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Mitigación de riesgos para la programación segura relacionados con la violencia basada en género
from Procedimiento para la detección, orientación y derivación de casos de Violencia Basada en Género
Acoso y hostigamiento sexual
De acuerdo con el Código Penal de El Salvador (1973), el acoso sexual se define como: “El que rea lice conducta sexual indeseada por quien la recibe, que implique frases, tocamientos, señas u otra conducta inequívoca de naturaleza o contenido sexual y que no constituya por sí sola un delito más grave...” (art. 165). Las conductas sexuales indeseadas también se manifiestan a nivel cibernético, a través de mensajes de texto con contenido sexual.
Abuso infantil
Se trata de manifestaciones de violencia, física, psicológica y/o sexual a personas menores de 18 años, las cuales generalmente son perpetuadas por personas de confianza dentro del núcleo familiar o personas con autoridad en el contexto de desarrollo de las personas menores de edad, las consecuencias son de gran magnitud en sus vidas y pueden ser psicológicas y físicas, pero también económicas y sociales. Explotación sexual
La explotación sexual es un abuso de poder a una persona que se encuentra condición de vulnerabilidad, los fines del abuso son comerciales para obtener ganancias monetarias a través de la explotación sexual de la otra persona, es por lo que la explotación sexual se manifiesta a través de la trata de personas, prostitución forzada y pornografía. Otras definiciones relevantes en la detección de conductas discriminatorias:
Discriminación por orientación sexual y expresión
La orientación sexual refiere a la atracción emocional, afectiva y sexual que puede manifestarse hacia personas del mismo género (homosexualidad, lesbianismo), de un género diferente (heterosexual) o de más de un género (bisexual), y en el caso de la expresión de género se trata del comportamiento y roles preestablecidos para hombres y mujeres, en el caso de las personas transexuales, ellas expresan un género que no corresponde con su sexo de nacimiento (hombre-mujer). Cuando la orientación sexual o la expresión de género implica que las personas sean distinguidas, excluidas y/o reciban algún tipo de restricción o discriminación que se base en la orientación sexual de las personas se trata de manifestaciones homofóbicas y lesbofóbicas, y cuando se trata de discriminación por la expresión de género es transfobia.
Las personas con discapacidad enfrentan una serie de barreras psicológicas, físicas y sociales para acceder oportunamente a la ayuda humanitaria, así mismo, corren riesgo de sufrir violencia sexual. Para reducir y erradicar la discriminación contra las personas con discapacidad en la programación, se recomienda identificar a las personas con discapacidad en lo concerniente al registro y recopilación de los datos para que puedan acceder a la ayuda humanitaria, es decir, se deben considerar desde el inicio de los procesos en fases de preparación y planificación. Esta información además orientará para que se realicen las adaptaciones de accesibilidad en los espacios y servicios ofrecidos.
Mitigación de riesgos para la programación segura relacionados con la violencia basada en género
Las crisis humanitarias generan efectos sobre la salud y el bienestar de las comunidades afectadas, ante lo cual todas las personas tienen el derecho de recibir atención en salud y es responsabilidad de los Estados garantizarlo y brindar esta asistencia humanitaria (Asociación Esfera, 2018, p.33) y cuando se detecte un caso de violencia ejercido por el personal de Oxfam o sus socios, que esté afectando la salud física y mental de las personas, puede referir a las instituciones correspondientes para que reciba la atención médica necesaria, asegurando el Principio de Protección de “Velar por que las personas tengan acceso a la asistencia de acuerdo con sus necesidades y sin discriminación por motivos de etnia, afiliación religiosa o política, orientación sexual, identidad de género” (Asociación Esfera, 2018, p.40). Los servicios de salud son parte de los actores punto de contacto para las personas sobrevivientes de violencia sexual, por ello es importante que el conjunto de profesionales especializados en salud: doctores, doctoras, personal de enfermería, psiquiatras, psicólogos/as y trabajadores/as sociales, reciban capacitación y conozcan los protocolos específicos para prestar atención de calidad, sin discriminación, con ética y confidencialidad (IASC, 2015, p.153). Dentro de estos protocolos, este personal especializado debe tener la capacidad para identificar y remitir de forma segura y confidencial a otros servicios especializados según sea necesario (IASC, 2015, p.150) como lo pueden ser los servicios jurídicos, de seguridad, psicosociales y/o comunitarios. La Norma esfera (2018) plantea que el “Garantizar el derecho a la salud y también a vivir con dignidad va más allá del bienestar físico” (p.34) y es que precisamente, en situaciones de crisis humanitarias las mujeres, niñas, niños, hombres y niños viven de manera diferenciada las repercusiones tanto físicas como psicológicas y su capacidad de recuperación también es diferenciada (IASC2, 2017), es por ello por lo que los siguientes apartados abordarán la salud sexual y reproductiva y la salud mental.
UNFHA (2019) plantea que “el acceso a los servicios de salud para personas sobrevivientes de violación y violencia de pareja ha sido identificada como una de las mayores brechas en la respuesta humanitaria” (p.29), ante ello es importante que se reduzcan las brechas de acceso a mujeres y niñas, un ejemplo de acción para ello es que en las instalaciones se cuente espacios privados para la atención. Pero también, este acceso limitado a los servicios de salud se debe al temor y vergüenza por el estigma que sienten las personas sobrevivientes de violación y violencia, o incluso al desconocimiento sobre sus derechos humanos. Ante ello, la Norma Esfera 2.3.2 establece que se debe de “Informar a la comunidad de los servicios disponibles y de la importancia de solicitar atención médica inmediatamente después de sufrir violencia sexual”. En Oxfam El Salvador y sus socios, nos comprometemos a colaborar en reducir esta brecha de acceso a partir de “Incorporar mensajes sobre la Violencia Basada en Género en las actividades de sensibilización comunitarias relacionadas con salud” (p.136, 2015), información que debe incluir riesgos y factores que contribuyen a la Violencia Basada en Género, la atención temprana de agresiones sexuales, prevención y los derechos de las personas sobrevivientes, el derecho a la confidencialidad (IASC, p.156.2015). Ahora bien, la Asociación Esfera (2018), el Comité Permanente entre Organismos (2015,2017) y UNFHA (2019) establecen que en cuanto la persona sobreviviente de violación y de violencia física recurra a los servicios de salud, estos deberán incorporar dentro del manejo clínico de violaciones como mínimo: • Proporcionar profilaxis contra el (VIH) lo antes posible después de la exposición en un plazo de 72 horas. • Proporcionar anticonceptivos de emergencia en un plazo de 120 horas. • Hacer preguntas sin prejuicios. • Con el consentimiento de la víctima documentar evidencia forense que podría ser necesaria en una acción penal.
Salud mental y apoyo psicosocial
Una crisis humanitaria genera estrés extremo que aumenta el riesgo de problemas sociales, conductuales, psicológicos y psiquiátricos. Por ello, las Normas Mínimas para la respuesta humanitaria (Asociación Esfera, 2018), los Estándares Mínimos Inter agenciales para la Programación sobre Violencia de Género en Emergencias (UNFHA,2019), las Directrices para la integración de las intervenciones contra la violencia de género en la acción humanitaria (IASC, 2015) consideran que el tema de salud mental es fundamental abordarlo. También, como producto de conductas inaceptables del personal humanitario, pueden derivar en afectaciones a la salud mental, donde apegados al compromiso de estas Normas, debemos actuar mediante acciones de mitigación y reparación. Al respecto, es importante considerar que las crisis afectan a las personas de diferentes maneras, por lo cual requieren diferentes clases de apoyo y de intervenciones en diferentes niveles (fig.2) de manera integral, todos con igual importancia, donde los básicos y de seguridad son los de primera respuesta, los comunitarios y familiares, los apoyos específicos focalizados, especializados y no especializados (Asociación Esfera, 2018, p.378).
Figura 2. Pirámide de servicios y apoyos multinivel
Fuente: Asociación Esfera, 2018. Manual Esfera.
La Figura 2 refleja que la atención en salud mental puede ser facilitada tanto por profesionales como por personas no profesionales, esto dependerá del contexto de afectación de la crisis humanitaria y/o de la violencia sufrida, lo fundamental es que se complementen los distintos estratos de intervención. En general, no se trata de crear servicios paralelos de salud mental, si no de reconocer las necesidades específicas de las personas afectadas como también las capacidades de las organizaciones locales para la resiliencia comunitaria e individual. Ahora bien, el reconocer que la participación comunitaria y familiar también es un nivel de atención complementaria de la salud mental implica que las personas afectadas pueden ayudarse entre sí en aras de una recuperación social y emocional, el apartado comunidad amplía al respecto, pero es importante recalcar que el empoderamiento de las mujeres y su participación activa es fundamental y contribuye a la resiliencia comunitaria. El abordaje de la salud mental en las crisis humanitarias y en situaciones de violencia física o sexual con personas expuestas a episodios potencialmente traumáticos inicia con los Primeros Auxilios Psicológicos que no se trata de una intervención clínica, sino de una respuesta básica humana y de apoyo a las personas que sufren. Incluye escuchar atentamente, evaluar y garantizar las necesidades básicas, fomentar el apoyo social y proteger contra daños adicionales. No es intrusiva y no se trata de presionar a las personas para que hablen sobre su malestar. (Asociación Esfera, 2018, p.379)
cos. Algunas herramientas para la intervención en crisis y los primeros auxilios psicológi-
Antes de conocer algunos aspectos por considerar para intervenir en la crisis, es importante señalar a qué se refiere la crisis en sí misma. Según Fumero-Vargas (2021), la crisis es: Una respuesta de rompimiento en la estabilidad psicológica de la persona, en la que fallan los mecanismos de afrontamientos habituales que colaboran a reinstaurar dicho equilibrio, va acompañado de un conjunto de consecuencias conductuales, emocionales, cognitivas y biológicas en la persona. (Como se citó en Caplan, 1964 y Erickson, 1959) La intervención en crisis constituye una herramienta importante para considerar en los casos de atención a víctimas de violencia basada en género. De acuerdo con Slaikeu (1988), como se citó en Salas (s. f.), este concepto se refiere al proceso de ayuda que está enfocado en auxiliar a una persona o familia para que pueda soportar un suceso traumático; de forma que, los efectos o consecuencias físicos, emocionales o sociales se disminuyen, mientras aumentan las posibilidades de crecimiento (fortalecimiento de habilidades, autoestima y valía personal). Se refiere a la compañía de la persona para hacer un adecuado manejo del momento de crisis causado por violencia o por catástrofes que pueda experimentar. Durante el momento de crisis, es muy probable que la persona experimente afectación en su sistema de cómo actúa o se comporta (conductual), cómo siente o qué emociones muestra (afectivo), qué dice su cuerpo, qué manifestaciones o signos se pueden encontrar (somático), cómo se relaciona con las demás personas (interpersonal) y cuál es el pensamiento referente a las situaciones que enfrenta (cognitivo). FIGURA 3 FASES de la intervención de crisis
FASE I Primer atención
FASE II Intervención en crisis
FASE III Terapia a las sobrevivientes
FASE IV Técnicas para estimular la catarsis
Fuente: Elaboración propia. Para los objetivos de este manual, se describen aspectos para considerar en las fases I y II, ya que estas, con el conocimiento adecuado, pueden ser empleadas y desarrolladas por cualquier persona que brinde una atención a las sobrevivientes de hechos de violencia, pues no requiere, como tal, la aplicación de técnicas o terapia psicológica.
Se refiere a la primera ayuda que recibe la persona al momento en el que se presenta la situación de crisis. El objetivo de esta intervención es lograr reestablecer los mecanismos de afrontamiento inmediato, controlar la situación y brindar apoyo; así como, proporcionar un enlace con recurso de ayuda. Recomendaciones para esta fase: • Asegurar que la conversación se lleve a cabo en un espacio privado y seguro • Escucha activa. • Permitir que la persona exprese sus emociones y se comunique de forma libre. • No culpabilizar, no aprobar o sancionar algún comentario, realizar una validación emocional y mostrar una actitud empática, tolerante y de aceptación. • No hablar de forma técnica, sino más bien en un lenguaje sencillo y adaptado a las condiciones de la víctima/superviviente. • Respetar la autonomía de la persona. Fase II. Terapia o intervención en crisis
El objetivo es acompañar a que la persona encuentre los mecanismos para afrontar la situación o vivencia; trabajar por disminuir al máximo posible la ansiedad y restablecer el equilibrio emocional. Se puede realizar una valoración de la situación o los hechos ocurridos e indagar redes de apoyo, y recursos internos con los que la persona cuenta, entre los que se encuentra la posibilidad de referir a la ayuda profesional que se le pueda brindar a la persona. Esta terapia se puede orientar hacia una resolución psicológica o puede trabajarse como contención emocional; es decir, en el momento en que se presenta o como una intervención (desde la psicología) más sostenida en el tiempo, puede durar semanas o meses, pues se desarrolla en sesiones. Recomendaciones para esta fase: • Es probable que la persona sobreviviente experimente una necesidad de sentir que alguien se preocupa por ella, por lo que será importante ofrecer apoyo. • Mostrar una actitud de disponibilidad, accesibilidad durante la intervención en crisis. • Involucrar a la persona sobreviviente hacia alternativas de solución. • Mostrar una actitud de respeto, sensibilidad y comprensión de lo que la persona está comunicando. • No hacer promesas o prever una solución que no es accesible. • Explorar las redes de apoyo y fortalecer hacia una resolución favorable.
Primeros auxilios psicológicos
Como parte de la primera fase de intervención en crisis, es importante considerar que, cuando se aborda y trabaja con las sobrevivientes de violencia basada en género, es posible que en el transcurso del proceso, más de alguna de ellas por el hecho de expresar las vivencias y recuerdos revivan las situaciones que como mujeres han experimentado a lo largo de sus vidas. Por consiguiente, hay que tomar consideración de este aspecto y saber cómo abordarlo. En primer lugar, es importante permitirle a la mujer hablar de sus vivencias para que sienta la seguridad de que se le escucha en lo que sea necesario. No se debe juzgarla ni culparla; se debe entenderla, reconocerle la autenticidad y legitimidad de sus sentimientos, así como la valentía en la toma de decisión para romper el silencio. Es clave que, desde las primeras intervenciones y atención, se reconozca que todas las acciones deben estar orientadas a la salvaguarda de la integridad física, mental o emocional,
desde los principios éticos, la confidencialidad y contribuir a la seguridad personal. Se debe reconocer la importancia de brindar un trato sin discriminación y libre de revictimización. De acuerdo con lo planteado por Fumero-Vargas (2021), los primeros auxilios psicológicos son: Una herramienta psicosocial breve de apoyo inmediato a la persona para restablecer su estabilidad personal a nivel emocional, físico, cognitivo, conductual y social. Esto sucede ante una emergencia, crisis, pánico, catástrofe y violencia de género. Es una intervención primaria en el momento de la crisis, una ayuda inmediata a la persona para que restablezca su estabilidad personal a nivel cognitivo, social, conductual, física y emocional. (Osorio, A., 2017) Asimismo, se retoman algunas recomendaciones que la autora Fumero-Vargas (2021) plantea en cuanto al establecimiento del contacto con la persona a la que se brinda la atención. Se debe considerar lo siguiente: ● Realizar presentación de sí mismo/a. ● Solicitar permiso para hablar con la persona. ● Explicar que está ahí para ofrecer ayuda. ● Invitar a las personas a sentarse (si es posible) o ubicarse en un espacio con condiciones adecuadas y con privad para la persona a la que se le brindará atención. Si la atención se refiere a niñas y niños hasta la edad de los 12 años: ● Pida autorización a los padres, madres o adultos/as que estén a cargo del niño o niña. ● Explique su rol. ● Solicite su autorización. ● Si el niño o niña está angustiado/a, busque a las personas encargadas de inmediato. ● Deje saber a las personas encargadas sobre su conversación. ● Realice actividades lúdicas, cuentos, teatro, juego, dibujo, etc. Si la atención es hacia la población adolescente y adulta: ● Dele su espacio. ● Solicite su permiso para hablar. ● Déjeles que expresen lo que sienten y piensan. ● Escuche activa y compasivamente. ● Respete y valide lo que el o la afectada siente y piensa. Personas en situación de vulnerablilidad: ● Atienda sus necesidades inmediatas. ● Escuche activamente. ● Permita que se expresen. ● Deles un espacio de seguridad. ● Baje los niveles de ansiedad. Dentro de los componentes que se deben brindar a la persona es la seguridad y el alivio con el fin de que se: ● Garantice la seguridad física inmediata. ● Brinde información sobre actividades y servicios ante un evento. ● Atienda el alivio físico. ● Promueva el acercamiento social. ● Proporcione alivio y seguridad. ● Realice actividades dinámicas. La Tabla 2 recoge algunas recomendaciones adicionales para la atención a una persona sobreviviente de violencia.