Revista Criterio - 2425 Mayo 2016

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Criterio DIRECTOR José María Poirier VICEDIRECTORES Gustavo Irrazábal y Diego Botana SECRETARIA DE REDACCIÓN Romina Ryan CONSEJO DE REDACCIÓN Enrique Aguilar, Pedro Antonini, María Bestani, Carlos Chevallier Boutell,Vicente Espeche Gil, Alejandro Frere, Elena Kiyamu, Eduardo López Rivarola, Luis D. Mendiola, Ricardo Murtagh, Juan G. Navarro Floria, Ernesto A. O’Connor, Pedro von Eyken, Norberto Padilla, Arturo Prins, Ángela Sannuti y Claudia Touris. CONSULTORES Maria Clara Bingemer (Río de Janeiro), Antonio M. Battro, Natalio Botana, Rafael Braun, Pablo Capanna, Bruno Forte (Chieti-Vasto), Carlos M. Galli, Olegario G. de Cardedal (Salamanca), Víctor M. Fernández, Austen Ivereigh (Londres), Roberto Di Stefano, Santiago Kovadloff, Juan J. Llach, Marcelo Montserrat, Laura Moreno (Madrid) y Rafael Velasco. DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y PRODUCCIÓN GRÁFICA: Juan Cordero Impresión: Latin Gráfica S.R.L.

FUNDADA EN 1928 - AÑO LXXXVII / Nº 2425 / MAYO 2016

5.

EDITORIAL. Juegos de azar, una muestra de la desmesura argentina

8. AMORIS LAETITIA.

Entre la verdad y la misericordia. GUSTAVO IRRAZÁBAL

12.

AMORIS LAETITIA. Aire fresco y mirada optimista sobre la familia. M. MARCELA MAZZINI

15.

POLÍTICA. El lugar de las víctimas en el discurso presidencial.

DAMIÁN FERNÁNDEZ

PEDEMONTE.

18. OPINIÓN.

Pobreza según UCA: ¿estimación o conjetura? JUAN CARLOS DE PABLO

20. TESTIMONIO.

Cuarenta años sin arrepentimiento ni perdón. JORGE CASARETTO

22. ECONOMÍA.

El cambio en América latina, ante el fin de un ciclo económico. ERNESTO A. O’CONNOR

25. INTERNACIONAL.

Los fundamentalistas ante el psicoanálisis. NATHALIE SARTHOU-LAJUS (PARÍS)

30.

REFLEXIÓN. Sin dignidad para todos no hay unión posible. ALEJANDRO KATZ

36.

ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. Una razón de nuestro atraso. ARTURO PRINS

37.

ECONOMÍA SOCIAL. L. J. Lebret: pionero de otro desarrollo. ELOY MEALLA

40.

Suscripciones para la Argentina: Precio de tapa $ 110 Anual $ 1260 Semestral $ 630 Débito mensual por tarjeta: $ 105 Suscripciones anuales para exterior: Países limítrofes U$S 180 Resto de América y del mundo U$S 260 Cheques y Giros extendidos a la orden de Fundación Criterio. Está prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición de CRITERIO amparada por la ley 11.723. Registro de Propiedad Intelectual Nº 672.062. ISSN 0011-1473. Impreso en la Argentina.

TESTIMONIO. La Última Cena y la Eucaristía. MIKE HALL

Es una publicación de Fundación Criterio. Tucumán 1438 - PB (C1050AAD) Buenos Aires Telefax: 4371-6889 / Tel.: 4371-6759 comunicacion@revistacriterio.com.ar www.revistacriterio.com.ar Horario de oficina: lunes a viernes de 10 a 16 hs.

LECTURAS. La Palabra de Dios según Erri de Luca y Emmanuel Carrere. ALBERTO ESPEZEL

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42. PSICOLOGÍA.

La personalidad autoritaria. HUGO POLCAN

44.

SOCIEDAD. Ética de la ingeniería: una materia pendiente. HORACIO C. REGGINI

46.

CULTURA. Michel Legrand brilló en un inolvidable concierto en el Colón. PABLO DE VITA

48.

CINE. La pareja en cuatro películas recientes. DANIEL SENDRÓS

51. 54.

LECTURAS. La reconciliación ¿una cuestión necesaria? RICARDO MURTAGH

56. LIBROS. 58. CORREO.

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EDITORIAL

Juegos de azar, una muestra de la desmesura argentina Entre los diversos temas que la opinión pública conoce a partir de denuncias formuladas por referentes políticos de la oposición o del propio oficialismo, los juegos de azar ocupan un lugar preponderante. Sin embargo, esta materia está atravesada por variedad de argumentos que se superponen, sin voces mesuradas que expliquen racionalmente lo que implica. En la actualidad, en la Argentina las casas de juego están abiertas permanentemente, listas para recibir a sus clientes. Tanto en la ciudad de Buenos Aires como en el conurbano y la mayoría de las ciudades del interior del país se brinda una enorme cantidad de oferta lúdica, signada principalmente por las denominadas máquinas tragamonedas, casinos y bingos (oferta que hasta unas décadas atrás se limitaba a las ciudades de veraneo). MAYO 2016

En los medios se formulan graves denuncias: el juego no es bueno porque extrae recursos de las clases más pobres, genera malos hábitos, es caldo de cultivo para otras actividades ilícitas (el manejo de efectivo que se presta para el lavado de dinero y la corrupción), financia de manera opaca la política y tiene conexiones con el narcotráfico y la prostitución. Por otra parte, se habla también del problema de la ludopatía, la adicción al juego que afecta la vida y la salud de las personas, que no pueden detener su pulsión a jugar y ponen en riesgo su patrimonio y sus familias. Desde antaño, los juegos de azar han tenido una connotación negativa. Esto tiene que ver con la dimensión moral. Vale decir, se los considera una actividad cuyo desarrollo no es bueno. Una somera revisión de las

leyes originales de la lotería de beneficencia, en los albores del siglo XX, permite confirmarlo, cuando se sostenía que los juegos de azar no eran una actividad a promover; no obstante al Estado le competía su regulación para aplicar su producido a fines sociales (escuelas, educación, salud, desarrollo social, etc.). Pareciera que el legislador toma conciencia de que el juego es malo, pero debiera ser una actividad tolerada y regulada. En efecto, el juego es una actividad humana casi insoslayable, es decir, que en caso de que fuera prohibida, existiría de todas maneras por vías clandestinas. En este contexto, la regulación se presentaría como el camino adecuado, para que –al menos– las ganancias de la actividad sean aprovechadas en beneficio de la sociedad. Hasta aquí, un breve repaso del esta5


EDITORIAL

Si el fin de los juegos de azar es meramente recaudatorio, la desmesura continuará. Por una parte, los políticos oficialistas promoverán sotto voce la actividad para obtener dinero, y la oposición, la utilizará como bandera de la corrupción, el narcotráfico y demás males. Los empresarios del juego operarán en esta coyuntura, y las personas participarán de una actividad que puede causar severos daños.

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do de situación: una actividad severamente cuestionada desde el punto de vista moral, que se vincula con lo peor de la política y el narcotráfico, y cuyo responsable es el Estado. Sin embargo, hay varios planos de análisis que es importante diferenciar, para entender y ordenar la discusión. En primer lugar, el planteo de fondo: ¿está bien jugar? Esta pregunta, sencilla, no parece siquiera articularse en los debates sobre el tema. Los detractores dan por sentada la respuesta negativa. ¿Por qué habría que promover una actividad que destruye a la persona, genera una ganancia desmesurada para sus propietarios, financia de manera oscura la política, genera adicción y se vincula a otros rubros delictivos? En estos términos, no existe la posibilidad de una respuesta positiva: el juego es malo. No obstante, una mirada más autónoma permitiría considerar que no lo es per se, sino que requiere de ciertas regulaciones e información para que las personas puedan tomar una decisión madura sobre qué hacer. Si el juego de azar es parte del plan de vida de una persona, pareciera que no le corresponde al Estado prohibirlo, sino informar de manera pormenorizada sobre sus consecuencias. En segundo lugar, está el plano de la regulación. Como referimos más arriba, el Estado toma el monopolio de la reglamentación, ya que realiza un juicio de valor sobre la actividad, la califica de problemática y resuelve regularla para que su producido se aplique a obras vinculadas al bien común. No obstante, para complejizar aún más el problema, la legislación al respecto es lo que los constitucionalistas entienden como “facultad no delegada al Estado Federal”. Vale decir, se trata de una actividad que depende de cada provincia. Existen, entonces, tantas normas como jurisdicciones provinciales conviven en el país. En tercer lugar, está el “cliente”, que

tampoco puede unificarse en un solo perfil. Hay quienes concurren de manera periódica a las salas de juego a entretenerse; están los tahúres, que juegan grandes sumas de dinero pero no ponen en serio riesgo su patrimonio; o aquellos jugadores “sociales”, que van de manera esporádica a entretenerse. Finalmente, están los ludópatas, con una patología que debe ser tratada, como el alcohólico o quien fuma de manera compulsiva. Como toda realidad humana, no debe caerse en el facilismo de mirarla de manera monocorde. Están también los empresarios del juego, que son las personas o sociedades que obtienen por parte del Estado las autorizaciones para gerenciar y explotar los juegos de azar. También en este punto el universo es variopinto. Se encuentran en este grupo operadores como Cristóbal López, ayer y hoy tristemente célebre, que se lo sindica como parte de un entramado de corrupción cuyas ramificaciones están siendo objeto de investigación. Durante el gobierno kirchnerista expandió de manera vertiginosa su emporio de juego, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en el interior. Hay, probablemente, otros empresarios que pueden tener las características de López. También Daniel Angelici, hombre cercano a Mauricio Macri, es un referente del sector. Finalmente, nos encontramos con los trabajadores de la industria del juego, que según fuentes sindicales son cerca de 200 mil. ¿Qué implica esta descripción? Por lo pronto, un panorama complejo que no admite respuestas simples. Una primera aproximación indica que hay una paradoja: por una parte, el juego en la Argentina es considerado una actividad que requiere ser regulada por el Estado, es decir, está prohibida salvo que se cuente con una expresa autorización; y tales permisos son otorgados por las proREVISTA CRITERIO N° 2425


vincias, cuyos recursos son siempre escasos. Consecuentemente, la mirada del regulador tiene fines –casi siempre– recaudatorios: cuanto más se juega, más ingresos para las provincias. Este análisis no implica corrupción o mal uso del dinero. Simplemente, un tema de incentivos. En esta coyuntura, el empresario de juegos se encuentra con que su regulador le pide la mayor cantidad de recursos, y hará todo lo posible para que sus clientes jueguen más. Así, los horarios son sumamente flexibles, la ambientación de las salas hace que el jugador se quede la mayor cantidad de tiempo y –como cualquier actividad– organiza programas de marketing y publicidad para aumentar el número de clientes. En la Argentina, la desmesura es una marca registrada. Tanto en el Estado como desde la crítica. Ni tanto, ni tan poco. Lamentablemente, los problemas en general son complejos, y no permiten respuestas simples.

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El debate sobre los juegos de azar necesita, entonces, que los Estados provinciales resuelvan qué quieren hacer, y cómo actuar en consecuencia. Si el fin de los juegos de azar es meramente recaudatorio, la desmesura continuará. Por una parte, los políticos oficialistas promoverán sotto voce la actividad para obtener dinero, y la oposición, la utilizará como bandera de la corrupción, el narcotráfico y demás males. Los empresarios del juego operarán en esta coyuntura, y las personas participarán de una actividad que puede causar severos daños. Quizá sea hora de plantear la actividad desde otra perspectiva. En primer lugar, las provincias deberían informar de manera transparente las concesiones de juego, sus resultados económicos, regulaciones, horarios, etc. Si esa información existe, debería ser agrupada, sistematizada y puesta a consideración de la sociedad, para poder debatir sobre base cierta.

Sería útil también que una parte de lo recaudado se aplique a realizar estudios de campo serios y competentes que muestren el verdadero impacto del juego en la sociedad: ¿cuál es el porcentaje de ludópatas? ¿Y cuáles los mecanismos psicológicos que los llevan a esa situación? Con este bagaje informativo, puede debatirse qué hacer con el juego y cuál sería el nivel de regulación necesario para una actividad cuya mirada social parece ser crítica pero, por otra parte, prolifera sin mayores controles, incentivada por el propio Estado, que dice gobernar para y por sus ciudadanos. De más está decir que toda actividad ilícita que pudiera rodear este rubro deberá ser también severamente combatida (corrupción, lavado de dinero, préstamos ilegales, etc.). Hoy, el debate tiene características bien argentinas: desmesurado, falto de información y –como siempre– un poco maniqueo.

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AMORIS LAETITIA

Gustavo Irrazábal

Entre la verdad y la misericordia La reciente exhortación apostólica del papa Francisco sobre la familia ofrece una perspectiva amplia del tema con énfasis en el amor conyugal, pero deja algunas incertidumbres respecto del tratamiento de las situaciones irregulares.

El 8 de abril se dio a conocer la esperada exhortación apostólica Amoris Laetitia (“La alegría del amor”) en la cual el papa Francisco recoge, desarrolla y completa las conclusiones del Sínodo ordinario sobre la Familia celebrado el año pasado. En este texto, Francisco afronta un desafío que compromete a toda la Iglesia: el de anunciar la verdad del mensaje evangélico sobre la familia, acogiendo al mismo tiempo con misericordia aquellas situaciones que no coinciden con el ideal. Para alcanzar este objetivo, el documento evita partir de un “ideal teológico abstracto”, prefiriendo un enfoque “analítico y diversificado” que procura mantenerse en el nivel 8

de la realidad concreta, haciéndose sensible a su complejidad y ambigüedad irreductibles. Por otro lado, Francisco es consciente del peligro de confundir el ideal evangélico con “la pervivencia indiscriminada de formas y modelos del pasado”. Más aún, el Papa invita a la Iglesia a la autocrítica por haber presentado con frecuencia el matrimonio “de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación”. A partir de este enfoque, el documento desarrolla una reflexión pastoral que define como “pastoral positiva, acogedora, que posibilita

una profundización gradual de las exigencias del Evangelio”, y la contrapone a una pastoral de carácter defensivo, que en el pasado agotaba sus energías en un “ataque al mundo decadente”, con escasa “capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad”. Precisamente, el texto se propone “presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida”, que permita experimentar en el matrimonio y en la familia la verdadera alegría del amor. Esto explica el tono espiritual y existencial del discurso, así como su estilo directo y mayormente exhortativo. De este modo, si bien el Papa no siREVISTA CRITERIO N° 2425


lencia las críticas a lo que considera una “decadencia cultural” que afecta a la familia hoy, marcada por el narcisismo, el consumismo, la lógica del mercado que cosifica las relaciones, el anti-natalismo y el debilitamiento de la fe, entre otros factores, es claro que el eje de toda la reflexión es el amor conyugal y familiar. El documento toma como punto de partida para su reflexión sobre el matrimonio la definición que de éste da el Concilio Vaticano II (constitución pastoral Gaudium et spes): el matrimonio es “en primer lugar”, una “íntima comunidad conyugal de vida y amor”, es una “alianza” entre los esposos, inaugurada en la creación y que recibe la plena revelación de su significado en la Alianza de amor entre Cristo y su Iglesia. En una palabra, el amor no es un componente secundario o accidental del matrimonio, sino que constituye su esencia y su sentido. Lejos quedan (no tanto en el tiempo, cuanto en el pensamiento) las épocas en que todavía se hablaba del matrimonio principalmente como un contrato. Desde esta premisa, el capítulo cuarto del documento (“El amor en el matrimonio”) presenta una reflexión sobre las actitudes que, según un célebre texto de San Pablo (1 Corintios 13), traducen en la vida cotidiana el amor verdadero: paciencia, servicio, amabilidad, desprendimiento, y otras actitudes virtuosas son desgranadas sin prisa, en clave sapiencial y exhortativa. Pero el documento no se detiene en esta descripción moral y espiritual, sino que desciende a sus fundamentos psicológicos y antropológicos. El amor maduro es una elección, pero está profundamente arraigada en el mundo de los afectos. El amor fiel y estable no se funda en la represión de las pasiones, sino en su adecuada integración al servicio de la comunión. Y una vez admitido este desafío, la dimensión erótica del amor se torna una cuestión insoslayable. Si en el pasado, el gozo y el MAYO 2016

placer de la unión sexual resultaban problemáticos, y se identificaban con algún grado de pecaminosidad o eran simplemente soslayados, en el presente documento son tratados con total naturalidad, subrayando su importancia en la vida de los esposos. Al mismo tiempo, no se pasa por alto la posibilidad de violencia y de manipulación, “que son producto de una desviación del significado de la sexualidad y que sepultan la dignidad de los demás y el llamado al amor debajo de una oscura búsqueda de sí mismo”. Una vez descripto el amor conyugal en sus rasgos fundamentales, el capítulo sexto reflexiona sobre su fecundidad. Es importante notar que si bien en el tema de la regulación de los nacimientos se remite a la enseñanza sobre la paternidad responsable, el acento está puesto en la prudencia generosa de los esposos, y en su derecho a decidir en modo autónomo frente a la autoridad pública. En cuanto a los “métodos”, se limita en cambio a un discreto llamado a promover la planificación natural, sin condenas explícitas a los métodos contraceptivos. Pero la fecundidad del amor conyugal también se manifiesta de otras formas: en el recibimiento gozoso de cada nueva vida, la maduración del amor conyugal en amor de padre y de madre, el “corazón grande” que permite acoger a todos los miembros de la familia en la “familia grande”, y la actitud de generosidad, alimentada en la eucaristía, que impulsa a salir al encuentro de los pobres y necesitados fuera del ámbito de la familia: “La familia no debe pensarse a sí misma como un recinto llamado a protegerse de la sociedad. No se queda a la espera, sino que sale de sí en la búsqueda solidaria. Así se convierte en un nexo de integración de la persona con la sociedad y en un punto de unión entre lo público y lo privado”. Ese amor comprometido y fecundo

Es importante notar que si bien en el tema de la regulación de los nacimientos se remite a la enseñanza sobre la paternidad responsable, el acento está puesto en la prudencia generosa de los esposos, y en su derecho a decidir en modo autónomo frente a la autoridad pública. es la fuente de la “espiritualidad matrimonial”, de la cual trata brevemente el último capítulo, y que no es otra cosa que “una espiritualidad del vínculo habitado por el amor divino”. La vida familiar vivida como comunión, dice el Papa, y alimentada por la oración asidua y la eucaristía, es “un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios”. En este camino, de el amor se fortalece tanto en su carácter de decisión definitiva de entregarse recíproca, como en su capacidad de crear espacios de sana autonomía, y en el cuidado mutuo de los miembros de la familia que saben reconocer en el otro al mismo Cristo. Finalmente mencionamos las principales orientaciones pastorales. Luego de haber analizado el acompañamiento ordinario de prometidos, nuevos matrimonios, matrimonios en dificultades, situaciones de viudez, a partir del capítulo VIII (“Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”) se entra en el difícil terreno de las situaciones “irregulares”, que el Papa también llama “complejas” o “imperfectas” (un vocabulario que no siempre se utiliza de modo consistente). El texto parte de un enfoque amplio de estas situaciones, reconociendo que si bien las formas de unión 9


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alternativas a la auténtica unión matrimonial a veces contradicen radicalmente el ideal del matrimonio cristiano, “algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo”. En efecto, “cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio”. Para ello es necesario que el discernimiento pastoral sea capaz de identificar “elementos que favorezcan la evangelización y el crecimiento humano y espiritual”. Hay que tener en cuenta también que “la elección del matrimonio civil o, en otros casos, de la simple convivencia, frecuentemente no está motivada por prejuicios o resistencias a la unión sacramental, sino por situaciones culturales o contingentes”. De ahí la posibilidad y la conveniencia de afrontar todas estas situaciones de manera constructiva, “tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio”. En esto consiste precisamente la “ley de la gradualidad” propuesta por Juan Pablo II, que se basa en el reconocimiento de que el ser humano “conoce, ama y realiza el bien moral según diversas etapas de crecimiento”. No se trata de una “gradualidad de la ley”, como si ésta alcanzara a al-

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gunas personas y a otras no, sino de “una gradualidad en el ejercicio prudencial de los actos libres en sujetos que no están en condiciones sea de comprender, de valorar o de practicar plenamente las exigencias objetivas de la ley”. La “ley de la gradualidad” es un criterio invalorable para hacer efectiva la “lógica de la integración” y de la misericordia, frente a la lógica opuesta, de la marginación: hay que evitar los juicios “que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”. A partir de este punto, lamentablemente, el documento pierde claridad. El texto introduce una distinción clave para comprender y afrontar pastoralmente las situaciones irregulares: “ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante”. ¿Pero qué significa esta frase exactamente? ¿Que la situación irregular podría en algún caso no ser pecado? ¿O que siendo siempre pecado, podría en algún caso no ser un pecado “mortal”, porque la culpa puede estar atenuada? No es lo mismo que un fiel escuche decir a su pastor: “hay elementos para pensar que tu situación actual, pese a todo, es conforme a la voluntad de Dios”, o que escuche decirle más bien: “estás en pecado, obraste en contra de la voluntad de

Dios, pero tu culpabilidad se ha visto atenuada por tal y tal razón”. Hay algunos motivos que darían pie a pensar que el documento admite lo primero como posibilidad. En efecto, reconoce que hay situaciones en que la persona se ve en la imposibilidad de obrar de otra manera sin caer en pecado. Es el caso de quien ha entrado en una segunda unión estable y ha formado una nueva familia. ¿Cómo se podría sostener que la persona en cuestión está en pecado si permanece en su nueva situación, y también lo está si la abandona? Esto parece conectarse con la afirmación de que “la conciencia de las personas debe ser mejor incorporada en la praxis de la Iglesia en algunas situaciones que no realizan objetivamente nuestra concepción del matrimonio”. La conciencia, en efecto, “puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo”. Si es lo que “Dios mismo le está reclamando”, se trata sin duda de un obrar objetivamente correcto, aunque no coincida con la ley general. Y ello es posible –explica el documento− porque, como enseña Santo Tomás, en el nivel de los principios generales hay necesidad, pero

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¿Por qué se ha elegido seguir considerando a todas las situaciones irregulares como “situaciones objetivas de pecado” (un rigorismo sorprendente) para después buscar una salida sacramental a través de “circunstancias atenuantes de la responsabilidad” (toda una obviedad, irrelevante para este tema)? en sus aplicaciones particulares no se puede evitar la indeterminación. Y precisamente por esa razón, esas aplicaciones particulares forman parte de un discernimiento práctico que compete a la conciencia. Desafortunadamente, olvidándose de sus propias afirmaciones, el documento se decide por otro camino: las situaciones irregulares son siempre pecado desde el punto de vista objetivo, aunque ese pecado no sea “mortal” debido a “circunstancias atenuantes” de la responsabilidad subjetiva, de la culpa, afirmación que apoya con variadas citas del Catecismo. Pero el hecho de que la situación sea (objetivamente) pecaminosa no quita que “se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia”. Una frase sorprendente que merecería muchas explicaciones, pero que por lo pronto muestra una clara identificación entre situaciones irregulares y “situaciones objetivas de pecado”. Sin duda, la intención de este tratamiento de las situaciones irregulares puede ser loable en sí misma. Por eso, según la “lógica de la integración”, se llama a “discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas”. Ahora bien, MAYO 2016

la eucaristía está incluida explícitamente entre ellas, aunque curiosamente, algo tan relevante se menciona sólo en una nota a pie de página (¿será para atenuar su impacto?): “En ciertos casos, (la ayuda de la Iglesia) podría ser también la ayuda de los sacramentos”. Y por si no queda suficientemente claro, continúa: “la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles»”. Lamentablemente el fundamento para este discernimiento pastoral es débil. La disciplina anterior nunca puso en duda que en las situaciones irregulares pudiera haber diferentes grados de responsabilidad subjetiva, sólo que el acceso a la comunión no era considerado posible en razón de la contradicción objetiva entre dichas situaciones y el significado de la eucaristía. La argumentación de este documento, al poner el acento en los factores atenuantes de la responsabilidad subjetiva, y no en el aspecto objetivo del problema, se desvía del foco sin remedio. Además, al quedar librada la implementación concreta a las Iglesias locales, habrá que ver cómo y con qué premura los obispos encaran este tema, y cómo se prepara a los sacerdotes para acompañar estas situaciones. No es difícil imaginarse lo que sucederá en los confesionarios, y las peregrinaciones que en adelante se encaminarán hacia los confesores más “benévolos”. Éstos, a su vez, competirán entre sí por mostrar que no son “controladores sino facilitadores de la gracia”, y que sus confesionarios no son “aduanas” sino puertas de la “casa paterna”. Por supuesto, que ante la perspectiva de una integración sacramental para los divorciados en nueva unión, muchos encontrarán estas críticas irrelevantes y “mezquinas” (como el documento sugiere), y apenas repararán en el peligro para la estabilidad del matrimonio sacramental que encierra esta precipitación, sentirán poca preocupación por la

debilidad lógica de los argumentos, por la falta de claridad en el procedimiento que amenaza con fragmentar la praxis pastoral, o por el hecho de que personas que han obrado en su caso concreto correctamente y en conciencia sean consideradas “pecadores con culpabilidad atenuada”. Muchos sacerdotes impartirán una misericordia dudosa desde sus confesionarios, y muchos fieles quedarán agradecidos de su benevolencia sin pedir razones. ¿Por qué se ha elegido el camino de seguir considerando a todas las situaciones irregulares como “situaciones objetivas de pecado” (un rigorismo sorprendente) para después buscar una salida sacramental a través de “circunstancias atenuantes de la responsabilidad” (toda una obviedad, irrelevante para este tema)? Probablemente, para “blindar” la “doctrina” y las normas generales, como si todo se pudiera arreglar dejándolas como están y dedicándose a graduar las culpas. Pero muchos problemas se originan, precisamente, en dificultades de la doctrina, sobre todo en una interpretación rígida de la indisolubilidad que armoniza más con la idea de matrimonio como contrato, que con la de matrimonio como alianza de amor. ¿Piensa acaso Francisco que su llamado a considerar el amor como la esencia del matrimonio puede no traer aparejadas consecuencias doctrinales? Con el argumento de que las normas generales no pueden abarcar todos los casos, se está introduciendo una separación entre uno y otro plano. La indisolubilidad significará una cosa en el plano de la doctrina y las normas, y otro en la práctica. En una palabra, estamos ante un ejemplo claro de separación entre la doctrina y las “aplicaciones pastorales”, entre la verdad y la misericordia, que desvirtúa tanto la una y como la otra. Paradójicamente, aquello que el Amoris laetitia se proponía evitar. 11


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M. Marcela Mazzini

Aire fresco y mirada optimista sobre la familia Teóloga

La teóloga argentina que participó en el Sínodo de obispos sobre la familia analiza aquí algunos de los puntos más relevantes de la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

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Al terminar una primera lectura de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, tengo la sensación de un viento refrescante sobre el rostro de la familia. No es casual que en la portada se diga que la exhortación habla “sobre el amor en la familia”, porque precisamente de eso se trata. Tal como pide el Papa, la exhortación merece una lectura atenta y detenida. Es un texto para volver, retomar y pensar. Sin ánimo de introducir ni agotar nada, me detengo sobre tres ideas de las varias que me dejó el primer acercamiento al texto: la expresión “la alegría del amor”, el acercamiento al tema del amor incondicional y la cuestión del crecimiento y de la gradualidad.

La alegría del amor El título de la exhortación une el tema del amor con el de la alegría; la alegría es una consecuencia del amor, de hecho el amor da alegría, y uno de los frutos del Espíritu Santo (que es Amor), es la alegría (Cf. Gal 5,22-23). Pero también hay que decir que, quien se abre a la alegría, está en mejores condiciones para abrirse también al amor. Amor y alegría constituyen un círculo lu-

minoso que se retroalimenta y que está presente en el texto. Recibir el amor, que viene de Dios, y con él, la alegría. Recibir el amor de los hermanos y alegrarnos, dar amor a ese prójimo tan próximo que es la propia familia y experimentar alegría. Una ventana llena de luz es la que quiere abrir Francisco para la Iglesia y para el mundo: mostrar la riqueza humana y cristiana de la familia. Muchas citas avalan esta idea; tomemos una: “Con el testimonio, y también con la palabra, las familias hablan de Jesús a los demás, transmiten la fe, despiertan el deseo de Dios, y muestran la belleza del Evangelio y del estilo de vida que nos propone” (184). Eso predispone a mirar la realidad familiar no ya con el pesimismo que caracteriza muchas veces las opiniones de nuestra época, sino con una luminosa esperanza. En esta alegre aproximación al amor en familia, resuena el título del libro aparecido en el período intersinodal, del cardenal Walter Kasper, El Evangelio de la familia (Santander, 2014, Sal Terrae); Francisco toma la idea aunque no repita la expresión: el amor es una alegre noticia, opera como buena noticia, por eso el talante de la exhortación es eminentemente abierto y positivo. Hay una

Dejar que el otro sea En diversos párrafos y de diferentes modos el texto nos recuerda que el prójimo tiene derecho de ser quien es y de ser amado así como es. Ese es un punto de vista que denota un trasfondo antropológico y teológico determinado: en el hermano está la imagen de Dios, hay allí algo original y único. Dios lo ama incondicionalmente y yo me uno a esa corriente de amor. El Padre se alegra de que el otro sea y yo también me alegro: “Desarrollar el hábito de dar importancia real al otro. Se trata de valorar su persona, de reconocer que tiene derecho a existir, a pensar de manera autónoma y a ser feliz” (138). Si bien el amor como atención al otro es la esencia del evangelio, estas palabras suenan en una impostación nueva

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mirada a la familia que apunta más a sus posibilidades que a sus dificultades; retomando lo que dijo en Cuba, Francisco afirma: “Las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad” (7). Aunque de hecho las familias tienen muchos problemas, se decide no mirarlas desde allí sino desde sus posibilidades e ir aún más allá: mirar el proyecto de Dios sobre la familia.

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AMORIS LAETITIA

respecto de otros textos magisteriales y de un modo muy afín con las inquietudes contemporáneas, atentas a darle lugar a las personas aceptando las diferencias, las diversidades. Es un discurso exigente que sin embargo no resulta moralista, sino liberador: sólo quien ama respetando al ser amado, ama verdaderamente. En toda convivencia humana esto es relevante y en la vida matrimonial y familiar resulta particularmente importante. En este tipo de afirmaciones de Amoris Laetitia, percibimos al Papa como hombre que viene de la vida religiosa, experto en convivencia, conocedor de los recovecos de los vínculos humanos. Reconocemos también al confesor experimentado, que habrá escuchado mucho sobre vínculos, aceptaciones y rechazos. Estas ideas hacen de la exhortación un texto auténtico, cálido, lleno de vida, por ejemplo cuando dice “al cónyuge no se le exige que sea perfecto. Hay que dejar a un lado las ilusiones y aceptarlo como es: inacabado, llamado a crecer, en proceso” (218).

En diversos párrafos y de diferentes modos el texto nos recuerda que el prójimo tiene derecho de ser quien es y de ser amado así como es. Ese es un punto de vista que denota un trasfondo antropológico y teológico determinado: en el hermano está la imagen de Dios, hay allí algo original y único.

me gustaría compartir. En este documento se ve una vez más la fuerza que el Papa le da a los procesos y a aquel principio según el cual “el tiempo es superior al espacio”; el concepto se cita en el párrafo 261 (que a su vez refiere a EG 222), respecto de la educación de los hijos y de su acompañamiento: “se trata de generar procesos más que de dominar espacios”. A Francisco le gusta poner en marcha procesos, cree en la dinámica El crecimiento y la de la vida y en el tiempo que necegradualidad sitan las personas para crecer y para La cita a la que acabamos de referir- asimilar instancias. No renuncia a nos nos enlaza con la tercera idea que los ideales, ni al crecimiento, por

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el contrario, cree que las personas e instituciones tienen capacidad y de hecho, pueden crecer y madurar. Apuesta a ello pero sabe que es necesario el tiempo y no sólo su transcurso, sino la elaboración, la asimilación de los temas y de las situaciones en dicho transcurso. El principio de crecimiento-gradualidad se revela especialmente importante como clave de comprensión del capítulo octavo, en el que deja claro que la ley de la gradualidad no es gradualidad de la ley, ya que no se trata de bajar los ideales para que estén más accesibles sino de ver cómo se pueden ir alcanzando a una medida humana y en un contexto de discernimiento e integración. En síntesis, creo que tenemos mucho material para leer y profundizar sobre el matrimonio y la familia, no sólo a nivel teológico y canónico sino a nivel espiritual y pastoral. Hay una luz nueva que alimenta nuestra esperanza en las posibilidades de las familias concretas, las nuestras. Francisco nos anima al creer en ellas, en nosotros: “La fuerza de la familia «reside esencialmente en su capacidad de amar y enseñar a amar. Por muy herida que pueda estar una familia, esta puede crecer gracias al amor» (53, citando la Relación final de sínodo, nº10)”.

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POLÍTICA

Damián Fernández Pedemonte Director de la Escuela de Posgrados de Comunicación de la Universidad Austral e Investigador del CONICET.

El lugar de las víctimas en la comunicación presidencial El reconocido especialista en medios, política y audiencias analiza cómo fue la estrategia comunicacional kirchnerista para incluir o excluir a las diferentes víctimas de la sociedad argentina en su “relato”.

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POLÍTICA

En política no es tan importante el contenido manifiesto del discurso como su relación con los actores sociales; no tanto lo que el discurso dice como lo que hace con aquellos que lo reciben, sus destinatarios directos o indirectos. No se trata de algo formal, de normas de cortesía, que siendo importantes lo son menos que el poder que tiene el discurso (sobre todo el discurso del que está en el poder) para incluir o excluir, trazar la línea entre nosotros y ellos, empoderar o marginar. El sociólogo Erwing Goffman sostenía que “marginal” es el que estando presente es tratado como ausente. En el discurso del poder, como en la vida social, los silencios, las negaciones, el mandar a callar al otro son formas del autoritarismo y aún de violencia simbólica tanto o más que la coerción. El cambio de Gobierno y con él, de estilo del discurso público propiciado desde el poder, puede servir para reflexionar sobre las formas del discurso que hemos dejado atrás y las que estamos empezando a articular entre todos. Propongo hacerlo desde una perspectiva sospechada en el ciclo kirchnerista: la ética del discurso. La comunicación política de Cristina Fernández de Kirchner fue la más estratégica y profesional de la actual etapa democrática. Un relato fundado en el mito de la salida de la crisis terminal de 2001 y del líder que entrega la vida por la patria, que se presenta como popular, del lado de los pobres y de los trabajadores. Su prolongada eficacia no se explicaría sin verticalismo y muchos recursos económicos y humanos invertidos en comunicación, pero tampoco sin coherencia entre los mensajes impartidos por todos los funcionarios y la consistencia entre cada área de gobierno y el gobierno central. Siendo evidente que la era kirchnerista privilegió la intervención del 16

Estado a favor de Desde una persSiendo evidente que la medidas populares, pectiva ética, el era kirchnerista priviledesde la perspectidiscurso debería gió la intervención del va de la inclusión tomar partido por Estado a favor de medide los pobres en el la parte más débil, das populares, desde la discurso del poder por los que sufren perspectiva de la incluhubo, sin embargo, la discriminación sión de los pobres en el importantes contra- discurso del poder hubo, porque no tienen dicciones. La prime- sin embargo, importan- acceso a los mera, quizás, se refiere dios simbólicos tes contradicciones. al alcance que tenía que necesitarían la noción de pobres. para defender su Pobres en el discurso de Cristina Kir- punto de vista, tratando de captar chner es una categoría económico- ese punto de vista o de cederle la social, pero no incluye, por ejemplo, palabra. Como ha demostrado Piea algunos enfermos con dificultad rre Bourdieu, el poder de enunciar, para acceder a la medicación, según de hablar y ser escuchado, de que la desafortunada afirmación de 2013 las propias palabras no caigan en de que los diabéticos son gente de el vacío, depende de unas leyes de alto poder adquisitivo; ni incluye a distribución del capital simbólico determinados pueblos originarios que no son equitativas. Hay grupos como los Qom. El peor favor que el sociales de los que se habla mucho, discurso político le puede hacer a pero ellos no hablan. Dentro de la causa de los pobres es “invisibili- estos grupos que, desde una perszarlos”, lo que hizo el Gobierno de pectiva ética (es decir, anterior a la Cristina Fernández al tergiversar la bifurcación ideológica de los disestadística social, llegando al colmo cursos) indudablemente merecen de aseverar en 2015 frente a la FAO prioridad como tema, como destique la pobreza de la Argentina había nación y como invitación a decir lo descendido al 5% mientras el Obser- suyo, se encuentran las víctimas de vatorio de la Deuda Social de la UCA los diversos tipos de tragedias soprobaba que había trepado al 28%. ciales. Las víctimas ocupan un lugar Según un estudio de la socióloga sagrado frente al cual todo discurso argentina Irene Vasilachis sobre la debería inclinarse. La prohibición representación de pobres y trabaja- de rendirles homenaje es la causa de dores en los discursos presidencia- rebelión frente al tirano en Antígoles, los de Cristina Kirchner ante el na de Sófocles. Congreso aluden escasamente a los Cuando a las víctimas de catástrofes trabajadores y las veces que los men- naturales, de injusticias o de violenciona no se predica de ellos acciones cia no se les reconoce si quiera el si no que se los ubica en situaciones estatuto de víctimas, la discriminapasivas, a la espera de lo que puedan ción se duplica: son víctimas de un hacer (o dejar de hacer) con ellos. daño equivocado, del que el responTambién son pasivos los pobres: se sable, muchas veces el Estado, no se benefician de acciones realizadas por hace cargo. Cuando las víctimas no otros para ellos. “Se los asistenciali- coincidían con el grupo destinataza”, se los define por lo que reciben. rio de sus políticas y sus discursos, “Las representaciones sociales sobre es decir, cuando no eran además de las personas pobres en el discurso de víctimas, beneficiarios, partidarios la Presidenta están, pues, orientadas o “clientes”, Cristina Kirchner los a producir una imagen positiva de ignoraba. Esto ocurrió con los famiella”, concluye Vasilachis. liares de las víctimas de la tragedia REVISTA CRITERIO N° 2425


de Once, de las inundaciones –sobre todo en la ciudad de La Plata–, o, con el tiempo, los familiares de las víctimas de AMIA. Si esto no sucedía todo el tiempo, sí sucedía desde el momento en que esas víctimas se constituían en públicos, es decir, que comparecían en el espacio público con un discurso de reclamo y con alianzas con otras organizaciones de la sociedad civil. Mención especial merecen las víctimas de la inseguridad. Desde el conflicto con las entidades del campo en 2008, Cristina colocó a los medios de comunicación en el lugar de enemigos de su gobierno. Desde entonces todo conflicto se duplicó: conflicto social, con algún actor político, y conflicto con los medios, por la forma de representar el conflicto. Así, por ejemplo, la reforma judicial buscada por el Gobierno lo enfrentó con los agentes judiciales y con los medios. Las noticias de violencia eran frecuente motivo de enfrentamiento con los medios, por la ampliación de la violencia y los cortes sociales realizados por ellos al narrar los acontecimientos. La teoría del delito de Cristina Kirchner se acoplaba bien a su teoría de los medios. Básicamente es la sostenida por Eugenio Zaffaroni en textos como La cuestión criminal, que sirvió de marco para la discusión sobre la seguridad en medios oficialistas tipo TV Pública o Página/12. Según Zaffaroni hay una teoría criminal que trans-

miten los medios de comunicación, con un mundo de personas decentes frente a una masa estereotipada de diferentes y malos. La cobertura del delito por parte de los medios provoca el temor y la sospecha generalizados. Los jueces, sobre todo cuando excarcelan, son los otros villanos, mientras que los héroes son los familiares de las víctimas que reclaman mano dura sin que se les pueda responder. En esta realidad caótica, el crimen está descontrolado y el discurso mediático le echa la culpa a las garantías penales. Las posiciones más vindicativas bien pueden encontrarse en los sectores más desfavorecidos, porque son los que más sufren la victimización. Es una teoría que no tiene en cuenta la vivencia de las víctimas. Las víctimas son revictimizadas: además de sufrir en su familia la violencia, deberían resignarse a que el sistema ampare a los criminales y no exteriorizar su dolor con un discurso áspero para los oídos bien pensantes. Esta crítica a los medios, defendible desde el punto de vista de la teoría penal, es indefendible desde el punto de vista de la comunicación. Hay ya suficiente prueba empírica de que las audiencias toman distancia crítica de los medios y que éstos poco pueden frente a la experiencia directa. Cristina Kirchner sostuvo en público una verdadera fundamentación teórica de la ley de medios. Aún siendo moderna en

varios aspectos, en semejante teoría no hay lugar, sin embargo, para el público. No se lo considera autónomo, crítico, productivo. He ahí una laguna en la estrategia de comunicación del kirchnerismo, por otro lado tan profesional. Le cegaba el temor de que los medios concentrados lavaran la cabeza de la masa, que dejaría de votarlos o de apoyar medidas controvertidas. Hay una correlación entre el ocultamiento de las estadísticas de pobreza, la omisión de algunos damnificados, la categorización de pasivas a las personas pobres, la visión del delito alejada de las víctimas y la falta de desarrollo de una teoría de los públicos. Podría conjeturarse que estos públicos movilizados fueron erosionando lentamente la base de sustentación del kirchnerismo. El presidente Mauricio Macri inicia su mandato con medidas nada populares, tales como los despidos en el Estado y drásticos incrementos de tarifas. Sin embargo, al menos al principio, no ha buscado ignorar los conflictos y salió al encuentro de las víctimas marginadas de la etapa anterior y de las nuevas víctimas. En un contexto comunicacional más difuso y menos profesional, pero también más abierto al diálogo con cada sector, quienes tenemos algún acceso al discurso público podemos intentar contribuir a que el espacio público se entienda como una conversación, donde las víctimas sean interlocutores privilegiados.

RAQUEL BARROS

ÁNGELA SANNUTI

Narrativa Producción, orientación y corrección de textos

Lic. en Psicología

Tel.: 4791-3360 Email: rlbarros@yahoo.com.ar

French 2774 4º B (1425) Buenos Aires Tel.: 4822-1719

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OPINIÓN

Juan Carlos de Pablo Profesor de UDESA y UCEMA. Consultor de DEPABLOCONSULT

Pobreza según UCA: ¿estimación o conjetura? Entre el prestigio propio y la ausencia de estadísticas oficiales, cada publicación del Observatorio de la Deuda Social Argentina, que funciona dentro de la Universidad Católica Argentina (UCA), referida a la evolución de la pobreza y la indigencia, es noticia. No sorprende, por consiguiente, que cuando a comienzos de abril pasado la UCA afirmó que entre 2015 y marzo de 2016, el número de personas que vive debajo de la línea de la pobreza pasó “de 29% a 34,5%” de la población total, y el de personas que viven debajo de la línea de la indigencia “de 5,3% a 6,9%”, la noticia ocupara la tapa de muchos diarios, y acalorados “pases de facturas” entre los dirigentes políticos. Aprendí precisamente en la UCA, durante la primera mitad de la década de 1960, y simultáneamente como ayudante de investigación del meticuloso José María Dagnino Pastore, que, como profesional, antes dejarse llevar por sus broncas y entusiasmos, uno tiene que analizar los documentos originales. Al hacerlo en este caso me llevé grandes sorpresas, que sintetizo a continuación. Pobreza y desigualdad por ingresos en la Argentina urbana, 2010-2015. Tiempo de balance es un documento de 27 páginas. ¿Cómo lee un profesional un documento de esta natura18

leza? Primero le presta atención a los cuadros y luego al texto. Primera sorpresa. Los cuadros presentan columnas referidas a años (2011 a 2015) y meses (marzo y abril de 2016). En la ficha técnica se aclara que las columnas donde dice años, en rigor están referidas a los cuartos trimestres de cada año. En cualquier caso cabe preguntar: ¿cómo llegar a alguna conclusión, antes de analizar si existe estacionalidad en las variables que se analizan? Del hecho de que un heladero afirmara que en enero de 2016 vendió más kilos de helados que en el promedio de 2015, nadie concluiría que la economía arrancó el año en curso en proceso de reactivación. Ergo, deberían haber publicado los datos referidos a marzo y abril de 2015. La segunda sorpresa es más importante. Alguien podría pensar que, aplicando la metodología que venía utilizando hasta entonces, es decir, la basada en encuestas, y utilizando computadoras de alta velocidad, el 1 de abril pasado la UCA estuvo en condiciones de brindar información numérica referida a la pobreza y la indigencia, correspondientes a marzo de 2016. Pero los cuadros también incluyen una columna con estimaciones referidas a ¡abril de 2016! Entonces fue necesario pasar de los cuadros al texto. Como dije, el in-

forme se titula Pobreza e indigencia, 2010-2015. Tiempo de balance, por lo cual debería haber finalizado con la estimación, como siempre basada en encuestas, correspondiente a 2015. En cuyo caso el trabajo hubiera documentado que el gobierno presidido por Cristina Fernández de Kirchner se despidió con la mayor tasa de pobreza, desde 2010. ¿De dónde surgen las estimaciones referidas a marzo y abril de 2016? No de encuestas sino, como dice el propio informe, de un ejercicio de simulación. Esencialmente, se toman los ingresos del período anterior, se los infla por algún estimador del aumento de las remuneraciones, y se los deflacta por algún estimador de aumento de los precios. No hay que ser un genio de la aritmética para advertir que cada vez que los ingresos crecen más lentamente que los precios, algunas personas ubicadas por encima de la línea de la pobreza pasan a ubicarse por debajo de ella. Lo cual explica que la tasa de pobreza haya pasado de 29% en el último trimestre de 2015, a 34,5% en marzo de 2016 o, en términos absolutos, que durante el primer trimestre del año en curso se hayan “creado” 1,4 millones de pobres. Antes de continuar aclaro que, siempre según el referido ejercicio de simulación, en REVISTA CRITERIO N° 2425 2421


Pobreza cero es un slogan, no un objetivo concreto. No existe ningún país, por más alto que sea su ingreso por habitante, por más igualitaria que sea su distribución, en la que no existan pobres.

abril de 2016 la tasa de pobreza caería a 32,6%. De manera que la tercera parte de los pobres “creados” durante el primer trimestre del año en curso, cruzarían para arriba la línea de la pobreza. ¿Qué hay de malo en mezclar una metodología sistemática basada en encuestas, con un ejercicio de simulación? Nada, excepto que se lo aclare debidamente. Obvio que quien se tome el trabajo de leer todo el informe, podrá sorprenderse por el cambio de metodología, pero no porque no le avisaran. Pero supongo que en esta tan sensibilizada Argentina, la referida aclaración debería haber aparecido, en la primera página, en mayúsculas y en colores. O, mejor aún, el Observatorio debería haber actualizado a 2015 sus estimaciones, y por separado publicar el ejercicio de simulación.

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... El episodio constituye un buen pretexto para ocuparnos, aunque sea brevemente, de la cuestión de la pobreza e indigencia. Pobreza cero es un slogan, no un objetivo concreto. No existe ningún país, por más alto que sea su ingreso por habitante, por más igualitaria que sea su distribución, en la que no existan pobres. Pero enredarnos en esta discusión atenta contra lo que tiene que ser la verdadera tarea: la lucha contra la pobreza. ¿Qué tenemos que decir los economistas al respecto? Un par de cosas. Primera: es difícil luchar contra la pobreza si la situación económica general no mejora. No se trata de aplicar una versión utópica de la teoría del derrame, pero tampoco hay que irse al otro lado y pretender que se pueden solucionar los problemas de los pobres, en una economía es-

tancada, cuando no paralizada. Segunda: dependiendo de los instrumentos que se utilicen, con la misma cantidad de recursos se pueden solucionar más o menos problemas concretos que enfrentan los pobres. Ejemplo: el gobernador Gerardo Morales acudió en el auxilio de la misma cantidad de necesitados de Jujuy, gastando a fines de 2015 la cuarta parte de los pesos que gastó Milagro Sala a fines de 2014. Otro ejemplo: 94% de los pesos que recibe Cáritas llegan a algún pobre: ¿cuántos centavos de cada peso de impuestos llega a algún pobre? Viejos principios como el de los incentivos y los desincentivos, y las facilidades de computación, deberían servir para ayudar a quienes realmente lo necesitan. Sin olvidar que quienes tienen menos recursos no son necesariamente pasivos o menos inteligentes, pero adecuarán su comportamiento en función de las reglas de juego. Igual que sus compatriotas, quienes generan más ingresos.

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TESTIMONIO

Jorge Casaretto Obispo emérito de San Isidro y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

Cuarenta años sin arrepentimiento ni perdón Al cumplirse 40 años del último golpe militar, el autor reflexiona, a partir de su historia personal, sobre el intrincado cruce de ideologías del pasado y la necesidad de alcanzar la reconciliación con justicia en el año de la misericordia.

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Muchas veces me he preguntado qué hubiera sido de mí si en la década del ´70 hubiera tenido veinte años. Con mucha probabilidad podría haber sido captado por una organización guerrillera. En mi juventud era idealista, justiciero, me preocupaban los pobres, en fin, tenía todas las condiciones… y en esos años quizás también hubiera concurrido al Colegio donde estudié y en el que se cuenta innumerable cantidad de ex alumnos desaparecidos. Alguna vez, siendo seminarista, un compañero, al ver mi apego a la disciplina y al cumplimiento de las normas establecidas, me dijo: “Vos podrías haber sido militar”. Las circunstancias de mi vida, en las que sin duda se manifestó la voluntad de Dios, me llevaron por el camino del sacerdocio. Pero siempre que pienso en los ´70 afloran en mí dos sentimientos. El primero: pude haber sido guerrillero o militar y me salvé de serlo. La segunda es una carga en la conciencia porque como sacerdote y obispo no estuve a la altura de las circunstancias. Esto no me atormenta porque confío en la misericordia de Dios y sé que Él perdona, pero cuánto más podría haber hecho y no lo hice. Los que superamos esos años trágicos sin morir en atentados terroristas o bajo el terrorismo de Estado nos hemos salvado. Porque cuando en una sociedad toman cuerpo corrientes ideológicas muy fuertes es muy difícil no quedar atrapado en ellas. El concepto de salvación está en la entraña del cristianismo, y es muy difícil captarlo si uno piensa en el poder de la propia voluntad. Sin la gracia de Dios uno podría haber llegado a ser el peor de los criminales. Un ejemplo que ayuda a entender esto fue el de los mineros de Chile. Estaban destinados a la muerte… y fueron salvados. Ellos solos no hubieran podido. El papa Francisco, desde el princiMAYO 2016

pio de su pontificado y mucho más también hoy en el inconsciente coen este año santo, plantea el tema de lectivo de los argentinos prima un la misericordia. fuerte deseo de superar, como dice El arrepentimiento de nuestras cul- alguna letra de inspirados tangos, los pas, la experiencia de recibir y brin- fantasmas del pasado. Creo interpredar perdón sanan nuestras vidas. tar un cansancio ante esta imposibiNos humanizan. lidad de encontrar en estos tiempos Por supuesto que la misericordia su- los mecanismos institucionales que pone la justicia, pero desde Juan Pa- permitan plasmar la reconciliación blo II en adelante hemos aprendido de los argentinos. que la misma justicia sin misericor- En la 173° reunión de la Comisión dia puede volverse injusta. Permanente de la CEA, los obispos Ahora bien, esto que es tan válido decíamos que “este año el 24 de maren el orden personal, ¿puede tener zo coincidía con el Jueves Santo… cabida en toda una sociedad? Com- Día en el que Jesús manifestó su prendo que es dificilísimo y de hecho amor hasta el fin, entregando la vida más de una vez imaginamos un gran por nosotros. En su sangre hemos acto en el que los protagonistas ac- sido reconciliados. Su ejemplo nos tivos y pasivos de aquellos años nos ayuda a cicatrizar nuestras heridas pidiéramos perdón unos a otros. Fue en la verdad, el arrepentimiento, la imposible lograrlo. Mientras tan- reparación en justicia y el anhelo de to, cuarenta años después seguimos alcanzar misericordia”. conmemorando una fecha nefasta Creo que este enunciado es muy donde cabe todo menos el arrepen- orientador, pero nuestra misión timiento y el perdón… Y así nos va. como obispos no termina allí. TamQuizás muchos de los que lean es- bién incluye la de colaborar con tas líneas piensen que son utópicas. todos los argentinos de buena voPuede ser. Personalmente no conoz- luntad para encontrar los medios co nada más realista que el cristia- concretos que nos permitan cananismo. Pero si le quitamos una di- lizar en hechos la reconciliación en mensión utópica, también el exceso nuestro país. de realismo puede perder humanidad. Y en este año de Aquello no fue ni una la misericordia, si guerra santa ni una la Iglesia no habla lucha por un mundo a los argentinos, mejor. Más bien fue una también incluyenlocura colectiva. do a la década del ´70, de la necesidad de arrepentirnos, pedir perdón y saber perdonar, ¿quién va a hacerlo? Aquello no fue ni una guerra santa ni una lucha por un mundo mejor. Más bien fue una locura colectiva. En ese entonces un santo obispo como Vicente Zazpe hablaba de una Argentina secreta que desechaba la violencia pero no encontraba los mecanismos institucionales para poder imponerse al caos reinante. Rememorando a Zazpe, creo que 21


ECONOMÍA

Ernesto A. O’Connor

El cambio en América latina, ante el fin de un ciclo económico Los países de la región enfrentan la necesidad de mantener los niveles de bienestar en un contexto global adverso, con la acumulación de distorsiones económicas, con precios de commodities bajos, déficit e inflación.

Las economías latinoamericanas vienen reacomodándose a los nuevos tiempos, que parten de una premisa ineludible: la forma de organización económica vigente hasta hace un par de años ha encontrado fuertes restricciones externas e internas, que obligan a modificaciones en materia económica, y que están llevando o han llevado también a cambios en lo político. Esto tiene impacto en lo social, y exige nuevos equilibrios socio-políticos.

las últimas décadas en ciclos alternativos a favor de la producción de bienes y servicios transables –exportables–, o de bienes y servicios no transables –demandados sólo por el mercado interno–. Estos debates datan de la post-crisis de 1930, si bien en la Argentina, desde la década de 1910, Alejandro Bunge ya proponía el debate económico por la industrialización y la exportación, en cierto detrimento de la producción agropecuaria. También se recuerdan firmes posturas del presidente Carlos Pellegrini en El largo debate entre el mismo sentido (1891). Con todo, transables y no del debate se pasó a la realidad desde transables la década del ‘30, cuando el fin de la En algunos países de América latina oleada de globalización debido a los más que en otros, la organización efectos del crack del ‘29, como el clide la producción se ha debatido en ma previo a la segunda guerra mun22

dial, dieron por terminado el ciclo de inserción internacional en base a la exportación de bienes primarios, y se pasó a una fase productiva donde el Estado lideró la marcha de la economía, creando empresas públicas y promoviendo el proteccionismo y la industria nacional. El financiamiento de esta transformación productiva se dio en buena medida transfiriendo recursos desde el sector transable, que sufrió crecientes impuestos y restricciones al comercio, y a un Estado que expandió sus posibilidades de gasto vía emisión monetaria. En la lectura de Raúl Prebisch o Celso Furtado (CEPAL), el ciclo financiero (entrada de capitales reales o financieros) determinaba el ciclo real (la evolución del PIB), es decir: si había superávit comercial por exporREVISTA CRITERIO N° 2425 2421


A las crisis suceden nuevas soluciones, o por lo menos, intentos.

taciones agrarias, o si entraban capitales financieros, esto incrementaba el crédito y el endeudamiento; pero si la campaña siguiente no era buena, o los precios internacionales de los granos caían, la actividad económica se resentía, escaseaban las divisas y las presiones devaluatorias llevaban a más inflación y menor actividad. Por eso había que independizar el ciclo real del financiero, vía límites a la exportación de bienes agrarios, para no exacerbar esos riesgos cíclicos, y, en cambio, promover la sustitución de importaciones y el mercado interno, en pos de mejores equilibrios económicos y sociales, por la mayor creación de empleo. En los ’90, luego de la crisis de la deuda de los ’80 –que significó la crisis del Estado interventor en América latina por los altos déficit fiscal y MAYO 2016

de balanza de pagos, la elevada inflación, o hiperinflación en los casos de Argentina y Bolivia–, se impuso el Consenso de Washington. Esto implicó la dominancia del ciclo financiero sobre el ciclo real, pues de la mano de la globalización, los países se reagruparon en bloques comerciales para incrementar el comercio de bienes, pero fue la movilidad de capitales, financieros e Inversión Extranjera Directa (IED) la que movilizó el crecimiento y la inversión. Sin embargo, el exceso de expansión de los mercados financieros internacionales terminó como suele ocurrir: el ciclo financiero sobreexpandió el ciclo real, y cuando llegan las crisis financieras (explosión de burbujas, suba de tasas de interés, deudores que no pueden pagar), el efecto dominó es irrever-

sible (Corea, Malasia, Rusia, Turquía, Brasil, Argentina y Uruguay, entre 1997 y 2002). A las crisis suceden nuevas soluciones, o por lo menos, intentos. Así, desde 2002, los capitales internacionales salen de los países emergentes y se concentran en expandirse en las naciones desarrolladas. En pocos años (2008) la burbuja de los créditos hipotecarios secundarios estalló en los Estados Unidos y se propagó desde España e Irlanda a Europa y a buena parte del resto del mundo. En cambio, para los países emergentes, desde 2002 el ciclo comercial dominó al financiero, por lo menos hasta 2014. ¿Por qué? Porque con la abrupta aparición de China en el comercio internacional de bienes, los precios de los commodities agroalimentarios y mineros crecieron a 23


ECONOMÍA

niveles impensados. Los países de América latina lograron así exportaciones y crecimiento económico record, junto a mejoras –genuinas o no, permanentes o transitorias, pero mejoras al fin– en materia social, con alto empleo y menor inequidad y pobreza desde los ‘2000. Pero la bonanza derivada del contexto internacional, como ha ocurrido históricamente en la región, generó una expansión del gasto en bienes y servicios no transables, léase más administración pública, empleo estatal, producciones mercado-internistas y servicios no comercializables con el exterior. En algunos países, el proceso fue, nuevamente, “contra” los bienes y servicios transables, que financiaron la expansión de aquellos bienes y servicios mayormente no transables. Instrumentos como prohibiciones o restricciones al comercio exterior, impuestos a las exportaciones, limitaciones a los movimientos de capitales, alza de aranceles de importación, barreras no arancelarias y subsidios a la industria nacional fueron utilizados, en general, en los países del Mercosur; no así en los países andinos. Esta situación generó gasto público alto medido en dólares, salarios altos en dólares, y bienes no transables caros en dólares.

El cambio de régimen La drástica caída del precio del crudo y de los metales, y en menor medida de los granos, desde 2014 a la actualidad, junto a la desaceleración estructural de China, han hecho mella en el sistema económico vigente en los países de América latina, revirtiendo el superávit de balanza de pagos, generado déficit fiscal (pues los impuestos a la exportación de commodities financiaban buena parte del gasto público) y volviendo a establecer la restricción externa (faltante de divisas). 24

De esta manera, los actuales procesos de correcciones de tipos de cambio en la región (devaluaciones en Chile, Uruguay, Brasil y la Argentina, entre otros países), tratan de cambiar esta ecuación, por necesidades macroeconómicas. Esto es acompañado por medidas para revertir los déficit gemelos y dar sustentabilidad a la macroeconomía, con una microeconomía que no puede volver a producir y generar empleo como antes, pues las condiciones vigentes hasta 2014 ya no existen. Esto, en un contexto donde la economía mundial claramente se encuentra en un ciclo de menor crecimiento, con menos “locomotoras” y menos comercio de bienes, en tanto que el comercio global de servicios asociados a la tecnología, aún no totalmente mensurable, comienza a reemplazar, en partes y en algunas ramas, al comercio de bienes. Hoy los países de América del Sur se enfrentan al muy exigente desafío de mantener niveles de bienestar adquiridos durante la etapa anterior, en un contexto global adverso, con precios de commodities bajos, déficit gemelos (fiscal y de pagos) en muchos países, aceleración de la inflación y distorsiones heredadas de políticas que exacerbaron las posibilidades de la bonanza anterior, llevando a un bienestar de dudoso financiamiento intertemporal desde lo público.Todo esto en un contexto donde la estrategia de desarrollo parece ser más dependiente de flujos financieros que comerciales, pues la IED y la entrada de capitales pueden ser más dinamizadores que un comercio global aletargado. De ahí la cuestión de volver al crecimiento, la inversión y el empleo privado con mayor deuda pública externa. La inversión extranjera, sea desde China y desde fuentes occidentales (organismos multilaterales, los Estados Unidos o Europa), se presenta como una herramienta exógena, que de-

bería ser atraída con inteligencia estratégica por cada país, para no repetir errores.

Disparidades dentro de América latina Dentro de estas nuevas tendencias de la globalización, la reciente apertura política de Cuba y cambios de rumbo de la Argentina son relevantes en la región. Los países del Mercosur se debaten en el estancamiento o cambio de estrategia, donde a la nueva política económica en la Argentina se suman la fuerte recesión y los interrogantes políticos en Brasil, la larga e irresuelta crisis en Venezuela, y dos naciones como Paraguay y Uruguay que buscan mayor acceso a mercados de exportación y negocios externos. Con menos problemas de corto plazo y macroeconomías menos deterioradas, los países de la Alianza del Pacífico (Chile, México, Perú y Colombia) buscan abrir nuevas oportunidades. De hecho, los tres primeros ya firmaron el Acuerdo de Comercio e Inversiones Transpacífico con los Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Malasia, Vietnam, Brunei y Singapur. En tanto, Bolivia y Ecuador miran con preocupación la caída y falta de recuperación del precio internacional de los hidrocarburos. En un mundo donde los acreedores están en Asia-Pacífico, y los deudores en Europa y Norteamérica, donde el crecimiento poblacional y el desarrollo tecnológico y empresarial se focalizan cada vez más hacia Asia, América latina no debe dejar de tomar nota y actuar desde el corto plazo, pensando en el mediano y largo. Repetir recetas del pasado, donde la política económica y social optaba alternativamente por promover los bienes transables o los no transables, no promoverá el desarrollo económico y social. REVISTA CRITERIO N° 2425


INTERNACIONAL

Nathalie Sarthou-Lajus (París)

Los fundamentalistas ante el psicoanálisis “La mirada de un psicoanalista sobre los atentados del 13 de noviembre de 2015” es el título original de la entrevista a Jean Pierre Winter, publicada en la revista Études en enero de este año, que aquí reproducimos.

-Cuál es su visión sobre el clima de miedo después de los atentados del 13 de noviembre en París y sobre la radicalidad de la que habla el politólogo Olivier Roy, al afirmar que se trata principalmente de un fenómeno generacional nihilista, relativamente autónomo respecto del Islam.

desde el punto de vista analítico, la pregunta que me he formulado, para no dejarme llevar por el vocabulario de los medios, es sobre el fanatismo.

-La primera palabra que apareció en los medios fue el “miedo”. Inmediatamente siguió el imperativo “resistir al miedo”, no dejarse aterrorizar. Demasiado Jean Pierre Winter: Olivier Roy pronto tal vez… tiene razón, ya que invierte la noción más común. En su opinión, no se trata de una “radicalización del Islam”, sino de una “islamización de la radicalidad”. El enfoque es correcto y despeja el campo de muchos equívocos que perjudican a todo el mundo. Además, permite ofrecer una perspectiva histórica, porque efectivamente es posible socializar cualquier radicalidad, o cristianizarla o judeizarla. El problema principal es claramente el fanatismo. Es así que,

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-Como psicoanalista tengo un punto de observación bastante privilegiado. La semana que siguió a los atentados, no hubo sesión en la que mis pacientes no me hablaran de lo que habían sentido y del lugar donde se encontraban en aquel momento. Pude verificar algo que yo mismo había percibido: el miedo no era lo preponderante en la mayoría de la gente, salvo en quienes se dejan influenciar por las versiones insta-

ladas, particularmente por el relato oficial. Se les había dicho que tenían miedo. A partir de allí, ocurre como con los padres que les dicen a un hijo los sentimientos que se supone que tiene que tener ante una situación dada. El niño no se reconoce y entonces opta entre dos posibilidades: o niega su propio sentimiento a favor de lo que sus padres dicen que él debe sentir, o sigue experimentando lo que realmente siente y ya no tendrá confianza en los sentimientos de los demás. En todo caso, está en una trampa. Cuando en los diarios, la radio o la televisión se plantea la manera de contarles a los niños lo que ha ocurrido, en realidad se está enfocando mal la cuestión. No se trata de cómo hablarles sino de cómo escucharlos. Para poder responder a sus preguntas habría que conocer primero cuáles son las que ellos se formulan. Uno les impone respuestas 25


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que anulan sus preguntas. He podido constatar que la variedad de sentimientos, emociones y experiencias es infinita. El continuo va desde el estupor a la inhibición total de cualquier sentimiento, pasando por la inquietud de no poder sentir lo que sienten los demás hasta llegar a la histeria. También se pueden utilizar para satisfacer la propia necesidad de inquietar a otros o de reasegurarse. Muchas personas en el análisis se han preguntado: “¿Vale la pena hablar de mis pequeñas preocupaciones comparado con lo que está pasando? No voy a molestarlo con cuestiones de poca importancia, como las peleas de pareja o con mis hijos, mientras hay gente a la que le disparan por la calle”. No veo de qué manera que no se hable de “cuestiones de poca importancia” podría impedir que la guerra continúe. Podría tratarse de una manera de resistir el psicoanálisis, aprovechando la ocasión de escapar a sus preocupaciones valiéndose de una preocupación mayor. Tal es así que Freud había constatado bien temprano que el estado de guerra disminuye la neurosis. Yo mismo, por ejemplo, he advertido que los pacientes fóbicos pierden su fobia ante un peligro real. Además, se apoyan en esto también los comportamien-

talistas: confrontar a los fóbicos con el objeto de su fobia para que vean, frente a la realidad, que se trata de algo imaginario. En situaciones de guerra hay personas que descubren un miedo permanente desconocido; todos estamos habitados por el miedo, pero no siempre lo sabemos y no estamos pensando en ello todo el tiempo. No me refiero solamente al miedo a la muerte sino también al miedo a lastimarse, a la enfermedad, a la aniquilación total, que puede ir unido al deseo de que suceda. Existe tal dimensión del miedo, y además la del miedo al miedo, es decir, el miedo de parecer miedoso. Vaya uno a saber de qué se puede tener miedo… En todo caso existe alguna resonancia con un miedo viejo, es decir que uno no tiene miedo de lo que vaya a ocurrir sino de algo que ha ocurrido y que había reprimido. El efecto de la resonancia es evidentemente diferente en cada uno. Pero al fin de cuentas, alcanza con frecuencia los espacios más arcaicos del psiquismo.

-Usted escribió que los jihadistas tienen más miedo que nosotros. ¿La radicalización sería un intento por remediar una forma de miedo o de angustia?

-Desde ya que los jihadistas toman píldoras contra el miedo, se han drogado antes y se les ha lavado el cerebro. Hay testimonios que afirman que son como robots. Están completamente deshumanizados. Carentes de reacciones humanas. Pero hay una etapa precedente, en la que ellos se adelantan a quienes los van a drogar ( en ese momento no han sido drogados aún). El problema no se resuelve diciendo que están drogados, porque antes de estarlo ya han dejado Francia, a su familia y rompieron los vínculos afectivos. Una vez que están lejos son transformados en antorchas humanas y asesinos. Mientras reflexionaba estas cosas, se me ocurrió una breve exégesis bíblica: la historia de Caín y Abel, que nunca se termina de explorar. Está escrito que Caín le dijo a su hermano Abel, y allí hay un hiato, no se sabe qué. En las malas traducciones se dice que Caín le dijo a Abel: ”Vamos al campo”, y Caín lo mató. En las traducciones masoréticas, Caín le dijo a su hermano: “No se sabe qué”, y fueron al campo y Caín mató a Abel. El asunto es saber cómo interpretar esto. Mi manera de aplicarlo a los acontecimientos actuales es que es necesario dejar de buscar excusas para los asesinos, haciendo creer que uno es responsa-

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ble (colonialismo, apartheid, etc.) de sotros, quieren celulares, quieren los hechos que ellos cometen. Aho- alta tecnología, etc. Por el contrario, ra bien, esta cita bíblica nos permite lo que rechazan es nuestra manera pensar que lo que lleva a Caín a ma- de disfrutar. Quieren que lo que se tar a Abel no es lo que Abel le haya les niega también nos sea negado a hecho sino lo que Caín le dijo. Es el nosotros. Ese es el objeto de su disargumento en el que él queda ence- curso. Es algo que se reconoce con rrado, aunque no sepamos su con- claridad en la clínica: existen pertenido. Caín le dijo algo a Abel que sonas que en la vida se privan de hizo que una vez que estaba dicho, ya muchas cosas y pretenden frustrarno tenía más salida que matarlo. Esto lo a uno por el hecho de que ellos cambia todo. Quiere decir que en la se privan de disfrutarlas. Esa puede guerra los protagonistas quedan en- ser, por ejemplo, la base de la fidelicerrados en un discurso y que el ver- dad en una pareja: yo soy fiel y por dadero problema consiste en el aná- consiguiente exijo que tú también lo lisis de ese discurso. Por discurso no seas, que es diferente a decir te amo me refiero a una religión, que habría porque eres fiel, y yo te soy fiel. O que estigmatizar. Un discurso es algo bien: yo no bebo, por tanto tú no mucho más amplio que la cuestión debes beber; si bebes me traicionas. de las creencias. En ese discurso hay enunciados clave, por ejemplo, sobre ¿Es el tema de tu la muerte, o el martirio. Poco im- seminario actual? porta que estén por escrito o no en el Corán. Lo que atrae a los jóvenes -Mi seminario este año trata sobre no es el Corán, que jamás han leído. la cuestión de si la libertad de penMuchos son conversos recientes que sar y la libertad de expresión son ni siquiera hablan árabe. Han que- compatibles con el judaísmo. Ello dado encerrados en un relato oficial. me ha llevado a algunas consideraFrente a ellos, también las víctimas ciones y en particular, a ésta: el faquedan bajo el yugo de un relato. Es nático es alguien que absolutiza al por esta razón que en un artículo que Otro, que absolutiza a Dios. No es publiqué en Le Point, propuse que se precisamente el Dios de la religión. En el judaísmo, dejara de hablar por lo pronto, Dios de una guerra de En ese discurso hay es relativizado, es religión o de una enunciados clave, por decir que Dios es guerra de civilizaciones. Hoy en ejemplo, sobre la muerte, “alguien” que pueo el martirio. Muchos de equivocarse. Occidente padecemos de una locura son conversos recientes En el pensamiento de un fanático, seque ni siquiera hablan científica, una lomejantes reservas árabe. Han quedado cura de la racionalidad, tan deshu- encerrados en un relato sobre Dios no son posibles. En el juoficial. manizante como daísmo, la saga de la ilusión “religioAbraham comiensa”, cuyo capital consiste, por ejemplo, en prometer za con el episodio del sacrificio de 70 vírgenes, una vez consumado el Isaac. Dios le dice a Abraham que martirio. Se ha dicho que los jiha- tome a su hijo único y lo conduzca distas eran enemigos de la sociedad al monte Moria para sacrificarlo. Le de consumo, de acuerdo, salvo que llevará tres días llegar hasta allí. Un ellos son tan consumistas como no- maestro del Talmud se preguntó por MAYO 2016

qué tardó tres días, siendo que estaba cerca. Según él, fue para darle tiempo a Dios a que reflexionara… De la misma manera, Moisés discute con Dios. Cuando Dios, después de haber destruido las primeras tablas, quiere destruir al pueblo, Moisés se planta. Le dice, como si él no lo supiera ya: ¿Por qué quieres destruir a este pueblo que tú has hecho salir de Egipto? Sobreentendido: ¿de dónde crees que lo has hecho salir? ¡Salió de Egipto, no de Suiza! ¿Qué puedes esperar de un pueblo que salió después de 400 años de esclavitud en Egipto? Esta suerte de limitación, no metafísica sino concreta, a la omnipotencia de Dios, hace que haya un espacio para la libertad de los hombres. Agregaría que el Dios bíblico ciertamente creó el cielo y la tierra, pero cuando se presenta en los Diez Mandamientos lo hace como quien saca a los hebreos de la esclavitud, no como quien ha creado el cielo y la tierra. En el Corán, en cambio, Dios es creador y recreador prácticamente cada vez que se habla de él, lo que de ninguna manera es lo mismo. Esto aterra: creador y recreador quiere decir que tiene el poder de destruir lo que hace. Algo que no es concebible en la Biblia, porque al final del diluvio, Dios se dice a sí mismo que no volverá a destruir su obra porque “la perversión habita en el corazón del hombre desde su infancia”. Es irremediable. No tiene sentido destruirlos porque de todas maneras recomenzarán…

-¿Es por ello que en la Biblia Dios se presenta no sólo como el creador sino como el liberador? -Sí, Dios se presenta como liberador en todos los sentidos de la palabra. El liberador fuera de Egipto, es decir, el que hace nacer un pueblo. Pero no es un pueblo de santitos sino de alborotadores, que se rebelan en el desier27


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Jean Pierre Winter se formó en filosofía (ParísSorbona) y en derecho (París-St Maur ). Graduado en psicología clínica, fue discípulo de Jacques Lacan; debe su formación psicoanalítica a la Escuela Freudiana de París.

to, contra Moisés, contra Dios. Son insoportables precisamente desde el punto de vista del absolutismo. En el fanatismo hay un malentendido: cuando se antropomorfiza a Dios, se convierte en un absoluto y en un absoluto deseante. Si yo me sacrifico por el hecho de que Dios me lo pide, eso prueba que él existe. A través de mi acto, pruebo la existencia de Dios y de paso la mía propia. Ahora bien, desde el punto de vista psicoanalítico, el otro es un lugar, no una persona. El lugar, según Lacan, es donde está depositado el tesoro de los significados. En hebreo, además, uno de los nombres de Dios es Ha Makon: el lugar, así se lo designa precisamente. Una manera de no antropomorfizar: un lugar no desea nada. De ese modo nos libera de nuestros deseos.

-¿Cómo explica el papel de hermanos en el entrenamiento fanático, como los Kouachi o los Abdeslam? -La historia de la humanidad, en casi todas las civilizaciones, comienza por la “ferocidad”: Caín y Abel, Rómulo y Remo, Isaac e 28

Ismael, etc. Las civilizaciones se asientan sobre hermanos que se matan entre sí. Se matan unos a otros en el fanatismo. Mi idea es que se sienten obligados a identificarse por el otro hasta el punto de desprenderse de su yo propio, es decir que carecen de su propio yo. Pierden toda singularidad. La sociedad de los hermanos (hermanos en un sentido que no tiene nada que ver con nuestro valor de “fraternidad”), es entonces una sociedad fanática, una sociedad en la que todos son iguales, pero iguales en la nulidad, donde el yo es reemplazado, como decía Freud, por el yo del líder; donde uno reemplaza su yo por el yo que propone el líder. Lacan fue un poco más lejos: lo que los une, lo que hace que sean uno, es que se identifican entre sí en el deseo del objeto que les propone el líder. El líder les propone un objeto y a él se aferran. Pero en el fondo son personas que no saben contar hasta tres. Son 1+1+1+1…lo que hace 1, siendo el segundo el Otro absoluto (el líder, el ídolo, etc.). Pero no hay tres en el asunto. Ilustraré con un chiste la necesidad de tres para no enloquecer, porque cuando uno no sabe

En hebreo, uno de los nombres de Dios es Ha Makon: el lugar. Una manera de no antropomorfizar: un lugar no desea nada. De ese modo nos libera de nuestros deseos. contar hasta tres, sencillamente está loco. Robinson Crusoe estaba en su isla cuando un día un barco encalla ante sus mismos arrecifes. Emerge del agua el cuerpo de una mujer, a quien él le hace respiración boca a boca y logra salvarla. En ese momento se da cuenta de que se trata de Claudia Schiffer. Con ella vivirán un amor perfecto en la isla; ella porque le manifiesta su reconocimiento absoluto y él porque ya no estará más solo y porque tiene a Claudia Schiffer para sí. Hasta que un día ella le pregunta “¿Qué te pasa…? Hay una sombra en tu rostro…¿te falta algo?”. No, no. Ella insiste hasta que él, finalmente le dice: “Querría que te fueras hasta el final de la playa, que te pintes con un carbón un par de bigotes, que te pongas el impermeable que se salvó del naufraREVISTA CRITERIO N° 2425


gio, que te recojas los cabellos hacia atrás y que vengas a mi encuentro”. Ella no comprende muy bien, pero hace lo que se le pide. Cuando llega cerca de él, éste se precipita sobre ella y con un fuerte manotón sobre su espalda le dice: “Mi querido George, ¡a qué no sabes con quién me acuesto!” ¿Para qué sirve acostarse con Claudia Schiffer si no hay alguien a quién poder contárselo? ¡De allí la necesidad de tres! Hay una dimensión de la que no se habla para nada, en todo lo que se ha dicho sobre los atentados terroristas: la dimensión de la estupidez. Sin embargo, es preciso animarse a hablar de ello. Los jihadistas son verdaderamente muy estúpidos y lo son por estar encerrados en una forma de dualismo. Es imposible hablar con personas secuestradas por el dualismo, porque no tienen un tercero con quien relacionarse, lo que haría admisible aún que se pudiera decir una tontería, porque referida a un tercero podría convertirse en una humorada. Carecen fundamentalmente de sentido del humor. Porque el humor, como decía Freud, deja un espacio para la tercera persona. La invocación mecánica de Allah al momento de cometer crímenes suiMAYO 2016

cidas es un intento desesperado por mera infancia. Ante los fanáticos es vincularse a un tercero que no es preciso interrogarse cómo vivieron sino una caricatura. esa etapa de la vida. He notado que muy a menudo estuvieron expues-¿Por qué el pasaje de la ado- tos a gran violencia. Pero lo que me lescencia a la edad adulta es impresiona es que basta con darles particularmente proclive al fa- cuatro o cinco significantes para fanatizarlos y cuantos menos sean, natismo? mejor funciona. -Porque es el momento en que la remodelación instintiva puede enca- -El proceso de de radicalización minarse hacia cualquier dirección, de estos jóvenes no pasa por el lo que depende del entorno, bueno discurso sino por los afectos… o malo. ¿Quién va al encuentro de los adolescentes?¿Quién se acerca -Efectivamente. Hay que permitira los que demandan un cierto tipo les reencontrarse con los afectos. de encuentro? Algunos adolescen- Son totalmente impermeables a un tes no tienen en su familia quien les discurso racional o moralizador. provea elementos de comprensión Como todas las personas que esdel mundo. Son familias que no les tán en las sectas, es inútil intentar proporcionan claves suficientes, no hacerlos razonar. Tal vez hace falta encuentran en ellas con qué satis- tratar de crear las condiciones de facer sus deseos de comprensión y un nuevo estado afectivo que les de acción. Se les propone un siste- proporcione un sentimiento de perma con tres o cuatro palabras a lo tenencia que valoren. sumo: capitalismo, judío, aprovechador, consumidor… basta con pocas palabras y tienen la impresión de contar con una clave con la que podrán abrir todas las cerraduras. Además, la adolescencia es a menudo una repetición de la priTraducción de Vicente Espeche Gil 29


LECTURAS REFLEXIÓN

Alejandro Katz

Sin dignidad para todos no hay unión posible Publicamos la conferencia que brindó el ensayista Alejandro Katz en el Foro Llao Llao, en marzo de este año. Se trata de una versión corregida por el autor para Criterio.

En las dos intervenciones públicas más importantes desde que ganó las elecciones –el mismo discurso de asunción de la presidencia y la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso– el Presidente Macri señaló que uno de los tres grandes objetivos de su gobierno consiste en “unir a los argentinos”. “Argentina es un país con enormes diversidades –señaló en el discurso inaugural–. Estas deben integrarse en un país unido en la diversidad, queremos el aporte de todos, de la gente que se siente de derecha y de la gente que se siente de izquierda; de los peronistas y de los antiperonistas; de los jóvenes que están en la edad de la transgresión y de los mayores, que aportan su experiencia, porque es precisamente esa diversidad la que nos enriquece y nos hace mejores. […] Todo esto –dijo el mismo día– puede sonar increíble después de tantos años de enfrentamientos inútiles […] El país tiene sectores que piensan de diferentes maneras, pero no está dividido […] llegó el 30

momento en el que todos debemos unirnos para crecer y mejorar para que nuestro país avance”.1 El pasado primero de marzo, en la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso, Macri regresó al tema: “La democracia –afirmó– es un sistema de unión y entendimiento, un mecanismo para resolver conflictos, más que para generarlos. Es momento de unir a los argentinos y respetar nuestras diferencias”.2 La intención expresada por el Presidente sin duda es noble, pero no por ello es necesariamente evidente su significado. ¿Qué significa “unir”? El diccionario de la Academia informa catorce acepciones del verbo. El Diccionario de uso del español, de María Moliner, por su parte, incluye la voz “unir” bajo la voz “uno”, de la que dice que “expresa unidad”. Y Joan Corominas, en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, muestra cómo “unir” comparte la raíz con “uno”, en un encadenamiento de sentidos: “uno”, “uno solo”, “único”, del cual derivan “unicidad”,

“unidad”, “unión”, “unificar”, pero también “desunir” y “desunión”. Es posible suponer que, al proponer la “unión” como uno de los tres objetivos principales de su gobierno, el Presidente tuviera en mente el clima de los años previos, de los años kirchneristas. Pero, ¿es acaso la división entre kirchneristas y no kirchneristas la principal causa de la desunión de los argentinos? Más aún, cuando se piensa en esa desunión, ¿se está pensando en la des-unión de qué? ¿Qué era lo que estaba unido y ha dejado de estarlo, de qué modo lo estaba y de qué modo desearíamos que volviera a estarlo? ¿Se trata acaso, la formulada por el Presidente, de una aspiración a la unión como unicidad, es decir, de la vocación de encontrar los rasgos irrepetibles e insustituibles del “pueblo argentino”, aquello que lo hace único y por tanto portador de un destino que le es propio? ¿Subyace entonces, en la voluntad presidencial, una concepción del pueblo, o de la Nación, como una unidad primordial, “lo REVISTA CRITERIO N° 2425


uno” que fue dividido por quienes tividad ponga una totalidad por ense benefician de esa división? La cima de las partes, y así “crecer y meapelación a la unidad –más aún: a la jorar para que nuestro país avance”. unidad recuperada en oposición a la Pero, ¿qué ocurriría si la desunión unidad perdida– ¿qué idea de país y fuera el resultado de problemas verde sociedad expresa? daderamente graves? ¿Qué ocurriría Como fundamento filosófico de la si no se tratara de conflictos de idenvida en común, la unión –la uni- tidades parciales, de sentimientos, dad– resulta un concepto insuficien- que pueden por tanto subsumirse te o peligroso. Peligroso si remite a en una identidad mayor que los la identidad, a la simplicidad y a la englobe, si fueran por el contrario uniformidad del ser, en oposición a conflictos en los viejos y nunca delo múltiple y plural. Insuficiente si es finitivamente enterrados términos la base conceptual de una sociedad con los que la política dio cuenta de consensual que sólo debe tramitar las tensiones humanas? Es más: ¿qué desacuerdos débiles. ocurriría si ni siquiera estuviéramos Desacuerdos débiles son los des- ante los tradicionales conflictos –de acuerdos enumerados por el Presi- interés, de clase, de género– sino ante dente en su discurso inaugural, al el desmembramiento de cualquier mencionar a los que pueden existir suelo común, ante la imposibilidad entre, como dijo, la gente “que se misma de pensar en común? ¿Si lo siente” de derecha y la gente “que se que hubiera no fuera des-unión, siente” de izquierda. En la visión pre- sino ruptura, quiebre, hundimiento sidencial éstos serían desacuerdos de toda idea de comunidad? entre sentimientos, no entre ideas; La des-unión entre los argentinos no son conflictos entre visiones del existe, pero no comenzó durante el mundo, de la sociedad o de la polí- kirchnerismo. Es más: la desunión tica ni, mucho menos, conflictos de provocada por el kirchnerismo se siintereses. Al mentúa antes en el regiscionar en la misma tro de la incomodifrase a quienes “se dad que en el de la Las fuentes de la dessienten” de izquierfragmentación; una unión son eminenteda o de derecha, a incomodidad, ésta mente subjetivas, como los peronistas y los sí, causada por ver subjetivo es el camino antiperonistas, a los cómo las emociode una superación que jóvenes transgreso- se realizara gracias a que nes políticas artires y a los mayores cada subjetividad ponga culan discursos que experimentados la una totalidad por encima se pretenden rafuente de los des- de las partes, y así “crecer cionales, discursos acuerdos es, en la y mejorar para que nues- que sin embargo concepción presino tienen punto de tro país avance”. dencial, identitacontacto entre ellos ria, y la llamada a y vuelven así impola unidad es entonces la apelación a sible cierto tipo de diálogo y determisubsumir esas identidades parciales nadas formas de la interacción. en una identidad que las abarque a El kirchnerismo fue muy hábil para todas y les permita convivir “en la di- interpelar la subjetividad de algunos versidad”. En tanto sentimientos, las sectores medios urbanos, sectores fuentes de la desunión son eminen- que se sentían en falta con el conjuntemente subjetivas, como subjetivo to de la sociedad sobre dos cuestiones es el camino de una superación que fundamentales: la callada indiferense realizará gracias a que cada subje- cia ante los crímenes de la dictadura MAYO 2016

cuando éstos estaban ocurriendo, y la conciencia culpable ante un creciente paisaje de pobreza. A esos sectores, aquel gobierno les ofreció atajos morales, coartadas para calmar la perturbación de las conciencias culpables. Se trata de personas que ven con horror las violaciones de los derechos humanos pero que no hicieron gran cosa para denunciarlas, combatirlas o sancionarlas, de individuos que carecen del cinismo necesario para experimentar con indiferencia el dolor social, pero que también carecen de las convicciones morales necesarias para no ser cómplices de aquello que lo provoca. Las divisiones introducidas por el kirchnerismo son por tanto posiblemente irreductibles pero también bastante intrascendentes. Hacen, en algunos ámbitos, incómoda la convivencia. Pero, dejando de lado el dispositivo kirchnerista de poder, que también parece estar extinguiéndose a una velocidad sorprendente, no se trata de una división que ponga en crisis el futuro de la vida en común. Y, sin embargo, la apelación presidencial a la unidad de los argentinos no carece de sentido. Porque, en efecto, hay algo roto entre nosotros, algo profundamente desunido, algo que hace pensar antes que en un suelo común en un archipiélago, continentes más bien que, como la antigua Pangea, se han ido separando como resultado de los intensos movimientos tectónicos que sacuden a nuestra sociedad desde hace décadas, provocando fracturas cada vez más hondas. Algo tan profundamente quebrado que ya no parece posible hablar de una comunidad. El primer sentido del sustantivo comunidad (y del adjetivo común) es el que se obtiene por oposición a “propio”. Común es lo que no es propio, lo que empieza allí donde lo propio termina. Es –escribe Roberto Esposito– “lo que concierne a más de uno, a muchos o a todos, y que por lo 31


REFLEXIÓN

tanto es público por oposición a privado”.3 Una idea, esta de comunidad, según la cual la extensión del dominio de lo privado se hace a expensas del territorio compartido. No se trata de poner bajo complejas categorías filosóficas la experiencia que todos conocemos: la ampliación del dominio de lo privado a la educación, a la salud, al transporte, a la seguridad –incluso, como ocurrió estos años, a la provisión de energía eléctrica–. Pero si la ampliación del dominio de lo privado deja exhausto el espacio compartido de lo público, la carencia total o casi total de lo propio también suprime la idea misma de que algo es común. Así como el mundo de la opulencia se hace a espaldas de lo compartido, de lo que nos interesa a todos, del interés general, en el mundo de la privación o, más justamente, de la de-privación tampoco hay lugar para lo común: hasta lo público resulta, entonces, ajeno. Pero no es sólo en los extremos de la riqueza y de la miseria donde se pierde lo común. Es en todo el cuerpo social, como escribe Pierre Rosanvallon4, “en todos los niveles de la escala social (donde) se desarrollan comportamientos de exclusión”. De las gated communities (o, más vernáculamente, los countries y los barrios cerrados) que se expanden en la periferia de todas las ciudades del país a los modos de organización del espacio urbano, somos testigos de un repliegue de cada uno sobre lo idéntico, de modo que aquello que una vez fue una comunidad se constituye cada vez más como “una yuxtaposición de espacios homogéneos y aislados unos de otros”. Desde Tocqueville sabemos que la democracia no es una forma de gobierno sino una forma de sociedad, construida sobre la base de instituciones de la vida en común, instituciones jurídicas pero también simbólicas, formas de sociabilidad que no sólo permiten sino que propician el desarrollo de aquello que, como 32

escribe el mismo Rosanvallon, “desde los griegos define la esencia del orden democrático: la organización deliberada de una vida en común entre gente diferente”. Una comunidad es entonces ese grupo de personas unidas no por lo privado sino por lo público, pero que además tienen, respecto de los otros, un deber, en el sentido de que están dispuestas a perder algo de lo propio (de lo privado) a favor de los demás. Es esa disposición a dar, a compartir en el espacio público, lo que explica el rasgo a mi entender más importante de la comunidad, y cuya ausencia marca la gravedad de la crisis argentina: lo que Edgar Morin llamó la comunidad de destino5, la convicción compartida de que el destino de uno está inexorablemente atado al de los demás, que mi futuro será menos angustiante e incierto en la medida en que el de los otros también lo sea. No es difícil comprender ese sentimiento: mi generación, nacida entre la segunda mitad de los años cincuenta y la primera mitad de los sesenta, al igual que la generación de mis mayores, creció convencida de que era así. Creció con la seguridad de que el nuestro sería un país cada vez más integrado, a la vez diverso en las subjetividades y homogéneo en los bienes y en los derechos, una sociedad de confluencias, educada, en cierta medida feliz de compartir con los demás y, sobre todo, persuadida de que la prosperidad propia sería resultado de la prosperidad general. Sobra decir que esto no es así, desde hace mucho tiempo. No sólo entre los más ricos de nuestro país, cuyo destino no depende de lo que ocurra o deje de ocurrir a la mayoría, ni entre los marginados, que han aprendido, a fuerza de evidencia, que están desacoplados del porvenir general. También entre los sectores medios, que intentan poner lo que pueden a salvo de lo común. Poner a salvo la educación de sus hijos o sus ahorros. Los ahorros, escribo, no casualmen-

te. Más de medio PBI argentino se encuentra fuera del país, en un caso único en el mundo. Pero, ¿qué es el ahorro sino un modo de relación con el futuro? ¿Y qué nos dice esa expatriación de nuestros ahorros, si no que no estamos dispuestos a tener un futuro común, que no confiamos en estar juntos, nosotros, en el futuro? Quizá allí, en el quiebre del sentimiento de ser una comunidad de destino, sea donde la desunión muestra su rostro más deformado. La Argentina no fue grande por su producto nacional, ni por la riqueza de sus habitantes, ni por el lugar que ocupaba en el mundo. Todas esas son, en última instancia, medidas triviales, porque ninguna hace referencia a la virtud. Son medidas de cantidad, no de valor. El valor no es una función del producto bruto, sino de la justicia. Seguramente, la Argentina no fue nunca una sociedad justa, pero sí fue una sociedad más justa que la actual y, sobre todo, una sociedad que pensaba de sí misma que sería cada vez un poco más justa que en el pasado, una sociedad preocupada por la idea de justicia. Es difícil, y está más allá de las pretensiones y posibilidades de este texto, definir qué es una sociedad justa, así como es difícil proponer soluciones para que una sociedad lo sea. Los moralistas, encabezados por Platón, estaban convencidos de que una distribución injusta de la riqueza tiene desventajas éticas no sólo para quienes tienen demasiado poco, sino también para quienes tienen demasiado. Al finalizar su último libro, Ronald Dworkin escribe: “La justicia (…) no está a favor de un gobierno grande ni de un gobierno pequeño: sólo de un gobierno justo. Surge de la dignidad y aspira a la dignidad. Hace más fácil y más probable para cada uno de nosotros vivir bien una vida buena. (…) Sin dignidad nuestra vida no es más que parpadeos de duración”.6 La desunión de los argentinos no es REVISTA CRITERIO N° 2425 2421


producto, como dijo el Presidente, de enfrentamientos inútiles. Es producto de la pérdida de dignidad. La Argentina fue grande cuando fue mestiza. Cuando las instituciones, el espacio público, las formas de sociabilidad permitían que gente diferente

habitara un espacio común, creando así esa comunidad de destino reclamada por Edgar Morin, una comunidad en la cual el porvenir de cada uno estaba anudado al destino de los otros. Volver a crear una comunidad entre nosotros exige mucho más que

la apelación a la buena voluntad: exige que dejemos de arrojar gente a la vera del camino de la prosperidad, exige que retomemos nuestros deberes hacia los demás, exige que invitemos a todos a compartir nuestro propio futuro.

1 Palabras del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, ante la Asamblea Legislativa en el Congreso de la Nación, en http://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/35023-palabras-del-presidente-de-la-nacion-mauricio-macri-ante-la-asamblea-legislativa-en-el-congreso-de-la-nacion 2 Palabras del presidente Mauricio Macri en la 134° apertura de sesiones ordinarias del Congreso, en http://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/35651-palabras-del-presidente-mauriciomacri-en-la-134-apertura-de-sesiones-ordinarias-del-congreso 3 Roberto Esposito, Comunitas. Origen y destino de la comunidad, Buenos Aires, Amorrortu, 2003 4 Pierre Rosanvallon, La sociedad de iguales, Buenos Aires, Manantial, 2012, pp. 339 y ss. 5 Edgar Morin, “Le temps est venu de changer de civilisation”, entrevista de Denis Lafay, París, La Tribune, 11 de febrero de 2016, accesible en http://acteursdeleconomie.latribune.fr/debats/grandsentretiens/2016-02-11/edgar-morin-le-temps-est-venu-de-changer-de-civilisation.html 6 Ronald Dworkin, Justice for Hedgehogs, Harvard University Press, 2011 (hay edición en español en FCE)

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ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO

Arturo Prins

Una razón de nuestro atraso El conocimiento es el mayor valor de la economía. La capacidad de generarlo está muy ligada al desarrollo. De allí que los países que planifican estrategias de Investigación y Desarrollo (I+D) logran crecimientos superiores a los que obtienen las economías primarias. La I+D es un proceso que va de la Investigación básica y aplicada (I), realizada mayormente en universidades y centros científicos, al Desarrollo experimental (D), que ejecutan las empresas cuando se les transfieren conocimientos y producen alto valor agregado para exportar. Desde esta columna ya analizamos la situación en América latina y el Caribe (ALC) y mostramos a Brasil como el más avanzado en la materia, ahora amenazado por la corrupción y la consecuente crisis política que impacta sobre su economía. Mostramos también a Bolivia, uno de los países más pobres de la región que, tras haber ordenado sus cuentas, en 2015 anunció que implementará una economía del conocimiento y decretó las primeras medidas. Veamos hoy al conjunto de la región. Entre la década que va del 2004 al 2013, la economía de ALC tuvo un crecimiento del 77% del PBI regional. En ese período incrementó 126% su inversión en I+D: de 27 mil millones de dólares a más de 60 mil millones (dólares expresados en PPC: Paridad de Poder de Compra) (fuente: RICYT / Red de Indicado36

Regalamos conocires de Ciencia y aportan más. Sobre miento y hasta imporTecnología, 2015). el particular, nuestamos tecnologías que Si bien la evolutro Premio Nobel lo contienen, con el ción fue positiva, Bernardo Houssay la inversión en agravante de que no nos decía sabiamente: beneficiamos con su I+D de la región “Los países son riexportación. Pierde la representa tan sólo cos porque invesel 3,5% del total economía y pierden las tigan y no es que mundial: ALC y universidades y centros investigan porque África comparten científicos que no reci- son ricos”. ben royalties de patenlos dos ú lt imos El conocimiento lugares, muy dis- tes, como ocurre en los que generan las napaíses avanzados. tantes de América ciones se mide por del Norte, Europa la cantidad de artíy Asia, continentes culos publicados en muy identificados con la economía las revistas científicas registradas en del conocimiento. el Science Citation Index (SCI). EnALC se caracteriza además por un tre 2004 y 2013 el número de autores fenómeno de concentración. Tres de ALC creció el 123%. Pero como la países –Brasil, México y la Argenti- región no transfiere mayormente sus na– invierten en I+D más del 90% conocimientos a la industria, el prodel total de la región: Brasil 65,4%, ceso de I+D queda trunco. En ALC México 16,4% y la Argentina 9,4%; el conocimiento es generalmente un el resto 8,8%. Brasil es el único que logro académico, un laurel para el superó la barrera del 1% de inversión investigador. Y es grave cuando otros en relación al PBI: llegó al 1,24% en países lo toman, pues es muy bajo en 2013. El conjunto de países de ALC la región el índice de protección (panunca alcanzó dicho porcentaje que, tentes). De allí nuestro atraso: regaen 2013, fue del 0,77% del producto lamos conocimiento y hasta imporbruto regional, muy por debajo de tamos tecnologías que lo contienen, China (2%), los Estados Unidos y con el agravante de que no nos beneAlemania (alrededor de 2,8%), Japón ficiamos con su exportación. Pierde (casi 3,5%) o Corea e Israel, que en- la economía y pierden las universicabezan el ranking con más del 4%. dades y centros científicos que no Es notable cómo los indicadores de reciben royalties de patentes, como cada región o país se relacionan con ocurre en los países avanzados. el grado de desarrollo alcanzado. Los La protección, así, es de suma imcontinentes más pobres invierten portancia, tema que trataremos en el menos en I+D y los más adelantados próximo número. REVISTA CRITERIO N° 2425


ECONOMÍA SOCIAL

Eloy Mealla Licenciado en Filosofía con Posgrado en Cooperación y Desarrollo

L. J. Lebret: pionero de otro desarrollo

Se cumplen 50 años del fallecimiento de Louis-Joseph Lebret (1897-1966), fundador de Economía y Humanismo, corriente surgida en Francia a mediados del siglo XX que buscaba superar el economicismo imperante en la naciente teoría del desarrollo.

Louis-Joseph Lebret1 era oriundo de Bretaña, cerca del puerto de Saint Malo. En su juventud había sido oficial de Marina. Cursó ingeniería en la Escuela Naval de Brest y fue instructor en la Academia Navaly; entre otros destinos, se desempeñó en el Líbano. En 1923 ingresó en la Orden de los Predicadores (dominicos). Impulsó la organización cooperativa y la sindicalización de pescadores en Bretaña, acercándose paulatinamente a una concepción integral del desarrollo. En 1941 fundó en Marsella el centro de investigación y acción Economía y Humanismo, realizando estudios de planeamiento urbano y habitacional, primero en Lyon, y luego en otras ciudades francesas. Estas actividades fueron continuadas en París por el Institut International de Recherche et de Formation en vue du Développement Harmonisé (IRFED). Allí empezaron a brindarse MAYO 2016

cursos regulares basados en los métodos y técnicas de investigación sobre planificación del desarrollo diseñadas por Lebret, ofrecidos a líderes políticos y técnicos, especialmente provenientes de los llamados países subdesarrollados y pos-coloniales de América latina, África, Oriente Medio y Asia. Entre los argentinos que participaron se destacan Floreal Forni, Federico Lannes, Julio Neffa, Alberto Diéguez, Angélica Bonnahon, Ezequiel Ander-Egg y otros. Junto con Henri Desroche, miembro también de Economía y Humanismo, participó activamente en el intenso y desafiante diálogo católico-marxista de esos años. Otro colaborador muy cercano fue el dominico Jacques Loew, destacado “cura obrero” en el puerto de Marsella. Asimismo Lebret brindó asesoramiento a diversos gobiernos, tanto en el plano de las formulaciones 37


ECONOMÍA SOCIAL

conceptuales como de la práctica, logrando elaborar herramientas innovadoras para la investigación y puesta en marcha de programas de desarrollo en Latinoamérica, especialmente en Brasil, Perú, Chile y Colombia, en el Líbano y Vietnam, y en varios países africanos. Se integró en 1953 a un grupo de alto nivel dentro de la Organización de las Naciones Unidas para establecer los “Niveles de Desarrollo en el Mundo”. Recorrió varias veces América latina y bajo su impulso se creó la Sociedade para Análises Gráficas e Mecanográficas Aplicadas aos Complexos Sociais (SAGMACS) que funcionó entre 1947 y 1964 en San Pablo. También bajo su inspiración se fundó en Montevideo en 1957 el Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), hoy instituto universitario, desde donde surgió uno de los principales aportes sobre el desarrollo local y de prácticas de intervención social para nuestra región. Por esos años, en compañía del médico brasileño Josué de Castro, impulsó una campaña internacional para luchar contra el hambre y las desigualdades. Lebret estuvo en la Argentina al menos en dos oportunidades (1947 y 1965). Su influencia se institucionalizó sólo fugazmente, aunque impactó en un buen número de intelectuales y profesionales entre los que sobresalen sociólogos, economistas y arquitectos como Luis Morea, Jorge Enrique Hardoy, Alberto Ricur, Ramón Gutiérrez, Adolfo Buscaglia, Julio Neffa, Luis Roggi, Floreal Forni, Gonzalo Cárdenas, entre otros. También algunos, como Atilio Borón y Ezequiel Ander-Egg, mencionan a Lebret en las trayectorias de sus biografías intelectuales y laborales. Constituido en 1963 el Centro Argentino de Economía Humana (CAEH), con una existencia efímera debido en gran parte a que varios de sus miembros, profesores de la Universidad de Buenos Aires, de38

bieron emigrar o alejarse de la vida académica a raíz de la intervención de la UBA por Juan Carlos Onganía en 1966. Por caso, Luis Morea, subdirector del Centro de Investigaciones de la Vivienda de la Facultad de Arquitectura (1964-66) en los temas de Condiciones de Habitabilidad de Vivienda. Morea, volcado también a una intensa vida política, integraba el Equipo de Vivienda de la Democracia Cristiana y lideró en su momento la oposición al Plan Bonet de la Revolución Libertadora que pretendía demoler el barrio de San Telmo en Buenos Aires y erigir enormes monoblocks corbuserianos. Otros integrantes del CAEH se centraron en el análisis de las condiciones de vida de los “barrios provisorios” de erradicación de villas de emergencia que había realizado la Revolución Libertadora entre 1956 y 1958. Forni y Neffa, junto con Gonzalo Cárdenas –referente luego de las llamadas Cátedras Nacionales en la UBA– brindarán cursos de formación en la CGT, y serán más tarde protagonistas en la fundación del CEIL- CONICET (Centro de Investigaciones Laborales).

Del desarrollo integral al sustentable Lebret fue pionero –junto al economista François Perroux, promotor de los polos de desarrollo– de un nuevo enfoque del planeamiento urbano y territorial, y elaboraron la visión fundacional de la Economía Humana buscando “el desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres”. Este objetivo del desarrollo será propuesto repetidamente por Lebret y asumido expresamente por Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio (1967). En efecto, Pablo VI lo cita expresamente: “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a todos

los hombres y a todo el hombre. Con gran exactitud ha subrayado un eminente experto: «Nosotros no aceptamos la separación de la economía de lo humano, el desarrollo de las civilizaciones en que está inscrito. Lo que cuenta para nosotros es el hombre, cada hombre, cada agrupación de hombres, hasta la humanidad entera»” (PP 14).2 Se impone un “desarrollo integral” y una economía al servicio del hombre. Precisamente “desarrollo integral” era el concepto sobre el cual se asentaba toda la obra de Lebret. Recientemente, esta perspectiva se ha visto confirmada con la llamada de Francisco al cuidado de la creación mediante un desarrollo sustentable. Además hay que indicar que Lebret perteneció al grupo brillante de una generación que renovó la relación Iglesia-mundo expresada en el Concilio Vaticano II, y, en ese sentido, hay que recordar que fue perito conciliar con especial participación en la confección de la constitución pastoral Gaudium et Spes. Las nuevas perspectivas teológicas que así se abrieron generaron una revisión del catolicismo social o “acción social católica”. En este contexto, se insertaría el aporte de Lebret, que pretende, como ya dijimos, superar el exclusivismo económico de las tesis desarrollistas, proponiendo el “modelo de desarrollo integral y armonizado”. Tal vez su relativa muerte temprana le impidió advertir el fracaso de los programas desarrollistas y la comprensión del subdesarrollo en términos de una conflictiva dependencia interna y externa. Estos aspectos serán explicitados por la conciencia eclesial en Medellín (1968) y poco después por Gustavo Gutiérrez con su Teología de la Liberación (1971), imprimiendo un giro espectacular al debate teológico y al accionar de la Iglesia latinoamericana, con repercusiones hasta el día de hoy en la Iglesia universal. Ahora bien, LeREVISTA CRITERIO N° 2425


bret no alcanzó a terciar en estos nuevos rumbos pero sí logró preparar el camino en forma precursora. Recordemos que estuvo muy cerca del diálogo entre marxistas y cristianos en Francia, y por eso muchos lo ubican como un precursor de la Teología de la Liberación. Retomando su decisiva contribución a la redacción de la encíclica Populorum Progressio, hay que destacar que con ella se abre un ciclo temático sobre el desarrollo en el magisterio social de la Iglesia cuya última actualización la encontramos en la encíclica Laudato si del papa Francisco. En efecto, Juan Pablo II, en la Sollicitudo Rei Socialis, al conmemorar en 1987 los veinte años de la Populorum Progressio, afirma el ensanchamiento del abismo y aceleración de las diferencias Norte-Sur, y ya no sólo la contraposición Este-Oeste. A su vez, Benedicto XVI publicó Caritas in Veritate (2009), a poco más de cuarenta años de Populorum Progressio, volviendo a hacer un nuevo balance de la concepción

del desarrollo, pero ya sumidos en plena vigencia del proceso de globalización y en un mundo policéntrico. En ese cauce cincuentenario hay que ubicar la Laudato si de Francisco, que puede ser entendida como el discernimiento cristiano ante el “desarrollo sustentable” y la cuestión ecológica. Llama la atención que en su carta Francisco menciona y rescata autores de gran peso teológico como Romano Guardini (1885-1968), también perteneciente a la pléyade de excelentes teólogos que preparó y contribuyó a la realización del Concilio, pero no lo haga con Lebret, que específicamente, también en forma pionera –interrogándose sobre “el suicidio de Occidente” – alertaba sobre los límites del crecimiento economicista que nos conduciría a una situación ecológica y social insostenible como la que hoy estamos constatando.3 A modo de conclusión, el pensamiento y la obra de Lebret pueden ser entendidos como un puente

entre los últimos y mejores tramos del catolicismo social clásico, y el comienzo de una mirada más crítica y estructural del desarrollo, en una perspectiva y abordaje interdisciplinar, que pueden inspirar una tarea todavía pendiente en nuestra región. Además Lebret y sus seguidores fueron capaces de trascender el ámbito eclesial y proyectarse en la esfera pública e internacional. Pese a cierto olvido y discontinuidad, a cuyas razones estamos abocados en una investigación en curso, consideramos que hay un núcleo de su pensamiento y de su práctica que permanecen vigentes. La relectura de los postulados de Economía y Humanismo y el acumulado de experiencia hasta el presente pueden inspirar un renovado modo de pensar y actuar, especialmente a profesionales y estudiosos de diversas disciplinas, en pro de un desarrollo integral, humano y sustentable, atentos al “cuidado de la casa común” al que exhorta hoy el papa Francisco.

1 Posiblemente el estudio más completo sobre Lebret: Pelletier, Denis, Economie et Humanisme. De l´utopiecommunitaire al combatpour le tiers-monde, LesÉditions du Cerf, Pais, 1996. Ver también bibliografía completa de Lebret, y las publicaciones de Economía y Humanismo en: http://www.lebret-irfed.org 2 El texto citado por Pablo VI es: L. J. Lebret. O. P., Dynamiqueconcrète du développement, París, Economie et Humanisme, Les EditionsOuvrières, 1961, pág. 28. 3 Lebret, L.-J. ¿Suicidio o supervivencia de occidente?, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1968. Original francés, 1958.

ESTUDIO JURÍDICO QUINODOZ FUNDADO EN 1946 • Roberto Ramón Quinodoz + • Roberto Carlos Quinodoz • Esteban Pablo Quinodoz • Ángel Daniel Eugenio Quinodoz • Sebastián Marcos • Fernando Andrés Quinodoz • María Evangelina Quinodoz • María Silvina Quinodoz Abogados Escribana San Martín 228 (E3100AAS) Paraná - Entre Ríos Tel./Fax: (0343) 4232223 / 4314661 / 4313118 E-mail: estudioquinodoz@arnetbiz.com.ar / quinodoz@ arnet.com.ar / escribaniaquinodoz@arnet.com.ar / www. estudioquinodoz.com.ar MAYO 2016

Claudio J. Horst Speyer clspeyer@chbsym.com.ar Avda. Paseo Colón 221 - 8º piso (C1063ACC) - Ciudad A. de Buenos Aires Telfax: (54 11) 5238 5567 (54 11) 5218 0044

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TESTIMONIO

Mike Hall

La Última Cena y la Eucaristía

Hace nueve años, cuando mi primer nieto fue bautizado en una parroquia de Norwich, a la salida de la ceremonia tomé un ejemplar de la revista Catholic Life. A los pocos días, en un solitario viaje en tren a Ely para visitar la catedral, leí el artículo de Lionel Gracey “La Última Cena y la Eucaristía en el arte”. No por primera vez me sentí profundamente identificado con el apóstol Pedro cuando Jesús le dijo «¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas!“(Lc 24, 25) Mi epifanía fue el entendimiento repentino y deslumbrante de cómo Je40

sús cumple en su carne lo anticipado en los libros del Antiguo Testamento y lo reafirma y transforma para nosotros los Gentiles encarnando Él mismo al cordero del Génesis. Después de ese entendimiento no pude concentrarme demasiado en la imponente belleza de la catedral ni he podido sosegar desde entonces esta maravilla que me urge compartir. El doctor Gracey, comentando una obra de Sieger Köder, explica la Pasión como una transmutación del significado de aquella salida que incluyó el sacrificio del cordero y su representación en la ceremonia judía del Seder del Pesaj, cena ritual que hoy en día sigue exactamente

las pautas establecidas en el Génesis, donde las cuatro partes de la ceremonia son puntuadas por sendas copas de vino. Este ritual se repite anualmente en todas las comunidades judías al llegar la Pascua (y puedo aseverar que el poder participar de uno de ellos es una experiencia insondable para un cristiano). Para el pueblo de Israel hay un obligación rabínica de beber cuatro copas de vino (o jugo puro de uva) en el transcurso del Seder. Esta obligación se aplica tanto a los hombres como a las mujeres –el Mishnah dice (Pes 10, 1) que hasta el hombre más pobre de Israel está obligado a beber–. Cada una de las copas se relaciona REVISTA CRITERIO N° 2425 2421


con una parte del Seder y representa una de las cuatro expresiones de liberación prometidas por Dios a través de Moises: la copa de Acción de Gracias, los liberaré de la esclavitud; la copa de la Liberación, les devolveré la libertad; la copa de la Bendición, haré de ustedes mi pueblo; la copa de la Consumación, los introduciré en la tierra que con juramento prometí (Ex. 6,6-7). En este punto –cito a Gracey– puede ser de ayuda recordar cómo se celebrara y todavía se celebra la cena de Pascua. En efecto, se trata de la más importante de las fiestas religiosas de Israel, instituida por Moisés y Aarón –por orden de Yaveh– para conmemorar la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Entonces, como ahora, el Seder tenía cuatro partes, y luego de cada parte se bebía una copa de vino. La primera parte (Edersheim sugiere que en este punto el Señor le lavó los pies a los apóstoles), el comer hierbas amargas, recordaba a Israel la amargura de la esclavitud. Luego, en la segunda, el varón mayor de los presentes relata la historia del Éxodo y todos cantan el Pequeño Hallel, Salmo 113. La comida de cordero asado y pan ázimo, ingerida apresuradamente y de pie, forma la tercera parte y es seguida por la tercera copa, la de la Bendición. Sabemos por los Evangelios Sinópticos y San Pablo que fue entonces que Jesús instituyó la Eucaristía (Mt 26, 26; Mc. 14,22; I Cor.10,16). La cuarta parte es el canto del Gran Hallel (Salmos 114-118) y la bebida de la cuarta copa, la de la Consumación. Aunque Jesús y sus discípulos cantaron el Gran Hallel (Mt. 26,30; Mk. 14,26), no hay registro en los Evangelios de que hayan entonces bebido la obligatoria cuarta copa para completar la ceremonia. En cambio, Jesús llevó a sus discípulos directamente al Jardín de Getsemaní, donde le rezó tres veces al Padre: “Padre, si MAYO 2016

es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mt. 26,39; y también Mc. 14,36 y Lc. 22,42). ¿Cuál era la copa a la que se refería Jesús sino la de la Consumación, la copa que completaría la Pascua y su propio sacrificio al Padre? Al día siguiente Jesús fue crucificado en el Calvario. El único discípulo testigo fue Juan y él nos relata que Jesús –sabiendo que todo estaba ya concluido–, dijo: “Tengo sed», y con esto también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo: ‘Todo está cumplido’. Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu”. (Jn. 19, 28-30). La cena pascual que había comenzado en la gran sala del piso alto la noche anterior se completó en la Cruz en el momento en que Jesús bebió el vino agrio, la cuarta copa. Y del mismo modo que la sangre del cordero pascual salvó a Israel del Ángel de la Muerte, así la sangre del Cordero de Dios salva a la humanidad de la muerte que sigue al pecado. Jesús ha ganado la redención para nosotros todos. Finalmente, la búsqueda me llevó a descubrir dos párrafos del Catequismo que resumen todo: “En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las primicias de la tierra en señal de reconocimiento al Creador. Pero reciben también una nueva significación en el contexto del Éxodo: los panes ácimos que Israel come cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto. El recuerdo del maná del desierto sugerirá siempre a Israel que vive del pan de la Palabra de Dios (Dt 8,3). Finalmente, el pan de cada día es el fruto de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus promesas. El ‘cáliz de bendición’ (1 Co 10,16), al final del banquete pascual de los

judíos, añade a la alegría festiva del vino una dimensión escatológica, la de la espera mesiánica del restablecimiento de Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido nuevo y definitivo a la bendición del pan y del cáliz (1334) –aquí me permito discrepar con la redacción: en el versículo citado Pablo se refiere al cáliz de Bendición pero no menciona el “final del banquete”–. También en el Catecismo: “Al celebrar la última Cena con sus Apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino” (1340). Y por último, en Lucas 4,16-20: “Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: ‘Hoy se cumplen estas palabras proféticas y a ustedes les llegan noticias de ello’”. A mí me llegó la noticia más de dos mil años más tarde, en un momento insospechado, transcurriendo mi vida cotidiana, y me empujó repentinamente a otro lugar –un movimiento sísmico– a otro punto de vista; me conmovió. Una epifanía. 41


PSICOLOGÍA

Hugo Polcan Psicólogo

La personalidad autoritaria Con la irrupción de un personaje como Donald Trump en el panorama político vuelve a adquirir vigencia el eterno problema del autoritarismo y el prejuicio.

A partir del surgimiento del nazismo, junto a otros temas afines, el autoritarismo fue objeto central de la reflexión de gran parte de los pensadores de su tiempo y generó una natural búsqueda por comprender su esencia y su génesis, y esa indagación resultó la propulsora de la psicología social, hasta entonces no configurada como disciplina. 42

Las investigaciones devinieron en el hallazgo de la existencia de una estructura mental y caracterológica básica entre los miles de entrevistados que los autores denominaron “personalidad autoritaria”, siempre ligada al prejuicio social.1 Según los resultados, la esencia de la conducta autoritaria está en la estructura de carácter enraizada en el

núcleo de la personalidad y es determinante de su mentalidad y su conducta. Podemos encontrar personalidades autoritarias tanto entre revolucionarios o progresistas como entre conservadores. Es decir: el peligro del autoritarismo y del abuso del poder, con diferentes grados y matices, acecha permanentemente en cualquier sistema político. REVISTA CRITERIO N° 2425 2421


Así, el carácter autoritario está al servicio de necesidades profundas de estas personas y cumplen una función imprescindible para el mantenimiento de su integración psíquica y de su identidad personal.

Claro está que rigidez caracterológica no es igual a firmeza o invulnerabilidad ética. No es lo mismo la obcecación de un Videla que la perseverancia de un Gandhi. El autoritarismo se rigidiza ante los dictados de la razón y las pruebas de ¿Es modificable la realidad, mientras que la persona la personalidad ética es insobornable por fidelidad a autoritaria?2 sus principios. La actitud del autoritarismo es defensiva; la actitud moral Esclarecido el diagnóstico, no es inclaudicable, en cambio, es superamenos importante el pronóstico. Y dora y está más allá del temor. Cuanel pronóstico acerca de las conduc- do Alem dijo: “Se rompe pero no se tas autoritarias y su posibilidad de dobla”, estaba defendiendo la intrancambio siempre ha sigencia ética, no el El autoritarismo se rigiresultado preocudogmatismo arbipante. Los ejem- diza ante los dictados de trario. Los mártires plos históricos son la razón y las pruebas de de la Iglesia primiuna muestra de la la realidad, mientras que tiva, o Mandela en obstinación de esas la persona ética es inso- nuestro tiempo, si p e rs on a l i d a d e s . bornable por fidelidad a “no se doblegaron”, sus principios. Los personajes de no fue por fanatisesta índole termimo ideológico sino nan sin desprenpor la fortaleza y la derse de su espíritu prejuicioso. Se madurez de su convicción moral. necesita mucho tiempo, experiencia Si no queremos caer en la trampa y sufrimiento para que alguien pueda de un optimismo ingenuo, es nedecir sin mentir que se ha convertido cesario tener presente siempre y en “león herbívoro”. convencerse, oyendo los resultados Una vez que el carácter se ha esta- de las investigaciones psicosociales blecido, como el peculiar estilo de y la experiencia histórica, que de vida de una persona, esta configura- estas personalidades podemos esción psicológica se hace difícilmente perar formas de gatopardismo o de modificable, ya que constituye una recursos distractivos más bien que “visión del mundo” y una “actitud un cambio genuino de actitud funde vida” que tiende a hacerse imper- damental. Y es previsible que en el meable a los datos de la realidad. diálogo que ofrezcan, busquen más En esa estructura mental, la actitud una cooptación del otro que una prejuiciosa ocupa un papel preponde- sana negociación. Pueden esperarse rante; de ahí su difícil modificabilidad, cambios tácticos, pero no modificaya que, como dijera un especialista en ciones estratégicas. Es decir: no se ha el tema, “a veces, es más difícil desin- de desconocer la profunda fijeza de tegrar un prejuicio que un átomo”. esas estructuras caracterológicas.

1. T.W.Adorno, E. Frenkel Brunswik y otros, La personalidad autoritaria (Buenos Aires, Proyección, 1965); Otto Klineberg, Psicología Social, Cap. XIX (F.C.E. 1963); G.W.Allport, La naturaleza del prejuicio (Eudeba 1962). Ver también sobre el tema: E. Fromm, El miedo a la libertad, Caps.V y VI (Paidós, 1962) y , Cap VI (Paidós, 1985). 2. Prácticamente estamos transcribiendo aquí lo expresado en nuestra obra, cuya autoría compartimos con M. A. Espeche Gil, Política para todos (págs. 120-123), Buenos Aires, SB, 2011.

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SOCIEDAD

Horacio C. Reggini Ingeniero, académico y profesor universitario

Ética de la ingeniería: una materia pendiente Las academias científicas, utilizando su potencial e influencia, deben tener la misión y actuar como auténticas brújulas de la ética.

En nuestro tiempo enfrentamos dos problemas que requieren una solución urgente: la pobreza extrema y la crisis global ambiental en un contexto de rápido avance tecnológico. L a definición del Millenium Development Goals para encarar la cuestión de la pobreza, o el Sustainable Developement Goals, que ha planteado metas concretas en relación a la sustentabilidad en vistas al año 2030, dan cuenta de que estas preocupaciones se traducen en acciones concretas para afrontar dichos temas. Esto presenta un panorama optimista acerca de la disposición y responsabilidad de distintas esferas de la sociedad involucradas en proponer soluciones duraderas a los problemas urgentes de la humanidad. Sin embargo, para la mayor parte de los habitantes del planeta (aproximadamente 1.500 millones de personas), las preguntas inquietantes no son sobre el futuro, sino sobre el presente. Esta inmensa mayoría debe enfrentar el hambre y la enfermedad a diario. ¿Qué cambios deben hacer44

se en los años venideros atendiendo a esta demanda básica impostergable? ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a esta problemática? El futuro va a ser modelado por nuestras acciones y aptitudes de hoy; pero además, también, nuestras respuestas de hoy son sumamente influenciadas por lo que pensamos respecto del futuro. Noam Chomsky escribió: “El optimismo es una estrategia para hacer un futuro mejor. Porque si uno no creyera que el futuro podría ser mejor, no estaría probablemente dispuesto a asumir la decisión y la responsabilidad de querer hacerlo”. Una poderosa fuente de optimismo consiste en advertir que existe mucha gente dedicada a trabajar intensamente en las diversas esferas de la sociedad para encontrar soluciones a problemas existentes y para promover una paz duradera. La solidaridad de la gente común, más que cualquier otra fuerza, impulsará beneficiosamente a la humanidad en los desafíos que enfrentemos. No obstante, paralelamente, puede

observarse que diversos desarrollos en el mundo de la ciencia y la ingeniería se despliegan escindidos de toda reflexión ética. Como bien señaló Edmund Husserl (1859-1938), a principios del siglo XX, hace tiempo que se ha abandonado el proyecto inicial de la ciencia moderna: unir a la ciencia con la vida y la filosofía. La ciencia moderna ha devenido un saber experimental y utilitarista escindido de toda consideración respecto de fines y valores. En un contexto en que el mundo atraviesa constantes transformaciones a causa de los veloces avances de la tecnología científica y que existe una tendencia a cuantificar y estandarizar, se impone el peligro de que el hombre se convierta en mera herramienta para estas disciplinas en lugar de que sus esfuerzos estén orientados a proveer soluciones para la humanidad. Todo parece indicar que el hombre ya no domina la ciencia, sino que ésta lo domina a él. La sociedad actual está constituida sobre dos pilares: el de la ciencia y REVISTA CRITERIO N° 2425


el de la tecnología; se impone pues de modo imperativo el establecimiento de un ordenamiento ético que regule o evalúe sus desarrollos y alcances. En palabras de Daisaku Ikeda, organizador y director de la asociación The Soka Gakkai International (SGI), a Buddish Forum for Peace, Culture and Education: “El establecimiento de un sistema ético generalizado en la ciencia y la tecnología, ya que la sociedad presente está basada justamente en la ciencia y la tecnología, es una meta urgente hoy”. En efecto, su avance debe ser guiado por una reflexión ética. Y en particular, la ingeniería, la rama de la tecnología científica destinada a la creación de artefactos que afectan directamente la vida humana, debe prestar especial atención a la moralidad de los fines y valores implicados en su desarrollo. Consideramos que esta propuesta debería implementarse ya en la etapa formativa de los futuros profesionales. La educación en ciencia e ingeniería debería estar orientada hacia una articulación de estos conocimientos con la reflexión ética. Y para llevar a cabo esta tarea es fundamental el rol de las academias. Las academias de ingeniería están integradas por grupos profesionales

de ingenieros con conocimientos calificados, sólida experiencia e inteligencia vivaz. Las filosofías de las academias fundadoras se caracterizaron por ser neutrales e independientes de los gobiernos y de las ideologías. En la actualidad, estas instituciones son extremadamente importantes, pues pueden cumplir el rol de guiar a la ingeniería del futuro en el camino correcto: el de la consideración ética respecto de sus medios y fines. Un trabajo reciente sobre las tendencias de las academias científicas e ingenieriles mostró una fuerte inclinación hacia la educación. Pero, ¿cómo debemos inculcar la reflexión ética a los jóvenes que liderarán el futuro? ¿Cuáles son los temas a seleccionar para educar en la ética y cuáles son los obstáculos a vencer? En los Estados Unidos la educación primaria y secundaria se focaliza en el desarrollo de una plataforma orientada a la construcción de un futuro innovador, promoviendo el desarrollo de una conciencia ética en los estudiantes. En esta línea, la educación en la ética debería incluirse en la educación en general, debería discutirse en todas las academias científicas e ingenieriles, y también introducirse como tema de debate en organismos internacionales como

la International Council of Engineering and Technological Sciences Inc. (CAETS), poniendo el foco en su gran importancia para el desarrollo futuro de la ciencia y la tecnología y formulando acciones específicas. Aunque la ingeniería es extremadamente relevante, no es el objetivo principal para la evolución de la humanidad. Se trata de un medio para alcanzar seguridad personal, felicidad y calidad de vida en nuestro planeta. Nuestra meta como profesionales es utilizar la ingeniería como un instrumento positivo para los seres humanos y otras formas de vida. Confiamos en que la CAETS inicie y encabece con energía ese futuro de excelencia para todas las academias científicas e ingenieriles a nivel mundial.

¿Cómo debemos inculcar la reflexión ética a los jóvenes que liderarán el futuro? ¿Cuáles son los temas a seleccionar para educar en la ética y cuáles son los obstáculos a vencer?

Patricia Acuña Diseñadora de interiores 15- 4437-9905

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CULTURA

Pablo de Vita

Los “oldies” del BAFICI

Michel Legrand brilló en un inolvidable concierto en el Colón Su presencia en el escenario del Teatro Colón es ante todo un desafío al tiempo porque con sus vitales 84 años, la labor de Michel Legrand dirigiendo una orquesta, tocando el piano o simplemente contando al público argentino lo que iba a escuchar es una síntesis de buena parte de la historia del cine, y qué dudarlo, dentro de las bandas sonoras de las más célebres. Su labor se remonta, luego de un corto documental y trabajos menores, a 1957, cuando realizó la banda sonora de El hombre del triciclo de Jacques Pinoteau. En esos años estaban en actividad compositores como Dimiri Tiomkin, Alfred Newman, Victor Young, Malcom Arnold (que ganaría el Oscar de ese año por la partitura de El puente sobre el río Kwai), Elmer Bernstein, Miklós Rózsa, Bernard Herrmann y Franz Waxman. Comenzaba a asomarse al mundo la gran labor de Nino Rota, como el universo sonoro del impar Fellini; Georges Delerue hacía lo propio con el padre de la Nouvelle 46 46

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Vague Francois Truffaut y también se había aplaudido al francés Maurice Le Roux por su trabajo en El globo rojo de Lamorisse. Todos ellos ya están en los libros de historia mientras Michel Legrand sigue tocando. Con todo, su partitura es probablemente el ensamble perfecto entre la magnificencia y las orquestaciones complejas de los años cincuenta y la música ligera con base en el leivmotiv que tuvo un exponente clave en la siguiente década –como Henry Mancini– y donde también brillaron Ennio Morricone y Maurice Jarre. Pero Michel Legrand continúa tocando… Y así lo hizo en los primeros días del BAFICI, con un extraordinario concierto en el Teatro Colón. Nadie quiso perdérselo, y desde un comienzo el veterano maestro apostó a lo grande con su memorable suite de Los paraguas de Cherburgo, aquella que encontró la asociación plena entre su música, la magnificencia visual de Jacques Demy y la belleza juvenil de Catherine Deneuve. Fue el prólogo a casi dos horas de intensa emoción y notable vuelo estilístico; no sólo tuvo luz propia la calidad del veterano maestro francés sino también lució su compromiso la Orquesta estable del Teatro Colón, el concertino MAYO 2016

adjunto Oleg Pishenin (cuyo violín en esta suite provocó la felicitación admirada de su autor), y el maestro preparador Fabrizio Danei, que con inocultable histrionismo más propio del verissmo se encargó con solvencia de la batuta cuando Legrand optaba por acompañar desde el piano. Luego de Los paraguas… continuó la pieza que remite al conflicto de la Guerra Fría con Estación Polar Cebra, de Preston Sturges, y alguna parte del público quería algún otro hit. Como todo autor prolífico, con casi 200 partituras para la pantalla, seguramente más de un espectador recordó algún otro Demy, como Lola o Las señoritas de Rochefort; la música del Godard de Una mujer es una mujer o Vivir su vida; el Wajda de Un amor en Alemania o aquella que, en dúo con Francis Lai, fue un éxito absoluto del mercado discográfico argentino: Los unos y los otros, de Claude Lelouch. Pero luego de El verano de Picasso, continuó otro hit como Verano del 42, y aquí quedaría claro que el concierto sería dominado por los Academy Awards, premio Oscar que Legrand obtuvo en tres oportunidades, añadiendo a la sensible melodía que enmarcaba la historia de amor de

Jennifer O’Neill y Gary Grimes: Yentl (Oscar 1984), y The Windmills of your mind (Oscar a la mejor canción 69 por El caso Thomas Crown) que cerró su presentación en Buenos Aires. Como no podía ser de otro modo en Legrand, su dominio del piano siguió deslumbrando, alternando delicadeza con swing y ritmo. De igual manera que combinó la gran obra sinfónica de corte barroco para Les Mariés de l’an II de Jean Paul Rappeneau con la chanson francesa y la fantástica labor de Oriana Favaro, que fue cobrando templaza en cada tema hasta culminar con una ovación. De cerca se notaron ligeros cabildeos, una partitura resbaladiza cuando se le quiso dar vuelta de página, o cuando Michel Legrand olvidó el nombre del protagonista de The Hunter (El implacable), y nadie pudo ayudarlo. Quizás por el título original o porque el veterano maestro tiene mejor memoria que todo el auditorio dado que recordó todas sus partituras, conversó generosamente con la audiencia y, cuando ya se esperaba despejar la incógnita a posteriori en la virtualidad de Google, dijo: “Ahh, Steve McQueen”. Indudablemente el apellido Legrand es sinónimo de buena memoria. 47


LECTURAS CINE

Daniel Sendrós

La pareja en cuatro películas recientes

Al comienzo de Koblic, dos escenas definen el antes y el después en la dramática suerte de un oficial aeronáutico, y en la vida de su matrimonio. Campo, invierno, despedida sin efusiones. El hombre erguido, reservado. La mujer, debidamente “presentable”, como correspondía sobre todo a la época, la edad y la profesión de su marido. En ella hay arrugas, dolor, y un reproche. “Qué triste terminar así”, dice. Cuando falta tan poco para el retiro. Con otra frase le recrimina al marido los destinos militares siempre miserables que tuvieron. El hombre se limita a darle una instrucción para la supervivencia de ambos. Cuando él, mucho más adelante, vuelva a ponerse el uniforme, veremos que apenas ha llegado a capitán de corbeta. Eso dice algo sobre su pasado. No supo “hacer carrera”. O no pudo hacerla “por las buenas”. Le tocaron tiempos difíciles. Corre 1977 y acaba de desertar, asqueado por los “vuelos de la muerte”. Lo perseguirán como a un traidor y en busca de paz deberá enfrentarse a la corrupción. Sólido relato de acción y suspenso, con algo de western bien adaptado a nuestras pampas, y con un elenco de lujo, desde los protagonistas hasta el último extra, Koblic presenta otra manera de acercarse a esa época. Al fin, otra manera. Porque nos 48

sumerge en la realidad cotidiana de aquel entonces eludiendo totalmente el cine político. Más aún, le quita al cine político la exclusividad que hasta ahora tuvo sobre ciertos temas, “desacraliza” la obligación de tratarlos desde una única perspectiva, posibilita otros acercamientos. Y eso no le resta seriedad: obsérvese que esta película “comercial” describe mejor que una película “comprometida” lo que habrán sido esos “vuelos de la muerte”. Entre esas novedades está ese detalle que observamos al comienzo: la obra pinta, en dos diálogos mínimos entre Ricardo Darín y Mercedes Oderico, el drama de tantas esposas de buenos militares que nuestro cine

nunca dijo. Después aparece otra mujer, joven, linda, con la que el hombre entabla relación, pero no de amor (algunos planos convencionales pueden llamar a engaño, y llaman a la boletería, pero la historia tomará otro camino). Curiosamente, su estreno coincidió con el de una cinta francesa ampliamente alabada por un sector de la crítica: A la sombra de las mujeres, de Philippe Garrel, suerte de continuador del estilo Nouvelle Vague, al punto que, especialmente en este caso, su película pareciera hecha a comienzos de los ‘60, a juzgar por la fotografía de un específico blanco y negro, la puesta en escena, los paseos por una París cotidiana, la leve-

A la sombra de las mujeres, de Philippe Garrel

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dad general, hasta algunos aparatos colocados ex profeso, la ausencia de otros, y en especial el tratamiento del tema, a la manera de un cuento moral superficialmente contado. Una mujer quiere a un hombre sin mayores méritos y lo respalda como “una sombra que lo empuja al estrellato”, según dice un comentarista en off. Él pretende ser documentalista. Luego hay dos situaciones muy diferentes de adulterio, y el hombre descubre su costado más necio. Como una suerte de espejo, vemos un matrimonio de ancianos. Sospechamos de inmediato que el viejo es un mitómano. La esposa lo deja que hable. El hombre sin mayor talento le cree y lo filma. Cuando es desengañado, decide seguir adelante como si nada. Curiosamente, su mujer actúa con él de igual manera. ¿Pero hasta cuándo? ¿Se pueden curar las heridas del amor? ¿Podrán convivir después, como si nada, o como si no hubiera nada mejor? Básicamente, esa es la historia que nos cuenta Garrel, dejando las respuestas a nuestro cargo. Tampoco hay nada mejor para una profesora inglesa, ya jubilada, que prepara una fiesta de aniversario en 45 años, de Andrew Haigh, basado

en el cuento de David Constantine de su marido, y el recuerdo de esa “In Another Country”. Celebran los juventud. La vida seguirá, la fiesta de 45 de casados porque cuando los 40, aniversario también ha de cumplirel hombre estaba enfermo. Y ahora se. Una dulce alegría, a la vista de los ya está medio reblandecido. La vida seres queridos. Charlotte Rampling para ellos es sólo una amable rutina y Tom Courtenay, tan lindos que los sin sobresaltos. “La monotonía dia- hemos conocido cuando jóvenes, ria no está exenta de sus propios en- encarnan ahora a estos viejos. cantos”, ha dicho el novelista. Pero el ¿Pero es que no hay matrimonios enviejo acaba de recibir una carta des- teramente felices en esta nota? Claro de los Alpes. Un glaciar en retirada que sí. Allá al pie mismo de la cordejó al descubierto el cuerpo bien dillera, en el departamento de Maconservado de su novia de juventud. largüe, Mendoza, están don Eliseo Él podría ir a reconocerlo. Da unas Parada, su esposa y su hijo mayor, vueltas sobre ese asunto. Con mayor con sus 500 cabras, cuatro perros lucidez, la esposa da más vueltas. arrieros, los caballos, la mula y los Hay un recuerdo contra el que no tres puestos: ese de invernada, otro puede competir. Un “hubiera sido” intermedio, y el de veranada, casi a 3.000 metros de alque le pesa. tura, donde crece el Constantine ha diComo una suerte pastito de engorde. cho, también, “Si de espejo, vemos Hasta que empiesobrev ive ta nto un matrimonio zan las primeras tiempo, entonces el de ancianos. nieves y hay que ir pasado es extraorSospechamos de bajando. dinariamente poinmediato que Cada tanto vietente”. Nada hubo el viejo es un ne el hijo menor, quizás, y seguramitómano. La a dar una mano y mente no habrá esposa lo deja que renovar sus raíces. nada, en ese largo matrimonio, que hable. El hombre sin Es que de chico le pueda ser tan in- mayor talento le cree tomó el gusto al y lo filma. estudio y ahora es tenso como el noprofesor de Hisviazgo de juventud

ESTUDIO JURÍDICO PORTESI Y ASOCIADOS FUNDADO EN 1940

• Juan Antonio Portesi • Ignacio Antonio Respuela • Juan Pablo Portesi • Evelina Fusetti Abogados Calle 27 n* 611 Mercedes B Tel/fax: 02324-422163 / 431300 e-m: estudio@portesiyasociados.com

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CINE LECTURAS

Ricardo Darín en Koblic, de Sebastián Borensztein.

toria en la ciudad. Pero también tiene un programa de radio para la gente de campo. La familia sigue unida, más allá de las distancias. Y la tradición se mantiene, aunque quién sabe hasta cuándo. La Ley de Arraigo tiene sus bemoles, y el creciente tránsito de camiones afecta el de los animales. Ellos, mientras puedan, van a seguir con la vida que aman. Dura, exigida, “primitiva” para algunos, pero hermosa, en plena cordillera, con el aire puro, el cielo inmenso, los balidos constantes de los bichos y las piedras quejándose bajo los cascos del caballo, o las ruedas de una camioneta, porque el progreso también tiene sus cosas buenas, que se van incorporando. Y don Eliseo va cantando, o haciendo versos, mientras trabaja. Coplas, décimas, rancheras que él mismo compone con alegría y orgullo de paisano. 50

Quienes aman la vida rural estarán emocionados casi todo el tiempo (con el documental Arreo). Otros aprenderán a conocerla. Y todos terminarán admirados, porque esa familia es admirable.

La vida y la rutina de estos criollos, la vemos ahora en el documental Arreo, de Tato Moreno. Hermosa película. Quienes aman la vida rural estarán emocionados casi todo el tiempo. Otros aprenderán a conocerla. Y todos terminarán admirados, porque esa familia es admirable. Lo mismo, el trabajo de Moreno, hecho a pulmón, con un equipo más que reducido, sin pedir subsidio y tomándose sus tiempos, a la manera del recordado maestro Jorge Prelorán: primero fue amigo sincero de la

gente, mucho después pidió permiso para traer la cámara, filmó a lo largo de dos años, se tomó otros dos para armar la película, pidió permiso para mostrarla. El resultado, ya lo dijimos, es hermoso. Y también nos deja pensando, pero cosas lindas.

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LECTURAS

Alberto Espezel

Sacerdote y profesor de Teología

La Palabra de Dios según Erri de Luca y Emmanuel Carrere Fragmentos y reflexiones para aproximarse a dos notables libros de autores europeos que presentan el tema religioso desde perspectivas novedosas y a veces desconcertantes.

Nos proponemos contemplar dos lecturas recientes de la Palabra de Dios hechas desde fuera del marco eclesial: la del napolitano Erri De Luca y la del parisino Emmanuel Carrere. Miradas a contraluz y comparándolas, ayudan a ver lo que es el regalo, el don de la Palabra en tierra ya cristiana, y cómo esa Palabra refleja la Palabra personal del Padre, que es resplandor e imagen incomparable suya. Ambos se mueven en el ámbito del relato (novela, cuento) más o menos histórico, lo cual les confiere una libertad de inventiva que no ha de ser mirada con criterios estrictamente académicos. Y sin embargo, como la historicidad (concepto análogo) es algo tan esencial a la fe judeocristiana, el juego del relato con ella no deja de sacudir al lector, como si llevara consigo una cierta presunción de validez. MAYO 2016

Erri de Luca: El Nombre de la Madre De Luca, ex militante de la izquierda extraparlamentaria, se reconoce cuasi agnóstico, pero con una simpatía manifiesta por la Palabra, en especial la del Antiguo Testamento. Cuenta que aprendió hebreo en forma autodidacta, en sus madrugadas tempranas antes de partir a la fábrica o la cantera, y cómo ese arduo trabajo con la Palabra le abría el corazón para sobrellevar las durezas del trabajo manual, reflejadas en sus fuertes manos huesudas que transmiten confianza. En su libro sobre El Nombre de la Madre, donde describe los meses de embarazo de María y el nacimiento del Niño, De Luca hace plausible la anunciación del ángel, descripta como un ventarrón súbito y un gozoso asentimiento: “en el cuerpo, en

mi seno, se había abierto un espacio. Una pequeña ánfora de arcilla se había depositado en la cavidad de mi vientre”.1 La alegría que colma a María no le impide reconocer el asombro de José y sus dificultades frente al consejo de ancianos que interpretaba la ley de lapidación. “Con las manos entrelazadas sobre mi vientre plano me tocaba la piel para sentir en la punta de mis dedos la vida cambiada. Era para mí el día uno de la creación” (Nm 30), “…no me sonrojaba, la confianza de estar en lo cierto me daba la prontitud necesaria y una conducta nueva“2. Citaremos textualmente varios párrafos para que se pueda percibir la actitud de fondo del autor, llena de pietas, de respeto religioso, de apertura silenciosa a su mensaje, de empatía fundamental con lo que lee, de genuina humildad y capacidad de escucha ante el misterio: “Aque51


LECTURAS

lla noche Josef soñó…Soñó con un ángel que le ordenaba lo necesario. Por la mañana reunió a la familia y declaró su decisión: desposaría a Miriam en la fecha prevista de septiembre, aunque estuviera encinta. Bajo la tienda de la ceremonia se vería mi gravidez”3. Y también: “Sin embargo, era feliz. Estar llena, crecer como la luna, contar las semanas como para el trasvase del vino, no tener el ciclo, todo era de una pureza que me embriagaba de alegría. De noche corría la cortina y respiraba el viento del cielo”4. María dialoga con su niño sobre el sol y las estrellas, y empieza a preguntarse sobre quién será su niño: “...fuiste colocado en mí por un hálito de palabras, no por una semilla. Estarás lleno de viento”5. “Conoce mis pensamientos. Es un varón y me hace reproches. Ocupa todo mi espacio, no sólo el del regazo. Está en mis pensamientos, en mi respiración, huele el mundo a través de mi nariz. Está en todas las fibras de mi cuerpo. Cuando salga me vaciará, me dejará vacía como la cáscara de una nuez. Quisiera que no naciera nunca…”.6 “Así permanecí virgen y sin embargo esposa, virgen y sin embargo madre. Es potente la fuerza que me mantuvo quieta mientras me trabajaba. Así le ocurre al jarrón que gira entre las manos del alfarero, yo seguía siendo arcilla, pero excavada, hecha para contener. El embarazo ha sido un tiempo de perfección a la sombra, la duración de un secado. Heme aquí lista, arcilla con alma de hierro: las piedras que querían lanzarme se han hecho añicos”7. De Luca se anima a describir el parto, imaginando un diálogo materno filial: “…Asómate, niño mío, ven a mi encuentro, tu madre está lista para recibirte al vuelo en cuanto asome tu cabeza…es una hermosa noche para que salgas, corderito mío, noche límpida en lo alto y seca en la tierra. El viaje ha terminado y tú 52

has esperado esta llegada para nacer. Eres un niño muy bueno, sabes esperar. Ahora nace, que tu padre te está esperando”.8 “…Ieshu ha sacado la cabeza, la he sujetado entre mis manos, me he conmovido, se me ha escapado un sollozo y con el sollozo ha salido entero y lo he aferrado al vuelo. Lo he levantado por los pies para liberar los pulmones y dejar espacio al primer viento que fuerza la entrada cerrada del aliento. Jeshu ha engullido el aire sin llorar”.9 “…Esta noche aquí en Bet lehem es solamente mío. Mamaba y respiraba, mi sustancia y el aire”.10 De Luca es un hombre del Mediterráneo, del Sur, de la costa napolitana y el mar (con sus peces), del sol, la luz y la sombra reparadora, de la piedra, la cantera y el polvo. El desierto y sus vegas le resultan familiares, y por ello se siente en su casa en el ambiente del Antiguo y el Nuevo Testamento. El desierto, el cansancio, la sed, el manantial, los árboles con su cobijo protector, el saber cómo cuidar los pies en los largos pedregales, provisto de frágiles sandalias. “Acostúmbrate al desierto… No vienes de un sudor de abrazos, de ninguna gota de hombre, sino del viento seco de una anunciación. No se fiarán de ti, tal como estás hecho… Acostúmbrate al desierto que me ha transformado en tu madre. De allí has venido, del vacío de los cielos, hijo de un cometa que se inclinó hasta mi escalón. No es el censo el que nos desplaza, sino un camino trazado allí en lo alto…”.11 Abierto a la realidad, modesto y sencillo, casi tímido frente al otro y al Otro, De Luca escucha y transmite con piedad la Palabra, con un acento extraño, incomparable, casi profético.

Carrere: El Reino12 Carrere es un postcristiano muy talentoso, bien contemporáneo. Ha tenido fe, en momentos de crisis,

y la ha perdido. Experimentó una conversión en la década del noventa pero luego dejó la fe. Y no manifiesta demasiado pesar por ello: más bien muestra una lejanía nietzscheana no exenta de humor y de ironía, y donde se perciben largos diálogos de diván, como lo reconoce en forma explícita, siempre en su estilo novelado que roza a propósito lo autobiográfico en su último y multifacético libro. Niega explícitamente creer en la resurrección de Jesús. El encuentro final con Jean Vanier y su grupo vuelve a dejar una puerta entreabierta, en un claroscuro que no se termina de aclarar, con algún sabor nostálgico. Carrere se siente hijo de Renan (Strauss), con quien discute sobre tal o cual opción. Y ha leído comentaristas contemporáneos del Nuevo Testamento, que por supuesto no cita, para mantener la libertad del relato. De algún modo desea reconstruir noveladamente la composición del Nuevo Testamento apoyándose en la figura de Lucas, desde la cual sube aguas arriba a Pablo, o aguas abajo a los demás sinópticos, Juan o el Apocalipsis. Elige arbitrariamente entre otros a Felipe como presunto transmisor de la tradición de la vida de Jesús, a un Lucas que viene de afuera, de un mundo helenístico (Filipos), y del círculo de Pablo, en ayunas sobre la vida terrena de Jesús. Luego aparece Lucas, la figura verdaderamente central, leyendo a Marcos (El libro hubo de llamarse Investigación sobre Lucas). Llega a mencionar el misterio del canon (p.369), pero dada la posición agnóstica del autor, el gran ausente en este libro es el Espíritu, inspirador último de la Palabra, con todas las consecuencias que ello conlleva. El mismo Felipe sería uno de los discípulos de Emaús, afirma el autor de nuevo, con arbitrariedad ejemplar. O atribuye a Lucas la autoría de la carta de Santiago. REVISTA CRITERIO N° 2425


El género elegido por Carrere –novela histórica– navega en forma ambigua entre el relato novelesco y la historia (se llega a autodesignar como historiador). Esto le permite indudablemente una libertad envidiable en el relato, pero cuestiona sin embargo la seriedad, sobriedad y modestia del historiador, consciente de las limitaciones de su oficio, abierto a un acercamiento al objeto siempre más preciso, o no, en tanto aparezcan nuevas pruebas o documentos que lo permitan. Por ello, el lector desprevenido debe ser bien consciente de que el relato no es en rigor exegético ni histórico. Puede para ello utilizar, si lo considera necesario, cualquier buena obra general sobre el Nuevo Testamento, como por ejemplo el siempre actual An Introduction to the New Testa-

ment, de Raymond Brown, y sus traducciones correspondientes. Como dijimos, muestra una amplitud erudita de lecturas de comentaristas del Nuevo Testamento, junto a lecturas importantes de Flavio Josefo y de diversos romanos como Séneca, Tácito y Suetonio. Tiene un talento literario notable para zambullirnos en un posible clima de época, que podría recordarnos algo a la Marguerite Yourcenar de Memorias de Adriano, mucho más serena y recatada. Párrafo aparte merecen los paréntesis pornográficos, con tintes voyeuristas, más o menos dignos de marketing, que no ahorran ni aún a la figura de María (p.327). Resulta penoso ver semejante talento literario puesto al servicio de pasajes poco tolerables.

En el nombre de la madre, Siruela, 2007, p.27, en adelante NM. 2 NM 37. 3 NM 41 4 NM 43. 5 NM 49 6 NM 51. 7 NM 81. 8 NM 87. 9 NM 88.

10

1

NM 90. NM 92. 12 Anagrama, Madrid, 2015. 11

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Como dijimos, el encuentro final con Vanier deja una puerta entreabierta hacia la fe y el reino, que podría indicar un nuevo camino futuro. Concluye su libro con estas palabras llenas de misterio: “He escrito de buena fe este libro que acabo aquí, pero aquello a lo que intenta acercarse es tan más grande que yo, que esta buena fe, lo sé, es irrisoria. Lo he escrito entorpecido por lo que soy: un hombre inteligente, rico, de posición: otros tantos impedimentos para entrar en el reino. Con todo, lo he intentado. Y lo que me pregunto en el momento de abandonar este libro es si traiciona al joven que fui, y al Señor en quien creí, o si, a su manera, les ha sido fiel. No lo sé”. Como afirma R. Kämmerling, el comentarista del Welt: “un testamento de la duda”.

ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO JORGE E. IVANCICH ÁNGEL I. GONZÁLEZ DEL CERRO (h.) GONZALO P. SIFONE

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LECTURAS

Ricardo Murtagh

La reconciliación ¿una cuestión necesaria? Hoy en día conceptos como reconciliación, justicia, paz y perdón son poco frecuentados. Memoria, verdad y justicia aparecen con fuerza y son sostenidas con fervor en algunos ámbitos. ¿Acaso son antagónicas? En circunstancias en que nuevamente han aparecido disensos y otra vez afloran resabios de enfrentamientos e imágenes de grietas y fracturas, puede ser oportuno registrar algunos puntos a tener en cuenta, a modo de notas en borrador de una cuestión compleja. Una primera consideración entonces es si esos cuatro conceptos aún tienen vigencia o han sido dejados de lado en la agenda pública. Sucede que “no siempre se renuncia al objetivo de la reconciliación, pero se difiere sine die o se da por cancelado apresuradamente”. Más allá de si ello sucede o no en nuestro país, tema sobre el que volveremos, conviene aclarar que la cita pertenece al libro La reconciliación, publicado por Salterrae en 2013 e impreso en esta ciudad por Ágape. Su autor es Juan María Uriarte, que se autodefine como un obispo español jubilado. Se trata de un libro escrito con lenguaje sencillo y accesible. También es minucioso y pormenorizado y articula con bastante éxito características de manual como de compendio. Aunque enfocado sobre todo en la situación del País Vasco, tiene aportes más universales que resultan de interés pues pueden ser disparadores de ejercicios de reflexión e instalación de temas complejos y difíciles. De su lectura surgen insumos como para reflexionar sobre oportunidades y modos de llevar o no adelante propuestas acerca de la reconciliación. Analizar estos temas puede parecer un mero ejercicio abstracto, si no una uto54

pía. No pocos analistas descreerán del valor y validez de esfuerzos cuyo objetivo es la reconciliación social y política, sea por inútil o baladí o simplemente por inviable, argumentando que la lucha por el poder sobre los demás, connatural a la especie humana, siempre conducirá a conflictos y antinomias y que es difícil siquiera imaginar una sociedad sin antagonismos. Teniendo presente, claro está, que ello depende en mucho del alcance que se le pretenda dar a la reconciliación, a la situación que se intente resolver con ella, o al objeto del que se predique. Por caso, la llamada grieta que hasta fue propuesta en nuestro país como cuestión a resolver –frente a la virulencia alcanzada y patrocinada por unos y otros– y se planteó como meta en promesa de campaña por la coalición gobernante, quedaría aquí fuera de materia, pues se trataría más de un intento de acercamiento entre visiones políticas y posicionamientos ideológicos que una cuestión de derechos humanos, que son sin duda el tema más central en esta cuestión (y por más que hayan querido ser apropiados desde una bandería). Pero más allá de descreimientos, o de descartarla por ilusoria, ¿se ha dejado de lado la reconciliación en la Argentina? Parece que no del todo, al juzgar por algunos intentos aislados de trabajar en o hacia ella. Convengamos que lo que signifique o se interprete por reconciliación estará siempre en el límite entre lo sagrado y lo profano, entre el campo de lo religioso y el de la política, y el concepto estará referenciado como un pedido de iglesias, relacionado con las creencias religiosas, lo que “genera sospecha y

rechazo”. En efecto, no deja de ser una situación bastante ambigua que puede explicar en parte esa distancia focal o desdibujamiento del tema al que aludimos en las primeras líneas. ¿Qué es y qué comporta la reconciliación? Uriarte la define como el “proceso por el que los grupos enfrentados deponen una forma de relación destructiva y sin salida, y asumen otra forma constructiva de reparar el pasado, de edificar el presente y de preparar el futuro”. Aceptar esta definición acarrea necesariamente un reconocimiento básico: “el primado de la persona humana por encima de otra causa o motivación”, que es como decir que “ninguna instancia humana tiene poder sobre la vida y la muerte de sus semejantes”. Descubrir y aceptar la condición de persona es el primer paso necesario a dar y allí no caben descalificaciones de ninguna clase al adversario. Son varias las cuestiones que se señalan en el libro que contribuyen a que la reconciliación sea postergada REVISTA CRITERIO N° 2425


frente a urgencias más actuales: • Es innecesaria ya que “sería mejor recluir el perdón en la vida privada y afirmar el imperio de la justicia en la vida pública”, cita Uriarte.1 • La reconciliación contraviene a la justicia, ya que evitaría el condigno castigo y esta falta de reparación ofendería a las víctimas. • “Es más realista conformarse con un ‘arreglo’ y renunciar a un ‘acuerdo’”. • Es escaso el interés que los afectados por la violencia pueden tener por la necesidad de mantener fidelidad con sus deudos. • Se puede sentir como una imposición. • Se trata más bien de una exigencia cristiana y no de un requerimiento del campo socio político. Como vimos, bien cita Uriarte que “una razón para que el perdón sea un extraño candidato para ocupar un lugar central en política es su asociación exclusiva durante mucho tiempo con el vocabulario de la religión”.2 Todas buenas razones para dejar de lado la reconciliación. Habíamos visto en la definición la connotación “sin salida”. Resulta buen rasero para discernir sobre la oportunidad de la reconciliación. Aquí hay dos cuestiones. Una es recordar que Uriarte trabajó el concepto en el marco histórico y actual del País Vasco. La otra es que en nuestro país los enfrentamientos y distanciamientos no tuvieron el alcance de aquéllos, sin por ello disminuir su relevancia e importancia, y no forman parte del presente –sí sus consecuencias generacionales–. Y aquí inmediatamente aparecen dos ámbitos de aplicación en los que en la Argentina la reconciliación podría tener plaza. Uno es el de los derechos humanos, y el otro –por decirlo de un modo general–, la distribución del ingreso, tema que subyace en todos los enfrentamientos y antagonismos que hemos tenido en la historia de nuestro país, aunque estemos muy lejos aún de reconciliarnos con esas cuestiones cuando todavía se discute cómo enfrentar la pobreza. Claramente los enfrentamientos y luchas por el poder entre facciones y aun los que últimamente dividen y oponen MAYO 2016

a la sociedad no serían materia de reconciliación. El ejercicio democrático pleno sigue siendo la vía de resolución; en particular si, como se empieza a vislumbrar, la Justicia se encamina focalizándose fuertemente en lo que le es propio y específico. Uriarte se detiene en señalar a aquellos grupos de la sociedad civil que por la densidad de su responsabilidad ciudadana necesariamente pueden contribuir más con una estrategia definida de reconciliación: las universidades, los profesionales del derecho, los medios de comunicación social, los docentes (a quienes dedica un capítulo aparte por la importancia que tienen en estos procesos), los municipios y los barrios. Y hablando de responsabilidad, hace un fuerte señalamiento: “La tarea de reconocimiento y reparación corresponde (aunque en grado diferente) a todos aquellos que por acción u omisión no han estado a la altura de su responsabilidad cívica y moral”. La idea de diseñar proyectos apuntados a (o dentro de) la lógica de la reconciliación es poderosa y al parecer fructífera. Hay países como Colombia, que sufrió fuertes enfrentamientos de largo alcance y aún actuales, y que han elegido como política de Estado el desarrollo de este tipo de proyectos. Los hay de lo más diversos, muy centrados en lo vecinal, lo grupal, tanto en el campo de la cultura, la educación como el desarrollo económico. Existen alrededor de 370 proyectos en ejecución identificados expresamente para sostener su programa de reconciliación y que funcionan bajo la consigna de que “aportan a la reconciliación de Colombia”, y que buscan “reconstruir el tejido social afectado por la violencia generada por el conflicto armado, incentivando el respeto por el otro y la confianza entre todos los actores sociales”. Tienen su propia financiación, que facilita “el acceso de las organizaciones del sector privado, sociedad civil y academia a recursos de capital y técnicos para el fortalecimiento de proyectos empresariales o sociales que aporten a la reconciliación”. En ese fondo interactúan más de 250 organizaciones civiles

y agrupan en calidad de beneficiarios al 8,5% de la población colombiana. Uriarte sostiene que “la futura sociedad no será reconciliada si no se instaura desde la familia, la escuela, los movimientos sociales, los medios de comunicación social y la cooperación de la comunidad cristiana la cultura del perdón”. Agregaría empresas y sindicatos e insistiría en que se convirtiera en una política de Estado. Este libro suscita reflexiones; pocas aquí por razones de espacio. En momentos en que hay intentos de cambiar modos y maneras de gestionar el Estado y se ensayan caminos de independencia real de poderes y de seriedad en el manejo de la res publica, da ocasión de preguntarse si estos esfuerzos de instalar el tema de la reconciliación merecen la pena. La respuesta parece tan fácil como decir que una Argentina reconciliada siempre es mejor, y tan difícil como para preparar y recorrer los caminos que conducirían a ella. Caminos que no pueden ser aislados, ni provenir desde un solo lugar o de grupos restringidos. Es absolutamente impensable transitarlos sin un esfuerzo conjunto, compartido, sostenido y asumido por toda la sociedad, y debe quedar claro el rol colaborativo de la Iglesia, sin pretender erigirse en rectora ni en suplir al Estado. Reconciliación es un concepto muy amplio y variado; resulta difícil imaginar hoy en día una aplicación programática de ella, pero ciertamente hay espacios que pueden y deben ser explorados en pos de una mayor armonía entre quienes habitan nuestro suelo. 1 X. Etxeberria, “Perspectivas políticas del perdón”, en El perdón en la vida pública, Univ. de Deusto, Bilbao 1999. 2 D.W. Schriver, An Ethic for Enemies. Forgiveness in Politics. Oxford Univ. Press, 1998. Punto final quiso decir basta con esto, enterremos el tema tal y como está, no hablemos más de ello. Nunca más quiere decir no volvamos a repetirlo; aceptarlo como fue, reconociendo que es un error en el que de ninguna manera se debe incurrir. http://www.reconciliacioncolombia.com/web/ bproyectos

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LIBROS

Los hijos de los 70 (Historias de la generación que heredó la tragedia argentina) de Carolina Arenes y Astrid Pikielny Buenos Aires, 2016, Sudamericana

La herencia familiar de los años violentos Un libro que quema en las manos... y en la cabeza, pero que el lector difícilmente pueda abandonar sin llegar al final. Se trata de un texto doloroso y verdadero, que no se presenta de manera simple (esquemática) ni fácil (distante). No es simple porque a lo largo de sus 350 páginas se cuentan muy diferentes y desgarradoras historias. Después de cada capítulo pareciera que el lector deba emitir un juicio, pero su posición ante tanto sufrimiento cambia según el testimonio. Y no es un texto fácil porque, más allá de su impecable redacción y del acertado tono que supieron elegir sus autoras, todas las páginas son emotivamente impactantes. Hasta quedar conmovidos y sin palabras frente a la desmesura de odio y de la violencia que se adueñó de nuestro país en aquellos tristes años, a los que estamos llamados a no regresar bajo ningún pretexto, pese a que haya aún sectores que –ignorantes o sesgados– los rescaten irresponsablemente. Componen el libro 23 historias; salvo una (anónima), todas llevan nombre y apellido. Como señalaban Claudia Hilb y Graciela Fernández Meijide en la presentación que tuvo lugar en la sede porteña de la Universidad de Bolonia, los testimonios “transmiten honda piedad por los hijos de la década del setenta”. Y como bien observan sus autoras, final-

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mente “es un libro sobre padres e hijos”. La obra se presenta como un gran fresco de época, o mejor, como un fresco actual de los sufrimientos que quedaron de aquella época en la generación posterior. Hay piedad frente a los testimonios, siempre desgarradores, y en cada página vuelve un interrogante que interpela al lector: ¿Cómo pudimos llegar a ese infierno en nuestra patria? Hay quienes justifican o no a sus padres. Hay hijos de guerrilleros, de torturadores (durante la dictadura militar y durante el gobierno peronista mientras operaba la Tripe A), de empresarios, de sindicalistas, de militares. Muchas veces esos temas no se pudieron tratar en sus familias, o se lo hizo desde una perspectiva idealizada. Algunos apellidos, de un lado y otro, suscitaron aversión y repudio en diferentes sectores de la sociedad. También es verdad que, transcurridos los años y habiendo sido aprovechado de manera parcial y hasta malintencionada el tema de los derechos humanos, muchos jóvenes hoy demuestran un marcado desinterés y hasta hartazgo por los relatos de esa época. Lo cual, casi como la contracara del fanatismo, tampoco resuelve nada. El escritor Félix Bruzzone, la hermana de la diputada Donda, los hermanos Dupont, la hija del exmontonero Héctor Leis –que nos legó una lectura particularmente lúcida de aquellos acontecimientos–, el hijo de Mariano Firmenich, el fiscal Diego Molina Pico, el filó-

sofo Alejandro Rozitchner, Claudia Rucci, Hernán Vaca Narvaja, entre otros, desfilan ante estas páginas como en una suerte de tragedia griega, sacando a la luz lo más recóndito y oscuro de la condición humana. Es cierto también que asoman algunos elementos conmovedores por el ansia de superación. Fernández Meijide, quien acompañó y aconsejó a las autoras cada vez que la reclamaron, lo define como un libro “claro y estremecedor”, escrito con “coraje y mucho sentido de la responsabilidad”. Santiago Kovadloff anota que “las páginas de este libro prueban lo difícil, lo incierto y doloroso que es ir un paso más allá de los propios sentimientos, de la propia experiencia, de la herencia familiar que se ha recibido”. Y Norma Morandini señala que “las autoras construyeron una dolida sinfonía de nuestra historia trágica. Hombres y mujeres a los que el destino atropelló. Hijos inocentes de los padres que sustituyeron la política por la violencia”.

José María Poirier

REVISTA CRITERIO N° 2425


LIBROS

La recepción teológica del Concilio Vaticano II de Jorge A. Scampini y Carlos Schickendantz Buenos Aires, 2015, Sociedad Argentina de Teología-Ágape LibrosEditorial Guadalupe

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lo esencial “Todo es gracia”, anotó Bernanós en la línea final de su Diario de un cura rural. Todo es don, concluye el protagonista, que es lo mismo que decir que todo es recibido. Visto así, el concepto de recepción describe una forma de entender la existencia, un modo de ubicarse en el mundo. Algo de esto puede percibirse en la obra que nos ocupa. Ante la “selva oscura” formada por la cantidad de publicaciones relacionadas con el Concilio Vaticano II, que intentan explicar y desmenuzar sus enseñanzas –muchas veces con visiones contrapuestas–, un recién llegado podría preguntarse: pero ¿cuántos Concilios hubo? Y estaría tentado a pensar que no importa tanto el hecho como lo que de él recordamos. Por eso la invitación de este libro no es sólo a hacer memoria de aquel evento fundamental. Recordar es interpretar, seleccionar lo importante. Es decir, una operación que corre el riesgo de desvirtuar o cambiar lo recordado. Aquí los autores se proponen dos cosas: explorar la noción de recepción para luego aplicarla a la relación entre la Iglesia y el Concilio; y presentar un panorama actualizado de los estudios históricos realizados sobre él. En la primera parte, Jorge Scampini divide su reflexión en tres momentos: primero, presenta el origen y significado del concepto

MAYO 2016

de recepción. Para ello, y de un modo muy original, se apoya en su uso tanto en las ciencias jurídicas como en la crítica literaria. En segundo lugar, en el tramo más prolongado de su exposición, hace foco en la visión teológico eclesial de la recepción, tomando nota de su riqueza y complejidad. Allí se afirma, por ejemplo, que “la recepción es constitutiva y fundamental en la vida de la Iglesia, porque ella misma se arraiga en algo ‘entregado’ y ‘recibido’: la revelación y autocomunicación de Dios en Jesucristo” (p. 26-27). “Al Evangelio, recibido una vez para siempre, debe conformarse el Evangelio vivido aquí y ahora por la comunión de la Iglesia universal, realizada en y desde cada una de las iglesias locales. Por tanto, esa recepción implica la apropiación y la asimilación de lo recibido en comunidades concretas y con gestos concretos. (...) Por eso la recepción no se reduce a un acto, por importante que sean algunos de ellos; tampoco se agota en una decisión formal o en una determinada interpretación de la teología académica. La recepción es gradual, atravesando todas las dimensiones de la Iglesia: el testimonio, el culto y el servicio” (p. 2829). El tercer momento no es teórico, sino que lo dedica a ejemplificar un proceso de recepción, siguiendo el hilo de la siguiente afirmación conciliar: “La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica”. La segunda parte, a cargo de Carlos Schickendantz, busca ofrecer un singular servicio: discernir lo valioso

en medio de la abundancia de las publicaciones científicas acerca del Concilio. Presenta los textos y autores a su juicio más relevantes, como así también las líneas de trabajo y argumentos principales que ocupan hoy a la comunidad teológica internacional. Consciente de la cantidad de material a relevar, tanto de orden hermenéutico como de orden histórico, el autor tomó la decisión metodológica de analizar, en este trabajo, solamente estos últimos. La obra forma parte de la colección “Teología desde el fin del mundo”, proyectada por la Sociedad Argentina de Teología como una contribución de la reflexión teológica a temas cuya actualidad toca en forma directa a la vida eclesial. Si bien el rigor académico de este trabajo está a la altura de las trayectorias de sus autores, de ninguna manera su contenido resulta críptico; al contrario, puede ser leído con gusto e interés por cualquier lector formado. Para terminar, una brevísima glosa histórica: en 2012, Jorge Bergoglio prologó una edición argentina de los documentos completos del Concilio Vaticano II. Como si hubiera leído el libro que hemos reseñado, comenzó sus líneas con la siguiente afirmación: “Ser fiel no es hacer siempre lo mismo, sino mantener vivo lo esencial”. Gustavo Salvarredi

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CORREO

Zanatta sobre el populismo de Francisco Sr. Director: El número de abril de la revista CRITERIO (2424) lleva por título “Un Papa entre la pastoral y la política”, y remite allí a dos artículos: uno, de Diego Fares, que reflexiona acerca del lugar de la política en la tarea pastoral y catequística del papa Bergoglio, y otro, de Loris Zanatta, que presenta un largo elenco de hechos (y algunos dichos) protagonizados por Francisco, que son definidos por él como “populistas” y adversos a otro modo distinto de comportarse políticamente que no queda muy claro cuál es. Agrego algo (al pasar, porque lo que me interesa señalar es otra cosa): la idea de incluir en la revista dos artículos con distintas opiniones acerca del mismo tema es una actitud loable, que apela al diálogo y manifiesta honestidad intelectual. Pero después puede ocurrir que esta imparcialidad resulte algo desdibujada cuando uno de esos artículos es francamente superior al otro. Entiendo que este es el caso entre Fares y Zanatta. El último, con cierto modo periodístico, registra, con buena información, abundantes hechos y los comunica sin mayor reflexión. Y el desarrollo del artículo, que se acerca a un dualismo simplista, en términos generales no supera un lugar común mediático acerca del papa Francisco, una mirada llevada a cabo sin mayor instrumental interpretativo. Fares, en cambio, formula con claridad el sentido de la concepción y actividad políticas de Francisco, apoyándose con solidez en la doctrina social de la Iglesia y en las definiciones que en esta materia ha formulado el mismo papa Bergoglio. Ofrece una visión más compleja y acabada, que no excluye la mirada de fe, acerca de los objetivos que Francisco persigue al manejarse en medios políticos, de los que respeta sus modalidades propias y su autonomía, pero a los que enmarca en un objetivo religioso que les confiere también otra magnitud y finalidad. Es por eso que creo que hubiera sido mejor que la revista titulara este número de un modo que más bien reflejara el aporte editorial (por ejemplo). Claramente, este número no es monográfico; su tema no

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es la política de Francisco; es un número heterogéneo. Y como Zanatta se refiere solamente a lo que él entiende que es la política de Bergoglio, y Fares a la política como elemento que forma parte, junto con otros, de la tarea pastoral de Francisco, resulta que el Papa no queda “entre” una cosa y otra como propone el título. Pero, en realidad, lo que me ha impulsado a escribir estos pocos párrafos me devuelve al artículo de Zanatta que, como ya apunté, presenta ese lugar común tan difundido por los medios masivos (especialmente argentinos, que tienen su propia polémica interna) que califica a Francisco como “populista”. No me interesa ahora situarme ante esta calificación que, en el marco de una mirada rápida y cómoda, sin mayor análisis, comparto en algunos aspectos y en otros no. Sí me interesa manifestar mi perplejidad y desconcierto al advertir que casi nadie repara en la verdadera popularidad de Francisco, en el hecho de que es realmente popular. Imposible aquí describir el fenómeno, pero no imposible atenerse a su evidencia contundente. Y esta popularidad debe ser claramente distinguida y diferenciada, seriamente, de cualquier clase de “populismo”. Y Zanatta, si bien intenta alguna definición (“Entonces, ¿Bergoglio es populista? Absolutamente, a condición de que ese concepto sea entendido como se debe.”), descuida el hecho de que el término “populista” es generalmente utilizado en sentido peyorativo y es así como se lo suele entender, como parece ocurrirle incluso al mismo Zanatta. El sentido peyorativo de la palabra “populismo” tiene ciertamente poderosas justificaciones; sobre todo se apoya (además de en un modo de hacer política), en la proliferación creciente, durante las últimas décadas, de los más grotescos líderes populistas en todo el mundo. Porque si bien para Latinoamérica la extendida figura del líder populista ha sido una carga devastadora, otras partes del mundo no han estado exentas, como, ciertamente, África y Asia, pero también muchos países europeos: Italia, Francia, España… Sin duda, los Estados Unidos de Norteamérica. Cada época le ha requerido a cada Pontífice características especiales, acordes con ese tiempo. Pablo VI, por ejemplo, tuvo que ser líder en una época de gran-

des líderes mundiales, sociales y políticos, de todas las geografías e ideologías, y supo ser y presentarse como un alto y sabio humanista latino, como alguien enorme, como un líder de líderes. A Francisco le ha tocado ser líder en un mundo, en buena medida, de líderes populistas. Pero él, ante los pueblos que lo admiran y siguen, no miente, no promete nada, no regala nada. Es decir que excluye tres piedras basales del populismo. Y sus acciones políticas en distintos países y ante diversos jefes y mandatarios han sido hábiles y exitosas, en el mejor sentido de lo que se puede y debe esperar, en beneficio de los mejores ideales y las mejores realidades, cosa también ajena a la maquinación del líder populista, que siempre pone todo esto al servicio del acrecentamiento de su figura, poder y riqueza personales. Esto es nada más que astucia, por más genial que sea. De Francisco no es de ninguna manera descabellado decir que es un verdadero y gran estadista, cosa que lo ha hecho popular, además, incluso entre los mejores líderes. (Están los ejemplos que pone Fares en su nota. Pero si uno mira detenidamente la última intervención del Papa, su visita a Lesbos, advierte cualquier cosa menos un gesto o actividad “populista”.) Una figura debe ser contemplada en su totalidad para que pueda ser realmente percibida. La consideración sólo de los detalles y aspectos, por más certera y pormenorizada que sea, no logra acceder a una comprensión. Si uno mira bien a Francisco, percibe en él un centro evangélico irradiante que, con modalidad propia, le da organicidad y sentido a cada trazo de la figura. A uno puede no agradarle esa “modalidad propia”; pero ese desagrado no puede constituir el punto de vista. Por supuesto que a Francisco se le pueden criticar muchas cosas. Pero hay algunas maneras de formular y de acentuar esas cosas criticadas, que hacen imprescindible olvidar el centro, dejar de lado la verdad principal y manifiesta de la figura. En esta época en la que, aunque ciertamente no es lo único que hay, es verdad que está muy marcada por los populismos, no es cosa desdeñable la aparición de semejante líder mundial auténticamente popular; popular para muchos pueblos y para muchos dirigentes. Ignacio J. Navarro REVISTA CRITERIO N° 2425




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