Año VIII.- Núm. 77 - Marzo 2018
Contenido
PROMOTOR José Luis Cuendia, “Guendy”
Cita a ciegas...................................................................................................................
DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González “Completu”, Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Ángeles Pereira Perera, Claudio Serrano, Mario Eduardo Blanco. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad www.moldeandolaluz.com Reservados todos los derechos de reproducción total o parcial tanto del texto como de las imágenes. Las imágenes están protegidas por las leyes de copyright internacionales. Para cualquier consulta o sugerencia contacte con nuestro correo electrónico
F.T. El asistente..................................................................................................................... Gloria Soriano La Historia y la fotografía....................................................................................... Mario Eduardo Blanco Eduardo Castejón, actor, modelo y abogado..................................................... Juan José Pascual, “Jota” Crónica del olvido.................................................................................................... Monchu Calvo III. Cantando bajo la lluvia..................................................................................
Blanca y radiante......................................................................................................
Especial CARNAVAL...........................................................................................
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Ángel B. García, Manuel Antonio Centeno, Ricardo “Completu”, Mario
Eduardo Blanco, José Luis Cuendia “Guendy”, José Luis García, Kike,
José Luis Maylín, Miguel Sanz, Nicolás Cros, Alberto Zapico
y
Martinelli
Mauro
113 Todo lo que querías saber... ............................................................................. 122 Fotografías que despertaron conciencias..................................................... 126 Miedos/ Jonathan Hobin....................................................................................
info@moldeandolaluz.com
Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society
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Juan Depunto
Nadima/ Claudio Serrano
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Nuestra foto de portada: Mauro Martinelli
Presentación No fue realmente una sorpresa, sino la constatación de algo que sabemos desde el número 0 de esta revista, como es el hecho de que es seguida por muchos más lectores que los que integramos la red social Moldeando la luz. Luz y Tinta, desde su aparición, se ha ido haciendo un hueco en el kiosko virtual que excede con mucho la capacidad de la red social y así, aunque en Moldeando están inscritos algo más de 1.000 miembros, hemos tenido números de la revista que han superado los 10.000 lectores, cifras que suponen para quienes la hacemos un reto más y un plus de responsabilidad. Pero, a lo que íbamos, en este caso hemos podido constatarlo. Como ya se dice en las páginas especiales que le dedicamos al Carnaval, al llamamiento que se hizo en Moldeando para que se nos remitieran fotos de carnaval con destino a la revista, respondieron tanto miembros de Moldeando la luz como visitantes de la web y lectores de la revista no inscritos, lo que da cuenta de la dimensión de nuestras propuestas que lógicamente los lectores de la revista, y no solo los colaboradores habituales, toman como propias. Y es que en Luz y Tinta nunca hemos cerrado las puertas a nadie. Y nunca las cerraremos. Como se constata en este caso y como puede comprobarse en los números anteriores de esta publicación, que persistirá en la misma tónica, abierta a quienes tienen algo que decir, dentro de los cauces editoriales y del estilo que hemos consolidado ya, tras 77 números que suponen un trabajo continuado y entusiasta, con un entusiasmo y una dedicación que afortunadamente no decrece, antes al contrario, número a número. Y más sabiendo, como sabemos, que se nos lee y se nos tiene en consideración fuera de nuestra red social. Y ciñéndonos únicamente a nuestra red social, hemos de responder desde aquí a quienes nos preguntan la razón por la que este mes no hemos nombrado un Fotógrafo del Mes. Pues bien, como en meses anteriores escribimos a dos moldeadores proponiéndoles tal nombramiento. Uno de ellos no ha contestado hasta ahora, seguramente ajeno a nuestros correos por causas personales. El otro sí contestó, pero, por imperativos técnicos que no son del caso, su respuesta llegó casi a final de mes, fechas muy ajustadas en las que ni Guendy ni yo mismo, por razones que a nadie se le escapan, pudimos dar salida al habitual post con el detenimiento que requiere. El próximo mes, sin agobios personales ni impedimentos tecnológicos, tendremos a nuestro fotógrafo del mes en la cabecera de Moldeando la luz y en las páginas de esta revista.
Francisco Trinidad
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Fotos: Adobe Stock
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Cita a ciegas F.T. Le llamó la atención el apodo que le había puesto a su perfil: “Estrella_filante”. Curiosamente semanas antes, acaso un mes o poco más, una tarde en que leía en el salón de su casa junto a su mujer, ésta le había preguntado por el significado de “filante” que aparecía en el libro que estaba leyendo. Se lo dijo y hablaron un rato sobre las estrellas errantes. Él recordaba haberlas visto de niño en los campos de Castilla en que había crecido. Así que cuando vio aquella “Estrella filante” en la página de contactos no se resistió a mandarle un mensaje: “Hola, ‘estrella errante’. Me gusta tu apodo, imaginativo y original. ¿Te parece que hablemos?” Y hablaron. Hablaron durante un par de semanas o tres, primero en la propia página de contactos y después en un chat. En un momento determinado, ella le pidió su número de teléfono móvil, pero prefirió no dárselo, de momento, por si acaso su mujer curioseaba en sus llamadas y mensajes, como sabía que había hecho en varias ocasiones. Así que siguieron en el chat. Ella eligió el sobrenombre de ‘Olivia’ y él, para seguirle la gracia, el de ‘Popeye’. Ella tenía garbo al escribir y contestaba a todas sus preguntas. Él hacía lo propio. Así supo que ella, casada, estaba muy hastiada de su matrimonio, aunque quizás la palabra exacta fuese simplemente aburrida. Su marido no era mala gente, al contrario. Pero sus relaciones sexuales se habían terminado hacía tiempo, sobre todo desde que sus hijos se casaron y se fueron de casa y ellos comenzaron a dormir en habitaciones separadas. Seguían viviendo juntos por rutina o por comodidad, decía ella. A preguntas de él le contó que su marido la aburría en la cama: siempre el mismo día, a la misma hora y en la misma postura. Así que cuando abandonaron el sexo, sin haberlo pactado ni decidido expresamente, ella no lo echó de menos. Al contrario, sintió determinado alivio. Pero los días pasan, las hormonas tienen su propia vida y el cuerpo exige sus naturales tributos. Por eso estaba en aquella página, buscando una relación extramatrimonial —“Con toda la prudencia y discreción”, insistía— para alejarse del pesimismo que envolvía su vida. Lo suyo, decía él, era algo similar. Su mujer era como un trozo de madera en la cama, rígida, sin apenas participar, salvo con algunos suspiros y jadeos, siempre
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muy medidos. Algunas veces que se entregaba realmente conseguía unos orgasmos algo más ruidosos, aunque insípidos, como lejanos. Eso sí, siempre sin un beso, siempre sin una caricia. Ella se sentía reflejada en muchas de las situaciones que él relataba, pero todo lo achacaba, y así se le confesaba, a la impasibilidad de su marido, tan metódico y tan hierático que nunca perdía la compostura, ni siquiera en los momentos más íntimos. Se contaban todas estas cosas en el chat, escribiendo sin descanso durante horas enteras. Él aprovechaba las últimas horas del despacho y muchos días se quedaba después de la hora, a solas ya la oficina, en aquellas charlas que tanto le invitaban a la fantasía. Ella, desde su casa, quejándose siempre de su soledad y de que su marido cada día llegaba más tarde y más cansado. A veces se excitaban y se prometían encuentros en que no les faltaría ninguno de los estímulos que se confesaban les apetecían. Ella, todo lo que no había podido disfrutar con su marido: fantasías, espontaneidad, hacer el amor en lugares fuera de la cama y, sobre todo, posturas que estaba indagando en internet y cuya sola visión lograba despertarle la libido tanto tiempo dormida. Él estimulaba sus fantasías y, con toda delicadeza, pero sin huir de la palabra exacta, le describía las situaciones que podrían vivir juntos de encontrarse. Una de aquellas tardes, cuando llevaban ya tres semanas de chat, él le propuso que se vieran y ella, lógicamente, accedió. Tras unos minutos barajando posibilidades, acordaron verse aquella misma semana. “Mándame una foto”, le dijo ella, para conocerle en la cafetería en que habían quedado. Pero él tenía otra idea, que alimentaba su pasión a través de la intriga: él se sentaría en aquella cafetería, junto a la ventana, de modo que ella pudiera verle antes de entrar y, si no le gustaba, abstenerse de hacerlo. Pero ella le propuso que lo hicieran al revés, que fuera ella quien esperara dentro, más que nada para no tener que estar ella atisbando por la ventana como una mujer cotilla. Y así quedaron. Quedaron el viernes, a las cuatro, a la hora del café. Él dijo que llevaría una americana azul marino, con camisa blanca y corbata de tonos rojos. Y ella, que se pondría un vestido floreado con un bolso negro. “¿Quieres que reserve un hotel?”, dijo él dando por sentado lo que ambos deseaban. “Siempre me ha apetecido un motel”, escribió ella después de un largo minuto, “tiene su morbo”. Pero él no conocía ninguno. “Y me temo”, escribió, “que estarán lejos. ¿Qué te parece el Hotel Excelsior? Está muy cerca de donde hemos quedado.” Pasó la mañana del viernes totalmente ajeno al trabajo. Solo pensaba en que llegaran las cuatro de la tarde para verla y darle el primer abrazo. Se había puesto aquella americana azul marino que estaba seguro le sentaba muy bien y había reservado una habitación en el Excelsior. A su mujer le había dicho que llegaría tarde, que tenía una cena, y ella le había contestado que también saldría a cenar con sus amigas, lo que le daba exactamente igual. Comió un pincho de tortilla y un café en la cafetería de la empresa y a las cuatro menos diez estaba ya en la calle donde habían quedado. Desde lejos observó el ventanal de la cafetería tras el que habían convenido que ella se sentara. Cuando iban a ser las cuatro notó el revuelo de aquel vestido floreado que le recordaba a uno de su mujer y se fue acercando poco a poco. Desde la acera de enfrente la vio, radiante y hermosa: más hermosa que nunca, se dijo. Nunca lo hubiera sospechado: aquella mujer de vestido floreado y bolso negro, que le parecía tan encantadora, era su
Se contaban todas estas cosas en el chat, escribiendo sin descanso durante horas enteras. Él aprovechaba las últimas horas del despacho y muchos días se quedaba después de la hora, a solas ya la oficina, en aquellas charlas que tanto le invitaban a la fantasía. Ella, desde su casa, quejándose siempre de su soledad y de que su marido cada día llegaba más tarde y más cansado.
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propia esposa, la misma que había estado chateando con él durante tres semanas, restregándole la miseria de sus propias vidas y haciéndole suspirar, sin sospecharlo, por un cuerpo que tan bien conocía. Dudó si entrar en la cafetería y deshacer el pastiche; pero temió todos los reproches de ella. Así que siguió calle adelante, desorientado, sintiendo que algo se estaba recomponiendo en su interior, y sin saber por qué se dirigió al Hotel Excelsior, subió a la habitación que había reservado para ambos y se tiró encima de la cama: toda su vida matrimonial pasó entonces por su mente, como en un flashback proyectado sobre las conversaciones que habían mantenido en el chat, en aquella suerte de resignación y desesperanza que les envolvía a ambos. Se quedó dormido y cuando despertó, quizás una hora después, tomó un par de copas del minibar, pasó un cuarto de hora por el despacho y se dirigió a su casa. Su mujer leía en el salón. Hemos dejado la cena para otro día, se dijeron ambos, él sabiendo la verdad y ella sumida en todas las dudas y en todo el malestar del mundo. Siguieron su rutina diaria y se acostaron temprano. Pero a él le costaba dormirse, zarandeado por todas las emociones del día. Como a las dos de la madrugada, harto de dar vueltas en la cama, se levantó y estuvo unos diez minutos ante la puerta de la habitación de ella, a la que también oyó dar vueltas en la cama. Finalmente se decidió y se metió en la cama con ella. En un principio, ella rechazó el abrazo, pero poco a poco, ante el calor de los besos que él le iba dando en el cuello, bajó sus defensas, se dejó arrastrar y comenzó a disfrutar de las caricias de su marido. “Ay, Olivia, mi estrella errante…”, le dijo él. “¿Popeye?”, preguntó ella con un escalofrío. Luego fue todo fuego y primavera. Hicieron el amor en silencio reviviendo sensaciones pasadas, pero sobre todo buscando fruiciones nuevas y pasiones inéditas, hasta que la madrugada les recibió con una sonrisa.
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Gloria Soriano
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El asistente Pet ya no tenía miedo de que Marta olvidara cambiarle la batería. Lo que le aterraba es que ella sufriera un ictus, y él fuera sustituido por un oso con fuerza suficiente para levantarla de la cama, sentarla en el sillón o ayudarla a caminar. Los dos vivían juntos desde que la mujer le adoptó para llenar la soledad de una granja sin vacas, ni cerdos. Vacía. Aislados en medio del campo compartían la casa con equipos de tecnología sofisticada y antigüedades. Que las tareas o acontecimientos de cada día fuesen anotados con letra de la anciana en un calendario de sobremesa, era un recordatorio innecesario para la gran memoria de Pet. De simple mascota que menea el rabo y pone caritas, Pet se había convertido en cuidador. Su fisonomía fue adaptándose a las nuevas funciones al ritmo de la necesidad. Podía caminar erguido sobre las patas traseras, y de las delanteras desplegaba dedos capaces de ejecutar movimientos precisos. Una de las habilidades que no llegó a desarrollar fue el lenguaje. Seguía ladrando como el primer día. Sin embargo a Marta esto nunca le había impedido comunicarse con la mascota. Si ahora conversaban menos era porque las actividades de ella se reducían a comer, hacer la digestión, una deposición diaria y dormir. Hubo un tiempo en que también había vivido pendiente de cambiar la batería de su acompañante. Pero a veces a ella le vencía el sueño y no se enteraba de los parpadeos de Pet, de la señal de alarma. Fue entonces cuando el miedo a la muerte activó en la mascota un patrón de ceros y unos, y aprendió a autorrecargarse. Pet arrancó en el calendario la hoja del día anterior: doce de enero, año dos mil treinta y cinco. Sujetándola entre los dientes se la llevó a Marta que estaba en el jardín. Se había sentado en la silla del andador y dormía. A un lado, una mesa rústica bajo un techo de acacias. Pet dejó la hoja en el tablero. Aunque no corría la más mínima brisa y sus sensores pronosticaban viento cero, puso encima del papel una piedra. A ella le gustaba que las cosas se hicieran así, y él, que aprendía cada día de ella, había adoptado sus manías. Le colocó una manta sobre las piernas. Una vez que le hubo medido el oxígeno en sangre, pulso y profundidad del sueño, volvió a la casa. La anciana aún dormiría doce minutos con cuarenta segundos más. Hoy la cabezada le había sobrevenido
Bajo una carcasa de piel artificial, además de inteligencia y memoria, Pet tenía un cuerpo de metal y cables. Marta estaba hecha de materia orgánica...
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antes que de costumbre. Un algoritmo puso en relación este hecho con los valores de la presión atmosférica, constantes vitales y otras series históricas. El resultado fue tranquilizador. Bajo una carcasa de piel artificial, además de inteligencia y memoria, Pet tenía un cuerpo de metal y cables. Marta estaba hecha de materia orgánica, un bypass, una prótesis de rodilla y algún que otro artilugio de componentes similares a los de su mascota. Pero su sistema era sanguíneo en vez de binario. Esa era su debilidad. Cuando Marta despertó Pet no estaba allí. Tuvo un instante de desconcierto, como el chisporroteo de un cable. Después le vio conectado al enchufe de la terraza y su rostro recobró la inexpresividad. No recordaba cuando le había cambiado la batería por última vez, ni si ella tenía una mascota. Le miró con rutina, como si fuera el sillón desde donde a ratos contempla las imágenes de la pantalla. Tampoco se dio cuenta de que los ojos verdes del robot habían dejado de parpadear. Él la observaba y la presentía. Se anticipaba a su voluntad. Tan pronto Pet se desenchufó, corrió a cuatro patas, con un ladrido alegre para alcanzarle la hoja del calendario. Con movimientos de autómata, la anciana acercó el papel a las pupilas. Mirándolo con fijeza pudo reconocerse en aquella letra falsificada, y tomar conciencia de hoy en ayer. Después lo dejó caer como tiempo del pasado y, apoyándose en los brazos de la silla, se incorporó. A paso lento, entre chirridos, avanzan los dos por un camino soleado. Ella parece ausente. El procesa ecuaciones. Busca la manera de combatir su gran miedo. Marta es suya. Introduce la variable muerte. Maquina diferentes formas y recalcula una y otra vez hasta que la probabilidad de ser desplazado por un oso grande es cero.
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Mario Eduardo Blanco
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La Historia y la fotografía (Reflexiones de un fotógrafo aficionado) “No hay nada peor que la imagen nítida de un concepto difuso” Amsel Adams. A Robert Capa, Alberto Corda, Henri Cartier-Bresson, Sebastião Salgado, Steve Mc Curry, Annie Leibovitz, Josef Koudelka, Dorothea Lange, Marc Riboud… y la lista interminable de aquellos que, con su cámara, plasmaron, y siguen haciéndolo, la vida, universalizando en imágenes el devenir cotidiano de la historia. De igual modo que estos grandes nombres y desde una perspectiva más humilde, hace ya muchos años he sentido una especial atracción por la fotografía en un afán por “atrapar momentos” y congelar mi pequeña historia. Es ahora que dispongo de más tiempo cuando puedo dedicarme a ella de un modo especialmente satisfactorio. De las distintas disciplinas fotográficas que practico: de paisaje, artística, de producto, documental, deportiva, de arquitectura,…etc. es el retrato la que más me atrae. Y aunque, por desgracia y debido a mi timidez, me cuesta un poco acceder a la gente; una vez conseguido, me produce más satisfacción. Me ocurre, al dirigir el objetivo de mi cámara que, de igual modo que cuando escucho música y paso de uno a otro género dependiendo del estado de ánimo, mi atención baile entre varias perspectivas y objetos, posiciones y distancias. Lejos de atender a la arbitrariedad, este trajín es fiel reflejo del afán por dar la mejor de las formas posibles a una historia que merece ser contada. “La historia es la sucesión de sucesos, sucedidos, sucesivamente”, repetía en un tono entre jocoso e implacable, ante la atónita mirada de los alumnos, mi amigo y compañero en la profesión de maestro a la que me dediqué durante tantos años J., con quien tan buenos y divertidos momentos tuve ocasión de compartir. Desde una esquina del aula, asistía asombrado a tan increíble definición de ese concepto tan complejo y manipulable. Puede que la simpleza de aquella singular concreción fuese más acertada que cualquiera de las que, habitualmente, encontramos en los libros de texto. No dejo de olvidar aquel poema de Bertolt Brecht: “¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas? En los libros aparecen los nombres de los reyes. ¿Arrastraron los reyes los bloques de piedra? Y Babilonia, destruida tantas veces, ¿quién la volvió siempre a construir?¿En qué casas de la dorada Lima vivían los constructores? ¿A dónde fueron los albañiles la noche en que fue terMinada la Muralla China? La Gran Roma Está llena de arcos del triunfo. ¿Quién los erigió? ¿Sobre quiénes?...” Muchas preguntas que cada día tratamos de responder condicionados por nuestra torpe, partidista e ignorante insignificancia. Supongo, desde la enorme distancia que nos separa de la interminable lista de aquellos fotógrafos que hicieron historia, con toda la modestia del mundo, que los que dedicamos parte de nuestros “momentos” a este noble arte, tratamos de trascender humildemente nuestro destino y también contribuimos, un poco, a “escribir” el relato cotidiano de aquella SUCESIÓN de SUCESOS…., limitados por las circunstancias que, a cada uno, nos ha tocado vivir.
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Juan José Pascual, “Jota”
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Eduardo Castejón, actor, modelo y abogado Hace un año aproximadamente, a través de un amigo común, conocí a Eduardo Castejón. Mi amigo me había hablado muy escuetamente hacía tiempo de que estaba metido en un proyecto de una serie de televisión, pero no me podía contar más. Ganas me quedaron de preguntarle, pero sin lugar a duda pesó más la amistad que mi espíritu investigador. Un día me dijo que necesitaba que le hiciese de asistente para una sesión fotográfica y así conocí a Eduardo Castejón. Se iban a grabar varias escenas de esta serie en la que él era el personaje principal y las fotografías se tomarían durante la grabación de estas. Pero eso era solo el principio, algo más había, se respiraba en el aire... Eduardo es una caja de sorpresas, se licenció en Arte Dramático en la especialidad de Interpretación y posteriormente también lo hizo en Dirección de escena y Dramaturgia… El dato curioso radica en que mientras cursaba la carrera de Arte Dramático también estudió Derecho, y tras licenciarse trabajó como abogado durante unos pocos años… Aunque al final el corazón le ganó a la razón y colgó la toga para volver a subirse a un escenario… Y todavía no se ha bajado… Se formó en interpretación en la escuela de Arte Dramático “Cristina Rota”, cursando estudios complementarios de interpretación en la escuela de Arte Dramático “La Lavandería”, y en la escuela de Arte Dramático “Arte 4”. Dado que siempre busco el perfeccionamiento interpretativo y teniendo en cuenta lo importante que es la voz como elemento comunicador, estudió técnica vocal de interpretación “método Rabine”, con Renata Parrusel”. También realizó estudios musicales básicos y estudios de baile contemporáneo. Sus primeros pasos como modelo los dio a los trece años. Carrera que se prolongó durante 15 años y que compaginó con los concursos de belleza. Terreno en el que se alzó con todos los títulos nacionales existentes, y algunos de los más prestigiosos a nivel internacional, véase a título informativo alguno de ellos; Mister Universo 2006, Top Model Latino 2007, Mister Pacific of the World 2006, Guapo
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de España 2005, Rey de la Belleza de España 2004, Caballero de España 2004, o Mister Alicante 2003. Aunque según sus propias palabras, el galardón que más ilusión le ha hecho es el Premio Asturiano Universal 2006. Pero no queda todo ahí ya que también ha sido presentador, guionista y el artífice de la puesta en escena de diversas Galas y certámenes de belleza a nivel nacional como Miss Barcelona, Tarragona, Alicante, Almería, etc. Linda de España, Guapo de España, Linda de España, Dama de España, Caballero de España. Rey y Reina de la Belleza de España. Semana de la moda de Barcelona, Granada, etc. Presentador oficial de la gira Miss Top Model Latina, años 2006 y 2007. Presentador oficial de los concursos Rey y Reina de la Belleza de España. Ferias nupciales de Oviedo, Barcelona entre muchas otras. Con un total de más de 150 Galas y desfiles presentados, culminando con el salto fuera de nuestras fronteras presentando las galas de Miss y Mister Andorra. También fue nombrado Caballero de Mérito de la Orden de Sabadiego. Esta cofradía gastronómica fue fundada en 1988, en la sidrería Casero del Condado de Noreña; con el fin de promocionar los sabadiegos de Noreña la fundaron entre ocho amigos. Colaboré con él en momentos del rodaje de la primera temporada de su serie LJ Detective, comprobando lo disciplinado y perfeccionistas que es. Aunque consiga la toma ideal, siempre pide una o dos más. Actor de método y director metódico, no se cansa de aconsejar a actores y a figurantes para conseguir los resultados que él quiere. Estar rodando con él, es trabajar a un ritmo trepidante. Cuando la escena es de acción y de alta tensión, transmite esa situación como la forma de dar las ordenes, ajustando con precisión la maquinaria de la escena y al final, sale todo como él quiere. A mi particularmente me chocó esa forma de trabajar, de decir las cosas, pero es necesario ya que si él baja su ritmo; sobre todo cuando son sus escenas, la tensión no sería creíble (algo que no puede suceder). También con ese método hace entrar a los figurantes más en su papel cuadra sus interpretaciones. Las iniciales “LJ” vienen de Látimer Justicia, que es el detective protagonista de esta serie televisiva. Contando lo justo, para dar una idea de la serie, pero sin desvelar sus secretos; podemos decir que esta trata sobre la lucha entre los dos carteles más importantes del mundo para conseguir el control global del narcotráfico. El asesinato del her-
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mano de Latimer Justicia desencadenará sus futuras acciones. Tendremos historias de amor, traiciones y un desarrollo de la trama que hará que el espectador esté pendiente de lo que ocurre y ansíe ver el capítulo siguiente pues la serie podríamos decir que tiene vida propia. El argumento tendrá giros imprevistos y nunca mejor aplicado el dicho de “las apariencias engañan” pues nos deparará muchas sorpresas que nos harán replantearnos las ideas que teníamos sobre ciertos personajes y la trama que íbamos siguiendo. La venganza que aparentemente será la motivación de Latimer dará paso a otros sentimientos y planteamientos superiores. La Fiscalía tendrá un papel muy importante en el desarrollo de los hechos ya que luchará por evitar ese avance del narcotráfico. Se cruzarán las relaciones profesionales y las personales, complicando a veces las situaciones y otras bueno… no se va a desvelar todo, que hay que ver la serie. El trabajo en las sombras para orquestar ciertos desarrollos, protección de los protagonistas, también estarán presentes a lo largo de la misma. ¿Comprobaremos si la frase el fin justifica los medios será llevada a rajatabla por este detective, o quizás esos medios le jueguen malas pasadas y se vuelvan contra el fin que buscaban justificar? La primera temporada está ya finalizada, en fase de negociación para su emisión. Planteada como una serie orientada a la distribución internacional, pues por su trama y desarrollo, es de interés en cualquier país o sociedad. Esperemos que en breve podamos disfrutar de su visionado. El proyecto mas cercano que verá la luz sera su participación como actor protagonista junto a Eva Maciel en el largometraje del director Julio de la Fuente “El
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último invierno” que habrá sido estrenado cuando salga este artículo. Julio es considerado el director de las emociones, por lo cual está película seguro que llevará una carga emocional muy fuerte. En breve Eduardo comenzará el rodaje de su segundo largometraje, “A las puertas del infierno”, donde interpretará al mismísimo Lucifer, siendo el protagonista de nuevo. Y estará flanqueado por un elenco de actores y actrices españoles de primer nivel tanto mediático como actoral. También tiene otro proyecto con el Doctor en nutrición asturiano Ramón de Cangas. Donde Eduardo, con sus conocimientos de rutinas de entrenamiento y sobre moda (pues después de su paso por las pasarelas no ha abandonado el culto al cuerpo), complementará los consejos de este gran nutricionista y desmontarán todos esos falsos mitos que hoy existen sobre nutrición. En verano se estrenará el videoclip de la serie con una canción compuesta por el cantante Toni Amboaje y que lleva por título “Get the Job Done”. Pero seguro que Eduardo Castejón no para aquí y seguirá trabajando para darnos mas sorpresas. Ya que esto mucho me temo que es solo la punta del iceberg… Enlaces de interés: Instagraman: @EduardoCastejonOficial https://www.facebook.com/Eduardo-Castej%C3%B3n-1437243743006227/ Enlace videobook Vimeo: https://vimeo.com/234956787 Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=FpKH5XahP4U&feature=youtu.be https://www.facebook.com/ElUltimoInviernoOficial/ http://www.elultimoinvierno.es/ https://www.youtube.com/watch?v=DhAiQsJ9JrI https://www.facebook.com/ramon.decangasmoran
Todas las fotos de este reportaje pertenecen al rodaje de la serie LJ detective. 18
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Monchu Calvo
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Crónica del olvido Hace ya años de aquel viaje a través de los montes casinos, desde Bueres a Vallemoru (Ponga). Hoy he recuperado las imágenes que nos trasladaron a aquella remota aldea, asomada al abismo de Semeldon. Y han vuelto los recuerdos y la tristeza, mezclado con la hermosura de un paisaje de sobrecogedora belleza. Hace casi cuarenta años que allí solo habita el olvido que recorre las ocho casas que componían el pueblo, y una derruida capilla dedicada a San Antonio, y también el pequeño cementerio donde unas cruces se mezclan con ortigas y helechos, entre los nombres de los muertos. El enclave sobrecoge por su aislamiento, sin acceso rodado, sin agua y sin luz. Las casas algunas parecen arregladas, ya que antiguos descendientes suelen habitarlas, sobre todo en verano, pero es una vida efímera, unos pocos días al año. Un etnógrafo, Aurelio del Llano, allá por el 1920, nos narra una visita que realizó a tan apartada aldea. «Aurelio de Llano narra el encuentro que tuvo en la majada de Entregüé con pastores de Valle Moru. Llegó al atardecer y fue bien recibido e invitado a pasar la noche en una cabaña, donde no faltó leche, pan, queso y fruta para la cena. Después de cenar uno de los pastores, Cipriano Bulnes, narró algunos cuentos y recitó diversos romances. Los pastores tenían, además, tres libros, El Quijote, que les había recomendado un maestro de Taranes, Ceferino Melón, Hernán Cortés y Gil Blas de Santillana, libros que habían comprado entre todos los vecinos de Valle Moru y que circulaban en verano de majada en majada. Mientras unos se ocupan del ganado en los puertos, otra parte de la familia se trasladaba a las cabañas de los “invernales” a recoger la hierba que se reservaba para alimento del ganado en invierno. En Sobrefoz a esta práctica se aludía con la expresión “marchar de flete”.» Esto nos indica que pese a su aislamiento sus vecinos sabían leer, y se entregaban a ese menester en sus ratos de ocio. Existen leyendas que nos hablan del origen celta de sus habitantes. Gentes fornidas, y de cabellos y tez clara. También si hubiese sido refugio de los moros derrotados en Covadonga, como parece indicar la toponimia de su nombre. No lo sabemos, pero si sentimos la presencia de algo que flotaba, al adentrarnos por el laberinto de sus caminos, y asomar la cabeza al interior de las casas, también sentimos el aleteo de una vida que formo parte de aquellas paredes. Nos pareció oír las voces infantiles que corrían al sentir los esquilones de los pastores, cuando regresaban con sus ganados, y tienes que tirar de imaginación para trasladarte a
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lo que pudo ser su existencia en aquellas humildes viviendas, desprovistas de lo que hoy creemos indispensable. No creo que mencionarlo sea caer en la sensibilidad de retratar un mundo ya desaparecido, tampoco estoy seguro si merecerá la pena el llanto, pues desgraciadamente como Vallemoro encontramos enclaves en su misma situación, o habitados por dos o tres vecinos que solo esperan el final de su vida, antes de que los postreros envites a su salud, los hagan echar los cerrojos a sus casas y los dirijan a residencias donde acabar el viaje, cuando el tren llegue a la última estación. Todavía perdura, acompañada por las ortigas la cruz atacada por la herrumbre donde aquella mujer, de nombre Engracia, quiso descansar eternamente. Igual fue su deseo de reposar donde los soles y las nieves le ofrecen un caleidoscopio de paisajes que en ningún otro sitio iba a tener. Quizás quiso formar parte de la tierra donde regó su sudor, donde crecieron sus hijos, y donde a su manera fue feliz, aunque a nosotros acostumbrados como estamos a otra existencia, se nos haga casi imposible. El último habitante de Vallemoru se fue del pueblo en 1980. Su nombre, como no podía ser de otra manera, era Xuán: el último moru, el último astur, el último celta. Sólo el sol se asomó a despedirle al partir musitando un adiós sin volverse a mirar. Primero habían faltado risa a risa, los juegos de los niños, luego la gente joven con su alto diapasón, después… cuestión de tiempo, los demás se rindieron entre la soledad y la resignación. Hoy el cierzo baja salvaje y helado desde monte al valle y agita unas ortigas que campean como adornos ariscos en los caminos. [José Luis Ramírez en la obra general Paseando Soria de Isabel y Luisa Goig Soler]
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Juan Depunto
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III. Cantando bajo la lluvia* I’m singing in the rain Just singing in the rain What a glorious feelin’ I’m happy again Gene Kelly, 1952
2. Noviembre del seis. El comienzo de este episodio crítico de tu vida empieza un día que estás de guardia. Has tenido una mañana movida y se te ha contracturado la espalda. Después de comer, aprovechando un momento de tranquilidad, decides echarte un rato en la única cama dura que hay en los dormitorios. Pero tiene un inconveniente: está situada justo debajo de un chorro de aire acondicionado que sopla con toda su fuerza. ¿Para qué se querrá aire acondicionado frío en noviembre? Es lo mismo, haga frío o calor, el aire de esa zona siempre sopla igual. Al cabo de una hora se ha sustituido la contractura por escalofríos. Habrá que ver como sales de esa guardia. Son las 12 de la noche y afortunadamente sólo ha habido algunos problemas quirúrgicos y ninguno relativo a la jefatura de la guardia del hospital, que hoy te ha tocado adicionalmente. Bueno, alguno de estos problemas valía por varios: al dar una última vuelta por el quirófano olfateas ese olor pútrido de los anaerobios. María J. está esforzándose en operar un periné hecho cisco con una gangrena de Fournier. Pobre hombre, todavía es joven para morir y probablemente no resista la visita de la dama negra que le ha venido engalanada con sus más letales armas. Te quedas hasta que acaba. Más por apoyo moral que por utilidad. Es el espíritu de equipo en lucha. Cuando uno de los vuestros lo está pasando mal, los demás acuden, aunque no tengan mucho que hacer, se quedan a su lado para darle ánimos; es la forma que tenéis de solidarizaros, de apoyaros. Al paciente, maltrecho pero aliviado en lo posible, lo enviáis a Cuidados Intensivos. Allí pasará un largo calva* Ver en el n.º 75 de Luz Y Tinta, página 46, la nota “Cambio de rumbo” acerca de la estructura general de la obra “El tiempo pasa”, de la que forma parte este capítulo. Enlace: http://amantesdelafotografia3.ning.com/profiles/blogs/luz-y-tinta-no-75.
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rio de curas en profundidad y suerte si lo cuenta. Os retiráis a la cama, aunque sea para relajaros un par de horas o hasta que suene el teléfono. Ese maldito timbre que te sobresalta justo cuando has conseguido dormirte. Esa noche no te despertó el teléfono. Lo hizo el escalofrío que te puso la temperatura por encima de los treinta y ocho. Pensaste que podría ser culpa del aire, mal llamado acondicionado, de los hospitales, uno de los elementos más nocivos, peligrosos y desagradables que hay en estas casas que deberían estar solo para sanar. Un aire que obliga a sudar en invierno, con sus treinta grados, o a tiritar en verano, con los veinte. Siempre te has preguntado por qué no lo regularán en invierno y verano a 25º, que es una temperatura agradable. Nadie lo sabe… No sabes si te habrá contagiado el aire o, más que el aire, lo que de nocivo lleva, porque no se limpian los conductos como se debería. O si te habrán contagiado los microbios del Fournier, o si ha sido el estrés que te ha bajado las defensas, o un simple o no tan simple resfriado, ¡qué sabe nadie! Aunque estás saliente de guardia, cansado y con mal cuerpo, vas a Gerunda a ponerles la vacuna de la gripe a tus padres. Si no lo haces personalmente así, no se la ponen y no tienes más fines de semana libres para desplazarte esos cientos de kilómetros. Tus padres, vamos, casi toda tu familia, confían poco en los asuntos de los médicos. Y a lo peor llevan razón. Llegas hecho polvo. Te gusta conducir pero no cuando estás enfermo. Es curioso cómo se protege el organismo: cuando enfermas de los pulmones te entra un cansancio, no me refiero a la asfixia, a la disnea, sino al cansancio físico, que te dificulta hacer esfuerzos; probablemente lo haga la naturaleza para evitarte faltas de oxígeno nada recomendables y proteger así de algún modo tus mal pertrechados pulmones. Tu madre, siempre dócil aunque poco amiga de medicamentos, acepta de buen grado el pinchazo de la vacuna. Tu padre lo hace a regañadientes, es disciplinado y acepta, pero su mal humor congénito y su miedo (sí, miedo a pesar de su oficio) a las agujas hace que lo haga a regañadientes. Pero tu tía, la hermana mayor de tu madre, siempre endiabladamente rebelde, no consiente ponérsela un año más, a pe-
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sar de lo mucho que le gustan los potingues en pastillas; toma todo aquel reconstituyente y revitalizante que le ofrezca la más mínima esperanza de seguir sumando años a su vida; es el secreto del instinto de supervivencia, en ella exageradamente exacerbado y ahí la tienes, a sus 74 años y con la cabeza más despejada que la tuya. Cuando reescribes estas líneas tiene 96 y ha sobrevivido a todas sus hermanas menores, sólo le queda uno, con más de una docena de años de diferencia, pero terminará enterrándolo. Te resignas a su cabezonería, comes con tus padres y con ella y tras tomarte un café bien cargado te vuelves para Seviunda. Vuelves aún más cansado, pero parece que los escalofríos no se han repetido. Ya cerca de Seviunda haces un alto en el camino para relajarte y continuas luego hasta tu casa, donde te recuperaste un poco en lo que quedaba de fin de semana. Llegó el lunes en el que tenías que desarrollar ese curso como fuera, porque significaba ni más ni menos que tu presentación de nuevo ante tus compañeros, después de haber estado la mitad de tu vida profesional sirviendo a la Administración en diversos puestos. No podías suspenderlo ahora, tenías que hacer un esfuerzo y ya habría tiempo después para recuperarse. Y lo hiciste, a lo largo de prolongadas jornadas de mañana y tarde y de lunes a viernes seguidas. Te aplaudieron y sentiste esa satisfacción íntima del haber cumplido una vez más. Afortunadamente llegó el viernes y tienes el fin de semana por delante para reponerte. Llegas a casa, lloviendo, y te metes en la cama esperando aliviarte. Pero la cosa va a peor, ahora además respiras con dificultad y toses. Te angustia que corra el corto día de otoño avanzado y caiga la noche encontrándote así. Y ese dolor en el costado, que estabas achacando a la contractura, ahora te da que pensar. Quizás debiste haberte hecho una radiografía antes de salir del trabajo, pero ya estás en tu cama y no tienes cuerpo para levantarte y volver al hospital, con el mal tiempo que hace. Llamarás a tu amigo Eutimio, que es especialista en pulmón, recientemente vuelto de la política. No le has visto buena cara. Le parecen bien los antibióticos que por tu cuenta empezaste a tomar pero cree que habrá que hacer la radiografía si no mejoras en
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el fin de semana. Confías en el reposo y en la química. No hay muchas más alternativas. No puedes aguantar más en esa situación y el lunes aceptas ingresarte. Pero no lo harás en cualquier sitio del hospital. Te ingresarás en tu planta, en la que te sientes más arropado y con más confianza y seguridad con tus enfermeras y colegas. También eliges neumólogo hospitalario, Pepe B., un excelente clínico, más por su humanidad que por su ciencia, aunque esta también sea mucha. Pepe te anima diciéndote que el viernes a casa. Pero no te ha dicho de qué semana. Ni de qué mes. Las horas se hacen eternas… Y llueve intensamente. Anuncian por la televisión importantes inundaciones en Seviunda: Literas, el pueblo de “Trabajo” y otros grandes del toreo, está aislada. El muro de contención está sirviendo al centro de Seviunda pero no a los barrios y poblaciones periféricas; es más, los
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taludes de la autovía de circunvalación actúan como una presa y entre la cornisa y la circunvalación se forma un inmenso lago de lodo y agua. Estas lluvias están generalizándose en todo el país. Desde la cama de tu habitación, ves como el viento azota los árboles del jardín del hospital. Te preocupa que siga así cuando ella venga al mediodía, porque lo hace en moto. Lleva dos semanas sin separarse de tu lado, salvo para ir a trabajar o cambiarse de ropa. Se dice pronto, pero no ha fallado un solo día. Cuando la cama de al lado está libre, se estira un poco en ella, pero cuando no, el sillón es su lecho. Unos sillones diseñados para tortura de acompañantes. Estos días grises y húmedos siempre te gustaron. Aunque ahora es diferente. Remarcan la tristeza de la enfermedad. Como ésta, la humedad y frialdad lo envuelve todo, calándolo hasta los huesos. Es una sensación desagradable, en blanco y negro. Y el viento, que acompaña este otoño especial, se cuela por todas las rendijas de esas ventanas mal ajustadas. Tu mujer ha llegado bien, afortunadamente. Ahora comerá mal, contigo. Y os meteréis en la tarde con algo más calor, el que te da su compañía. Sin embargo le temes a la tarde porque, a su caída, aparecerán irremediablemente, con puntualidad germana, los escalofríos que no te dejan. Y volverá a subir la fiebre. En uno de esos episodios le viste la cara a la de negro. Por primera vez. De cerca. Estaba dispuesta a llevarte con ella. Y tú no estabas por resistirte mucho. Llega un momento en el que marcharte es una liberación. Pero no te moriste en esa ocasión, aunque estuviste cerca y hubo un momento, varios momentos, en que supiste del sabor salado de la muerte, el que prueban los ríos cuando desembocan en la mar, que versificaba Gala. Te viste muerto y mirando la escena desde el techo de la habitación. No hay descripción que sirva para explicar lo que se siente con ese encuentro. Pero a partir de la primera vez te acostumbras a que de vez en cuando se te aparezca la señora de negro y ya vives con el sentimiento de caducidad a corto plazo durante toda tu vida, por larga que pueda llegar a ser. Y procuras distraerte viendo proyectadas en tu imaginación las imágenes verdes de ese norte que tanto te atrae y por el que llevas yendo los últimos años: La Liébana.
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Blanca y radiante El maestro Eladio Begega, que tantas bodas fotografió, solía decir que en una boda la novia es la protagonista absoluta; y por tanto, las fotos de la novia tenían que ser perfectas. Nadima, en este caso, ha hecho de la novia un icono, pero un icono triste o, cuando menos, expectante; ese tul que vela su rostro en dos de las fotos y que en la otra gime al viento como las velas del barco pirata, no puede ocultar unos labios entreabiertos que nos recuerdan aquellos versos de Delmira Agustini, poeta uruguaya que tanto sabía de estos trances del amor: “La tristeza de novia en su torre de tul;/ Máscara del misterio o de la soledad...” ¿Es realmente el traje de novia una máscara? ¿Acaso como aquellas máscaras de cera con que entierran a los cadáveres en algunas civilizaciones? ¿Acaso como como las máscaras de los actores en la tragedia clásica? Y el tul ¿es realmente una cárcel o una fortaleza? El misterio de la novia. El misterio de las novias, jamás desvelado, que el poeta quizás vislumbra en versos que zarandean las flores del cerezo y el viento tierno del atardecer; y que el fotógrafo indaga en poses y en cruces del vestido con los espejos del pasillo de la casa que abondona soltera para volver casada sin saber el destino de las flores que ha llevado en un ramo toda la ceremonia, sin saber si es quizás mortaja de sueños o frontera cabal frente al marido. Nadima deja que el tul vele el rostro de la novia, pero también que vuele iluminado por una luz que pretende ser de ocaso, acentuando el misterio y el dolor de —quizás— una despedida.
Fotos: Nadima Texto: Claudio Serrano
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En los días previos al pasado Carnaval de 2018 Moldeando la luz incluyó una nota, abriendo página, en la que se solicitaban fotos de Carnaval para conformar este especial de Luz y Tinta. Comoquiera que en aquel anuncio no se especificaba quiénes podían enviar sus fotos y como Moldeando es una página abierta, tuvimos la grata sorpresa de que se nos enviaran fotos por parte de algunos fotógrafos que no son miembros de Moldeando, pero sí visitantes habituales de la web y lectores asiduos de Luz y Tinta; entre ellos, el italiano Mauro Martinelli, una de cuyas fotos, por su calidad y por su belleza, hemos elegido para nuestra portada de este mes, esperando su colaboración para números posteriores de nuestra revista, sean o no especiales. Junto a estos colaboradores espontáneos figuran además algunos habituales de Luz y Tinta y de Moldeando, buscando todos ellos ese lado insólito del Carnaval, que no es otra cosa que un borbotón de imaginación y de color que salpica al mundo entero con su descaro y, en muchos casos, su desfachatez, unas veces desde carnavales consagrados por la tradición —no olvidemos Venezia, referencia inexcusable de estos festejos— y muchas otras desde aportaciones caseras que vienen a ser como una reserva mundial de la imaginación popular. En las fotos que a continuación se publican se combinan y se imbrican ambas posibilidades.
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Ángel B. García Álvarez
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Manuel Antonio Centeno
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Ricardo “Completu”
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Mario Eduardo Blanco
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José Luis Cuendia “Guendy”
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José Luis García
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Kike
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José Luis Maylín
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Miguel Sanz
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Alberto Zapico
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Miedos La fotografía siempre ha tenido la capacidad de conmocionar, de jugar con los miedos del público, tanto si la fuente de ese miedo es real o imaginaria. Hoy en día, en la era e Photoshop, lo que aparece en nuestras pesadillas es mucho más fácil de reproducir e imprimir. La manipulación digital puede conjurar monstruos de las profundidades o arrancar la carne a un cuerpo humano. Mientras algunos artistas emplean la fotografía para sacar a relucir los miedos colectivos acerca de los regímenes represivos o las catástrofes medioambientales, otros están más interesados en la basura, perturbando con el uso del sexo y la violencia.
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Jonathan Hobin Cree una réplica de un evento horripilante contemporáneo, como los ataques del 11S, remueva la mezcla y espere a que la gente enfurezca. Las fotografías de Jonathan Hobin siempre quieren provocar una fuerte reacción. Sin embargo, el artista, con base en Canadá, quiere recalcar que su intención principal es explorar los efectos de cobertura mediática en la juventud. “In the Playroom” (=En la habitación de juegos) es una serie de imágenes en curso. Junto con los ataques del World Trade Center de los que hablamos antes, Hobin ha recreado el asesinato de la reina del concurso de belleza infantil JonBenet Ramsey, el abuso de los prisioneros iraquíes por parte de los soldados americanos en Abu Grahib, el tsunami del 26 de diciembre de 2004 y otras ocho graves escenas. Previamente le dio un giro al fregadero de cocina a fábulas y cuentos de hadas, pero después se ha dedicado a los eventos trágicos históricos del pasado reciente con “In the Playroom”. Hobin ha descrito estas nuevas historias como “cuentos de hadas modernos”, llamando la atención hacia el hecho de que, por mucho que los padres quieran, no pueden proteger a sus hijos de las imágenes que aparecen en los medios de comunicación. Algunos de los niños que salen en estas fotos son modelos infantiles profesionales, otros son familiares o hijos de amigos del artista.
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Todo lo que querĂas saber, pero temĂas preguntar...
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P:
Soy un novato en la industria de la fotografía y acabo de rediseñar mi sitio web para incluir algunos de mis trabajos de desnudos. Me gustaría conseguir trabajo comercial y editorial. Pero en este momento, siento que debería de aceptar cualquier trabajo que se presente. Estoy orgulloso de mi trabajo de desnudos, creo que es de buen gusto, pero me preocupa que lo puedan rechazar clientes que busquen fotos de familia, bodas o ceremonias religiosas. ¿Debo de mantener las fotos en mi sitio web o deshacerme de ella?
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Si buscas trabajo comercial y editorial, entonces pienso que puedes tener una galería de desnudos personales, siempre que estén bien hechos. Si solo se trata de chichas desnudas en las rocas, entonces deberías de reconsiderarlo. Porque el mundo ya tiene bastantes fotos de esas. De todos modos… Si te vas a meter en retratos familiares, bodas y ceremonias religiosas, entonces tienes que deshacerte de las galerías de desnudos. Eso es así especialmente en vista de eventos religiosos. Piensa en ello, ¿Cuántas familias van a apreciar tu trabajo de desnudos lo suficiente como para contratarte para fotografiar un evento religioso? Eso es tan perjudicial como los fotógrafos que muestran desnudos/glamour y se anuncian para fotografiar retratos a jubilados. Por nada del mundo enviaría a mi hija adolescente a ese fotógrafo. Lo siento. Por nada del mundo te enviaría jóvenes. He visto algunos fotógrafos que mezclan fotos de desnudos y fotos cachondas para Webs en una
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misma galería como retratos familiares e infantiles. De la misma manera he visto fotos de modelos que posan desnudas y en las mismas redes sociales publican fotos familiares con sus hijos. ¿En serio? ¿Alguien puede pensar que eso es una buena idea? Nadie, nadie puede pensar que eso sea una buena idea. Ahora bien, si tu sitio Web es editorial y comercial con una galería de trabajo personal que incluye desnudos y no hay una maldita foto de bodas, familias, niños o ceremonias religiosas, pues tú decides. Si alguien busca un fotógrafo para una primera comunión y se tropieza con tu sitio, sabrá que no eres su fotógrafo. Por tanto, esos serán trabajos perdidos. Tienes que decidir qué es lo que quieres ¿Editorial o eventos? ¿Comercial o desnudo?¿O niños haciendo la primera comunión? Algunas cosas se pueden mezclar, otras no. Haz una línea en la arena y quédate a un lado de ella. Si por un momento piensas que tu trabajo de desnudos puede afectar al trabajo que haces para pagar tu alquiler, entonces deshazte de ellos. Crea un perfil en 500px con tu trabajo de desnudo y déjalo que esté ahí. Y divulga en otro espacio el trabajo que te ayuda a pagar tus letras. Si ahora mismo estuviéramos sentados en un bar, dejaría de hablar de este tópico “qué hacer con los desnudos” y pasaría directamente a tu preocupación sobre otro trabajo. ¿Qué quieres fotografiar? Si quieres editorial y comercial, entonces anda tras eso con todo lo que tienes. No te preocupes por las bodas, retratos y eventos. Hay mucha gente tras ese trabajo. Hay mucha gente también tras el trabajo que túTodo lo quieres. ¿Por qué dividirte en piezas y no conseguir nada con ninguna de ellas? Es todo cuestión de: Enfoque. Enfoque. Enfoque
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FotografĂas que despertaron conciencias
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La primera cadena de montaje 1913- Detroit, Michigan, Estados Unidos. Producción en serie, homogeneización y progreso resumidos en una sola imagen que parece anticipar dos de las representaciones más impactantes e irreverentes de estos conceptos, las cuadrillas de trabajadores desfilando con el aire marcial de la películas Metrópolis (1927), de Fritz Lang, que podrían aparecer, unas tras otras, fuera de la geometría direccional de la fábrica, y al mismo tiempo, el par de tornillos que parecen obsesionar al frenético trabajador interpretado por Charlie Chaplin en Tiempos Modernos (1936). Aparte de las referencias cinematográficas, resulta difícil describir esta fotografía desde un punto de vista puramente estético. De hecho, la fotografía, tomada en una fábrica de Ford, no tiene propósito artístico. Su objetivo es mostrar con claridad las operaciones y ventajas de la primera línea de montaje del mundo. Si tenemos que hablar de técnica y arte, en este caso el saber hacer cuenta más que la belleza fotográfica. Dicho esto, en la primera mitad del siglo XX apareció la filosofía Ford de la producción en masa, , para algunos, un tipo de arte. Este fue el caso del que se considera uno de los primeros iconos de la modernidad: el Ford Modelo T. En 1913, Henry Ford fue capaz de producir un automóvil cada 93 minutos. Anteriormente, las mismas fábricas solo producían once automóviles al mes. El tiempo necesario para pasar del tornillo a la carretera, doce horas, no había cambiado: simplemente, las teorías tayloristas lo habían optimizado. Lo que sí había cambiado era la sociedad: el consumidor estaba preparado y daba la bienvenida a un futuro perfectamente organizado para adaptarse a los tiempos modernos.
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Aleksey&Marina [SStudy]
TambiĂŠn pudie
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Lenin
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www.moldeandolaluz.com
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