Núm. 46 Abril 2015
Fotógrafo del mes: Luis Filipe Ferreira
Constantinopla El mundo de las madreñas
Stanley Kubrick Trujillo renacentista
Año V.- Núm. 46- Abril 2015
Contenido
PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy” DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad www.moldeandolaluz.com Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico
4 Constantinopla...............................................................................9 José Luis Cuendia, “Guendy” Sandra Rodríguez..................................................................... 25 Eugenio R. Meco Desaparecida............................................................................. 35 F.T. Las botas viejas......................................................................... 39 Gloria Soriano La segunda carta...................................................................... 41 Viviana A. Genta El mundo de las madreñas....................................................... 45 Monchu Calvo Inmersión a los Meros.............................................................. 49 Antonio Martínez Trujillo renacentista................................................................. 57 Juan Depunto Fotos, amigos y... precio........................................................... 65 Ricardo González “Completu” Gala Benéfica con Tina Gutiérrez............................................ 71 Juan José Pascual Stanley Kubrick. De la fotografía al cine................................. 76 José Luis Cuendia, “Guendy” Fotógrafo del mes de Marzo: Luis Filipe Ferreira.........................
Francisco Trinidad
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Nuestra foto de portada: Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society
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Eugenio
Presentación La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido. Antonio Machado Ya estamos en la primavera, pero sus encantos se harán esperar, pues no florecen las rosas de la primavera en cuanto el calendario marca el final del invierno. Hemos dividido el tiempo en estaciones pero sus cambios climáticos van mucho más allá de la frontera que nosotros hemos establecido entre una y otra estación. Es evidente que las temperaturas comienzan a ser más agradables y algunos, los que más suerte habrán tenido, hasta puede que hayan puesto la vista en las vacaciones de Semana Santa, y la tengan en su disfrute este año. Lo que es evidente es que comienza una nueva estación, y es un período de tiempo muy fotográfico, los días comienzan a ser más largos y luminosos, los parques y jardines se llenan de colores, las flores se ponen en su máximo esplendor, y los niños comienzan a jugar en los parques. También es una época perfecta para comenzar a aprovechar la luz natural y beneficiarse de ella para hacer retratos de exterior. Os animamos a que durante este tiempo os esforcéis en ir mejorando las diferentes técnicas, estando abiertos a aceptar nuevos retos, ya que es la única manera de conseguir fotografías asombrosas y retratos magníficos. Todos en este largo caminar tenemos que seguir trabajando muy duro, investigando, y aprendiendo infinidad de cosas. Quien pueda y tenga tiempo que se apunte a todos los cursos y talleres que se organicen en su pueblo o ciudad. También son muy interesantes los tutoriales online de Phostoshop, una de las mejores maneras de aprender cosas nuevas. Moldeando la luz comenzará a subir de forma periódica todos los tutoriales de Carlos M.Baena, cuya finalidad como bien dice el maestro es brindarles a todos sus videos sobre Photoshop y otros programas, de una forma ordenada y cómoda para que les resulte entretenido aprender lo que según él nos ofrece humildemente. Pero como hemos dicho en infinidad de ocasiones, el mejor consejo que desde nuestra red social y la revista Luz y Tinta podemos dar es que hay que practicar, practicar y practicar, recordando aquello de que un equipo más caro no implica necesariamente mejor. Este mes de abril celebraremos otra semana temática, esta vez será en torno a los colores, y en esta primera ocasión versará sobre el rojo. Es decir la tema principal de las fotos presentadas deberán de llevar de forma destacada el color rojo. Las normas y ponderaciones serán las misma que han regido en la última semana temática dedicada al carnaval. No obstante, informaremos puntualmente. Así pues, amigos, os dejamos con la primavera, todos los mortales la han ido celebrando a través de los siglos y en todas las culturas, pues representa la fertilidad, la renovación. En esta estación del año la naturaleza estalla con toda su fuerza y esplendor. Cada fotógrafo tiene un interesante reto durante esta hermosa época del año. Por esta ocasión me despido dejando una hermosa alegoría que en su día el poeta chileno Pablo Neruda hizo a una determinada primavera de su país: “podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.
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Fotógrafo del mes de Marzo
Luis Filipe Ferreira “As minhas fotos sao um espelho da minha vida” (Mis fotos son un espejo de mi vida). Efectivamente, esta declaración de principios de Luis Filipe Ferreira en las frases que nos envía sobre su relación con la fotografía nos pone en contacto directo con su forma de entender y practicar la fotografía —a su pesar, por sus obligaciones profesionales, es un fotógrafo de fin de semana—; fotografía que tiene mucho que ver con su vida personal, con sus aspiraciones, con su sueño de conciliar su afición con otros obligaciones familiares y profesionales. Así, en su catálogo podemos encontrar visiones de ciudades de su entorno y retratos callejeros. Los retratos, según otra de sus confesiones, son una de sus pasiones fotográfica: “Não tenho preferência por qualquer género em particular, mas se tivesse que escolher um, seria sem duvida o retrato .Adoro retratar pessoas.” (No tengo ninguna preferencia por ningún género en particular, pero si tuviera que elegir uno, sería sin duda el retrato. Me encanta retratar personas.) Los retratos que ha publicado en Moldeando la luz son, pues, retratos callejeros, captados al paso de su deambular por las ciudades que visita y rescatando sonrisas, gestos, posturas… y componiendo muchas veces escenas cotidianas en las calles de cualquier ciudad. Son retratos en los que capta la vida que se muestra y desarrolla en las ciudades. Unos en color, otros en blanco y negro, captando de este modo toda la vida que se vive en la calle, toda la calle que se vive en el día a día de paseos y avenidas, de bancos y parques. El blanco y negro, que utiliza en muchas de sus otras fotos con la misma voluntad significativa que en los retratos, esw quizás su seña de identidad más distintiva y a través de ella demuestra en sus temas que no en sí mismo ausencia de color, sino una visión distinta de la realidad. A veces incluso llega a mostrar las dos opciones —la de color y la de escala de grises— como una forma de subrayar ambas posibilidades expresivas. De todos modos, su tratamiento del color mantiene la misma voluntad, hasta el punto de que algunas de sus fotografías, como se ha señalado en algunos de los comentarios de sus fotos, ofrecen un color impostado, semejando pinturas e imitando tonos y virados propios del óleo o la acuarela.
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Muchas de sus fotografías retratan ámbitos urbanos de su ciudad de residencia, que se convierte así en su ciudad de referencia, Porto, que en español llamamos Oporto y que puede traducirse por “puerto”, delimitando claramente su geografía. Ferreira nos ofrece rincones significativos de Oporto, pero sin caer en la tentación de componer postales para el turista, antes bien busca rincones significativos , visiones muy personales de esa ciudad que tan bien conoce. Aunque su relación con las ciudades no se agota en Oporto, sino que se amplía a otras poblaciones de entorno: Amarante, Braga, Arcozelo, Palmela… A veces también sale de la ciudad, se pierde en los confines del campo, se acerca al mar buscando su límite visual y su horizonte paisajístico, pero fijándose también la vida que late en sus orillas, sobre todo con tomas en que los pescadores son el contrapunto necesario, o dejándose envolver en esa luz tamizada que le permite jugar con la diadema del misterio.
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Constantinopla Constantinopla es el nombre histórico de la actual ciudad de Estambul. Está situada a ambos lados del Estrecho del Bósforo en Turquía, y fue capital de distintos imperios a lo largo de la historia, el Romano, Bizantino y Otomano. Era la segunda vez que llegaba al Cuerno de Oro y divisaba el Bósforo. La primera vez fue en un viaje a lo largo y ancho de todo el país, visitando Ankara, Pamukkale, Kudasi, Éfeso, Bursa, Esmirna y Capadocia. Un día con calma revisaré mis viejos archivos de diapositivas, las digitalizaré y seguro que algo saldrá de todo ello, al menos para poder contar algo sobre este país a caballo entre dos continentes. Con más de diez mil años de historia y cultura, evidentemente es país enigmático y fascinante, con paisajes inolvidables y con insólitos contrastes. Pero, lo dicho, Turquía quedará para otra ocasión y seguro que será interesante, pero como he dicho antes tendré que poner mis archivos en orden, y seguro que dará para más de una entrega como ocurrió con Egipto y Grecia. Hoy me pararé en esta ciudad serena y caótica que es Estambul, una ciudad bulliciosa donde todos los días se mueven más de 15 millones de habitantes. Es la ciudad más grande de Turquía, y ninguna de las personas que la visitan puede quedar indiferente. Llena de sorpresas y contrastes, en ella se dan cita dos mundos, uno tradicional y otro moderno. Está situada entre dos mares, el Mar de Mármara y el Mar Negro, y se encuentra entre dos continentes, Europa y Asia. De esta ciudad siempre se dice que es demasiado oriental para ser europea y exageradamente occidental para ser asiática. Durante los ocho días que pasamos en Estambul nos dio tiempo a conocer en detalle y disfrutar de sus lugares más emblemáticos como la Mezquita Azul, el Palacio de Topkapi, La Cisterna sumergida, Santa Sofía, el Palacio Dolmabahce, el Parque Gülhane, San Salvador, la mítica Torre Gálata, el famoso puente que lleva el mismo nombre que la torre y la Plaza Taksim, famosa últimamente porque es el lugar elegido por los estambulitas para manifestarse. Durante nuestra estancia en la ciudad pude participar en alguna de estas manifestaciones, pues desde que llegamos no transcurrió un solo día sin manifestaciones callejeras, es más, se mantenía una quedada o sentada muy cerca de Taksim, en protesta por las muertes de unos jóvenes manifestantes a manos de la policía. El día que abandonamos Estambul allí seguían sentados como forma de protesta y denuncia. Los jóvenes turcos, son jóvenes, y bien lo demuestra el entusiasmo con que se manifiestan, hoy todos pueden votar legalmente y ondean sus banderas al viento donde se han bordado las palabras de progreso y
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libertad. ¡Viejas palabras embusteras, que parecen nuevas y leales bajo el hilo de oro de los signos turcos¡ Es evidente que algo ha cambiado en Turquía hoy ya se ve a sus ciudadanos defender sus ideas en un país donde se han sucedido los golpes militares y el laicismo político y su centralismo territorial que eran dogmas de fe. Pero en su larga marcha hacia Europa, las reformas legales no han cesado de mudar la piel autoritaria del estado fundado hace noventa y dos años por Mustafá Kelma, Atatürk, entre las cenizas del Imperio Otomano. Turquía abolió la pena de muerte, la nueva Constitución ha roto con el mito de que los turcos son un pueblo con una sola lengua y se ha autorizado la enseñanza del kurdo y su uso en los medios de comunicación. El poder descomunal del Ejército, guardián último del Kemalismo, la ideología nacional-autoritaria que aún impregna la vida cotidiana de la Turquía moderna, ha sido drásticamente recortado.
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Los movimientos que han ido cambiando Turquía han sido desconocidos para casi todo el mundo, desconocemos sus oradores, escritores, poetas o mártires. Así que ¿cómo concebir una revolución sin el concurso de estos elementos?
No obstante el viaje de Turquía hacia Europa no es fácil para un país musulmán, aunque laico, y donde los militares intentan marcar el paso a los gobernantes civiles con profundas raíces en el islamismo. Las protestas que vivía Turquía en el verano de 2013, año en el que volví al país turco, estaban muy relacionados con el cambio del sistema político turco, el país estaba muy revuelto, y las Agencias de viaje europeas y americanas no recomendaban el viaje a Turquía; los cambios políticos estaban impulsados por el AKP de Recep Tayyip Erdogán que pretendía pasar del modelo parlamentario actual a uno presidencialista, según sus partidarios, una versión a la turca del sistema ejecutivo de EE.UU. Y lo consiguió, ejerció como primer ministro de Turquía desde marzo de 2003, y desde agosto de 2014 tras las nuevas elecciones lo hace ya como Presidente, de acuerdo con los cambios realizados en la Constitución. Se han vendido los cambios como necesidad de establecer un liderazgo fuerte y crear estabilidad en el país, pero lo que si es más cierto es que ahora el nuevo Presidente tiene muchísimo más poder. Según sus opositores las nuevas propuestas de Recep Tayyip Erdogán, en lugar de un esfuerzo para consolidar la democracia en Turquía, dadas sus tendencias autocráticas y autoritarias son más evidentes cada día, y el argumento de que un sistema presidencial a su medida consolidaría la democracia turca es muy poco convincente. Atrás quedan aquellas imágenes en que el ejercito contribuía con su presencia en las manifestaciones que trajeron la democracia al país, y en prueba de júbilo, se metían flores y banderas por las bocas de sus fusiles, que nos recordaban la revolución de los claveles en Portugal. Los curas griegos marchaban del brazo de los imanes turcos, que es como si en los tiempos de la vieja España
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se dieran la mano inquisidores y judíos. Las urnas iban cubiertas de flores en carruajes abiertos bajo la custodia de hermosísimas niñas turcas. ¡Urnas virginales que merecían toda la fe de este pueblo, tan fanático y celoso¡ Así y todo, ¿quién diría hace no muchos años que Turquía sería un país constitucional? Lo que si es evidente es que las palabras proféticas de algunos han quedado en una loa grotesca y sirven de risión, cuando hoy leemos: “Serán inútiles cuantos esfuerzos se hagan en pro de un régimen constitucional en Turquía. Turquía no cambiará nunca”. Los movimientos que han ido cambiando Turquía han sido desconocidos para casi todo el mundo, desconocemos sus oradores, escritores, poetas o mártires. Así que ¿cómo concebir una revolución sin el concurso de estos elementos? Leí en cierta ocasión que un músico armenio, autor de un himno a la libertad de Turquía, fue bárbaramente ejecutado, sin haber tenido la satisfacción de oír sus notas al aire libre. Hoy, aquel himno es el himno de la nueva Constitución, y los augustos oídos a los que se hiciera tan desagradable, lo escuchan todos los días como si fuera su propio himno, el himno sagrado del sultán. Durante estos ocho días en Estambul también pudimos fotografiar una multitudinaria manifestación a favor del velo en la mujer, curiosamente la mayoría eran hombres aunque también había muchas mujeres, supongo que las esposas e hijas de los hombres que se manifestaban. Los turcos se encuentran en un periodo de su historia muy semejante al de nuestra España de finales de los años 70 con cierta mezcla del desencanto actual, 45 años más tarde. Así que por mi propia cuenta puedo aventurar que después de aquel descomunal optimismo, tengo una concepción escéptica de aquella y de todas las Constituciones. Las Constituciones durarán: pero la libertad no. La libertad es
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el barniz de todas las Constituciones, que brillan mucho cuando están flamantes, pero que se desgastan bien pronto. Y las desgastan precisamente los que la juran al gobernar y luego la incumplen. Mientras tanto, que la Joven Turquía disfrute de su juventud, “la juventud siempre tiene razón” como diría el asturiano cantautor de protesta de los años 60, Manolo Diaz (curiosamente con los años convertido en unos de los más grandes gerifaltes de la industria musical: Presidente de CBS, Universal, Emy y de los premios Grammy Latinos, actualmente vive en Miami y visita su tierra asturiana casi todos los años). La juventud cree en el amor, como cree en la libertad. ¡Harto poco dura este divino candor, para que la crueldad de los viejos necesite encargarse de apagarlo! Que la joven Turquía disfrute de su juventud, sin que el corazón desengañado de la vieja Europa destile en su copa de placeres una sola gota de su hiel. ¡Libertad! ¡Progreso! ¡Justicia! En los idiomas de Europa son palabras profanadas: pero los caracteres turcos las imprimen desde hace muy poco tiempo. Es curioso que para que esas palabras vuelvan a recobrar su verdadero sentido, ha sido necesario un idioma que las escribiese al revés. Los caracteres se escriben. Como se sabe, de derecha a izquierda, y así se ha vuelto a escribir en turco la palabra ¡fraternidad! ¡Ojalá que lo diga por mucho tiempo! Paseando por Estambul puede apreciarse como poco a poco las turcas han dejado de estar protegidas contra las miradas codiciosas por los tupidos velos que las cubrían. En mi primer viaje a Turquía 15 años antes en muchos lugares del país ni las más bonitas enseñaban su rostro. Hoy es más bien raro ver a una joven turca con el velo tapando su cara, al menos en Estambul. Y es que nadie puede negar que la revolución turca ha sido un paso gigantesco en pro de la renovación del Oriente. Los odios de raza y de religión se han calmado como por encanto. Todas las banderas flamean ahora en un mismo aire de libertad. La ac-
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tual Turquía no se ha emancipado, pero comienza y está en ello. ¿Acaso nosotros podemos dar lecciones en ese aspecto después de 38 años de democracia? Quien no lo debe de tener muy claro en este tipo de avances es el feminismo turco, la nueva Constitución podrá ser muy buena, pero difícilmente satisfará a las damas de Turquía, al menos mientras cada turco pueda ser dueño de cuatro mujeres. La nueva Constitución turca ha atendido a todos los intereses, menos a los de la mujer. Ha proclamado la libertad para todo el mundo, excepto para las mujeres. Todas las ideas modernas que han penetrado en Turquía no han servido para modificar en lo más mínimo esta idea terrible que se expresa en el Corán, y que es artículo de fe para muchos turcos: “El paraíso de la mujer está bajo las plantas de su marido”. Todavía hoy cada turco tiene derecho a cuatro mujeres mientras las pueda mantener. Lo que no se determina en la vieja ley es la forma de manutención. Los jóvenes turcos no le han concedido ninguna importancia a este tema, pero tal vez no tarden mucho en darse cuenta de que la tiene, y más grande que cualquier otro asunto. De hecho la inmensa mayoría de los jóvenes turcos tiene una sola esposa, por raciocinio y respeto a su pareja, costumbre que se impone de forma natural. La afirmación de que hombre y mujer “no son iguales” no es una originalidad de su actual presidente Tayip Erdogan, que es musulmán moderado, es por que lo dice el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. Lo enseñan la mayor parte de sus eruditos, antes y ahora, y figura en el ideario de los partidos musulmanes moderados y reconciliados con la modernidad. Todos recordaremos que los islamistas de Enahda en Túnez antes de perder el poder libraron una gran batalla por la “igualdad de sexos”. Supongo que las mujeres turcas sentirán mucha envidia de la nueva Constitución de Túnez la más avanzada del mundo árabe-musulmán, donde los islamistas y los laicos pactaron la Ley Fundamental que garantiza desde el 2014 la igualdad de hombres y mujeres y la libertad de conciencia y culto. ¿Cederán los Jóvenes Turcos? Si esta cuestión no fuese una cuestión de justicia , le bastaría ser una cuestión de amor; y ante el amor no hay más remedio que ceder, y de hecho los más jóvenes lo hacen sin imposiciones.
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La vieja Constantinopla era una ciudad estridente y combustible, no pasaba día sin que los vigías de la Torre de Gálata —desde cuyo observatorio se domina toda la ciudad— vislumbrasen en el horizonte las nubes inflamadas de algún incendio. Millares de incendios se produjeron, cada uno de los cuales se ha llevado a veces millares de casas. Constantinopla ardía, y lo hacía constantemente, desde hace muchísimos años. Fuera de las mezquitas, que no ofrecen pábulo a las llamas, no había un solo edificio que a mediados del siglo pasado alcanzara medio siglo de antigüedad. No hace aún mucho tiempo los turcos creían que era la protección divina la que hacía incombustibles a las mezquitas, pero se fueron dando cuenta de que su incombustibilidad dependía de los materiales de construcción. Este convencimiento ha sido tardío pero útil y, gracias a él, sobre los escombros de las casas de madera, se fueron construyendo solo casas de piedra o de ladrillo. Es decir, que los incendios no tardaron en renovar totalmente el aspecto de la vieja Constantinopla, haciendo de ella una gran ciudad europea. El barrio de Pera y muchos otros pasaron a ser barrios europeos, y no tardaron mucho en serlo algunos otros. La Constantinopla que ardía es la vieja y miserable Constantinopla de las casas de madera, de los sucios y malsanos barrios. La Municipalidad lo comprende así y no se preocupa gran cosa de organizar un buen servicio de bomberos ¿Para qué apagar la gran hoguera devoradora, si entre sus llamas va a transformarse mágicamente la ciudad? En la actualidad los incendios son menos temibles y menos frecuentes, gracias a las construcciones modernas, pues son contados los barrios de construcciones de madera. Constantinopla, como decía el escritor italiano Edmundo de Amicis, es una ciudad extraordinaria. Viviendo en ella, se puede encender el cigarrillo en Europa y marcharse a Asia para arrojar las cenizas, se puede hacer el almuerzo en un restaurante europeo y digerirlo en Asia tomando café. Los hombres han dividido la Tierra en continentes y el tiempo en estaciones, pero esta división es exclusivamente legal, porque ni florecen las rosas de la primavera en cuanto el calendario marca el fin del invierno, ni florecen tampoco las flores de la civilización allí en donde una frontera separa a la Europa de Asia o del África. Lo mismo ocurre cuando sales de Europa para entrar en
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Paseando por Estambul puede apreciarse como poco a poco las turcas han dejado de estar protegidas contra las miradas codiciosas por los tupidos velos que las cubrían.
Asia. El Bósforo es un canal y no un océano que separa dos continentes pero no dos civilizaciones. Su ribera europea está tan influida por Asia como su ribera asiática está influida por Europa. La civilización no se detiene de pronto, la barbarie tampoco. Allí donde ambas convergen, se entremezclan en un espacio muy superior a la anchura del hermoso Bósforo. Lo que no probé en ninguno de mis viajes a Turquía fue la religión del agua. El baño para los turcos tiene un carácter sagrado. Antes de hacer sus oraciones los turcos deben lavarse la cara, las manos y las pies. El turco más humilde se lava los pies tres veces al día. Afortunadamente, la Constitución no les ha puesto aún contadores para el agua. Y ante esta pulcritud hay que reírse un poco de la civilización. Los hombres que se sienten por más civilizados —los de las grandes ciudades— se burlan de la suciedad de los otros con la frase de aquel que, para ponderar el desaseo de un amigo suyo, decía: “Es tan guaro, que entre los dedos de las manos tiene una especie de musgo, que todos tenemos entre los dedos de los pies”. Esa “especie de musgo” lo hemos dejado crecer nosotros, los españoles, en las ruinas de nuestros magníficos baños árabes, y lo han dejado crecer también los italianos y griegos entre las piedras de sus viejas termas. Después hemos construido casas con cuartos de baño y hemos creído inventar la higiene.
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No, no probé los famosos baños turcos, ni yo ni los otros cinco amigos que juntos realizamos este viaje por la vieja Constantinopla. Para disfrutar visualmente de Estambul, una vez se han saboreado los típicos barrios y sus mezquitas, palacios, ruinas…, hay que viajar fuera de la ciudad para contemplar desde lejos su encanto y belleza, es curioso como una de las excursiones predilectas de los habitantes de Estambul es la de marcharse a ver Estambul. Las cúpulas, los mástiles, la torres, los minaretes, las medialunas plateadas de las banderas constelando el cielo… Esto es la vieja Constantinopla, y evidentemente para verlo hay que salir de Constantinopla. El cuadro admirable exige una perspectiva de cinco o seis kilómetros por lo menos. Y al final, el viaje a Estambul, la vieja Constantinopla no comienza a ser extraordinario hasta que regresas a casa, cuando te reúnes de nuevo con los amigos y te interrogan, es cuando empieza la parte verdaderamente interesante del viaje. ¿Qué tal por ese país exótico en el Lejano Oriente? No, queridos amigos, no vengo de ningún país exótico ni lejano, ni está tampoco en el Oriente. El Oriente es una superstición de Occidente, así como la izquierda es una superstición de la derecha. Y, en todo caso, si yo vengo del Lejano Oriente, mis amigos deberían de consolarse pensando que se han quedo en el lejano Occidente. Porque para que el Oriente sea Lejano Oriente, es preciso que el Occidente sea Lejano Occidente. Ninguna cosa es tan lejana por si sola, y, ya en el Oriente, el encanto de la lejanía deja de existir para el viajero. Constantinopla, no es oriental ni está lejana más que desde fuera, no se puede decir que hemos estado en un país lejano, oriental, ni exótico, porque allí no me lo hubiera creído nadie, pues lo que cree la gente allí es que el país exótico y lejano es la España. ¡Lejana la España¡ ¡Exótica la España¡ Eso les pasa siempre a los que no han buscado la perspectiva de España. Tienen la idea de un Oriente Lejano y creen que esta idea se puede verificar. Cuando se viaja por el mundo, en ese aspecto, el desencanto puede ser terrible: “Viajar es el más triste de todos los placeres”.
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Sandra Rodríguez Creo que cuando el escritor ruso Vladimir Nabokov escribió su novela más conocida, Lolita, al margen de la trama de su historia se tuvo que imaginar una belleza como la de Sandra Rodríguez. Como dice la canción de Rubén Blades, “La vida te da sorpresas, sorpresas te la vida”, pues a Sandra la primera vez que la vi fue en la red fotógrafos de moda “Fotoplatino”. A primera vista me pareció que era una chica ideal para el tipo de fotos que yo estoy haciendo, nos podíamos entender y promocionarnos al unísono. Los días se fueron sucediendo y Sandra no contestaba a mi solicitud de contacto para establecer una sesión fotográfica. ¿Por qué lo de “sorpresas te da la vida…”? Pues resulta que una señora se pone en contacto conmigo a través de la red social “Facebook”, me comenta que había estado viendo mis trabajos y que le habían gustado mucho y que eran muy adecuados al tipo de fotografía que le estaban realizando a su hija, así que me preguntó si estaría interesado en hacer un book a su hija, pues si llegara a aceptar estaba segura que le daría una gran alegría a su hija y a ella misma. Cuán grande sería mi sorpresa cuando vi que se trataba de la misma persona con la que yo había intentado conectar a través de “Fotoplatino”, se trataba de la misma modelo con carita de niña dulce, y fue cuando me acordé del escritor ruso y lo que debió de tener en la cabeza cuando creó la belleza de su personaje Lolita, salvando las distancias, pues el término “lolita” se ha popularizado para referirse a preadolescentes consideradas muy seductoras, especialmente si son menores de edad, y nunca más lejos de la realidad, pues Sandra es toda una mujer, que conserva la belleza virginal de una niña, todo es belleza y dulzura. Lo pude descubrir después de aceptar la sugerencia de su madre. Cómo no iba a aceptar, si lo llevaba persiguiendo… Así pues contactamos y su madre me dio una serie de sugerencias e ideas de cara a la sesión fotográfica; estábamos en otoño, así que me sugirió que para esta sesión utilizáramos ropa de esta estación del año. Quedamos para la siguiente semana, pero la vida me siguió dando sorpresas, en esta ocasión con cierto disgusto y estupefacción, pues a mi esposa le sobrevino un “infarto”, y esta maldita palabra no es la que a veces usamos coloquialmente para indicar algo vibrante y emocionante, como el día que recibí la
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noticia de la madre de Sandra, y descubrí que era la misma chica que anhelaba fotografiar. ¡No! No era ese tipo de infarto, era un aviso del “infarto de miocardio”. Así que, tuve que dejar aparcada la fotografía durante un tiempo, para ayudar en las labores de la casa; gracias a Dios, mi esposa se fue recuperando poco a poco y hoy podemos decir que todo quedó en un susto, que evidentemente tomamos como un aviso, pues en esos avíos del corazón infortunadamente tengo cierta experiencia, pero ese es otro tema que no viene ahora al caso. Quiero aprovechar desde estas páginas para agradecer a la madre de Sandra (porque estoy seguro que lo leerá) su consideración y amabilidad, pues durante este tiempo estuvo pendiente de la evolución de la salud de mi esposa Paqui. Afortunadamente superado este contratiempo en la salud de Paquí, llegó el día esperado, la sesión de fotos con Sandra Rodríguez. Me quedé absorto y boquiabierto al contemplar su belleza, las fotos que había visto anteriormente de ella no hacían justicia, y pongo en duda que las mías lo hagan, pues se trata de una belleza y un encanto que con las palabras no soy capaz de describir, y que la luz de la escritura corre el riesgo de eclipsarse y no tener equidad entre lo que registra y nuestros ojos ven. Ha sido para mi una gran experiencia, conectamos, nos sumergimos en la complicidad fotográfica, fue una verdadera delectación trabajar con este monumento de modelo metido en un etéreo cuerpo lozano. Cuando uno se dirige a realizar una sesión fotográfica, piensa que para crear un retrato magnifico hacen falta cientos de focos de estudio, pero es que con la luz de mi Cádiz y la que desprende la hermosura de Sandra no hace falta ninguno. Como los dos nos apellidamos “Rodríguez” desde entonces le llamo “prima chica”, y a Estrella, que es como se llama su madre, le digo “prima”, para que todo quede en familia.
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Desaparecida Había tenido una mañana razonablemente tranquila, sin más agobios que los de cualquier otro jueves con el mercadillo a pleno rendimiento, cuando sonó el teléfono y, desde el otro lado, un hombre nervioso comenzó a explicarme que su mujer había venido el día antes hasta el pueblo y que desde entonces no sabía nada de ella. Le pedí que se tranquilizara y que me diera todos los detalles y, sobre todo, las razones por las que suponía que había desaparecido en nuestro pueblo, pues de aquí a Madrid, desde donde me llamaba, median más de doscientos kilómetros. Al parecer, según fui deduciendo de su discurso atropellado, su mujer, una decoradora famosa que había sido requerida por alguien de este pueblo para decorar una casa de campo que estaban reformando, había venido el día antes en el autobús de la mañana, pensando regresar en el de la tarde, pero aún no había aparecido en su casa y por las gestiones que él mismo había hecho en la compañía de autobuses no había tomado el autobús en nuestro pueblo. Le pedí que se tranquilizara y que me diera todos los detalles posibles sobre la persona cuya casa había venido a ver, pero él sólo pudo añadir que se trataba de una condesa o marquesa o algo así, tampoco —me confesó— le había prestado excesiva atención a su esposa cuando le dio detalles de un viaje a este pueblo cuyo nombre pudo saber mirando en la agenda de ella. —¿Le suena el nombre de Condesa de la Calzada? —No —me contestó dubitativo. —No se preocupe, lo averiguaremos. En este pueblo no tenemos policía municipal y la guardia civil tiene su cuartel a quince kilómetros, pero somos menos de doscientos vecinos y nos conocemos todos. No será difícil que alguien la haya visto. Al otro lado el hombre pareció comenzar a respirar. Mientras me decía que en ese momento cogía el coche y se ponía en camino, acerté a pedirle que se trajera una fotografía en la que se viera bien a su mujer. Colgué y marqué el teléfono de la Condesa de la Calzada que efectivamente me confirmó que el día anterior había recibido la visita de la famosa decoradora, que habían pasado un par de horas juntas, viendo y fotografiando la casa y comentando las reformas que pensaba acometer. Ella misma había ido a recogerla al pueblo a la llegada del autobús de Madrid y, una vez terminada la inspección de su casa, le había pedido un taxi que la llevara de regreso al pueblo. Aquella, pensé, era una buena pista. Así que cerré el despacho y salí del Ayuntamiento directamente a la plaza, donde solían parar los dos únicos taxis del pueblo cuando no estaban ocupados. En aquellos momentos estaba únicamente el de Herminio, que respondió a mis preguntas sin dudarlo: el día anterior había ido hasta El Torreón, la finca de la Condesa de la Calzada, y había traído a la madrileña hasta el pueblo; la dejó en la misma plaza del Ayuntamiento y la vio entrar en el Bar de Ginés. Serían las dos y media de la tarde y por el camino había comentado que pensaba regresar a Madrid en el autobús de las tres. Herminio suponía que había entrado al bar a tomar un bocadillo o cualquier otra cosa mientras esperaba.
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Todo comenzaba a encajar. Sin embargo, Ginés negó que la mujer hubiera entrado en el bar, porque a esa hora lo tenía cerrado. Había tenido que salir minutos después de las dos para recoger a su suegra a la que había llevado por la mañana a la consulta del dentista en Talavera y no había regresado hasta pasadas las cuatro. Le insistí en que Herminio había visto a la mujer entrar en su bar, el único que había en la plaza, pero estaba tan seguro y me dio tantos detalles que parecía incontrovertible. Apuré la cerveza que había ido tomando mientras hablábamos y volví a salir a la plaza, pero Herminio ya no estaba. En la esquina del banco estaba Flora, la vendedora de cupón, una chica con escoliosis congénita que en los últimos años había repartido varios premios entre el vecindario y en los pueblos vecinos. Me recibió con su habitual sonrisa y, cuando le expuse el asunto de la decoradora, me miró extrañada y me dijo que ni había visto al taxi llegar con nadie ni por supuesto a la mujer entrar en el bar de Ginés. Es más, estaba casi segura de que el taxi de Herminio no se había movido en toda la mañana de la plaza. Durante algo más de una hora hablé con unos y con otros, subí al despacho, hice algunas llamadas. Pero nada, nadie podía darme una pista segura. Algunos decían haber visto a la decoradora, otros tenían una ligera idea de su paso por la plaza, había incluso quien se había fijado en su estilo atildado, con un fular color miel poco frecuente en el pueblo, pero nadie la había visto poco antes de las tres de la tarde, ni en el bar de Ginés ni en ningún otro lugar del pueblo. Cuando estaban a punto de dar las dos y media recibí un par de llamadas que me pusieron más nervioso de lo que ya estaba: una radio de Madrid y una televisión local me preguntaban sobre el caso. Y no supe qué decir: reconocer que alguien se había perdido en el pueblo podía ser una mala publicidad, pero inventarme otra historia aún podía ser peor. Así que les emplacé a que me llamaran en una hora, a ver si mientras se averiguaba algo y podía darles detalles concretos, y para mis adentros maldije a quien hubiera divulgado la noticia. Mientras buscaba salidas lógicas a algo que no lo era llegó a la plaza un cochazo del que se bajó un hombre que supuse era el marido de la desaparecida. Alto, fibroso, acostumbrado quizás a situaciones límite, miró a un lado y a otro y se acercó a mí que en aquellos momentos salía del Ayuntamiento. Nos saludamos, me presenté y le invité a entrar en el bar de Ginés, a esa hora lleno de gente. Pedimos un par de consumiciones y le puse al tanto de mis gestiones y de la imposibilidad de encontrar una pista segura. Me miró con cara de incrédulo, al borde las lágrimas, y aunque seguramente entendía tan poco como yo lo que le estaba pasando, me comentó la posibilidad de poner un anuncio en el periódico, pero le dije que era inútil: en este pueblo, en el que no hay kiosko ni falta que hace, y en el que sólo se recibe un ejemplar en el Ayuntamiento, pagar un anuncio sería totalmente improcedente. Se puso entonces a hablar de carteles cuando se hizo el silencio en el bar: desde un rincón, la televisión estaba dando la noticia de la decoradora desaparecida. La voz del locutor comentaba el suceso teniendo como fondo la imagen de un rostro de mujer que supuse era el de la esposa de quien tenía enfrente, que había clavado los ojos en aquella pantalla y no los apartó hasta que el silencio del bar se convirtió en un murmullo de asombro: en la puerta apareció la propia decoradora con su fular color miel, llevando en su mano izquierda un bolso color burdeos y mirando a todos lados, como buscando un lugar en el que no extrañara una mujer en un bar de hombres. Cuando vio a su marido, vino hasta nuestra mesa con cara de asombro. Y cuando, tras un fuerte abrazo entre ambos, le hablamos de su desaparición y de que hasta la televisión se había hecho eco de la misma como había podido ver al entrar, su desconcierto y confusión dejaron paso a una suerte de irritación que tenía mucho de sorpresa y sobre todo de impotencia cuando se dio cuenta de que todos los hombres del bar estaban pendientes de nosotros. Sus primeras palabras sonaron como un mazazo en aquel momento de silencio:
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—Pero ¿quién ha desaparecido? Porque a mi aquí me tenéis como estaba previsto. Acabo de salir de la casa de la Condesa de la Calzada y había pensado tomarme una cerveza y si puede ser un bocadillo antes de coger el autobús de las tres. Como estaba previsto, ¿no? —dijo clavando la mirada en su marido, como buscando su colaboración—. No entiendo a santo de qué se ha armado este jaleo. Luego se levantó decidida, se acercó a la barra, pidió una cerveza y volvió a sentarse con nosotros que le puntualizamos que todo lo que contaba llegaba con un día de retraso y le explicamos lo que para ella, como para nosotros, a qué engañarse, era inexplicable. Miró a su marido con abatimiento, como si le pesaran los párpados y le costara mantener los ojos abiertos, y comentó algo sobre el cansancio de un día intenso. Los hombres del bar se habían ido acercando poco a poco a nuestra mesa y nos miraban como buscando una explicación que ni nosotros teníamos ni el calendario —más allá de sus pliegues más ocultos— podían darnos. Fuera, en la plaza, seguía aparcado el taxi de Herminio con su conductor dentro rellenando el sudoku de un periódico atrasado que seguramente se había dejado olvidado uno de sus pasajeros ajeno al paso de los días y a las trampas de la memoria.
F.T.
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Las botas viejas Cada vez que abro la puerta del zapatero oigo los suspiros que se escapan de las punteras de mis botines. Hace tres inviernos ya pensé en retirarlos, pero de momento siguen ahí, con su boca abierta y la piel cuarteada. Este último invierno, que fue poco lluvioso, pude calzarlos sin mojarme los pies. Cuando empezaron a envejecer, recuerdo haber sentido vergüenza ante ese tipo de personas altivas, que lo primero que miran son los zapatos. Yo tuve una amiga que era así. En una fracción de segundo hacía el análisis de un recién llegado sin haberle visto los ojos. A ella le gustaban los de estilo clásico, de piel lisa y brillante como espejos donde se multiplican los billetes. Llevar zapatos nuevos y de calidad, a su juicio era algo tan valioso que me llenaba de dudas. Ahora ya no las tengo. No temo sus reproches, ni su rechazo por calzar botines rotos. Camino orgullosa. Conozco sus rumores y entiendo la verdad del chapoteo que producen a cada paso en los días de lluvia. Los botines llegaron a mi vida hace veinticinco años. Grandes, generosos. Un número más de talla permitió acomodo a una deformidad creciente de mi pie. Eran altos hasta el tobillo y sin tacón. Como único adorno tenían el trenzado largo de unos cordones que subían más allá del empeine. Mi vida anterior se había conducido sobre zapatos de hacer entrevistas; de ir y venir, y estar en un despacho del que casi nunca salía. Un día mis amigas me sacaron a empujones, y me llevaron de tiendas para vestir mi tiempo de ocio. De la calle de las zapaterías salí caminando sobre unas botas marrones, suaves como un bebe. Con ellas descubrí los fines de semana, y el encanto de los pueblos y las ciudades de alrededor. Las hojas anaranjadas crujían al pisar y efímeros rayos de sol descendían oblicuos hasta nuestro café en la terraza del bar, bajo los soportales. Mis amigas se fueron y los botines volvieron a su caja. Cada vez que los intentaba calzar, me oprimían desalentadores. Su aspecto era saludable. Limpios y sonrientes sobre los pernos. Llenos de andanzas. Cuanto más pasaba el tiempo, más daño me hacían, pero no podía afrontar la idea de regalarlos. Ansiaba sentir de nuevo el latido de sus huellas en otras exploraciones. Por fin me operaron. Cuando el pie se deshinchó y recuperó una anatomía de líneas amables, la bota se adaptó como una caricia. Inseparables, año tras año, hemos recorrido la ciudad desde la caída de las hojas hasta la llegada de los primeros calores. Y ahora esos suspiros. Algún día tendré que envolverlos en el plástico negro.
Gloria Soriano
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La segunda carta Lo primero que sintió al recobrar la conciencia fue un agudo dolor en la espalda y la sensación de caer en un pozo profundo sin tener siquiera un terrón de tierra del cual sostenerse. El terror la estaba ahogando. Sus ojos recorrieron la extensión del cielorraso y la bujía desnuda que colgaba como un péndulo siniestro sobre su cabeza. El sol desgarraba las raídas cortinas y se volcaba geométrico sobre el parquet. El papel y el sobre habían caído a unos centímetros de su pierna izquierda. Las palabras bailaban grotescas en su memoria. Aquella segunda carta era la estocada final a su destino signado de muerte y locura. La vida que le quedaba por delante se le ofrecía estéril de sentido, como un asfalto caliente y desolado sin fin posible. Recordó aquella tarde, tan solo tres días atrás, cuando el dolor reventó pleno en su vientre y en su garganta. La carta de letra desconocida con los sellos oficiales de la prisión le quemaba las palmas y una gasa sucia le veló el alma cuando la leyó. La muerte de Esteban había cortado el último hilo que la unía a la decencia. Ya nada volvería a ser igual. Había tratado de separar el dolor físico de su mente. El de su espíritu era imposible. Comprendió de golpe cuánto había sentido su partida cuatro años atrás, cuando sólo alcanzaba a entender la violencia de la separación, la bronca, la impotencia. El odio. Recordó las lágrimas de Gabriela, las suyas mezcladas, el sabor agrio y cortante que ahora volvía a sentir y sabía fluiría eternamente, externo o interno, no importaba. El llanto también había arrastrado las últimas horas del día. Andrade, aquel hombrecito insignificante que vivía en un depósito mugriento y destartalado tras los silos del Puerto, era el único culpable del suicidio de Esteban y de la necesidad de enviar a Gabriela a Santa Cruz, junto a sus padres. Ese ser melindroso y avaro de anteojos gruesos de carey, el vientre abultado y los ojos esquivos de pajarraco. La sonrisita falsa, los ademanes zalameros. Andrade, Felicián, ahora único dueño de la aceitera donde habían trabajado Esteban y Andrés. Tres socios y un crimen. Andrade, el verdadero asesino, el que había enviado injustamente a la cárcel a Esteban y la había sumido a ella en la
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esclavitud del odio. Felicián es el asesino de Andrés, le había jurado su esposo. La noche después la policía se lo llevó. Luego el juicio y la reclusión en Batán. Jamás lo volvió a ver. Fueron muchas las veces que lo intentó, incontables, pero Esteban siempre se negó; hasta aquella tarde polvorienta que atravesó con los ojos secos las altas rejas para nunca más regresar. Y llegó la primera carta y fue esa misma tarde cuando concibió el plan, ya nada más le quedaba, sólo vengar la muerte de Esteban. Hacía dos semanas se había hecho pública la suspensión de diez empleados de la aceitera por sospecha de robos reiterados. Éstos lograron fugarse antes que la Policía pudiese tomarles declaración. Desde ese momento Andrade había sufrido una serie de llamadas telefónicas en las cuales lo amenazaban de muerte. Ella sabía que eso no era más que una suerte de comedia para Andrade, una especie de promoción para su empresa. Pero pensaba utilizar el hecho a su favor. Luego pasó todo tan rápido, que ahora leyendo la segunda carta no le parecía real. ¡Que poco le había durado la satisfacción del deber cumplido! ¡Que ruin e inmoral se veía todo! El asombro inexplicable de Andrade sosteniéndose el pecho ensangrentado, mirándola con esos ojillos ya medio muertos, cayéndose hacia atrás, el rostro blanco, la boca azul, la saliva espesa, la sangre en las manos… Ella, sí, ella viéndose a sí misma con el arma que había pertenecido a su padre y permaneció tanto tiempo guardada, latente en el escritorio esperando el momento. Ese mismo momento. La llamada por teléfono, la cita en su despacho a una hora tardía, cuando en la fábrica sólo había un mínimo de movimiento, aduciendo ser una probable cliente de una pequeña compañía aceitera del sur. La incertidumbre y luego la desconfianza reflejada en el rostro de Andrade cuando la reconoció; y el terror y el espasmo asomando sudoroso por su piel lampiña al ver el arma, transfiguró su sonrisa en una mueca oscura. El grito cobarde antes del disparo fatal. La primera plana en los diarios. La acusación de asesinato en términos indirectos dirigiéndose a los hombres acusados de robo: “se han encontrado pistas que podríamos señalar nos encauzan en la línea de los ex empleados de refinería”, señalaba un subtítulo… “Se ha logrado detener dos presuntos colaboradores en el hecho”, declaraba otro. Para la Policía el caso no cerraba. Ni cerraría nunca. Ella había sido cuidadosa. Nadie jamás pensaría en su persona. Su amado Esteban descansaría en paz. El arma reposaba fría sobre su falda. Una bala en la sien será suficiente, pensó mientras la levantaba y sentía todo el peso de sus veintiocho años, de su culpa reposar en la superficie pulida. Sería como descargar mi cobardía, reiniciaría el círculo que Esteban cerró. ¡No! gritó desde el fondo de su ser, él mismo me lo pide. Quizás haya un fin decente. Quizás… Esa misma tarde, mientras la ciudad dormía su angustia, se entregó. En su habitación oscura y húmeda quedó aquella segunda carta, que debió ser la primera, pero que por esas vueltas del destino, no había sido así. El sol rompía furioso su luz sobre las últimas palabras de Esteban declarándole su culpabilidad.
Viviana A. Genta
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Madre単eros de Bezanes
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El mundo de las madreñas No es posible separar Asturias de la madreña: las tradiciones, la indumentaria, los documentos gráficos, las alusiones humorísticas y la memoria aún reciente de sus habitantes lo atestiguan. Tuvo el concejo casín una actividad que durante décadas sustentó la economía de muchas familias. Se trataba de la fabricación de unos zapatos de madera llamados madreñas. Familias enteras complementaban su subsistencia con la manufactura de este singular calzado. En las brañas donde apacentaban sus rebaños no faltaba el banco llamado taladrera, donde con una gran habilidad daban forma a los trozos de madera que de forma casi milagrosa acababan convirtiendo en unos estupendos zuecos o madreñas. La madreña se puede definir como un calzado hecho enteramente de una sola pieza de madera, que presenta, a diferencia del zueco, un tacón bien marcado y dos tacos delanteros en la suela. Diríamos que hubo épocas donde llegaron a trabajar cerca de mil artesanos en esta actividad. Prácticamente en todas las casas se elaboraban, y el ruido incesante de azuelas y formones era lo mas común en la aldea o la majada. La madreña representa el último estadio evolutivo de la familia del calzado de madera, que se extiende por amplias zonas de la Europa latina y germánica. La diversidad tipológica parece confirmar que la cordillera Astur-cantábrica ha sido el núcleo de difusión de este calzado. Las frecuentes lluvias que propician las «caleyas» embarradas en el medio rural, la existencia de «llamargas» o prados anegados y una escarpada orografía, con abundancia de bosques, que suministran la madera necesaria para su fabricación, son factores que unidos a la tradición cultural han influido en la extraordinaria acogida que ha encontrado la madreña en Asturias y regiones limítrofes. Hubo tiempos donde la provisión de madera de los bosques casinos estuvo muy vigilada por guardias forestales, para frenar el corte indiscriminado de árboles, y que los vecinos eludían mediante sagaces maniobras, llegando a elaborarlas en las entrañas de los bosques para en caso de apuro, poder escapar de la vigilancia de los guardias.
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La madreña se puede definir como un calzado hecho enteramente de una sola pieza de madera, que presenta, a diferencia del zueco, un tacón bien marcado y dos tacos delanteros en la suela.
Su venta se realizaba en los mercados de Laviana y Oviedo, donde testimonios gráficos así nos lo muestran. Cantidades ingentes de madreñas se apilaban en los soportales de las principales ferias, y su venta era realmente importante. León y Galicia copaban gran parte de dicha producción, aunque esta última tenía sus propios artesanos, pues las madreñas gallegas se diferenciaban bastante de las nuestras. El oficio de madreñero se compatibilizaba con las labores del campo y raramente se convertía en una actividad en exclusiva. Como dijimos al principio era un complemento, aunque de bastante relevancia, pues toda la producción era de fácil venta, y periódicamente subían comerciantes que primero en caballerías y luego con medios mecánicos, recorrían los pueblos comprando de forma directa a los productores. La madreña tradicional es la «de escarpín», así denominada por calzarse con este tipo ancestral de pantufla, hecha de sayal abatanado. Es una madreña robusta y cerrada de boca, la más antigua cronológicamente y representa en
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sus diferentes variantes los prototipos de las diferentes zonas, que han ido desapareciendo al mismo tiempo que el escarpín. La madreña «de zapatilla» es el tipo utilizado en la actualidad, tras haber perdido las características formas y decoración de antaño. Como su nombre indica, se calza con zapatillas comerciales de suela de goma. Hoy todavía se puede comprar este calzado en algunos sitios del concejo, aunque cada vez más escasos. No ha perdido ninguna de sus utilidades, como el aislamiento del suelo y la robustez, pero ha quedado arrinconada a favor de otros calzados más de moda, pero con una diferencia de precio considerable. Poquísimos son los artesanos que se siguen dedicando de forma exclusiva a fabricarlas, casi podríamos contar con los dedos de la mano y posiblemente nos sobraran. Hoy existen maquinas que las construyen con mucha rapidez, y solo queda, como último vestigio de antaño, darles el acabado final y la talla que las decora. Lejos quedaron aquellas escenas donde generalmente las mujeres campesinas pasaban por el humo vegetal las maderas vírgenes para que de allí salieran ennegrecidas, porque en aquellos lejanos tiempos desde luego lo que no había era barnices. Hoy, en el pueblo de Beneros, cerca de la capital del concejo, existe un museo digno de contemplarse dedicado al mundo de la madreña y los madreñeros. En él se pueden ver ejemplares de muchos siglos atrás, junto a otras más recientes. En una de las fotos podemos ver a Braulio, uno de los últimos madreñeros de Casu, en plena faena. Desgraciadamente ya no está con nosotros. Vaya este escrito en homenaje a todos ellos.
Monchu Calvo
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Inmersión a los Meros En un artículo anterior comenté una inmersión que se realiza en Calabardina (Águilas, Murcia) que es “La Joya de la Corona”, tanto para iniciarse en la práctica del submarinismo, como para los ya iniciados y con experiencia, que pueden disfrutar tranquilamente haciendo fotos sin necesidad de sumergirse muchos metros. En esta ocasión, comentaré un tipo de inmersión que se denomina genéricamente “inmersión profunda” ya que se sobrepasan los 25 metros de profundidad y requiere algo más de experiencia en este deporte. En la práctica del buceo es necesario controlar una serie de elementos propios del equipo de buceo: manómetro, profundimetro (actualmente estos controles se realizan mediante un ordenador de buceo que se lleva en la muñeca),chaleco hidrostático, linterna, llamador, control del aire de la botella, cinturón de plomos… Si a esto le añadimos un equipo de fotografía que dependiendo de su volumen puede ser más o menos incomodo de transportar, hace que las tareas de control durante la inmersión sean algo más complicadas ya que hay que dedicar la atención también en la elección de la configuración de la cámara para la toma de fotografías: composición, encuadre, luz, flash…etc. El mundo de la fotografía subacuática no difiere tanto de la fotografía convencional o de superficie en cuanto a los encuadres y estilos. Podemos hacer, con ciertas limitaciones, fotografía de paisaje, retrato, macro, etc…, utilizando las técnicas correctas y disponiendo de equipo mínimo adecuado. En el mundo submarino existen varias leyes físicas que nos afectan a nosotros y a nuestro equipo, pero las principales a tener en cuenta para la práctica de la fotografía son: Principio de Arquímedes (que afecta a la flotabilidad, lo que dificulta la estabilidad del fotógrafo en el momento de hacer la fotografía), la visión subacuática (varía en distancia y tamaño, 1/3 más grande y 1/4 más cerca ), la falta de luz y la pérdida de colores. La inmersión de Los Meros es una de las inmersiones profundas (entre 30 y 39 metros) que se realiza en esta zona. El nombre es debido a que en este punto hay un gran número de meros de gran tamaño, aunque también podemos ver congrios y morenas de considerable tamaño, barracudas, etc. En este punto existen varios pecios (barcos hundidos) a un lado y otro de una línea rocosa que se encuentra a una profundidad de 20 metros, que divide dos zonas de gran profundidad en los que se refugian los animales y es verdadero placer visitarlos buscando esa fotografía que te alegra el día, que no siempre se consigue, pero igualmente se disfruta de la inmersión.
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Como es preceptivo, el responsable del centro de buceo, Diego Martínez configura los grupos (salvo alguna excepción puntual, mi grupo siempre está compuesto por los miembros que ya comenté anteriormente) que van a realizar la inmersión y da las instrucciones necesarias a los jefes de grupo para realizarla con las máximas garantías de seguridad y éxito. Como de costumbre nos dirigimos a los barcos que nos trasladarán con los equipos comprobados y listos. El barco en superficie nunca se queda solo durante la inmersión, siempre se queda el patrón por si hubiera algún contratiempo o abandono antes de tiempo poder asistir a los buzos. La dificultad en esta inmersión para la fotografía es que apenas existen puntos de apoyo y si sumamos la movilidad de los sujetos, es el motivo por el que hay que controlar mucho la flotabilidad y configurar la cámara para disparos con alta velocidad de obturación y la apertura de diafragma adecuada cuando se dispara sin flash o iluminar con focos y/o flash. En algunas ocasiones, los meros suben a “recibirnos” cuando nos encontramos a unos 20 metros de profundidad y nos acompañan durante la inmersión; es tal la impresión que hace que durante unos momentos te olvides de todo, de la cámara de los controles… y te dediques a observarlos y disfrutar de unas sensaciones muy difíciles de describir cuando únicamente oyes el sonido de tu propia respiración en un entorno monocolor (azul) rodeado de estos habitantes de los fondos marinos y sintiéndote observado y vigilado en todos tus movimientos por lentos que estos sean. El problema de estas inmersiones es que, debido a la profundidad, el tiempo de inmersión se reduce considerablemente, y no sobrepasa normalmente de 25-30 minutos en el fondo y sumando el tiempo de bajada y el de descompresión, no suele sobrepasar de 45 o 50 minutos, es por lo que hay que aprovechar el tiempo al máximo. Pasados los primeros momentos de fascinación y adaptación a la profundidad, es cuando decido comenzar los intentos de tomar instantáneas de estos “amigos” no sin guardar las debidas precauciones pues aunque aparentemente no son agresivos con nosotros, no dejan de ser animales salvajes que están en su medio y alguno podría sentirse agredido.
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Las fotografías que ilustran este artículo corresponden a dos inmersiones realizadas en el mismo punto. En la foto del mero en azul, y aprovechando que un compañero le ha distraído aunque éste no deja de vigilarme atentamente, está tomada sin flash y esta es la visión de color que vemos normalmente en el fondo. En la siguiente fotografía, disparo con flash y se puede apreciar el color. En la fotografía de un mero y una morena…casualidad!!! Se coló la morena que también quería salir en la foto con el consiguiente susto. Dimos un paseo por la zona en la que pude fotografiar un congrio, una tembladera en un covacho, que parecía estar esperando descendencia, una especie de coral que se llama “mano de muerto” y en el ascenso a superficie como colofón, nos encontramos con un banco de barracudas y un pez Luna….
Antonio Martínez
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Claustro del convento de San Antonio, hoy Hotel Izรกn
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Trujillo renacentista “Dimos vista a Trujillo. La masa de sus torres y sus ruinas se recortaba sobre el cielo... Es Trujillo una ciudad abierta, clara, confortable, regularmente bien urbanizada, apacible y que da una cierta sensación de bienestar de hidalgo campesino…”
Por tierras de Portugal y España. M. de Unamuno Me llamo Juan y fui rey de Castilla1 y León hace más de 600 años. Casé en segundas nupcias con Isabel de Portugal con la que tuve a mi hija Isabel de Castilla. Cuando llegó mi hora lamenté no haber podido ser dueño de mi destino y mis últimas palabras fueron en este sentido: “Nasciera yo hijo de un labrador e fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla”. Pesaba sobre mi conciencia la ejecución de mi querido condestable Álvaro de Luna, que dicté poco antes de mi muerte instigado por los infundios de mi esposa la reina. Mi vocación no eran ni las armas ni los reynos, yo disfrutaba más con la letras, sobre todo las latinas, dándome mucho más a leer libros de filósofos e de poetas; también era feliz honrando a las personas de sciencia y gustaba de la música, tañendo, cantando e trovando; danzaba muy bien e dábame mucho á pasear, cabalgaba pocas veces en mula, prefiriendo de caminar, para lo que traía siempre mi gran bastón en la mano… En 1430 le otorgué a Trujillo el título de ciudad, escindiéndose de la antigua provincia de Salamanca para formar, dos siglos después, lo que hoy se conoce como Extremadura. Fue poblada al poco por personajes que luego se hicieron famosos por sus descubrimientos y conquistas, como Francisco Pizarro (san-
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Personaje y hechos reales. Es resucitado literariamente por el autor de este artículo y sus fotos, Juan Depunto, para que nos guíe como anfitrión por la ciudad de Trujillo.
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guinario, como todos los conquistadores, aniquilador de indios con los que no respetaba su propia palabra), Francisco de Orellana (descubridor del Amazonas y también azote de los indígenas que lo poblaban), Francisco de las Casas (colaborador de Cortés en lo de Méjico), Hernando de Alarcón (dedicado a California), etc., etc. Pero no me quiero entristecer recordando las glorias de unos pocos a costa de la mitad de la humanidad y me centraré en mostraros la que fue la ciudad que como tal reconocí y que me enamoró. Trujillo, como saben, se encuentra en un privilegiado enclave, encima de una gran roca granítica, entre la capital actual de la región, la romana Mérida y sus ciudades más importantes, Cáceres y Badajoz; se encuentra muy cerca del trayecto de la ruta de la Plata que se dirige del sur al norte y en la ruta Madrid-Lisboa, que la atraviesa del este hacia el oeste. Tiene cerca de diez mil ánimas vivientes en estos principios del siglo XXI y muchas otras más en reposo eterno. Por ella pasaron y se quedaron las legiones romanas, llamándola Turgalium, denominación que tras la conquista sarracena pasó a ser Trugallo y de este nombre al actual. En el siglo XII pasó de nuevo a nuestras cristianas manos.
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Plaza Mayor de Trujillo
Cuando el pasado otoño tomé la decisión de darme una vuelta por mi ciudad preferida, opté por hospedarme en el antiguo convento de S. Antonio, del S. XVI, en la plaza del Campillo y embocando la calle del mismo nombre de santo, cercano a la entrada de la ciudad y sin embargo a un paso de su Plaza Mayor. Este convento lo fundaron con franciscanas descalzas, seguidoras de la regla de Santa Clara, y fue arrasado cuando la invasión francesa a comienos del XIX, principio de su decadencia que, finalmente, ocurrió con el Decreto de Desamortización de Mendizábal en la época de Isabel II, borbona que nada tuvo que ver con mi hija. Tras pasar al Estado, fue vendido judicialmente a manos privadas, utilizándose en la guerra civil del 36 como refugio para al final quedar deshabitado y en estado lamentable. A principios del tercer milenio lo reformaron para la cadena Meliá y luego pasó a otras manos, llamándose actualmente hotel Izán. No tiene nada que envidiarle a mis antiguos castillos y palacios hoy convertidos en lugares de hospedaje a los que llaman Paradores. Si el viajero o paseante lo desea, puedo acompañarle a dar una vuelta a los lugares más emblemáticos de la ciudad. Partiremos temprano, pues mucho es
lo que hay de ver y admirar. Saliendo del monasterio en el que me hospedo, tornaremos a la derecha para seguir por la calle del Santo Antonio. Al poco llegaremos a la placeta de S. Miguel, en la que estaba la sinagoga de la ciudad que mi hija, influida sin duda por la pérfida nobleza de la época, entregó a la Iglesia que terminó construyendo un siglo después el Monasterio de Santa Isabel, llamado así en honor de mi heredera, para finalmente pasar a llamarse de S. Miguel. Continuando por la calle a la que da nombre, hacia el centro de la ciudad, atravesaremos la calle de las Tiendas, tras la que desembocaremos en la bellísima Plaza Mayor porticada. En ésta, lo primero que llama la atención es lo espacioso de la misma, su singular irregularidad que le da vida y las notabilísimas edificaciones que en derredor la componen, destacando al fondo y arriba el castillo. Impresiona también la enorme estatua ecuestre, en bronce, que nos muestra un Pizarro engrandecido, con unos adornos en el casco a modo de gigantescos cuernos que lo hacen aún más temible; hay dos estatuas gemelas más, realizadas por el mismo escultor norteamericano, Rumsey, en la Lima del Perú y en Búfalo de los Estados Unidos; esta estatua es del año 29 del siglo XX, cuando se celebró la Exposición Iberoamericana de Sevilla. El edificio más notable, cómo no, es el que perteneció al jinete de la estatua, nombrado Marqués de la Conquista por mi biznieto, Carlos I. De estilo plateresco, se sitúa en el lado suroeste de la plaza y dispone de un fantástico balcón esquinado, frecuente en Extremadura, sobre el que se labra el gigantesco escudo, también en esquina concedido por el Emperador. Su fachada principal está porticada, con balcones enrejados, bustos de la familia y esculturas en sus tejados. Cerrando con este edificio la esquina sur de la plaza, se encuentra el Palacio de Justicia, bello edificio también porticado de estilo renacentista, sede antigua del primitivo Concejo y del Ayuntamiento Viejo. A continuación están las casas de los Chávez. Le siguen, ya en la fachada norte de la plaza, la Casa de las Cadenas, donde se hospedó mi tataranieto Felipe II y por ello con derecho de asilo, simbolizado por la cadena que adintela su portón y le da nombre. A con-
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tinuación hay una serie de casas en cuyos soportales se ubican mesones y lugares de restauración, entre los que se encuentra la Casa de la Troya, famosa por sus aquilatados precios y abundante condumio. El extremo noreste termina en la destacada Iglesia parroquial de S. Martín de Tours, de estilo gótico-renacentista; fue lugar de reuniones del Concejo de la ciudad. Cambiamos de fachada y en su lado este el edificio más importante es el Palacio de los Duques de S. Carlos o de los Vargas-Carvajal, construido sobre una antigua fortaleza visigoda en estilo renacentista-plateresco; fue cedido a la congregación de monjas jerónimas. A continuación hay una serie de casas que cierran este lado de la plaza en cuyos soportales se encuentran restaurantes y terrazas en donde se puede descansar viendo la hermosa perspectiva de la plaza, mientras se toma un aperitivo o se almuerza. Esta asimétrica plaza, como tantas otras de las viejas ciudades, tiene sus orígenes en los mercados que se desarrollaban en ellas. En cada uno de los soportales se ofrecía un producto, conociéndose los lugares como portal de la carne o del pan o de las hortalizas, o de los tejidos, etc. También era la plaza lugar de celebración de espectáculos como corridas de toros, procesiones religiosas, autos sacramentales y ejecuciones públicas pretendidamente ejemplarizantes. Detrás de las fachadas del norte de la plaza sobresale una hermosa torre coronada por una especie de lanza: la Torre del Alfiler, así llamada por ese remate
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A la izquierda, Palacio del Marqués de la Consquista [Francisco Pizarro]. Abajo, soportales de la Plaza Mayot.
que vino a coronar el cimborrio que sustituyó a la almenada torre del homenaje, mandada desmochar por mi hija la Católica para someter a los altivos nobles castellanos; la cúpula está cubierta de bellos azulejos de Talavera y entre ellos se pueden observar los escudos de armas de los Chaves-Orellana. Si ascendemos por este lado norte, alcanzaremos el barrio antiguo, coronado en lo más alto por la alcazaba construida en el siglo IX por los invasores musulmanes. Dispone de múltiples torreones con almenas y cuatro puertas que comunican el castillo con la ciudad a sus pies, siendo la más famosa la de Santiago. Tras la visita a la zona más vieja de la ciudad, bajaremos de nuevo a la Plaza Mayor y saldremos por su esquina noreste, pasando de nuevo frente a la fachada del Palacio de S. Carlos para seguir por la calle García de Paredes y tomando dirección este-sureste dirigirnos al que fue convento de las Concepcionistas, hoy Parador Nacional. Este convento lo fundó una íntima amiga de mi hija, Beatriz de Silva Meneses, que era la dama más bella de su tiempo, tanto que tuve problemas con mi celosa esposa la reina. Aunque por fuera no es un edificio muy llamativo, como siempre lo fueron sus edificaciones precursoras romanas y musulmanas, por dentro es de una belleza singular, especialmente su claustro renacentista con arcos sustentados por columnas toscanas, a donde dan las habitaciones y demás dependencias del Parador. Por hoy me siento agotado, así que regreso a cenar a mi Monasterio de S. Antonio, cuyo claustro es otra de las maravillas de la ciudad, bien reconstruido y convertido en confortable cafetería, dejándoos que mañana hagáis las demás visitas menores a la ciudad sin mi presencia.
Juan Depunto
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Vista nocturna de la Plaza Mayor
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Referencias bibliográficas: 1. Por tierras de Portugal y España de Miguel de Unamuno, 2. Historia de España, de Manuel Tuñón de Lara, 3. http://wikipedia.org/wiki/Juan_II_de_Castilla, 4. Al hilo de la historia, de Leonor Ventura, 5. Trujillo, ciudad y monumentos, de Extremadura Birding. 6. Guías viajar: Extremadura, el gran encanto histórico de la Plaza Mayor de Trujillo, de José Luis Sarralde, 7. Paradores históricos, de F. Ontañón y J. Eslava. 8. Ruta de la Plata, de Francisco Trinidad, revista Luz y Tinta, núm. 16, págs. 48 a 51.
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Fotos, amigos y... precio Según va pasando el tiempo y desde el mundo de la fotografía, vamos conociendo más y más los sentimientos y el cómo son las personas en realidad, a través de sus actos sin conocerlos físicamente y con solo mostrar fotografías al público o también pasa uso privado. Los comentarios que haré a continuación nos pasan a todos. Día festivo y por tanto día de fotografía. Pillamos, lo primero, nuestra cámara, objetivos, trípode, filtros, etc, etc,… y después a nuestros adorables hijos (si tienen menos de 12 años, porque si no hay que llegar a las cinco a casa, para que ellos vayan de hamburguesas con los amigos) y ya por fin y después de dar todas las vueltas por casa, ya cogemos de la mano a nuestra pareja y en el caso de los hombres, preguntamos ¿a dónde vamos hacer fotos? Ellas siempre, siempre, siempre, responden “A donde tú quieras “, y por eso todos los que tenemos cercana la costa marina vamos a la costa, aunque queramos ir a la montaña. Y si no preguntamos y vamos directamente a la montaña, siempre, siempre ocurre unos kilómetros antes de la desviación de montaña/playa, que escuchamos una voz lateral que nos dice “acuérdate que vamos a la costa; ¿o ibas a la montaña? ¡Capaz serías de tirar en la desviación a la montaña hoy que vengo con zapatos¡” Lo dicho. No respondemos (solo apretamos los labios) y ¡halaaaaa, a la costa!, con los barquitos, la arena, las mascotas que nos vienen a oler los pies y los chicles pegados por las aceras y en los bancos donde nos íbamos a sentar todo el día. ¡Que buen día de fotografías¡ Foto del niño apoyado a la barandilla del puerto, después el niño y su madre en la misma barandilla del puerto, luego al primero que pase le preguntamos si nos puede sacar otra foto con la madre y el niño y hasta yo mismo en la barandilla del puerto (con los labios apretados y con ganas de tirar la barandilla al agua). Pero ¿y si lo que vamos a fotografiar es un evento deportivo o social? Pues nos tiramos hacer fotos, y seguramente que grandes fotos, del momento que nos ocupa y que estamos fijados en nuestro punto de mira, y disfrutando del momento ese de “ponte así, ponte asao, ahora todos en grupo, ahora tú sube la pierna y tú la mano, etc, etc” y nos vamos a casa, siempre con un mínimo de 700 fotos. Setecientas fotos que, una vez llegado a casa, hay que procesar, una a una, porque las hemos tirado en Raw.
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Después, ya nos pasa a todos lo mismo, y a nosotros los feos con cámara, también. Vamos con un par de ejemplos: Ejemplo 1.- Oye, “Quillo” (es una forma de llamar a una persona sin decir su nombre, y entonces tods los hombres son Quillo y todas las chicas “Niña”), pásame las fotos donde estoy con mi pareja apoyados en la barandilla. Y ahora empiezan las alabanzas: Quillo, eres el mejor de los fotógrafos, ya lo dice mi parienta que tú el mejor. Ya me lo han dicho en el Gimnasio, qué buen fotógrafo es el Quillo, es el mejor fotógrafo de acción que se conoce. Y entonces, ya les mandamos las fotos en un CD y por correo, como siempre gratis. ¡Total es entre amigos! Porque a partir del regalo de fotos, ya somos amigos.
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Esto nos está pasando a todos, claro. Y el día que no les hagamos fotos o les cobremos el CD, ya empiezan a no ser tan amigos. Ahora nos vamos a trasladar a lo profesional; que es lo que nos está pasando a todos/as, sin excepciones. Ejemplo 2.- De momento, exactamente igual, igual que todo lo del ejemplo 1. Y quien no lo conoce, no sabe, de la cantidad de amigos que tenemos en todos los actos. Bueno, pues hasta llega un momento que nos exigen y : Quillo, hazme una foto con el campeón tal. Quillo, hazme una foto con todo el grupo. Quillo, Quillo, Quillo,… ¿Pero, que ocurre? ¿Cuál es la diferencia con el ejemplo 1? Pues que el Quillo, paga impuestos estatales, es de prensa deportiva o social y cobra por su trabajo. ¡Y ahora viene lo guapo¡ Un mensaje escrito pidiendo las fotos que se hicieron. Contestación: A continuación te paso mi numero de cuenta bancaria, para que hagas el ingreso. En la mayor parte de los casos, silencio total y chismorreos de que el fotógrafo cobra por su trabajo y hace una porquería de fotos y que pretende cobrarlas a precio de oro. Gracias a gracias, la mayoría compran las fotografías y nos comentan que están encantados y que ponen las fotos en pantallas grandes, para verlas en familia o grupos. Suelen seguir comprando, porque saben cómo son las fotografías que hacemos los Moldeadores y que no son las típicas de una foto buena entre 700, si no que de las 700, todas son buenas. Esa es la diferencia. Pero, en mi caso, y sé que hay algunos más y parecidos al mío, ocurre que quienes compran fotos, no las suelen poner en Internet, a pesar de que son ellos mismos quienes están haciendo un buen trabajo de modelos y cualquiera podría estar encantado de enseñarlas. ¿Entonces, qué ocurre cuando ellos quieren enseñar las fotos, pero no las ponen? Sencillamente, y es lo que nos pasa a todos los moldeadores y quienes tengamos fotos que tenemos en exclusiva, y que es de nuestra propiedad y solo
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queremos que sea nuestra y donde quiera que vaya la foto, se vea que es nuestra. Necesitamos una firma que no moleste a la vista del visitante, pero que autentifique nuestra propiedad en cualquier sitio que se coloque. Se necesita una firma con cuerpo, que sea transparente y además personalizada y que, lo más importante, sea fácil de construir. En esta cuestión, “cada maestrillo, tiene su librillo” y habrá muchas maneras y formas, pero si nadie dice nada, no podemos empezar . Una de las formas de firmar con PhotoShop es: Primero busquemos unas letras e iconos que nos gusten, tanto para firma baja en pequeño como para presentarla en medio y a tamaño grande en el centro de la foto. Pondremos una foto que no valga para mucho, por si acaso nos confundimos y la estropeamos; por ejemplo, la de una suegra cualquiera o la del vecino de enfrente, por ejemplo. Escribimos el detalle o nombre y en Edición/ Transformación libre (ajustamos al tamaño deseado). Cada vez que añadimos algo encima de la foto, se crea automáticamente una doble capa. En la zona lateral (normalmente a la derecha por defecto) se crea una zona de paneles, donde entre otros hay una denominada Capas, y clicamos para que se extienda y verla. En la parte de abajo, veremos una inscripción que pone ( FX ), clicamos en ella y veremos entre otras, Opciones de fusión y que si tocamos saldrá otro panel con opciones. En este sitio es donde crearemos nuestra firma personalizada. Lo más fácil es en ESTILOS- contorno y en OPCIONES DE FUSIÓN/ FUSIÓN GENERAL en Modo de Fusión MULTIPLICAR. Ya tenemos una forma de firma. Si queremos seguir construyendo, iremos a opacidad/canales y ahí jugaremos con la diversidad de modos y colores medio transparentes. Si quisiéramos más texturas iríamos a Estilos y jugaríamos con más opciones. Después en Capas / acoplar capas y guardarla con otro nombre, para que no sacrifiquemos nuestra original y la foto de la suegra o del vecino. Los ejemplos que dejo como se puede ver tienen una composición un poco especial, para que se vean los contrastes de la firma, pero estos efectos ya se comentaron en anteriores revistas de Luz y Tinta, aunque voy a recordar alguno brevemente. Poner foto en PhotoShop, desplazar o arrastrar otra (en mi caso es la bandera de Asturias en España) y en el panel de Capas del lateral, MULTIPLICAR. Y se retocan las sombras con la herramienta de subexponer (tiene una forma de mano). ¿Qué pensarían nuestros amigos del Ejemplo 1 si les entregáramos las fotos con nuestra firma más o menos transparente? ¿Seguirían siendo amigos?
Ricardo González “Completu”
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Tina Guti茅rrez en el Teatro de La Laboral, de Gij贸n
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Gala Benéfica con Tina Gutiérrez El día 6 de febrero recibí una llamada muy especial de nuestra querida Tina Gutiérrez, soprano asturiana que compagina su labor artística con la de Directora de la Fundación Cultural Don Pelayo. Ese mismo día tenía una gala benéfica en el teatro Filarmónica y me dijo que si podía ir a hacerle algunas fotografías. Tenía muchas ganas de poder participar en un proyecto así con ella y para mí sería un gran reto fotográfico, así que acepté con gusto. Esta gala era a favor del programa “El Desarrollo Artístico como terapia en el Paciente Oncológico”. Para aquellos que no la conozcan, Tina Gutiérrez ha grabado varios discos: “Lírica asturiana” (1992), “A la marina contigo” (1994), participa en la grabación del disco “Asturias de mis amores” (1995).Desde la fecha al presente ha realizado más de 1000 conciertos, en el Principado de Asturias, Madrid, Galicia, Sevilla, León y Valladolid (pueden enlaces al final para consultar su biografía y las actividades de la Fundación). Llegué una hora antes para ver a qué condiciones de luz me enfrentaría, conocer el teatro y saber si había alguna norma específica que se debiese observar. La iluminación que usarían durante la gala era tenue y sutil, transmitiendo ese ambiente de intimidad y tranquilidad que, conjugado con la voz de Tina, las melodías interpretadas por el Ensemble Fundación don Pelayo y las maestría de la danza de Viengsay Valdés, primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba, no dejarían a ninguno de los asistentes impasibles. El repertorio sería muy variado, temas musicales que iban desde la ópera al pop y actuaciones en las que habría desde actuaciones en solitario como conjuntas de todos los artistas. También quedé con ella en asistir a la Gala que tendría el día 8 de Febrero en el Teatro de La Laboral (situado el La Laboral ciudad de la cultura, antigua Universidad Laboral de Gijón), en la cual el repertorio variaría un poco al tener como invitada a la artista Blanca Romero que interpretaría algunas canciones de su propia autoría.
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En la página anterior, izquierda, Viengsay Valdés interpretando “Carmen”; y derecha, Tina Gutiérrez y Blanca Romero durante su interpretación de “En el Pozo Maria Luisa”; sobre estas líneas, Tina Gutiérrez en el Teatro Filarmónica con el Ensemble Fundación don Pelayo
Según sonaron los primeros acordes ya empecé a notar ese efecto mágico, tranquilizador e hipnótico de la música. Pero eso era solo el principio, ya que cuando la voz de Tina se hizo presente entre ellos perdí la consciencia del mundo que me rodeaba y me dejé llevar por ambos intentando captar ese ambiente con las fotografías que comenzaba a tomar. Luego llegaría el momento de la bailarina de grácil figura deleitándonos con sus evoluciones en el escenario. Entre actuación y actuación, los aplausos y ovaciones llenaban la sala, el repertorio fue excelente y la reacción del público así lo corroboró. En la gala del día 8, con esa impresionante acústica del Teatro de La Laboral, las actuaciones se desarrollaron con el mismo nivel y aceptación por parte del público. Aquí la iluminación fue algo diferente. Se jugó con la luz proyectada sobre el telón de fondo pasando del color negro al azul y al rojo según la actuación. Me causó gran impresión cómo vivía Blanca Romero la interpretación de sus temas acompañando su voz, que le salía de lo más profundo, con sus gestos y expresión corporal. Cuando Tina Gutiérrez y Blanca Romero cantaron a dúo el tema popular “En el pozo María Luisa”, también conocida como “Santa Bárbara Bendita”, fue un gran regalo para los oídos y el corazón. Este día ya jugué con la ventaja de conocer la mayor parte de las actuaciones así que fue más fácil predecir los movimientos y pude trabajar a pie de escenario. La iluminación y la imposibilidad de hacer uso del flash ni ningún tipo de iluminación auxiliar marcaron el desarrollo de toda la sesión fotográfica en ambos días. Otro gran reto fue desde donde sacar las fotos, ya que tenía que pasar desapercibido, en el Teatro Filarmónica todas se sacaron sentado en la
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butaca, estratégicamente seleccionada, pegada justo al pasillo central, lo cual me permitía desplazar el cuerpo a la derecha y así evitar que saliese alguna cabeza de los espectadores de la fila que tenía delante de mí. Todas las fotografías necesitaron recortes posteriores y la corrección de los niveles de ruido generadas por la necesidad de usar valores ISO muy elevados. En La Laboral tuve más libertad de movimiento ya que se demarcó una zona por donde podría moverme con libertad, estando siempre atento a no invadir el espacio visual de los asistentes. La sesión requirió un sobresfuerzo de edición por las condiciones anteriormente dichas, pero mereció la pena a la vista de los resultados. A veces las condiciones de luz y otras limitaciones añadidas nos echan atrás ante la decisión de hacer o no las fotos, pero si arriesgamos y aceptamos ese reto, nos sorprenderemos de los resultados obtenidos.
Juan José Pascual Enlaces de interés http://www.fundacionculturaldonpelayo.es/ http://viengsayvaldes.com/ViengsayValdesDance/Home.html http://www.blancaromero.es/ http://www.sociedadfilarmonica.es/ http://www.laboralciudaddelacultura.com/1/ciudad-de-la-cultura/14/espacios-y-usos/25/teatro-de-la-laboral.html
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Stanley Kubrick
De la fotografía al cine Stanley Kubrick generó a partir de su intimidad –personal y profesional- una leyenda pública indisociable de cada uno de los films que ha realizado a lo largo de toda su carrera y contra los que él mismo desistió siempre combatir. Títulos como 2001, una odisea del espacio, La naranja mecánica, Barry Lyndon, Espartaco, Senderos de Gloria, El Resplandor, o La chaqueta metálica se han convertido, en razón de la exclusividad con la que Kubrick realizaba y explotaba sus productos, en acontecimientos cinematográficos y sociales capaces de generar una verdadera parafernalia, y que los lectores interesados encontrarán mucho mejor desarrollada en el correspondiente apartado filmográfico y del que existen multitud de publicaciones. Por lo tanto, lo que sigue a continuación se refiere únicamente a todo aquello que concierne a su trayectoria biográfica de cineasta y su relación con la fotografía. No es intención hacer aquí un análisis de su obra. Mi intención, al margen de la admiración y contemplación con la que he seguido su obra desde que vi su primera película, 2001, una odisea del espacio y Eyes Wide Shut, la última, es pararme en otros aspectos, desde los orígenes de su juventud, sus grandes aficiones, la fotografía, el ajedrez, la música y la literatura, pues a partir de esas bases se cimentó gran parte de su filmografía, hasta los proyectos no realizados por diversas causas. La obra de un autor no se limita a lo que hizo sino también a lo que quiso y no pudo hacer, configurando así una dimensión global cuyos orígenes, en el caso de Kubrick, se remontan al 26 de julio de 1928, fecha de su nacimiento en el barrio neoyorkino del Bronx, en el seno de una familia judía norteamericana de origen centroeuropeo. Hijo de un médico, cuando tenía poco más de diez años heredó su pasión por el ajedrez y por la fotografía. Además de terminar siendo un gran cineasta también fue un gran jugador de ajedrez, hasta el punto de que sus primeros films fueron financiados con el dinero que ganaba en los torneos de ajedrez. Era tal la pasión que sentía por este juego que el ajedrez está presente en alguna de sus mejores obras, como Atraco Perfecto y 2001 una odisea del espacio. Ya en su adolescencia despertó en él la pasión por la fotografía, compartiendo unos estudios no excesivamente brillantes en el Taft High School con las fotos que hacia provisto de una cámara Graflex. Gracias a una instantánea que mostraba una serie de coches haciendo cola frente a una gasolinera debido al racionamiento de
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carburante y a otra de un vendedor de periódicos rodeado de ejemplares con la noticia de la muerte de Franklin D. Roosevelt, entró en contacto profesional con la revista Look. Stanley en vida, reconocía que de aquella época le debía mucho a Helen O´Brian, que entonces dirigía la sección fotográfica, y a Jack Guenther, el redactor en jefe. “Aquella experiencia tuvo para mi un valor inestimable, no sólo porque aprendí muchas cosas sobre la fotografía, sino porque me suministró una rápida educación sobre cómo funcionaban las cosas en el mundo. Los temas que Look me encargaba eran generalmente bastante estúpidos. Hacia historias del tipo: “¿Es más fuerte un atleta que un niño?”, y fotografiaba a un jugador de rugby que emulaba las innumerables posiciones “graciosas” de un niño de dieciocho meses. Ocasionalmente tenía la oportunidad de hacer una historia interesante sobre algún personaje. Una de éstas fue sobre Montgomery Clift, que se encontraba en los inicios de su brillante carrera”. * Otra de sus aficiones juveniles consistía en tocar la batería en un conjunto de jazz pero, en cambio, vio rechazado su ingreso en la Universidad. No por ello dejó de leer por su cuenta –cuarta de las grandes aficiones antes aludidas- y se inscribió como oyente en la Columbia University de Nueva York. También en 1946 se casaría con Toba Metz y se instalaría en el barrio de Greenwich Village, cita imprescindible para los intelectuales neoyorquinos de aquella época y objeto de un film autobiográfico de Paul Mazurky, Próxima parada en Greenwich Village, quien precisamente interpretaría un papel como actor en su primer largometraje. Un año después empezó a frecuentar la Cinemateca del Museo de Arte Moderno de Nueva York y fue allí donde no solo descubrió los grandes maestros del cine sino que gestó una pasión por el consumo mantenida durante toda su vida: “Trato de ver todas las peliculas que se hacen. Tengo un proyector en casa, así que me resulta muy fácil ahora. Las películas de las que puedo conseguir una copia prestada me las paso en casa, y de las que no, voy al cine a verlas, Pero trato de verlo todo”. Completó su aprendizaje cinematográfico -el paso de la fotográfica estática, que ya practicaba, a las leyes dinámicas del movimiento, el montaje y la interpretación- leyendo algunas obras teóricas, es-
* Stanley Kubrick a Michel Ciment. Kubrick, Calmann-Levy, Paris 1980
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pecialmente de Pudovkin, Eisenstein y Stanislawski. Sus recursos económicos procedían, como se comentó anteriormente, de su actividad como jugador de ajedrez en el club Marshall y en Washington Square. Pero ésa era también una buena -aunque insolita- escuela para el futuro director de cine: “Entre las cosas que el ajedrez enseña está el hecho de controlar aquella emoción inicial que experimentas cuando te das cuenta de que una jugada parece buena. Te ejercita a reflexionar antes de ejecutarla y a pensar con la misma objetividad cuando tienes problemas”. [Vicente Molina Foix] El salto definitivo se produjo en 1950, cuando encontró a Alexander Singer, un compañero de escuela que trabajaba en el March of Time, y éste le animó a realizar un primer cortometraje, Day of the Fight, de acuerdo con un presupuesto inferior al de la célebre serie de documentales. Un año más tarde repitió la experiencia con Padre, y en 1952 trabajó durante algunos días como director de la segunda unidad de la serie televisa “Omnibus”, concretamente en un episodio sobre Abraham Lincoln producido por Richard de Rochernont. Otro proyecto -esta vez materializado- correspondiente a esta época fue el mediometraje The Seafarers, un encargo del Sindicato internacional de marinos que
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Kubrick aceptó para poder afrontar los gastos de su siguiente film: el largometraje Fear and Desire (1953), producido con medios prácticamente artesanales y en el que intervino su mujer, de quien se separaría poco después para casarse con la bailarina Ruth Sobotka, que a su vez aparece como actriz en su segundo largometraje, El beso del asesino, rodado en 1955. Un año después, fue también Alexander Singer quien le presentó a James B, Harris, con quien fundó la Harris-Kubrick Pictures. Su primera producción fue Atraco perfecto y a partir de la buena aceptación de la que gozó, ambos iniciaron el contacto con los grandes estudios sin que ello supusiera dejar de intercambiar el “salario por la libertad artistica. Hicimos lo mismo, con la misma compañía, en Senderos de Gloria: teníamos el control pero carecíamos de sueldo” [Michéle Halberstadt] Sinceramente me gustaría escribir sobre todas y cada unas de las historias y anécdotas que envuelven todas sus obras, que son muchas, y todo lo que ocurría entre obra y obra, ya que todos sus proyectos se han ido haciendo con años de antelación, quizás algún día lo haga en estas páginas, pues es mucha la hemeroteca que tengo sobre este gran director, sin duda el mejor de todos según mis gustos cinematográficos, pero como dije al principio no es esta la intención de este trabajo. Mi intención es centrarme en su etapa como fotógrafo, pues esa etapa fue muy importante para él. Stanley siempre quiso ser director de cine, y de hecho pasó mucho más tiempo de su juventud en las salas de cine que en las aulas. Con sus fotografías se ganó la admiración de los jefes de relación, y ya apuntaba en estos trabajos al maniático de la perfección en que años más tarde se convertiría, de hecho sus fotos nunca eran del todo espontáneas, pues Kubrick siempre les pedía a los protagonistas de sus fotos determinados poses, siempre
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con intención de componer la escena o imagen que tenía en la cabeza. Por ello, él siempre llamó a sus trabajos “foto-ensayo” y no foto-reportajes. Y siempre manifestó que la diferencia entre el cine y la fotografía nunca existió, decía que “para hacer cine no hay que saber de cine, sino de composición fotográfica”. Entre Londres y Hollywood teniendo que elegir, prefería Londres, según él era una ciudad más interesante, que le permitía estar más tranquilo y centrado en sus proyectos. Sin embargo, cuando viajaba a Estados Unidos, lo hacía siempre en barco porque, pese a tener el título de piloto de aviación, con los años había descubierto que no le gustaba volar, y decía haberse enterado de los márgenes de seguridad admitidos en la aviación comercial, que nunca se mencionaban en la publicidad de las líneas aéreas, así que se había decidido por el mar en sus viajes y arriesgarse con los icebergs. Después de Lolita se separó de su socio James B. Harris. En 1965 inició su propia carrera como realizador dirigiendo ¿Teléfono rojo? volamos hacia Moscú, en las pausas del rodaje se comenta que pasaba horas interminables jugando partidas de ajedrez con George C. Scott, quien según Stanley era un gran jugador, pero que si mal no recordaba nunca le había ganado. De nuevo en contacto con la MGM, en 1964 emprendió la preparación de 2001 una odisea del espacio, con el escritor Arthur C. Clarke. El proyecto ocupó cuatro años de su vida pero, a partir de las repercusiones de este film, Kubrick dispuso de un control absoluto sobre sus productos, incluidas las condiciones de exhibición: envió un técnico a algunas grandes ciudades para hacer lo que cada exhibidor debía de hacer y no hace: verificar el estado de la sala. En cuanto a las copias que salían del laboratorio, la leyenda dice que controlaba cada una de las mil copias… De hecho, miraba el plano del principio y del final de cada bobina y comparaba. Si no llegaba a una cierta calidad de luz, había que tirar la bobina y sustituirla. Se comenta que en una sala de Nueva York, totalmente cóncava, con un espacio pintado de blanco alrededor de la pantalla, la luz de la pared se reflejaba en la pantalla y diluía la imagen. Entonces hizo pintar en negro ese pequeño espacio si quería seguir exhibiendo su película. 2001 fue estrenada el 6 de Abril de 1968 en el Cinerama Theatre Broadway de la ciudad de Nueva York .En un inicio recibió críticas polarizadas, destacándose sobre todo sus efectos visuales y su abstracción de la trama, lo que los críticos tomaron como uno de los puntos débiles de la película. Pero en la actualidad es una
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de las películas más aclamadas de la cinematografía norteamericana y mundial, sus avanzados efectos especiales lo hicieron acreedor de un Oscar en dicha categoría. En 1991 fue anexada en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos debido a su significación cultural e histórica en la vida norteamericana. Kubrick tenía un lema: si algo se puede imaginar, yo lo puedo filmar. El espectador sigue viendo 2001, una odisea del espacio como un logro de elegancia incesante y un espectáculo deslumbrante. Es cierto que Stanley Kubrick era un genio... lleno de rarezas. Aquel pésimo estudiante que estuvieron a punto de echar del instituto porque era el alumno con peores notas de su clase, se convirtió en un verdadero autodidacta, y aprendiendo por su cuenta se convirtió en un experto en fotografía, música, historia, física, astronomía y efectos especiales. De hecho, Kubrick solo ganó el oscar de mejores efectos especiales por 2001, porque la mayoría de los trucajes de este film los diseñó él mismo. Nunca ganó el Oscar al mejor director, y sin embargo para muchos, sus películas son tan buenas que el fallecido Stanley Kubrick supera por jaque mate a cualquier otro cineasta por muchos Oscar que acumule. Muchas de sus películas hoy son de culto y se estudian en la universidades de todo el mundo. El año pasado en Viena se celebró una exposición que recogía la faceta de fotógrafo del cineasta, esperamos poder verla en España pronto. La muestra recogía alrededor de un centenar de fotografías divididas en 12 foto-ensayos y algunas imágenes sueltas que son fieles a una de sus citas, recordadas en la muestra: “Lo real está bien, pero atraer el interés es mejor”. Kubrick, como en sus películas, opta por historias humanas fuera de lo común que a menudo narran un destino solitario: sigue a un limpiabotas en su jornada de trabajo por Nueva York o relata el día a día de un circo, con sus acróbatas y payasos, o la vida de una aspirante a actriz. Las composiciones perfectas, la querencia por los espacios y las figuras solitarias, así como la voluntad de hacer un retrato psicológico de los personajes, son aspectos comunes de las instantáneas. En estas fotos, que suponen también un retrato colectivo del Nueva York de la posguerra mundial, se desvela el lado social de Kubrick y algunas de sus pasiones, como una serie de fotografías dedicadas al jazz que le llevaron a Nueva Orleans para inmortalizar al conocido clarinetista George Lewis. Otra de sus pasiones fue el boxeo, por su carga dramática y por el destino a veces trágico de sus figuras, y ese deporte se deja ver en su serie dedicada al púgil Rocky Graziano, en la que le retrata durante una jornada antes de un combate -su primera incursión en el mundo del celuloide en 1951 estuvo de-
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dicada a este deporte, un documental de 16 minutos sobre el campeón Walter Cartier, titulado Day of the Fight-. La exposición también recogía trabajos que Kubrick realizó fuera de EE.UU., como una serie en Portugal en 1948 y en la que retrata de forma espontánea, sin posados, la vida de los pescadores de la localidad de Nazaré, y sus fotografías de estrellas de la época, como Montgomery Clift y Rosemary Williams. Stanley Kubrick, murió el 7 de Marzo de 1999, cuando aun no había terminado de montar Eyes Wide Shut protagonizada por Kidman y Cruise. Como suele ocurrir tras la muerte de muchos genios se crean especulaciones y sobre ellas se van tejiendo leyendas urbanas. Circulan tras su muerte dos versiones, la oficial y la que circula en la redes, libros y revistas desde el día de su muerte. La más conocida es la que se ha ido desarrollando a raíz de una entrevista en el 2002 en la que la actriz Nicole Kidman dice abiertamente a un periódico americano, el National Enquirer que Stanley K. se había ido al otro mundo, no por voluntad propia y que éste le llamo dos horas antes de que muriera en su casa para decirle que no fuera a su casa de Harforshire porque textualmente “nos van a envenenar a todos tan rápidamente que no nos dará tiempo ni a estornudar”. El artículo del Pravda habla de que la película Eyes Wide Shut pone de manifiesto que el mundo lo dirigen elites satanistas (hay muchas escenas que se han suprimido de la copia final) y además estaba dispuesto a descubrir que el primer viaje tripulado a la luna fue un montaje cinematográfico donde él personalmente participó. Quien haya visto la película ya sabe a lo que me refiero. Por lo visto, tal y como dice el diario The Sun, a Kubrick ya le intentaron asesinar en 1979. Kubrick se fue de USA en el 71, se quedó viviendo casi recluido en Gran Bretaña y no volvió nunca a Estados Unidos. Según el diario The Sun, Kubrick tenía miedo de ser asesinado por los servicios secretos americanos como les había ocurrido ya a otros participantes en la teletransmisión del falso viaje a la luna. Según el diario, a Kubrick, como judío ortodoxo que era, le martirizaba haber participado en aquella farsa y podría haber tenido intención de contarlo.
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Steven Spielberg calificó a Kubrick como “el gran maestro de los realizadores cinematográficos”, y destacó la pasión y la gentileza del director de La naranja mecánica. “Fue un gran incomprendido, se le veía como a un ermitaño porque rehuía a la prensa, pero era un hombre generoso con otros directores de cine. Cuando le gustaba una película era capaz de llamar por teléfono a un perfecto desconocido para decirle cuánto le había impresionado su trabajo. Para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo era como un oso de peluche, amable y apasionado”
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Personalmente no tengo duda alguna de que Kubrick murió asesinado por desvelar al gran público (aunque fuera de forma cinematográfica, que era su forma de expresión) el gran secreto al que sólo las elites mundiales tienen acceso. [http:// www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/sociopol_globalelite09.htm] Como le ocurrió a otro gran genio, esta vez de la literatura, Julio Verne, que también murió en extrañas circunstancias. El carácter “iniciático” que muchos han visto en esta obra de Verne responde a “veladas” alusiones a la masonería. Por el contrario la versión oficial, en un giro evidentemente dirigido a eliminar cualquier especulación, asegura que el gran director cinematográfico Stanley Kubrick murió por causas naturales, según dijo la policía británica al día siguiente de su muerte. El anuncio despejó dudas en torno al deceso del maestro del séptimo arte, que falleció en su casa rural de Hertfordshire el domingo tras una intensa carrera artística que lo transformó en leyenda. La autopsia no reveló el menor indicio de sospecha, dijo un portavoz policial. De las circunstancias exactas de su muerte se sabía muy poco hasta que la policía sacó el comunicado. Kubrick falleció el domingo de manera repentina, sin que su médico le hubiera tratado de ningún síntoma potencialmente peligroso. La autopsia se le practicó “como cuestión de rutina”, según la policía. “No existen circunstancias que induzcan a la sospecha y no se llevará a cabo ninguna otra investigación”, dijo un portavoz de la policía de Hertfordshire, en el sureste de Inglaterra, donde residía el cineasta. Fiel al estilo de Kubrick, su familia optó por una discreción absoluta. Hasta anoche no se sabía dónde y cuándo sería enterrado. El único dato que dejaron bien establecido es que el funeral sería un asunto extremadamente privado, como lo fue el propio Kubrick a lo largo de toda su vida. “Su muerte marca el fin de una era”, declaró a El País el director irlandés Neil Jordan. “Fue un maestro”, agregó el célebre director de Michael Collins, The Crying Game y Entrevista con el vampiro, entre otras obras. Jordan, que ahora vive en Londres, declinó hablar de su vieja amistad con Kubrick. “Lo conocía bien. Éramos amigos. Por eso no quisiera en estas circunstancias hablar sobre él”, dijo. Steven Spielberg calificó a Kubrick como “el gran maestro de los realizadores cinematográficos”, y destacó la pasión y la gentileza del director de La naranja mecánica. “Fue un gran incomprendido, se le veía como a un ermitaño porque rehuía a la prensa, pero era un hombre generoso con otros directores de cine. Cuando
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le gustaba una película era capaz de llamar por teléfono a un perfecto desconocido para decirle cuánto le había impresionado su trabajo. Para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo era como un oso de peluche, amable y apasionado”, afirmó Spielberg. [Juan Carlos Gumucio, El País, 9 de marzo de 1999] Stanley Kubrick es considerado por mucho, entre los que me incluyo, como uno de los más influyentes cineastas del siglo XX. Destacó tanto por su precisión técnica como por la gran estimación de sus cintas y su marcado simbolismo. Realizó trece películas: entre las cuales se encuentran varios clásicos del cine, como Atraco Perfecto (1956) Senderos de Gloria (1957), Spartacus (1960), Lolita (1962), ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964), 2001: Odisea al espacio (1969), La naranja Mecánica (1971), Barry Lyndon (1975), El resplandor (1980), Full Metal(1987), Eyes Wide Shut (1999)... Entre ellas dejó muchos secretos y mensajes ocultos.
José Luis Cuendia, “Guendy”
Referencias http://www.kubrick2001.com/ https://www.youtube.com/watch?v=NJxOj86DUZo
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Foto: Svetlava
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Foto: Duong Dinh
ron ser portada
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www.moldeandolaluz.com