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Año 1 - Número 4 - Junio 2012


Editorial

Considerando que una buena parte de nuestra vida se nos va en el acto de dormir, durante el cual nuestro inconsciente juega con nosotros, con nuestros recuerdos y con los deseos que a veces ocultamos, abordar el tema de los sueños, si bien podría sonar trillado, en este caso no lo es en absoluto. Desde la diferente mirada de cada uno de los que formamos parte de la revista, ingresamos en este mundo que aún tiene secretos casi insondables. Los sueños y la vida real. Un mundo terrible y la esperanza como sostén. Los sueños de quienes no tienen miedo a sus emociones. Las posibilidades de utilizar el mundo de los sueños para contarnos una historia en la gran máquina de crearlos. Nosotros y esas realidades que tal vez están del otro lado del espejo. Los sueños y la diosa que los cumple. La sustancia de los sueños y el miedo ante la posibilidad de que no sean sueños. También un homenaje a esos grandes que han creado personas, universos o simplemente almas, y las han plasmado en el papel. Bienvenidos al número cuatro de Revista Breaking Away. Gracias a todos por ser parte de nuestros sueños.

Sumario

Delirando un guion 3.........................................3 ¿Cómo me inspiro?...........................................4 Sueñan los autores con obras esléctricas........5 La nube.............................................................8 Soñar en blanco y negro...................................9 Homenaje al Escritor.......................................10 Produccion musical de guerrilla......................20 Días-hilo..........................................................25 Dame una ola..................................................26 Sueños para ser humano................................29 Crónicas del ají picante...................................30 Sueños............................................................31 Ilustraciones por Pedro Sartorio......................32 La rosa de los sueños (...) .............................34 ¡No lo soné!.....................................................37 Un instante......................................................38

Contacto:

Hay equipo! Editor Gastón Dufour

Asistente Editorial Erica Goldemberg

Redactores Gastón Dufour Erica Goldemberg Néstor Saracho Fabio Vallarelli Nicolás Esteban Rijman Veroka Velazquez. Lara Castillo Belen Jacoby Paula Calvo Eva Lilith Sebastián Lalaurette Natalia Martino

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Fotos de la Entrevista Las aventuras de Alan:

http://norepareengastos.tumblr.com/

Ilustración de tapa Gordo Stock Diseño Erica Goldemberg

4 Se despertó en forma abrupta y se sintió levemente ido. No tenía noción de si aún se encontraba en el lugar en el que los hombres que lo golpearon, y al cual había llegado en medio del misterio (y en taxi). Procuró zafarse de las ataduras y solo logró asegurarlas aún más. Segundos después, una persona ingresó al recinto. No sabía cómo reaccionar, pero de todos modos no podía realizar grandes movimientos. De modo que esperó atentamente hasta que se acercara a él. Cuando esto pasó, notó algo que le parecía familiar. Algo que sus sentidos habían percibido alguna vez. Todos los miedos volvieron a su cuerpo como antes, cuando el pánico a pequeños (o grandes) sucesos le atacaban de niño. Cuando veía grandes tormentas en la oscuridad de su habitación, en la cual se sentía seguro. (pero pensaba que algunos no lo estaban). Ese aroma penetrante, oscuro, maligno… Trató de zafarse de las cuerdas que lo retenían una vez más, pero le fue imposible. Un viento demasiado violento como para que pudiera sostenerse en pie sobrevino, y en segundos se desplomó en el piso. El ruido se hizo ensordecedor y pensó que todo era el fin. De algún modo así era. Una mano rozó su rostro y sintió como los pasos dueños de ese cuerpo que le había prodigado cariño se iban lejos. Rodó hacia el lugar en que creía estaba la puerta, y notó que las ligaduras se habían aflojado un poco. Se desprendió de ellas y entonces, al quitarse la venda que cubría sus ojos, pudo observar a la distancia como Elena se alejaba junto al grupo de hombres que había visto antes, encabezados por ese ser misterioso que creía conocer.

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¿Cómo me inspiro? ¿Cómo me inspiro? No lo sé a ciencia cierta. A veces creo historias que me tocan de cerca sin que me dé cuenta. A veces vuelvo a contar las mismas historias, que han sido modificadas en mi mente. (la mente es tan poderosa, señores y señoras, o señoras y señores). En ocasiones voy viendo películas, leyendo libros, y al final me doy cuenta que he tomado un poco de cada una de estas historias para crear la mía propia, como un niño que arma un gran rompecabezas. De algún modo así me siento. ¿Acaso no se trata de eso? ¿De armar todo un universo con características propias, gente que va y viene, que vive una vida, que se encuentra con otra gente e intercambian ideas, sentimientos, emociones? Cuánto más difícil es vivir la vida de veras. Quizás por eso escribo. Porque vivo mi vida, pero también vivo la vida de mis personajes. De las historias que invento, de los universos mágicos (o insufribles) que creo a mi paso. Hace unos días falleció Ray Bradbury. Era uno de mis escritores favoritos. Casi por casualidad, de visita en la casa de mi vieja, tomé prestado “La muerte es un asunto solitario”. Son situaciones absolutamente aleatorias, aunque a veces guste de encontrarles un motivo. La cuestión es que terminé de leerlo otra vez días antes de su deceso, y fué casi imposible no sentir algo fuerte al respecto. La muerte siempre moviliza. Después de leer en la secundaria un

poema de Manrique “Coplas a la muerte de mi padre” me empecé a llevar mal con la idea de la muerte. Claro, tomar plena consciencia de la finitud del ser humano es traumático para cualquier niño/adolescente. Máxime cuando te quieren convencer que vas a vivir por los siglos de los siglos en una nube, feliz y sin dolores. Bueno, ya vivo en una nube, la verdad, lástima que eso no va a darse eternamente. Cuando vuelvo a la realidad (esa que me gusta menos que los viajes mentales) veo a mi alrededor y me voy enterando de cosas de manera, diría, impune, dado lo arbitrario. Un escritor cubano, Leonardo Padura, mencionaba los otros días, en una nota que le realizaran en Clarín (rásguense las vestiduras, oh, mencioné al pasquín maligno, al innombrable, a Satán) que no le preguntaban a él, simplemente, de qué manera creaba a sus personajes, a sus historias, porqué escribía, como a Paul Auster. Siempre le preguntaban acerca de cuba y ser escritor en Cuba y sobre el régimen en Cuba, casi con un morbo exasperante, esperando quién sabe Dios qué respuesta. Se confesaba casi enojado de que no lo consideraran simplemente un escritor, no un escritor político. A pesar de ello, reconocía que la política era algo casi inevitable en Cuba, que se convierte en el aire que respiras. Entonces me puse a pensar cuán difícil es dejar atrás los sentimientos políticos en ocasiones (tanto cuando escribís cómo cuando opinás) puesto que, según mi ver, es prácticamente imposible despegar la vida diaria de la política, porque la primera se constituye claramente a partir de la segunda y sus manejos. No todos pueden ver esto y creen ciegamente en panfletos, manipulación y propaganda. A la realidad con la cual se topan diariamente la dejan pasar de largo. Se trata de seres humanos, al fin y al cabo. Claramente cada uno debería hacerse cargo de lo que es y la ideología política que defiende, pero no olvidemos que, en ocasiones, las polarizaciones tienen una connotación negativa. En el colmo de la estupidez, se dicen zonceras como que la mujer es o una santa o una puta, ese tipo es un piola o es un pelotudo, y así. A lo largo de los años, he descubierto que hay grises en la vida. Al fin y al cabo (y retomando la idea que propuse al principio), las maneras de contar o armar ese rompecabezas del cual hablo no tienen un modelo. No empiezo por el mismo lugar, nunca doy dos puntadas iguales, y me inspiro en el

mundo. Me inspiro en la música. En canciones con sentimiento, casi siempre. Cantadas con sentimiento, digo. (escuchen a Janis Joplin interpretando “Kozmic Blues”, a Freddie Mercury cantar “Estos son los días de nuestras vidas”, a John Lennon darnos una muestra de su sentir en “Woman”. Eso sólo por nombrar algunos.) Blues, Jazz, Rock and roll, o algo de Pop. O canciones que tienen un sentido de la oportunidad tal que hacen bailar a los personajes en su historia, sin convertirla en un musical. Me gustan los musicales (no todos) pero es un género difícil, y no me gustaría faltarle el respeto. Si algún día hago algo dentro de ese esquema, quiero que no se sienta forzado dentro de la historia, como puesto ahí con una palanca. Eso se nota, y creo yo, la gente no lo disfruta. A veces observo a la personas en la calle, o en sus trabajos. Me gusta imaginar cómo es su vida, a partir de los elementos con los que cuento. Una amiga me dijo el otro día: Sos un voyeur. Bueno, un voyeur es un mirón cool, pensé, y no dudé en publicarlo en la madre de las madres de las redes sociales. Si eso no es observar y ser observado… Claramente soy uno. Es una de las formas

que me parecen más interesantes para ver el mundo andar (y a la gente en él). Pero como dije hay otras. A veces elegís exorcizar algún tema pendiente. Si no podés resolver alguna historia, la transformás en algo interesante para seducir al público. Claro, nadie quiere verte llorar de amor sin algún sustento interesante o sufrir como un calvo en la fiesta de una peluquería. Pero podés trabajar los personajes y darle entidad. Después ellos solos se despojan del pasado que les dió vida y pasan a ser otros. Cuando los describís, te asombrás de lo diferentes que son, pero te alegra que hayan tomado las riendas de su vida y de sus cosas. Como suelo irme por las ramas, algo que se me da muy fácil (y eso es complejo para un escritor o aspirante a escritor o lo que sea que me defina), voy a tratar de cerrar diciendo que cuento cosas provenientes de diversos lugares, tanto físicos como mentales. A veces es bueno ver de dónde viene lo que se narra, el peso que tiene, pero a veces simplemente lo importante es contar. Que el estudio profundo sobre lo que se ha escrito que lo hagan otros. Yo ya estoy empezando otra historia.

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Suenan los autores con obras electricas Philip K. Dick nació el 16 de diciembre de 1928 en Chicago, quizá sea, junto con otros autores como Ray Bradbury o Isaac Asivmov o, por qué no, Roald Dahl, uno de los máximos responsables de llevar la ciencia ficción a su máximo esplendor. Hablamos de un género que comenzó mesclando el terror y la fantasía allá por la década del 20, intentando entender a donde iría la humanidad en el futuro. Este subgénero literario se convirtió rápidamente en popular para las masas más pobres, y con la misma velocidad fue degradado y denostado por el snobismo de turno. Es por eso que la tarea de Dick, junto a la del resto de los mencionados autores, resultó de vital importancia para el desarrollo del género. Fueron ellos quienes a fuerza de una narrativa brillante encontraron la forma de plasmar en la literatura obras de un valor sustancial. En mi caso Philip Dick logró enamorarme rotundamente con “Sueñan los androides con ovejas eléctricas”, novela que en el año 1968 presentaba por primera vez el caza recompensas de Rick Deckard. 6

El argumento de la novela es bastante simple: La Tierra se fue a la mierda. Sí, literalmente a la mierda. Hubo una guerra nuclear, la gente con guita se esfumó a colonias en otros planetas, y acá quedó la escoria. En este marco un grupo de androides, que son creados con una vida útil deciden evitar la fecha de expiración que tienen de ante mano, buscando vivir. Allí es donde Deckard deberá ir cazándolos y evitar que cumplan con su objetivo. El título es una alegoría del tema de la novela y tiene dos fundamentaciones. En este mundo devastado ya casi no hay animales, y tenerlos es símbolo de un estatus social, así, mientras más raro resulta encontrar al animal por su escasez, más caro resulta y más estatus da poseerlo. Pero claro, como en todo aspecto, siempre es necesario aparentar, por ello también estarán aquellos que tendrán animales eléctricos, copia de los “originales”, que buscaran engañar y deformar la realidad para pintarla de otra forma. El personaje principal del relato poseía una oveja real y ante su muerte compra una eléctrica para engañar a sus vecinos quienes creen que la original sigue viva. En este universo se identifica

a las ovejas como el animal más costoso de encontrar. A su vez la pregunta del autor con el título se mantiene y se integra al relato. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? ¿Sueñan los androides? ¿Son capaces de sentir y experimentar aquello que llamamos vida? Si esto es así entonces ¿qué es la vida? Pero también si los androides piensan, sienten y viven como nosotros cualquiera podría serlo, entonces (y finalmente) ¿Qué es real y que no? Es en el último interrogante donde la novela de Philip K. Dick cobra un sentido más amplio, es allí donde esconde su principal reflexión, y por ende donde reside su valor fundamental. Ridley Scott nació el 30 de noviembre de 1937, casi 9 años después que Philip Dick. Tranquilamente podríamos hacer un paralelo entre el trabajo que Scott realizó en el cine, con el que Dick llevo a cabo en la literatura. Hablamos de un realizador dueño de un estilo propio, de una impronta que jamás pasa desapercibida. Esa claridad para marcar ambientes a través de lo sensorial, implementando un trabajo desde la iluminación y el sonido que se expresa en la pantalla de manera asombrosa, quizá experimentado primero en su trabajo como realizador de publicidad, lo vuelven un ícono del cine a finales de los 70 hasta la actualidad.

otros recursos narrativos. Así y todo, en ambos casos encontramos obras con una personalidad independiente, atrapantes e impresionantes por su propia cuenta, sin necesitarse entre sí para complementarse. ¿Por qué hablar de Blade Runner o de Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Porque no abundan autores revolucionarios (ni en el cine, ni en la literatura) y menos capaces de hacerlo en ámbitos distintos con una misma obra.

Scott junto con otros realizadores como Terry Gilliam, son los principales responsable en llevar la ciencia ficción a otro punto. Se despegan de los relatos “clásicos” de ciencia ficción y rompen con la visión cinematográfica del snobismo respecto de la ciencia ficción. Para construir esto, Deckard y los androides también serían una pieza fundamental. Con la adaptación cinematográfica de la novela de Philip Dick en el año 1982, representó un hito en lo que a la ciencia ficción corresponde. Como cualquier genialidad, en su momento fue un fracaso, sería año más tarde donde convertida en un film de culto luego adquiriría una mayor popularidad hasta transformarse en un film clave del género. Lo interesante respecto de la obra de Scott es que no tiene demasiado que ver en cuanto a la trama, respecto del libro. Pero lo asombroso también es la verosimilitud con la cual la descripción del mundo literario se vuelve cinematográfica. A su vez la temática de la novela, también se expresa en el film, mediante la utilización de 7


La Nube Un día el sol no brilló más. El smog, el humo y los gases de la contaminación habían formado una capa tan espesa que las personas la interiorizaron y empezaron a llamar “la nube”. Nube, como las blancas y pomposas que alguna vez recortaban el turquesa del cielo. Nube, como aquellas que hacían llover, que transformaban el orden en caos y la luz en infinidad de reflejos. Ahora ya no llovía, ahora ya no había sol. Las personas se habían vuelto distantes, cascarrabias. Reinaba la impaciencia y el mal humor. Los colores eran un recuerdo del pasado. Escuchar música era una rareza y sonreír, aún más. Los días y las noches se mezclaban en un horizonte incalculable donde las personas-robots se limitaban a cumplir con sus obligaciones. Hacían lo que había que hacer. Desayunaban leyendo el diario, se subían a su auto rumbo a la oficina y a las 5:50 apagaban el CPU. Al atardecer la niebla se apoderaba de la ciudad y de los campos. Por un lado estaban los que aseguraban que el mesías había bajado a la tierra, acarreando restos de cielo. Y en este horario reafirmaban su creencia una y otra vez

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haciendo crecer su fe. Por otro, estaban los agnósticos que aseguraban que el fin del mundo iba a llegar pronto, que la gente iba a dejar de ver hasta quedar sola, atrapada entre la niebla. Al anochecer, la oscuridad y la nube lo cubrían todo. Las personas empezaron a tener miedo; caminaban escuchando murmullos entre las sombras. Se perdían sin rumbo y se chocaban con extraños tan asustados como ellos mismos. Empezaron a creer en los monstruos de los mil ojos. Gente que no tenía nada que hacer, que se juntaba por las noches para asustar a los transeúntes perdidos. Jóvenes que conformaban una secta rebelde, que prendían fuego en las calles. Que seleccionaban presas y las capturaban. El rumor creció con gran poder y atrajo más y más jóvenes a las fogatas callejeras. Jóvenes sometidos al sistema diurno, pero que por las noches podían intercambiar pensamientos e ideas. Un monstruo consolidado que soñaba con volver a la armonía, a escuchar música, a sonreír. A ver las nubes recortando el turquesa del cielo.

Soñar en blanco y negro Dicen que el traqueteo de tren causa somnolencia. Es lo que sufre el protagonista del film de Guy Madin My Winnipeg (2007), aunque no creo que sea por el traqueteo del tren. El film comienza con un personaje intentado huir de su ciudad natal, la ciudad más fría del mundo, pero no puede escapar de ella, así como no puede escapar de sus pensamientos, deseos, sueños, recuerdos, pasado. En su película más autobiográfica, Maddin hace también su obra más fantástica, irreal y mentirosa (“docufantasía” la llama el realizador canadiense). Según Maddin, lo que vemos en la hora y media de este falso documental es “un tercio hechos reales, un tercio leyenda y un tercio pensamiento ilusorio, y por lo tanto, verdad”. Lo que My Winnipeg logra es que nos importe muy poco lo que es cierto y lo que no, y que lo fundamental sea sorprendernos por los lugares y las emociones que puede crear una mente fantástica, desopilante, que no le tiene miedo a enfrentarse a pesadillas sociales y personales. Porque algo que trasciende de My Winnipeg (film que se puede ver online por Youtube con subtítulos en español) es cómo se articula historia individual y colectiva, la familia y la ciudad, la psicología y la sociología, la sexualidad y la geografía. Como las películas de Maddin más difundidas en Argentina (The Saddest Music in the World y Dracula, Pages From a Virgin’s Diary), My

Winnipeg esta rodado casi en su totalidad en blanco y negro, utilizando métodos tradicionales del cine mudo, el expresionismo alemán, el montaje soviético y el comienzo del cine sonoro. El director nos convence que el blanco y negro es lo mejor para llevarnos al interior de la mente. Las películas de Maddin remiten al planeta de los sueños y las pesadillas, de la creación de la mente individual pero que no pierde conexión con la historia social. Recordemos que en The Saddest Music, el delirante concurso para encontrar la música más triste del mundo se realizaba en plena Gran Depresión. El cine de Maddin, si bien independiente y experimental, es un cine narrativamente hipnótico (basta escuchar la melosa voz en off que domina My Winnipeg) que no deja afuera al espectador. Y esta capacidad de crear una historia atraparte hace que haya imágenes, escenas inolvidables en sus films; como las piernas de vidrio llenas de cerveza de Isabella Rossellini en The Saddest Music o los caballos congelados en My Winnipeg. Hay algo en esta película, su mejor película, profundamente personal y que nos involucra también personalmente. Porque My Winnipeg habla de los sueños, de lo que pudo haber sido y no fue, de lo que tendría que haber sido y de lo que tendría que ser, es decir, hay tanto ucronía (reescritura del pasado) como utopia (lo que, para algunos, significa esperanza en el futuro).

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HOMENAJE

AL ESCRITOR

Creadores de miles de historias, a través de las cuales imaginamos miles de otros mundos. Miedo, aventuras, fantasía....hoy nos toca homenajearlos con el fruto de su trabajo. Muchas gracias por abrirnos la puerta a ese sinfín de mundos mágicos con los cuales hemos crecido y nos hemos identificado infinidad de veces. Simplemente muchas gracias y feliz día.

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HOMENAJE AL ESCRITOR “Beatty chupó su pipa. -Tarde o temprano, a todo bombero le ocurre esto, Sólo necesita comprensión, saber cómo funcionan ruedas. Necesitan conocer la historia de nuestra misión. Ahora, no se la cuentan a los niños como hacían antes. Es una vergüenza. -Exhaló una bocanada-. Sólo los jefes de bomberos la recuerdan ahora. -Otra bocanada-. Voy a contártela. (...) Beatty tardó un minuto en acomodarse y meditar sobre lo que quería decir. -Me preguntarás, ¿cuándo empezó nuestra labor cómo fue implantada, dónde, cómo? Bueno, yo diría que, en realidad, se inició aproximadamente con el acontecimiento llamado la Guerra Civil. Pese a que nuestros reglamentos afirman que fue fundada antes. En realidad es que no anduvimos muy bien hasta que la fotografía se implantó. Después las películas, a principios del siglo XX. Radio. Televisión. Las cosas empezaron a adquirir masa. (...) Y como tenían masa, se hicieron más sencillos -prosiguió diciendo Beatty-. En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho Pero, luego, el mundo se llenó de ojos, de codos Y bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y dios, revistas, libros, fueron

adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad. (...) Ahora, consideremos las minorías en nuestra civilización. Cuanto mayor es la población, más minorías hay. No hay que meterse con los aficionados a los perros, a los gatos, con los médicos, abogados, comerciantes, cocineros, mormones, bautistas, unitarios, chinos de segunda generación, suecos, italianos, alemanes, tejanos, irlandeses, gente de Oregón o de México. En este libro, en esta obra, en este seria¡ de televisión la gente no quiere representar a ningún pintor, cartógrafo o mecánico que exista en la realidad. Cuanto mayor es el mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto. Todas las minorías menores con sus ombligos que hay que mantener limpios. Los autores, llenos de malignos pensamientos, aporrean máquinas de escribir. Eso hicieron. Las revistas se convirtieron en una masa insulsa y amorfa. Los libros, según dijeron los críticos esnobs, eran como agua sucia. No es extraño que los libros dejaran de venderse, decían los críticos. Pero el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de las revistas eróticas tridimensionales, claro está. Ahí tienes, Montag. No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no. La

tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente, se le permite leer historietas ilustradas o periódicos profesionales. -Sí, pero, ¿qué me dice de los bomberos? -Ah. -Beatty se inclinó hacia delante entre la débil neblina producida por su pipa.- ¿Qué es más fácil de explicar y más lógico? Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios, y creadores, la palabra «intelectual», claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser. Siempre se teme lo desconocido. (...) Pregúntate a ti mismo: ¿Qué queremos en esta nación, por encima de todo? La gente quiere ser feliz, ¿no es así? ¿No lo has estado oyendo toda tu vida? «Quiero ser feliz», dice la gente. Bueno, ¿no lo son? ¿No les mantenemos en acción, no les proporcionamos diversiones? Eso es para lo único que vivimos, ¿no? ¿Para el placer y las emociones? Y tendrás que admitir que nuestra civilización se lo facilita en abundancia. (...) A la gente de color no le gusta El pequeño Sambo. A quemarlo. La gente blanca se siente incómoda con La cabaña del tío Tom. A quemarlo. Escribe un libro sobre el tabaco y el cáncer de pulmón ¿Los fabricantes de cigarrillos se lamentan? A quemar el libro. Serenidad, Montag. Líbrate de tus tensiones internas. Mejor aún, lánzalas al incinerador, ¿Los funerales son tristes y paganos? Eliminémoslos también, Cinco minutos después de la muerte de una persona en camino hacia la Gran Chimenea, los incineradores son abastecidos por helicópteros en todo el país. Diez minutos después de la muerte, un hombre es una nube de polvo negro. No sutilicemos con recuerdos acerca de

los individuos. Olvidémoslos. Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio. (...) No se puede construir una casa sin clavos en la madera. Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. O, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía. Cualquier hombre que pueda desmontar un mural de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trata de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no puede ser medido ni sopesado sin que un hombre se sienta bestial y solitario. Lo sé, lo he intentado ¡Al diablo con ello! Así, pues, adelante con los clubs las fiestas, los acróbatas y los prestidigitadores, los coches a reacción, las bicicletas helicópteros, el sexo y las drogas, más de todo lo que esté relacionado con reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la película no dice nada, si la comedia carece de sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra, cuando sólo se trata de una reacción táctil a las vibraciones. Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento completo. Beatty se puso en pie. -He de marcharme. El sermón ha terminado.” Ray Bradbury - “Fahrenheit 451”

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HOMENAJE AL ESCRITOR

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“Tomé asiento y luego me tendí de espaldas. En pie junto a mí, don Juan preguntó repetidamente cómo me sentía, pero yo no experimenté nada diferente. Durante unos quince minutos traté de sentir o ver una diferencia, mientras don Juan aguardaba paciente junto a mí. Me sentí fastidiado. Tenía un sabor metálico en la boca. De un momento a otro me dolía la cabeza. Estaba a punto de vomitar. La idea de mis esfuerzos absurdos me irritaba hasta la furia. Me levanté. Don Juan debió notar mi profunda amargura. No rió: dijo con mucha seriedad que, si quería yo aprender, debía ser inflexible conmigo mismo. Sólo una opción me estaba abierta, dijo: renunciar y marcharme, caso en el cual jamás aprendería, o resolver la adivinanza. Entró de nuevo. Yo quería irme en el acto, pero me hallaba demasiado cansado para conducir; además, el percibir los colores había sido tan asombroso que yo no vacilaba en considerar aquello como un criterio de algún tipo, y acaso pudieran percibirse otros cambios. De cualquier modo, era demasiado tarde para irme. Me senté, estiré las piernas hacia atrás y volvía comenzar desde el principio. Durante esta ronda atravesé rápidamente cada lugar, pasando por el sitio de don Juan, hasta el final del piso, y luego viré para cubrir el lado exterior. Al llegar al centro advertí que otro cambio de coloración estaba ocurriendo de nuevo en el borde de mi campo de visión. El color verdoso pálido percibido en toda el área se convertía, en cierto sitio a mi derecha, en un verdigrís nítido. Permaneció un momento y luego se metamorfoseó súbitamente en otro matiz fijo, distinto del que yo había percibido antes. Me quité un zapato para marcar el punto, y seguí rodando hasta cubrir el suelo en todas

las direcciones posibles. No hubo ningún otro cambio de coloración. Volví al punto indicado por mi zapato y lo examiné. Quedaba a metro y medio o poco más del sitio indicado por mi chaqueta, aproximadamente en dirección sureste. Había una piedra grande junto a él. Estuve tendido allí un buen rato, tratando de descubrir pistas, observando cada detalle, pero no sentí nada diferente. Decidí probar el otro sitio. Rápidamente giré sobre mis rodillas, y estaba a punto de acostarme en la chaqueta cuando sentí una aprensión insólita. Era más bien como la sensación física de que algo empujaba mi estómago. Me levanté de un salto, retrocediendo con el mismo impulso. El cabello de mi nuca se erizó. Mis piernas se habían arqueado ligeramente, mi tronco estaba echado hacia adelante y mis brazos se proyectaban rígidamente frente a mí, con los dedos contraídos como garras. Advertí la extraña postura, y mi sobresalto aumentó. Retrocediendo involuntariamente, tomé asiento en la piedra junto a mi zapato. De allí me dejé resbalar al suelo. Intenté aclarar qué cosa había podido ocurrir para producirme tal susto. Pensé que debía haber sido mi fatiga. Ya casi era de día, Me sentí ridículo y confuso. Sin embargo, no tenía modo de explicar qué cosa me asustó, ni había descubierto lo que deseaba don Juan. Resolví hacer un último intento. Me levanté, me acerqué despacio al lugar marcado por mi chaqueta, y de nuevo sentí la misma aprensión. Esta vez hice un vigoroso esfuerzo por dominarme. Tomé asiento y luego me arrodillé para tenderme boca abajo, pero no pude acostarme pese a mi voluntad. Puse las manos en el suelo. Mi aliento se aceleró; se me revolvió el estómago. Tuve una clara sensación de pánico y luché por no salir corriendo, Pensé que tal vez don Juan me vigilaba. Lentamente repté de regreso al otro sitio y apoyé la espalda contra la piedra. Quería descansar un rato para poner en orden mis ideas, pero me quedé dormido. Oí a don Juan hablar y reír por encima de mi cabeza. Desperté. Hallaste el sitio dijo. Al principio no entendí, pero él me aseguró de nuevo que el lugar donde me había quedado dormido era el sitio en cuestión. Una vez más preguntó qué sentía allí tendido. Le dije que en realidad no advertía ninguna diferencia. Me pidió comparar mis sensaciones en aquel momento con lo que había sentido al yacer

en el otro sitio. Por vez primera se me ocurrió conscientemente que me era imposible explicar mi aprensión de la noche anterior, Don Juan me instó, con una especie de actitud de reto, a sentarme en el otro sitio. Por algún motivo inexplicable, yo tenía miedo a ese lugar, y no me senté en él. Don Juan aseveró que sólo un tonto podía dejar de ver la diferencia. Le pregunté si cada uno de los dos lugares tenía un nombre especial. Dijo que el bueno se llamaba el sitio y el malo el enemigo; dijo que estos dos lugares eran la clave del bienestar de un hombre, especialmente si buscaba conocimiento. El mero acto de sentarse en el sitio propio creaba fuerza superior; en cambio, el enemigo debilitaba e incluso podía causar la muerte. Dijo que yo había repuesto mi energía, dispendiada la noche anterior, echando una siesta en mi sitio. También dijo que los colores percibidos por mí en asociación con cada sitio específico tenían el mismo efecto general de dar fuerza o de reducirla. Le pregunté si existían para mí otros sitios como los dos que había hallado y cómo debería hacer para localizarlos. Dijo que muchos lugares en el mundo serían comparables a esos dos, y que la mejor manera de hallarlos era determinar sus colores respectivos.” Carlos Castañeda - “Las enseñanzas de Don Juan”


HOMENAJE AL ESCRITOR “He pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No sólo imágenes: también voces, gritos y largos silencios de otros días. Es curioso,pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza. El mar está ahí, permanente y rabioso. Mi llanto de entonces, inútil; también inútiles mis esperas en la playa solitaria, mirando tenazmente al mar. ¿Has adivinado y pintado este recuerdo mío o has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y yo? Pero ahora tu figura se interpone: estás entre el mar y yo. Mis ojos encuentran tus ojos. Estás quieto y un poco desconsolado, me miras como pidiendo ayuda. MARÍA” Ernesto Sábato - “El túnel”

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HOMENAJE AL ESCRITOR

“Abel Sánchez y Joaquín Monegro eran casi hermanos de crianza, pues crecieron, prácticamente desde su nacimiento, compartiendo juegos y amistades, Tenían distinto carácter. Joaquín era quien parecía iniciar y dominarlo todo, el más voluntarioso de ambos. Abel, en cambio, aunque pareciendo ceder a la voluntad de Joaquín, en realidad era quien hacía de las suyas: le importaba más no obedecer que mandar, empleando casi siempre la fórmula “lo que tú quieras”, para evitar las disputas. Eso enervaba a Joaquín. Abel era tenido por “el más simpático” y todo lo contrario ocurría con Joaquín, quien sufría el aislamiento a que era sometido por sus amigos. Así crecieron durante sus estudios, uno el más popular fuera del colegio y el otro, por su indudable mayor aplicación en los estudios, dentro del colegio. Concluido el bachillerato — lo que equivaldría a la culminación de la enseñanza media — Abel se dedicó a la pintura artística. Joaquín, a estudiar Medicina, con la intención de demostrarle a su amigo que ser Médico era también un arte, en el que podía muy bien plasmarse la belleza y la poesía; en ocasiones, no obstante, menospreciaba el arte y exaltaba la ciencia; entonces era Abel quien exaltaba la Medicina como arte más que ciencia. Estas discusiones sobre los méritos de sus respectivos oficios,

servían a Joaquín para etiquetar a Abel como un simple cazador de fama y renombre. Así era en todo esta relación de amistad fraterna entre estos dos personajes. Necesario es señalar a estas alturas, que estos antecedentes acerca de sus respectivas identidades fueron recogidos por Joaquín en una especie de relato escrito de su vida —sus Confesiones — que hace a su hija, cuyo centro es resaltar los fáciles éxitos de Abel en desmedro del esfuerzo que aquél hace para destacarse en su profesión de Médico y en su frustrado anhelo de convertirse en un investigador médico más que en médico tratante. Pero hay una razón más en esta disputa competitiva: Helena, prima de Joaquín, de quién está profundamente enamorado, pretendiéndola desde pequeños; pero Helena no corresponde a ese afecto. Abel sabe de esos sentimientos pero no conoce a Helena y Joaquín evita el presentársela, temeroso de que ésta quede también enredada en la simpatía de su amigo. Como un desafío a las pullas de su amigo Joaquín acepta presentársela. Y Abel, a hacerle un retrato. Ambos hechos han de sellar la envidia apasionada de Joaquín. El retrato de Helena se transforma en un éxito artístico de Abel, y, en el subterfugio de su producción, entre ambos surge la atracción que habrá de convertirlos en esposos. Joaquín se siente traicionado por Abel desde el momento en que éste le confiesa que se han hecho novios con Helena y escribe en sus Confesiones que empezó a odiar profundamente a su amigo, pero haciendo el propósito de ocultar ese sentimiento y, a la vez, de acrecentarlo en el fondo de su alma. No obstante su tribulación interior, asistió a la boda. Luego ocurrió que Abel enfermó gravemente y Joaquín fue llamado como Médico. Llegó a pensar que era la oportunidad de vengarse cobrándose en la vida de Abel: “…vi el espectro de la demencia haciendo sombra a mi corazón. Y vencí. Salvé a Abel de la muerte.” Ese día le comunicó a su agradecida prima que, como ganancia personal de esa experiencia de haberle salvado la vida a Abel, había decidido casarse, aun cuando sabía que nunca podría dejar de amar a Helena, “…no es lo peor no ser querido —dice a su prima— ; lo peor es no poder querer” .” Miguel de Unamuno - “Abel Sánchez”

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PRODUCCION MUSICAL DE GUERILLA (MUSICA CON LA COMPU) produccionmusicaldeguerrilla@gmail.com http://soundcloud.com/prodmusicaldeguerrilla

De la carpeta “Audio effects” vamos a hacer clic en el efecto “Simple Delay” y lo vamos a arrastrar hasta la pista del sampler. Le vamos a elegir los siguientes valores: Delay Time: 3; Link: activado; Feedback 33% y Dry/Wet 50%. ¿Escuchan el rebote? Atención: estos valores los elegimos para el ejemplo actual, después está permitido jugar con estos valores ;)

En este número le vamos a agregar percusión y bajo al loop que estamos sampleando de la canción “Morrisey” de Leo García. Vamos a dibujar la siguiente secuencia MIDI en el clip de dos compases de la pista del Sampler que venimos trabajando. Si le damos play va a sonar igual que el loop original.

Desde los dispositivos de Live podemos elegir qué efecto de audio agregar a las pistas. Estos efectos de audio están en la carpeta “Audio effects”.

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Para agregar la percusión vamos a agregar una pista MIDI nueva. Se crea haciendo clic con el botón derecho sobre el espacio que tiene la leyenda “Suelte Archivos y Dispositivos aquí” y seleccionado “crear pista MIDI”. 21


Haremos el mismo procedimiento para el redoblante –también llamado caja-, en inglés “snare”- y los platillos, en inglés llamados “hats”. Dibujamos el snare en los pasos 2 y 4 del clip MIDI de la caja.

De la carpeta “Instruments” vamos a buscar “Impulse”, el instrumento virtual que nos permite cargar hasta ocho samples de sonido que es especial para crear bases rítmicas y lo arrastramos hasta la pista MIDI recién creada. También vamos buscando un sample de bombo de la galería de sonidos de tu elección. Nosotros elegiremos el sample “VVE Bassdrum 020” y lo arrastraremos hacia el primer “cuadradito” del Impulse. Dibujamos unos hats saltarines en el Cali MIDI de los hats. Hacemos doble clic en la primer celda de la pista MIDI creada para el bombo y dibujamos un bombo en negras.

Para el bombo cargamos un Sampler con un sample de bajo que se distribuye a lo largo del teclado y dibujamos la siguente secuencia. Notá cómo acompaña el loop de guitarra.

Por último: Renombramos las pistas (Ctrl + R) y modificamos los niveles para que haya diferencia en el volumen de los sonidos. En la pista “Master” ponemos un poco de reverb, un poco de saturación, EQ y un limitador. 22

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Dìas-hilo

Los puntos no tramados de los días descosidos los hilos estirados las horas descosidas los días enhebrados no-cosidos. Los hilos estirados los hilos elásticos colgados en la sombra, en el sol, en los árboles, en edificios. las horas perdidas u olvidadas los días colmados de orificios. Enroscados en las sábanas en la cama en la habitación en la casa las páginas leídas, recorridas las páginas del libro que son los días los hilos elásticos de horas enhebradas de días-orificio enroscados en la espera. Espera. Sólo espera.

En la próxima vemos un poco el arreglo y agregamos un par de detalles más. No dejen de pasar por la página: http://soundcloud.com/prodmusicaldeguerrilla/ para escuchar de qué va todo esto. ATENCION: Lxs estudiantes del Instituto De Arte Cinematográfico de Avellaneda están preparando un Congreso de Escuelas de Cine para el 6, 7, 8 y 9 de Julio. Allí estaremos dando un taller en vivo y en directo. No dejes de pasar por http://congresonacionaldeescuelasdecine.blogspot.com. ar/ y por http://www.institutoidac.wix.com/congresodecine?ref=nf Nos estamos viendo!!!!!

http://norepareengastos.tumblr.com/ 25


Dame una ola

La otra noche volví a tener el sueño de la ola gigante. Hermoso y terrible, como siempre, pero a la vez diferente. En sueños anteriores me despertaba (¿encontrarse de pronto en el sueño es despertar a él, es dejar de dormir?) en medio del agua, flotando cerca de la playa o de un acantilado; entonces venía el empuje imparable, la masa gigantesca que me hundía o me arrojaba contra la pared arenosa, que me proyectaba hacia tierra firme a toda velocidad: a velocidad, sin duda, mortal. Así, fascinado, me despertaba (en el sentido literal), completando en el mundo real la sensación de caída, el vértigo en el estómago. Pero la otra noche fue distinto, de alguna manera más pacífico. Yo estaba acostado en la playa mirando al cielo y ella (¿mi novia?) estaba tendida a mi lado. Creo que permanecíamos silenciosos. El cielo era de un azul tirando a turquesa, si no lo estoy inventando ahora: un cielo de tarde templada, agradable, engañosamente interminable. Y entonces la ola. El súbito tsunami, levantándose de la nada, diez, veinte, treinta metros, qué sé yo. Una masa de agua inexplicable en ese mar particularmente calmo, desobediente de las leyes de la física, empezando porque la cresta era finita y de un color verde claro, de lago artificial, y siguiendo porque la ola se había tirado hacia adelante, había como saltado, sin que su base se adelantara. Ahí estábamos los dos, secos en una playa seca, yo pensando algo así como uyuyuy pero sin suficiente alarma, con toda esa agua dispuesta a desplomarse sobre mí, sobre nosotros. Hermosa. Terrible. Ahí me desperté. Lo primero en que pensé fue en el cine. En cierto sentido era obvio: hay un paralelismo fuerte entre ese sueño y por lo menos una escena famosa del séptimo arte, aquella de Deep impact en la que Jenny y su padre se abrazan en la playa a la espera del tsunami que, fiel a la cita, se lanza sobre la costa y los engulle. Hay cosas, en fin, que soñamos porque el cine nos lo dice, porque nos han sido susurradas directamente al inconsciente. Pero no era por eso que pensé en el cine. Pensé en el cine porque comprendí, o vi, o creí ver, un abismo deprimente que se agranda. “Esto no se podría hacer en una película”, pensé. Puede parecer injusto pedirle al cine que sea capaz de reproducir un sueño. Lo que puede tomar la cámara, lo que puede producir una escenografía o un encuadre, permanece en un

universo meramente audiovisual y contractual (estoy acá sentado viendo una película, no en otra parte; no me he despertado de improviso en este lugar, no estoy desorientado, sé lo que hago; mi experiencia se reduce a la imagen y al sonido, no hay tacto ni olores aquí) que, por definición, carece de la sustancia de los sueños o, quizá, posee demasiada sustancia. Sin embargo, si en cada ceremonia de entrega de premios en Hollywood se nos dice que el cine se dedica a plasmar y dar forma a nuestros sueños, quizás es debatible pedir un poco de juego onírico, un intento de llevar ahí, a la imagen, los rasgos del inconsciente, la textura de lo soñado: la sensación vertiginosa de la arena en la espalda y esa agua rara que está por bañarnos por completo. La tarea no es tan imposible. La relación entre el cine y el sueño es larga y variada. Hay cineastas cuya obra puede ser definida como onírica: David Lynch viene a la mente, o Gondry, en La Science des rêves pero más en Eternal sunshine of the spotless mind, donde el artificio no requiere grandes proezas técnicas (el mar invadiendo la casa, objetos y personas que cambian de lugar, iluminación surreal, el propio rostro en el cuerpo de un chico, libros que se van borrando solos) pero está puesto al servicio de un mapeo del

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http://www.lalaurette.com.ar/

@snlalaurette

inconsciente más que interesante y, por cierto, esencial a la historia. También hay grandes escenas del cine dedicadas a los sueños: Hitchcock ha contado con el genio de Salvador Dalí para construir alguna; Fellini, Bergman, Clouzot y otros realizadores talentosos les han dado a sus dream sequences tintes personales e inquietantes. Estos intentos contrastan, sin embargo, con propuestas tan comunes como intragables: el viejo y gastado “y al final todo era un sueño”, por ejemplo, o esas secuencias de nula creatividad que consisten en escenas pedestres enmarcadas en un halo luminoso o pasadas por un filtro de color, a lo sumo con eco añadido. Por no hablar de prácticamente todas las películas de terror del mundo, en las que sólo nos enteramos de que una pesadilla era tal porque el plano cambia bruscamente a un rostro sudoroso, un grito, un sentarse de repente en la cama. Y he aquí el abismo deprimente: si Hitchcock, Bergman o Fellini hallaron maneras de hacer que un medio anclado en lo visible del mundo real nos permitiera atisbar lo inasible de la mente dormida, cabría esperar que el progreso técnico, las maravillosas posibilidades que abren la animación y la manipulación digital, sirvieran para ofrecernos aproximaciones cada vez mejores a lo que es un sueño “de verdad”. Pero no parece ser así. Donde los recursos más bien parcos de Gondry tienen éxito, James Cameron y Christopher Nolan, con todo el dinero de la industria a sus pies, sólo atinan a constreñir lo soñado a una versión más o menos desorbitada de la realidad. El sueño final de Rose en Titanic tiene las características de la memoria fotográfica, en

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tanto que Inception, una gran película por donde se la mire, falla en un punto que le es medular: Nolan nos habla de sueños dentro de sueños dentro de sueños y lo cierto es que los sueños no son así, no alcanza un tren andando por una avenida para convencerme de que una escena con tiros en el centro de la ciudad es el desvarío de un soñante, no basta que el pasillo del hotel gire. Las enormes posibilidades visuales del medio están tan desaprovechadas en esa película que lo más “onírico” que se nos ofrece es la imagen de media ciudad levantándose hasta que las calles y las terrazas quedan verticales. Ese es el abismo: a medida que los cineastas ganan recursos técnicos parece ir desapareciendo la creatividad que podría darnos algo maravilloso. Las imágenes más espectaculares últimamente nos muestran batallas épicas todas iguales, nuevayorks destrozadas siempre de igual manera (al punto de que uno olvida si está mirando The Avengers o Transformers 3), monstruos que se parecen todos entre sí. Paisajes y objetos que en todos los casos tienen el peso y la textura de la realidad o la hiperrealidad, no los de la deriva. No sé si soy justo. Pero a una máquina de la fantasía lo mínimo que se le puede pedir es que fantasee. Nos queda Lynch, nos queda el Zack Snyder de Sucker punch, nos queda Gondry si retoma aquel camino. Y miles más, sin duda. No nos sirve perder los sueños en el pasaje al 3D. Muchachos, quiero escuchar la ola; quiero sentir su peso ominoso y su vértigo mojado. Que me entre por los ojos y por los oídos y por el estómago y por la piel. Como la otra noche. Podemos arreglar por menos, sí. Pero no por mucho menos.

Sueñnos para ser humano La palabra soñador la siento algo devaluada. Hay programas de tv que muestran a un “soñador” como un tipo dispuesto a hacer algún bien, y para ello es rodeado de excesos burdos y sponsors. No se trata de agredir por el simple hecho de hacerlo, para decir que no miro tele y que soy súper intelectual (ni siquiera puedo firmar aquí y ahora que si me ofrecieran un laburo en un programa con un formato tan patético, diría que no). Las poses, se sabe, hay que trabajarlas todo el tiempo. Y sería entre absurdo y estúpido hacerlo en este espacio (cuánto más en la vida). De modo que me pongo a pensar en los sueños de la gente, los míos propios y los de quienes forman mi círculo, los sueños de quienes me cruzo generalmente en la vida y aquellos a quienes veo de vez en cuando. Y lo que veo es alguna gente que logra con mucho esfuerzo conseguir lo que ha deseado para sí, pero mucha otra que se ve encerrada en una especie de jaula de la cual no puede salir. El ser humano es extremadamente complejo y teme. Le temía al fuego, le temía a los primeros Ford T y le temía al cine en las primeras proyecciones. Ahora le teme a la tecnología y al futuro. Le teme a ser viejo, y a lo que la gente va a decir. Bueno, ahora que lo leo, los miedos no han cambiado ni un ápice. Pero la verdad es que a nadie le importa realmente lo que hace el otro. Todos vamos por ahí pensando que a alguien le importa realmente lo que hacemos de nuestra vida. Lo creemos porque de algún modo nos pensamos muy importantes, pero es nuestro ego que nos da un par de palmaditas; esas mismas palmadas en la espalda hacen en ocasiones que no seamos nosotros mismos.

No, no se trata de problemas de identidad. Se trata del ser humano, su posibilidad de ser libre, y de la manera en que conspira contra ello de múltiples formas. En ocasiones no toma dimensión clara de tiempo escaso que tiene para lograr algo que, de mínima, lo haga sentir bien consigo mismo. Y ahí va, a los tumbos tratando de encontrar ese rumbo; y en el camino muchos seres que están casi seguro igual de perdidos que él le van tirando al aire alguna máxima cual viejo vizcacha. Lo más probable es que sean bien intencionadas, pero no todas aplican para cada caso particular. Y ese ser humano, en el choque y enfrentamiento diario con otros seres humanos, no advierte que el primate apenas evolucionado entre los que él mismo se encuentra, tiene desesperación, ignorancia y en algunos casos maldad y egoísmo. También los hay de buena voluntad, preocupados por el otro, ese ser cercano que sufre las consecuencias de la organización social. Pero debe tratar con ambos, y a duras penas tiene tiempo para decidir. Muchos tienen segundos para tomar una determinación, la cual puede no tener vuelta atrás y cambiar la vida de más de una persona, para bien o para mal. Y no sé si es justo tener una mirada parcial de la realidad. Me preguntan ¿te creés una especie de ser supremo, preparado para saber cuándo la realidad está siendo observada con un criterio parcial? No, desde luego que no, eso sería llevar mis delirios demasiado lejos, pero al menos tengo la consciencia de que eso sucede, y de las implicancias que tiene. Y no soy el único, o al menos eso espero.

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Crónicas del ají picante Percibir el mundo como una gran hoja de papel gris resulta muy deprimente. Pero hay quienes aprovechan la falta de color para pintar con libertad y poesía, con frases que quedan, con libros que atraen y con mentes inigualables. Pero hay otros que no se conforman con este mundo, con esta realidad. Aquellos son los viajantes de la imaginación. Pintan este mundo y, una vez terminado, viajan a otro paralelo. Tal es el caso de un gran escritor de los sueños: Ariel Edelstein. Lo conocí, para variar, en un taller de escritura. Jamás tuve la oportunidad de hablar con él mientras cursábamos. Hoy en día, opino yo, tengo con él las charlas más interesantes. Son locuras y delirios para muchos, pero para nosotros son charlas entre dos escritores, entre dos artistas si se puede decir. También hablamos mucho de lo que anhelamos. Ambos tenemos el sueño de publicar algún texto, algún libro, de esos que exploten la mente y la imaginación y atrapen hasta al menos lector. Ariel cumplió ese sueño y lo admiro por ello. Cambió su rumbo y se dedicó de lleno a lo que tanto ama. Empezó de a poco, en páginas en blanco, con una pluma, en la computadora, etc. La idea era escribir algo que dejara pensando a los demás, con una reflexión final, como es cualquier conversación que se tenga con él. Así nació “Espejos mentales”, una novela de intriga, interrogantes, vueltas, realidades alternas y mentes perdidas. Aquellas charlas, esos pensamientos se plasmaron en un libro. Por fin vería a algún lector con la novela en sus manos y una sonrisa de alguien que descubre algo nuevo. Porque claro, Ariel no sólo es un nuevo escritor, sino que posee una mente admirable, poco común, algo “nuevo” hoy en día. Y Espejos mentales trata de eso, de él. Habló de todo lo que lo inquieta, lo que lo atrae, sin dejar atrás, claro está, una excelente historia.

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“Reflejo de una mente inquieta y ansiosa de conocer la verdad, Lucas transita un interesante camino para alcanzar su sueño. Acompañado por Al, descubrirá en pequeños haces de luz el modo de escapar del amenazante mundo que lo aleja de la realidad. Una historia que plantea la eterna pregunta sobre aquella realidad paralela en la cual nos vemos inmersos día a día. ¿Cuántas de las cosas que nos presenta nuestra mente existen o simplemente son un camino alternativo hacia lo que nuestros ojos necesitan ver?” Esa es la contratapa del libro que poseo en mi poder ahora. Me encantó la historia y, una vez más, este gran escritor de la vida me sorprendió con sus idas y vueltas, su percepción del mundo y su talento para plasmar tantas inquietudes en una novela. La respuesta a todo ello, obviamente, no está en el libro, sino que se encuentra en un lugar al que pocos tienen acceso diario, y es en el lugar más oculto de nuestra mente, en nuestra imaginación, donde aún viven algunos sueños que teníamos de pequeños.

Sueño: ””Acto de dormir “ Soñar: Anhelar persistentemente algo Si espero que entre el arte, la creatividad y la vida cotidiana no haya distancia alguna, lo mismo propongo, deseo y practico entre los sueños y la vida cotidiana.

www.verokavelasquez.blogspot.com

La propuesta de hablar sobre “sueño” me inspira para el lado de “SOÑAR”, y más que escribir me lleva a ofrecerles esta imagen de “ARTEMISA”, esta guerrera sin rey ni reyna , DiosaS ni diosES , esta arquera apunta a sus deseos y los consigue , apunta a sus sueños y no erra. La ofrezco para que puedan invocarla y que todas / os vivan la vida que soñaron.

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Pedro Sartorio Mi propósito como ilustrador es poder representar, desde la imagen plástica, la unión que se produjo y se produce de forma constante entre las diversas culturas de la humanidad. Las diferentas respuestas mitológicas hacia incógnitas existenciales semejantes y sus diferencias o similitudes.

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Mi intención es poder abarcar tanto nuestra identidad nacional (ya de por si multicultural) como también englobar distintas culturas más antiguas como la de los mismos nativos precolombinos y su simbología hasta la Europa medieval y su cosmología; y de esta manera intentar establecer un nexo entre todas estas culturas que se creen desemejantes pero estudiando su historia, sus mitologías y su representación pictórica o escultórica se pueden

encontrar, casi de forma explícita, muchas similitudes a pesar de las distancias geográficas o las, aparentes, disparidades culturales. Obviamente se trata de un estudio constante y de una búsqueda personal que no creo poder concretar nunca, la representación y la alegoría hacia distintos símbolos comenzó como una simple curiosidad estética que desembocó en una especie de obsesión por la comprensión de estos y su estudio. Además de las influencias artísticas juegan un papel muy importante en la realización de mis imágenes las influencias teóricas como los estudios de Mircea Eliade, Robert Graves, Carl Jung y Herbert Read.


LA ROSA DE LOS SUEÑOS O LA IRREMEDIABLE CONFUSIÓN DEL CONEJO ROBERTO

“-No soy un hombre real. No soy un hombre como los otros, un hombre con huesos y músculos, un hombre generado por hombres. Yo soy, y quiero decirlo a pesar de que tal vez no quiera creerme, yo no soy mas que la figura de un sueño. Una imagen de Shakespeare es, con respecto a mí, literal y trágicamente exacta: ¡Yo soy de la misma sustancia de que están hechos los sueños! Existo porque hay uno que me sueña, hay uno que duerme y sueña y me ve obrar y vivir y moverme y en este momento sueña que yo digo todo esto. Cuando ese uno empezó a soñarme, yo empecé a existir; cuando se despierte cesaré de existir. Y soy una imaginación una creación, un huésped de sus largas fantasías nocturnas. El sueño de este uno es tan intenso que me ha hecho visible incluso a los hombres que están despiertos. Pero el mundo de la vigilia no es el mío. Mi verdadera vida es la que discurre lentamente en el alma de mi durmiente creador.” Roberto dejo el libro, y reflexiono: -La sustancia de los sueños es el liquido vital de la vida, los sueños alimentan deseos, diseñan nuestro existir, esta sustancia es imaginación, allí se fraguan nuestros miedos y anhelos en forma de sueños. Los sueños nos tocan no hay gran diferencia entre este lado y el otro, es todo imaginación, o nuestra o de otro, o soñamos o somos soñados, o soñamos que somos soñados... Dio vuelta la funda del olvido, porque no es moderno y no puede mirar adelante sin desenfundar pasado, ahora saltan conejos raros de su almohada, que es como la cabeza de sus sueños. Roberto, es un gran amante del vacío y los paisajes, de esos paisajes en los que es muy difícil reconocer limites, donde uno forma inevitable parte, pero no se sabría definir donde se está parado.

se acorta en un efecto agujero de gusano, ya no parece tan lejano ese borde, un lado y otro se juntan, el paisaje es inquietante: las impresiones de signos en la tierra hacen pensar en alguien con un palito en la mano agachado grabando el barro, escribiendo un mensaje solo visible en determinadas condiciones. Éstas serían: primero, la decisión de acercarse lo suficiente a los hechos, segundo, que haya llovido recientemente, o no, y tercero el implacable e irrefutable hecho de ser esos signos de barro representaciones de un alfabeto por todos conocido. Allí podía leerse: por aquí paso Roberto. Mi mamá -recordaba Roberto- resolvía erróneos asientos contables durmiendo, soñaba con el libro en cuestión, la columna y el renglón donde efectivamente al día siguiente encontraba el fallo, podría decirse que mi mama no tenia paz, puede ser, pero lo que es cierto es que los sueños son continuidad de la vigilia y viceversa no es igual un día que transcurre luego de una pesadilla, a uno vivido luego de un placentero sueño, por otro lado a veces soñamos despiertos, aunque no muy consientes, y esto al cumplirse es nuestra más odiosa pesadilla. Roberto es amante del vacío existencial al horno

con papas, no lo habíamos dicho, y se encuentra parado al borde del cielo pero como eso es obvio no lo diremos para no insultar inteligencias ajenas... por otro lado insultándolas les otorgamos cierta entidad, ¿no? ¡Insultemos pues! ¿Qué pasaría si descubriésemos que Roberto no es lo que parece sino todo lo contrario? Parece un conejo y es un perro hambriento disfrazado, creo que todos los conejitos esconden uno feroz salvo que algunos no se enteran de nada. Si lo supieran, otro conejo saltaría. Nuestra imaginación a través de nuestros sueños construye nuestra vida, Roberto lo sabe. ¿Podemos volver al lugar de nuestros mejores sueños? Hablamos con alguien en un sueño, resolvemos algo importante en esa conversación, lo primero que deberíamos hacer, es buscar a ese alguien y preguntarle si hablamos eso que soñamos, se cuenta que muchas veces es así y el otro confirma el encuentro y el circulo secierra. Suceden esas cosas. Así como podemos modelar nuestra vida soñando en la vigilia, también nuestra vigilia es modificada por la misma sustancia de los sueños. continuando...

-Nunca conseguí la rosa de Coleridge como prueba -se dijo- por que nunca pasé por el paraíso, mis rosas duermen en libros cerrados, no puedo presentarlas como prueba, son recuerdos de antiguos sueños, la prueba buscada es aquella que une la vigilia al sueño con rigurosa unicidad de realidad. Es un tenue velo, sería como el himen de la realidad, una delgada membrana que separa el sueño de la vigilia, pero ¿y los sueños despiertos? ¿Y las certezas soñadas? Tal vez la distancia entre una punta y la otra de la almohada 34

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esas cosas, ¡soy carnívoro! A mi ofreceme un buen vacío al horno... ¡Hortalizas! ¡Qué snob! Pero su cueva era amplia, 2 ambientes, alacena bien provista, paredes forradas con hojas de potus, unos suntuosos almohadones, un buda de plástico e intenso olor a incienso, ella era jijpi y vegetariana (tejía pulseritas de macramé) y sobre hilos encerados y abalorios de colores, practicamos el acto reproductivo, luego me sampé una ensaladita llena de semillas que no logre digerir ya que las termine expulsando enteritas. De pronto ya no estaba allí, no se bien que paso, no me di cuenta cuando salí de la cueva, desperté dando saltos por el campo, y no volví a ver a la jipi de mis sueños. ¿Será que la prueba viene a ser la existencia del paraíso o la dificultad para digerir semillas? ¿Y no la unidad del sueño y la vigilia? No importa, Yo tomo prestada la prueba y la utilizo para mis fines. Convertir la flor en rosa ¡aquella rosa primitiva que ya no conocemos y que debía de ser tan linda! Y con eso crear un paisaje poético para ser vivido, porque la verdad es, que cada vez que este breve cuento venía a mi cabeza, lo recordaba pensando en rosa...y a la jipi le gustaba rosa la prueba. Son intuiciones y seguramente me dirán que hay océanos de tinta vertida al respecto como sucede con todos los grandes temas de la poesía. Los sueños son nuestras oraciones, nuestro privado credo, el ritual secreto y misterioso que nos revela demiurgos en nuestra finita escala conejil. Y, jipi: si me lees y te acordas de mi, si me soñaste o me tocaste de verdad, me gustaría volver a verte. Besos, Roberto. Post data: (¿te llamas Rosa?).

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http://lacalva.blogspot.com.ar/

Roberto como todo conejito suele estar confundido esto es: fácil de engañar o despistable. Su otro lado, sin embargo, es cínico y calculador aunque él no lo sepa o se hace el que no sabe... ¿Sería posible -se pregunta Roberto- trazar un mapa de nuestros deseos en un calco y superponerlo a un mapa de los sueños y allí donde hay grandes diferencias, acortarlas, ensanchando senderos, alargando pistas, construyendo puentes allí donde hacen falta? Creo que el resultado sería algo así como un plano de nuestras ansias, al pie del mapa, dibujaría la rosa de los sueños y bajo el dibujo diría: “La prueba: si un hombre atravesara el paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que ha estado ahí y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿Entonces que? Luego, ya no viviríamos en una realidad virgen, ese velo se rompería y con eso se concentraría poder y claridad ¿o no?... Sólo se que yo saltaba por el monte la otra tarde y me fui detrás de una linda conejita. Nos presentamos y me dijo: -¡Vení que te muestro mi cuevita Roberto! Tengo hortalizas frescas...-¡¿Hortalizas?! -dije yo horrorizado- Para que lo sepas yo no como

No lo soñe! Decir “lo soñé” te regala una cierta impunidad. Nada de preguntas malintencionadas respecto a cómo tu mente creó conscientemente esa imagen horrorosa o completamente inusual; nada de preguntas respecto a tus gustos o a cómo interrelacionás los objetos y las personas. Nada de nada. Lo soñaste, los sueños son incontrolables. Si aún no llegan a un acuerdo, ni científicos ni psicólogos, respecto a qué mecanismos los crean y si tienen o no un significado, ¿quién podría juzgarte? Creo que por eso muchos pintores surrealistas se aferraron a “lo onírico”, quizás como una forma de preservar su psique de la mirada ajena y sus constantes especulaciones. Me imagino a El Bosco, intentando explicar a una autoridad eclesiástica que se puso a fantasear un buen rato para crear su Jardín de las Delicias. O, peor, que participó en un par de orgías de las cuáles extrajo material visual para volcar en el tríptico. El panorama hubiera sido complicado. Era más seguro decir, en todo caso, que se trató de una revelación proveniente de un largo ayuno, un sueño inspirado para advertir a los hombres de los peligros de la tentación. Un mensaje divino. Recuerdo un cuento de Lovecraft, sobre un pintor que plasmaba en su lienzo terribles demonios, guardando un igualmente terrible secreto en los sótanos de su casa. De la misma forma, las criaturas que somos capaces de crear conscientemente, parecen ser más reales que las que aparecen ante nuestros sentidos en sueños. Como si lo que ese pintor guardaba en su casa, los que pueden expresar esos monstruos lo guardaran en sus mentes. No nos gusta enfrentarnos con esa parte de la psique. Sin embargo, verla plasmada causa una especie de fascinación morbosa. Entonces, mi vida, espero que entiendas lo que ahora voy a confesarte: nada de lo que escribí fue soñado.

Ni una de las letras plasmadas proviene de las imágenes que mi inconsciente proyecta cada noche. Es tu momento de decidir, con toda la evidencia que pudiste juntar, cuento a cuento, dibujo a dibujo, si estás dispuesto a vivir con las criaturas de mis horrores. Son los monstruos en el espejo, y también son las luces de lo que todavía se censura. Yo sé que te entretiene desmenuzar una a una mis palabras, intentar ver a qué parte de mi historia cada relato pertenece. Yo sé que te corroe pensar y repensar que realmente considero que el amor es inclusivo y no exclusivo. Sé que preferirías que te diga que esa violencia plasmada, esa soledad, esas crueldades son retazos oníricos. Pero no, no lo soñé.

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En mi mente diferentes sensaciones emergían, sentimientos algo adormecidos despertaban. Imaginarte como antes, como siempre, eterna. Fuiste y serás en mis sueños. Cada vez que te pienso, que te imagino mía. Son recuerdos, son el futuro, son el presente que no tenemos y me gustaría tener. Somos todo, juntos.

Un instante Era domingo y no sabía qué hacer. Estaba triste o aburrido. Tan aburrido que mi condición ya empezaba a ser invadida por la tristeza. Tal vez era por lo mal que lo habia pasado la noche anterior. O simplemente porque era domingo. Quería hacer algo pero no sabía qué. Tampoco quería hacer demasiado esfuerzo ni gastar muchas energías. Podría haber llamado a algún amigo, pero no tenia ganas de hablar con nadie. Me iban a hacer preguntas, planteos. Me iban a hacer pensar. Y si algo sí que no quería hacer, era pensar. Agarré mis cajas de zapatillas en las que guardaba cientos, miles (quién sabe cuantas) fotos. De chico, con mis hermanos, con mis viejos. Con ella. Ella que me hizo conocer el amor a los 14 años y después se fue. Agarré otra caja de zapatillas. Ésta, toda escrita y dibujada: la que tenía mis fotos (sí, soy el tipo de tipo que todavía revela sus fotos). Ahí esta mi mirada del mundo, mi arte. Muchas fotos que la única luz que vieron fue la roja de mi salita de revelado. Muchas que merecían estar colgadas en la pared pero me habia olvidado que tenía.

Las fui poniendo en el piso de a una, armé una selección, la combiné de la mejor forma y las empecé a pegar en la pared. Unos minutos de música y lindos recuerdos. Miré satisfecho lo que había armado en la pared. Tenía onda, la habitación era más mía. Mis fotos que tanto me gustaban y sólo yo podía ver. Me puse un par de zapatillas, agarré la Polaroid y salí a que la ciudad me sorprendiera. Ella me iba a sorprender y yo a ella. Caminaba en busca de nada, encontrando todo. Observé una ciudad somnolienta, llena de texturas, de colores, de tranquilidad. De amor y de paz. Crucé el río, adentrándome en Puerto Madero. Siempre me pareció que el lugar tenía una magia especial. Un oasis en la ciudad. Vi una parejita sentada mirando al río. Me acerqué y les pedí permiso para disparar. Los dos usaban anteojos y me miraban divertidos, aunque algo extrañados. Los miré a través del visor y disparé. Saqué una fibra de mi mochila y escribí “Verte bien”. Me sonreí y se las regalé. Estas fotos no debían estar en mi pared, sino en las paredes de otros. Miraron la foto que todavía estaba terminando de aparecer, me agradecieron y se besaron. Seguí caminando.

Estar perdidos en algún lugar. Mirando el sol, descubriendo las formas de las nubes. Quedarnos ahí, en nuestro momento. Vos y yo. Le saqué una foto al cielo, divisaba una especie de tortuga o tal vez era un león. Le escribí “Ser chico” y la pegué en la hamaca. Volví a mirar mi flor y vi que ya no estaba.

Observé más. Tal vez recordé o imaginé esas mañanas que nunca tuvimos, el sol entrando por la ventana, los arrumacos previos a levantarse. Las caricias, tu piel.

Momentos compartidos que se partieron y no fueron uno nunca más. Momento que pasa y ya no es, momento que quiere ser eterno pero no logra encontrarse.

Me encontré con una flor roja en el camino y la elegí. Miré con ojos soñadores por el visor, encuadré y dispare. Agité la foto y escribí “Mucho, poquito, nada”. La enterré un poco en el cantero, haciendo una montañita para que se sostuviera.

Levanté la vista y descubrí mi foto: la paz de domingo. Era como si esa fracción de tierra hubiera sido limpiada para mí: No había humanos ni formas divisibles sólo el verde puro, el pasto listo, los arbustos de fondo. La naturaleza a la brisa del viento, los colores y las texturas esperando a ser retratadas. Era la foto que representaba lo que sentía en ese domingo.

Me quiere, no me quiere, no me quiere, tampoco me quiere. Anhelaba el cariño. Algo que buscaba en otras, en muchas, pero parecía nunca poder encontrar. Noches de búsqueda, madrugadas de un tal vez y mañanas de vacío. Suspiros, miradas, adiós. Me fui a sentar a una hamaca, espiando mi flor. Esperando que alguien la arrancara y la diera como regalo. Miré a los chicos jugar al lado mío. Encuadraba, pero nada me convencía.

Miré y disparé. Saqué mi fibra y escribí “Encontrarte”. Las sombras de la foto que se volvían cada vez más nítidas y luminosas. Agité la foto al viento con la vista clavada en lo que estaba por aparecer. Me sorprendí al encontrar algo que no había visto al disparar la foto: Una figura femenina entrando a cuadro por la izquierda. Una chica con una Pentax colgando del cuello y una flor roja saliendo del bolsillo de su camisa. Levanté la vista y retraté ese instante.

39


No voy a hacerte daño, Wendy... solo voy a arrancarte tu jodida cabeza.

“La suerte es como el Tour de Francia, lo esperas todo el año y luego pasa rápido. Las oportunidades hay que atraparlas deprisa, sin dudar.”

¿Acaso eres un..gallina?

Francamente, querida..me importa un bledo


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