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Francisco Vañó, director general de Grupo Castillo de Canena

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EVENTOS

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estaba en 3,88 euros el kilo, mientras que en los lampantes llegaron a los 3,65 euros en dicha semana.

NUEVA CAMPAÑA Respecto a la nueva campaña 2022-2023, cuya cosecha se inicia en octubre, la situación es muy preocupante en el olivar de almazara. La sequía, junto a la vecería del olivo y las altas temperaturas que se han sucedido desde el mes de mayo, clave para la floración del olivar, ha afectado a la productividad del cultivo, por lo que se prevé una próxima campaña muy corta tanto a nivel regional como nacional y europeo. Esta sequía está descontando, día a día, la producción del olivar, pues la gran mayoría de los secanos están prácticamente a cero, sin carga de aceitunas. En las plantaciones de riego, que son las que pueden aportar mayor cantidad de frutos a la campaña, debido a las limitaciones en el uso del agua, mucha de la aceituna tiene poco calibre, está arrugada e incluso empezando a ennegrecerse. Algo llamativo, pues lo habitual a estas alturas es que el color natural de la aceituna fuese verde, ya que en estas fechas el olivo se prepara para la lipogénesis, el proceso en el que la aceituna comienza a transformar los azúcares en aceite. Así, a falta del aforo oficial, se prevé una producción en la campaña 20222023 en torno a 700.000 toneladas en Andalucía (frente a las 1.151.394 de la campaña actual) y por debajo del millón de toneladas (900.000 toneladas frente a casi 1,5 millones de toneladas producidas en la campaña 20212022) a nivel nacional. No obstante, si se mantiene la sequía y las altas temperaturas, la producción podría ser incluso inferior. Además, será una campaña marcada por las repercusiones del incremento del precio de los inputs y de la energía. Los costes se han multiplicado por cuatro en el último año, y esto va a repercutir directamente en las almazaras que concentran la mayor parte del coste energético en los meses de entrega de la aceituna, de octubre a enero, fundamentalmente. Con una cosecha muy escasa y mayores gastos absolutos energéticos y de elaboración, el coste unitario por kilo de aceite producido se incrementará notablemente. Y es que los trabajos de riego y los tratamientos que precisan los olivos cuestan más que nunca, y estos costes no se verán compensados con una corta producción.

Francisco Vañó, director general de Grupo Castillo de Canena

Aspectos diferenciadores de la campaña 2021/2022 y retos para esta campaña

La 21/22 fue la primera Campaña post COVID. Aunque existía ya una mayor tranquilidad y optimismo como en todos los sectores económicos, se seguían aplicando protocolos de seguridad y apelando a la responsabilidad individual y colectiva. Durante el año 2021 se hicieron muy palpables las consecuencias del clima extremo con la llegada de la DANA Filomena en Enero. Aunque en Jaén no llegó a nevar de manera intensa, sí que se dieron temperaturas muy bajas que en muchas zonas afectaron a la calidad de los frutos que aún no habían sido recogidos y condicionó el crecimiento de los brotes de la siguiente campaña al helarlos. La ausencia de precipitaciones tan grave que llevamos arrastrando desde 2017 provocó que se emitiera ese año también un Decreto de Sequía mediante el cual los agricultores vieron reducidas sus dotaciones de agua de manera significativa mientras que las capas freáticas que alimentaban los pozos descendían de manera alarmante. Esto, junto con las altas temperaturas hizo que la cosecha 21/22, de manera generalizada, fuera mucho menor que la esperada, observándose fuertes signos de deshidratación en los frutos que afectó sin duda a la producción final de aceite. La presente campaña se caracteriza por el alto valor de los combustibles y la energía, y la subida generalizada de los insumos. A esta situación se ha unido el impacto muy negativo de la sequía que seguimos padeciendo que ha arrasado prácticamente con la cosecha de los olivos de secano y ha mermado mucho la productividad de las plantaciones de riego puesto que muchas de ellas han recibido dotaciones de agua excesivamente deficitarias. Las perspectivas para la próxima cosecha son pues desalentadoras. Ante el escenario en el que nos encontramos, los grandes retos del sector pasan por establecer políticas que realmente garanticen la viabilidad económica del mismo, implantando planes hidráulicos globales en Andalucía, incentivos a la construcción de balsas, redistribución de las dotaciones de agua por Ha. privilegiando a las explotaciones de olivos tradicionales y semi-intensivos, el fomento real de las energías renovables para garantizar los riegos con un coste contenido, proseguir con la profesionalización del sector estimulando la incorporación de los jóvenes al agro y dotándoles de la adecuada formación, invertir en acciones de bioeconomía circular para incrementar la renta agraria, activar la biodiversidad en nuestros campos para acrecentar la fertilidad de la tierra. Hablo solo de los retos agronómicos, pero también se nos presentan otros de naturaleza social, económica, de sostenibilidad y de mercado a los que también debemos de atender.

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