Núm. 49 8 Julio 2015
El enigma de Grecia Fotógrafo del mes: jfg.lloret Viaje a Pisco Elqui María Miguel, actriz Alberto Korda
Año V.- Núm. 49- Julio 2015 PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy” DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Ángeles Pereira Perera, Claudio Serrano. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad www.moldeandolaluz.com Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico
Contenido 4 El enigma de Grecia........................................................................8 José Luis Cuendia, “Guendy” Laura Pérez Mey....................................................................... 24 Eugenio R. Meco Pisco Elqui: Relato de viaje...................................................... 32 Viviana Genta Cuarenta años después............................................................ 38 F.T. Gato........................................................................................... 42 Gloria Soriano Fiesta de la Balesquida ............................................................ 45 Juan José Pascual María Miguel, actriz................................................................. 50 Antonio Martínez Retorno al Corralín................................................................... 56 Monchu Calvo Viaje de una gota de agua......................................................... 60 Juan Depunto Ha nacido una estrella.............................................................. 68 Claudio Serrano Haciendo trampas.................................................................... 76 Ricardo González, “Completu” Alberto Korda........................................................................... 82 Ángeles Pereira Perera Fotógrafo del mes de Junio: José Francisco García Lloret...........
Francisco Trinidad
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Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society
Nuestra foto de portada:
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Presentación La vuelta, en Septiembre Bueno amigos, ya estamos metidos de lleno en el verano, las temperaturas son más que agradables en algunas partes del país, pues son muchas las regiones que están pasando una gran ola de calor; aquí en el norte, la verdad, la cosa es más relajadita, se lleva muy bien y como animales de costumbre preferimos el clima templado con ciertas brisas cantábricas al calor sahariano. Muchos ya tendréis puesta la vista en las vacaciones, otros las estaréis disfrutando y muchos llevan desde hace mucho tiempo de vacaciones forzadas, incorporados a ese inmenso ejercito del paro que sigue sobrepasando los cuatro millones de personas. Según el gobierno, todo va de viento en popa, hemos salido de la crisis y todo son brotes verdes, gérmenes que solo ellos ven, y si no que se lo digan a los parados y a los que ya no figuran como parados porque trabajan diez horas a la semana. Los que aún podamos hacer fotos, nos ceñiremos a ello, y si bien un sol fuerte e intenso no es lo más adecuado para hacer fotografías, os invitamos a violar esa leyenda urbana, pues en esta época también se pueden hacer buenas fotos, el medio día puede que no sea la mejor hora para disparar, pero existen otros momentos durante el día ya que son más largos y lo que sobran son oportunidades para captar la luz y los momentos adecuados se esté o no de vacaciones. Así que os animamos a que os lancéis a fotografiar el verano, las vacaciones, la playa, la montaña, la familia, los contraluces, las fiestas, los fuegos artificiales… En este nuevo número de Luz y Tinta nos congratulamos de contar con dos nueva firmas, la de la doctora en Ciencias del Arte Ángeles Pereira Perera, que nos describe magistralmente la figura del fotógrafo cubano Alberto Korda, que es algo más que el autor de la famosa foto del “Che”, Ernesto Guevara, una de las fotos más famosas del mundo. El Instituto de Arte de Maryland (Estados Unidos) la denominó Korda’s photo, es decir, La Foto de Korda: “La más famosa fotografía e icono gráfico del mundo en el siglo XX”. Por otra parte, se incorpora de forma permanente el escritor Claudio Serrano, que será el encargado de leer los trabajos de determinados maestros de la luz, en principio pondrá la palabra a las imágenes de la maestra rusa Nadezhda Shibina, conocida en nuestra red social como Nadima. Celebramos y felicitamos también este décimo aniversario de la legalización del matrimonio homosexual, queremos extender nuestra felicitación a todo ese colectivo de hombres y mujeres que durante décadas plagadas de humillaciones defendieron un derecho que la sociedad no comprendía. Fuimos educados para rechazarlos, pero su causa era justa, tenían razón, por ello desde nuestras páginas les felicitamos y del mismo modo todos aquellos que les apoyaron, pues su derecho era justo y no podían esperar a que nosotros nos acostumbráramos. Nuestra sociedad en este caso ha sido mayoritariamente admirable, demuestra nuestra sensibilidad para adaptarse y hacer suyas las causas justas. Y ya metidos en felicitaciones, queremos felicitar a todo el pueblo griego, un pueblo admirable con el que yo personalmente he tenido la suerte de compartir una vivencia y experiencia particular el pasado otoño, por la lección de dignidad que nos están dando a todos los europeos por atreverse a decir basta a la troika. Por votar en un referéndum con los neveras y los bolsos vacíos, pues hasta ahí llegó la acción política de los grandes poderes facticos europeos, en su ávido interés por meterles el miedo en el cuerpo. Es de agradecer cuando se cede la palabra al pueblo, pues el voto que depositamos en cada elección no es un cheque en blanco hasta la próxima oportunidad de votar. Luz y Tinta se despide de todos nuestros lectores hasta el próximo 5 de Septiembre, en que esperamos volver con energías renovadas y alguna que otra novedad. Feliz verano y fotos con calor.
José Luis Cuendia, “Guendy”
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Fotógrafo del mes de Junio
José Francisco García Lloret A José Francisco García Lloret lo conocemos en Moldeando la luz por su anagrama “jfg.lloret”, una marca de la casa tras la que se encuentra un fotógrafo veterano, activo, muy inquieto, que se declara aficionado a todos los efectos y que desde su primera incursión en nuestra red social, allá por noviembre de 2011, nos ha ido entregando fotos con constancia y dedicación, hasta completar un álbum personal en nuestra página que supera las cuatrocientas cincuenta fotos, todas ellas de una calidad contratada. García Lloret se declara fotógrafo de calle, que capta al paso cuanto llama su atención, aunque últimamente se dedica con idéntica pasión a la foto de estudio, sobre la que volveremos al final. Sus fotos de calle nos revelan a un fotógrafo con una peculiar visión de la realidad y una curiosidad que capta detalles insólitos, como esos agresivos encuadres —siempre en contrapicado— de edificios modernos que nos presenta amenazantes y provocadores, frente a otras escenas cotidianas, tan amables como el propio paso del tiempo: músicos callejeros, parejas de novios que se abrazan olvidados del mundo, colorido chirriante de algún desfile festivo, bicicletas en todos los rincones o pintores vagabundos en Monmartre…, escenas todas ellas que rescatan y concentran el ritmo de la vida urbana en todas las ciudades que visita —Ceuta, Tánger, Bolonia, Barcelona…—, pero sobre todo de París, ciudad en la que vie este
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alicantino desde hace cuarenta y cinco años y a la que conoce en todos sus motivos y rincones , en fotos pensadas, como las farolas, las ramas de los árboles de los parques o los puentes sobre el río Sena, y fotos espontáneas, robadas al paso mientras camina por calles de las que conoce todas sus esquinas y reflejos. A veces sale de la ciudad, pero en lugar de retratar los paisajes abiertos, se concentra en los cielos, muchas veces de playas solitarias y generalmente con esa sugerente iluminación, ese juego de luces y sombras que propician los amaneceres y atardeceres, en los que se alternan la luminiscencia albuminosa que suele preceder al orto solar con el resplandor encendido de su ocaso, momentos ambos en que la luz es un milagro y las fotografías suelen contagiarse de su efímera progresión hacia la plenitud de la luz o de la oscuridad. Las fotos de García Lloret adquieren en ambos casos una especie de pátina a modo tonalidad nostálgica. Pero ya dije al principio que su dedicación última son las fotos de estudio que combina con fotos en el exterior de lo que desde hace un tiempo hemos convenido en llamar fotos de glamour, que no son otra cosa —y espero no simplificar en exceso— que señoritas de buen ver y a ser posible jóvenes convenientemente vestidas y maquilladas, con tendencia a despojarse de su ropa según avanza la sesión fotográfica. A veces, en estas llamadas fotos de glamour, se cuela como a hurtadillas un modelo masculino, aunque siempre como excepción. En las fotos de estudio, a solas el fotógrafo y las modelos con la luz ambiente y su equipo fotográfico, practica el retrato y el desnudo, ese difícil equilibrio, casi tensión, entre el pudor y el descaro, entre la insinuación y la franqueza, buscando un punto de apoyo para mover la sensibilidad más allá del mundo insinuante del cuerpo femenino, que a veces le permite jugar con las sombras que proyecta sobre suelos y paredes, alternando el color con el blanco y negro, que suele predominar, en una dimensión onírica de esa insaciable indagación que busca siempre los límites del arte.
Francisco Trinidad
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El enigma de Grecia El pasado otoño, en mi viaje por Grecia, pude palpar las revueltas sociales antes de las elecciones de Enero de 2015. En pueblo heleno, estaba ya harto y cansado, por no decir noqueado, saturado de recortes, de austeridad, de haber iniciado un camino hacia la pobreza con la agonía y cada vez más reducida clase media, un viaje a ninguna parte, un camino que no parecía tener retorno. Los griegos son muy parecidos a nosotros los españoles. Grecia no es España, pero se le parece tanto. En nuestro viaje, intentamos buscar la cuna de la democracia, su cultura milenaria con la que fue impulsado Occidente. No fue ninguna sorpresa para mi conocer sus gentes, como me esperaba, descubrí que eran muy parecidos a nosotros mismos. Somos mediterráneos ambos, aunque a mi personalmente me bañe más el agua del Cantábrico. Me recordaba a mis conciudadanos del sureste español. Nos parecemos física y fonéticamente y el clima es igual que el que reina en los más de 10.000 kilómetros cuadrados que abarca el extenso frente costero que va desde Almería hasta Benidorm. Los días que pasé en las islas griegas y de forma especial los días de mi estancia en Atenas, que fue donde más pude interactuar con sus gentes, me sentí como en casa. Me encantó pasear por sus calles llenas de recovecos, sentarme en sus terrazas a cenar, disfrutar de su música con una copita de ouzo, después de disfrutar de una buena moussaka con vino griego. Desde entonces he seguido con más pasión e interés los acontecimientos políticos del país heleno. Por ello, ante el último acontecimiento político, su último referéndum en relación con las negociaciones con la troika europea, me hizo sentirme mal. El referéndum debería de haber tenido más respeto, pues los convocantes no han hecho otra cosa que defender unas posiciones con las que habían ganado las elecciones hace seis meses. Me ha dado vergüenza de los que durante todo este tiempo se han estado riendo de todos sus esfuerzos, de los que esperaban su derrota y su humillación, sí, son de vergüenza tantos comentarios de los que están asistiendo a este drama como si fuera una especie de desahucio, con el forcejeo de los derechos de un acreedor, muy respetables por supuesto y la no menos respetable angustia de un deudor que está en los huesos, con mucha de nuestra mejor sociedad deseando no un acuerdo si no la ejecución de un alzamiento, que desahucien a Syriza de una vez. Esta firmeza de Europa con un país pobre y chico, la quisiéramos ver también cuando se insolenta un grande como Gran Bretaña, por ejemplo. Y esta dignidad europea ofendida la quisiéramos ver cuando
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algún poderoso les desafía, por ejemplo, cuando los servicios secretos de EE.UU se atreven a espiar incluso a nuestros primeros mandatarios, ofensa gravísima que solo ha merecido mohines, aspavientos y pucheritos, como alguien ha escrito. Creo que los griegos nos han dado un ejemplo con su respiro de precaución y serenidad. Dijeron No a las imposiciones de la troika en sus imposiciones más que negociaciones, y dijeron un NO rotundo, no en una victoria paupérrima, de esas que dejan sabor amargo, pues no, ha sido una victoria de más de veinte puntos sobre el SI. Y lo dijeron con todo el poder de la prensa europea al servicio de los poderosos, con todas las presiones habidas y por haber, en medio de un corralito, pues en medio de la campaña del referéndum la estampida de depósitos de ciu-
dadanos que han acudido a las sucursales bancarias a retirar su dinero, supuestamente los votantes del SI, ha dejado a la banca griega sin fondos. Y a pesar de las adversidades dijeron NO en una victoria sobre el SI de más de veinte puntos. Se podría decir que dijeron NO con el bolsillo vacío y la nevera vacía. Un ejemplo de gran dignidad y serenidad. Tras la victoria, en un gesto inesperado, el ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, este respetado profesor de economía, presentó su dimisión al primer ministro heleno Alexis Tsipras. Durante el referéndum había mantenido que si ganaba el SI se volvía a su cátedra a dar clases. Pero lo hizo habiendo ganado el NO. Y lo hizo para ayudar a Tsipras facilitando las nuevas negociaciones, pues era consciente de que la troika no lo quiere en las próximas negociaciones. Su figura
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se había vuelto antipática en los círculos de poder de la vieja Europa. Él les acuso públicamente cuando les dijo: Lo que hacen con Grecia tiene un nombre: Terrorismo. Al dejar su cargo manifestó: “Llevaré el odio de los acreedores con orgullo”. No olvidemos que la deuda que Grecia tiene, no es deuda contraída con el actual gobierno, es deuda contraída con los gobiernos conservadores del ND (Nueva Democracia) y la dinastía de los Papandréu con el PASOK. Desde 1974, año en que cae el gobierno de la Junta Militar hasta 2009, los dos partidos principales y mayoritarios del país ND y PASOK han alternado el poder entre ellos recaudando entre ambos más del 80% de los votos. La última gran crisis puso de manifiesto la gran corrupción de estos dos parti-
dos, que fueron los culpables de la desafección griega, siendo culpados por la población de la fuerte caída de sus ingresos personales y la mala gestión de la crisis. Primero el malestar y reacción popular tomo forma de protesta y agitación social en la ya famosa Plaza Syntagma (Constitución). Esta fue un verdadero campo de batalla durante los últimos años y casi a diario. La crisis terminó fragmentando el panorama político y la necesidad de los gobiernos de coalición ante el auge de la extrema derecha. Las elecciones europeas en el 2014 lo confirmaron. Pero sería en las elecciones del 2012 cuando se produjo la ruptura revolucionaria del sistema bipartidista dominante del ND y PASOK. Es un hecho innegable que, como consecuencia de la crisis económica, el panorama político de Grecia ha cambiado de forma irrevocable, de igual manera y como
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ha ocurrido en España, pues las última Elecciones Europeas nos vaticinaban lo que al final ocurrió en la recientes Elecciones Municipales y Autonómicas en España. En Grecia el desempleo paso del 7% al comienzo de la crisis para llegar al actual 30%, después de un periodo en que fueron una de las economías que más crecían antes de la crisis. Con la mala gestión de la crisis llegó el descontento y la irá de sus ciudadanos, con el aumento dramático de la pobreza, la falta de viviendas y con el fin del anterior poderoso Estado, clientelista, protectorista que lo abarcaba todo, con sus practicas corruptas, una clase política oportunista cuya única y principal preocupación era el cálculo de su coste político, aferrándose al poder y evitando molestar a los intereses creados, siendo incapaces de crear liderazgos responsables y capaces de hacer las reformas necesarias con el fin de hacer que su economía fuera más funcional y competitiva, y lejos de rebajar sus deudas las fueron aumentando de forma alarmante. Hay algunas pinceladas que nos pueden ayudar a comprender mejor la realidad de lo que ha sucedido en Grecia, pues si no sabemos de donde venimos, es imposible saber a donde vamos, y por supuesto, donde estamos. Por ejemplo, Grecia mintió sobre su economía para entrar en la eurozona, pero dicho así sería una verdad a medias. Quien mintió en aquella ocasión fue el partido de Nueva Democracia, que manipuló las cifras del déficit griego entre 2004 y 2009, fue este el partido que apoyó en las últimas elecciones el gobierno alemán, el mismo partido que mintió a las autoridades europeas y a sus propios ciudadanos. Pero, casualidades de la vida, el trabajo para Nueva Democracia se lo hizo el Goldman Sachs, el banco de inversión que asesoró a aquel irresponsable gobierno griego, maquillando las cuentas y haciendo de la mentira verdades, y uno de sus principales directivos era Mario Draghi, curiosamente hoy Presidente del Banco Central Europeo, una de las patas de la troika que les ahoga. Otra de las leyendas urbanas que merece otra pincelada, es la deuda de Grecia, al tiempo la deuda que Grecia tiene con España. Personalmente a mi Grecia no me debe nada, por el contrario el gobierno español mucho, por que nos ha quitado mucho a todos los españoles para dárselo a los bancos alemanes que compraban deuda griega. La deuda evidentemente era con los bancos alemanes y para salvarles se cambió por deuda de los países de la Eurozona. De esta manera les quitamos el marrón a los bancos asumiéndolo nuestros nefastos gobernantes, siendo asumido el riesgo por nuestros respectivos estados, en última y definitiva, pasándonoslo a nosotros. Cuando se habla del rescate de Grecia, en realidad se trata de la protección a los bancos europeos que en su avaricia compraron deuda griega, y la nefasta política de austeridad para con la población griega hace imposible que estos puedan pagar, y les pasan el marrón a sus subordinados los políticos y siervos del “establishment europeo” . Y sentado el humillante y deleznable precedente, pretenden que los gobiernos, una vez más, vuelvan a ser fiadores de sus inversiones. Que es tanto como decir que nos pasan la deuda de los bancos a los ciudadanos europeos. Y frente a esta ofensa, frente a este atraco a la ciudadanía se busca un chivo expiatorio: “El pueblo griego”. Me recuerda al momento en que se empezaron a ejecutar las reformas antisociales por parte del gobierno de la derecha española, decían también que habíamos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. Un profesor universitario ateniense, me comentaba que había cotizado durante más de cuarenta años a la Seguridad Social griega, le había quedado una pensión de 1700 euros, con las reformas esta se había reducido hasta quedar en 1.200 euros., de momento. Hoy la mayoría de pensiones está en el umbral que va de los 400 a los 800 euros, fundamentalmente pensiones de la clase trabajadora. Y en esto llegó Syriza… el partido más votado en las elecciones parlamentarias de enero de 2015, quedando a dos escaños de la mayoría absoluta. Dice un viejo refrán que “no sirvas a quien sirvió” o debas a quien debió. La prensa española fue la más implacable y subjetiva al día siguiente de las elecciones griegas; el diario derechista La Razón, titulaba en un jueguecito de palabras en
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letras grandes a toda portada “Desgrecia”. El monárquico ABC, advierte que “El populismo se apodera de Grecia” y El País –quién te ha visto y quién te ve– hacia de adivino titulando: “La victoria del partido de Tsipras anticipa un periodo de agitación en Europa”. Lo que resulta evidente es que los griegos han elegido democráticamente, no podía ser de otra manera, un gobierno le guste o no a Bruselas, a Alemania o a los voceros y palmeros de la Angela Merkel en España. Me niego a ser anti-alemán, ni “anti” de ningún país, porque me considero un europeo convencido, pero quiero una Europa de los pueblos y no de los plutócratas, me niego a ser un número más en la cueva de Ali Babá. No quiero una Europa de los sátrapas y mercaderes. No quiero una Europa con ciudadanos de primera, segunda o tercera. Soy de los convencidos de que otra manera de hacer política es posible. Syriza, nos guste o no, lo está demostrando en Grecia de momento. Ya me hubiera gustado que nuestro Presidente Zapatero, nos hubiera consultado a los españoles cuando la troika le impuso el paquete de reformas que inició sin rechistar, traicionando de esta manera a su electorado, pues ninguna de esas medidas estaba en el programa con el que se presentó a las elecciones. Si lo hubiera hecho, seguro que se hubiera evitado al menos la mayoría absoluta de una derecha que desde entonces no ha hecho más que mentir y empobrecernos cada vez más, después el triunfo del PP. Temas de corrupción, son tan extensos que merecen un capitulo a parte. Desde entonces hemos retrocedido en el estado del bienestar de forma alarmante, al margen de otras medidas represoras como la llamada Ley Mordaza, la reforma partidista de la Educación, los drásticos recortes en Sanidad, etc, etc. Y lo malo es que a pesar de querer presentarse con aires nuevos, los viejos partidos, en el fondo son más de lo mismo, como dijo Giuseppe Tomasi de Lampedusa refiriéndose a la revolución garibaldina en su novela El Gatopardo: “Es necesario que todo cambie, para que todo siga igual”. Y por qué digo esto, pues porque desgraciadamente lo que ha sucedido en Grecia tiene una parte de la cual me congratulo, pues ha permitido levantar las alfombras de la socialdemocracia europea. La actitud del PSOE con Grecia ha sido mendaz, ha dado la espalda a un gobierno que lo único que ha hecho es defender a su ciudadanía; criticaron el referéndum, lo cual demuestra que no han aprendido
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nada, lo que quiere decir que si se vieran de nuevo en una situación como la de Zapatero, volverían a cometer el mismo error. Dicho de otra manera, Pedro Sánchez haría lo mismo. Podemos o no estar de acuerdo con el partido del gobierno griego, pero en esta ocasión se trataba de ayudar aunque solo fuera testimonialmente a un pueblo sometido a una trampa mortal. Los nuevos dirigentes del socialismo español dicen arrepentirse de la modificación de la Constitución Española en su articulo 135, pero por este posicionamiento, mi lectura es que llegado el caso volverían a hacer lo mismo. Se volverían a someter a los dictados de la troika y a los insaciables mercados financieros, a las presiones de los grandes halcones, una vez más el PSOE volvería a tropezar con la misma piedra. Por otro lado, como demócrata me he sentido humillado y contrariado, pues ha sido desalentador escuchar al Presidente del Parlamento Europeo, un socialdemócrata, decir que prefiere un gobierno griego de tecnócratas, uniéndose a las posturas más radicales de la derecha europea, lo cual nos indica claramente en qué lado se posicionan cuando se trata de administrar justicia y dignidad a la ciudadanía. Ante los verdaderos problemas, lo que nos sobran son los políticos apoltronados que no ven más allá de sus propias narices, que son incapaces de mirar más allá de lo que pueda generarles réditos personales, sin arriesgar lo más mínimo en beneficio de los más necesitados como este caso. Ellos sabrán lo que hacen, pues curiosamente, y volviendo a Grecia, los partidos tradicionales helenos (el conservador Nueva Democracia y el socialista Pasok) han quedado fuera del gobierno por primera vez en 40 años. Es más, la crisis parece haber alterado la política griega de tal manera que será la primera vez que la saga socialista de los Papandreu no tenga a uno de sus miembros sentado en el parlamento democrático desde la caída del dictador Loannis Metaxas, en el año 1941.
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Mis observaciones están evidentemente realizadas desde el exterior, no soy griego y en consecuencia tampoco de Syriza, ni siquiera me puedo considerar simpatizante, me faltan datos para poder ser objetivo. Hay cosas que se me escapan y que no alcanzo a comprender, como la alianza con el Amanecer Dorado, el lado más oscuro de la política griega. Pero ante las criticas de los ultra liberales, y las derechas europeas incluidas la española, al igual que parte del socialismo europeo y español, su discurso del miedo, su nerviosismo y sus descalificaciones, me pongo al lado del pueblo griego y éste hoy mayoritariamente está al lado de quienes le dan voz y le consultan y esos nos guste o no es Syriza. Es evidente que esto no es nada fácil de solucionar, de que esto no les va salir gratis a los griegos, estaré siempre al lado de ellos, y de quienes mejor los defiendan llámense como se llamen. ¿Y ahora que pasará después del NO? ¿Renegociación o ruptura? Esa es la dramática disyuntiva de ahora mismo, y debe de ser renegociación facilitada por la dimisión conciliadora de Varoufakis, pero además de lo que directamente significa, el NO griego ha puesto en evidencia el desbarajuste que hoy es Europa. Este ha sido el primer desafío abierto de los amotinados europeos que diferentes en cada país con distintas denominaciones e ideologías están diciendo desde hace varios años que el proyecto europeo está gripado y que no funciona, el referéndum griego a dejado al descubierto el enorme agujero institucional y político en Europa con las soberanías tan desordenadamente repartidas que flotan en una enorme confusión, ¿dónde esta el poder? ¿Quién manda ahora? Por eso, es muy importante preguntarse si la Unión Europea está en condiciones de profundizar en su proyecto o solo le queda el resuello para mantenerlo a duras penas siguiendo a paso de tortuga su camino de manifiestas carencias, ojalá todo el problema de Grecia fuera Syriza, ojalá todo el problema de Europa fuera Grecia. Con el NO en su referencia Grecia siente que ha salvado su dignidad, pero ahora le toca llevar a la mesa de negociación algo más que el peso democrático de su NO, necesita llevar una propuesta razonable, y al otro lado de la mesa le espera otro orgullo, el herido orgullo alemán, posiblemente menos inclinado que nunca a la condescendencia, los que quieren aplastar de una vez de un manotazo al tábano griego, y acabar ya, y dar una lección definitiva a los partidos de la nueva insolencia, son muchos y muy poderosos. Y a favor de Grecia juega Obama, que observa con temor como rondan a la vieja Grecia, la Rusia de Putin, con objetivos geoestratégicos nada disimulados, y la ambiciosa China con presencia e influencia creciente en el Puerto del Pireo. A favor de Grecia juega, como ha escvrito un veterano periodista español, sobre todo su condición de tapón de la bañera, algo muy modesto en apariencia, pero imprescindible para que el proyecto europeo no se vaya por el sumidero. Por encima de todo ahora se necesita una propuesta realista. En el argot futbolístico se diría: Al saque Grecia. Sirve la pelota el delantero Alexis Tsipras.
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Laura Pérez Mey Yo sigo aprendiendo, creo que nunca dejamos de aprender nuevas maneras de hacer las mismas cosas. Supongo que eso se aplica a absolutamente todo lo que hacemos, da igual que sean fotografías o cualquier otra cosa. Así es como se avanza en la vida. Si nos dejamos llevar por las limitaciones, nos volvemos vagos. Si estamos sedientos de conocimientos, seguro que terminamos destacando. Se suele pensar de los fotógrafos de modelos que son los más creativos, los más inspirados. Sinceramente no lo sé; en mi caso, puedo asegurar que siempre se está bajo presión, porque hay que idear constantemente maneras nuevas y emocionantes para intentar promocionar a las chicas que se dejan en tus manos, así que aunque las fotos parezcan que solo cambia el rostro bello de las modelos, detrás está la busca constante de fuentes de inspiración nuevas. A veces uno se ve influenciado por el cine, o por los trabajos de grandes fotógrafos. En mi caso la cosa se torna un poco complicada cuando en la mayoría de los casos las fotos no cuentan con los focos a determinados grados por encima de las cabezas de mis modelos, aquí faltan las muletas y las ventajas que aporta el trabajar en un estudio. Lo mejor de trabajar en un estudio, aparte de que es más cómodo, es que uno no tiene que preocuparse por perder la luz, porque en el estudio se controla completamente. En mi caso las sesiones se realizan en el exterior, utilizando la luz natural, y se está a merced de lo que pueda ocurrir con el tiempo el día de la sesión. Bien es cierto que Dios siempre está de buen humor con mi Cádiz del alma y nos regala el mejor estudio posible a la luz del día. La niña que hoy traigo a las páginas de Luz y Tinta la conocí hace mucho tiempo, cuando tan solo era una niña. Recuerdo la primera vez que me pidió que le hiciera una sesión, y como era menor de edad le dije que tenía que saber de esa petición a través de su madre, pues Laura aún era menor de edad. Su madre accedió gustosamente al deseo de su hija y nos pusimos manos a la obra. También recuerdo que por aquel entonces en las primeras sesiones era un auténtico manojo de nervios. Me atraían sus ojitos cuando miraba a mi cámara, veía algo especial en su mirada, así se lo hice saber. Los tres, Laura, su madre y yo, quedamos muy contentos con aquella primera sesión, así que desde entonces a esta parte no hemos cesado en realizar sesiones fotográficas, no recuerdo muy bien, pero creo que al menos ya van ocho sesiones. Tanto Laura como su madre Natalia son ahora como de mi familia, nos hemos hecho muy buenos amigos, hemos soldado entre ambos una buena y estrecha amistad. Con Laura, como ocurre con todas las facetas de la vida, donde hay
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confianza…; así que de vez en cuando discutimos, los dos somos buenos cabezones como buenos Escorpio que somos. Pues ya se sabe, las relaciones personales con los Escorpio siempre suelen ser complicadas, y casi siempre conducen a una serie de extremos, pues solemos ser temperamentales francamente y sin razón aparente, pero esa posesividad se salva con la lealtad que caracteriza a quienes están bajo este signo del zodiaco. A Laura, le llamo cariñosamente “mi chinita” y últimamente nuestras disputas están en nuestra próxima sesión de fotos. Yo quiero que sea sobre un tema de lencería, cosa a la que se opone, no quiere ni hablar de ello, pero en fin, el tiempo pondrá las cosas en su sitio, dará y quitará razones, así que, al igual que cantaba Doris Day en El hombre que sabía demasiado: Que será será/ Lo que sea será, será/ El futuro no es nuestro/para ver/ Que será será...
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Pisco Elqui Relato de viaje Esta es la historia de un viaje que realicé hace muchos años con mi marido y mi hija. Mi hijo menor, Federico, aún no había nacido; y está contado desde el sentimiento, desde las emociones encontradas que me produjo el lugar. Si bien es una historia completamente verídica en todas sus partes, también es subjetiva. Nadie espere encontrar un relato de viaje pormenorizado, detenido en aspectos histórico-culturales, sino más bien un relato introspectivo. A veces sucede todo de manera impensada. Corría el verano de 2002, un verano caluroso y agotador en una Argentina que se desbarataba en vaivenes económicos, presidentes esporádicos y un aura de desilusión generalizada. Decidimos viajar a Chile a último momento, pese a todo y a todos. Llegar a La Serena sin reservas fue un caos. Conseguir alojamiento entre la marea de turistas chilenos felices y ajenos a la fluctuación del dólar que desbarataba nuestros bolsillos, casi imposible. Fue una migración constante, dos días en un hotel, tres en una cabaña…, desarmar y rearmar las valijas, descorazonador. Lo vimos al cuarto día. Un afiche oscuro, algo ajado, distante de las miradas de transeúntes bronceados e inquietos que paseaban por la costanera aquella tarde. Un afiche que proclamaba “Elqui, el mejor cielo del mundo”. Y así cambió todo. Abandonamos La Serena una mañana, a mediados de febrero. El asfalto zigzagueante, líquido, se fundía en un borde amenazante de derrumbes, inmensas mallas metálicas contenían el aliento pulsátil, vibrante de cada roca de la montaña. Más abajo, una fiesta de verdes. Retazos de parrales devoraban hambrientos el contorno ondulante del valle. Un rosario de pueblos pequeños y pintorescos, El Molle, Vicuña, Paihuano, Montegrande, tierra donde descansan los restos de Gabriela Mistral, nos provocaban apenas breves comentarios, una sonrisa rígida al borde del precipicio. Llegamos mareados y un poco aturdidos por las curvas del camino. El sol brillaba incontenible en un cielo que de tan azul abrumaba. A pesar de ello no sentíamos calor, el clima seco, el cabello electrizado como si la brisa estuviera imantada. Pisco Elqui, noventa y seis kilómetros de La Serena, al cobijo de los cerros, en un valle profundo, cerrado y angosto como un tajo, distinto a los que nos tiene acostumbrados la Argentina. Allí nos encontrábamos. Rodeados de una pre cordillera árida, monástica, con unos pocos arbustos rústicos y deshilachados esparcidos como al descuido. La entrada al pueblo, un par de caballos cansinos con una pareja de niños morenos, hilvanaban sombras sobre el pavimento. Era media mañana, demasiado
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temprano en Chile, la plaza aún despoblada de lugareños intercambiaba verdes y flores en un rompecabezas armónico. De pronto, la Iglesia entre las hojas. Amarilla y celeste, toda madera y piedra, hermosa recortaba su estirpe ojival bajo la quietud de la mañana. Dimos unas vueltas en círculo para incorporar y aspirar el cambio, después de unos días de playa, sombrillas multicolores, niños vocingleros, el rugir incesante del mar, necesitábamos sumergirnos en aquella tierra desbordada de historia y magnetismo. En mis manos todavía húmedas, un papelito ajado de tanto estrujarlo al borde de la cornisa. Un papelito con la dirección de dos pequeñas hosterías. En la primera no había más lugar, pese a pensar que éramos los únicos turistas en el pueblo, tan quieto, tan poco sonoro, sólo los neumáticos del auto rechinando en el ripio. La segunda era regentada por una alemana cincuentona de cabello cano y andar ligero, reñida con su ciudad natal, de nombre impronunciable y clima tristísimo de lluvias. En Elqui había encontrado la paz de espíritu y un sol que le fue mezquinado la mitad de su vida. Con ademanes y una lengua trabada nos indicó que solo tenía libre el ático. Y nos quedamos. Abandonamos nuestras cosas en una bohardilla austera pero a la vez romántica. Unas pequeñas ventanas perforaban el cielorraso atrayendo una luz celeste de cielo irreal. No podía ser mejor. Decidimos salir a caminar. No hay otra opción mejor para impregnarse de la esencia del lugar, absorber sus colores, aromas, hasta lastimarse las retinas con tanta belleza virgen. Aquel paseo por el pueblo despegó los últimos vestigios del mar en mis ojos. Subíamos y bajábamos las callecitas terrosas, ondulantes… un puente, algunos artesanos aletargados bajo la sombra fresca de chiringuitos de paja, ofrecían collares de semilla y jugo de chirimoya. Más allá dos muchachas hippies adivinaban o inventaban el futuro en las runas. Habíamos llegado hasta aquí para comprender “la magia de Elqui”, el milagro del lugar, la contemplación que se renovaba a cada instante, en los muros envejecidos de las casas o en el aleteo de un ave olvidada en la inmensidad del cielo. Comenzaba nuestro aprendizaje. Fue al regreso a la hostería cuando sucedió lo que transformó este viaje en una experiencia que recordaré toda mi vida. Estábamos nuevamente en el ático cuando mi marido y mi hija Ángela, que en ese momento tenía 6 años, decidieron ir a la piscina. Bajaron presurosos, los trajes de baño puestos, la risa contagiosa…;desaparecieron, tragados por un sendero laberíntico florecido de cosmos fucsias tan altos y cimbreantes que apenas podía distinguirlos. Yo los observaba desde la bohardilla indecisa entre seguirlos o irme a dormir, hasta que desaparecieron de mi vista, sólo el tintinear de la voz de Ángela seguía vibrando oculta entre las flores. Fue en ese momento cuando llegó. Una tristeza tan grande como nunca había sentido me abrazó por completo, tiñó mis pensamientos y aflojó mis piernas. Unas lágrimas bajaron idiotas, incontenibles. Al día de hoy no sé con certeza qué la provocó, el cansancio o tal vez aquel viento que se levantó de repente, como después pude saber lo haría todos los días, como un reloj infernal, machacante, eficiente, siempre a la misma hora. Me sentí tan lejos, tan lejos…; añoré mi casa, mi patio, mi pueblo común y chato infinitamente distinto a este. Y esas montañas inmensas que me separaban, una cordillera sorda y muda, carcelera, me mantenía de este lado con la sensación terrible de no saber si podía volver; mientras ellos, abajo, retozaban en el agua, insensibles a la melancolía que me embargaba. La noche llegó y con ella desapareció el viento. La calma se apoderó nuevamente del pueblo y mi corazón se sosegó. Tranquilos bajamos las callecitas embriagadas de turistas bohemios hasta un pequeño restaurante. Los manteles blancos bajo la noche que se iniciaba, un perfume a cilantro y a mar lejano venía desde la cocina. Unos árboles, quizás álamos, apenas movían sus hojas. El aire parecía hechizado. A media velada la luz se cortó y todo se sumió en la más absoluta oscuridad. Los mozos presurosos acercaban velas a cada mesa. Ángela reía… Volvimos tomados de la mano para sentirnos unidos, únicos en la negrura que asustaba y confundía. Tanteando llegamos al ático. Un gato enorme y amarillo dormía en nuestra cama iluminado por la luna que asomaba por una de las ventanas. Ángela lo alzó y con él nos fuimos al tejado, ahí, la alemana con muy buen tino había colocado dos reposeras y en ella nos recostamos los cuatro. Alcé mis ojos y comprendí porqué el
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cielo de Elqui es famoso. Millones de estrellas, tantas como nunca había visto ni veré iluminaban la noche. Por fin mi felicidad fue completa.
Viviana Genta Nota.– El afiche que vimos en La Serena proclamaba así: “Los esperamos en este pueblo, corazón del mítico Valle de Elqui, ubicado a 1300m de altitud en plena precordillera de los Andes./ Poseemos el cielo más claro del mundo, las noches estrelladas más espectaculares y unos días de azules incomparables./ Pisco Elqui, donde la magia es realidad…” Nota de Redacción.– La autora hizo notar que la calidad de las fotos con que acompaña su texto no alcanza el nivel que ella hubiera querido al tratarse de fotos escaneadas de antiguas tomas. Por ello, se ofreció a cambiarlas, incluso haciendo un nuevo viaje. La redacción de Luz y Tinta, al tratarse de tomas retrospectivas, ha estimado oportuno, dado su valor testimonial, conservarlas tal cual.
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Cuarenta años después Tenía el despacho de su casa hecho unos zorros. Los papeles habían tomado la iniciativa, fuera del propósito de su dueño, y campaban por sus respetos inundando la mesa, desbordando los dos grandes archivadores metálicos y dejando su impronta en un par de rincones e incluso en el asiento de una de las sillas. El resto de la estancia estaba ocupado por libros que se apilaban apurando todas las posibilidades y rellenando todos los huecos posibles. Desde su jubilación, su mujer insistía, cada vez más desabridamente, con que pusiera un poco de orden en aquella leonera; por eso, cuando un viernes le anunció que al día siguiente iba a llevar a cabo no sabía bien si una operación de poda o de desbroce —lo de la ordenación no estaba descartado, aunque parecía imposible— le miró más sorprendida que contenta y repuso irónicamente que aquel era un tren que había perdido definitivamente hacía mucho tiempo. Pero se equivocaba. Aquel sábado madrugó más de lo habitual y se metió en el despacho dispuesto a dejarlo irreconocible a la vuelta de unas horas. Y así fue, para sorpresa de su mujer, que no daba crédito a lo que sin embargo veía con sus propios ojos y jamás hubiera sospechado, pero sobre todo para su propio asombro: sin saber por qué fue llenando bolsas de basura con papeles sueltos y archivadores completos que sabía nunca más abriría ni por supuesto echaría de menos. Allá se fueron viejas notas, apuntes azorados en reuniones que no recordaba, cuadernos y cuadernos y cuadernos en los que había anotado de todo durante años, pero sobre todo cientos y cientos de fotocopias de artículos de periódicos y revistas que jamás releería y, lo que ocupaba mucho más espacio y suponía mayor desorden, miles y miles de fascículos de toda laya que jamás encuadernaría. Primero iba mirando papel por papel, evaluando las posibilidades de que en algún momento próximo o remoto pudiera ser de interés, hasta que, quizás por marcarse un ritmo o porque definitivamente había comprendido que todo aquello era inútil, comenzó a desprenderse de todo lo que le estorbaba a la vista. Al final de la mañana el despacho era otro: había dejado exclusivamente los libros, que lucían ahora desahogadamente en las estanterías; los álbumes de vitolas de puros que había coleccionado durante años; y media docena de archivadores en los que se apiñaban papeles de interés, como escrituras de algunas propiedades, algunas acciones y especialmente recortes de prensa de cuando la ciudad le nombró Hijo Predilecto y los periódicos se emplearon a fondo con su vida y milagros. A media mañana, en uno de aquellos archivadores encontró una foto totalmente olvidada que al principio le trajo recuerdos confusos y que a medida que avanzaba la mañana le iba dibujando un tiempo y un lugar con más o menos nitidez. Había dejado la foto en el cajón superior de la mesa, con la intención de volver a mirarla en cuanto acabara la reordenación del despacho. En la foto aquella podía verse a cuatro jóvenes, con el gesto reconcentrado de quien es consciente que está posando, a través de un filtro rojizo en el que habían confluido los pigmentos iniciales de aquellas primeras fotos en color, por otra parte reveladas sin mucho conocimiento ni de la técnica ni de los filtros oportunos por laboratorios que solo atendían a la cantidad. Tras el grupo podían verse otra serie de rostros y perfiles difusos, una mesa plegable y algún otro elemento que remitía directamente a una romería u otro tipo de fiesta popular. Al dorso de la foto, una fecha en la que reconocía su propia letra: “julio de 1969”. Habían pasado cuarenta años. Durante toda la tarde del sábado y la mañana del domingo miró y remiró la foto una y mil veces, y la recordó otras tantas, evocando detalles de cuándo y cómo había sido tomada y reconstruyendo aquel momento de un fin de semana que recordaba nítidamente. Eran todos compañeros de curso y habían pasado un fin de
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semana de camping en una finca que no distaría trescientos metros de aquella romería en que había sido captada la instantánea. Lo que más tiempo le ocupó fue recordar a todos los integrantes del grupo. Estaba claro que él era el segundo empezando por la derecha; y el resto fue poco a poco recordando que eran Ricardo, uno de los empollones de la clase, que no apeaba los libros y sin embargo no se perdía fiesta ni salida; el primero de la derecha, era sin duda su mejor amigo, Fermín, el más alto, el más listo, el más ligón o cuando menos el que más éxito solía tener con las mujeres; y Lúrsito —vaya nombrecito, por eso era inolvidable—, con el que tantas correrías había compartido de camping en camping, de fiesta en fiesta y de romería en romería, siempre con la espada de Damocles de algún examen rondando y siempre en la cuerda floja de apuntes y chuletas que mal que bien iban ayudando a liberarse de las cargas académicas. Y aunque no podía verlo estaba seguro de que el que había hecho la foto era Paco, el único del grupo que tenía cámara fotográfica y el único que por la misma razón nunca salía en las fotos. Más trabajo le costó recordar sus apellidos. Pero al final del domingo los había recordado todos y fue entonces cuando se le ocurrió indagar en Internet. Uno por uno los fue buscando y fue enterándose también uno por uno de algunos detalles actuales de aquellos compañeros de Instituto a los que, al año siguiente de la realización de la fotografía, había perdido de vista, cada uno de ellos estudiando una carrera distinta y cada uno de ellos en una ciudad diferente. Con la ayuda de un par de buscadores, fue hallando en Internet su huella. Ricardo, doctorado cum laude en Química orgánica, era catedrático en la Universidad de Alicante y parecía tener cierto prestigio. Paco era editor y había constituido en Madrid una editorial que se dedicaba preferentemente a libros de coleccionista y a ediciones de arte. Y Lúrsito no aparecía por ninguna parte, aunque con su apellido encontró a muchos otros, quizás alguno de ellos hijo suyo, o cuando menos familiar, pues su apellido, Olivares, tampoco era de los corrientes. Su íntimo Fermín, al que había visto en alguna ocasión durante su etapa de estudiante, era también catedrático y escritor y recordaba haber visto algunos de sus libros en las librerías; libros que había ojeado con desinterés, pues se había especializado en biblioteconomía y materias afines que a él, empleado de una empresa de construcción, le dejaban un tanto frío, cuando no completamente helado. Pero en Internet se contaban por miles las referencias a su trabajo: libros, artículos, conferencias, participaciones en Congresos saltaban de página a página. En una de ellas, se informaba de que se había jubilado anticipadamente, quizás por un tema de salud que no quedaba muy claro, y de que posiblemente regresaría a su Asturias natal para disfrutar de su jubilación. Así que no le costó encontrar su teléfono y su dirección. Y su sorpresa fue mayúscula. Fermín Salcedo vivía en su misma ciudad y casi casi en su mismo barrio —en cualquier caso, a no menos de veinte minutos andando desde su propia casa—, posiblemente, supuso, en compañía de alguno de sus hijos. Se recreó pensando que quizás se habrían cruzado alguna vez por la calle sin reconocerse y se dedicó a rememorar experiencias vividas y, sobre todo, las confidencias que sobre sus conquistas le hacía de vez en cuando, siempre al hilo de alguna experiencia nueva: pequeñas vivencias que tenían que ver con su juventud y con la nebulosa del tiempo pasado, que a pesar del poeta no siempre fue mejor. A media mañana del lunes se decidió a llamarle al número que había encontrado en la guía y contestó una voz de mujer. Cuando preguntó por su amigo Fermín, se hizo un silencio largo al otro lado y luego la mujer contestó, antes del primer sollozo: —Murió la semana pasada. En ese momento, mientras las palabras le salían atropelladas y sin rumbo, recordó su sonrisa apenas esbozada en la fotografía que había descubierto dos días antes, notó que las costuras del tiempo se aflojaban y se dejó arrastrar, también él, por sollozos que resumían quizás cuarenta años de ausencia.
F.T.
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Foto tomada de Memoria Digital de Asturias, https://www.asturias.es/memoriadigital, recortada, enmarcada y retocada por la redacci贸n de Luz y Tinta.
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Gato Carlota desde su ordenador proyectaba imágenes de gatos. La pantalla ocupaba toda la pared y cada gato llenaba la pantalla. Tenían ojos grandes y una mirada confusa que intimidaba a los alumnos de las primeras mesas. Las fotos se sucedían: Persa, Siamés, Abisinio, Bengala. Cuando la lista empezaba a ser interminable, saltó a escena Minino y el carrusel se detuvo. Carlota era una mujer de pelo blanco que había conseguido crear un blog de gatos sin ninguna ayuda. El tiempo dedicado a prueba y error hasta llegar a publicarlo, que fue mucho, y ahora el de mantenimiento, llenaba los días de soledad de una vida entrenada en resistir, como se resiste una gata a cambiar de lugar, o al acoso del gato. De joven miraba alto, al mismo sol. Pasaron los años sin que se cruzara en su camino alguien capaz de morderla en el cuello e inmovilizarla, y terminó por volcar todo su celo en las mascotas. Primero adoptó un gato común que murió de viejo. Ahora vivía con Minino, que ocupaba toda la pantalla. La ampliación de su cabeza en muchas veces su tamaño, unido a la escasa resolución de la imagen, desdibujaba los límites. A Carlota el blog la hacía sentirse una heroína, y lo mostraba con orgullo. Para mayor satisfacción, organizó un taller. Ella podía enseñar a construir una página web. Sus alumnos, un grupo de adultos poco familiarizados con el mundo online, atendían a la demostración, ansiosos de que empezaran las explicaciones. Hasta el momento todo había sido un vaivén de imágenes con una lógica incomprensible. Con otro clic más de ratón, Carlota hizo desaparecer por fin a todos los gatos. Cuando los alumnos teclearon en sus ordenadores la dirección anotada en la pizarra, un diminuto remolino revoloteó en el escritorio azul. Hasta que no dejara de girar, no entrarían en los secretos de Wordpress. Parecía el movimiento perpetuo. Paciencia, pidió Carlota. Problemas de ancho de banda. Por fin pudieron registrarse. Usuario, contraseña, ir al mensaje de verificación y hacer clic en el enlace. Las puertas de Wordpress se abrieron de par en par. Todos dentro, todos, menos una de las alumnas que no recibió el email, y se quedó fuera con respiración de náufrago. Carlota, con pisadas almohadilladas, se acercó en su ayuda. ¿Cómo puede ser que no te acuerdes de la dirección que escribiste? Tú correo lo tienes que saber tú, bufó levantando la voz y sacando las garras. Era Increíble que a estas alturas del siglo, cuando ella incluso había publicado un blog, alguien pudiera ser tan torpe. Aunque esto solo lo pensó, los demás, que
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aún no habían aprendido a construir una web pero ya sabían algo de gatos, lo entendieron. Después Carlota, regresó a su puesto como felino que arquea el lomo. Era una mujer de caderas anchas y poca estatura. Vista así, de pie, detrás de la mesa, parecía un gato sentado. Miraba a los alumnos con visión borrosa. Los colores azules y verdes de las camisas, los percibía tan desvaídos como los del resto del mundo. Ya no distinguía el rojo de las puestas de sol. Sus atardeceres, como los de Minino, eran de un gris amarillento. La pantalla se convirtió en una página donde caían en cascada, entre otras, las palabras configuración, entradas, comentarios. Aquí hizo otra pausa. Un comentario es, por ejemplo. Veamos. Los gatos reaparecieron. Esta vez se impuso uno de pelo largo y con cara de búho. Debajo tres leyendas de otros tantos autores. Yo también tengo un gato que. Carlota pasó a otra imagen. La luz de la pantalla rebotó en sus ojos, y sus pupilas se cerraron en elipse. De cada ceja le sobresalían tres pelos rígidos. Además podréis mostrar videos, dijo Carlota. Para probar ir a tal y escribir el nombre de alguno que os guste. Una de las alumnas puso Paco como podría haber puesto Pepe. Algo caería. Carlota, que podía orientar las orejas en cualquier dirección y no se le escapaba nada, lo supo. Entonces ronroneó sin moverse un “no me digas que no conoces ningún video”, y se relamió con lengua rasposa de Minino, la misma lengua con la que se frotaban las caricias. Las explicaciones prosiguieron. Hubo algún que otro arañazo, y más de una vez a Carlota se le erizó el bello. El último día entregó las encuestas y esperó en silencio, hecha un ovillo, a que las rellenaran. Los alumnos las fueron dejando sobre la mesa. El último en salir oyó a sus espaldas un maullido. Al volver la cabeza alcanzó a ver un gato que saltaba por la ventana. De la mujer no había ni rastro.
Gloria Soriano
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El Heraldo dando lectura al pregón en uno de los puntos de su recorrido por las calles de Oviedo.
Fiesta de la Balesquida Oviedo 2015 La fiesta de la Balesquida, popularmente conocida como Martes de Campo, es una fiesta que tiene sus orígenes en el siglo XIII, en que se hizo para celebrar la donación efectuada por la rica dama ovetense doña Balesquita Giraldez al gremio de sastres de Oviedo. Doña Balesquita, dama de origen franco famosa por sus obras de caridad, entre las que destaca la donación a la cofradía de sastres de un hospital con camas y ajuar de las mismas. Otra donación suya fueron los terrenos de rosales de su propiedad a la cofradía situados en la calle cuyo nombre actual es El Rosal en Oviedo, calle en la que se ubican en la actualidad muchos locales de ocio y restauración. Esta fiesta se celebra a finales de mayo o principios de junio, coincidiendo con el primer martes posterior a Pentecostés, considerada fiesta local y siendo día no laborable en la ciudad de Oviedo. El inicio de la fiesta lo marca la lectura del pregón, prosiguiendo con la procesión de la Virgen de la Esperanza desde la Capilla de La Balesquida hasta la iglesia de San Tirso. Pero la continuidad de esta fiesta no habría sido posible sin la labor de la Sociedad Protectora de la Balesquida, fundada en 1930 cuando la cofradía de La Balesquida estuvo a punto de desaparecer. El martes 19 a las 8 de la tarde se hizo la presentación en el Teatro Filarmónica a cargo de la escritora María Teresa Álvarez. Licenciada en Ciencias de la Información, primera mujer cronista deportiva en la radio asturiana y primera presentadora del programa regional de TVE en Asturias. En 1987 marchó a Madrid para hacerse cargo de la subdirección de Cultura y Sociedad de dos informativos de TVE. Posteriormente, trabajó en la realización de documentales histórico-divulgativos para TVE. Comenzó a publicar libros en 1999.
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Arriba, un momento del Pregón de las fiestas de la Balesquida, de izquierda a derecha Mari luz Villafruela (Tesorera de la Sociedad Protectora), Jose Antonio Alonso Menéndez (presidente de la Sociedad Protectora) y Maria Teresa Álvarez (periodista y pregonera este año). Abajo, Agrupación “Vuelta Abajo” durante su actuación en el Teatro Filarmónica.
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El martes de Campo, ya desde primeras horas se reparte el “bollu preñau” (bollo de pan relleno con chorizo) y la botella de vino entre los cofrades. Los ovetenses pasan la jornada con comida y bebida en las zonas verdes de la ciudad, disfrutando con alegría de diversos manjares incorporados a esta celebración por los comensales que disfrutan de la compañía de familia y amigos.
María Teresa álvarez cautivó a los presentes con su voz, con sus recuerdos de Oviedo, sus anécdotas y trayendo a mi menoría recuerdos de mi niñez, ya que fuimos vecinos en Candás, de donde ambos somos oriundos, por aquellos años. Tras el pregón, y como cierre del acto, actuó la agrupación “Vuelta Abajo”, que interpretó lo mejor de su repertorio. Esta agrupación nació en septiembre de 2001, cuando un grupo de ocho amigos, decidieron, formar un grupo de música tradicional cubana. Tomaron como nombre “Vuelta Abajo” aludiendo a la región tabaquera del noreste de Cuba famosa por la calidad de su hoja de tabaco. El domingo 24 de Mayo a partir de las 12:30, salíó desde la Plaza de la Catedral “La Cabalgata del Heraldo”, que recorrió varias calles de Oviedo hasta la Plaza del Ayuntamiento. En este recorrido el Heraldo hace varias paradas leyendo un pregón en el que invita a todos los que le escuchan a que le sigan, para solicitar al alcalde el permiso para celebrar las fiestas. Este año se contó con una nota de colorido amarillo ya que tanto en la plaza como en las calles por donde pasó el Heraldo había una gran cantidad de seguidores del Club de Fútbol Cádiz, que jugaba a las 5 de la tarde contra el Oviedo, motivo por el cual las fuentes de la ciudad vieron tintadas sus aguas de color azul —el color de la camiseta del Oviedo— para dar ánimos al equipo. El martes de Campo, ya desde primeras horas se reparte el “bollu preñau” (bollo de pan relleno con chorizo) y la botella de vino entre los cofrades. Los ovetenses pasan la jornada con comida y bebida en las zonas verdes de la ciudad, disfrutando
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El Heraldo, ante el Ayuntamiento, pidiendo permiso al alcalde para la celebraci贸n de la fiesta.
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Banda de música ciudad de Oviedo amenizando la mañana con su concierto con alegría de diversos manjares incorporados a esta celebración por los comensales que disfrutan de la compañía de familia y amigos. El martes 26 llegó la culminación de las fiestas con la celebración del Martes de Campo. A primeras horas de la mañana se levantó algo la niebla, incluso apareció alguna nube que amenazaba lluvia, pero cuando más cerca estaba el mediodía se fueron disipando, quedando un día muy soleado que acabaría permitiendo que los asistentes pudieran disfrutar de esta fiesta con gran arraigo en Oviedo. Según iba despertando el día también lo hacían los ovetenses, y poco a poco el paseo del Bombé del Campo San Francisco, lugar donde se repartía el Bollo y el Vino, se fue llenando de personas que tras su recogida disfrutaban de las actuaciones de los grupos folclóricos, comparsas y bandas de gaitas que amenizaban esta fiesta. Entre murmullos, voces y risas, iba pasando la mañana.
Juan José Pascual Grupo de cabezudos y mujeres con trajes tradicionales de época frente a la entrada de la catedral del Oviedo.
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María Miguel, actriz Muchos dicen de ella que es una actriz todoterreno con capacidad para interpretar lo que le pidan y desarrollar cualquier proyecto que se que se proponga (Medea, Usted Decide, Leona). La casualidad quiso que la conociera realizando un trabajo de fotografía durante una representación de Sherlock Holmes y el caso de la risa secuestrada espectáculo infantil que ha protagonizado hasta la temporada pasada; y durante la representación, en que interpretaba a la malvada Risamía, me llamó mucho la atención su capacidad para conectar con los niños, este público tan difícil y exigente, consiguiendo la máxima atención de todos los que ese día llenaban el teatro Buero Vallejo de Alcorcón (todos sabemos lo difícil que es conseguir esto). Pero lo que más me impactó desde ese momento fue su carácter alegre y enérgico, así como su sencillez en el trato con el resto de compañeros y personal técnico. Después de esta ocasión, he tenido la oportunidad de conocerla un poco más, tanto personal como profesionalmente, y puedo asegurar que es una mujer luchadora e incansable, buscando nuevos retos y preparando siempre nuevos proyectos. Casada con el diseñador de iluminación Jesús Almendro (Cuando deje de Llover, El Proyecto Laramie) en estos momentos preparan un espectáculo de creación colectiva en torno al amor y las emociones que dirige Paco Montes y se presentará el próximo mes de octubre en la Sala Cuarta Pared de Madrid Es una persona muy afable, sencilla y muy cercana y en su rostro siempre se dibuja una sonrisa que contagia a todos los que le rodean. Le encanta conversar, sobre todo, de lo que más lleva dentro —las artes escénicas—, materia en la que es docta aunque nada pretenciosa, por lo que de ella se aprende continuamente. He tenido la suerte de poder disfrutar de sus interpretaciones en distintos y variados trabajos de comedia o drama y nunca deja indiferente. María es asturiana hasta la médula, y enamorada de su tierra en la que siempre que puede pasa unos días. Natural de Oviedo, del barrio de Ventanie-
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lles, nació y creció en una familia normal, hija de una modista y un vendedor de muebles criada por sus abuelos Pepe y Carmina y con raíces mineras tanto por parte de padre (su abuelo) como materna (bisabuelo). Pero quien de verdad fue famoso en Oviedo, según ella misma me comentó, fue su abuelo materno, muy conocido en su ciudad natal como Pepín el de la osa. El fue el cuidador de los famosos osos Petra y Perico en el Campo de San Francisco y, cuando éstos murieron, quedó como jardinero en este bonito parque ovetense. Titulada en Arte Dramático por el Instituto de Artes Escénicas de Gijón, sus inicios están ligados al teatro en su Asturias natal en compañías como Teatro Casona donde debutó en Orquesta de Señoritas. En 1.999 ingresa en el Teatro de La Abadía dirigido por José Luis Gómez, donde continúa su formación y participa en producciones como Ubú Rey dirigida por Alex Rigola, Me acordaré de todos Vosotros, espectáculo de creación colectiva dirigido por Ana Vallés, y El Arte de la Comedia, dirigido por Carles Alfaro. A estos inicios le siguieron una larga lista de intervenciones desarrollando su profesión fundamentalmente en multitud de obras de teatro: Estrellas del Orinoco, Regreso inesperado, La Dama Boba , Por los pelos, Morir, Aquí hay una mano…; en series de televisión: Hospital Central, La Tira, Hermanos y Detectives, Fuera de Control…; en cortometrajes: Cinco minutos para la media noche (Premio mejor cortometraje Festival de Cartagena 2008), Nos vamos de este Maldito barrio… También ha intervenido en largometrajes como: The Garden of Eden, El Abuelo, El Mal Ajeno… Actualmente está de gira con Largo Viaje del día hacia la noche, junto a Mario Gas y Vicky Peña y acaba de estrenar al lado de Luis Tosar A cambio de nada, la película de Daniel Guzmán que se ha hecho con la Biznaga de oro a mejor película, director, actor de reparto y de la crítica en el 18 Festival de Cine de Málaga y que está teniendo una gran acogida por parte del público. Durante una entrevista en el diario asturiano La Nueva España declaró: “Para mí ‘A cambio de nada’ marca un antes y un después. Hago un personaje
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de reparto, pero es algo muy sólido, y trabajar con Luis Tosar y que Dani (Daniel Guzmán) haya contado conmigo ha sido muy importante”. Estoy seguro de que, después de este triunfo, vendrán muchos más éxitos porque es una actriz con coraje y un largo recorrido profesional que por fin está recibiendo su más que merecido reconocimiento.
Antonio Martínez
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Retorno al Corralín Ya hace bastante tiempo que publiquÉ un artículo sobre esta mujer, La dama del Corralín, y hace pocos días volví a visitarla en la humilde cabaña que habita en lo más profundo de las montañas de Ibias. El viaje a ese recóndito lugar es como sumergirse en un tiempo que parece detenido en otros siglos pasados. Al poco de salir de Sisterna, el pueblo del que partimos, un bosque de castaños que parece impenetrable nos ofrece lo que parece ser un sendero que penetra en la inmensa boca de un territorio que si nos dijeran la selva amazónica no dudaríamos en afirmarlo. Árboles centenarios van ofreciendo su imagen que parece empequeñecernos cuando pasamos a su lado. Mientras, la primavera, este año exultante en lluvias, ofrece un verdor que todo lo inunda. Solo los troncos añosos de los castaños parecen librarse de los infinitos verdes que nos envuelven, resaltados por una luz del sol que intensifica ese color casi hasta llegar a saturar nuestra vista, como cuando con la herramienta de edición de los programas informáticos resaltamos en exceso una fotografía. Solo que aquí es real. El sendero serpentea por la empinada ladera, mientras cánticos de todas las aves acompañan nuestros pasos, que parecen compartir la sinfonía con el rumor de un rio que atraviesa el fondo del valle, y hacia el que nos dirigimos. Puentes solo vistos en las postales de esos paisajes maravillosos de lejanos países, nos invitan a cruzarlos. Los troncos sobre los que pisamos parecen sólidos, y el agua del rio Ibias podría muy bien anunciar la pureza porque la transparencia permite ver el fondo de forma nítida. Parece que nada ha cambiado en cientos de años, y que somos nosotros los primeros en descubrir el edén, si este existiera. Un pequeño cartel de madera, manuscrito con infantil letra, nos anuncia la existencia de una fuente para calmar nuestra sed, y saboreamos con deleite unos sorbos de un agua fría que nos lleva a recordar los sabores de las cosas cuando lo que bebíamos y comíamos era natural, sin nada que desvirtuase su esencia, con la disculpa de preservar nuestra salud y evitar enfermedades. Al poco divisamos la humilde cabaña de Francine. Una mujer de mediana edad, francesa, y de menuda figura, que con la disculpa de recuperar una salud que ella nos decía quebrantada y sin solución médica, dio con este remoto lugar, no sabemos como, y allí se afincó, ya van seis años, primero en una tienda de campaña y luego, gracias a la generosidad de los vecinos del pueblo que le acondicionaron una pequeña casa en el abandonado pueblo del Corralin, poniéndole algo de techo y llevándole el agua de una fuente cercana, solo con eso, ella nos manifiesta ser feliz. Con nuestra mentalidad acostumbrada a las comodidades que nos ofrece la socie-
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dad en la que vivimos, nos resulta difícil de creer que alguien que no demuestre locura pueda habitar en aquellas soledades. Sin embargo en nuestra charla con ella nunca percibimos ningún síntoma de rareza y menos un desequilibrio mental que la impulsara a actuar de forma tan poco “correcta”. Al revés, sus conversaciones, a la que es muy aficionada, trasmiten paz y una enorme determinación de estar a gusto con esa vida y con ella misma. Claro que ha pasado momentos malos, en un lugar sin acceso rodado y que te lleva bien una hora llegar al pueblo más cercano. Inviernos durísimos, solo mitigados con una pequeña estufa alimentada con leña que a duras penas elevaba unos grados el interior de la mísera choza, por donde el aire gélido campaba a sus anchas. Osos y lobos, que sabia cercanos porque sus sonidos los delataban, pero que de forma asombrosa ni les tenia ningún miedo, ni ellos intentaron nunca hacerle ningún daño. Me asombra escucharla, y me descubro ante lo que parece una frágil mujer, pero que no he conocido a ninguna otra que fuese capaz a llevar la vida que ella libremente ha escogido, y sentirse feliz solo por el hecho de ver amanecer los días, sino por haber recuperado su salud, sin ninguna medicación, y como bien dice “es este aire el que me ha curado, a él le debo mi vida” Sobrevive de una pequeña pensión y de las prendas de lana que teje a mano, y como no está reñido el vivir en lo profundo del bosque con el marqueting comercial, todas sus creaciones las tiene fotografiadas en un catalogo que tiene colgado en la web. Por supuesto en su cabaña no tiene luz, ni internet, solo un teléfono móvil con el que se comunica con el exterior. Sube cada tres o cuatro días al pueblo a cargarlo y ver si le entró algún encargo. También ha sido protagonista de un documental que narra su vida y que ha tenido gran éxito de crítica. Su autor, Iván Méndez ha realizado un estupendo trabajo. Se llama Los colores del viento https://www.youtube.com/watch?v=FTC3-GAYm4w. Este texto de Alicia en el país de las maravillas acompaña la película: Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco.. tú estás loca, dijo el gato Cheshire ¿Como sabes que yo estoy loca?. pregunto Alicia. “Tienes que estarlo o no habrías venido aquí”.
Monchu Calvo
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Viaje de una gota de agua El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos. Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo. Federico García Lorca Caigo insistentemente sobre la amplia venta en la que se ha convertido la que fue antigua estación de Maitena, donde terminaba, o casi, el viejo tranvía de la Sierra. Las vías seguían un trecho más, hasta el Charcón, en el barranco de San Juan. En el comedor hay un único comensal que mira absorto como me repito en los amplios ventanales. En estos parajes, algo más arriba, con mi aparición contribuyo al nacimiento del Genil, surgido de la unión de los arroyos de Valdeinfierno y Guarnón, con los que bajo desde el Corral del Veleta, y a los que se añade el arroyo de Valdecasillas, que alimento desde la laguna de La Mosca, al pie del Mulhacén. Estos dos grandes picos, Veleta y Mulhacén, los más elevados de la Península, no dejan de mirarse en su río en los días claros. Por tener este doble origen tan elevado, el Genil puede considerarse el río más alto de Iberia. Al poco de llamarse Genil recibe su primer afluente, el Río Vadillo. En estas zonas altas de la Sierra Nevada doy de beber a las más de 60 especies endémicas que viven en ella de manera exclusiva, constituyendo la mayor riqueza vegetal de este país. Todo es tan alto como lo fue lo que sentí por ella, hace ya años, cuando me fui de su cauce. He tardado en volver desde aquello... Y todo sigue casi como entonces. Él río continúa corriendo como siempre hacia abajo, lleno, aprisa, haciéndome trotar sobre las piedras que me marcan el camino y a las que también señalo con la huella de mi paso por ellas, rozándolas y modelándolas con mi caricia. Los montes y picos que encuadran el barranco están hoy nevados, gélidos, grises, como quedó nuestro amor, entumecido y doliente de tantas batallas. Antes, cuando empecé a amarla en la primavera de lo nuestro, veía estos paisajes de colores; aunque fue en un otoño ya muy lejano cuando comencé a tratarla, a tutearla, a darle sustos de novia adolescente y a fertilizar sus campos con mis humedades.
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Unas primaveras después, siguiendo estos cauces, fui cambiando de valles hasta saltar a la Bética, donde me instalé desde entonces y desde donde periódicamente me evaporo y vuelvo a resurgir casi siempre por esta parte. Tenía pendiente volver a caer sobre el crujiente suelo de mi allegada la nieve. No pudo ser hasta hoy. No lo quiso que fuera el destino. Hoy he vuelto y de repente, me he encontrado secuestrada en un lago artificial que acabó con el tranvía: el embalse de Canales, que también acabó sepultando el pueblo de igual nombre, y del que en sustitución se levantó, metros arriba, un nuevo Canales, que más parece uno de tantos anodinos poblados de colonización de los que gustaban al Dictador. A veces, cuando contemplo el desastre desde una nube, me enfado y me resisto a caer; entonces baja el nivel y vuelve a emerger el viejo Canales, al menos en sus lugares más altos, la torre de la Iglesia y alguna que otra casa… Las horas que allí pasé, en el pantano, contemplando mi encierro, tuvieron el sabor salado de un mar encenagado. Me sumergí entre mis hermanas y observé. Vi, tras un tiempo de estar encarcelada, que podía escapar por un hondo agujero que acababan de abrir en estos días en que nos estamos prodigando. Ha sido así como he podido sortear esta trampa y seguir mi camino hacia el oeste, llegando por fin a la ciudad de Granada. A la altura donde mora su Patrona, la Virgen de las Angustias, recibo las aguas del otro río de Granada, el que baja del Sacromonte y del Albaycín, el de las pepitas de oro, de ahí su nombre primitivo de D’auro y actual Darro. Salgo de la ciudad entre frondosas alamedas que me envuelven como yo a ellas, cuando empezamos lo nuestro. Por esta ruta de vuelta voy encontrando hojarasca; conforme avanzo, tropiezo con ese amasijo vegetal de colores sepias, templados por el paso del tiempo, tranquilos y serenos, que un día fueron verdes, brillantes, picantes, de hojas vivas, como mis deseos por ella, en estas reapariciones continuas, revividas cada nueva primavera… Sigo mi camino hacia el oeste por la vega, camino de una segunda parte, más sosegada, a la intemperie, como si ya no tuviera miedo a evaporarme de nuevo. El sonido del viaje se va amortiguando hasta llegar a la cabecera de ese gran lago-pantano que es el de Iznájar. Poco antes de llegar allí, habiendo pasado ya por Loja, me mezclo con las aguas del Riofrío, que viene encajado entre las montañas. En ese lago me encuentro de nuevo encerrada y ante la angustia negra de la noche, en la soledad de un lecho de viuda, quiero tener la esperanza de que un día volveré a escapar por cursos más amables, con árboles encantados en sus orillas, en los que algún hada buena, frente a las oscuras piedras de ese cauce, llenas de leyendas y misterio, evitará que me hiera hasta evaporarme. Ha sido en esta otra vida, en este nuevo ciclo de mi naturaleza en el que, tras haber es-
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calado mis sueños, robados a las sombras del destino, conseguí desvanecerme y volver a caer en un nuevo lecho, purificado, limpio, sin culpa original alguna. El Riofrío supera esa zona con trampas, en las que engordan a sus peces, truchas y esturiones, volviendo a navegar hacia el norte para encontrarse con el Genil en la Subbética, una sierra especial. Aquellas tierras fueron de sultanes veneradores de mis compañeras, a las que subieron a lo más alto de sus fuentes, como las del castillo de Iznájar, en lo más elevado de la colina donde luego se fue asentando un pueblo que se proclamó reino de taifas independiente. Consigo de nuevo escapar del gran lago dando un salto de vértigo y despeñándome a través de la enorme presa de más de 100 metros de altura… Y me encuentro con fresnos, chopos, olmos, alisos, hiedras y majuelos. A partir de aquí voy engordando el cauce del Genil hasta completar los 211 kilómetros que de longitud tiene.
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En esa zona surgen lagunas singulares, como la “Laguna dulce” y, sobre todo, la “Laguna amarga”, cuyo acre sabor procede del sulfato de magnesio que se disuelve en mis hermanas y gracias al que tiene propiedades medicinales. En el lago dulce moran bandadas de flamencos y en el amargo se cría el pato malvasía europeo, ahora amenazado por la expansión de su congénere americano más fuerte, como todos los invasores. Ambas lagunas están situadas al sur de Lucena, tierra de judíos, por donde paso camino de Jauja, que le dio nombre a tierras peruanas elevadas a más de tres mil metros, como el nacimiento de mis ríos, y de las que por su feracidad dieron origen a la expresión admirativa de “esto es Jauja”, como referencia a un paraíso terrenal en el que se dispone de todo y ese todo está asegurado para siempre. La fama la perpetuó el dramaturgo quinientista Lope de Rueda cuando se refirió a las maravillas de “La tierra de Jauja” en la obra teatral de este nombre. A lo largo de mi trayecto hay modernos hoteles con “SPA”, acrónimo usado internacionalmente que recupera el latín como antigua lengua internacional de la cultura, viniendo a significar la salud por el agua: “Salus Per Aquam”. También se practican deportes de aventura como el rafting, canoas y descenso de barrancos. Tras reconfortar al visitante que descansa en estos modernos balnearios, paso por Badolatosa, que ofrece un museo dedicado al Río Genil. Este pueblo y Jauja fueron tierras de bandoleros a los que también di de beber y de los que charlaremos en próxima ocasión. De las estribaciones de esta parte de Sierra Morena que es la Subbética, salto a Puente Genil, tierra en la que quito la sed de sus membrillos para que sean trasformados en esa carne dulce y vegetal, tan codiciada en todos los lugares, y que ha hecho famosa a esta población. Luego llego a Écija y allí escapo temporalmente, alimentando sus fuentes sonoras, especialmente a la hora del Ángelus en la que parecen más cortas las sombras, y lleno las pilas de agua bendita de sus once elevadas torres. Pero no quiero confiarme. Se que cuando pase la tarde, cuando la campana suene y las ánimas descansen, cuando empiece a despertar el jazmín, entonces, solo entonces, volveré al río del que salí y entenderé toda su magia. Ahora debo continuar hasta llegar a Palma del Río, alimentando un poco antes las huertas del Monasterio de San Francisco, fundado en 1492 para cuna
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En estas zonas altas de la Sierra Nevada doy de beber a las más de 60 especies endémicas que viven en ella de manera exclusiva, constituyendo la mayor riqueza vegetal de este país.
de evangelizadores de las Indias y hoy convertido en agradable establecimiento hotelero con todos los lujos deseables. Finalmente, al poco culmino mi trasiego y desaguo en el Guadalquivir, al que hago hermoso con este aporte de la gran montaña nevada de la Penibética. Contemplo como paso despacio, bajo el laurel, camino del final del viaje. No debo hacer ruido en esta última zona, para no despertarlos. Allí moran sus elfos. Entre ellos destacan Tania y Oberón, porque son sus Reyes. No debo acercarme a ellos. No estoy aún preparada. Es preciso que surque muchas noches, todas las noches, sus blandos caminos de albero. Cayendo suave, acariciando el suelo. Solo luego, cuando esté dispuesta, podré descansar y escuchar sus bellas canciones a capella mientras resbalo por sus mejillas...
JuanDepunto
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Ha nacido una estrella Modelo: Xenia Tikhonov Maquillaje y peluquería: Li Lobanova Para esta primera colaboración en LUZ Y TINTA –y agradezco a Paco Trinidad su invitación para participar en estas páginas– se me proponen estas fotografías en las que la fotógrafa rusa Sibina Nadegna, Nadima, nos presenta a una modelo infantil envuelta en una suerte de aura mágica, en la que el escenario, el vestuario, el color y la luz se conjugan de tal modo que nos ponen al borde de un sueño. Como los buenos poemas, estas fotografías nos traen sueño y luz. El sueño, que supone siempre la búsqueda de una tercera dimensión de la realidad, como una especie de bajorrelieve del mundo sensorial, puede rastrearse en estas fotos por partida doble. Por una parte, porque la modelo sueña con la luz: su mirada se pierde en un infinito lumínico que igual puede ser ese mundo escondido y recóndito de los anhelos personales en el que la modelo, casi una niña, sueña con una luz lejana, posiblemente de un escenario en el que no se apaguen los ecos de las viejas melodías de Tachaikovsky o de Dvorák. Y por otra, porque la propia luz sueña con la modelo, con sus evoluciones sobre el escenario, con las sombras que su conjunción con la música genera y con ese ewspacio inconfundible de la imaginación en que nada es ajeno al ritmo interno de la danza, a ese paso adelante de la imaginación que alguien definió como “soñar con los pies”, que no es otra cosa que soñar con la luz. Y esa quí donde danza y fotografía comienzan a caminar de la mano, como en un abrazo –como en un sueño, ¿habrá que repetirlo?–, buscando en ambos casos despertar el interés del espectador a través de los efectos que la luz consigue en los negativos y en el escenario, declinando en ambos casos todas las posibilidades de esa forma armónica e incógnita en la que se hermanan con una verdadera orgía de sensaciones. Por eso estas fotos de Nadima nos hacen soñar. Porque la mirada de la modelo infantil –esos ojos azules que taladran sin sosiego el caleidoscopio que la engendra– se pierde en ensueños y evocaciones que nos recuerdan el paso del
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tiempo mientras nos sostienen la mirada de cara al futuro y porque la luz que la envuelve es como un cendal que traza en su entorno un arco de esperanza. Pero sobre todo porque el mundo al que remiten es un mundo de sosiego que solo con la música se consigue y solo con la luz se transmite. Es un mundo de añoranza poética, de escalones que solo conducen al infinito, de música –en fin, al fondo siempre se adivina el aleteo de un piano y quizás, quizás el vuelo insomne de un clavicordio– que nos abre de par en par la puerta de un mundo ingrávido en el que solo cupieran la poesía y los sueños. Esos sueños y esa poesía que, buscando como al descuido la mirada de su modelo, Nadima nos ha transmitido como su principal apuesta. Por eso el color gris predominante: por eso esa ausencia de aristas, sustituidas por el vuelo soñoliento de la mirada más allá del escenario y de la música que penetra como el agua que mana de la sierra cercana o como el viento que se encrespa en los pinares lejanos, cuando se apaga el sonido de la poesía y comienza a erigirse en protagonista el susurro de los sueños.
Claudio Serrano
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Haciendo trampas La fotografía es una forma de manifestar el momento de los sentimientos de una persona, a través de una relación entre mente humana y un cuerpo de plásticos, cristales y conexiones eléctricas. No hacemos la misma fotografía si nos encontramos aburridos que si estamos alegres, además tampoco son las mismas manifestaciones de impresión en las ocasiones en las que estamos acompañados o en soledad. Según en qué compañía estamos o el momento de soledad nos puede variar aquello que se pretende exponer. Ahora, bueno, si lo que estamos haciendo es un trabajo profesional, ya existe de antemano un prólogo a seguir y un final ya predeterminado, o al menos se pretende. Uno de los trabajos que están en mi menú fotográfico, como bien se sabe, son las veladas de boxeo y las luchas de MMA (Artes Marciales Mixtas). Ya lo había dicho en otras ocasiones, que las fotografías ya predeterminadas, el momento de lentitud es más previsto y por lo tanto podremos estar más preparados. Un palista que navega en su piragua lleva un ritmo de remo; así que vistas las frecuencias de conexión con el agua, podemos anticiparnos a la ocasión de contacto con el agua o a conseguir las salpicaduras que hace la pala dentro del agua o el agua que desplaza por el aire cuando está en su parte alta, por ejemplo. El reto de conseguir una foto de contacto, con salpicaduras de sudor y agua desplazándose por el aire, por encima de la cabeza de los púgiles, es muy difícil de conseguir. Quienes llevamos tiempo y tenemos el privilegio de tener colgado al cuello la tarjeta de prensa entregada por los organizadores y aceptada por los jueces, nos pone en la cima de este momento elegido. Y la verdad que somos muy pocos, y de lo que me alegro. Cuatro lados, con cuatro cuerdas separadas en cada lado, y donde una línea entera la llenan los jueces, médico y otros. Dos esquinas las ocupan los púgiles y sus asientos movibles encima de la lona y en su parte de abajo y sentados en sillas, un preparador y su entrenador. Si ocupamos estas esquinas hay que apartarse cada vez que suena el final de cada asalto, para dejar trabajar a los ayudantes y además nos van a salpicar de aguas, sudores, etc. Otra tercera esquina la ocupa el árbitro de ring de lona. Con lo que tendremos parte de la visión ocupada por la espalda de esta persona. Llegados aquí, pensamos en colocarnos en mitad de uno de los tres lados que nos quedan. Bueno, pues tampoco, porque están abajo en sillas, sentados otros tres jueces (uno en cada de los tres lados restantes del ring). Nos quedan pequeñas porciones de vista fotográfica debajo de las 16 cuerdas, pero no podemos usar luces adicionales como flash, antorchas, linternas, etc. Pero tranquilos que, al menos en dos de las esquinas, tendremos dos pilares que sostienen la línea de focos a una altura de cuatro metros en diagonal por encima. En el momento que pensamos que lo tenemos todo controlado, vemos que uno de los focos da una tonalidad amarilla, otro azulada, rojiza y del color que se quiera, porque seguro que lo tiene.
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Medimos y probamos temperaturas de color con nuestra cámara, también una posible ISO y la velocidad, y acomodamos el resto de los demás parámetros. ¡Ya está todo controlado! Pues no. Apagan las luces a los mínimos y nos ponen la música que identifica a cada púgil que va a entrar. Aquí, como no empezó la pelea, se puede usar flash, eso si se consigue ver algo por el visor de la cámara y si no a disparar por aproximación, porque además vienen corriendo, entre humos añadidos. Nos encienden un foco de los de la torre superior, pero como todavía podemos usar luz adicional, pues nada, a lo nuestro. Salvamos la altura de las cuerdas para evitar los rebotes de luz, y punto. Encienden todos los focos de arriba. Parece fácil, ¿eh?, pues resulta que todo lo que teníamos adelantado, se nos va al garete y hay que empezar de nuevo con nuestros datos, porque los focos son de Led o peor aún de esas bombillas que van dando más luz cuanto mayor es el tiempo de encendido. Pero tranquilos, que quien quiera esta experiencia, no termina aquí que, cada tres minutos que dura cada asalto, apagan alguna luz y cuando vuelve a empezar la lucha, las vuelven a encender; y por consiguiente, hay que volver a cambiarlo todo, para volver a empezar. Ateos, en estos momentos somos todos los fotógrafos, ateos, digo, porque estoy seguro que lo que se escucha no es de beatos.
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Y bendito de aquel osado que se atreva a usar los automáticos. Con todo esto que he comentado, hay que tener en cuenta que la velocidad a la que lanzan los puños estos “santos”, puede que ronden los 2000 ó 3000 milisegundos y en la mejor de las ocasiones, he conseguido usar con ISO 3200 a 6400, con objetivo f/2.8, a una velocidad de 1/800 de segundo; pero que lo normal es de 1/ 80 a 1/125 y según va pasando el momento, que se adelanten a 1/200 + -., para luego volver a 1/80. Y, porque también tiene que haber un “y”, cuando acaba un combate hay que acordarse bajar la ISO a 400 – f/ 2.8 y tiempo de disparo a 1/200 (por ejemplo), y volver a colocar el flash. Es habitual encontrarse con una fotografía donde uno tenga la cara totalmente deformada y el puño que lo hizo ya esté casi abajo. Con el tiempo se va aprendiendo la técnica, y cada uno cogerá sus referencias del posible ataque anteponiéndose al contacto, ya que estas son las que más llaman la atención y todos queremos ver. Después de años en esto, mi técnica está en los movimientos de cada uno y el estudio de las manías que tienen. Me refiero a que no me fijo en los guantes si no en los pies y el baile que hacen antes de iniciar la pegada. De otra manera es imposible anticiparse a sus actos. Tenía ganas de hacer algún reportaje en extremo, como en esta ocasión presento, pero en esa forma relajada de “tú haz esto y tú ponte así con esos gestos”; además de acondicionar el entorno y por supuesto con mis trucajes y trampas fotográficas, pero dichas y expuestas de cómo se hicieron, para saber todos lo máximo, una vez terminada esta lectura. Claro que si busco unos modelos que no conocen este deporte, no sería lo mismo, así que con la oportunidad de cara, conseguimos en nuestra Revista a todo un Capeón de boxeo como es Aitor “ El Diamante” Nieto; con una responsabilidad profesional de, tener tres cinturones en el peso welter, como campeón de España, cinturón con Título Latino WBF y el último título conseguido de IBF/ USBA y a María Moreira, que es soldado del Ejercito español con varias intervenciones OTAN, pero que tiene una fuerte lesión física que no le permite excesos. Las fotos tienen que parecer lo más real posible, pero sin sudar y sin exponer y, eso es el reto. Para una mejor comprensión de ver lo que voy a ir comentando, he puesto número y letras, en cada foto. Foto con número 1-2-3. Son en parado sin movimiento. Colocamos trípode y distancia focal y, sin mover nada, haremos todas las fotos con disparador por cable o remoto y una, como base, sin modelos. En mi caso, Aitor levanta la melena de María, apartando las manos y dejándola caer por su propio peso y se hacen varias tomas. Coloqué a Aitor a la parte derecha del saco y lo atrae hacia él; para crear la inercia de pegada. Ahora con la referencia de la foto base, vamos clonando los modelos para conseguir la foto 3. Las fotos que van con las letras A – B, también hacemos una foto base y luego en mi caso María levanta la pierna como si fuera agresiva hacia los guantes de su entrenador. Marcamos con líneas de recorte y en transformación libre la giramos sin excederse en el engaño. Después nos queda ir clonando de la foto base a la final según vaya interesando. Las mismas sombras nos valen esta vez como reales, aún después de hacer el montaje. En las fotos A1– A2- A3, vamos a hacer lo que siempre queremos hacer de una sola foto, sin que nuestra modelo sepa que ocurre, que es hacer una foto compensada de enfoques. La foto A1 la conseguimos sin problemas porque, al estar el guante más próximo al objetivo, por defecto nuestra cámara con enfoque automático nos lo asimila sin conflictos. La A2 enfocamos la cara y queda desenfocado el guante, que también nos puede pasar sin pretenderlo.
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El problema está en esa compensación de valores de plano. Clonamos de una a otra los defectos y conseguimos las compensaciones de vista. ¿Que se puede hacer con enfoque manual? Sí, pero recordemos que no quiero cansar a mi modelo con sus poses y que además, este error nos suele pasar, más habitual de lo deseado y no lo vemos hasta llegar a casa. Y, como en cada book fotográfico que hacemos, siempre nos ocurre lo mismo; que no hacemos la foto de rigor. La de los dos posando juntos en pareja, antes de iniciar el resto de trabajo. Esta foto aún no la tienen y ni saben de ella; así que la entregaré una vez salga esta edición en julio de 2015. Comentar cómo se hizo esta ultima foto, a estas alturas de tantas ediciones pasadas, ya sería repetitivo.
Ricardo González, “Completu”
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Cuál fue la relación de Alberto Korda con Fidel y el Che? Para muchos Korda fue fotógrafo que acompañó a Fidel Castro en los últimos pasos de la revolución y que seguiría muy de cerca unos cuantos años. Viajó con él a Venezuela, a Estados Unidos, a la ex Unión Soviética y recorrió Cuba de una punta a la otra. Su relación con Fidel, fue honesta, no dejó de respetarle y de admirarle, su relación con el líder cubano siempre fue transparente, muchos dicen que muy atrevida, pues le decía lo que muchos no se atrevían, lo tuteaba, y desde su respeto también le veneraba. Evidentemente fueron muchos los fotógrafos que retrataron al líder cubano y a la Revolución, pero muy pocos con el ángel de Korda. ¿Por qué cayó en desgracia? ¿Por qué fueron cerrados sus estudios? Comentan los que han estudiado su biografía que la relación con el otro líder de la revolución, con el Che fue más difícil. Parece ser que al argentino le “dolían” las fotografías, a pesar de que una de sus pasiones era también la fotografía, quizás por ello, no le gustaba posar ni que le fotografiaran. Así que no fue fácil para Korda retratar al Che, ni en el partido de golf, ni en la zafra cañera. Suerte tuvo en la concentración aquella, en que casualmente dibujó el más grande ícono de la era moderna. Por ello, muchos son los que nos preguntamos ¿Qué sería de Korda sin el Che? ¿Cuánto le debe la figura del Che a Korda?. Ángeles Pereira, doctora en ciencias del arte por la Universidad de La Habana. Profesora Titular del Departamento de Historia del Arte de la misma Universidad de la Habana, es una prestigiosa especialista en Arte Contemporáneo, es miembro de varios Consejos, Comisiones y Comités Académicos, ejerce la critica en diversas publicaciones especializadas cubanas y extranjeras, y nos describe para Luz y Tinta la figura artística de Alberto Korda.
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Alberto Korda Alberto Korda es una figura cardinal en la historia del arte cubano. Es mucho más que el autor de esa famosa fotografía del Che Guevara reproducida infinitas veces en todas las partes del mundo. Es cierto que su vasta obra es internacionalmente reconocida, en gran medida por el modo excepcional en que registra el primer decenio de esa epopeya latinoamericana de resonancia universal que fue la revolución cubana, pero igual sería justo, y hasta más objetivo quizás, reconsiderar en su misión dialéctica el alcance de tal afirmación. Puede decirse que si la épica colectiva que vivieron los cubanos en los años sesenta ha sido identificada a nivel mundial a través de un universo de imágenes de ineludible singularidad, ello se debió al tino, a la perseverancia y al talento de artistas del lente –y de otras manifestaciones- que como Alberto Korda, supieron construir la visualidad de esa Revolución. Aquella fue una etapa convulsa para Cuba en el sentido afirmativo del término, toda vez que la implicación mayoritaria en las acciones de cambio fue consciente, voluntaria y fecunda en todos los campos de la vida social. En el terreno de la cultura artística esa implicación, además, estuvo orientada de forma certera hacia un proyecto de modernidad que se reconoció deudor de una muy digna tradición de vanguardia. Dicha premisa explica la pluralidad del movimiento artístico que entonces germinó y el raudal de acontecimientos culturales que le sucedieron. Fue precisamente en ese momento y en ese contexto inclusivo y movilizador donde se inscribió la obra de Alberto Korza, una obra que, iniciada hacia poco más de un lustro en el ámbito de la publicidad, había conseguido un vertiginoso éxito en virtud del sello propio, competente y actualizado que él fotógrafo artista le imprimió a su labor. En tal sentido, hay que coincidir con quienes mejor han estudiado su obra en que, a primera vista, parecía una contradicción que fuera alguien venido de la frivolidad de la moda y de la bonanza del negocio privado el elegido para registrar con su lente el diario y cercano acontecer, no solo de las masas, sino también del líder máximo de la Revolución.
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Sin embargo, no se trata de una paradoja, sino de una relación de continuidad porque, por suerte, en medio de aquella ebullición creativa, la praxis transformadora en el plano cultural no ignoró su pasado. No se permitió a si misma “incontaminada” e inalterada, huérfana de antecedentes, como quiso presentarla luego el discurso oficial. En realidad se trató de una apuesta de futuro con sentido de pertenencia histórica, de manera que en la asunción de lo nuevo estaban latentes muchos proyectos formulados desde atrás por escritores y artistas alentados por el espíritu moderno. Y eso fue el caso de Korda, un paradigmático exponente de una estrategia de re-funcionalización del lenguaje expresivo, de un sincero compromiso vital con su circunstancia histórica y, muy a pesar de todo ello, de una conflictividad de recepción experimentada hacia el final de la década, cuando inopinadas sospechas y sinrazones condujeron al cierre de su estudio fotográfico y le confinaron a la más exigua visibilidad. Nada más oportuno, pues, que aquilatar la transcendencia del movimiento fotográfico de esa época –y de la obra de Korda en particular- como fértil epicentro de los diálogos interdisciplinarios que tuvieron lugar entre diversos campos de la creación artística, así como entre quienes los encabezaron experimentando juntos los hallazgos, las glorias y también los sinsabores que no pocas veces la travesía les deparó. La fotografía, en efecto, con sus osados puntos de vista, audaces composiciones y amplísimo potencial semántico para resignificar las múltiples aristas de la realidad que vivazmente registraba, devino pieza cardinal del extraordinario movimiento gráfico que se expresó a través del libro, de las publicaciones periódicas, de la supergráfica urbana y del cartel, apropiándose al cabo del espacio público y propiciando el consumo masivo de la nueva imagen, en nueva construcción. Asimismo, por su intrínseca naturaleza, la fotografía fue parte inseparable de la audaz producción audiovisual que se explayó, sobre todo, en el terreno de lo documental. También para el arte pictórico- que demostró la enorme originalidad con lo que podía servir a los intereses propios unos lenguajes, si se quiere, foráneos, pero de máxima actualidad, como neo-figuración expresionista y el pop- la fotografía, en especial la de Alberto Korda, fue tanto en términos formales como de contenido, una formidable fuente de inspiración. La inmediatez del hecho fotográfico y la sensibilidad del artista devenido en reportero que aprieta el obturador para captar no solo el dato, sino el es-
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tremecedor espíritu del diario acontecer, debe haber animado a los pintores a reinterpretar también lo histórico cotidiano, algo muy extendido como tema en la pintura cubana de aquellos años. El paralelo es constatable incluso en obras puntuales de creadores poco dados al abordaje de lo épico, como Mariano Rodríguez, Ángel Acosta León y Antonia Eiriz; y se expresa pletórico en conexiones visuales cuando se trata de un pintor como Servando Cabrera Moreno. El recio de sus composiciones, su apego a los primeros planos (y a los planos medios), el énfasis que pone en el fragmento, y la infrecuente conjunción de lo ciclópeo y lo sensual son rasgos que aproximan las poéticas de Cabrera Moreno y Korda, en tanto artistas centrados en los valores plásticos del cuerpo humano, realzados en las representaciones del barbudo, el campesino, el soldado, el miliciano, el efebo y, por supuesto, la mujer. A propósito de la frecuente presencia de la mujer como tema en el quehacer pictórico, habría que reparar en lo que aportan a ese universo visual los ensayos de Korda, sus nuevas imágenes socializadas en portadas y en páginas interiores de publicaciones como la revista Cuba, así como la fotografía de estudio (y en espacios exteriores) que siguió desarrollando al unísono de su labor periodística documental, como pertinente y renovado trasunto de su trabajo anterior. Acaso las mujeres que Mariano Rodríguez inserta (solitarias o en pareja) en su hermosa serie Frutas y realidad; las de las cabezas ornamentadas y Floras, de René Portocarrero; o las habaneras de Cabrera Moreno, que llegarían después, pudieran ser reconocidas como lineales, coloridas y exuberantes refracciones en los lienzos de ese sujeto estético femenino que la obra Alberto Korda enalteció con pertinaz vocación. Ahora bien, la mayor equivalencia plástica con la fotografía de Korda la aporta la pintura de Raúl Martínez, Ambos artistas supieron revestir en sus respectivas obras el saber adquirido en los ámbitos de la publicidad. Martínez –también fotógrafo y diseñador- implementó en las telas con inéditas libertades la planimetría y fosforescencia del color, la multiplicación de motivos, y un intrépido empleo del collage, entre otros recursos muy bien aprovechados del lenguaje pop, Korda, por su parte, impelido por la naturaleza del hecho fotográfico, fue capaz de atrapar la brillantez de la totalidad y la fugaz serialidad de motivos análogos –los sombreros, las boinas, los fusiles, las banderas, los rostros- que desde sus fotos emulan el encanto el encanto y la luminosidad de lo pintado. El fotógrafo consiguió retener las superposiciones de brochazos, los recortes de imágenes, textos y otras bondades del collage pictórico que pululan en los óleos de Martínez, con los raudos desplazamientos de la cámara,
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cuando esas bellas yuxtaposiciones se le ofrecían de manera instantánea en la indetenible dinámica de la realidad. Por lo demás, ambos artistas se sintieron compulsados a aprehender la euforia edificante de su tiempo y conformaron una iconografía heroica sin pompa ni protocolo, donde lideres y pueblo, desprovistos ambos de vacuidades retóricas, se fusionaron y se honraron mutuamente. No es gratuito que ese magnifico lienzo de Raúl Martínez titulado Fénix (1968) –las nueve repeticiones del rostro del Che Guevara a la sui generis manera pop que caracterizó al pintor- haya apelado a la emblemática fotografía de Korda Guerrillero heroico, la mas famosa de toda su obra. Desde entonces, esa imagen ha sido reproducida internacionalmente y ha suscitado un sin fin de apropiaciones en el universo de la cartelística y del diseño gráfico en general, en el arte monumentario y en la pintura. Más allá de su excelencia, que de por si basta para colocar a Korda en las cumbres de la visibilidad mundial y de la calidad del arte cubano, no huelga señalar la influencia que ejerció su producción en el fotorrealismo pictórico cubano de los años setenta, una tendencia calificada de forma certera como el legado más vital de la nueva promoción que accedió a la paleta artística nacional de esa década. El impacto de Korda en los jóvenes que integran el movimiento plástico en Cuba durante las etapas subsiguientes – el llamado nuevo arte cubano- no estriba solo en una visión humanizada del líder y en la desautomatización del tema histórico, sino también en el espíritu que lo distinguió, en su independencia de acción y pensamiento, y –por qué no admitirlo-en esa autoimagen seductora e iconoclasta que lo erige en un auténtico adelantado de la época. Alguna vez alcanzaremos a explicarnos el oscuro designio que nos privó del privilegio de seguir contando con Studios Korda después de marzo de 1968, fecha indeseablemente clave para la sociedad y la cultura cubana, en tanto augu-
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rio y consumación de esa y otras muchas perdidas. Por su parte, el fotógrafo se sumergió en el mar, pero llevando consigo su inefable cámara. Al dedicarse los siguientes diez años a fotografiar los fondos coralinos y los misterios de esas aguas inmensas, Korda iluminaba desde inéditos encuadres nuestra compleja condición insular, advertía lo escabroso del viaje como perenne trasiego de ida y vuelta, y avizoraba la traumática experiencia del exilio, aun cuando fuese un exilio padecido de forma introspectiva. De modo literal o metafórico, su vida y su obra precipitaron, también, algunos de los grandes temas y de las mas álgidas problemáticas que ocupan y preocupan a nuestras artistas de hoy. Por todo ello, Alberto Korda es mucho más que un autor de una imagen magistral que, a su vez, fue mucho más que un “instante de suerte”. Así lo demuestran las enormes resonancias y la huella imperecedera que su obra impregnó en el arte cubano. Para Luz y Tinta
Ángeles Pereira Perera
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Foto: EdwardG
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Foto: Víctor Sánchez Bermúdez
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