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De la Dorada
le parecía pretencioso e incluso hortera, el hecho de que toda la dotación pudiera disfrutar de una dorada por cabeza. Y lo decía alguien que en el salpicadero de su coche tenía siempre a mano una cinta del inefable Ray Conniff para escucharlo en el radiocasete. Tuve que esperar a que se produjera el relevo del comandante, para que los marineros del Malaspina pudiesen dar buena cuenta de una dorada, tal y como disfrutaban, con cierta regularidad, sus homólogos del Tofiño.
Como curiosidad, se trata de un pez hermafrodita, ya que inicialmente son
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machos, transformándose en hembras al llegar a los dos o tres años o alcanzar los 600 gramos; si bien, algunos ejemplares conservan su condición de machos toda la vida.
En cuanto a las formas de prepararla, además de a la sal se puede tomar frita si el ejemplar es de reducidas dimensiones (en Cádiz se le llama Zapatilla cuando la dorada es pequeña), a la espalda, al horno, a la plancha, en sashimi o en ceviche y de mil y una maneras más, pues nos encontramos ante una especie muy versátil en el mundo de los fogones.
Dorada
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