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N煤m. 47 Mayo 2015

Fot贸grafa del mes: Beatriz Ferrero

Campo de Concentraci贸n de Sachsenhausen Glamour en una antigua venta

Sebasti茫o Salgado ...y nuestros narradores habituales


Año V.- Núm. 47- Mayo 2015

Contenido

PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy” DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia

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Fotógrafa del mes de Abril: Beatriz Ferrero.............. Francisco Trinidad

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Campo de Concentración de Sachsenhausen............. José Luis Cuendia, “Guendy”

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De flor en flor: hoy con Rosa Lobo.............................. Eugenio R. Meco Ausencia ..............................................................................

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F.T.

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Descansa en paz................................................................ Gloria Soriano

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File not found..................................................................... José Manuel Gonzalo

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DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González

Glamour en una antigua venta.................................. Monchu Calvo

DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad

Jardín de agua................................................................... Juan Depunto

www.moldeandolaluz.com Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico

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Ciencias o letras................................................................

Ricardo González “Completu”

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CometCon 2015................................................................. Juan José Pascual Sebastião Salgado............................................................

info@moldeandolaluz.com

Nuestra foto de portada: Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society

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Duong Dinh

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Presentación Seguiremos con los colores… Obviamente sin olvidarnos del blanco y negro. Resulta muy fácil dar por sentado la presencia del color. El color es un elemento constante en nuestras vidas. Sabemos perfectamente que el cielo es azul, que una señal de stop es roja, que el césped es verde… Evidentemente el color está tan presente en nuestras vidas diarias que la mayoría apenas reconocemos su poder como indicador visual. Pero existe y es increíble. Ya sea sutil o dominante, el color es uno de los elementos fundamentales de nuestro lenguaje visual y los fotógrafos que saben fijarse en los colores existentes y utilizarlos en sus imágenes son capaces de dominar ese poder. Buena prueba de ello la hemos tenido esta semana con el color ROJO. Ha sido increíble, por poner un pero, diré que solo ha faltado más participación en las votaciones, quizás en otros eventos debamos de dar más tiempo para votar. Y reitero que ha sido increíble porque la página principal se ha mantenido inalterablemente toda la semana teñida de rojo. Y lo que más me ha llamado la atención el resultado de las votaciones, pues se ha producido sin darse cuenta entre los votantes una determina complicidad, curiosamente las 6 fotos más votadas (con un empate) representan el rojo en seis escenarios diferentes, implicando en ello seis diferentes temáticas con el Rojo como protagonista. Aprovechamos para felicitar a todos los que durante la semana han participado, pues han hecho de ella una semana histórica para nuestra red social, tanto de participación como de calidad. Tampoco estuvieron ausentes los errores de la administración que como siempre fueron subsanados gracias a los ojos de los que siguen estos eventos con verdadera devoción y siempre con ánimo constructivo. Así pues, la cosa no se quedará en el rojo, le seguirán otros colores. Aunque antes de continuar con el próximo color introduciremos otro tema, vamos a ver cómo llevamos la vena creativa, y para saberlo, proponemos como próximo tema: la fotografía abstracta, pero no será semana temática, será concurso. Así pues, en fechas próximas pasaremos las fechas y bases del concurso. Con relación a los concursos es cierto que muchos fotógrafos aceptan la decisión del Jurado que puede ser acertada o no, aunque ese es otro tema. También es cierto que existe una corriente contraria a estos criterios, donde se piensa que hay concursos de fotografía que ya tienen los premios asignados a amigos o familiares de la organización o del Jurado. Vamos, lo que conocemos como el “tongo” de toda la vida. También no es menos cierto que, cuando no ganamos un premio, nunca estamos de acuerdo con el Jurado, le ha pasado a casi todos los que han participado. En nuestro caso el debate sería otro, ya que lo anterior lo tenemos superado, pues el jurado son todos los miembros de nuestra red social que deciden de forma secreta y posteriormente se hacen públicas las votaciones de cada cual; nuestro debate sería: ¿cuánta cantidad de retoque digital podemos aceptar en un concurso fotográfico? Todos hemos sido testigos alguna vez de fotos simplonas que han ganado premios por retoques llamativos, algo evidentemente controvertido que se suele discutir en muchas entregas de premios. Pero, en fin, no vamos a solucionar aquí lo que ocurre en concursos que se celebran fuera de la red. Personalmente he asistido como jurado a varios concursos; os prometo que a mí nadie me compró nunca, siempre he votado lo que en conciencia me parecía lo mejor a mí, tampoco he visto nunca cosas extrañas en el resto de los miembros del jurado. También puedo decir y digo que, en ninguno de los concursos en los que he participado como jurado nunca he visto la calidad de los trabajos que se presentan aquí, bien sea en concursos o en semanas temáticas, solo hay que echar un vistazo a las fotos subidas la pasada semana temática con el color Rojo. Y en nuestro caso, lo dicho, todos los moldeadores forman parte del jurado y el próximo evento será sobre la fotografía abstracta, en concurso. Informaremos puntualmente.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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Fotógrafa del mes de Abril

Beatriz Ferrero En cuanto uno se adentra en la galería fotográfica de Beatriz Ferrero en Moldeando la luz se aprecia inmediatamente que estamos ante una fotógrafa de muy variado registro, que se encuentra en un momento creativo en el que indaga todas las posibilidades y tienta todas las opciones a su alcance. Ella misma nos dice en la entrevista que sigue a esta semblanza: “todo lugar al que pueda ir acompañada de una cámara, es para mí un desafío”; y remacha a continuación: “la luz es un gran desafío. Cuando uno cree haberla conseguido desaparece en un instante”. Por eso Beatriz Ferrero apura todos los instantes, todos esos momentos en que la luz brinda su capacidad de sugerencia y recoge fotos de instantes, momentos y detalles que, como destellos, iluminan algunos momentos de sus vivencias y así encontramos tanto niños como viejos conviviendo con palomas en el parque como una paloma posada sobre una escultura urbana o bien fotos más elaboradas, como la titulada “La carta”, que nos muestra a un anciano leyendo una carta en una foto mágica que arranca todos los perfiles a una luz ambiente perfectamente tamizada. Son estas fotos del instante algunas veces tomas ciudadanas que parecen captadas en el deambular cotidiano por la ciudad, lo que propicia la presencia de algunos retratos robados, tomados al paso y representando una forma de vivir generalmente al margen; y en otras ocasiones son paisajes rurales, centrados generalmente en algún detalle del conjunto: un árbol, un galpón abandonado, un molino de viento que se refleja en un charco… Por último, me gustaría señalar su apuesta por los macros —flores, mariposas…— como una dimen-

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La carta

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sión más de esas fotos del momento que nos hablan de una curiosidad que no encuentra límites en lo cotidiano. Pero no se queda en estas fotos del instante la apuesta de Beatriz Ferrero que se adentra además en los bodegones y retratos. Los bodegones, como trozos de realidad, descontextualizados, o más bien como metáforas de una realidad que se intuye pero se desconoce, como si hubiera un hálito vital más allá de ese simbolismo plástico al que se recurre como forma de aislar un momento de belleza encerrada en los límites marcados por el fotógrafo y no por la realidad. Y los retratos, donde hace convivir los retratos infantiles, en los que sabe rescatar la luminosidad y profundidad de la mirada , con los retratos de ese anciano de cabello blanco y rostro plácido en el que adivinamos al padre de la autora o alguien muy cercano, que veíamos en la foto mencionada, “La carta”, y que aparece en otras, subrayando las arrugas de su rostro y la expresividad de una soledad que acentúan las distintas tomas que nos ofrece. Mención especial merecen esas escenas, de una belleza insólita, muy íntima, en la que se nos muestran embarazadas con niños dando una entrañable dimensión a la maternidad. Técnicamente, Beatriz Ferrero combina las fotos en color con fotos en blanco y negro o determinados virados y tonos pastel, como separando la realidad captada al paso de la visión artística de una fotografía que indaga constantemente todas las posibilidades a su alcance. Dentro de esta indagación es muy de tener en cuenta el detalle de que las presentaciones de sus fotos, en las que combina distintas formas de recuadro, sean siempre muy delicadas, sin buscar un protagonismo que cede a la imagen, a ese momento en que la luz traspasa su visor para configurar una imagen, una fotografía, ese desafío de la luz de que la propia autora nos hablaba.

Francisco Trinidad Luz y Tinta - 7


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Campo de Concentración de Sachsenhausen Tenía ganas de ver Berlín 25 años después de la caída del muro, y ver las trasformaciones de esta ciudad que vuelve a ser mundialmente centro cultural y artístico de primer nivel, hoy unas de las ciudades más influyentes en el ámbito político de la Unión Europea. Nos tomamos una semana, Berlín bien merece la pena, pues se trata de una urbe impregnada de encanto histórico, un magnifico poso cultural, reflejado en monumentos y esculturas, unido a su arquitectura vanguardista como el Museumsinsel y Unter den Linden o el parque Tiergarten, la cúpula de Reichstag diseñada por Norman Foster y todo ello contrastando con el aspecto neoclásico del exterior, cuyo origen está en el año 1894, y todo ello, entre otras muchas cosas, en contraste con las inalterables calles del Berlín Este. Durante cuarenta años el centro histórico de Berlín estuvo vetado a los habitantes de la Alemania Federal. Cuando cayó el Muro se produjo un interés generalizado por recuperar el simbólico cogollo de la capital, y en los años trascurridos desde entonces Mitte ha sido objeto de grandes reformas y cambios, de modo que en el presente lo integran ambientes urbanos dispares y lugares, calles y museos que invitan a detenerte constantemente. Pero no es de Berlín de la vieja capital de Prusia, hoy capital de la Alemania reunificada, de la que quiero hablar, seguro que lo haré en otros números, pues es mucho lo que se puede contar de Berlín. Con motivo de este viaje hicimos algunos más a sus alrededores como a la ciudad alemana de Potsdam en el estado federado de Brandeburgo, pues era obligatorio ver el Puente Glienicke, que cruza el rio Havel, conectando las ciudades de Berlín y Potsdam. Conocido como “el puente de los espías”, era el lugar elegido por la Unión Soviética y los Estados Unidos para realizar el intercambio de los espías capturados durante la guerra fría, y que tanto hemos visto en el cine. Pero el motivo de mi aportación este mes a la revista es la visita a Oranienburg, otra ciudad de Brandemburgo y capital del distrito de Oberhavel, por que aquí se construyó uno de los primeros campos de concentración nazi, que se quedaría pequeño y posteriormente talarían el bosque de Sachsenhausen para construir el nuevo campo que llevaría el mismo nombre.

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Personalmente nunca había visitado un campo de concentración, hasta este año, viajé a Alemania y Polonia en infinidad de ocasiones, unas por razones de trabajo otras por vacaciones y nunca había estado en un campo de concentración; no porque no me interesara, muchos de ellos, hoy, funcionan como museos de la memoria histórica. Hay un dicho, de que al menos, ningún europeo debería de morir sin ver antes uno de estos campos de concentración. El problema es que hay que tener el cuerpo para ello y no siempre se encuentra uno anímicamente para perpetrar esa experiencia. Un campo de concentración suele ser un recinto en el que son internadas personas generalmente retenidas por razones políticas. Casi todos asimilamos a los campos de concentración con la oscura y siniestra época del nazismo, una tenebrosa noche que duró desde 1933 a 1945, años en los que Hitler estuvo en el poder. Pero en la reciente historia descubrimos que los campos de concentración inicialmente fueron creados por los españoles durante la guerra de Cuba, los ingleses los utilizaron en el África austral para minar la resistencia de los bóers internando a mujeres y niños, niños y ancianos en calidad de rehenes. Asimismo proliferaron en la URSS a partir de 1917, excesivamente después de la guerra civil, en la que estuvieron especialmente destinados a los opositores del régimen estalinista. Sin embargo, los campos de concentración adquirirán sus contornos más siniestros en la Alemania nazi, durante la II Guerra Mundial. Para el régimen nazi, los campos eran centros de reeducación de los condenados, fundamentalmente alemanes antifascistas de extracción diversa: comunistas, socialdemócratas, judíos, católicos, protestante… Después de la ocupación de los territorios por la Wehrmacht, el régimen de internamiento se internacionalizó. La enorme masa reclusa constituyó una importante mano de obra para fortalecer la economía alemana, siempre a merced de las arbitrariedades de la SS y Gestapo. Al exterminio por el trabajo siguió el exterminio sistemático de las calificadas “razas inferiores” (judíos, gitanos, eslavos), a quienes se destinó la “solución final”: simple eliminación física por medio de las cámaras de gas o el horno crematorio. La administración de los campos corría a cargo de la SS; Himmler era el máximo responsable y existía una inspección general que controlaba las Kommandantur, secciones políticas de cada centro. Los campos de concentración estaban repartidos entre Polonia (Auschwitz, Birkenau, Majdanek, Stutthof), Alemania (Dachau, Buchenwald, Oranienburg, Ravensbrück), Austria (Mauthausen) y en el Báltico ( Kaunas, Riga, Treblinka).

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Cuenta la historia que en de marzo de 1936 , los soldados de asalto locales SA se hicieron cargo de un edificio vacante de una fábrica que se encontraba en el centro de la ciudad de Oranienburg y establecieron allí el primer campo de concentración en el estado de Prusia. Oranienburg, campo de concentración, era un lugar clave en la persecución de la oposición durante los meses posteriores a que los nacionalsocialistas tomaron el poder, sobre todo en la capital imperial, Berlín. A raíz de la “putsch Röhn” y la supresión de las SA, el campamento fue tomado por las SS y cerrado. Hasta su cierre más de 12.000 personas fueron encarceladas en Oranienburg. El campo de concentración de Oranienburg estaba puesto en pie en medio de la ciudad en la carretera principal a Berlín, donde los lugareños y los viajeros podían vislumbrar el interior. Los prisioneros eran enviados a trabajar en actividades de limpieza de determinados lugares de la ciudad. Algunos prisioneros que consiguieron huir hicieron públicos determinados informes en el extranjero sobre los horrores del campo de concentración de Oranienburg. La maquinaria de propaganda nazi respondía con representaciones idealizadas de condiciones de vida en el campo de concentración, existe documentación en los periódicos, la radio y el cine de la época. En este campo en su fase inicial y antes de trasladarse Sachsenhausen, la mayoría de los presos eran opositores políticos al régimen nacionalsocialista Sería ya en Sachsenhausen cuando el campamento se utiliza cada vez más como una herramienta de políticas racistas contra los judíos, gitanos, homosexuales, opositores, y todo aquel que los nazis definieran como persona antisocial o biológicamente inferior. En total, más de 200.000 personas fueron confinados en el campo de concentración de Sachsenhausen. También prisioneros de guerra de los aliados convertidos en trabajadores-esclavos. El trabajo forzoso de los prisioneros no sólo se realizaba en los propios talleres de la SS y pequeñas empresas ubicadas en el patio de la industria al lado del campo, sino también en las distintas unidades de castigo como la unidad de “caminar con botas”. Aquí los prisioneros castigados eran puestos bajo el mando de un funcionario de la Reichswirtschaftministerium y obligados a pasar todo el día, cargando con una mochila pesada, caminando a lo largo de un largo camino de piedras sueltas para poner a prueba la resistencia de los materiales en este caso para comprobar la resistencia de las botas de los soldados. Otra unidad de trabajo temida fue el de la fábrica de ladrillos, construida por prisioneros bajo un enorme sacrificio, la fábrica de ladrillos tenían su propio puerto en el Lehnitz-Schleuse. Los materiales debían ser producidos por los planes de

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construcción de Albert Speer en Berlín. En 1941 Sachsenhausen tenía más de 100 sub-campos y unidades de prisioneros a los que se le atribuye este tipo de trabajos, esta producción se debía principalmente a la utilización masiva de trabajos forzados en los campos de concentración de la industria de armamentos y muchos de los sub-campos estaban situadas cerca de fábricas de armas tales como el realizado muy cerca de la fábrica de aviones Heinkel en Oranienburg o en los centros industriales de Siemens y AEG en Berlín. En 1944, alrededor del 90 por ciento de los internos eran extranjeros llegados de los países ocupados. El campo se fue ampliando construyendo un pequeño campamento que incluyó los cuarteles del 7 al 9, que fueron utilizados casi exclusivamente para los prisioneros judíos, aunque la mayoría de ellos fueron deportados a Auschwitz. Las víctimas, según un informe elaborado por un comité internacional creado para investigar lo ocurrido allí y en el que colaboraron expresos, se estima que varias decenas de miles de personas fueron asesinados en el campamento. Murieron de hambre, por el cansancio, la enfermedad, el frío, el abuso, los experimentos médicos o en asesinatos en masa o ejecuciones públicas. En 1941 al menos 12.000 prisioneros de guerra soviéticos, entre ellos muchos judíos, fueron asesinados en Sachsenhausen, entre ellos murieron el hijo mayor de Stalin el teniente Yakov, se comenta que los nazis quisieron hacer un intercambio, al que Stalin se negó diciendo que todos los prisioneros eran sus hijos. A la llegada al campo los soviéticos eran despojados de sus ropas y los mantenían hacinados en espacios cerrados con alambradas a la intemperie. Las temperaturas en invierno pueden estar por debajo de los 20 grados. Hasta 1941 las cámaras de gas y hornos crematorios funcionaban en otros campos de exterminio de Alemania, Polonia y Austria, por lo cual eran trasladados desde Sachsenhausen en los llamados trenes de la muerte. Fue a partir de ese año y debido a que el campo de concentración estaba desbordado, cuando se hizo la construcción en el patio de la zona de industria, de una estructura más permanente con una cámara de gas, cámara de ejecución y un crematorio.

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En analogía con la Torre A que es como se denominaba a la entrada del campamento, las SS cínicamente nombraron a un nuevo edificio como "Estación Z” y se utilizó por primera vez en 1942 para disparar y matar desde allí a los prisioneros. Decenas de miles de personas murieron de hambre, enfermedad, por el trabajo forzoso y el maltrato, o fueron víctimas de las operaciones de exterminio sistemático de las SS. Miles de otros presos murieron durante las marchas de la muerte después de la evacuación del campo a finales de abril de 1945. Aproximadamente 3.000 presos enfermos, junto con los médicos y enfermeras que se habían quedado en el campamento, fueron liberados por ejercito soviético y soldados polacos. Otro episodio dramático de este campo fue el de “la marcha de la muerte”. En el comienzo de 1945, aproximadamente 80.000 hombres, mujeres y niños estaban encarcelados en el campo de concentración de Sachsenhausen y en sus 100 sub-campos, otras 58.000 personas. El 1 de febrero, cuando el Ejército Rojo llegó al río Oder, el comandante del campo de Sachsenhausen ordenó prepararse para la evacuación. En este punto los presos considerados como especialmente peligroso —oficiales principalmente soviéticos y británicos—, así como muchos de los que no se ajustan lo suficiente como para emprender la marcha, fueron asesinados en el patio industrial. De igual manera muchos presos también fueron asesinados durante la evacuación de los sub-campos situadas al este de Sachsenhausen. De la misma forma y en las mismas semanas la SS trasladó a miles de prisioneros de los occidentales sub-campos de Mauthausen en Austria o Bergen-Belsen en la Lüneberger Heide. Al mismo tiempo, muchos Judíos en el camino de Auschwitz o recién transportados desde Hungría llegaron también a Sachsenhausen. Los presos recluidos en sub-campos de Berlín sólo fueron trasladados a Sachsenhausen poco antes de su evacuación. La evacuación de Sachsenhausen se inició en la madrugada del 1 de abril de 1945. 33.000 de los 38.000 prisioneros restantes se dividieron en grupos de 500 y marcharon caminando hacia el noroeste. Muchos prisioneros murieron de agotamiento físico, frío, o fueron asesinados por las SS. Marcharon caminando a lo largo de las diferentes rutas a un tiempo con la intención de alcanzar Wittstock. Para muchos de ellos la marcha terminó entre el 3 y 6 de mayo en el condado de Parchim-Ludwigslust-Schwerin donde les alcanzó la liberación, tras la huida de las columnas de vigilancia de la SS, pero otros miles murieron en el camino o fueron fusilados por la SS. Más de 6.000 prisioneros se encontraban acampados en el bosque de Below muy cerca ya de Wittstock, les tenían rodeados con alambres de púas y custodiados por una línea de vigilancia de la SS. Si bien los oficiales de la

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SS se habían acantonado en las granjas cercanas, mientras los prisioneros en el bosque intentaban hacer madrigueras de fabricación propia para protegerse del tiempo, tratando de satisfacer su hambre con hierbas, raíces y cortezas. Poco antes de abandonarles a su suerte las SS permitió a una delegación de la Cruz Roja Internacional distribuir entre los prisioneros paquetes de alimentos, también se creó un hospital de emergencia en el pueblo vecino de Grabow. El cementerio de este pueblo está lleno de tumbas donde están enterrados los presos que o bien murieron en el bosque o en el hospital de emergencia. Muy cerca en Belower Wald, se encuentra ahora el museo de “las marchas de la muerte”. “La marcha de la muerte de los prisioneros del campo de concentración de Sachsenhausen”. Estelas de vidrio informando con textos, fotos, dibujos, documentos, numerosos informes de los sobrevivientes sobre la evacuación del campo de concentración de Sachsenhausen, la marcha de la muerte, el último campamento forestal antes de la liberación, un puente conecta la meseta de exposiciones con el arbolado histórico. Numerosos árboles dan inscripciones de las marcas de los presos. El monumento fue construido en 1975. Pero, ironías de la vida, el 22 y 23 de Abril de 1945 la pesadilla terminó con la liberación de los que aún quedaban en el campo, como comentaba anteriormente unos 3.000 prisioneros. Pero en Agosto del mismo año el campo de concentración de Sachsenhausen, se convirtió en un campo especial soviético. Tan solo tres meses después de acabar la guerra, cuando Europa se vio al final libre de las garras del nazismo, el servicio secreto trasladó su campo especial nº 7 a Sachsenhausen. La mayoría de los edificios que no habían sido bombardeados, con la excepción de los crematorios y las instalaciones de exterminio, el resto de instalaciones todavía fueron utilizados para los mismos fines. Funcionarios nazis fueron prisioneros de este campo, así como los indeseables políticos, y los presos detenidos arbitrariamente condenados por el tribunal militar soviético. El terror continúo en Sachsenhausen, hasta la primavera de 1950, fue el más grande de los tres campamentos especiales que siguieron funcionando en la zona soviética. Durante los cinco años que siguió funcionando unas 60.000 personas fueron encarceladas allí y al menos de ellas unas 12.000 murieron de desnutrición y enfermedades. Hasta 1956, las instalaciones fueron utilizadas como cuarteles por el ejército soviético, la Policía Popular y el Ejército Nacional de la RDA del Pueblo. Los planes futuros fueron preparar la zona para la creación de la National Memorial Sachsenhausen, que fue inaugurado el de abril 1961 . En lugar de simplemente elegir para preservar las estructuras originales restantes, los planificadores decidieron que

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Un campo de concentración suele ser un recinto en el que son internadas personas generalmente retenidas por razones políticas. Casi todos asimilamos a los campos de concentración con la oscura y siniestra época del nazismo, una tenebrosa noche que duró desde 1933 a 1945, años en los que Hitler estuvo en el poder.

fuera un memorial que simbolizara la “victoria del antifascismo sobre el fascismo”. Se fueron incorporado los pocos edificios que quedaban originales y se fueron reconstruyendo los edificios históricos. Después de la caída del Muro de Berlín y el de la unificación alemana, el monumento fue colocado bajo la administración temporal del Ministerio de Ciencia, Investigación y Cultura de Brandemburgo. Desde enero de 1991 , el Sachsenhausen Memorial y Museo ha sido parte de la Fundación Brandeburgo, monumento financiado a partes iguales por la República Federal de Alemania y el estado de Brandeburgo. El Museo de las marchas de la muerte en el Bosque Belower cerca de Wittstock está vinculado administrativamente al Memorial. Los edificios originales y restos estructurales del campo de concentración son “garantes de la memoria”. Por lo tanto, su preservación y restauración son de suma prioridad. Después de restaurados los edificios, pequeñas exposiciones permanentes abordan los aspectos significativos de la historia de estos sitios desarrollando todas las temáticas dentro de las estructuras actuales. El rediseño de Sachsenhausen Memorial se basa en un concepto descentralizado, que tiene por objeto comunicar la historia a los visitantes en los mismos lugares donde ocurrió. Hoy, Sachsenhausen Memorial y Museo sigue siendo un lugar de luto y recuerdos en un contexto europeo, mientras que frente a las próximas tareas es hacer de él un moderno museo de la historia. ¿Merece la pena ver una campo de concentración o exterminio? Sinceramente, para mi la experiencia ha sido muy positiva. Quien se decida a visitar alguno de los que aún se conservan, piense que no va a encontrar nada que le guste. Suelen estar bastante destruidos, aunque se conserva muchísima información, pero es lo suficiente para pensar en los cientos de miles de personas que allí sufrieron. Estar de vacaciones y dedicar un día a ver cosas tan deprimentes y tristes no es para todos, pero pienso que es imprescindible, es lúgubre, pero por muy tétrica que sea esta historia hay que conocerla en profundidad para no olvidarla jamás. Llegamos al campo un día frio, lluvioso, hasta nos granizó varias veces, desde el punto de vista fotográfico era un día ideal para recrear la atmosfera de tristeza, silencio y dolor. Las personas nos las tenemos que imaginar, no hay individuos que surjan de la muchedumbre, ni miradas, ni situaciones, simplemente instantes suspendidos de nuestras memorias, durante los años que han sucedido a esta terrible mortandad; el cine, la televisión, la literatura, la propia historia nos lo recuerda, así que no es difícil caminar por las diferentes zonas del campo y presentir los fantasmas del pasado. Las luces duras del día y los cielos plomizos van decorando los recuerdos que surgen de nuestra mente, mientras se van descubriendo los diferentes lugares del campo. Un lugar que no deja indiferente a nadie, pues creo que en todos los visitantes se reproduce la impronta de la dura historia que tuvo lugar en aquellos recintos. De esta manera y según se van recorriendo las instalaciones se siente un gran escalofrío, al recordar e imaginar las barbaridades que ocurrieron aquí: los barracones de los presos, el muro de los pelotones de fusilamiento, los hornos crematorios, las cámaras de gas. La enfermería y sala de autopsias hiela la sangre, pues no es ningún secreto que en este campo se realizaron multitud de experimentos y crímenes médicos. Una de las estancias que más me abatieron fue la cárcel del campo de concentración, ¿puede haber algo más sarcástico que una cárcel dentro de otra cárcel? Allí en aquellas celdas de castigo la Gestapo encerraba a los prisioneros más importantes, se les castigaba, torturaba y asesinaba sin piedad. En las celdas hoy se recuerdas a las personas que pasaron por esas celdas, muchos de ellos históricamente conocidos, pero la que más me impresionó fue la celda de Martin Niemöller, quizás porque en una de las paredes colgaba una foto con su retrato. Martin Niemöller, fue un pastor luterano alemán y antinazi, a pesar de que abrazó el nacionalsocialismo en sus comienzos, viendo los derroteros que este tomó una vez que Hitler fue Canciller, lo combatió, y pasó los años de 1938 a 1945 en campos de concentración (Dachau y Sachsenhausen).

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Desde la década de 1980, Niemöller en más conocido por el poema: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas” Este poema se le atribuye de forma errónea al dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar. La bibliografía sobre este tema es infinita, con motivo de esta visita a Sachsenhausen, volvía a leer a mi regreso a casa, “Las entrevistas de Núremberg”, de Robert Gellataly (Taurus-Santillana, 2004) y las “Memorias” de Albert Speer. Los recuerdos del arquitecto y ministro del armamento de Hitler. Una crónica fascinante del Tercer Reich. (Editorial: El Acantilado, 2001). Hace años leí “La psicología de masas del fascismo”, de Wilhem Reich, muy recomendable para saber como llegó Hitler al poder. Lo recomiendo.

José Luis Cuendia, “Guendy”

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De flor en flor: hoy con

Rosa Lobo

Hoy tengo el placer de presentaros el trabajo que he realizado con la bella Rosa Lobo, la verdad es que cada vez que me pongo a escribir sobre mi última experiencia fotográfica me recuerda al viejo tango que cantaba el gran Gardel, “de flor en flor”, así me siento. Y es que no es fácil, pues parece que ya todo estaba dicho sobre la belleza femenina, pero en cada sesión me siento como en la vieja canción de flor en flor, y es que la belleza puede ser tan diferente y seguir siendo belleza. No es lo mismo la belleza física que la belleza interna o la belleza externa, y ya no os cuento nada si se trata de la belleza espiritual. O la belleza oriental totalmente diferente de la latina o mediterránea. Me identifico plenamente con el gran cantautor Luis Eduardo Aute, cuando dice: Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo, ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada la belleza… Eso es lo que pienso y lo que intento cada vez que me encuentro con modelos como las que os he ido presentando durante estos últimos meses desde que inicié esta serie de trabajos en Luz y Tinta. En esta ocasión la sesión ha sido con esta hermosa mujer llamada Rosa, nuestro encuentro ha venido procedido de situaciones similares anteriores, damas de honor, reinas de fiestas de lugares cercanos a mi entorno, amigas comunes, etc. Como me ha ocurrido en ocasiones anteriores, me sigue sucediendo siempre a la hora de trabajar las localizaciones, y como he dicho varias veces, aunque siempre tengo una idea previa para encontrar el lugar adecuado para trasmitir mi visión, juego con ventaja al tener la suerte de vivir en un lugar privilegiado para ello, y como la fotografía es escribir con la luz, en mi

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Cadiz la luz es de las mejores del mundo. El resto para mi juega papeles secundarios, empezando por la cámara, una cámara profesional no hace al fotógrafo un profesional. Una cámara es tan buena como la imaginación que pueda tener el fotógrafo, evidentemente no es lo mismo capturar fotos con una automática que con una réflex, pero por muy eficaz que sea la cámara, depende siempre de la habilidades del fotógrafo, luego los ojos de quienes contemplan sus trabajos decidirán si este lo ha conseguido o no. Algunos recordarán aquello que ya se ha dicho en otras ocasiones en nuestra red de fotografía Moldeando la luz “ “decir que una cámara saca buenas fotos, es como decir que una guitarra toca bonitas melodías, ni la guitarra hace al músico, ni la cámara hace al fotógrafo. Así pues, si disponemos de una cámara de fotos, a ello unimos la luz de mi Cádiz y sus miles de exteriores y la belleza de una mujer, ¿que más se puede necesitar? En mi caso nada más. Solo esperar que las modelos sean tan pacientes y colaboradoras como lo soy yo con ellas, con todos estos ingredientes y con mucha pasión por el oficio se pueden conseguir fotos como las que he venido exponiendo últimamente, las que ahora os presento y las que espero seguir exponiendo. Siempre digo que trabajar con modelos es como saber bailar, hacen falta dos personas. Y la cosa puede funcionar a la perfección si ninguno fuerza al otro, los dos deben de bailar en total libertad, de esta manera el trabajo puede resultar divertido, sin darnos cuenta nos convertimos en cómplices, aliados amigos… Os puedo asegurar que Rosa Lobo, ha sido una gran bailarina, lo ha hecho con total libertad al igual que yo, y de ahí ha salido nuestro recital fotográfico, y estos son algunos de los pasos que realizamos aquella tarde inolvidable, como muchas otras.

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Ausencia Tres semanas ya sin ella. Entró Joaquín en el piso, como cada día, con el corazón en la boca. ¿Habría vuelto? Y una vez más la oscuridad y el silencio le dijeron que no. ¡Tres semanas ya sin ella! La pesadumbre, rayana en desesperación, atenazaba su pecho como un puño, como una presa cruel, un corsé de tortura que, hora tras hora, parecía menguar, encogerse, asfixiar. “Nada hay peor que esta inmensa soledad”, pensó. La butaca habitual —la única que no cubría el polvo— le recibió con un quejido de muelles encubriendo un hondo suspiro. Se llevó las manos a las sienes presionando como si quisiera hundir los huesos temporales con los dedos, con las palmas, en un intento de extirpar el recuerdo. Alcanzó la última botella y se llevó a los labios el gollete sorbiendo un largo trago hasta agotarla y la dejó caer, boca abajo, en la papelera, con las demás que había ido apurando. Apartó a puntapiés los periódicos sin leer que sembraban la alfombra y visitó una por una las cuatro piezas del apartamento. En cada una le martilleaba en la cabeza la terrible evidencia: Ella no está. Ella estuvo aquí. Tres semanas ya... Abrió el armario del baño donde ella guardaba su batín, sus zapatillas. Contempló la superficie del espejo tachonada de salpicaduras de agua que, al secarse, formaban un irregular mosaico de lentejuelas, el espejo que ya no reflejaba su cara, sus ojos, sus labios, su cabello... Se pasó la mano por la descuidada barba con desasosiego. El dormitorio, con la cama sin hacer desde que ella se fue, la lámpara de techo con una bombilla fundida, el despertador cuya alarma ella fijaba cada noche, la alfombrilla de pies, arrugada. La cocina en la que ella pasaba horas preparándole aquellos platos sencillos, sabrosos; el horno, en cuya portezuela —ahora opaca— de cristal él adivinaba la huella de sus manos cuidadosas, exquisitas; la mesa aún tendida esperando el almuerzo que no se tomó; el fregadero repleto... la lavadora atiborrada de ropa rebasando su abertura superior... La tabla de planchar sobre la que yacía una camisa... La galería recayente a un patio interior sobre el que ella tendía... El costurero, de corte antiguo, regalo de la madre de Joaquín, con su butaquita en raso y rejilla en que ella se sentaba pegando un botón, remendando un descosido mientras él, fingiendo leer, la contemplaba con arrobo. Las cortinas del salón permanecían corridas y bajadas sus persianas excepto una de ellas, por la que Joaquín atisbaba la calle con la esperanza de ver su silueta próxima, plegando el paraguas para acceder al portal. Tres semanas sin ella... Ella no volvía... ¿No volvería? La sola idea del abandono le sobrecogió, le aterró. ¿Habrá encontrado otro? ¿Por qué este silencio?

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Ni una llamada, ni una postal, ni una explicación, ni una nota. Simplemente se fue. Tres semanas sin apenas salir a la calle; lo justo para tres someras comidas en restaurantes próximos para regresar a toda prisa por si ella volvía; por si ella había vuelto. No quería renunciar a la esperanza pero ésta, lejos de desvanecerse, le aherrojaba más, le oprimía más, le ahogaba más. Estaba al borde del pánico. Y sí, sospechaba que había otro; reconoció Joaquín que él era poco para una mujer de esa valía, de esa entereza, de ese carácter entero, sólido. Pero, aún siendo así, aun habiendo encontrado a otro, esa ausencia repentina, sin una explicación le provocó un estado de ansiedad irresistible, de soledad inmensa, galáctica. El psiquiatra le había recomendado sobrellevar la situación con la entereza que se supone en un varón maduro, responsable. Como en la mili, pensó Joaquín, “se me supone”... Esbozó una amarga mueca. El médico le recetó una cápsula (o dos) antes de dormir; otra (o dos) al despertar y otra (o dos) para mitigar la ansiedad, la inquietud, el permanente estado de nervios. Pero no era lo suficiente. Sólo había una cura: Ella. A veces creía odiarla por aquel abandono. Quería odiarla. Pero la intención quedaba en eso y en un parpadeo volvía la nostalgia honda, punzante, una daga permanente clavada en el esternón. Sonó el teléfono y Joaquín lo dejó dar los cuatro timbrazos antes de dispararse el automático. Sonó la voz de su jefe: —Espero que mejore pronto, Rodó, todos lo esperamos y le echamos en falta. Un abrazo. Retiró los visillos amarillentos de la única ventana practicable en el gesto tantas veces repetido... No. Ella no volvería. El reloj de sobremesa dio cuatro campanadas sordas y truncó la quinta. Eran las seis, observó Joaquín, según su reloj de muñeca y quiso atribuirlo a un presagio sin pensar que podía habérsele acabado la cuerda. Impulsado por una mano misteriosa fue a la cocina, donde el de pared se había detenido en la misma hora... Tampoco cayó en la sospecha de que pudiera habérsele agotado la pila. Él quería que fuera un augurio, se aferraba a una utópica esperanza... Se reprochó: “¡Necio, necio, necio!” Encendió un cigarrillo, hecho un manojo de nervios, y lo apagó, casi de inmediato, buscando un hueco en alguno de los repletos ceniceros. Las páginas de la agenda, abierta sobre el escritorio como ella la dejó el día que se fue, comenzaron a agitarse a impulsos de un inexistente soplo de aire y se detuvo... ¡en la fecha de hoy! ¡Hoy! El corazón de Joaquín dio un vuelco; eran demasiados vaticinios en el mismo día y a la misma hora. Paseó por el salón, como un tigre en la exigua jaula de un zoo circense, tocó un cuadro, una reproducción de escaso gusto de Las Tres Gracias con el marco torcido que ella habría alineado cuidadosa y geométricamente y se abstuvo de tocarlo. Percibió ruido en la puerta; la puerta se abría. La sangre se le agolpó en la cabeza, le castigó las arterias, le oprimió la coronaria, le batió en todas las venas como una marea ardiente y poderosa... ¿Ella? ¡Ella! Se dejó caer, desmadejado, sobre su sillón de orejas con la cabeza vuelta hacia la entrada visible desde su posición. La boca entreabierta, los ojos fruncidos, fijando la mirada expectante, intensa... Benita apareció en el umbral y su presencia iluminó una estancia mugrienta y una vida sombría. Joaquín no pudo articular palabra; no pudo moverse ni para darle la bienvenida. Una enorme laxitud convirtió sus miembros en trapo y sus articulaciones en pellas de algodón. Quiso esbozar una sonrisa pero le salió un triste rictus húmedo y torpe... ¡Había vuelto! Todos sus temores se diluyeron, toda desconfianza quedó disipada y una sensación de bienaventuranza le invadió de pies a cabeza ensanchando su pecho. Ella se detuvo y le miró fijamente desde su altura. Paseó después la vista en derredor. Techos, paredes, suelos... Clavó sus grandes ojos en Joaquín. —Cada vez que vuelvo de vacaciones me encuentro el mismo panorama. ¿Cómo puede usted vivir rodeado de tanto desorden? Y en ocho horas dejó el apartamento como un pincel.

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Descansa en paz Lo primero que dije cuando me dieron la noticia fue: no puedo ir, estoy ocupada. Cualquier actividad es preferible a los pesares de un tanatorio. Pero aquí estoy, aunque no tuvimos gran relación durante los dos años que trabajamos juntas. Nos caíamos bien, es verdad. Quizá porque antes de conocerte, yo había sido diagnosticada por error con tu enfermedad, me era tan fácil empatizar contigo. Nuestros puestos no estaban cerca, así que no hablábamos mucho en las horas de trabajo, y cuando lo hacíamos casi siempre era sobre cuestiones técnicas. Tampoco coincidíamos en el desayuno, porque tú no salías a tomar café. Te lo llevábamos a la mesa. Desplazarte te costaba un gran esfuerzo. Pero en los cumpleaños, a la hora de la cuchipanda, cuando la mañana termina y el hambre acucia, tú sí que estabas. Sustituíamos los papeles por botellas de vino, y de pie alrededor de la mesa (tú no, tú sentada) llenábamos de risas el despacho. Hasta las tuyas sonaban vigorosas. Fuera de allí, como que no existíamos. Tú a tu casa. Yo a la mía. Después cambié de destino, y nos vimos tan solo una vez en un año. Fue un día que pasé a saludar a otros compañeros. Te encontré fortalecida, muy contenta. Ya no necesitabas rodar la silla, como si fuera el carrito de mover expedientes, y tu cara, que siempre animabas con un brochazo de maquillaje, estaba luminosa. Reímos de nuevo en corro. Nos contaste que tu gato se iba a morir de orgasmos con el último juego de tu hijo: se entretenía entonando una especie de canto tribal, al tiempo que agitaba la réplica de un ratón atado a una cuerda; el gato seguía a la presa ceremonioso, a paso lento, y con el lomo erizado; al final la captura, los cuatro zarpazos y el éxtasis. En mi siguiente visita, unos meses más tarde, ya no te vi. Estabas de baja, como lo habías estado durante años, hasta que por fin habías conseguido incorporarte a la vida normal que tú tanto deseabas, la que diferencia a una persona con salud, de otra enferma. Eso dijiste. Querías trabajar, aunque te faltaran fuerzas hasta para mover el humo. Siempre agotada. Siempre en tu puesto. Menos el día de la huelga. Apagaste el ordenador, pero no bajaste a la calle. Llegaste en ascensor hasta el garaje, y te tumbaste esos veinte minutos en el coche. Ahora te has tumbado para siempre, aunque tú no querías, y amigas de la infancia y la juventud te han traído flores que no puedes ver. Incluso yo, que tampoco conozco a tu familia, me he acercado incrédula, con el dolor de la derrota, en

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busca de. No sé. ¡Hay tantas maneras de aproximarse a la muerte! A veces nos empuja el amor a los vivos: les queremos arropar en su pérdida. A veces el amor a los muertos, de los que no nos queremos separar. En ocasiones no pasa de ser un acto social, en el que los vivos contactan con los vivos. Y tú por qué has venido, te preguntarás sorprendida. Sé que no me esperabas. Pero aquí estoy, como un intruso que violara tu intimidad. Hoy tu familia ya tiene rostro. También he descubierto algunos de tus otros secretos. Tu fervor. Tu fe. Hemos trabajado codo a codo como si dios no existiera. Creíamos en las verdades de nuestros informes. Hasta hace poco esa era nuestra religión común, nuestro trabajo. Hoy descubro que tienes otra. Atrapada en esta larga misa de canciones con tenor y guitarra, como a ti te gusta, escucho las palabras altisonantes del Hijo de Dios, “yo soy la resurrección y la vida”. Quién se sirvió de la muerte de Lázaro para ser glorificado, ese a quien tú adoras, también dijo: “el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”. Pero tú sigues muerta, tal vez porque yo no soy Marta (ella primero tuvo que creer, después se produjo el milagro). O tal vez porque tú no eres Lázaro, que salió del sepulcro en cuanto le quitaron la losa bajo la que dormía, o yacía. Dormido o muerto. Hasta los discípulos confundieron en algún momento estas palabras. O tal vez porque a Jesús nadie le ha visto llorar en este entierro. Tal vez. No, hoy el Hijo de Dios no hará ostentación de su poder, no convencerá a los incrédulos. El cura que nos ha leído este evangelio, el que te dio la extremaunción, también ha dicho que en ti vio a Cristo crucificado. Y no sé si lo dijo porque no quedaba ni una gota de sangre en tus venas, y tu voz y tus miembros hacía tiempo que estaban paralizados, o porque le recordabas la gloria de Dios. Sea como fuere, muchos lo hemos oído, que la capilla del tanatorio está llena, aunque tú, la anfitriona, no has venido. Tu cuerpo descansa en otra sala, en un féretro rodeado de coronas. Después lo hará bajo una lápida de mármol, y algún día el nombre allí gravado, serán palabras que se desvanecen como cenizas que arrastra el viento. O tal vez en tu tumba de flores siempre frescas, figure una fecha, una foto, un epitafio para que en el futuro, alguien que no te conozca lo lea, y te invente, y te infunda vida, como Dios hizo con Lázaro, como yo ahora te revivo. Para mi gloria. Ya sé. Por eso he venido.

Gloria Soriano

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File not found Último intento… r First we take Manhattan, then we take Berlin… ss Nada. Me rindo. Soy incapaz de recordar quien compuso esta canción. ¡Con las veces que la he oído! Voy a dejarlo ya porque empieza a dolerme la cabeza. Ya surgirá cuando menos lo espere, como pasa casi siempre… Últimamente vienen siendo frecuentes estas pérdidas de memoria. Me aterroriza pensar que puedan ser los primeros indicios de un Alzheimer incipiente ¡Aún soy demasiado joven! Prefiero no pensar en ello. Ya tienen bastante trabajo mis neuronas como para añadirle tareas extras. Debo darme prisa. He quedado con Laura para comer. Hoy es nuestro aniversario y no puedo fallarla como el año pasado, cuando me entretuve con Paco y después de varios vinos y mucha conversación me llamó al móvil para decirme que la comida, buenísima, pero la compañía… se había quedado un poco escasa. Fue imperdonable. Por ello, este año he reservado mesa en el mejor restaurante de la ciudad. Voy a tirar la casa por la ventana, pero se lo merece. Creo que era por aquí. Hay que atravesar esta avenida y girar por la calle estrecha hacia… Un sudor frío me invadió de pronto. Esto no puede estar pasando ¡Había olvidado el nombre del restaurante y la dirección! Para colmo, tampoco llevo encima el teléfono. Qué oportuna, esa maldita avería. Hasta pasado mañana no puedo recogerlo. Al llegar al final de la calle frené en seco. No sabía qué camino seguir. Desolado, tomé rumbo a casa. Desde allí llamaría a Laura explicándole la situación. Ésta no me la perdona. Entré apresuradamente en el salón. Mientras me dirigía hacia el teléfono, algo llamó mi atención. Volví sobre mis pasos y al cruzar la puerta de la habitación observé que la pantalla del ordenador estaba encendida. Qué extraño. No suelo dejarla nunca así. Al acercarme un poco más vi que en ella aparecía un mensaje escrito en unas inquietantes letras verdes que brillaban de forma intermitente: TIENES DOS NUEVOS MENSAJES EN EL SISTEMA SI QUIERES LEERLOS PULSA AQUÍ ¿En el sistema? ¿Qué sistema? ¿El sistema operativo? ¿Desde cuándo había mensajes en el sistema operativo? Esto no podía ser más que un virus. Opté por apagar el PC, a ver si con ello desaparecía el mensaje, pero cuando iba a hacerlo, algo dentro de mí me lo impidió. Como un autómata, mi mano sujetó el ratón y el cursor se dirigió lentamente hacia el icono indicado. Clic.

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¿En el sistema? ¿Qué sistema? ¿El sistema operativo? ¿Desde cuándo había mensajes en el sistema operativo?

Mensaje 1: El nombre del intérprete de “First we take Manhattan” es Leonard Cohen. Mensaje 2: El restaurante donde te espera Laura se llama “L’Architecte”. Calle de la Luna, 5. Durante un instante que se me hizo eterno, me quedé paralizado. No sabía cómo reaccionar. Si se trataba de una broma, no tenía ninguna gracia. Nadie sabía que íbamos a comer hoy en ese lugar. ¿Leonard Cohen? ¿Alguien me oyó tararear la canción y me mandó este mensaje… al sistema? ¿Qué significa todo esto? Un escalofrío sacudió mi cuerpo mientras buscaba al teléfono para llamar a Laura… *** Mensaje 520: Las llaves del coche están encima del escritorio. Mensaje 521: Ayer tenías que haber llamado al Sr. López de TRIPSA para solicitarle los planos que te faltaban. Mensaje 522: Te dejaste la luz encendida al salir. Empiezo a preocuparme seriamente. No quiero comentar con nadie este asunto de los mensajes para que no piensen que me estoy volviendo loco. He buscado en Internet alguna explicación, pero no he encontrado un solo caso ni parecido. Lo cierto es que cada vez olvido más cosas. Lo que comenzó con despistes triviales ha derivado en olvidos realmente importantes que están afectando incluso a mi actividad laboral. Pero lo más grave es la dependencia que estoy adquiriendo de este “sistema” que vomita mensajes sin cesar. No pasa una hora sin que tenga que consultarlo. He conseguido crear un enlace para poder leer los mensajes en el móvil, en el ordenador del trabajo, en cualquier parte donde pueda tener acceso. Afortunadamente, Laura no sospecha nada, pero se me están acabando las excusas para justificar tanto despiste. *** Mensaje 2.884: El año pasado veraneasteis en Roma, en un hotel cerca del Palacio de la Ópera. Mensaje 2.885: Ayer fue el cumpleaños de Laura. No puedo más. Tengo que acabar con esto. Siempre he sido una persona con un carácter retraído y poco dado a enfrentarme a situaciones que me obliguen a tomar decisiones drásticas, pero no tengo otra opción. Armándome de valor, accedí al panel de control y busqué frenéticamente entre todas las aplicaciones que se habían descargado últimamente hasta que la encontré. Ahí estaba. El sistema. Solo me quedaba un paso. Desinstalar. No había acabado de marcar la opción cuando apareció un mensaje. Un mensaje impetuoso, vibrante, que ocupaba toda la pantalla:

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¿ESTÁS SEGURO DE QUE QUIERES DESINSTALAR LA APLICACIÓN Y ELIMINAR TODOS LOS MENSAJES? ¡Claro que estoy seguro! Pulsé la opción SI. ¿DESDE QUÉ FECHA QUIERES ELIMINAR LOS RECUERDOS? ¿DESDE AYER? ¿DESDE HACE UNA SEMANA? ¿DESDE EL PRINCIPIO? Estaba frenético. Iba a pulsar la última opción cuando algo me hizo parar de pronto. Eliminar los recuerdos… desde el principio. Un extraño presentimiento pasó por mi cabeza como una negra sombra. Tras un instante de vacilación deseché los temores mientras pensaba: ¡Qué tontería! Esas cosas solo ocurren en las películas. No es más que una aplicación. ¿Qué daño podría hacerme? Clic.

***

La enfermera apareció por la esquina del largo pasillo que daba acceso a las habitaciones. Se detuvo frente a la número 113 donde, todos los días a la misma hora, dejaba una bandeja con comida en la pequeña mesita junto a la cama. Al entrar en la habitación, el hombre que estaba sentado en una silla con las manos apoyadas en el regazo permaneció impasible. Su mirada perdida no reflejaba ningún tipo de emoción. Sus ojos vacíos contemplaban la ventana donde comenzaban a posarse finas gotas de lluvia, difuminando el paisaje. Cuando salía por la puerta, la joven le dijo, con una sonrisa: “Hoy tienes visita. Hace un momento ha llamado Laura y viene hacia aquí. No tardará mucho en llegar”. A la enfermera le pareció ver que de uno de sus ojos brotaba una fugaz lágrima que alteró ligeramente su expresión. Unos segundos más tarde, recuperó su semblante y su mirada siguió fija en la ventana, observando el rastro que dejaban las gotas al caer.

José Manuel Gonzalo

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Glamour en una antigua venta Días atrás me llamó el amigo Maylin para que le encontrara una ubicación singular para un reportaje con unas chicas. Bueno, en Caso hay muchos sitios preciosos, pero aparte del paisaje que es soberbio como muchos de los moldeadores conocen, necesitábamos una casa antigua, con buena luz, un poco de cutrez, y caballos y vacas. Me vino enseguida a la mente un caserón del 1700 situado en lo profundo de un valle cercano a mi pueblo, la antigua venta Les Lleres, que mi amigo ya conocía, y algún moldeador también deambuló por sus sombrias estancias, era el lugar perfecto para realizar un singular reportaje fotográfico. El día fijado preparé a Zara, una noble yegua que aguantó a los inexpertos jinetes y amazonas sobre su lomo, y realizamos el corto recorrido hasta la venta en una preciosa jornada de sol. Las mozas miraban sorprendidas el desorden anárquico que los dos hermanos solterones, propietarios de la finca, habían instaurado en sus dependencias, sobre todo el zaguán y la cocina. Suerte que estas chicas están acostumbradas a todo, y saltando por encima de cachivaches de todo tipo, se acomodaron para proceder a maquillarse y cambiar la ropa. Tito y Tony asistían sorprendidos a aquella invasión femenina a un lugar que me temo que pocas veces haya pisado una mujer. Una sonrisa complaciente y picara se les veía en sus caras. Por una vez miraban algo mas grato que ovejas y vacas, y nuestras chicas actuaban desenvueltas a pesar de fotógrafos y caseros. Estoy seguro que estaban disfrutando y nosotros también. La hábil maquilladora llenó de luz aquellos rostros, acentuando ojos y labios como solo las buenas profesionales saben hacer. El cambio fue radical y con uno de los muchos atuendos que traían en las pesadas maletas, nos dispusimos a iniciar la sesión. Montar a una yegua un poco nerviosa por todo lo que estaba viendo, y en un lugar ajeno para ella, no fue tarea fácil. Las mozas nunca habían subido a un caballo, y a pesar de su paciencia, uno de los dueños de la finca tuvo que sujetar por las riendas la montura mientras nosotros disparábamos las fotos. Al final terminaron perdiendo un poco el miedo, y sujetando por si mismas a la yegua con lo que conseguimos realizar las tomas ecuestres a nuestro gusto. Un hecho singular fue la propuesta de Tony, uno de los hermanos, de traer un crecido ternero, que al parecer quiere vender, y que una de las chicas se pusiera a su lado, para retratarlos juntos. Después de acicalarlo a conciencia para la ocasión, el ganadero, el animal y nuestra modelo, posaron en bucólico cuadro, que el dueño del ternero me recomendó el traerle una foto, pues aunque

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vivan en apartadas aldeas y nos parezcan alejados de todo lo que suene a tecnología, ellos saben que para vender bien un animal, la presentación, y el llevar una guapa chica a su lado, incrementan las opciones de venta sin necesidad de que sea presencial. Valdrá a través de foto. Espero que me diga si esa medida fue efectiva, y si así fuere se abre un nicho de trabajo para guapas estudiantes y modelos femeninas, ofreciéndose a los ganaderos para posar con sus animales y facilitar su venta ( sin moza incluida). Los posados en el interior de las desvencijadas estancias, con amplios espacios y techos muy altos, aparte de una luz que sin ser excesiva envolvía los cuerpos con los suficientes matices y volúmenes, para trabajar en unas inmejorables condiciones. Son esos lugares que todos los que nos gusta la fotografía deseamos encontrar. Allí estaba el plató natural, sin ningún atrezzo, la luz en la cantidad deseable, y unas bonitas modelos que hacen lo que se les pida con total espontaneidad. A cada cambio de vestuario, sucedían los cambos de ambiente, y como éramos dos los fotógrafos, también nos repartíamos las tomas, de manera que no interfiriéramos en el trabajo del compañero, aunque algunas sesiones las hiciéramos ambos a la vez. No soy muy amigo de la iluminación artificial por la pérdida de naturalidad que puede sufrir la imagen al recibir el disparo del flash, pero aunque nos ayudamos con reflectores sobre todo para aclarar sombras, también hicimos uso de esa iluminación, aunque controlando con cuidado su potencia. Quizás es uno de los elementos que menos se saben usar, y sin embargo bien utilizado se consiguen tomas que de otra forma seria imposible de lograr. Después de una reparadora comida en un buen restaurante de Casu, cambiamos para disfrutar de increíble luz del atardecer en el hotel La Lastra. Ese lugar también muchas y muchos amigos de Moldeando lo conocen. Allí estuvimos durante nuestro último encuentro. Es un placer poder hacer fotografía en aquel lugar. Los cuidados jardines, las estancias interiores de la antigua casona, la amabilidad de sus dueños hicieron que se nos pasaran las horas, hasta que la falta de luz nos obligó a dejar descansar a los castigados sensores de nuestras máquinas. Creo que la combinación de ambos lugares, propiciaron unas fotos diferentes a las que solemos encontrar en artificiales decorados, mostrándonos falsos paraísos, cuando los de verdad los tenemos a la puerta de casa. Al final no hace falta irse tan lejos, cuando puede existir belleza hasta en lo viejo. Solo se necesitan ojos para verla.

Monchu Calvo Luz y Tinta - 47


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Jardín de agua Me llamo Jacques y me dedicaba a pintar. Estuve exiliado en este maravilloso país hasta mi accidente. Desde entonces no había vuelto por mi jardín. Las horas que pasé allí, rodeado de gente pero sin gente, tuvieron el sabor salado de un océano, casi amargo. Paseé en la noche sintiendo la ciudad lejana, con el lento paso de la pena. Desconsolado. Fundido en el recuerdo de su piel que ya no tocaré. Moviéndome en la oscuridad de ese jardín acuoso, desdibujado, irreal, de verdes esperanzas que lo fueron, respirando en busca de su aroma... En ese lugar, robado a los sueños, quería sentir su piel cálida, suave, pálida, iluminada levemente por una luna menguante de otoño. Quería sentir sus labios en los versos jadeantes de mi aliento. Se me clavaron las afiladas espinas de unas rosas cuando pasé bajo ellas esperando encontrarla entre las ramas. Terminé con el cuerpo arañado, ensangrentado, como si sus uñas, en ese gemido sublime, rascaran en mi espalda desnuda en una interminable noche de amor... Quise tener la esperanza de que un día volvería sobre mis pasos por los tortuosos caminos de cipreses encantados, en los que con seguridad moran elfos, geniecillos, algún hada y toda clase de duendes, frente a las azules piedras de sus muros, llenas de leyendas y misterio. Pero será en otra vida, cuando haya escalado hacia los sueños, robándoles las sombras, sin haber sido un perro abandonado o un siervo de su gleba. A ese pájaro, ahora herido, que llevo dentro le volverán a crecer las alas y cuando todo haya pasado, remontará su vuelo como Ícaro e irá a formar parte del jardín de las delicias, volviendo a saborear el néctar de una boca, palpando la blandura tersa de unos senos...

Juan Depunto

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Las fotografías fueron realizadas por el autor del escrito, Juan Depunto, en los Jardines Majorelle, de Marrakech (Marruecos). El autor resucita literariamente al creador de estos jardines, que fueron diseñados por el pintor francés Jacques Majorelle, para que exprese su sentimiento. La casa, de estilo modernista, fue construida en 1931 y los jardines, con especies botánicas exóticas de todo el mundo, traídas por el artista de sus viajes, fueron abiertos al público en 1947. En 1962, tras un accidente de coche desapareció y los jardines quedan abandonados, El artista creó el azul intenso con el que están pintadas las paredes, pérgolas y demás elementos, llamado “azul Majorelle”. En 1980 el diseñador francés Ives Saint-Laurent y su pareja compraron la casa y su jardín, fundando una asociación para recuperar y mantener estos jardines, ampliando las especies a más de 300 (el doble de las que había), en las que habitan numerosas variedades de pájaros. El taller lo convirtieron en un importante museo de arte islámico con piezas de su colección particular. Hoy día es uno de los principales atractivos de la ciudad.

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Ciencias o letras Hace muchos años, en mis tiempos de estudiante,… Perdón, rectifico: cuando asistía obligatoriamente a una clase escolar y luego no aprobaba ninguna asignatura, porque todos los profesores me tenían manías por lo buen estudiante y lo bien que me portaba y lo fácil que me dormía mientras ellos explicaban no se el qué ni para qué, pues me dieron a elegir dos direcciones de estudios, una por Ciencias y la otra por Letras. Elegí Ciencias porque me explicaba mejor con números que con letras y desde entonces me vuelvo loco para intentar decir algo con un teclado, y ya no digo nada si la conversación es manual y encima de un papel. A ver si me explico mejor. Con un 6 y un cuatro, hago la cara de tu retrato. Y ya está, no hay que dar más explicaciones verbales. Ponemos el 6, que serían la nariz y la frente y debajo colocamos el cuatro que sería la zona de la boca y el mentón; y cerramos uniendo los puntos finales de las cifras a modo de cabeza calva. Esto es un pluguien, que decimos en fotografía. O algo parecido. Mientras que los de letras empiezan a manifestar sus razonamientos en base al conocimiento majestuoso sobre la materia. Ellos para lo mismo dicen: Colocamos una hoja de papel sobre una mesa, con una pequeña inclinación hacia la izquierda. ¿Porqué?, porque lo siguiente nos va a ayudar en el concepto del trabajo que haremos. Si el papel es blanco, rosa o azul celeste, lo mejor es un artefacto de escritura manual, que deslice tinta negra o azul oscuro. ¿Porqué?, Pues es muy sencillo …, y después ya comienza la teoría de los colores y los contrastes; y cuando termina el prologo de lo que acontece, después nos comentan cómo tiene que ser el 6. Total que, me sería mas fácil hallar el resultado matemático de un idioma ruso (шестью одной четвертой, сделайте свое лицо портрет; traducción: Con un seis y un cuatro hago la cara de tu retrato) que aguantar toda la explicación de lo mismo por un inteligente de Letras. Los de letras, para llegar a lo mismo, no hacen un plugin, hacen una novela o una tesis doctoral. Todos sabemos lo que es un plugin, matemáticamente hablando, pero resulta que tiene otros significados, y si vamos al traductor nos dicen que plugin significa “Enchufar”. Y ahora, pídeles la explicación del porqué. ¡Nada, no hay por donde cogerlos!

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Los plugin, aunque no lo creáis, ya existían hace muchos años o al menos a sí me lo explicaron a mi. Como ajustador mecánico (de cuando existía la rosca weber) y después acabando en Matricería, ya me dijeron que, formando un conjunto de metal del que una parte es molde hembra y apoyado sobre ella un molde macho, colocando un plancha de metal en el medio y practicando un golpe fuerte sobre el macho que estará arriba, se conseguía una pieza específica. Meter otra chapa metálica en el medio, otro golpe y otra pieza totalmente idéntica a la anterior; y así sucesivamente se conseguía una secuencia de modelos iguales. Bueno, pues esto es un plugin físico. ¡Ehhhhh, que no es un plugin eso otro que estas pensando, sobre una hembra debajo, un macho encima y dando golpes, que eso es “troquelación en vacío”, sin resultado positivo, aunque también puede llevar lubricantes y alguno que otro puede que use también Taladrina. En fotografía usando los mismos parámetros sobre un plano fotográfico, siempre sobre un programa o varios en uno, el acabado es siempre el mismo y por eso cuando un fotógrafo “descubre” algo que los demás no saben y sus acabados son siempre los mismos, sabemos que encontró un plugin. Hace unos días, en un evento me encontré con un artista que pintaba cuadros sobre lienzo. Le pregunté si trabajaba con aceites o cremas de colores y me respondió que eran productos acrílicos, porque si no tardarían mucho en secar. El resultado y según su posición con menos luz que el resto, daba un parecido a los grandes del siglo de oro. Esta persona posó para mí con parte de sus trabajos y por supuesto que también miré con todo detalle sus composiciones y formas de manejar la luz sobre la tela, incluso en algunas de sus obras marcaba unas franjas difuminadas a forma de rayos solares, que daba un aspecto a estudio fotográfico. Si se dispone de tiempo, creo que hay que aprovechar todos los conocimientos de los demás, aunque ellos sean ajenos a nuestra mirada. Los estudios fotográficos no están al alcance de todos, ya que ocupan parte de nuestro entorno u otros espacios ajenos a nuestro inmueble y llevan una serie de componentes específicos En ocasiones cuando hacemos fotos a modelos en interiores donde se producen eventos ajenos a nosotros o exteriores, es fácil que nos estorben focos, lámparas, puertas, etc., no deseados y quitarlos nos obliga a clonar o pintar fondos. Para esto, también tenemos la opción de poner planos de otros espacios y de otras fotos o traer de Internet “lonas, fondos, telas para estudio fotográfico, etc.” y acomodarlas a nuestra foto. Hoy diseñaremos y haremos nuestra tela de fondo. Sí, sí,… de verdad, pero es muy importante para realizar nuestra lona y, muy pocos lo saben, que es imprescindible el ponerse unos cascos en las orejas, para escuchar música. ¿Por qué ? vaya, ya parezco de Letras); porque si ponemos música Heavy metal, los trazos serán mas cortos. Si escuchamos boleros, los trazos serán mas largos y al final curvos. Y si es una cumbia villera,… bueno, pues siempre son los trazados exactamente iguales. Y si lo que escuchamos es el Kasachok, pues serán secuencias de tres puntos en tres puntos. Como aquí de lo que se trata es de hacer las cosas lo mas fáciles posibles y con menos pasos, vamos a necesitar tener un programa de PhotoShop, el llamado CC. ¿Que con anteriores ediciones también lo podríamos hacer? Sí, pero con más vueltas; y recordemos que yo soy de Ciencias. Como cada uno tiene una medida de resolución fotográfica y lo que nos interesa en rellenar todo el espacio, vamos a coger una de nuestras fotografías, cada uno/a de su cámara; la marcamos con recorte y copiamos. Luego la quitamos de la pantalla y vamos a Archivo/Nuevo/OK.

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A la izquierda. mi propio fondo

Ya tenemos nuestro lugar de trabajo. ¡Ahora ya, el “Despiporre”! (mi traducción personal de la palabra Despiporre, es como decir “hacer lo que nos venga en gana, porque va a salir bien “, como si se quiere hacer con las pestañas). Nos vamos a des-estresarnos: Duplicamos capa y, pintando con diferentes colores, tamaños, tizas, y rasgando con los diferentes modos y durezas de brochas, lo vamos componiendo. Los modos de capas, dan mucho juego a nuestro trabajo. ¿Que seguimos estresados?, bueno pues vamos a Filtro / Pintura al óleo y, movemos todos los mandos hasta conseguir mas abultados o mas suaves. ¿Que no nos convence? Pues, Acoplamos imágenes y vamos a la herramienta Dedo y, halaaaaa, a darle a dedo por todos los lados (me refiero a los lados de nuestro lienzo). Acoplamos imágenes. Y guardamos. ¡Y así, ya tenemos nuestra obra de arte hecha! Y, que sepáis que en Internet, hay artistas que lo venden. Quitamos el casco de la cabeza. Arrastramos nuestro modelo a la pantalla y después arrastramos nuestro fondo por encima del modelo. Bajamos opacidad para ver por donde trabajamos y colocamos. Sobre la capa del modelo, con botón derecho, rasterizamos. Goma de borrar al 14% más o menos, sin dureza y a un tamaño que no sobresalga mucho de los contornos de la modelo. Vamos borrando y viendo como sobresale la imagen. Según queramos más o menos que predomine la visión, damos más pasadas o menos. Cada vez que tengamos más perfilado los contornos, daremos más opacidad y quitaremos tamaño, hasta que consigamos lo deseado. Las sombras, en mi caso, me gusta más hacerlas con la herramienta de sobrexponer con diferentes tamaños y exposición. Y acoplamos capa. Si queremos poner un toque de luz que entra por una ventana lateral, usaremos la goma de borrar o la brocha en colores blanco con una baja opacidad y lo aplicaremos de la parte superior a la esquina contraria abajo. Menudo “rollo” que he escrito aquí. Ya parezco de letras.

Ricardo González “Completu”

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Marta Pardo diseñadora asturiana de moda y complementos, creadora de la firma “M Pardo Corsetry”

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CometCon 2015 Los días 28 y 29 de marzo fueron los elegidos para la celebración de la Convención Juvenil de Cultura y Ocio Alternativo de Asturias – CometCon’15, en el Auditorio del Palacio de Congresos Príncipe Felipe de Oviedo. Su organización supuso varios meses de arduo trabajo para la preparación del evento, múltiples reuniones, en las cuales se fueron aportando más ideas, aparecieron nuevos colaboradores y poco a poco comenzó a despegar la edición de este año. Se pretendía que manteniendo la estructura del año pasado fuese una edición diferente y novedosa. Balance de visitas 11.000 personas entre los dos días, siendo el sábado el día que marcó la afluencia más temprana y en mayor número de los visitantes. Como actividades habituales tuvimos el concurso de Cosplay “Cosplay Stage”, en el cual los participantes pusieron el listón muy alto por la calidad de sus cosplays; Dance Arena que en esta edición se le dio el formato de exhibición y no de concurso, concurso de karaoke, concurso de interpretación de personajes, concurso de talentos “Tu sí que molas”, el segundo certamen de cortometrajes live action. Tras finalizar las actuaciones de Cosplay y mientras el jurado deliberaba tuvo lugar una demostración de Esgrima Antigua por parte de la Escuela Asturiana de Esgrima Antigua, guiada y ejecutada en gran parte por su Teniente de Sala Pelayo Mejido Díaz, la cual captó la atención del público. La zona de videojuegos y consolas retro tuvo gran afluencia de público ya que se presentaban algunos juegos en desarrollo por parte de sus autores dejando estos probarlos y recogiendo las opiniones de los asistentes, respondiendo a todas las preguntas que les planteaban, así como la zona de juegos online donde se jugó de forma presencial la final del campeonato del juego League Of Legends que se convocó para el evento. Tampoco faltaron múltiples charlas, videoforums, talleres y actividades infantiles. Los juegos de mesa y de rol y rol en vivo también tuvieron su lugar aumentando el número de partidas y juegos presentados. Javier Cosnava en su conferencia habló sobre la novela, comic y el mundo digital. Andrés Palomino presentó su libro Guía para padres frikis y representó su monólogo “Soy un frikisexual”. Alfonso Azpirí realizó un videoforun sobre el

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STEAMRETRO tienda de ropa steampunk, gótica, alternativa y complementos. A la izquierda, Demostración de Esgrima Antigua por parte de la Escuela Asturiana de Esgrima Antigua

proyecto que tiene de hacer película y videojuego de su comic “Lorna y su Robot “, también estuvo presente su hija Lorena dando la charla conjunta con su padre “Dos Generaciones de ilustración”. Respecto a la ilustración también se contó con la presencia de Laura Casaiz Trinchete (joven artista asturiana creadora del cartel del evento), Nora García (estudiante de la Escuela de Arte de Oviedo, creadora de la mascota del evento), Breogan Álvarez (ilustrador, pintor, artista conceptual y retratista). En esta edición tuvieron especial presencia las actividades infantiles y familiares, dado el gran abanico de actividades podemos decir que abarcó un público de todas las edades. Coincidiendo con que había procesiones de Semana Santa justo al lado del auditorio, tras terminar las mismas, entraron a visitar el evento personas que habían participado en ellas. El cuarteto clásico “Cuarteto Interestelar” nos deleitó con dos conciertos, el sábado interpretaron temas de “El Señor de los Anillos”, “El Hobbit” y nos sorprendieron con algún tema no esperado como el de “Juego de Tronos” y de alguna película más. El domingo su concierto se centró en el mundo Star Wars e improvisaron una conversación entre R2D2 (flauta) y Chewbacca (fagot). Anteriormente a esta improvisación según empezaron a tocar la marcha imperial salieron los personajes de la película representados por miembros de Legión 501 Spanish Garrison, quienes nos sorprendieron cuando el cuarteto tocó el tema de la Taberna del puerto espacial Moss Esiley (en el planeta Tatooine, dentro del universo Star Wars) con un bailecito que hizo la delicia de todos los asistentes. Dentro de las tiendas y artesanos habituales pudimos contar este año con la presencia de la tienda Steamretro con ropas y complementos de los estilos steampumk y gótico. La moda steampunk es una moda asociada a un movimiento de ciencia ficción con el mismo nombre. Mezcla los elementos estéticos de la moda victoriana del siglo XIX o de la estética Western americana combinada con la tecnología de vapor aunque también contiene elementos estéticos de fantasía y ciencia ficción. Esta estética está presente en películas como Van Helsing, Wild Wild west, Sky Captain and the World of Tomorrow, Sleepy Hollow y muchas más. Tampoco faltó a la cita Marta Pardo con su colección de corsés y complementos ni Tamara Ferrero con su complementos y moda estética Lolita, aunque ella misma comentó que a petición de sus clientes, este año hizo una colección más tradicional, eso sí, sin dejar algún que otro guiño a la estética que marca sus creaciones. Como Cosplayers invitados este año tuvimos a Illisia Cosplay, Nunnally Cosplay y Cos2play (Dedy & Onirica), así como también con la presencia de muchos

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Tamara Ferrero “complementos y Lolitas” en su stand del evento. A la derecha, Illisia Cosplay, fotografía tomada desde la terraza del Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.

más Cosplayers que estuvieron presentes en otras ediciones como invitados y por supuesto todos los aficionados cosplayers que asistieron al evento con sus cosplays. La gran diversidad de actividades marcó esta edición, casi triplicando las ofrecidas en la edición anterior. Una mención especial que he querido dejar para el final para un invitado que se implicó en todas las actividades que pudo y dio lo mejor de sí mismo, como suele ser habitual en su apariciones en público: Loulogio gran comunicador, humorista y youtuber. Su monólogo marcó un lleno total en la sala principal del Auditorio Principe Felipe y los asistentes disfrutaron al máximo y se convirtieron en cómplices de su actuación ya que le encanta hacer que el público sea parte del espectáculo, incitándoles a participar en el mismo.

Juan José Pascual

Enlaces de interés: Conversación R2-D2 y Chewbacca: https://www.youtube.com/watch?v=Sul0eAYzFj4 Videos sobre Cometcon 2015: https://www.youtube.com/watch?v=pN6MUSDilgo https://www.youtube.com/watch?v=GFqoHGqJOUU https://www.youtube.com/watch?v=PqjHqSpowtE https://www.youtube.com/watch?v=7kUIYm5pb2k

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Sebastião Salgado Este brasileño — originario del estado brasileño de Minas Gerais — se ha ganado por méritos propios un lugar especial en el mundo e historia de la fotografía contemporánea. En sus planes no estaba el ser fotógrafo y dedicarse a la fotografía en cuerpo y alma, pues había decidido orientarse a la economía. Fue funcionario del Ministerio de Hacienda de Sao Paulo de 1968 a 1969 y, más tarde, perfeccionó sus estudios en París antes de trabajar en Londres, de 1971 a 1973, para la Organización Internacional del Café. En el marco de esta institución descubrió África y empezó a hacer fotografía. Muy pronto se dio cuenta de que, para proponer soluciones a la situación del Tercer Mundo, ante todo había que dar testimonio. La cámara fotográfica iba a ser el instrumento de esta conciencia, de esta voluntad militante que convertiría a Salgado en un fotógrafo “implicado”, comprometido. Tras haber fotografiado a los trabajadores inmigrantes en Europa, colaboró con la agencia Sigma y cubrió los acontecimientos que tuvieron lugar en Portugal y Mozambique. En 1975, entró a formar parte de la agencia Gamma y muy pronto supo que su vocación no era correr detrás de la actualidad inmediata. Aunque sus imágenes del atentado contra el presidente Reagan se publicaron en todo el mundo, inmediatamente comprendió que debía de llegar a un pacto con el tiempo para disponer de él. Y encontrar los medios para realizar reportajes de largo alcance. Contrariamente a los fotógrafos de ‘noticias’, o más bien a su lado, iría a investigar allí donde no le llamara ninguna actualidad, donde no pasara nada más que la permanencia de una situación. Tanto si esta era critica o simplemente característica. Y si el drama estaba presente, era simplemente porque era revelador, más allá de las anécdotas, de una situación más profunda y del funcionamiento o fallos de las estructuras. Salgado sabe que una imagen no puede resumir la complejidad de una situación y que tan solo el relato en imágenes, la articulación de las fotografías entre ellas permite, tras una larga investigación sobre el terreno, dar cuenta de ella. A su manera, a contracorriente de las publicaciones cada vez menos interesadas por la calidad fotográfica, prosigue y transforma la tradición del ensayo fotográfico. Y así, con esta lógica, en 1979 entra a formar parte del equipo de la mítica agencia Magnum. En aquel momento realiza su primer gran fresco fotográfico, dedicado al campesinado del continente latinoameri-

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cano. Fidelidad a los orígenes y homenaje a los excluidos, a una forma de vida cuyo arcaísmo parece no tener su lugar en el mundo. Entre México y Brasil , miradas de situaciones de instantes suspendidos y de espacios para recibirlos, luces duras en cielos plomizos. Una visión que hermana la miseria con la ternura, una religión con acentos exaltados y una omnipresencia de la muerte, unas luces que dramatizan los ínfimos instantes de la vida diaria y, ya entonces, los hombres en el trabajo. A partir de esa etapa, el objetivo de Salgado es explicito. Militante y generoso, pretende absolutamente reconciliar la estética con la información, con el compromiso, con la política. Salgado extrae el sentido de la forma. Explora lo real como un conjunto complejo de signos que remite a los códigos fotográficos y construye una gramática reconocible, una clave de la lectura del mundo. El objetivo explicito es poner de manifiesto, subrayar y, por tanto, hacer tomar conciencia. Pero también por supuesto, dejar huella, remitirse a la historia, a la memoria. La opción por la fotografía en blanco y negro constituye la base de una estética global, con la voluntad de trabajar en el orden de lo simbólico. La tradición del humanismo fotográfico pasa por esta abstracción que modula los grises y prioriza la reorganización gráfica del mundo en el espacio del rectángulo. Hay que hacer “imagen” para que la gente comprenda. La estética evidente de este trabajo es inseparable de su propio objetivo. Salgado le da una coherencia que, sin él, sería simplemente ideológica. Todos estos puntos de vista, estas opciones, estas decisiones se encuentran, radicalizadas, en la obra de Salgado sobre la transformación de las industrias manuales . Esta saga planetaria, que explora la desaparición de la actividad humana en sus formas seculares, es un auténtico alegato, un manifiesto. Aunque a veces roza la nostalgia, la amplitud del objetivo, incluso su desmesura, manifiesta claramente la voluntad de globalizar, de afirmar que el mundo, hoy, es totalmente interdependiente. Y que, si se transforma, es a cambio de sacrificios y de la eterna tensión entre el Norte y el Sur, entre ricos y desfavorecidos. El economista, fiel a sus ideales, analiza al mismo tiempo que muestra, que explora, para dar forma. ¿De qué se trata, a fin de cuentas, sino de un himno a la clase obrera, de un lirismo que exalta el mundo de los trabajadores en un momento crucial de su

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evolución? El mundo que Sebastião Salgado nos restituye se asemeja al de los muralistas mexicanos; se arraiga en un siglo XIX de industrialización y explotación, en el que surgieron también las teorías marxistas. Y resulta legitimo preguntarse acerca del sentido profundo de esta visión que, de los campos de caña de azúcar cubanos a las fábricas de acero de la antigua Unión Soviética, pasando por las zonas petrolíferas de Kuwait, nos muestra al hombre, transformando físicamente el mundo, luchando contra los elementos, construyendo y retratando, sufriendo y padeciendo. Una vez más, la imagen se afirma con una claridad evidente de los códigos. El individuo está continuamente en el punto de mira, un individuo que surge de la muchedumbre, que forma parte de una multitud que trabaja y al que la cámara aísla a menudo debido a la calidad y al significado de una simple mirada. Agotamiento de los cuerpos, dolor de los gestos, difícil equilibrio entre la maquinaria y lo humano, siempre bajo una luces que subrayan los gestos, exaltan el esfuerzo, exploran las relaciones. Esos “forzados de la tierra” están desapareciendo porque las modalidades del trabajo, en nombre de la rentabilidad, se transforman rápidamente. Mañana, la maquinaría ya no tendrá el mismo sentido ni la misma función que ayer, y el hombre explotado no lo será de la misma manera. Pero ¿en que se convertirá? Sebatiao Salgado nos invita a remitirnos a una memoria —idealizada— de la clase obrera. Para que miremos de frente, para que nos sintamos implicados y tomemos conciencia del sentido de la historia. La búsqueda de la belleza y de los equilibrios como el signo propio de la dignidad de los actores es una constante más explicita que todos los discursos. Encontramos aquí la referencia expresa a una imaginería religiosa, casi mística, con sus séquitos de trabajadores, de masas en movimiento y de crucifixiones en las minas de oro de Brasil. Como si buscara una redención a través de la forma, Salgado mira al mundo como una reserva ininterrumpida de imágenes significantes. Dar sentido le importa más que buscar una verdad, en nombre de una fe fundamental en el hombre. Un soplo épico atraviesa la extensión de esta narración que, de ca-

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pitulo en capitulo, de lugar en lugar, muestra todas las variantes de una condición obrera forjada hace un siglo y se pregunta acerca del lugar del hombre en el proceso de producción y de su futuro. Y, mientras que en la solidez de su construcción el conjunto aparece, ante todo, como algo impresionante, pronto plantea un gran interrogante. De la misma manera que no reconfortaba nuestra buena conciencia conmoviéndonos fácilmente con la condición de los niños del Sahel, Salgado no busca nunca nuestra compasión frente a la dureza de la condición del trabajador. Simplemente nos pide que la veamos, que la constatemos, y que seamos capaces de descubrir en ella la belleza que comporta. Como si el rigor del encuadre fuera la única certidumbre que permite leer una situación de forma pertinente. Pero este planteamiento no se puede tachar de formalista, porque en él subyace con fuerza el punto de vista “político”, la emoción de los encuentros, y por su gran interés en organizar en forma de relato unas series de casualidades controladas. Al margen de su vehemencia, lo que provoca la empatía es el evidente entusiasmo de Salgado. Esto se ha podido constatar en publicaciones mensuales como EL País Semanal, aquí en España, donde ofreció a sus lectores esta saga planetaria del hombre en el trabajo. Allí había, al mismo tiempo, el sentimiento de descubrir y compartir, una forma única de inscribirse en la historia y de mostrar unas situaciones. Con esta publicación ejemplar, que manifestaba una vez más que el fotógrafo seguía apegado al segmento más importante del fotoperiodismo, Salgado se inscribía totalmente en la gran tradición de reportaje de fondo y se manifestaba como uno de los grandes autores actuales capaz de resistirse a la banalización de la fotografía en la prensa. Salgado nos interpela sobre el sentido, la función y la finalidad de la prensa ilustrada de hoy, afirmando que, junto a una televisión mayoritaria en la función de la información a través de la imagen, sigue habiendo un lugar para la fotografía. Un lugar que nos es simplemente ilustrativo o anecdótico , sino que, quizá mejor que la imagen animada, puede hacer que el mundo piense. Esta confianza en la función de la fotografía,

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hecha de voluntad y de buena convicción sólidamente enclavijada en el cuerpo de que el hombre es la principal encrucijada del hombre, mitifica también a Salgado como personaje. Su éxito le convierte en portador de un futuro para la fotografía en lo que ésta tiene de clásica. Heredero de una historia que él desarrolla y enriquece. Salgado apuesta por la memoria y se da cita con la historia. Y, como sus opciones son claramente determinadas, prosigue el viejo debate sobre estética y política. Para decir que, desde la economía a las imágenes, todo es política…

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Foto: José Luis Maylín Pastor

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Foto: David D

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www.moldeandolaluz.com


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