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La oralidad en Simití: un mal ancestral

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La oralidad en Simití: un mal ancestral

Jenaro Larios Carvajal

jlarios@unal.edu.co Estudiante de Ciencia Política Adriana Díaz Cuevas, docente

Resumen

[Texto argumentativo] El presente artículo muestra cómo la oralidad en Simití, uno de los pueblos más antiguos de Colombia ubicado al sur del departamento de Bolívar, ha ocasionado una gran pérdida sobre su historia y su cultura. En este sentido, siento la necesidad de salvaguardar en formato escrito todas esas historias arraigadas a las costumbres y las tradiciones de sus habitantes, para que la oralidad no siga haciendo estragos, es decir, no se siga perdiendo información valiosa. Por ello, a lo largo del escrito situó los archivos escritos como la mejor forma de documentar la historia, en este caso la de mi pueblo: Simití.

Palabras Clave

Formato escrito Oralidad Cultura Historia Simití

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Era un señor de aproximadamente 90 años, piel arrugada, estatura mediana, conservado para su edad y con un amplio conocimiento acerca de nuestro pueblo (Simití). Al llegar a su casa después de tantos meses sin ir, me dice: -Ay mijito, otra vez tú por acá, ya tantas cosas que se me han olvidado, cuando uno está viejo pasa eso-. Luis Presentación Cuellar Ramírez se llamaba, pero yo le decía de cariño “señor presenta”; él, por su parte, solía llamarme el niño de las preguntas. El 1 de octubre de 2018, ocurrió lo que todos temían: el señor Luis Presentación falleció y a la tumba se llevó gran parte de la historia de Simití.

Con nostalgia escribo estas líneas al evocar recuerdos con el “señor presenta", una persona que me enseñó tanto del pueblo y estuvo dispuesto a abrirme las puertas de su casa cada vez que hacía el trabajo de campo en los proyectos de investigación “Tras nuestras huellas”, ejecutado en compañía de la biblioteca municipal, y “Conozco mi pueblo, me reconozco como simiteño y simiteña”, realizado en clase de castellano. Fue en ese andar donde comprendí que era necesario repensar nuestro modo de preservación de la historia y la cultura porque no es el mejor.

Pocos textos escritos y literarios hay sobre Simití hoy en día. La historia desde su fundación el 1 de abril de 1537 hasta la actualidad está limitada a solo dos libros, escasos trabajos de investigación o audiovisuales y, en gran parte, a recuerdos que aún viven en la memoria de personas de la tercera edad que, cuando mueren, se llevan a la tumba esa sabiduría popular. Ejemplo de ello es la pérdida de la

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composición musical de los gozos a la Virgen de la Concepción; las caracolas, baile autóctono del que no se sabe nada, y las mojigangas, también baile autóctono del cual no se tiene certeza si lo bailaban hombres o mujeres. Así son muchos más los casos que se suman a estas pérdidas.

Todo lo anterior tiene una explicación. Un aspecto que se evidencia es que los habitantes de la comunidad de Simití transmiten su historia a los visitantes de forma oral. La transmisión oral se da a partir de personas que en el pueblo están dispuestas a realizar recorridos en el territorio contando la historia del lugar; cómo funciona su economía; por qué se llama Simití; cuáles son los lugares más interesantes para visitar, tales como como la Cueva de Juana Rubio, la virgen de la piedra o la cara del indio; las dinámicas; los misterios y los relatos que hay alrededor de cada rincón del pueblo, entre otros. Josefina Castillo, Marcelo Hernández, Deysi Díaz, Luis Toloza, Ignacia Ríos, Hugo Vázquez, Farides Peinado, Jenaro Larios, Sofía Torrenegra y Juana Larios son algunos de los gestores culturales simiteños que están dispuestos a abrir las puertas de su casa para relatar a foráneos y oriundos la historia de Simití mediante la oralidad. Sin embargo, ¿qué va a pasar cuando estas personas ya no estén? Es por ello por lo que para preservar la identidad cultural e histórica de Simití es necesario documentar la cultura y la historia en formato escrito.

Simití es un municipio de 482 años con una gran historia y arraigo cultural proveniente de ancestros muy remotos, los cuales transmitían de forma oral sus saberes y conocimientos adquiridos gracias a la experiencia; se podría afirmar que eran una especie de cuenteros. Bajo esa concepción, se puede explicar por qué sus habitantes en la actualidad transmiten su historia cultural a los visitantes de formar oral, a partir de personas que se les conoce con el nombre de gestores culturales. Por ello traigo a colación a Marcelo Hernández López, uno de los gestores culturales más importantes del pueblo y quien tiene un amplio y vasto conocimiento sobre Simití. Por lo general, cuando llegan

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“cachacos”10 al pueblo se dirigen a la casa de él para que les cuente sobre esa tierra que lo vio nacer: Yo soy un hombre afortunado. Hay dos personajes que les debo mucho a nivel cultural. El señor Tarfino Larios Iglesias: con Tarfino aprendí muchas cosas, en esa época cuando no había luz, solíamos cantar en los parques a oscuras y todo eso me sirvió para ir queriendo mucho más la cultura de Simití y para ser en gran parte lo que soy hoy. Otro personaje importante, Luis Presentación Cuellar Ramírez, a quien le debo un agradecimiento grande. Con él aprendí, por ejemplo, unos cantos que se llaman los gozos de todos los santos de Simití.

En fin, hoy en día es una responsabilidad que cae sobre mis hombros porque tengo que seguir defendiendo todo eso que aprendí y heredé de esos ancestros y seguir replicándolo a todas esas personas que quieran aprender. (Hernández, comunicación personal, 03 de junio de 2019)

Con ese testimonio se evidencia que, pasados cuatro siglos, aún en Simití se transmiten los conocimientos de forma oral. Esto parecería corresponder a una tradición milenaria, ya que, como Marcelo, muchas personas se suman a esta dinámica. Es una fortuna que él esté vivo para que se ponga en la tarea de transmitir aquellos conocimientos no de forma oral, sino por medio de los formatos escritos, debido que la oralidad es la principal causante de la perdida de información cultural e histórica de Simití. Algunos ejemplos de esas pérdidas culturales, solo por citar los que considero más importantes, son la composición musical de los gozos a la Virgen de la Concepción, en tanto solo una persona se los sabía de memoria y al fallecer se llevó a la tumba esa tradición que se le hacía a la Virgen, y las caracolas y las verdolagas (bailes autóctonos de Simití), sobre las cuales, aunque parezca raro, no se sabe nada salvo sus nombres. De ahí, la necesidad de documentar la historia para que la muerte de personas, en mayor parte los de la tercera edad, no sea una de las causas de esas pérdidas.

Sin embargo, diversos sectores consideran que la oralidad

10. En los pueblos de la costa caribe se acostumbra a llamar a las personas provenientes del centro del país o de otros territorios de esa manera, aludiendo que no son oriundos de ese lugar en el que se encuentran como visitantes

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tiene más ventajas que los formatos escritos para transmitir historias, costumbres y tradiciones; por ejemplo, el historiador Santandereano Escamilla (2012), afirma que “los testimonios orales encierran una significación aún más especial que ninguna otra fuente aporta. Se trata del punto de mediación entre la historia y lo vivido, del cómo el sujeto incorpora su experiencia a un sentido histórico” (p. 387). Sin embargo, si la “vivencia” que habla el “sujeto” no se documenta queda simplemente en la memoria, la cual posee límites y puede verse afectada por diferentes enfermedades lo que puede causar que se pierda por completo. Dicho de otra manera, como lo afirma Cerrillo (2010), doctor en Filología Hispánica de la Universidad Autónoma de Madrid:

La oralidad ha conllevado a frecuentes pérdidas, sobre todo en aquellos momentos en que la colectividad ha abandonado el interés por determinadas composiciones, bien porque perdieron actualidad, bien porque fueron sustituidas por otras nuevas. Además, la transmisión oral dificulta el estudio de estas manifestaciones, ya que, al ser textos abiertos, y antes de su fijación escrita, están permanentemente sujetos a posibles cambios, pérdidas o añadidos de elementos. (p. 2)

Además, “los archivos constituyen la fuente primaria de información histórico documental de los pueblos […] conservan, para las presentes y futuras generaciones, valiosas colecciones archivográficas, bibliográficas, cartográficas, fonográficas, hemerográficas y videográficas" (Castro, citado por Sánchez et al., 2017, p. 5), para que a través del tiempo se puedan seguir consultando. Por tal razón, documentos sobre la historia o la cultura fueron nombrados patrimonios documental por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Sánchez, 2006). Por consiguiente, para poder comprender la importancia de estos es necesario conocer sus valores, que se basan fundamentalmente en que constituyen patrimonio, memoria, identidad y conocimiento (Centro de Información y Gestión Tecnológica, 2007).

Como ya se mencionó anteriormente, la memoria de los seres humanos es limitada; por ello, la información histórica

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de Simití que conocen las personas de la tercera edad y los gestores culturales debe ser registrada. Una situación común es que, al dirigirme a las personas de la tercera edad, estas ya han olvidado mucha información: “ay mijito, yo ya ni me acuerdo de tantas cosas”, “cuando uno está viejo es así, se le olvidan las cosas” y “ya ni se cómo me llamo” son las expresiones más comunes que escucho por parte de ellos. Esta situación tiene una explicación científica: la memoria humana es limitada y no está exenta de enfermedades mentales como el Alzheimer. Gimeno (2001) especialista en el tema, afirma que “la memoria humana tiene una capacidad limitada, finita y, sobre todo, frágil” (p. 281), es decir, con el pasar de los años los humanos llegan a un punto en el que la memoria esta desgastada, por ende, no trabaja de igual forma ni posee esas capacidades para guardar o recordar información como antes. A ello se le suman enfermedades mentales como el Alzheimer: “trastorno neurológico progresivo caracterizado por la pérdida de la memoria, de la percepción y del sentido de la orientación” (Real Academia Española, s.f.).

Por tal motivo, ha surgido la necesidad de emprender proyectos ya sea de forma escrita o audiovisual para salvaguardar la identidad cultural e histórica de Simití. Sofía Torrenegra Romero, profesora de informática y español, con los estudiantes de grado 11, promoción 2018, llevaron a cabo una investigación titulada “conozco mi pueblo, me reconozco como simiteño y simiteña” sobre la historia y la cultura, cuya idea era crear un libro digital; no obstante, dicha propuesta no contó con asesoría de otras entidades. Por último, Marcelo de Jesús Hernández López ha redactado diferentes manuscritos en el que consigna el sentir de un “loco enamorado de la vida”, como se describe él mismo en su biografía. Sus sueños no tienen límites, por ello tuvo la iniciativa de publicar un libro sobre la historia, cultura, tradiciones, cantos, fiestas, leyendas propias de su pueblo, pero por falta de presupuesto y de

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patrocinio ese proyecto quedó en vano. Mientras tanto seguirá edificando a punta de lápiz y en hoja blanca la historia de su “terruño”, con la esperanza de que algún día su proyecto se haga realidad.

En conclusión, para preservar la identidad cultural e histórica de Simití es necesario hacer un ejercicio en formato escrito, debido a las implicaciones que trae consigo la oralidad y las limitaciones de la memoria humana. De ahí la necesidad de las personas simiteñas por emprender proyectos para documentar todas las dinámicas pasadas y presentes. Si bien es cierto que se han hecho procesos para salvaguardar la identidad cultural e histórica del pueblo, son muy pocos los que se han llevado a cabo y no en las mejores condiciones. Tal es el caso del proyecto de la profesora Torrenegra y el de Marcelo Hernández. De esta manera, es necesario que los entes gubernamentales, como la Alcaldía o la Casa de la Cultura, propicien espacios y apoyen estos proyectos tan importantes que mantienen viva la cultura e historia del pueblo.

En Simití, a medida que pasan los años, son más las personas que se suman a documentar la historia porque se dan cuenta que es imprescindible para que no se pierda y, del mismo modo, para saber de dónde vienen y hacia dónde van. Tal y como lo menciona el periodista jamaicano Marcus Garvey: “un pueblo sin el conocimiento de su historia pasada, el origen y la cultura es como un árbol sin raíces”. Entonces, La invitación es que desde sus territorios a título personal emprendan proyectos con el objetivo de salvaguardar eso que como comunidad los identifica frente al resto.

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