluminismo escocés y el continental, hasta los autores actuales. Señala la importancia del rol del “interés propio”, la racionalidad del cálculo comercial y la virtud del “autocontrol”. Asimismo destaca el “imperativo creativo” en el rol del empresario, junto a la “sabiduría práctica” para la realización de emprendimientos. Explica la división del trabajo, la

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competencia, el rol del dinero, del crédito y de la banca, así como la necesidad crucial de la “confianza” en la vida comercial. Además, hace gala de imparcialidad al mencionar las críticas que tanto Adam Smith, como especialmente Adam Ferguson, realizan a la sociedad comercial en cuanto a las consecuencias de la pérdida de humanidad en el trabajo, de los vínculos afectivos y sociales. Luego desarrolla los elementos y condiciones del orden institucional como el derecho a la propiedad privada, la libertad de asociación, la libertad contractual, el imperio de la ley y las garantías constitucionales contra el gobierno arbitrario. El constitucionalismo, nacido de la convicción de imponer límites legales al gobierno, apunta a reducir la arbitrariedad, inconsistencia e incertidumbre con respecto a la aplicación de la ley que, se argumenta, tiene consecuencias en la inversión y el crecimiento económico. El estado en la sociedad comercial tiene el rol fundamental de hacer cumplir las leyes. Con respecto al problema de la concentración del poder privado y su influencia sobre el ámbito público, el autor asocia estos fenómenos a la acción del Estado y al corporativismo. Por lo que no se mencionan las leyes de defensa de la competencia que otros autores incluirían en el marco legal de la economía de mercado. En segundo lugar, la obra constituye una argumentación importante acerca de los peligros o desafíos que encuentra la sociedad comercial, que se realiza en la parte dos. A este respecto el autor destaca el expansionismo de la esfera política, las demandas igualitarias y la democracia. En esta

sección el hilo conductor es la tendencia a erosionar los principios y valores de la sociedad comercial por la injerencia del principio de igualdad, sustentado sobre todo por la lógica democrática. Con respecto a la concepción de la igualdad, el autor distingue entre igualdad a nivel de la “dignidad humana”, que sería compatible con la sociedad comercial, de la “igualdad de resultados”, que sería incompatible. El argumento es que si bien la sociedad comercial, debido a su productividad, mejora con el tiempo el estándar de vida de todos, requiere la aceptación de la desigualdad, dado que ésta constituye el incentivo para el avance y el crecimiento económico. A partir de este punto de vista se despliegan una serie de argumentos que critican los diversos intentos de impulsar la igualdad, desde propuestas como el comunismo, el keynesianismo, el populismo, el estado de bienestar y la “tercera vía”. En conclusión, la obra constituye un importante desarrollo de los principios económicos, institucionales y morales del aspecto económico de la sociedad moderna, y una valoración desde una interpretación bien argumentada, que, sin duda, es una gran oportunidad para la reflexión y el debate académico y de políticas públicas. Marcelo F. Resico 1 Acemoglu Daron and Robinson James, (2012) Why Nations Fail? The Origins of Power, Prosperity, and Poverty, Crown Business, New York.

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LIBROS

Doce noches. 2001. El fracaso de la alianza. El golpe peronista y el origen del kirchnerismo de Ceferino Reato Sudamericana, Bs. As., 2015.

EL 2001 EN SU VERDADERA DIMENSIÓN Después de haber exhibido discretamente la rara virtud de poseer una llamativa ecuanimidad en el tratamiento de temáticas ardientes del reciente pasado argentino, Ceferino Reato se enfrenta, en esta nueva entrega de una vívida expresión del actual periodismo de investigación, con uno de los momentos más dramáticos de la historia argentina contemporánea: el 2001, número fatídico si los hay para el imaginario autóctono. Elegir un objeto de este porte tan cargado de significación simbólica como contenido de una pesquisa es animarse con una brasa ardiendo, pero la presteza de Reato –nutrida de su formación en ciencias políticas–, y de la cual ya diera muestras en entregas anteriores, le permite salir indemne de un lance surcado de rugosidades y desfiladeros. El resultado exhibe un respetable calado, donde a partir del dato anecdótico el autor deja a nuestra disposición un material adecuado para vislumbrar la dramaticidad del momento, también su pirotecnia. Una vez que ha procurado una reseña sobre las diversas inter-

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pretaciones de los datos históricos, en la que describe visiones diferentes y aún opuestas sobre la misma realidad tal como ella aconteciera, el autor de Operación Primicia y Disposición Final pasa una minuciosa revista a todas las instancias que se presentan en el desarrollo de los acontecimientos. En esta trama Reato refiere de un modo preferente a las entretelas del poder, a la intimidad de los protagonistas, donde como en una marmita crepitan los elementos más característicos y auténticamente dignos de la Commedia dell’arte. Como género, ella mezcla elementos del teatro literario renacentista con tradiciones carnavalescas, recursos mímicos y hasta pequeñas habilidades acrobáticas. Todo este mundo fascinante está de alguna manera presente en estas doce inolvidables noches que constituyen el marco de la obra, y que Reato va mostrando de puntillas, con respeto y con pudor, pero también con inexorable contundencia. En verdad, el autor no necesita demasiadas adjetivaciones porque los hechos hablan por sí mismos. En este texto se cocinan ensoñaciones utópicas, oscuros deseos tanto conscientes como inconscientes, también sentimientos sublimes y

bajezas sin cuento, y dicho sin eufemismos, amores y odios implacables, junto a un revoltijo de ideas sensatas y abtrusas, y finalmente un sinfín de apetencias que cristalizan en secretas pasiones. De este modo, en Doce noches… los hombres se revelan, a través del ojo discreto del autor, en su real identidad y en su verdadera dimensión. El libro de Reato procura un poco de orden en ese bullente caldero para poner en evidencia con la mayor claridad posible la trama del proceso, pero no se propone conclusiones definitivas, seguramente porque no puede haberlas, mientras en cada interpretación cabalgan tonos diferentes conforme a las diversas subjetividades de los protagonistas. Es un modo también de mostrar por parte del autor su respeto por la libertad y la dignidad humana del lector. Roberto Bosca

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LIBROS

Años dorados de la cultura argentina. Los hermanos María Rosa y Raimundo Lida y el Instituto de Filología antes del peronismo de Miranda Lida EUDEBA, Buenos Aires, 2014.

PERIPLOS INTELECTUALES Para Miranda Lida los mejores años del Instituto de Filología comenzaron en 1927 y llegaron hasta 1946, cuando irrumpió el movimiento peronista. Coincide con una época de Buenos Aires de inmigración reciente o en curso, heterogeneidad étnica, transformaciones variadas, movilidad ascendente, integración y recomposición sociales. Esta mixtura constituye el humus sociocultural en el cual nacen, crecen y florecen las vocaciones de los hermanos Ernesto, nacido Mendel –luego médico–; Raimundo Max –antes Sigmund Meier (1908-1979)– y María Rosa Lida (1910-1962) –en la intimidad, Miriam Shoshana–. Inmigrantes askenazis, Ernesto y Raimundo llegaron niños en 1909 de Lemberg, entonces del Imperio Austro-Húngaro. María Rosa Lida nació en Buenos Aires. Miranda Lida (Buenos Aires, 1970), nieta de Raimundo Lida y Leonor García, propone “rasgar el velo del mito de los hermanos Lida”, presentar a “los personajes de carne y hueso que se descubren por detrás de la leyenda, con sus fortalezas y debilidades, vacilaciones y certezas”. Al igual que

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il n’y a point de héros pour son valet de chambre, no lo hay para quien revisa y contrasta el epistolario con las tradiciones familiares orales y otros documentos. Adelanta, entonces, una “mezcla de varios géneros al mismo tiempo, biografía, historia social, cultural, política, intelectual e incluso urbana”, cuya redacción podría acendrarse, pese a la obvia voluntad de estilo de la historiadora. Expone la historia menuda, como el uso particular de la lengua de los hermanos Lida, portadores del tú en vez del vos porteño; la oposición Lida al matrimonio de Raimundo con la no judía Leonor García –y la ruptura que prohijó– frente a su regocijo por el enlace de María Rosa con Yakov Malkiel. Se anotan los gustos musicales de los hermanos; el cosmopolitismo integrador de Raimundo frente al sectarismo askenazi de María Rosa; la necesidad de ésta de vencer obstáculos puestos por razón de su género; los trabajos pedestres de los hermanos; el repudio creciente de Raimundo por laborar sobre temas poco atractivos no obstante la remuneración ofrecida. La aspiración de entrelazar los aspectos mencionados se alcanza en especial en los capítulos VII, “Dorados años treinta”; VIII, “El

mundo según María Rosa”; y IX, “Raimundo, de Sur a norte”, de los cuales el primero recuerda la aseveración “ni década ni infame” (para el período marcado entre 1930-1943) y los dos últimos enfocan a los hermanos en sus valiosos periplos intelectuales en la Argentina y, después, en el extranjero, donde tuvieron más alto y mayor reconocimiento. Años dorados de la cultura argentina se presenta en diez capítulos, con unas “Palabras preliminares. Agradecimientos”, una “Introducción”, y sus “Fuentes y bibliografía”, junto a iconografía dispersa por el volumen. Da al lector una excelente oportunidad de conocer la intrahistoria de los hermanos Lida y, por medio de ella, la de una época brillante de la cultura argentina y, en ésta, del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. Martín Jamieson

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LIBROS

Ernst Ingmar Bergman. Una aproximación filosófico-teológica a su mundo iconográfico de Gaspar Risco Fernández. Alción Editora, Córdoba, 2014.

EL CINE DEL ROSTRO Gaspar Risco Fernández se licenció en Filosofía y Teología en Salamanca en los años ‘50. Ya entonces incursionaba en el cineclubismo y daba los primeros pasos en “la aproximación filosófico-teológica del mundo iconográfico de Ernst Ingmar Bergman”. Todo ello fructificó en una larga y fecunda carrera como filósofo, teólogo, cinéfilo y hombre de la cultura. Su vigilia de libros y filmes y la enjundia para tratar lo teológico, lo filosófico y la cinematografía bergmaniana hacen de este libro un hito esencial de la reflexión sobre el cine-arte de nuestro tiempo. La clave de lectura introductoria que propone Risco Fernández para abordar la temprana summa filmográfica de Bergman es la de aproximarnos al misterio bergmaniano empatizando y reviviendo el misterio personal del cineasta sueco junto con nuestro propio misterio. La creación fílmica de Bergman recorre el itinerario de la máscara teatral al rostro cinematográfico. Todo pareciera indicar –subraya Risco aquí– “que el rostro es el lugar del gran advenimiento”. El director de El Mago y de Persona profesa una “obsesión por estrujar los rostros humanos para inducir la presencia del misterio… (y así) veremos cómo este microdrama de las máscaras se va transfigurando en una liturgia de la carne espiritualizada (epifanía

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del rostro)”. Así el cine del rostro, sello cinematográfico de Dreyer a Bergman, se convierte en el momento agraciado para patentizar la misteriosidad del otro en el misterio del rostro. El “kairós de la imagen” lo llama Risco. En la “trilogía de la fe” bergmaniana, señala Risco –Detrás de un vidrio oscuro, Los comulgantes y El silencio–, se nos muestra el entrelazamiento de luz y tinieblas, comunicación e incomunicación, amor y desamor. Y Bergman, dice Risco, decide pasar su noche oscura con un saber de salvación. En Detrás de un vidrio oscuro se nos da cuenta de ello, y bien se dice a este respecto que “se sabe del amor amando; ¿por qué, para saber de Dios, que es Amor, no va a ser necesario empezar a amar?”. Risco afirma que en esta filmografía se vislumbra, incluso quizá a pesar del propio Bergman, que sólo el Misterio Pascual puede responder satisfactoriamente a una búsqueda existencial planteada en estos términos. El Verbo que se hizo carne es el que franquea el paradójico cometido humano de que permanezcamos en nuestra condición creada y carnal para saciarnos de eternidad amante. Del Cantar de los Cantares al Himno a la Caridad de san Pablo se viene poetizando esa sabiduría del amor puesta en palabras, música y silencio; vislumbrada en el claroscuro del misterio de luces y tinieblas. La Carta a los Corintios del apóstol Pa-

blo expresa esa transfiguración que nos permitirá pasar del ver “a través de un vidrio oscuro” al ver “cara a cara”. Allí se nos dice que “cuando alcancemos nuestra adultez perfecta, conoceremos (amaremos) a Dios como Él nos conoce (ama); lo amaremos como Él nos ama y lo veremos cara a cara”. Así Risco Fernández nos conduce a esta aproximación al misterio bergmaniano, que nos urge por las solicitaciones del amor al otro que nos constituye en nosotros mismos. Testimonio fílmico impar del “amo, luego soy”, réplica del decir de san Pablo que afirma que sin amor nada soy. Tras esa huella el cine del rostro de Bergman nos viene susurrando y dejando entrever cromofónicamente, con balbuceos y claroscuros, nuestra verdad primordial, la de la sabiduría del amor: somos amados, luego somos (amamur, ergo sumus). Ramón Eduardo Ruiz Pesce

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LIBROS

Ciberteología. Pensar el cristianismo en tiempos de la red. de Antonio Spadaro Biblioteca Herder, Barcelona, 2014. 185 págs.

UN LUGAR DE COMUNIÓN La Ciberteología se anuncia como un título desafiante. Pero su autor, el padre Antonio Spadaro, es un sacerdote jesuita italiano que conoce bien la temática que aborda. Es el actual director de la revista La Civiltà Cattolica, que editan los jesuitas romanos desde la segunda mitad del siglo XIX y que tradicionalmente ha sido seguida desde cerca por la Secretaría de Estado vaticana. En la revista, Spadaro ha venido publicando varios artículos sobre las cuestiones que ahora trata en su libro. El prólogo fue redactado por el mismo autor, quien plantea desde un comienzo la pregunta que a lo largo del libro se intentará responder en sus múltiples facetas: “si la red cambia nuestro modo de vivir y de pensar, ¿no cambiará (ya lo está cambiando) también nuestro modo de pensar y vivir la fe?”. Se trata de un terreno “todavía salvaje y poco visitado”, lo que parece contradecirse con la abundantísima bibliografía contemporánea que el autor cita a lo largo de su libro. Buena parte de ella consiste en las citas del magisterio pontificio, particularmente de Juan Pablo II y Benedicto XVI, donde se subraya el significado profundo de la comunicación y sus medios, que ejercen una profunda influencia en las personas. El cristianismo, se dirá, es fundamentalmente un evento comunicativo. Se subraya, en este sentido, que la red, un prodigio técnico y electrónico, es ante todo más que un lugar: un espacio, un ambiente antropológico y cultural. Spadaro identifica siete ámbitos

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en los que confluyen teología y cibernética en la Ciberteología. Estos son: la teología pastoral, la teología aplicada, la aplicación de categorías teológicas a la comunicación, el uso de instrumentos de comunicación para analizar textos religiosos, el uso de contenidos (películas, televisión, música…) para promover la reflexión teológica, el estudio de la comunicación como contexto para la teología y el uso de las estructuras de comunicación para modular la reflexión teológica. Estos dos últimos son los que interesan particularmente al autor. En realidad, dice Spadaro, en estos temas se ha prestado más atención a lo religioso que a lo teológico específicamente: “la reflexión ciberteológica ha empezado, pero no estamos seguros de su estatuto epistemológico”, lo que no le impide hipotetizar que se trata de “la inteligencia de la fe en tiempos de la red…en un tiempo en que la lógica de la red marca el modo de pensar, conocer, comunicar y vivir”. Así, es un hecho que “en la red se advierte un número de necesidades religiosas que la ‘tradición’ religiosa apenas consigue satisfacer”. Junto con ello, se constata que “el hombre contemporáneo está acostumbrado más que a buscar señales… a recibirlas incluso sin buscarlas”, un mundo donde la publicidad “ofrece respuestas a preguntas que todavía no se han formulado”, de donde surge la importancia del discernimiento. Si en un comienzo la red era de páginas y contenidos, luego se pasó a una red de relaciones entre personas, debiéndose analizar la nueva valencia de los conceptos de persona, de prójimo y de encuentro en la

red. Para los cristianos el desafío es convertir la red en un lugar de comunión y no sólo de conexión. En este sentido, Spadaro recuerda que “la vida y su significado no se agotan en una red horizontal, sino que el hombre siempre está orientado a la trascendencia” y que “la lógica de la gracia es diferente a la lógica de la información”. Del mismo modo, si bien “la evidencia como criterio de verdad parece perder todo significado” y “hoy la imagen es un producto autónomo completamente independiente de lo real, puro fruto de la creatividad humana”, “la realidad del acontecimiento litúrgico no es nunca reducible a la información que tenemos de éste”. Todo ello Spadaro lo presenta como un desafío que vale la pena encarar, ya que “el deseo de Dios surge potente también en este nuevo plano de la existencia en busca de formas de expresión”. Afirma también que “quizá el genio religioso que, entre sombras y ambigüedades por resolver, mejor ha captado este desafío… es el sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin” con su concepto de noosfera, en su libro El fenómeno humano. Teilhard ve al mundo como “una gran red interconectada que tiende hacia un punto de salvación”. “La red viene a ser una etapa del camino de la humanidad movido, estimulado y guiado por Dios”. La red es entonces parte “de ese único ‘medio divino’, que es nuestro mundo”. Vicente Espeche Gil

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LECTURAS

José María Poirier

La originalidad de Piglia El escritor argentino Ricardo Piglia (1941), autor de la notable novela Respiración artificial (1980), recibirá en septiembre el prestigioso Premio Formentor por “una obra narrativa que se desenvuelve armónicamente entre la originalidad y la cultura popular y la tradición más exigente”.

Con el Premio Formentor, Ricardo Piglia se suma a la lista de Samuel Beckett, Jorge Semprún, Witold Gombrowicz, Carlos Fuentes y Jorge Luis Borges. Estudió Historia en la Universidad de La Plata y estuvo vinculado con la revista El escarabajo de oro, que dirigía Abelardo Castillo. Fue docente en las universidades de Buenos Aires y Princeton. “Para mí se trata de enseñar un modo de leer”, dijo en noviembre de 1999 a esta revista, en una larga entrevista cuando ya era un narrador consagrado. Como ensayista se ocupó de Arlt, Faulkner, Cortázar, Macedonio Fernández y en especial de Borges. A la pregunta de por qué se había dedicado a la distancia entre Roberto Arlt y Jorge Luis Borges, un excluido y un consagrado, Piglia respondía que “la oposición la encontré hecha y condensaba en una serie de debates, algunos en la línea del excluido y el consagrado, el de izquierda y el conservador, el que escribía mal y el que escribía bien, el que era argentino y el que era cosmopolita extranjerizante… eran como banderas de la literatura argentina”. A propósito de Manuel Puig y Juan José Saer, de56

cía: “Puig intenta una relación entre la alta cultura y la cultura de masas, una mediación con variedad de géneros, mientras que Saer es la ruptura tajante”. Más adelante, a propósito de su tarea, explicaba: “Yo diferencio la lectura de un escritor de la del crítico; me interesan autores como Ítalo Calvino o John Berger, que están en una zona nueva”. A la pregunta de cómo llegó a la literatura, refirió: “Hay como una especie de mito de origen, una imagen que se da en el momento en el que cambia la relación con el lenguaje, cuando uno advierte que el lenguaje se puede buscar de otro modo. En mi caso tiene que ver con mi familia: me crié en Adrogué, mi padre, que era peronista, decidió trasladar la familia a Mar del Plata en 1957, cuando yo tenía 16 años. Viví eso como un exilio y empecé a escribir un diario como modo de fijar, de retener, aquello que se estaba perdiendo. Ahí creo que fue el punto de partida”. En lo político se definió como un hombre de izquierda, de fluida relación con el pensamiento marxista y con esa manera de entender el proceso cultural. “Provengo de una familia católica y me formé en un

colegio religioso. Viví una etapa de alejamiento de la fe cristiana luego de haber sido, hasta bien entrada mi adolescencia, un católico practicante. Después la religión ha sido un punto de referencia y también una crítica al capitalismo, a la idea de que se ha secularizado todo y de que el dinero es el árbitro de los valores”. Confesó su interés por Alberto Laiseca, Vlady Kociancich y Pablo De Santis. Además, su admiración por Antonio Di Benedetto, Abelardo Castillo y Hebe Uhart. Comentó estar releyendo el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal y los cuentos de Ezequiel Martínez Estrada. Poetas como Vallejo, Cernuda, Salinas, Guillén y Juan L. Ortiz son compañeros persistentes. Entre los más jóvenes, Arturo Carrera. Cuando le observamos que, a nuestro juicio, Respiración Artificial había sido su mejor momento literario, Piglia agregó: “A veces también yo lo pienso”. Para él, “la literatura no es solamente un conjunto de usos de lenguaje con ciertos elementos específicos, también ha sido siempre un lugar donde la sociedad ha discutido otras cosas, con un criterio distinto de la discusión cotidiana”. REVISTA CRITERIO N° 2416


CUENTO

Al abrigo A diez años de la muerte del escritor, ensayista y poeta Juan José Saer, autor de El limonero real, Glosa y El Entenado, publicamos su cuento “Al abrigo”.

El diario revelaba, día a día, los problemas sentimentales de su autora y el mueblero.

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Un comerciante de muebles que acababa de comprar un sillón de segunda mano descubrió una vez que en un hueco del respaldo una de sus antiguas propietarias había ocultado su diario íntimo. Por alguna razón –muerte, olvido, fuga precipitada, embargo– el diario había quedado ahí, y el comerciante, experto en construcción de muebles, lo había encontrado por casualidad al palpar el respaldo para probar su solidez. Ese día se quedó hasta tarde

en el negocio abarrotado de camas, sillas, mesas y roperos, leyendo en la trastienda el diario íntimo a la luz de la lámpara, inclinado sobre el escritorio. El diario revelaba, día a día, los problemas sentimentales de su autora; y el mueblero, que era un hombre inteligente y discreto, comprendió enseguida que la mujer había vivido disimulando su verdadera personalidad y que por un azar inconcebible, él la conocía mucho mejor que las personas que habían 57


CUENTO

vivido junto a ella y que aparecían mencionadas en el diario. El mueblero se quedó pensativo. Durante un buen rato, la idea de que alguien pudiese tener en su casa, al abrigo del mundo, algo escondido –un diario, o lo que fuese–, le parecía extraña, casi imposible, hasta que unos minutos después, en el momento en que se levantaba y empezaba a poner en orden su escritorio antes de irse para su casa, se percató, no sin estupor, de que él mismo tenía, en alguna parte, cosas ocultas de las que el mundo ignoraba la existencia. En su casa, por ejemplo, en el altillo, en una caja de lata disimulada entre revistas viejas y trastos inútiles, el mueblero tenía guardado un rollo de billetes, que iba engrosando de tanto en tanto, y cuya existencia hasta su mujer y sus hijos desconocían; el mueblero no podía decir de un modo preciso con qué objeto

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guardaba esos billetes, pero poco a poco lo fue ganando la desagradable certidumbre de que su vida entera se definía no por sus actividades cotidianas ejercidas a la luz del día, sino por ese rollo de billetes que se carcomía en el desván. Y que de todos los actos, el fundamental era, sin duda, el de agregar de vez en cuando un billete al rollo carcomido. Mientras encendía el letrero luminoso que llenaba de una luz violeta el aire negro por encima de la vereda, el mueblero fue asaltado por otro recuerdo: buscando un sacapuntas en la pieza de su hijo mayor, había encontrado por casualidad una serie de fotografías pornográficas que su hijo escondía en el cajón de la cómoda. El mueblero las había vuelto a dejar rápidamente en su lugar, menos por pudor que por el temor de que su hijo pensase que el tenía la costumbre de hurgar en sus cosas. Durante la

cena, el mueblero se puso a observar a su mujer: por primera vez después de treinta años le venía a la cabeza la idea de que también ella debía guardar algo oculto, algo tan propio y tan profundamente hundido que, aunque ella misma lo quisiese, ni siquiera la tortura podría hacérselo confesar. El mueblero sintió una especie de vértigo. No era el miedo banal a ser traicionado o estafado lo que le hacía dar vueltas en la cabeza como un vino que sube, sino la certidumbre de que, justo cuando estaba en el umbral de la vejez, iba tal vez a verse obligado a modificar las nociones más elementales que constituían su vida. O lo que el había llamado su vida: porque su vida, su verdadera vida, según su nueva intuición, transcurría en alguna parte, en lo negro, al abrigo de los acontecimientos, y parecía más inalcanzable que el arrabal del universo.

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