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Breaking Away 2014
Colaboran en este número: Nuria Silva. Eva Lilith. David Monge. Belén Jacoby. Sergio Andrés Rondán. Gabi Rubí. Nicolás Esteban Rijman. Juan Pablo Franky. Luciano Alonso. Sebastián Lalaurette. Agustín Bordel. Veroka Velázquez. José Marco Segura Jaubert. Bárbara Guerrero (Borita Senshi). Citizen Pain. Axel Hildemar Fritzler. Madariaga Fellini. Lucía Borjas. Andrés Montero. Kattia Barrientos.
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Editorial Miles de películas abordan la temática del trabajo. En épocas de crisis, respecto de las relaciones de pareja, en pequeños espacios asfixiantes (previos, de selección, o durante el apremiante momento de competencia) en los cuales sobrevive, al parecer, el más apto, y quien no lo es queda fuera del sistema económico tal cual lo conocemos. Dicen que el trabajo dignifica. Creo que más bien una actividad que permita al individuo realizarse en el ámbito en el que es más feliz, para el que realmente tiene vocación, es el que realmente dignifica a quien se desempeñe en dicha tarea. Mientras tanto, algunos solamente serán eslabones sueltos y tal vez, desanimados, de un mundo frío, y procurarán a pesar de eso sentirse plenos, lograr sus objetivos, no dejarse desanimar. Al fin y al cabo, es la vida. Y el cine, dicen, imita a la vida
Indice
Nada más que cinco. Y Machefer. por Sebastián Lalaurette. .......................................... El trabajo es indignificante. Por David Monge.
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Las crónicas del ají picante. Vivir sólo en el exterior. Por Belén Jacoby. ........................................................................................... 7 She Works hard (for the money). Por Eva Lilith. ........................................................... 8 Bonsai. Por Luciano Alonso. .................................................................................
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El viaje del héroe de Luke Skywalker en Star wars. Parte 2 de 3. Por José Marco Segura Jaubert. .......................................................................10 John Carpenter. Políticamente insurrecto. Por Nuria Silva..............................................12 Garfield y sus amigos. A propósito de El sorprendente hombre araña 2. Por Axel Hildemar Fritzler.........................................................................13 We come as friends. Bafici 2014. Por Nicolás Esteban Rijman.......................................
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Dos películas argentinas que se exhibieron en el último BAFICI (A propósito del trabajo) Por Nicolás Esteban Rijman. ................................................14 El trabajo y el cine en el Bafici 2014. Por Juan Pablo Franky. Las Av de Alan.
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La fruta prohibida Exposición/ concepto. Por Veroka Velázquez. ...........................................................................................
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Es un monstruo grande y pisa fuerte. A propósito de Godzilla. Por Agustín Bordel. ........................................................................................ 22 El extraño del Plaza Mitre. Por Sergio Andrés Rondan Rock, por Gabi Rubi.
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Coberturas BA. Presentación de Richard Mosse en Londres. Por Belén Jacoby ....................................................................................... 27 . Coberturas BA. Fid Costa Rica 2014. ................................................................. 28 Obituario: Michael Glawogger. Por Juan Pablo Franky
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NADA MÁS QUE CINCO. Y MACHEFER. Por Sebastián Lalaurette En una de las primeras escenas de La corporación aparece un cartel de sobrio fondo blanco en el que una mano empuña un reloj de pulsera que se adivina carísimo como si fuera un cuchillo. Más tarde aparece otro, con la misma estética, esta vez mostrando un cuerpo de mujer, más precisamente la zona media de un cuerpo de mujer, un cuerpo delgado, atractivo, con un celular metido en la bombacha de encaje como se empuña una pistola. A juzgar por este filme, a Costa-Gavras (Konstantinos Gavras, Atenas, 1933) no se lo puede imputar de sutil. Ya desde el título ha renunciado al lujo del eufemismo: Le couperet, la cuchilla, más precisamente la cuchilla del carnicero, se llama la película en el original francés, algo que los yanquis han traducido como The ax, el hacha, un título que sin dejar de ser brutal se las arregla de alguna manera para ser más limpio, más hollywoodense. El hacha, después de todo, está hecha para cortar madera, para dejarla clavada en un tocón en medio del bosque o en el fondo de la casa; no se relaciona con la sangre salvo en caso de accidente o furia criminal. Con la cuchilla del carnicero no caben estas consideraciones. Está pensada para caer sobre la carne, para cortar y desmembrar la sustancia tierna de los animales; el propio concepto evoca la imagen de la sangre saltando para todos lados, manchando el delantal blanco, los brazos, el mostrador. Su uso, además, es maquinal, procedimental: no implica furia, es la rutina del golpe continuo porque las cosas son así, porque ahí está la carne y ahí está el cliente que paga. Mucho más apropiado para esta cinta. José García interpreta a Bruno Davert, un ingeniero químico que lo sabe todo sobre el papel y sobre ser prolijo y servicial y tener siempre una sonrisa muy medida a flor de labios. A Davert lo echaron de la fábrica de papel hace dos años y medio: pasó de tener un alto puesto ejecutivo a quedar desempleado, junto con una muchedumbre de personas de menor rango cuyas carreras también fueron cercenadas. No me preocupo por usted, Bruno, le dijo el jefe de personal al despedirse de él: con su experiencia y talento seguro encontrará trabajo pronto. Pero ¿dónde? No es muy ancho el mercado para los
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ingenieros químicos especializados en papel, en una Francia cuya economía se contrae y vomita gente. Ah, pero existe una salida. Hay otra empresa papelera, Arcadia (el nombre remite a un país idílico sobre el que cantaron los poetas: una región real de la antigua Grecia que se fue convirtiendo, a través de la leyenda, la nostalgia y la repetición, en algo totalmente distinto, inalcanzable, una utopía en la tierra), que ha escapado de la crisis general y un hombre, Raymond Machefer, que tiene el mismo puesto que Bruno perdió hace dos años y medio. No es difícil verse ahí, en el video incluido en el CD promocional, diciendo lo mismo que Machefer, exhibiendo su conocimiento con aplomo y la seguridad de tener un buen sueldo mensual. Volver a tener dos autos, cable, Internet para los dos hijos de la familia tipo blanca y urbana, descargar a la esposa, lánguida y atractiva, de la pesadez de los dos trabajos mal pagos con que se mallleva el precipicio. Davert no tarda mucho en trazar su plan. Para ocupar el puesto de Machefer tiene que procurar que quede vacante: seguramente no son muchos los que están tan calificados como él para candidatearse como reemplazos. Pero ¿se puede estar seguro?, ¿no estará exagerando su propio valor? El ardid es ingenioso y pueril: publica un aviso en el que anuncia una vacante para un puesto exactamente igual al que él perdió y que ahora posee Machefer, ese lechoncito pomposo. Los curriculums empiezan a llegar a paladas. “Me sentía feliz leyendo los secretos de mis rivales”, dice Bruno, mientras lo vemos escudriñar y separar los CVs. “Eran increíblemente ignorantes y profundamente vanidosos. Muchos decían preocuparse por los accionistas. Pero los accionistas son el enemigo.” El pincel de CostaGavras es grueso, una buena elección para esta película que avanza sin sobresaltos, con la seguridad de una hoja filosa. Por la mayoría de los postulantes no tiene que preocuparse: sabe que no lo lograrán. Pero hay cinco que pueden disputarle la vacante cuando se produzca: cinco ingenieros químicos presuntamente desempleados, conocedores del proceso del papel, con experiencia y con un traje a la medida de la sonrisa, perfectamente calificados para el puesto, tanto como él o más. A esos cinco tiene que eliminar. Y después a Machefer. La sucesión de crímenes es a la vez cómica y brutal, como corresponde a esta negra humorada de Costa-Gavras que a la mano pesada del
discurso opone la liviandad del paso en falso. Davert no es un asesino a pesar de serlo, no sabe cómo disparar, cómo acechar, cómo acuchillar, y las cosas le van saliendo bien por una serie de coincidencias altamente improbables. En un momento se le ocurre que no es necesario seguir ese camino: al llegar a una estación de servicio piensa en asaltarla (tiene el arma encima) y calcula cuántos golpes como ese le procurarían una vida similar a la que llevaba cuando tenía empleo. Pero a la locura del planteo se suma el hecho de que el dependiente de la estación, un doble de Ringo Starr, adivina sus intenciones en una fracción de segundo y lo ahuyenta sin decir nada. Es el camino del crimen, el trazo filoso y sangriento, entonces. “Yo lo habría contratado antes que a mí”, dice Bruno de uno de los posibles candidatos: justificación suficiente para el disparo. En otros casos no es tan fácil. No puede evitar el contacto personal con los que al no conseguir empleo en lo suyo han sido reclutados en un restaurant y una tienda de ropa. Matarlos a esos dos es más difícil. En medio del camino están la entrevista laboral con una mujer que es vigilada mediante una cámara durante todo el proceso, la infidelidad de la esposa lánguida y atractiva, el hijo detenido por la policía por robar software, el terapeuta matrimonial negro que se pregunta qué piensan de él los franceses, la mujer que lo sorprende vigilando a su presa y lo confunde con un pedófilo, el viejo mecánico que amenaza con suicidarse frente a su jefe si lo echan. Y todo el tiempo la sonrisa que brota a veces, nunca descontrolada, siempre privada aunque haya gente alrededor. En la antigua China, le cuenta a Bruno Davert una de sus víctimas antes de ser eliminada, se llevaba a los bebés a la montaña para que murieran; los esquimales abandonan a sus viejos en la nieve. Pero la sociedad actual es autodestructiva, enfatiza: abandona a la gente en su edad más productiva. ¿Quién mantendrá a los niños y a los viejos si los hombres jóvenes y de mediana edad no tienen trabajo? “Haría cualquier cosa por un empleo, pero no venceré al capitalismo”, le dice el hombre a Davert; Bruno piensa más tarde en lo que tiene que hacer para llegar a su objetivo: “Tenemos que pelearnos por las migajas”, dice, y es literal. “Los empresarios se ríen. Peor: ni siquiera nos ven.” Lo dicho: trazo grueso, nada de ambigüedad. Está bien. Hacia la segunda mitad (la película está cortada exactamente al medio por escenas paralelas que tienen lugar en el bar de la
corporación Arcadia) la comedia le gana lugar al comentario social, parece cerrarse sobre Bruno el círculo de la sospecha, las cosas se van enredando y desenredando como corresponde al género ligero del que Le couperet no deja de formar parte. Pero siempre está de fondo esa negra brutalidad, subrayada por la expresión blanca, inocente, de Davert. http://www.lalaurette.com.ar/” www.lalaurette.com.ar
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El trabajo es “indignificante” y es peor si dignifica ¿Cómo diablos podía un hombre disfrutar si su sueño era. Interrumpido a las 6:30 de la mañana por el estrépito de un despertador, tenía que saltar fuera de la cama, vestirse, desayunar sin ganas, cagar, mear, cepillarse los dientes y el pelo y pelear con el tráfico hasta llegar a un lugar donde esencialmente ganaba cantidad de dinero para algún otro y aun así se le exigía mostrase agradecido por tener la oportunidad de hacerlo?
Charles Bukowski Factotum El trabajo, esa maravilla hacedora de la cultura. No hay dos pueblos que realicen el mismo trabajo de la misma manera, esa individualidad que marca al colectivo. Cabría preguntarse ¿Quiénes son los que trabajan? En principio los seres humanos, más sin embargo, desde que la historia es historia hemos sabido diferenciarnos según nuestras tareas; así nació la esclavitud, la misma que permitió a los griegos construir las bases solidas de la democracia ¿Quién dijo que la evolución iba de la mano de la justicia social? Para hacerlo sostenido a través del tiempo y la civilización, fue necesario cambiar algunas prácticas déspotas por otras sinuosas matizadas por los derechos laborales y las garantías sociales; de esta manera le dimos cabida a la sociedad del bienestar de la que hoy gozamos. Quizá no todos sean tan optimistas y por eso el año de 1927 se vio marcado por el estreno de Metrópolis, película dirigida por Fritz Lang, disutopía relevante sobre el “progreso” en la sociedad, envuelta con un manto de luces y sombras, y es que no habría una mejor estética que la expresionista para metaforizar el horror del tiempo (que no existe) mecanizado en favor de la esclavitud que llaman trabajo (por cierto, es un valor de las personas responsables); será por eso que son tan grises las salidas de las fabricas, o las personas inexpresivas durante la mañana en las filas interminables para tomar el tren o el autobús, como los enajenados retratados por Lang que caminaban al compás para ser devorados por el ascensor que los desciende de su condición humana hacia la máquina, con el inconveniente que la biología solo se engaña por un tiempo para desdicha de los empresarios y
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gobiernos. En The Full Monty (1997) se expone el tema del desempleo de una manera brutal. Parados al desnudo. Existe otra manera para enfrentar la realidad, la comprensión de la propia condición, la lucha por la supervivencia, mientras el ego sofisticado aprende a desinhibirse por unas libras esterlinas más. Esa es la comedia humana posmoderna, mi querido Balzac. Acaso no hay un punto intermedio entre los engranes devoradores de hombres y la inanición. Justo cuando parece que todo está perdido entre la tesis y la antítesis viene la síntesis al rescate de esta burda relación dicotómica, el ingenio humano imponiéndose sobre la barbarie; la tecnología, esa hormiguita que encuentra la lateralidad en el espacio. Gracias a ella es probable que en el futuro las máquinas sean las que realicen el trabajo, sin nuestra ayuda, y nos sobre el tiempo al fin para disfrutar de nuestras realidades menos virtuosas y más virtuales, por supuesto mientras las máquinas así lo quieran, porque ¿Quién dijo que la evolución iba de la mano de la justicia social? Por David Monge http://tallerliteararioalajuelense.blogspot.com.ar/
Ilustración Borita Senshi http://borita.carbonmade.com/
Las Crónicas del ají Picante Vivir Solo en el extranjero
Por Belén Jacoby Vivir solo en el exterior. Irse a vivir a otro país y experimentar otra cultura puede ser algo único y fácil con sólo nombrarlo, pero al cabo de un tiempo, ese lugar mágico, se convierte en tu día a día, en tu hogar, y la vida se hace notar. Vivir solo en el exterior significa valértelas por vos mismo. Significa que sos vos el encargado de la casa, de decirte que no llegues tarde, de cuidarte del frío y del calor porque no podés permitirte enfermarte, ya que si faltás al trabajo, nadie te paga el día y nadie, salvo vos, se va a encargar de decirte qué medicamentos tomar y qué hacer o no hacer. Irse a otro país implica ser precavido, prestar atención a los pequeños detalles, como tener siempre, pero siempre, las llaves con vos (porque no va a estar tu familia corriendo para llevarte las llaves que te olvidaste en el trabajo), o de ver bien qué metés en el lavarropas, para que ninguna prenda de color rojo se lave junto a toda tu ropa blanca y el rosado sea el nuevo color de la temporada. Vivir solo en el exterior significa que vos vas a ser el encargado de cocinarte todos los días y de comer “un poco de todo” como decía tu mamá, porque ni ella ni tu abuela van a estar para darte una viandita de comida sana y rica cada fin de semana. Además, uno se convierte en muchas cosas a la vez, como en la mucama, en cerrajero, electricista y chef. Cuando uno se va afuera, crece de nuevo. No importa la edad que se tenga, porque los días previos al viaje (y durante un tiempo corto luego de la llegada), uno
es un niño con temores nuevamente, y al llegar, se obliga a crecer de golpe. Ya no hay más “chicas, ¿salimos mañana?” o “ma, ¿me cosés esto?”o “pa, ¿cuándo podés venir a armarme el mueble?”. No, eso ya no existe. Estás solo en otro país que, encima, habla otra lengua. Tus muletillas y esas palabras clave que tenías con tus amigos pierden vigencia. Tu ropa ni siquiera tiene la onda del lugar. Vos sos de afuera, no pertenecés ahí. Y se nota. Al mes ya estás extrañando la comida, el olor, el acento y hasta las puteadas de tu país. Ahora no te parece tan malo ese lugar que dejaste, pero dale, ¿querés volver? No. Por algo te fuiste. Y este nuevo lugar también tiene su encanto, ¿no? Su aroma, su comida, su gente y ese hermoso acento. Sí, es precioso todo ahí también. Pero, ¿y la familia? Obvio, los extrañás, querés verlos, pero sabés muy bien que eso va a pasar con suerte, una vez por año. Te fuiste, y eso implica perderse todos los cumpleaños y las fiestas, el crecimiento de tus sobrinos, la vejez de tus papás, las boludeces de tus amigos y cómo, de a poco, van convirtiéndose en adultos responsables. Sí, es verdad que los que nos vamos nos perdemos de muchísimas cosas, pero ganamos muchas otras. Encontramos nuevos amigos con nuevas locuras y ellos pasan a ser nuestra familia. Tenés otros cumpleaños ahora. ¿Y las fiestas? ¡Hay nieve! Esas navidades blancas que tanto pasan en las películas son tu nueva realidad. ¿Te vas a quejar del frío? No jodas. Un chocolate caliente, una buena frazada y listo. De a poco ese extraño lugar pasa a ser tu lugar, y dejarlo sería tan difícil como lo fue dejar tu primer lugar. Conociste muchísima gente buena y otra no tanto. Comiste hasta el hartazgo. Hiciste un desfile de moda por tu vecindario saliendo cada mes con un estilo completamente distinto, hasta que decidiste volver al “clásico yo” porque sí, ese es tu estilo y así te gustas. Y por último, vivir solo en el exterior es mirarte al espejo cada día y sentirte en dos lugares al mismo tiempo y tratar de no enloquecer y tirar todo por la borda. Es una experiencia que vale la pena y que, aunque no sea para siempre para algunos, va a permanecer así en la memoria.
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Ilustracion de Madariaga Fellini https://www.facebook.com/madariagadibujos?fref=ts
Works hard (for the Money) 8She Por Eva Lilith
Primero dijeron algo como que el trabajo dignifica. Después, dijeron que trabajemos de algo que amemos, y ya nunca tendremos que “trabajar”. Pero el sueldo no alcanza a fin de mes, el patrón o los clientes exigen imposibles, las jornadas se alargan fuera de casa o dentro de ella (tener mi celular le da permiso para llamarme un domingo a las 10 de la mañana?), y todo el combo suele incluir dos o más transportes para llegar a la oficina, tienda o matadero donde nos desempeñemos. Los derechos que el Estado de Bienestar había otorgado, fueron tirados por la borda. Flexibilización. El sistema entero se nos ríe sardónicamente en la cara, mientras nos sigue metiendo la misma zanahoria de la dignidad, el dinero, el amor, el entusiasmo, por detrás. Como si este panorama fuera poco, la post modernidad nos exige que nuestra realización personal sea mediada por la actividad que nos genera dinero. Ahí aparecen, sumadas, frustraciones varias que ni tendrían que pesarnos tanto. ¿Por qué a mi abuelo no le jodía ser gasista si su hobbie era dibujar? Sencillo: porque trabajaba tranquilo, no más de 8 hs. Al día y después de 20 años, 4 hijos y una esposa modista que laburaba
desde la casa para sumar un poco, no sólo se habían comprado el ph planta alta con la vieja, sino que habían construido departamentos en la costa para poder ir a rascarse relajadamente 3 meses al año, viviendo de esa renta y de los ahorros del resto de los meses. Mi abuelo tenía claro que trabajaba para vivir y no se le hubiera ocurrido vivir para trabajar. Su tiempo estuvo lleno de vínculos significativos, ocio disfrutado, duelos jodidos de pasar y le sobró para pensarse a sí mismo y poder morirse en paz. Pero hoy no. Hoy se nos exige cada vez más tiempo dentro del trabajo y menos vida fuera. Se pretende que dejemos que nuestra actividad laboral nos absorba por completo, y si esto no nos satisface, es nuestra culpa de no habernos desarrollado en otra área. Para todo lo demás, está el bar de la esquina. Dedicate a algo que ames… ¿Saben qué? Yo amo al sexo y si viviera de él, tendría que dedicarme a la prostitución, labor dedicada si las hay, demasiado riesgosa para mi gusto. Y por si fuera poco, con menos derechos laborales que cualquier otro oficio. ¿Conocen a alguien que tenga vocación de contador? ¿Qué adore ser basurero? Yo no, pero sí conozco gente que prefirió dejar de estudiar para enseñar porque como barrendero estaba ganando más de 2 veces el sueldo docente. Algunos futurólogos dicen que con el tiempo los empleos repetitivos, maquinarios, alienantes, irán desapareciendo, dejando al ser humano las tareas creativas y de programación. Pero, hasta que eso pase, voy a pedir encarecidamente que dejen de intentar lavarnos la cabeza con eso de pretender que amemos nuestros trabajos. Honestamente, tengo miedo que como sigan con esa tendencia, el próximo paso sea pretender que todos seamos voluntarios (en algunas profesiones ya pasa, por ejemplo: psicólogos sociales, politólogos, asistentes sociales, artistas varios), total, si la recompensa es el trabajo en sí mismo, y dándonos esa tarea están contribuyendo a nuestro desarrollo personal, ya está. Ya te dió dignidad, ya lo amás… ¿y de qué vivís? Del aire, mi cielo…
Bonsai
Por Luciano Alonso.
Norman McLaren, genio absoluto y teórico de la animación, sostenía que lo más importante de una película es lo que sucede entre un fotograma y otro. Esta frase, misteriosa y un tanto ambigüa, serviría para explicar y pensar tanto al cine de animación como también la música de Thelonious Monk, por decir algo. Cuando leía Bonsái, de Alejandro Zambra, no podía dejar de pensar en esa frase de McLaren. A veces lo más importante, en una obra de arte, no es lo que se ve, sino lo que se oculta. Lo que no llegamos a ver es lo que encierra la clave de lo que vemos. Hay una toma de decisión estética cada vez que un músico decide tocar una nota en lugar de otra. Cada vez que un director de cine decide su montaje final. Muchas veces el sentido de un relato está en lo que vemos, pero en otras ocasiones el sentido hay que buscarlo en lo que no vemos. Mi tesis es que Alejandro Zambra realiza esta operación formal en Bonsái. ¿Qué tanto podemos decir diciendo poco? ¿Es posible decir un montón de cosas con los mínimos elementos? A fin de cuentas, la Literatura es tanto el arte de lo que contamos, como de lo que callamos. ¿No es, acaso, cualquier expresión artística una búsqueda por decir otra cosa que lo que realmente puede expresar? ¿No radica en ello su “toque mágico”? La precisión es una virtud. Si uno sabe exactamente adonde quiere llegar, puede decir lo que quiere decir, haciendo economía de recursos. Incluso de maneras extravagantes. Se me ocurren varios ejemplos. Escuchen con atención la música de Thelonious Monk. Realmente a veces parece que hay notas que faltan y que, obviamente, lo hace a propósito. La melodía, para el oyente, adquiere una belleza peculiar susceptible de ser apreciada a la perfección, incluso a pesar de las supresiones o recortes. Pienso, también, en La Jetée, de Chris Marker. Toda una película realiza a partir de fotos
fijas. ¿Por qué sentimos que la historia tiene acción, a pesar de no ver más que fotografías congeladas? A veces no es necesario decirlo todo, sino escoger con sabiduría las palabras o escenas o notas exactas. Las que son realmente necesarias e imprescindibles para dar forma a algo nuevo y bello. Dar en la tecla, como quien dice. Bonsái no es una nouvelle o un cuento largo. Es una novela hecha y derecha, solo que es una novela en miniatura. Tal como los Bónsais, esos árboles en miniatura, la novela fue realizada a partir de una poda abstracta y peculiar, del lenguaje y de la forma. Acaso la pretensión por extraer, de alguna manera, la quintaesencia literaria. Lo que es imposible pero hermoso. Al final, es como si Bonsái hablara sobre mucho más de lo que habla. Luce como un intento por aproximarse a la descripción de lo imposible y se acerca bastante. Tanto que, por momentos, casi nos parece que lo inefable está frente a nuestros ojos. Es una novela de amor. Es una novela de humor negro. Es una historia triste, bella, desesperada. Sobre un amor posible e imposible. Sobre el esfuerzo vano que ponemos en nuestras ambiciones y deseos. Es una novela metafórica y alegórica y no es una novela ni metafórica ni alegórica en lo absoluto. Habla sobre todo y nada y, en el medio, se permite hacer bromas al respecto. Al final, uno puede pensar que es pesimista o nihilista o tal vez no. Muchos disfrutaron a rabiar con esta novela y Alejandro Zambra supo cosechar fans entre los lectores locales. Todavía quedan muchos que no lo han leído. A ellos, les cuento que sobre gustos no hay certezas. Pero de lo que sí pueden estar seguros, es de que la novela se lee malditamente rápido. Es hipnótica. Supe que existe su versión cinematográfica. Aún no la vi. No dudo que sea una gran película, pero el placer de la lectura del libro, por su intraducible disposición formal, es irreemplazable.
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El Viaje del Héroe de Luke Skywalker en Star Wars.
Parte 2 de 3: El Imperio Contraataca (The Empire Strikesback).
10 Tiempo después de la destrucción de la Death Star, Luke Skywalker se traslada junto al resto de la Rebelión al congelado planeta Hoth. Su entrenamiento para convertirse en jedi sigue su curso y nuevas dificultades aparecen en su camino. Repasamos las fases del viaje heroico que se presentan en el Episodio V. 1. Camino de adversidades: Luke está a la mitad de su camino de autodescubrimiento, cuando comienza un descenso interno donde busca conquistar el poder de las tinieblas. Dicha fase también la describe Dante en la Divina Comedia: “En mitad de nuestra vida, me desvié del camino recto y desperté en un oscuro bosque”. 2. La cacería: este concepto se repite varias veces dentro del Episodio V. Depredadores merodean, atrapan y logran tragar incluso a los héroes de la Rebelión. En estas pruebas sobresalen las virtudes de los héroes que de una u otra manera logran escaparse o dar con sus objetivos. En Star Wars los cazarrecompensas -como el enigmático Bobba Fett- se encargan de este papel. En estos
avatares el héroe entiende que debe seguir su proceso y busca dar el próximo paso. Luke entiende que debe ir al sistema Dagobah, a aprender de Yoda, el anciano maestro jedi que pone a prueba a Skywalker tanto de forma física como mental. 3. El bosque sagrado: Ya en Dagobah, Luke ingresa en un terreno vedado donde sufre una transformación, los continuos árboles del planeta dan a entender que se homologa a los bosques sagrados que existían en la Antigüedad, como lo salían tener los Druidas o aquellos iniciados dentro del culto de la diosa Deméter o Ártemis en Grecia. El bosque simboliza cambio y sabiduría, donde muchas veces hay hechiceros o sacerdotes que enseñan ese poder (Yoda). Paralelamente estos bosques pueden simbolizar el subconsciente, emociones ocultas o recuerdos
oscuros que esperan ser descubiertos. 4. En el vientre de la Ballena: el camino a través del umbral hacia una transformación espiritual e intelectual requiere una forma de “auto aniquilación”, una muerte simbólica, para renacer, la coraza del héroe debe ser agrietada para así obtener la esencia de quien es. Este
viaje heroico comprende una separación del mundo para que el héroe regrese a este de una manera distinta, más completa y consciente de sí mismo, como ocurre con Juan Salvador Gaviota después de ser desterrado por la bandada. Ello se observa en El Imperio Contraataca al Luke descender a la cueva del espejo en Dagobah, de donde el héroe busca renacer como
Jonás en la ballena más no lo logra. Skywalker aniquila al “monstruo” que aparece en la cueva (representado como Darth Vader), que no es mas que una parte de sí mismo, ya que al ser vencido se muestra el rostro de Luke detrás de la máscara oscura. El “monstruo” interno debe ser asimilado por el héroe ya que es parte de él, no debe ser eliminado sino aceptado. Este motivo también aparece en la Historia Interminable con el personaje de Atreyu en una las pruebas que debe enfrentar tras resolver el enigma de la Esfinge. Además Naruto se encuentra con su “otro yo” en la catarata mientras entrena con Killer Bee. 5. Sacrificio: Hacia la parte final del Imperio Contraataca sucede el primer enfrentamiento entre Darth Vader y Luke Skywalker, padre e hijo. Un ejemplo similar lo encontramos en la mitología griega al Cronos devorar a sus propios
hijos en busca de Zeus que finalmente cortó los testículos de su padre y tomó su lugar en el Olimpo. Pese a ello en esta ocasión Luke se cree más fuerte que su rival y subestima a su padre que lo mutila hacia el final de la pelea, otro suceso que aparece en la mitología: el héroe o dios mutilado. Orfeo fue desmembrado por las Bacantes como Dioniso por los Titanes o el propio Jesús al ser crucificado. Allí mismo, Vader aparte de revelar que es el padre de Luke, tienta a su hijo con el poder del universo, cual el Diablo con Cristo en el desierto. Luego de la batalla Luke se tira al abismo, señal inequívoca de que el héroe ha dejado la inocencia, ha “muerto” para renacer en el tercer acto… El Regreso del Jedi, donde ocurre la transformación de Vader y la reconciliación de padre e hijo.
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John Carpenter, políticamente insurrecto.
por Nuria Silva.
1. Un obrero ilegal descubre dentro de una iglesia tercermundista varias cajas con unos anteojos de sol que, a lo largo de la película, le permitirán diferenciar a los ciudadanos comunes de un grupo de extraterrestres que dominan la tierra. La subjetiva del protagonista, un prototípico héroe de western, va de los colores estridentes de los ochenta a un blanco y negro que remite a la ciencia ficción de los ’50. Para hablar de la invasión del capitalismo, los alienígenas de They Live resultan ser nada más ni nada menos que empresarios o ejecutivos neoliberales, y de esta manera trastoca la lógica clásica del género: la amenaza externa pasa a ser interna. La pesadilla del buen ciudadano “americano” a un ataque soviético como se representaba en las sci-fi de los ’50, es ahora el malestar de una clase empobrecida ante un capitalismo voraz que avanza con topadoras, cachiporras y balaceras. Si bien They Live es la obra más directamente política de John Carpenter, es también aquella que representa el discurso implícito de toda o gran parte de su filmografía. Carpenter obliga a partir la mirada frente al género para descubrir un discurso políticamente insurrecto. 2. Los monstruos de Carpenter, aunque no tengan orígenes humanos, suelen encontrarse ya instalados en nuestro hábitat y tienen la capacidad de moverse entre nosotros sin ser percibidos fácilmente. El poder irreconocible, fluctuante y metafísico del mal en su cine convierte al héroe en el síntoma estéril, disconforme y a veces suicida de los desposeídos sociales. Surgen de las sombras y se reproducen de forma incomprensible los subversivos que rodean la comisaría de Asalto al precinto 13 y de la misma manera cercan una vieja iglesia los linyeras liderados por Alice Cooper en El príncipe de las tinieblas. El terror será producto de un poder superior representado, generalmente, por las instituciones dominantes mientras que por debajo de ellas se libra una guerra de ‘hermanos contra hermanos’. Comunidades enteras se enfrentarán bajo la prestidigitación de quienes, de alguna manera, se
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verán beneficiados con el correr de la sangre. El bien contra el mal será el leitmotiv primordial de la obra de Carpenter, pero sin la dialéctica habitual clásica. La ambigüedad moral de sus protagonistas enriquece la identificación con el público que podrá ver reflejadas en ellos sus imperfecciones más humanas, sus dudas y contradicciones. Es esto mismo, más todo lo que podamos mencionar de su cine en un aspecto formal y retórico, lo que ha convertido a Carpenter en un director de culto y en un paria de la industria. 3. Su universo es apocalíptico y desesperante porque no nos deja más certezas que la del surgimiento irreversible del fin (sea de la índole que sea: la pérdida de la fe en El príncipe de las tinieblas, de la inocencia enChristine, de la cordura en En la boca del miedo, etc.), que a lo sumo podrá ser resistido pero jamás vencido. No habrá lugar ni tiempo ni espacio para la América soñadora e idealista. Carpenter da vuelta el cartón pintado delamerican way of life y capta con total rusticidad el reverso de ese ideal. No será parte del paisaje de Los Ángeles en They Live el emblemático cartel de Hollywood, sino más bien un asentamiento compuesto por toda clase de individuos. El capitalismo salvaje no discrimina y a Carpenter no le tiembla la mano para enseñarnos su desencanto hacia la cultura invasiva y colonialista a la que pertenece, base de una sociedad que se mueve entre una ilesa ignorancia, absorbida por el consumo y la publicidad, y un perseguido librepensamiento. De estas masas alienadas surgirá un anti-héroe solitario y torturado que, aún encontrando otros pares, no detendrá su camino individualista. Reduciendo los espacios expande los límites del relato y en la oscuridad echa luz sobre cuestiones que permanecen vigentes, deduciéndose de esta manera el triunfo de un sistema dominante que trasciende la pantalla. Carpenter no circunscribe el discurso a un marco exclusivamente político, sino que lo expande hacia otros aspectos, psicológicos y sexuales. La violencia que surge de Arnie (Keith Gordon) en Christine, por ejemplo, no es producto directo del maléfico automóvil, más bien Christine será el vehículo (literal y metafórico) por el que Arnie liberará las represiones generadas por una sociedad patriarcal, que establece prototipos ideales de belleza y masculinidad, y una madre castradora a la que une mediante el color con el auto, y cuyas cejas parecieran ser una extensión del logo/ceño fruncido de Christine.
GARFIELD Y SUS AMIGOS
A propósito de El sorprendente hombre araña 2
Por Axel Aldemar Fritzler La principal advertencia que uno debe hacerle a quien no haya visto aun “El Increíble Hombre Araña 2” es su duración: 142 minutos (poco más de 2 horas 20), mas que cualquier otra película del héroe de las telarañas. También, que pueden quedarse un ratito después de los títulos y disfrutar un fragmento sorpresa made in Marvel. Y que no se asusten aquellos que, si bien prefieren las de Sam Raimi, detestan “El Hombre Araña 3” con su similar quilombo de 3 villanos y situaciones ridículas. La campaña de marketing de esta nueva entrega dirigida por Marc Webb, duró varios meses con notas, apariciones de los protagonistas donde fuera y decenas de avances en todos los idiomas posibles, jugando un poco en contra hacia el halo de misterio que debería mantenerse respecto a cada película, incluyendo demasiados detalles y hasta bordeando el spoiler con una captura de Gwen Stacy o el poster con los ya mencionados 3 villanos. Si, en esta secuela de “El Increíble Hombre Araña” (2012) Peter Parker logra descubrir más detalles de su origen, desenredar la trama que se oculta detrás de Oscorp, la compañía donde trabajaba su difunto padre y en dicho camino, enamorarse, frustrarse, hacer chistes, ser popular, ser cuestionado, pelearse con su Tia May, amigarse con su Tia May, volver a enamorarse, volver a frustrarse y si, terminar peleando contra 3 villanos. ¿Demasiado? Puede ser. Sobre todo si tenemos en cuenta que Electro (el ganador del Oscar Jamie Foxx) es demasiado caricaturesco sin sus eléctricos poderes (lindando lo irreal), tarda demasiado en obtener dichos eléctricos poderes, decidir que debe matar a Spiderman, enfrentarse y a decir verdad, estéticamente luce como un Pitufo Fortachón alto y poco temible. Luego esta Harry Osborn (Dane DeHaan), amigo de Peter y CEO heredero de Oscorp, quien también hereda la enfermedad que mata a su padre (Chris Cooper) y cree que solo la sangre de Spiderman lo puede curar. Porque si, nadie probo eso en humanos aun, pero le pintó. Evidentemente, a DeHaan aún le cuesta ponerse
en la piel de un chico estándar estadounidense y su fuerte es hacer de uno con problemitas, como lo demostró muy bien en “Poder Sin Límites” o “The Place Beyond The Pines”. Es cuando finalmente enloquece de ira que lo vemos cómodo en el personaje y a su Duende Verde le tememos un poco más que al encarnado por James Franco en 2007. Porque si bien sus villanos son algo anodinos y no son un el Dr. Octopus de Alfred Molina, las fallas actorales o estéticas que puedan tener no nos importan tanto. Es Andrew Garfield quien logra que la película no decaiga en ningún momento, con una interpretación solida del personaje que según confesó hasta el hartazgo, ama desde pequeño. Su Peter Parker esta vez es muchísimo más carismático que en la primera entrega donde oscilaba un poco entre lo insoportable y lo inverosímil. Ahora le creemos que sufre de amor, que su misión como Spiderman no es ser popular sino adoptar la gran responsabilidad que conlleva su gran poder, o como sea que lo parafraseó el Tio Ben de Martin Sheen hace dos años. Hasta le creemos a él y a Gwen Stacy (una genial Emma
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Stone) que se gradúan de la secundaria, cuando ambos actores ya acarician los 30. Nos preocupa que les peguen, que se caigan, que las cositas de tirar telarañas se hayan roto, que Gwen Stacy apruebe ese examen en la facultad, que se despeinen. Es el mundo de Peter Parker el que nos interesa, lo queremos ver feliz con Gwen, que desaparezca el fantasma molesto del suegro, nos reímos con los dos. Los villanos nos distraen, queremos más Peter y Gwen. Sin ambos, escenas trilladas o cursis como
un I LOVE YOU escrito en telarañas sobre un puente, esconderse de los malos en un armario de limpieza o darse besos mientras comen helado serian el foco del hastío universal. Pero con ellos sabemos que un comentario sarcástico, un guiño irónico o simplemente la manera de decir sus diálogos bastaran para ofrecer algo distinto, creíble y claramente influenciado por las manos del director Marc Webb. No rebalsa la dulzura o la inocencia de Tobey Maguire y Kristen Dunst; está la relación moderna, ocurrente y entretenida de “500 Dias con Ella”. ¿El hecho que los protagonistas sean pareja en la vida real ayuda a esta química? Puede ser, pero sabemos que esta no es una regla inquebrantable: Robert Pattinson y Kristen Stewart eran pareja y en toda la saga Crepúsculo no brotó una mísera chispa en pantalla.
que están transcurriendo en Ucrania no es una coincidencia. El realizador recorre el país africano en una pequeña avioneta. Nos invita a observar a Sudan como si fuera otro planeta, a asumir una mirada extrañada. Hay una influencia de Lecciones de oscuridad de Herzog (aunque el discurso de Sauper es más político que bíblico como el del aléman) y de aquella idea herzoviana de que no es nada fácil encontrar
Con efectos especiales nada deslumbrantes o novedosos pero si muy efectivos, “El Increíble Hombre Araña 2: La venganza de Electro” es una película muy entretenida, con momentos muy buenos y digna de una tercera parte que vamos a tener que ver si o sí. Porque si con un gran poder viene una gran responsabilidad, con una gran franquicia se vienen las grandes ganancias.
imágenes que no hayan sido filmadas antes. Sin embargo, We Come… muestra un conflicto político no muy extraño, ni difícil de entender y que se ha reiterado a lo largo de los últimos 100 años. El extrañamiento puede sonar un poco forzado aquí para sobrecargar la elaboración estética. We Come… es un film muy recomendable por su información de primera mano y escenas terribles e inolvidables. Llevó seis años de realización y ganó un premio especial del jurado del Festival de Sundance.
We Come as Friends (Francia – Austria, 2014) Por Hubert Sauper
Dos películas argentinas que se exhibieron en el último BAFICI Por Nicolás Esteban Rijman
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Por Nicolás Esteban Rijman
Una recomendación del BAFICI 2014 El director de la nominada al Oscar Darwin’s Nightmare se focaliza en Sudan y en el proceso y las postrimerías de la creación de Sudan del Sur, “el país más joven del mundo”. El realizador muestra como las fronteras de esta nación (al igual que casi todas las de África) fueron formadas por las potencias extranjeras. La colonización continúa en el nuevo siglo y Sauper pone en escena sus diferentes facetas (religiosa, militar, política, económica). En We Come… vemos a Sudan (país musulmán y aliado a China) enfrentándose a Sudan del Sur (influenciado por Estados Unidos y sectas evangelistas) y cómo el tironeo entre las potencias motivado por petróleo y minerales lleva a la guerra y la partición. Cualquier similitud con los hechos
Los trabajos y los días (opacos) Un material presenta opacidad cuando no deja pasar luz en proporción apreciable. Wikipedia Ganadora del premio especial del Jurado de la Competencia Internacional del XVI BAFICI, Mauro (dirigida por Hernán Rosselli, Argentina, 2014) cuenta la historia de un falsificador y “pasador” de billetes falsos. El realizador intercala narraciones en primera persona de la infancia de Mauro (filmadas en Super 8) con escenas de su vida cotidiana en el Conurbano de hoy, una vida cotidiana sin muchos sobresaltos, a diferencia de lo que su “profesión” o “arte” puede hacer prever. Mauro es un adicto en recuperación, ve
a su madre de vez en cuando, trabaja junto a Luis y Marcela en la fabricación de billetes y sale con Paula, quien quiere un compromiso mayor. Como dice Javier Porta Fouz en el catalogo del Festival, “Rosselli se anima a dotar al trajinado realismo del cine argentino de variaciones, intimidad creíble, diálogos sin pose ni artificio, música y diversos recursos formales que se integran en una narrativa que fluye sin ripio alguno”. El realizador crea momentos de mucha intimidad (como la relación entre Mauro, Luis y Marcela, una amistad que parece irrompible). También hay una recreación de la atmosfera del conurbano bonaerense, similar a la del Trapero de Mundo grúa, con sus electrodomésticos, herramientas y maquinas obsoletas que se resisten a morir y, en el caso de Mauro, son recicladas para la economía ilegal. El protagonista, al igual que estos aparatos, pareció conocer en algún momento una vida mejor. En una entrevista con Pagina/12, Rosellí definió al personaje principal como “un poco opaco”: la idea era que las motivaciones del personaje fueran ambiguas, que tuviera una cierta psicología porque al estar muy cerca del personaje “aparece todo el tiempo la psicología, pero no aparece determinado por esa psicología; no hay una relación causal entre lo que pasa y lo que el personaje vivió, pero está siempre presente. Y es alguien que tiene problemas para relacionarse con los demás”. El problema principal de Mauro tal vez se halle aquí: al querer evitar los tradicionales golpes bajos (o psicologismo burdos) del cine argentino, se recurre a una historia minima con sentimientos mínimos. Mauro es falsificador de billetes y “pasador”, pero, por lo que vemos, también podría ser portero o albañil. Se supone que, en una sociedad donde las relaciones entre las personas están generalmente mediadas a través del dinero, un falsificador de dinero desarrollaría cierta desconfianza general en su relación con los demás, pero no es el caso de Mauro, a quien una paliza o un viaje en colectivo le generan casi lo mismo. El protagonista está ganado por un desgano permanente. Si en Mauro el trabajo no condiciona la consciencia de su protagonista, es exactamente al revés es el caso de Réimon (dirigida por Rodrigo Moreno, Argentina, 2014). Ramona trabaja de empleada
domestica para unos jóvenes estudiantes porteños. Ramona (‘Réimon’ la rebautizan sus empleadores) vive en la zona sur del Gran Buenos Aires, muy lejos de la capital. Todos los días sale de su casa en una villa cuando no sale el sol y vuelve también de noche. En este triste y agotador pasaje de los días transcurre la vida de Ramona, una vida que es acompañada con las frases de El Capital de Marx que estudian los jóvenes a los que sirve. Los estudiantes (que guardan algo similar a los militantes maoístas de La chinoise de Godard) citan pasajes en los que Marx hace referencia a la explotación del obrero y, sobre todo, al embrutecimiento que conllevan las horas en que trabaja (de las que se le paga una parte) y las horas en que viaja al trabajo (que no son retribuidas). Este tiempo (perdido, ajeno, alienado) es quitado al propio desarrollo personal. Ramona se encuentra agotada, casi muerta espiritualmente por este tiempo robado. En su casa, juega con el perro, escucha música (le gusta la clásica, en especial, la de Debussy, llamado “músico del sueño”) o está con su familia a la que apenas responde. Curiosamente, tanto Ramona como Mauro (una por el aplastamiento de la vida laboral, otro por falta absoluta de condicionantes) carecen prácticamente de psicología. Ramona no dice mucho más de 10 palabras en toda la película y su único deseo parece ser dormir. La película de Moreno comienza con unas placas donde se detalla el dinero con que se produjo (no recibió subsidio del Incaa ) y los gastos y las horas que insumió. De estos datos se pueden inferir algunas cosas en relación al cine independiente, como el grado de auto explotación que conlleva y que no deja “ganancias” a los realizadores, es decir, en términos capitalistas no es “redituable”. Una cara interesante de las condiciones de producción del Nuevo Cine Argentino, a casi veinte años de su surgimiento.
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El trabajo y el cine en el Bafici 2014.
Por Juan Pablo Franky
El trabajo en este pedazo de tierra capitalista se asocia a monedas y billetes. En una sociedad movilizada por el signo pesos trabajar es recibir una remuneración monetaria para vivir o, en la mayoría de los casos, sobrevivir. Trabajo = Dinero. El trabajo no se ve como lo que es: realizar un esfuerzo físico o intelectual para alcanzar una meta que no se encuentra obligatoriamente en el ámbito de lo económico. Realizar tareas tan simples como arreglar el jardín, escribirle una carta a un amigo o enseñarle a un niño a pescar, son trabajos que no percibimos como tales porque no tienen un fin lucrativo. De hecho la gente ve en el trabajo el castigo que debe pagar, para poder acceder al dinero que los acercará a la vida que quieren vivir. Por eso el trabajo en el cine es el tema cuando es un problema de gente sin dinero. Aparece en pantalla cuando no sólo mueve los cimientos de un ser, sino que los derrumba. Nunca vemos personajes adinerados trabajando o luchando por conseguir unos pesos para vivir. Sus problemas pasan por otro costado: la depresión, la mala elección al invertir el dinero que ya posen, conflictos familiares que sobrepasan lo económico porque ese problema ya está resuelto. Pero el trabajo es sudor y sacrificio para los que tienen poco o nada. Muchas películas se enfocan en la lucha de los pobres por conseguir su sustento mostrando desdichas y sufrimientos sin fin, mientras otras son consientes de que el trabajo es un problema del diario vivir en donde todo está conectado y el ser humano se muestra en una dimensión compleja.
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Dos películas presentadas en el BAFICI de este año, una de Singapur y otra de Argentina, se centran en la vida de migrantes y su relación con otra cultura, y colocan al trabajo como elemento vital a la hora de andar por los diferentes caminos recorridos por cada personaje. Construyen una trama humana exuberante y multiforme sin hacer del trabajo el tema central, aunque saben que es un tema ineludible al presentar el estado de las cosas para esa gran mayoría, que no posee esa gran riqueza que atesoran pocos. Ilo ilo de Anthony Chen cuenta la historia de una filipina que deja su país para trabajar como empleada de servicio en la casa de una familia en Singapur. Su presencia hace visible los problemas familiares y la crisis económica. El trabajo resulta fundamental en el devenir de los personajes. Tanto la pareja que contrata a la empleada de servicio como ella, tienen problemas personales que surgen del trabajo. El padre pierde su trabajo y no es capaz de contarle a su mujer, la madre desatiende a su hijo por la necesidad de trabajar para sortear la vida que llevan y la empleada de servicio deja a su hija recién nacida en su país natal. Los infortunios que genera el trabajo están latentes, pero hacen parte de un todo que la película logra dibujar con precisión sin hacer de la vida de los personajes un insufrible martirio. Las relaciones familiares, la discriminación social, las diferencias culturales, las grandes alegrías y los pequeños percances; al igual que los problemas laborales, girarán entorno a la relación que crea el niño de la casa con Teresa, esta “intrusa” que llega a la casa a trabajar. El personaje de Teresa parece ser la perfecta excusa para poner en escena los dramas familiares en su diversidad, sin necesidad de hacer
de la historia un drama de sufrimiento for export. La salada de Juan Martín Hsu también coloca en pantalla el tema del trabajo, pero al igual que Ilo ilo, es un tema que no se puede eludir debido a la vida de los personajes. Tampoco es el centro sobre el que orbita la historia. Las dos películas comparten el tema del extranjero que debe buscar la manera para sobrevivir. En La salada todos los personajes se mueven dentro de la problemática laboral, pues todos son migrantes buscando acomodarse en una sociedad que no les pertenece. Pero más allá del trabajo está la dificultad de encajar en un mundo que no es propio. Uno de los protagonistas le dirá a su sobrino que Argentina es como las mujeres, no hay que intentar entenderlas, sólo quererlas. Esta frase funciona como síntesis del migrante que lucha por acomodarse, puede luchar con las diferencias o acomodarse a ese nuevo entorno que no comprende pero del cual ahora hace parte. Los caminos no son varios, simplemente se bifurcan: te acomodas o te devuelves. Mientras en Ilo ilo solamente hay un migrante, en la salada hay tres núcleos que deben acomodarse. Un taiwanes que vende DVDs piratas, un boliviano y su sobrino y un coreano y su hija. Todos se encuentran en la Salada. Lugar que le da el nombre a la película
pero que casi no aparece. El espacio que comparten resulta ser un lugar del que participan y los marca pero no los define. Los personajes deben trabajar para sobrevivir en Argentina, pero el director prefiere enfocar su película en lo que tienen de particular y no en aquello que comparten: el lugar de trabajo. Realiza una obra no sobre el suplicio que es es conseguir laburo en otro país y las pormenores que acarrea, sino que prefiere pintar un paisaje humano en donde las situaciones no son ni solemnes ni lamentables, sencillamente son. Las dos películas presentan un mundo donde el trabajo es un problema, pero sin hacer de este una bomba dramática para venderle al espectador buscando que se conmueva con el sufrimiento ajeno. El espectador no sale de la sala de cine sintiendo congoja y dolor por aquellos que sufren para luego ir a su casa y comer una cena opulenta acompañada de un vino olvidando todo lo que acaban de ver. Aquel que ve estas películas se enfrenta a la vida en su complejidad, representada en las relaciones humanas y el diario vivir, sabiendo que el trabajo es un problema grande, pero del cual se desprenden una cantidad de situaciones que lo sobrepasan.
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¿Como podemos no escuchar el deseo? Por que lo castrado siempre es El Deseo: Por eso aquí los Pases libres para seguirlos¡¡ Y en cuanto a los dibujos son mi deseo de Dibujar Veroka
La fruta Prohibida
Exposición concepto que fue mutando en el veranos del 2013 – 2014 Por ahora se presento por primera vez en el Centro Cultural Tierra Violeta Diciembre 2013 CONCEPTO: LA FRUTA PROHIBIDA ES EN PARTE el resultado de un pasaje por Alemania.
18En nuestro 3er mundo ya sea por religión miedo
o ignorancia yace un misterio oscuro debajo de nuestra ropa que deja al descubierto un sistema de creencias construido desde la perversión y el abuso, nos deja bloqueados al disfrute de nuestros cuerpos, a las caricias con cuidado, con respeto y por que si, el compartir la vida, el compartir los cuerpos, sin abuso. Ni siquiera podemos imaginar la desnudez transitada con respeto, con cariño, con cuidado. Cito lo de la desnudez por que en Alemania es normal compartir la desnudez en un río, en un lago, en una pileta, con varias personas en familia, con amigxs, con extraños y con respeto, sin que esto altere el sistema nervioso. Lo que si es inimaginable en este primer mundo es el azar, que el caos universal fluya, que la vida atraviese lo planeado, hay un orden establecido irrompible a base de leyes, mandatos, ordenamientos y multas. Mi sentir en particular es que la vida no fluía sino que cada camino esta cuidadosamente guionado. Sentí un adiestramiento que imposibilita escuchar el deseo. La vida habita el cuerpo, nuestra casa en movimiento, la vida en nosotrxs es un cuerpo que siente, desea ,busca, se mueve , la vida danza habita transforma camina vuela corre vibra grita descansa, fluye y palpita sin parar lava de vida corre por nuestro cuerpo y habita el planeta.
Para la presentación en bs as y lograr que lxs invitadxs se lleven el concepto puesto Invite a Susana Inés García- Psicóloga Gestáltica – Quien guio a lxs invitados en unos ejercicios experiencias de conexión y comunicación. Prisca – Alimentos Sanos – Que participaron en preparar un excelente menú de Manzanas acaneladas que se disfrutaron post ejercicio, para que el recibimiento después del viaje experimental de Susy sea noble y rico. Así en buenos aires y en el seno de Las Tierras Violetas nace “La Fruta Prohibida” Para presentar “La Fruta Prohibida” en Comodoro Rivadavia Di un giro en el material expositivo teniendo en cuenta que alguna vez describí a Comodoro como: “La Capital del modelo extractivo” La ciudad de los casinos, la ciudad de la explotación de los recursos naturales y de las mujeres, de las chicas dominicanas como mercancía, de la merca, la ciudad de la escuela de los plasmas, del vales lo que tenes. La ciudad del petróleo y el dinero como rampa a los sueños, sueños de plasma, de cuatris, de marcas de merca, de putas. Etc. etc. etc. Por lo cual invite a participar de la muestra a Mónica Bonavia – Fotografa. Con su trabajo post porno. Andrea Digorado y Natalia Pedraza - Actrices locales para que realicen performances en vivo. La Murga Batucada Comodorense Organización Murguera del barrio Ceferino de Comodoro que propone una vida diferente creando nuevos lazos en el barrio y entre las generaciones. La creación de otra forma de llevar la vida en la capital del modelo extractivo. La muestra se inauguro con una convocatoria numerosa , aunque al final y al principio intentaron censurar , aquí comparto lo que compartí en el momento de la censura : Mi Descarga: Cuando decidimos llevar “La fruta Prohibida”
La muestra es aceptada por el director de cultura Daniel Vlemich. Primeramente iba a realizarse en El Ceptur . Luego por la propuesta curatorial de la muestra decidimos pasarla A La Sala de Arte del Museo Ferro portuario de Comodoro Rivadavia cuyo director general es Patricio Pozos. El día de la inauguración recibo la notificación de que debía retirar la foto puesta en la primera sala, que representa una mujer desnuda de espaldas con el escrito de Venganza en su columna. Les pregunto ¿por que? y ¿quien lo dice? La respuesta es que pasan niños por la sala. y quien lo dice como siempre es un mas arriba inexistente . .. la respuesta es .. (Los otros se quejan). Le digo que ese día no la vamos a retirar por que es el día de la inauguración y el discurso de la muestra es así. En la inauguración ante el público presente comento la situación de la foto. Explicando que no es para activar pelea, sino que es para que pensemos en colectivo que les transmitimos a los niños. Por que un niño de 5 años no va solo a un museo generalmente van acompañados de adultos que pueden explicar que están viendo. y en las fotos nada de lo que se ve es malo ante los ojos de un niño .Y en definitiva la sala es para expresiones artísticas (reveamos conceptos entonces) Visibilizar la problemática hizo que se resuelva y la foto queda sin problema alguno . Cintia Francisco va ayer a ver la muestra y se encuentra con esta situación, la foto esta tapada por el panel donde están los Free Pass. La gente que trabaja en el museo me cuenta que son de las colonias de vacaciones de verano que piden que la tapen por los niños. Una vez mas e incansablemente me vuelvo a preguntar “ ¿No podemos tomar conciencia que los niños van a ver los adultos les expliquen?” “ No podemos tomarnos el tiempo de explicar que esto es una expresión artística , que es un mensaje femenino , que es importante saber que la desnudez no es pornografía con la cantidad de prostitución que hay en comodoro ?¿ Como educamos a los niños con el cuerpo ?¿ por que no hay transmisión de amor por los cuerpos y en vez de ocultar ¿ por que no les explicamos que el cuerpo puede representar artisticamente , que
el cuerpo es para defenderse, para sentir , para acariciar y ser acariciado , querido y cuidado . Que eso no esta mal ¿Por que no les explicamos a los niños sobre la soberanía de nuestros cuerpos en vez de tapar una foto’? y mi ultima pregunta ¡¿ hasta cuando Comodoro vamos a seguir alimentando esta hipocresía? Veroka Velasquez Comparto la experiencia por que como siempre , en este siglo que transitamos es importante para que nos sirve nuestro arte . A mi me gusta y le encuentro funcionalidad si nos sirve a pensar la vida de otra forma. Veroka http://verokavelasquez.blogspot.com.ar/
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http://www.richardmosse.com/
22 Es un monstruo grande y pisa fuerte
Esta review no contiene spoilers ni colorantes artificiales. Nos hace emocionar, nos hace reír, nos hace llorar y es un lagarto atómico de ochenta metros: Godzilla es, sin duda, uno de los personajes más engañosamente complejos del mundo del cine. No basta con pegarle chapas en la espalda a un tiranosaurio y soltarlo en medio de la ciudad, como aprendería Roland Emmerich al ver en 1998 (y en todos los años que le siguieron, nunca está de más decir “que verga es la Godzilla del 98” antes de irse a dormir o de comer) el fracaso de su versión del clásico japonés. Este año tenemos otro intento norteamericano de recrear el mundo de Godzilla y acercarlo al público occidental. Recordando a Jean Reno y al Inspector Gadget con dolor nos aproximamos a esta nueva versión con cautela, temerosos, sabiendo que hemos
amado en el pasado y nos han roto el corazón. Pero nuestro amor por el rey de los monstruos puede más y queremos ver en que anda. ¿Y que pasa? ¿Somos correspondidos? ¿Está buena? Si, está muy, muy buena. “Godzilla” (porque se llama así nomás y aplaudo que no le hayan puesto algún subtitulo boludo. Me vienen a la mente “Godzilla Begins” o “The Amazing Godzilla”) es una “monster movie” con todas las letras que presenta todos los aspectos clásicos del género junto a la tecnología disponible hoy en día que, mientras esté bien aplicada (a vos te miro Michael Bay), le viene como anillo al dedo a este tipo de películas. Bajo la dirección de Gareth Edwards, este filme es uno de los más anticipados de los últimos tiempos. Con anticipado me refiero a “hypeado”, nos vienen histeriqueando hace rato ya con posters, imágenes y trailers de dos minutos en los que se ve poco más que la puntita de la cola de Godzilla. Tanto hype nunca le viene bien a
ningún producto, pero en este caso recibimos lo que nos prometieron: una película que respeta a Godzilla como fenómeno cinematográfico. Se nota mucho el cariño que el director y los productores le tienen al bicho. Tanto es el cariño que le tienen que parece que no lo quieren largar, considerando todo lo que tarda Godzilla en aparecer en la película. Hay que entender que esta “demora” en hacer aparecer al monstruo principal es una característica fundamental de las pelis de este tipo y es necesario para que cuando finalmente aparezca te hagas pis encima de la emoción. Es un recurso que no funciona bien con el público de hoy en día y estoy seguro de que a más de uno le va a embolar esperar tanto para verlo, pero cuando se lo ve, se lo ve, y se lo ve muy bien. Godzilla camina, nada, pelea, corre, ruge y hace gala de su “nuevo” cuerpo, enorme y detalladísimo. La decisión de tardar en mostrarlo es acertada, mentiría si dijese que no me hubiese gustado que aparezca más tiempo, pero aplaudo la decisión de no tirarlo en pantalla a los diez minutos del filme. Bueh, hay que hablar de los humanos. Primero, lo que mucha gente esperaba, la aparición del pelado cocinero de merca preferido del mundo, Bryan Cranston. Cranston es un actorazo que siempre actúa con mucha… como se dice? Se dice PASIÓN! Los desafío a no emocionarse con su excelente performance. Después tenemos al senpai de Tom Cruise, Ken Watanabe, otro tipo que no necesita mucha presentación. Su personaje es un científico con una evidente admiración por Godzilla y puede verse a través de su actuación el verdadero aprecio y respeto que Watanabe mismo tiene por la criatura. Por ultimo tenemos a Aaron Taylor-Johnson, más conocido como Kick-Ass, que, como su prontuario indica, está para pegarle una patada en el orto. Okay, no tanto, pero su actuación está muy por debajo de las de los otros actores y no transmite ninguna emoción. Una pena porque encarna un personaje bastante importante: el encargado de hacerle la segunda a Godzilla. El apartado musical es impecable e incluye melodías que recuerdan fuertemente a las viejas
apariciones del monstruo y evitan la tentación de “modernizar” la peli con generos musicales que nada tienen que ver con ella. La película está cargada de referencias y guiños a otras del género (el género es “Godzilla”) para que los fanáticos se aten la servilleta al cuello y las devoren con una sonrisa. Sin embargo, gracias a la tecnología y los recursos visuales empleados, la peli la puede disfrutar cualquiera, no es necesario ser devoto de la iglesia de Gojira. Hablando de esa iglesia, la película introduce algunos ajustes a la historia de Godzilla que esper-eu, che! No se vayan! Vuelvan, loco. Que frikis de mierda, vuelvan. No son malos los cambios, hijos de puta, vuelvan, siéntense. Ahí tá. Como decía, son ajustes coherentes, interesantes y que espero sean bien recibidos. El aspecto más interesante, en mi opinión, de la naturaleza de Godzilla está extensamente tratado: viene a romper todo y a matarnos o a salvarnos de alguna otra amenaza? Por qué los ponjas lo aman y los yanquis lo odian? La respuesta a todas estas preguntas y más, en esta película.
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Ya sea una remake, un homenaje, un reboot, un lo que sea, no se puede negar que esta película ES Godzilla. Es lo que queremos ver cuando vamos a ver a Godzilla. Fue un placer volver a encontrarme con ese amigo escamoso que parecía preferir la compañía de los niños orientales. Es bueno saber que no se olvidó de nosotros y que, de tanto en tanto, pase a saludarnos. Y a sacarnos las papas del fuego.
El extraño del Plaza Mitre
. Por Sergio Andres Rondan
Ilustración de Federico Rojas Cuando éramos chicos íbamos siempre al Plaza Mitre. Era uno de esos lugares extraños, mágicos y míticos que solo el interior profundo de la provincia de Buenos Aires puede dar: era algo difícil de explicar para alguien que no sea de Campana, que no esté acostumbrado a la genética de la ciudad ni a la historia vertida en vasos de plásticos que se lavan para volverse a usar. Digamos que era uno de esos viejos clubes sociales que supieron surgir en los mejores años del peronismo: el pequeño club donde muchos abuelos de la ciudad se juntaban a jugar al truco y tomar amargo obrero terminó comprando toda la esquina y construyeron un enorme galpón -el techo de chapa aparecía a veinte metros por sobre el suelo. Los socios fueron llenando el club y apareció la cancha de bochas, los viejos metegoles y las primeras manchas de humedad; surgió también una bellísima vitrina de fina madera que poco a poco se fue llenando de brillantes trofeos de los campeonatos de bocha. Pero, en fin, no intentó dar una clase de historia sobre el Plaza Mitre: lejos estoy de saber todos los detalles de su creación. Estoy más cerca de contar la debacle del mítico club que sus orígenes -incluso ahora, luego de los extraños sucesos, no sé a ciencia cierta si todo esto que sucedió no altera mi percepción sobre el fin de ese peculiar lugar. Éramos jóvenes y hubo un tiempo en que no hacíamos más que ir al Plaza Mitre a cualquier hora a tomar cerveza, jugar al truco y ocupar el pool. En ese entonces, el club estaba dividido en dos
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parte: la parte propiamente dicha del bar, donde estaba la barra, las dos mesas de pools, algunas mesas, el televisor que siempre pasaba boxeo -si, a cualquier hora que uno iba, mostraban peleasla vitrina con los trofeos de bocha -era copas de plástico o bronce, que mostraban a hombres en posición de saque de arco, por lo que para nosotros eran simplemente los trofeos de saque de arco-; y, por otro lado, cruzando el bar, estaba el galpón con la antigua cancha de bocha. Era un galpón muy grande y prácticamente vacío: los que manejaban el bar improvisaron unas mesas con puertas rotas y tablones podridos. En las mejores épocas del bar, ambos sectores estaban repletos y no había ni un puto asiento. Pero la cerveza nunca, nunca faltaba y en casi todas las oportunidades estaba fría. Digo esto porque nosotros siempre fuimos muy simples; y en nuestra simplicidad una cosa primordial es la cerveza. Y tiene que estar helada, tan helada como la primera de la noche -o de la mañana, quién sabe. Pero, como les decía, íbamos todo el tiempo, a toda hora, cualquier día de la semana: era una cuestión generacional, mis hermanos habían ido, mi viejo también, mi hermano menor empezaba a ir. Los que manejaban el bar -el lugar en si seguía siendo un club, pero la ‘comisión directiva’ vendía la concesión para que se use como bar- nos conocían: éramos muy habitúes del lugar y no éramos los únicos. Éramos muchos, una pequeña porción de la noche campanera que se instalaba desde las 9 de la noche hasta las 7 de la mañana. Y nos conocíamos todos. Pero, pese a eso, siempre había personajes extraños, nómades de otras épocas -de otras regiones, otros tiemposque entraban y se sentaba en los bancos de la barra: no hablaban con nadie, no molestaban a nadie. Por lo general, eran embarcados del puerto que tenían unas horas -o con suerte uno o dos díasen tierra y las invertían en lugares así. O venían, tomaban algo e intentaban -a veces en español, a veces en un tosco inglés- preguntarte por algún cabarulo, algún puterío abierto. Lamentablemente, aquella vez que me cruce al extranjero, estaba solo: los chicos, por alguna extraña razón que todavía desconozco, no fueron. Tal vez, si hubiesen ido, mi salud mental no habría sufrido tanto. Ese día yo había llegado un rato antes y realmente no me acuerdo por qué: supongo que estaba aburrido en casa y no tenía nada más interesante que hacer que ir ahí y esperar al resto de los pibes. Era viernes y llegué temprano: había diez personas,
tres en una mesa, dos en otra, dos jugando al pool y alguien en la barra. Lo veía desde la entrada: era una espalda gigantesca enfundada en un grueso montgomery muy gastado; probablemente fuera de color negro pero los años habían gastado demasiado la tintura de la prenda y ahora se asemejaba a un gris-que-no-era-gris. La cabeza era imponente y llevaba el pelo rapado al mejor estilo militar: el cuello era una masa cuadrada de músculos y venas. Me acuerdo que lo miré tanto, porque me llamo la atención desde que lo vi a través de la entrada del bar: seguramente era un embarcado, probablemente un hosco y frío ruso poco acostumbrado al extraño frío húmedo de la costa del Paraná. Entre como siempre y miré: todos conocidos, ningún amigo. Fui directo a la barra y pedí una cerveza: me dieron una brahma bien fría, casi frappe. Me sirvo un vaso y siento como el frío del vidrio quema los nervios de mi mano: alguna vez voy a perder la sensibilidad, pensé para mis adentros. Siento una puntada en mi nuca, un puñal en mi oreja, una punzada en mis ojos: alguien me está mirando y cuando giró para descubrir quién es, choco la mirada con el extraño. Holagh, me dice con un particular acento, me llamogh Philip y vinehg en un barcohg desde grusia. Su rostro estaba repleto de historias y esos ojos me daban un poco de miedo: parecían escaparse de su cabeza y tener una existencia propia; la nariz era enorme y hacia juego con el resto de su cara gigantesca y angular. Tenía las enormes y potentes mandíbulas que suelen poseer los antiguos habitantes europeos; sus dientes parecían capaces de romper maderas enteras. Inmediatamente comenzamos a tomar cerveza tras cerveza y a hablar de todo; me contaba de los extraños lugares que había conocido tras años de embarcarse y yo le hablaba de la tranquila vida en mi ciudad. En algún momento de la charla mencioné mi fascinación por los horrores sobrenaturales -en esa época yo estaba peligrosamente sumergido en la literatura de experimentación cósmica y en las profundidades del terror psicológico. Además, me la pasaba de borrachera en borrachera, de resaca en resaca, de pepa en pepa y siempre corría cuando las esquinas de Campana se ponían particularmente oscuras y tétricas -temía a todo lo que se movía, miraba constantemente por sobre el rabo de mi ojo esperando el ataque final de alguna entidad del espacio, de algún insectoide del más allá; era un adolescente perdido en los caminos
de la paranoia, las drogas y la literatura pulp de los años 20. Y Philip no dejó pasar este dato: comenzó a indagar más y más en mis conocimientos, en qué sabía, en cuáles eran mis temores y mientras preguntaba repreguntaba y volvía a preguntar me servía cerveza y más cerveza y prendíamos unos dulces porros que sacaba de su gastado abrigo y le contaba entre susurros -aprendí a ser precavido respecto a mis terrores pues los alados nocturnos y los destructores de la cordura suelen estar siempre atentos a quiénes le temen- sobre todas mis inquietudes, mis miedos y mi paranoia existencial. Él me escuchaba y creo que fue -y pese a todo lo que sucedió después no me arrepiento- la primera persona a la que le conté mis inquietudes respecto al todo, respecto al universo y a las extrañas criaturas que lo habitan. Quizás creerán que estaba borracho: mis amigos intentan reducir todos los sucesos a eso. Pero yo sé que no fue así. Todo fue muy real. No sé si catalogarlo como “lamentablemente real” o “increíblemente real”. Porque mi cordura, mi salud mental, mi estructura sobre qué es real y qué no lo es resultó gravemente dañada. Y cuando eso sucede, no hay retorno: una vez que el tejido de la realidad que creaste – gracias a tu familia, a tu cultura, tus amigos, tu país, etcétera- es rasgado, no se puede cocer. Todo resulta extraño y si antes mirabas por el rabillo de tu ojo para fijarte que ningún horror cósmico te este siguiendo… ahora… ahora simplemente no sabes dónde ni cómo mirar. Él me dijo algo al pasar, como si estuviera probándome, como si pescara la carnada. Yo lo escuche al pasar y lo miré, ¿Qué dijiste? le pregunté. Y lo repitió como si nada, como si estuviese hablando del partido de Villa Dálmine. Dijegh que abajo del monumentofg a los inmigración, el que está en la plaza principal, hay una serie de catacumbas más antiguas que la ciudad, que el país, que la humanidad entera. Yo me quedé estupefacto mientras el sorbía la cerveza, como si nada. ¿Estás hablando de esa fuente extraña con esa escultura aún más extraña? Asíhg es, Andrés, ahí abajo se encuentran las catacumbagsh de la humanidatdh; por eso bajé del barco, me dijo. Tomé de un sorbo toda mi cerveza y pensé, para mis adentros: tiene sentido.
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Coberturas BA. Presentación de Richard Mosse en Londres.
Por Belén Jacoby
“Siga las flechas rosas”
Desde el vamos ya se tornaba interesante. Un sótano, oscuridad y luces ténues. Era un perfecto escenario para lucir una boina y fumar un cigarrillo (aunque no tenga boina ni fume). El arte me traspasaba la piel. Los escalofríos comenzaban a aflorar. Las imágenes eran de otro mundo, donde después de la tormenta, hay más tormenta. La calma es sólo una simple ilusión para los corazones vacíos de esperanza. El contraste entre la bella intensidad de los paisajes y los tormentos de guerra habían cruzado la frontera, y sus personajes ni siquiera sabían si estaban vivos. Luego mi cuerpo me llevó a una habitación más oscura en las profundidades de mi imaginación. Pero todo era muy real, y yo estaba allí, en el medio de la guerra del Congo, rodeada de maravillosos paisajes. Disparos, gente corriendo, niños bailando y riendo mientras otros son asesinados, aguas calmas que camuflan la verdad del territorio. En sus profundidades más siniestras, se encontraban los hombres de rosa (magenta para los entendidos en el tema). La película “extinta” que Richard Mosse utilizó para sus fotos y film no sólo le daba ese tono irónico a su trabajo sino también permitía descubrir ciertas vidas en muerte portando armas entre la espesa vegetación. Y al final de tal obra maestra, el ciclo de la vida y de la muerte mezclándose en ocho diferentes pantallas gigantes. El nacimiento, la alimentación, el trabajo y la muerte. El ciclo de la vida. Y la película comienza de nuevo con unas montañas de fantasía. Aquí les presento al maestro. Como no podía ser de otra manera, llego puntual a la charla que el fotógrafo irlandés iba a dar. Y con la misma puntualidad que los caracteriza a nuestros amigos del Norte, él comienza a hablar. Se lo nota nervioso y no seguro de ser merecedor de tanto público. Al comienzo habla de su trabajo, mostrándonos lo que muchos ya conocíamos y habíamos visto con anterioridad. No sólo habla de Congo, sino de las múltiples aventuras que eligió seguir. Entre ellas, hay una imagen de una mochila y algunas pertenencias en un camino abandonado de Méjico. Richard bromea
diciendo que le costó encontrar aquello y que luego, con mala suerte, continuó buscando más mochilas para hacer su viaje no tan en vano. Y sí, es la vida del fotógrafo documentalista. También habla de su obsesión con captar un accidente de avión –nos contó que cuando se enteró de un accidente en Grecia, compró un boleto de último momento sólo para aproximarse y obtener una imagen-, lo cual me perturbó, pero a la vez comprendí. Quizás no busque aquello, pero ¿quién no querría estar en el medio de una desgracia sólo para documentarla? Seamos honestos, nos gusta la idea. Un poco más tarde habla de la película que utilizó. Más allá de la ironía de su color y de la gran estética, tiene un propósito más profundo, y es la de descubrir a los soldados tras la vegetación. Algunos de ellos, cuenta, tienen un color rosado más suave, como gastado, debido a su uniforme más barato. Al final se permiten
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algunas preguntas y, como uno espera, surge el tema de la “moral”. El fotógrafo no parece haberse fijado mucho en aquello. Se nota en su manera de hablar que lo que le interesa es estar justo en el momento más complicado para obtener su imagen. Claramente, aclara, es su forma de ayudar, pero también cuenta que sólo uno de los miembros del equipo que lo acompañó era quien realmente quería cambiar Congo. Cuán triste y real es esto. No puedo expresar cómo me sentí realmente cuando todo acabó. Me quedé sentada en mi silla, pensando en él y en mí, y en todos los documentalistas. Me interesa muchísimo la fotografía documental y de viajes pero, al parecer, mientras más se pierde la sensibilidad, mejores imágenes se obtienen. En su película, de hecho, se puede observar a un niño muriendo en el medio del pueblo, con gente a su alrededor que no le presta atención. La costumbre de ver atrocidades de ese tipo en los locales lo afectó, y nos afecta a todos. Vemos aquello como una obra de arte (culpable) y no la cruda realidad tras de ella. ¿Es mejor mostrar lo que ocurre u ocultarlo y dejar de propagarlo? Insegura de mi respuesta, decido tomar mi cámara y encenderla. Ella me dirá basta.
FID Costa Rica 2014
para darse a conocer durante los tres días del festival. Y bueno, ¿quiénes fueron los invitados al FID y de qué hablaron? Aquí se los dejamos:
Durante el pasado mes de marzo se realizó en Costa Rica la cuarta edición del Festival Internacional de Diseño (FID), evento que convoca a miles de personas de toda Latinoamérica durante tres días. Por eso, en Breaking Away no podíamos dejar pasar la invitación para conocer de qué se trata y qué sucede durante el FID.
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El FID es un evento dedicado a fortalecer la creación multidisciplinar entre profesionales, quizás el nombre puede sugerir que está dedicado en exclusiva al tema de diseño, sin embargo, la idea es mostrar cómo diferentes ideas provenidas de distintas disciplinas logran potenciar el trabajo creativo. Por tanto, los organizadores dividen el festival en tres días donde cada uno corresponde a una de las herramientas básicas del trabajo en equipo: inspiración, innovación y creatividad.
Así, bajo este ambiente de creación multidisciplinar, el FID ofrece a los asistentes charlas y talleres con los invitados convocados para la edición en curso; feria de objetos, muebles, accesorios e indumentaria; exposiciones de arte; Espacios FID y un concurso denominado Proyecto FID, el cual brinda un espacio a los proyectos ganadores
Harry Pearce: diseñador gráfico con un concepto simple y directo eating with your eyes, en su charla enfatizó que el registro de lo cotidiano es la mayor fuente de innovación, pues todo a nuestro alrededor nos comunica tanto si somos de ese espacio como si somos la otredad. Por eso, no solo su trabajo en diseño parte de esta premisa, sino que su proyecto en favor de los derechos humanos www.witnees.org busca que sean las mismas personas las que registren las injusticias a su alrededor para darlas a conocer al mundo: see it, film it, change it. Enlace: http://www.pentagram.com/work/#/all/all/ newest/
Cindy Gallop: ganadora en el 2003 al premio de la Mujer Publicista del año, su ponencia la tituló Changing the world through business and sex, pues su filosofía de trabajo consiste en concentrarse en lo que a uno le gusta hacer y en las condiciones que le gusta hacerlo. Su estilo de hacer marketing y publicidad lo sintetiza en una frase “I like to blow shit up. I am the Michael Bay of business.” Enlace: http://cindygallop.com/
James Somerville: diseñador gráfico fundador de ATTIK y encargado del re-diseño global de Coca-Cola. En su charla destacó que luego de haber logrado el “renacer de un ícono” debió vender su compañía, pues se vuela alto para caer hasta abajo. Sin embargo, esa caída le sirvió para darse cuenta que desde el diseño se pueden cambiar las cosas, pues una idea puede no funcionar en un momento presente pero puede ser punta de lanza para cosas futuras. En el 2012 fue contratado como Vicepresidente Global en Diseño para Coca-Cola y desde entonces ha diseñado la mayoría de iniciativas globales de la empresa, incluida la imagen de Coca-Cola para el Mundial de Brasil 2014 donde invitó al artista urbano brasileño Speto. Enlace: http://uk.linkedin.com/in/ jamesasommerville y http://www.speto.com.br/
Jessica Walsh: considerada la “niña genio” del diseño gráfico. En su charla Creative play dejó muy en claro que el secreto de su trabajo es tomarse con seriedad el juego, pues lo lúdico potencia la creatividad y brinda más confianza para atreverse a cometer errores. Su principal recomendación para otros diseñadores es “just get off the computer & make shit”. Enlace: http://www.sagmeisterwalsh.com/
Spencer Tunick: artista reconocido por sus fotografías de desnudos masivos donde experimenta con el cuerpo humano como textura. Durante su conferencia mostró videos de sus arrestos en Nueva York y de cómo ganó un demanda contra ese estado en el año 2000. Para Tunick, el secreto de su trabajo está en prestar atención a lo simple. Como nota curiosa, recordó que estuvo a punto de realizar una fotografía en Costa Rica, sin embargo, el proceso logístico para concretar su trabajo es muy complicado y costoso económicamente. No obstante, comentó que su primera fotografía de desnudo fue realizada en Costa Rica y la modelo fue su esposa. Enlace: http://spencertunick.com/
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En cuanto a los invitados latinoamericanos, el FID se lució con los siguientes convocados: The Carrot Concept: es un conjunto salvadoreño de profesionales en diferentes disciplinas unidos bajo el deseo de generar comunidad, es decir, personas que se unen, interactúan y preguntan. Esta comunidad contempla tanto el diseño gráfico como el inmobiliario, además de arquitectura y diseño sostenible. El concepto carrot contempla cuatro puntos: 1. Nunca dejar de tener miedo 2. Cuestiónate todo 3. Vive la idea 4. Trabaja en equipo Enlace: http://thecarrotconcept.com/ Marte Studio: los invitados costarricenses al FID 2014, este grupo es una agencia de animación y efectos audiovisuales ubicada en Costa Rica y con clientes en diversas partes del mundo. En su charla No todo es fácil, pero todo es posible, los marte dieron cuenta de cómo una pequeña
empresa de un pequeño país centroamericano logró alcanzar el éxito y derrumbarse, para luego surgir de nuevo con más fuerza. Enlace: http://www.martestudio.com/
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Pedro Miguel Schiaffino: chef peruano que fue la revelación del festival, pues el mismo afirmó no entender en un principio por qué le extendían la invitación, no obstante, su trabajo e investigación con la comida de la amazonía peruana logró destacarlo no solo en el ambiente gastronómico sino también en el del diseño, debido a que su filosofía de buscar identidad en los insumos demostró que estos son herramientas con posibilidades infinitas. Enlace: http://malabar.com.pe/
Y así, después de tres días de cobertura, salimos gratamente sorprendidos no solo por el talento de los conferencistas sino por su llamado a cometer errores y aprender de estos, pues al fin y al cabo, el diseño consiste en plantearse una situación desde diversas perspectivas.. Textos y cobertura: Kattia Barrientos Fotografías para BA: Andrés Montero Otras imágenes tomadas de las páginas electrónicas oficiales de los conferencistas. Para ver la lista total de invitados e información adicional, consultar: http://www.fidcr.com/
Obituario
Michael Glawogger. Por Juan Pablo Franky que está filmando personas y no objetos. En cada una trabaja un tema en particular, pero las tres están vinculadas por la necesidad de sobrevivir de quienes aparecen en ellas.
Conocido por sus impactantes documentales dedicados al mundo del trabajo y la pobreza globalizada, el australiano Michael Glawogger murió el 22 de abril a los 54 años en África, donde habría contraído Malaria mientras preparaba su próxima película. Había iniciado hace un año un viaje en auto que comenzó en el este de Europa con paradas en varios países africanos como Sierra Leona, Gambia y Senegal, hasta llegar a Liberia, donde lamentablemente falleció. Es desconcertante saber que Glawogger haya muerto de Malaria, enfermedad que sobrevive en paises pobres, enfermedad que seguramente no le era ajena pues recorrió el mundo para retratar como la pobreza debe buscar las maneras más insólitas para subsistir sin morir en el intento. Su trilogía sobre el trabajo: Workingma´s death(2005), Megacities (1998) y Whores´ Glory (2011) resulta ser un revelador documento sobre realidades parcialmente ocultas ligadas a la penuria y el capitalismo en fastfoward. Cada película fue filmada con un ojo refinado que cuida de manera obsesiva el color y la composición, consiente, al mismo tiempo,
En Megacities el director se adentra en la espesura del concreto y el caótico ruido de México, Nueva York, Moscú y Mumbai para encontrar a aquellos que rebuscan como pueden su sustento. En Workingman´s Death su película más cuidada e interesante (con banda sonora de John Zorn), su búsqueda se centra en trabajos que parecen sacados de crónicas antiguas pero que en pleno siglo XXI todavía encuentran hombres que los realicen por más absurdo que parezca: obreros de demolición en Pakistán, mineros en Ucrania e Indonesia y carniceros en un poco salubre y caótico mercado de carne en Nigeria. Para terminar su trilogía con Whore´s glory, en donde realiza tres retratos de prostitutas en sus respectivos entornos pasando por Tailandia, Bangladesh y México.
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Su último trabajo fue un capitulo de una serie documental sobre arquitectura titulado Cathedrals of culture presentado este año en el Festival de cine de Berlin. En el cual compartió honores con Win Wenders, Robert Redford y el brasilero Karim Aïnouz, entre otros. Sus películas no eran sólo sobre la pobreza y el trabajo, de hecho fue fotógrafo, escritor y además filmó películas de ficción como Slumming, pero fueron estas obras las que lo convirtieron en una figura que el planeta cine extrañará.
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