NĂşm. 85 - Diciembre 2018
Año VIII.- Núm. 85 - Diciembre 2018 PROMOTOR José Luis Cuendia, «Guendy» DIRECTOR Francisco Trinidad COLABORADORES Eugenio R. Meco, Pepe Haro Castaño, Ma Bernarda Ballesteros, Carlos Flaqué Monllonch, Glyn Griffits, Ricardo González «Completu», Salvatore Grillo, Javier Madroñero, Narciso del Río, Juanjo Gallardo, Monchu Calvo, Antonio Ramón Ferrera, Cristina Capracci, Gustavo Velázquez, Cora Coronel, Justín del Barrio, Arturo de las Liras, Juan José Alonso, Ilona Gogh, Jan Puerta, Albino Suárez, Gloria Soriano, Ildefonso Robledo, José Manuel Gonzalo, José Mª Ruilópez, Juan Depunto, Juan José Pascual, Viviana Genta, Nadima, Antonio Martínez, Ángeles Pereira Perera, Claudio Serrano, Mario Eduardo Blanco. DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA José Luis Cuendia DIRECTORA DE COMUNICACIÓN Lola González DISEÑO y MAQUETACIÓN Francisco Trinidad
Contenido Antología limitada [Expo “Guendy”] F rancisco T rinidad A nadie le gusta que le encierren Gloria Soriano El largo viaje de Antonina M ario Eduardo Blanco Balnearios: salud, cultura y paisaje Juan Depunto Caminando sobre ruedas Ricardo González, «Completu » Ricardo, el manquín Monchu Calvo Especial Valentín Vega Alex Alonso y la luz mágica de las setas Coronas Nadima / Texto: Claudio Serrano Miedos Taylor James La liberación de Sebastopol por A leksey Fotografías que despertaron conciencias
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Moldeando la Luz es miembro de la Royal Photographic Society
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Nuestra foto del mes por Aleksey
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Presentación Todas y todos tenemos algo que aportar. Todos y todas podemos aportar nuestro granito de arena. Tendremos ocasión para hacer una reflexión sobre todo lo acontecido en el año que ahora está tocando a su fin, en el próximo número, el primero del nuevo año 2019. Pero lo que sí se puede mencionar sin temor a errar en las apreciaciones adelantadas, es que este 2018 nos ha dado muchas satisfacciones fotográficas, del mismo modo, ese deleite se extiende a todas y cada una de las páginas de los 12 números de Luz y Tinta publicados en el año en curso, llegando a batir el número 84 más de quince mil visitas y más de diez mil descargas. No es ninguna broma. Por ello, os invitamos a todos para que contribuyamos a que esta actividad, en los trabajos colectivos, en equipo o de forma individual, estos no decaigan y sigan manteniendo a Luz y Tinta en el lugar que se ha ganado en el mundo editorial-digital por méritos propios, tanto desde el punto de vista de la Luz de sus fotografías como de la tinta de sus textos. Aunque nuestra revista no es una revista de opinión política, aunque no es menos cierto que al igual que los periodistas deberían de estar obligados deontológica y moralmente a informar de la realidad, alertando de los riesgos, desenmascarando las mentiras y no convirtiéndose en blanqueadores o altavoces de aquellos que llevan en su mensaje el germen
de la destrucción de nuestra democracia, los fotógrafos también han jugado y deberán seguir jugando un papel muy importante con sus fotos, denunciando todo aquello digno de ser denunciable. Pues la fotografía es tan amplia y diversa como la vida misma. Y no olvidemos que la fotografía de denuncia también existe. Todo ello viene a la palestra de nuestra revista y por ende a la presentación de este número porque comienzan a ocurrir cosas en nuestro entorno que pueden poner en peligro nuestras libertades y entre ellas la de expresión. Y eso empieza a doler, de igual manera que nos duele España al menos desde el XIX, porque siempre hemos arrastrado la inercia de llegar tarde a la historia y, por ende, de tener la tendencia suicida que le lleva a ignorarla o a sentirse aislada de lo que sucede en su entorno. Tenemos la desgraciada costumbre de enzarzarnos en nuestras diatribas caseras y olvidamos tener un ojo en los problemas que ya han nacido y ensanchado y hasta enseñado las garras en otros países de nuestro entorno. Cada día se presienten más las fórmulas de manipulación, los eslóganes, la utilización de la mentira en la prensa y en las redes sociales, las promesas imposibles. Es evidente que toda esta patraña tiene un destinatario –los ciudadanos cabreados con razón, porque se sienten impotentes e insatisfechos, al no encontrar su lugar en este nue-
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vo siglo globalizado que cada día les empobrece más y les derrumba–. Los partidos que gobernaron Europa y trajeron el estado del bienestar no han sido capaces de mantenerlo al dejarse embaucar y guiar por los grandes bancos y las grandes corporaciones mundiales. La gran estafa que supuso la última mal llamada crisis económica ha sido un buen ejemplo de ello. Donde los ricos han salido más ricos, la clase media empobrecida y los pobres cada vez más pobres. La situación es compleja y delicada, pero no nos engañemos, la solución no son los nacionalismos disfrazados de sociales con sus técnicas de engaños, pues se guardan muy mucho el mostrar el radicalismo total de sus objetivos. Mientras, como encantadores de serpientes venden lo imposible, y culpan al otro, de lo que han hecho y hacen los que se esconden detrás de ellos, los que les promueven y los subvencionan, esos son los verdaderos culpables y es nuestra obligación estar listos y desnudarles. Nada tiene que ver moralmente con imponer impuestos a los ultra ricos que pretender expulsar a los inmigrantes que han sido necesarios para producir la riqueza cuando ya sobran, como se ha aplaudido recientemente en el Ejido, el municipio bandera de la nueva ultraderecha española, igual que no es lo mismo querer hacer cambios en nuestra Constitución que suspender los derechos conquistados como los de las mujeres. A veces cuando veo esas fotos tan maravillosas de espacios de la naturaleza en Moldeando la luz, no dejo de pensar en los riesgos que corren, pues nos lo están destruyendo todo, al mismo tiempo que nos niegan el calentamiento de la tierra y el cambio climático, y en el fondo son los mismos culpables, los que mueven los hilos de la
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tramoya mundial, los que generan el avance de la ultraderecha mundial. Y todo por culpa de la peor especie de la humanidad, esa que lucha por ser la más rica en los cementerios. El veterano presentador de la BBC (92 años), que nos sigue emocionando a través de la televisión con sus asombrosas series y documentales sobre las maravillas de la vida en el planeta, dejó a un lado por una vez su flema británica para exigirles a los mandatarios y representantes de las doscientas delegaciones asistentes a la Cumbre del Cambio Climático, el cese inmediato de las hostilidades contra el clima. Hoy ya casi resulta ridículo pensar que está en peligro el planeta. La tierra lleva cuatro mil quinientos millones de años orbitando alrededor del sol. Si resumiéramos su historia en una enciclopedia de diez tomos el ser humano ocuparía apenas unas líneas. “Lo que está cada vez más claro es que si no actuamos de manera inmediata y contundente para mitigar las causas que están provocando el cambio climático, las condiciones de vida para nuestra especie se van a poner cada vez más difíciles. Y no, no es catastrofismo, es ciencia”. Son palabras del naturalista y divulgador ambiental Sir David Attenborough que quiso trasladar al mundo en la inauguración de la citada cumbre. Y es que mientras no tengamos la conciencia del anciano del poema “No es chacota la vida” del poeta turko Nazim Hikmet, la cosa no nos irá mejor; él decía: “Tú morirás porque vivan los hombres, aun aquellos hombres que ni siquiera su rostro conoces. Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda, que nada es más hermoso, más cierto que la vida. La tomarás
en serio, pero en serio a tal punto que a los sesenta años, por ejemplo, plantarás olivares, no para que les queden a tus hijos, sino porque, aunque temas a la muerte, ya no creerás en ella, puesto que en tu balanza, la vida habrá pesado mucho más. Y de ellos disfrutarán los nietos de tus nietos.” He querido compartir con todos vosotros estas reflexiones personales, el cambio climático y el ascenso de la ultraderecha en el mundo, con sus postulados xenófobos y mesiánicos. No es la forma en que entiendo la vida, y sé que muchos compartirán mi forma de ver las cosas, la vida debe consistir en mejorar siempre y no dar pasos atrás en las conquistas sociales, mejorar para bien propio y por el bien de todos. Nuestro objetivo más grande, ser capaces de comprobar que nuestro intelecto es lo suficientemente grande y completo como para coexistir sin destruir el entorno, sin exterminar la vida de nuestro alrededor y sobre todo a erradicar por completo la violencia y la destrucción de nuestro ser. No podemos perder la fe en la humanidad aunque en ella habitemos especies de la misma con el único interés de enriquecerse y explotar a los demás sin importarles nada lo que pueda pasar a sus semejantes y a este planeta llamado tierra. Os deseo a todos unas felices fiestas de invierno, tanto a los que creen en la Navidad como a los que les resulta indiferente. Que consigas este invierno la foto que andas buscando, y si no la consigues al menos disfruta de la fotografía y de tu gente. Os deseo mucha salud a todos.
José Luis Cuendia “Guendy”
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A leksey Suloev Miembro de la Unión de Fotógrafos de Rusia, la comunidad fotográfica internacional PSA (Photographic Society of America) - el título de PPSA, FIAP (Federation Internationale de l Art Photographique), GPU (Global Photographic Union), IUP (International Union of Photographers) - los títulos de HIUP y EIUP, IMAGE ( Imagen Sans Frontiere) et al. Nacido en Moscú. Famoso fotógrafo de paisajes y viajero, ganador de múltiples concursos internacionales de fotografía. Según la clasificación fotográfica estadounidense más grande, PSA “Who is Who in Photography 2017” (Who is Who in the Photos) se encuentra entre los tres mejores fotógrafos de viajes del mundo. En busca de personal poco común, viajó por medio mundo del Polo Norte al Polo Sur, habiendo estado en más de cien países. Autor de 4 fotolibros. En 2017 y 2018, ganó más de 1,000 premios de concursos internacionales de fotografía. Incluyendo 499 medallas (323 de oro) en concursos fotográficos en 45 países. Participante de más de 300 exposiciones en 49 países del mundo. 10 exposiciones personales de fotografía visitadas por más de un millón de personas. El organizador de la exposición fotográfica más visitada de Rusia, “El mundo a través de los ojos de los rusos”, el Festival ruso de viajes fotográficos, el concurso fotográfico internacional “El mejor fotógrafo de paisajes de Rusia”, el Club fotográfico de Moscú y el presidente del jurado a largo plazo del Concurso internacional de fotografía juvenil “Maski”. Veinticinco veces fue reconocido como el Mejor Fotógrafo con el Premio FIAP Blue Badge en concursos internacionales de fotografía en 12 países del mundo bajo los auspicios de FIAP y PSA.
Yogui del Himalaya, por Aleksey
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Antología limitada José Luis Cuendia, que firma sus fotos como “Guendy”, es un fotógrafo aficionado, sin que ello quiera decir que se entrega a la fotografía con menos pasión que los profesionales. Al contrario. Su dedicación a la fotografía, que inició en la adolescencia introduciéndose en los secretos de un pequeño laboratorio que montó en su propia casa, es intensa y absorbente. Ha recorrido medio mundo con la cámara a cuestas —y de ello hay una amplia muestra en esta exposición—, ha expuesto varias veces sus fotografías, ha aportado fotos para libros y otras publicaciones, y es el promotor de una red social de fotografía, Moldeando la luz, que reúne a 1.200 fotógrafos de todo el mundo, de Vietnam a Rusia y de China a Nueva York, con presencia de toda Europa y de gran parte de América del Sur; es asimismo promotor y alma mater de la revista digital Luz y Tinta, que lleva editados 83 números más algunos especiales y en la que colaboran destacados fotógrafos y escritores. Es asimismo socio desde su fundación de la Asociación Fotográfica Asturias a contraluz y, además, últimamente, aprovechando la jubilación de su trabajo, ha montado un cuidado estudio fotográfico al que se dedica en cuerpo y alma. Estamos, pues, ante un fotógrafo consciente de los límites de la fotografía y de su propia capacidad, como puede apreciarse en esta exposición en la que recoge una pequeña muestra de sus últimas producciones. Y digo bien, una pequeña muestra: en sus discos duros y en sus negativos se conservan miles y miles de fotografías, de todos sus viajes y de sus muchas salidas a fotografiar momentos y motivos. Lo que hoy se muestra en esta sala es una antología muy limitada de unos cuantos proyectos anteriores, de los que se han seleccionado seis en concreto: Arqueología industrial, con una nostálgica mirada al mundo de la mina, no en vano es natural de Laviana, referencia inexcusable de la cuenca minera; Luces sin fronteras, donde recoge rincones de distintas ciudades de Europa, Asia o América, con algún guiño muy medido a la Asturias circundante; Bellezas prestadas, donde se muestran sus últimas fotos de glamour, fotos de estudio en las que busca destacar la belleza de la mujer por incidencia de la luz o de la propia calidez de la mirada, utilizando técnicas creativas como los polvos Holy o apuestas muy personales en la composición o en la postproducción; Fotografía conceptual o de postproducción, en donde el fotógrafo creativo que es Guendy asoma en toda su dimensión: son fotos compuestas tras un especial estudio de luces y otros elementos, tratadas en el ordenador y lanzadas al viento de la imaginación y la fantasía con resultados vistosos cuando no sorprendentes; Trabajadores, que no necesita mayor explicación: retrata obreros de todo el mundo en tareas no habituales; y por último, Miradas sin fronteras donde de nuevo, viajero impenitente, nos ofrece su visión sobre la realidad de otros países; miradas que demuestran que en sus viajes no es un turista al uso, sino que, en lugar de estar pendiente de monumentos y lugares comunes, centra su mirada en las gentes del país y especialmente en los más desarraigados.
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Descrito así, y de alguna forma había que hacerlo para explicar la complejidad y la diversidad creativa de esta exposición, pueden parecer compartimentos estancos, y sin embargo, en el conjunto de estas fotos se aprecia una unidad indiscutible. José luis Cuendia entiende la fotografía como metáfora de la vida y en esta exposición, en la que en todos sus poros late la vida que se mueve ante sus objetivos, nos da una palpable muestra de su inquietud social, de su pasión fotográfica y de su laboriosa imbricación creativa. Para hacer más evidente esta pasión innovadora, Cuendia, que siempre ha aspirado a trascender las técnicas a su alcance —ya en sus primeras exposiciones mostraba fotos en blanco y negro coloreadas con aerógrafo—, abandona en esta exposición el clásico y tradicional papel fotográfico y nos muestra sus fotos, a gran tamaño, en otros soportes, como el lienzo o el metacrilato, que les dan una nueva dimensión, pues pretende acercarse al espectador con propuestas, ya que no revolucionarias —nihil novum sub sole — al menos tendentes a despertar, a través de la vista, la interacción de otros sentidos.
Francisco Trinidad
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Luces sin fronteras
FotografĂa conceptual
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A rqueologĂa industrial
Bellezas prestadas
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Miradas sin fronteras
Trabajadores
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A nadie le gusta que le encierren Gloria Soriano Saqué las llaves de la cerradura, empujé la puerta y pulsé el interruptor de la entrada, pero la casa siguió a oscuras. En el espejo del recibidor vi un punto brillante que al adentrarme en la vivienda tomó la forma de un arañazo metálico. Cuando accioné la clavija del cuadro eléctrico, la casa se iluminó. No sabía por qué, en mi ausencia, se producían estos cortes. Para tranquilizarme había buscado explicaciones que nunca tiempo de contrastar. Con la luz del vestíbulo encendida descubrí que la muesca brillante del espejo era el reflejo de una aguja clavada en el marco de la puerta. De qué manera esa aguja había llegado hasta allí me pareció tan misterioso como los cortes de luz. Enseguida pensé en Simona, la señora de la limpieza. Era la única persona que desde hacía meses entraba en casa. Posiblemente al recoger la ropa reparó en algún botón suelto, o alguna costura descosida. Ella siempre ve más rotos de los que yo veo. Después se la clavaría en la pechera del jersey como hacía mi madre, que tenía un alfiletero por corazón. Acercarse a ella era imposible. Tal vez Simona, cuando ya se iba, se dio cuenta de que se llevaba la aguja, y por no entretenerse más, la dejó clavada en el marco de la puerta. Intenté sacarla, pero el acero se me resbalaba entre los dedos. Las manos me sudaban. Era demasiado tarde para seguir entreteniéndome con aquello, necesitaba cenar algo y acostarme. Al día siguiente tenía que madrugar, coger el primer tren y seguir la ruta de un viaje programado por la empresa. Pasé la noche algo inquieta. Cuando sonó el despertador me dio tiempo a escuchar el eco de la voz de la aguja, pero no pude retener las palabras que me dijo en el sueño. Comprobé que el acero seguía clavado en el mismo lugar. No lo toqué. Salí de casa deseando que Simona pusiera cada cosa en su sitio. Aquella mañana recordé objetos tan olvidados, tan antiguos, que parecía hubieran dejado de existir: una caja con otra dentro, donde guardaba agujas e hilos; la aguja del número siete, la reina, la de hacer vainicas, con la que pasé todo un verano bordando manteles junto a mi madre. Cuando llegaba el otoño y la vuelta a los estudios, la prendía separada de las demás en un trocito de tela, que era un muestrario. Jamás la perdí. Guardada en su costurero, como un relicario enterrado en una cripta, llegó hasta este cementerio que es mi casa.
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Estuve viajando varios días, de ciudad en ciudad, de hotel en hotel, de conferencia en conferencia, y el recuerdo de la aguja y sus labores volvieron a desvanecerse hasta mi regreso. Seis días más tarde, cuando abrí la puerta y encendí la luz, todo era normalidad. En el marco de la puerta no había nada clavado, y las macetas se mantenían húmedas. Vi en todo aquel orden la mano de Simona. Hasta el calor sofocante era normal. Entré en el cuarto que en otro tiempo ocupó mi madre, ahora vacío, para abrir la ventana. Al ir a correr las cortinas vi que los paños estaban cosidos entre sí formando un tapial. Lo mismo con los estores, y los visillos del resto de las ventanas. Tuve un presentimiento pesado como la culpa. Para liberarme corrí, demasiado tarde, a abrir la caja que encerraba a la otra caja, el carcel-
ero que custodiaba a las agujas. De la muestra de los bordados faltaba la aguja del número siete. Las demás estaban alborotadas, revolcándose por la superficie metálica. De pronto, alzando el vuelo como una nube de insectos, escaparon de su prisión para clavarme sus aguijones. He sentido cada pinchazo con el que han sellado mi brazo izquierdo a mi costado, y han unido mis piernas. También han tejido una membrana de murciélago entre mis dedos. Meticulosas, organizadas. Solo la aguja número siete trabaja en solitario. Ha cerrado mis esfínteres con una vainica doble y mi boca con punto de cruz. Soy un tronco con una sola rama: mi brazo derecho, la prueba de su compasión. Es el brazo con el que escribo, con el que pienso, con el que tal vez me podría salvar, pero no me salvo. Y lentamente me asfixio.
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Mario Eduardo Blanco
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El largo viaje de Antonina Adiós, gritó Antonina a sus amigas al tiempo en que levantaba el brazo en señal de despedida. Volvía satisfecha a su casa de Sandiche tras haber repartido por Grado, como cada día, la leche que le proporcionaban sus dos vaquinas del alma y que tanto ayudaba a su escasa economía familiar. Subirse a aquel tren, que le separaba de su casa apenas seis kilómetros, era para ella la aventura más apasionante que le había ocurrido en sus cuarenta y cinco años de vida, de tal modo que, cuando la máquina se aproximaba a la estación, su corazón parecía latir al mismo ritmo acompasado y firme marcando el tempo en allegreto cual metrónomo de un artista que adivinase sus sensaciones más íntimas. Antonina no había querido casarse, no por falta de pretendientes, pues más de algún buen mozo del pueblo había puesto sus ojos en ella, e insinuaciones más o menos veladas le llegaban, bien por vía familiar o a través de sus mejores amigas, pero ella sentía, por un lado el deber de continuar con la atención y el cuidado de su viejo tío invalido, herencia póstuma de sus padres ya fallecidos, y la falta, por otro, de la chispa que pensaba se habría de producir de toparse algún día con algún galán de aquellos que tanto le gustaban y que le causaban un regocijo increíble cuando algún domingo se acercaba la villa para ir al cine Parque. Paul Newman, Gary Cooper, Montgomery Clift o James Dean hubiesen bastado para derretir el corazón más duro de cualquier mocina de Grado y el de Antonina no era excepción, así que cuando salían en pantalla sus ojos brillaban de una manera increíble, tanto que casi eran capaces de ser confundidos con la linterna de un acomodador inoportuno. Sus sueños la llevaban entonces a vivir experiencias increíbles por los mares del sur, las sabanas de áfrica o las calles ruidosas de ruidosas ciudades americanas abarrotadas de gentes interesantes. Pero ese tren que cada día le daba apenas cinco minutos de respiro en una vida monótona y aburrida de duro trabajo, tanto en el campo como en casa, se había constituido desde hacía varios meses en una especie de prolongacíón de aquel cine dominical pues, en algunas ocasiones, el último banco del último vagón era ocupado por un apuesto joven de intensos ojos azules y pelo rubio agraciado. Como podrá imaginarse el lector, Antonina esperaba con impaciencia la llegada de aquel tren maravilloso que era capaz de trasladarla directamente, y de manera instantánea, de una vida inmisericorde a los estudios más deslumbrantes de Hollywood. Así es que, cada día y no siempre a la misma hora, ya que aquel tren solía ser desesperadamente impuntual, nuestra moza se subía en el vagón de cola intentando acomodarse en un asiento prudencialmente próximo al último. Aquel día, tras casi media hora de espera, la máquina apareció rugiendo como si de un dragón medieval se tratase, haciendo rechinar sus ruedas, hierro contra hierro, en una frenada brusca del maquinista despistado y Antonina, como si de un ritual se tratase, tras esperar con
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impaciencia el reposo total del convoy, se subió y después de otear, disimuladamente, ocupó uno de sus asientos habituales preferidos. Ese día tuvo suerte, allí, en aquel último banco de madera estaba el joven rubio de ojos azules que tanto le recordaba a Paul Newman. Nerviosa, pero tratando de esconder este estado, semicerró los ojos para observarlo con disimulo entre un nutrido cúmulo de pestañas (diríase de un fotógrafo que había colocado un filtro ND del alto número) tratando de camuflar su mirada. Todo en él le volvió a pacer extraordinario, le había observado durante tantos días que era capaz de adivinar cualquier gesto, cualquier respuesta a un acompañante o cualquier actitud ante una situación infrecuente. Le había visto ceder su asiento a alguna persona mayor o impedida, sonreír amablemente ante la llegada de un mendigo al tiempo que deslizaba una moneda simulando un saludo. Actitudes aparentemente cursis pero que denotaban una elegancia inusual que le hacían enormemente atractivo a sus ojos. Y, como casi siempre, esos ojos semicerrados la indujeron a un estado de sopor sumiéndola, por fin, en una duermevela placentera que la trasladó a un lugar paradisiaco muy próximo a la idea que cada creyente puede tener del cielo. Allí ya no le dolían sus piernas cansadas después de un duro día de trabajo, ni su mente la torturaba con la rutina insoportable, ni las inmerecidas respuestas, casi insultantes, del inválido desagradecido que cada día la esperaba en casa, hacíéndola partícipe de una situación tan desagradable como indeseada.
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Y se vio, en compañía de Paul Newman, paseando sus pies desnudos por la arena y el agua tibia por la orilla misma de alguna playa de los mares del sur. No había palabras en este sueño, solo miradas cómplices y caricias furtivas. Por un momento los ojos azules de él coincidieron con el azabache de los suyos y sus rostros se aproximaron tanto que los labios apenas se rozaron y fue entonces cuando el estrépito de una frenada brusca de un maquinista despistado la devolvió entre sopetones a la crueldad real de un mundo indeseado. Y Antonina recogió con prisas su lechera u su jarra de porcelana blanca como la nieve y se dirigió a la salida más próxima al banco de su amado imaginario pasando junto a él, no sin antes mirarlo nuevamente de soslayo y una vez en el andén caminó disimulada muy cerca, muy cerca de aquellos vagones de madera tan familiares como queridos. Y desde la máquina se oyó el silbido penetrante de salida y la sacudida de los vagones que dio paso, casi inmediato, a las voces y el griterío desesperado de los viajeros. Cuando la máquina se volvió a parar el revisor se lanzó a las vías, atónito y desesperado. Tras él un nutrido grupo de hombres, profiriendo palabras y exclamaciones ininteligibles al tiempo de blasfemias desafiantes. Entre las vías, con el cuerpo semidestrozado y sangrante, una moza de unos cuarenta y tantos años yacía inmóvil. El gesto de su rostro aún joven no denotaba violencia alguna y una sonrisa suave se desprendía de su boca cerrada.
Y se vio, en compaĂąĂa de Paul Newman, paseando sus pies desnudos por la arena y el agua tibia por la orilla misma de alguna playa de los mares del sur.
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Juan Depunto
Brea io da r a e Baln
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Balnearios: salud, cultura y paisaje Muy sosegada mi alma en este paraje queda los corceles de la vida galopan aquí sin riendas. Alfonso López Balneario de Pechina, Sierra Alhamilla, Almería
Ir a un balneario es algo más que recibir un tratamiento hidrotermal
beneficioso, porque habitualmente estos establecimientos se sitúan en parajes privilegiados, con un entorno cultural destacado y con paisajes dignos de contemplar cuando no de ensueño como es el caso. En Europa, un balneario es un establecimiento sanitario debidamente autorizado donde se aplican tratamientos hidrotermales e hidrominero-medicinales1,2. Para ello deben disponer de la debida autorización sanitaria, de la infraestructura y personal necesarios (edificio de hospedaje y sanitario, aparataje, médico y personal auxiliar acreditado). En ellos se tratan o complementan tratamiento diversas afecciones y enfermedades, principalmente de piel, respiratorias, digestivas, reumatológicas, urinarias, etc. En otras regiones del mundo (sobre todo hispanoamérica) se entiende como balnearios simplemente a lugares o parajes en los que se usan las aguas en sus múltiples presentaciones (talasoterapia, cuando es con aguas marinas, centros de Spa -Salutem per aquam-, gimnasios con
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Biblioteca mirador del balneario
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Cataratas del Toxa
saunas y/o jacuzzis y/o piscinas, estéticos, etc.). En los balnearios las aguas se utilizan por sus propiedades físicas (presión, temperatura), por su composición química (minerales) y en diversas formas (baños, proyecciones a presión, vapores, bebida, con barros, masajes, etc.). La balneoterapia, tal y como la entendemos en Europa, está comprendida dentro de toda una especialidad médica llamada Hidrología, reconocida oficialmente en España desde 1955, con posteriores reformas complementarias y actualmente dentro del muy acreditado internacionalmente Sistema MIR (Médicos Internos y Residentes). La actividad termal es tan antigua como las civilizaciones, bien sean la fenicia, la griega, la romana, la musulmana o las más orientales. Hubo sus periodos de crisis, como cuando Alfonso VII de León, hijo de Dª Urraca y nacido en las “Caldas de Reyes” (reinó entre 1126 y 1157), ordenó la destrucción de las termas por considerarlas lugares de perdición y sus predicadores asociaron las aguas sulfurosas (las de uso más antiguo) al maligno. Pero la prohibición duró poco e inmediatamente la Iglesia le vio el filón y asoció sus aguas a milagros, surgiendo múltiples advocaciones asociadas, llevándose la palma la de las vírgenes de
Río Toxa bajo puente medieval
la Fuensanta o la más antigua de San Juan Bautista... Hoy la villa de Caldas de Reis (o de los Reyes), en la provincia de Pontevedra, ha recuperado su antiguo esplendor y cuenta con dos balnearios: el de Davila y el de Acuña. En España se dispone de múltiples balnearios y rutas senderísticas y turísticas asociadas a ellos, de los que Íñigo y Aradillas describen 84 establecimientos y 150 rutas en su libro3 de los más de dos mil manantiales registrados en nuestro país. Son balnearios con hoteles de todas las categorías, de sencillos a lujosos, y para todos los gustos. Además, existe un plan oficial de Termalismo y Turismo Social (ya propuesto por
Íñigo a finales de los noventa), promovido y financiado parcialmente por el IMSERSO, aprovechando los costes marginales de los establecimientos hoteleros asociados a ellos, lo que con sus bajísimos precios ha contribuido de forma determinante al repunte de estas actividades, que no solo frecuentan enfermos y jubilados, pues los jóvenes y sanos cada vez lo hacen más y parece que nos acercamos a una segunda edad de oro de este tipo de turismo antiestrés. Ya solo falta que nuestros políticos vuelvan a estas instalaciones como en su día del siglo XIX lo hicieron Cavour, Bismarck, Napoleón, Eugenia de Montijo o Cánovas en nuestro país (que, por cierto, fue asesinado en
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uno de ellos, de lo que no hay que preocuparse demasiado que esta información los vaya a alarmar pues estos profesionales de la cosa pública andan tan ocupados que no tienen tiempo de leer artículos como éste). Nuestros paseantes tomaron el rumbo norte de su brújula, saliendo poco después de que lo hiciera el sol en la ya no tan cálida Sevilla de este principio de verano del 18. Con precisión de péndulo se fueron turnando cada dos horas al volante mientras avanzaban veloces por la antigua “Vía de la Plata”, hoy convertida en flamante autovía. Este es el segundo tramo del Camino de Santiago que viene del sur, porque el primero, el “Camino mozárabe“ parte del convento-hospedería de las Comendadoras de Santiago, en el barrio del Realejo de Granada** y se dirige al oeste, hacia la antigua Híspalis, para continuar por la Vía de la Plata. Los paseantes hicieron su primera parada en la romana Mérida, donde dieron cuenta de un suculento desayuno, con elementos de cochino ibérico incluidos en la tostada que se suavizó con ese zumo dorado de aceitunas que hay por la zona así como con el de las naranjas (que, gracias a las cámaras frigoríficas, disponemos de **Ver el nº 44 de Luz y Tinta
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ellas todo el año), pues solo habían tomado al levantarse un café para que los espabilara. El conductor de turno subió pronto a la meseta y llegó hasta tierras zamoranas y leonesas donde pararon en mesón en el que almorzaron debidamente. Tras recuperar fuerzas que no se habían perdido, cambiaron el rumbo norte por otro más hacia el oeste y con él entraron en la Galicia profunda, en cuyo centro, equidistante de las cuatro provincias, se encuentran los “Baños da Brea”, destino final que alcanzaron bien entrada ya la tarde, cerca del ocaso. Aún no habían terminado de digerir del todo el suculento chuletón de novillo del almuerzo, cuando se vieron en el compromiso de la cena, a las 20.30 horas exactas, sin que hubieran descargado siquiera el equipaje. Y es que en estos emplazamientos, como en los conventos y otros cenobios, tienen la europea costumbre de hacer comidas y cenas tempranas. Cumplimentada la cena, recibieron charla colectiva explicándoles las características del lugar y las actividades a realizar, siendo naturalmente la primera una consulta médica en la que el galeno determinaría las terapias a recibir, según dolencias particulares y grado de salud más o menos quebrada asociada a la edad.
A la izquierda, Monasterio de Carboeiro
Al día siguiente, y así siguió exactamente igual en los sucesivos días (con el Imserso se puede elegir entre una semana y dos), comenzaron la jornada desayunando un típico bufet, en albornoz pues les tocó el primer turno de hidromineralterapia. Ésta consistió para ambos (con independencia de sus situaciones personales de mejor o peor salud) en la toma durante 10 minutos de vapores del agua sulfurosa que brota del manantial a 65º, situado en la cumbre del monte inmediatamente adyacente al balneario. Tras la mejora de la respiración por la vaporización recibida fueron a los puestos de “chorritos” en el que un entregado y agradable bañero (el que proporciona las aguas de los baños) regaba con manguera a presión toda la corporalidad de los pacientes, empezando por graduar
temperatura y presión a gusto del bañista (el que recibe las aguas) y comenzando por la planta de los pies para terminar en la cocorota, durante otros 10 minutos. Luego se pasaba a andar por la piscina estrecha y alargada, de medio metro de profundidad, con potentes y gruesos chorros de masaje para tonificar las venas más o menos varicosas de las piernas (fleboterapia); el tiempo en esta instalación era discrecional, dedicando quien esto suscribe unos 5 minutos. De ahí se iba a la piscina grande, con 2 gruesas cascadas de agua en los extremos (para masaje dorsal y/o pectoral) y múltiples chorritos en las paredes laterales (para masajes dorsolumbares y de los pies); también se podía nadar, como hacía este relator durante media hora.
Río Férveda
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Cataratas del Férveda
Acabada la saludable tarea, era el momento de salir a la excursión de turno, cuya duración podía variar de pocas a muchas horas o incluso pasar fuera el día entero. Este céntrico balneario se aprovechó por los paseantes para hacer un recorrido por los alrededores y más en profundidad por casi toda Galicia. Así, se visitaron cascadas cercanas (de los río Toxa y Férveda), algún Pazo (palacio) como el de Oca o Liñares; el poblado minero de Fontao (el del wolframio por antonomasia); monasterios medievales como el de Carboeiro o el
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de San Salvador; fragas (bosques) centenarias como la de Catasós; por no hablar de la Ribera Sacra con los tremendos cañones del Sil (con hasta 400 metros de caída vertical) y del Miño (con terrazas escalonadas para las vides del Ribeiro). Asimismo estuvieron en ciudades como Santiago, Lugo y Orense, y en las rías bajas con Pontevedra y Vigo incluidas. Vamos, un sin parar, del que aquí se da cuenta parcialmente, dejando para futuros reportajes específicos los lugares de mayor enjundia.
E st e céntrico balneario se aprovechó por los paseantes para Las cata- hacer un recorrido por (17 metros, ratas de los los alrededores y más en e q u i v a a l r e de d or e s lentes a son realmente profundidad por casi toda un edificio imponentes y de unos 7 Galicia unos de los sigpisos) y el nos de identidad del balneario. Una de ellas, la del corto río Toxa (que no tiene más que ver con el balneario de igual nombre que el paraje con toxos**** en el que nace, al igual que la isla de la Toxa por sus toxos) tiene una caída libre de unos 30 a 65 metros según las lluvias caídas (equivalente a un edificio de unas 12 a 27 plantas), lo que es impresionante. Transcurre luego por un bosque de galería perfectamente conservado, con fresnos, alisos, avellanos, sauces y, ya algo más arriba, robles; desemboca tras un recorrido de 17 km en el río Deza, el cual a su vez es un afluente del Ulla, en uno de cuyos Pazos escribió Emilia Pardo Bazán su obra “Los pazos de Ulloa”; este río Ulla drena en la ría de Arousa. La catarata brota justo debajo de uno de los imponentes viaductos del AVE gallego, con más de 116 metros de altura en algunas zonas, el más alto de España. En la otra catarata, la del río Férveda, lo que impresiona es el tupido bosque de robles, fresnos y castaños, el más umbrío jamás visto por los paseantes por el que hay que pasar para llegar hasta ella; hubo que encender las luces del coche para poder ver al avanzar, habiendo entrado en el mismo al mediodía con un sol espléndido. No es tan grande como la anterior pero tampoco es que sea pequeña
**El toxo es un arbusto espinoso con flores
amarillas, de la familia de las fabáceas y con cerca de un centenar de nombres sinónimos según la zona en que crece (tocho, toco, tojo, toyo, abulaga, alisapa, arbolaga, arnelo, aulaga, árgoma, árguma, espino, olaga, rebolla, retamo, ulaga, etc.).
húmedo paraje por el que hay que acceder, bosque lleno de musgo, es agradabilísimo. Los paseantes no se toparon con el lobo (aunque algunas noches lo oyeron aullar desde el bien resguardado balneario) pero no faltó el encuentro con las temibles velutinas, la avispa asiática invasora que ha matado campesinos este verano, muy extendida en Galicia recientemente. Esta avispa es muy fuerte y grande, de unos 2,5-3 cm de largo las obreras y unos 4-5 cm la reina. El primer encuentro fue en el Monasterio de Carboeiro, con una impresionante reina a la que los paseantes esquivaron sin más. Andaba cazando pequeños insectos en un capitel románico de la entrada. El segundo encuentro fue con una obrera que se introdujo en la biblioteca-mirador del balneario y que fue ejecutada convenientemente (su exterminación está recomendada con precauciones). A estas avispas invasoras lo que más les gusta es comer abejas, causando enormes destrozos en las colmenas autóctonas de la zona. Un compañero bañista contó a los paseantes que tenía cuatro colmenas con unas 80.000 abejas en cada una y en cuestión de días las velutinas acabaron con las cuatro. Se le ocurrió “fabricar” una velutina-troyana, por el procedimiento de cortarle las patas (para que no pudiera limpiarse el veneno con el que le untó el cuerpo) y soltarla; esperaba que la avispa teóricamente volara a su nido-colmena (que llegan a tener hasta un metro de altura) y allí contaminase con el veneno que portaba a sus congéneres, matándolas a todas;
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Pazo de Oca
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A la izquierda, Velutina
A la derecha, Castaño de la Fraga de Catasos
Río Sil por la Ribeira Sacra el problema es que antes se debió de pasar por una colmena de abejas locales para tomarse un aperitivo y de paso se cargó a las abejas melíferas, por lo que se ha prohibido este procedimiento poco selectivo. Otros agradables paseos a pie se pueden realizar por los alrededores, subiendo hasta el manantial del balneario, yendo a pie al monasterio de Carboeiro (a unos 2 km) o bajando por empinada cuesta al río Deza, con su playa fluvial. Suave por lo llano resulta el paseo fluvial del río Pontiñas, en la cercana población de Lalin a la que hay que desplazarse en coche; tiene 9 km de longitud. Y tras esta agradable y relajante estancia, junto con sus excursiones, los paseantes descendieron de nuevo al sur de la península no sin antes entretenerse en recorrer el Parque Nacional de Cabañeros durante dos días, entre los Montes de Toledo, lo que merece otro reportaje específico. Referencias documentales: 1. Belloch V, Zaragoza R, Caballe C. Manual de Terapéutica Física y Radiología. Ed. Saber, Valencia 1968, 1120 pp. 2. https://es.wikipedia.org/ wiki/Balneario Consultada el 179-18. 3. Íñigo JM, Aradillas A. Balnearios de España. Ed. Everest, León, 1998, 204 pp.
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Ricardo González, «Completu»
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Caminando sobre ruedas Algunos somos de esa generación de los años 50/60, que, recuerdo, hacíamos trenes con latas de conservas amarradas con cuerdas. Con pinzas de la ropa y una goma elástica, construíamos pistolas que propulsaban garbanzos. Luego ya llegaron aquellos famosos bolígrafos que tenían un tubo hueco para separar el depósito de tinta de la mano del escritor y que nos servia para tirar bolas húmedas de papel a los empollones de la clase. Y ya, lo máximo y la envidia de todos, era cuando un padre tenía un amigo mecánico y este le regalaba cuatro rodamientos gastados y llegaba aquel patriarca a nuestra casa, con una sonrisa de oreja a oreja y nos comentaba “hoy haremos un patín”. Hoy día nosotros seguimos pensando en pasear con los patines. Antes al artilugio con ruedas puestas en una tabla, que servía para deslizarse por los caminos empedrados y por el portal de nuestra vecina, se llamaba patinete y después monopatín, y hoy en día que ya somos más progres, lo llaman Skate o Skateboard; y los más finos del barrio le han puesto el nombre de Skate Surf. En estos tiempos actuales, los Ayuntamientos han hecho construcciones adaptadas, para que estos deportistas del Skate puedan hacer sus piruetas y competiciones, y que no salten por las escaleras, barandillas, bordillos, etc, que son espacios comunes para residentes y visitantes. Hace pocos años, mientras paseaba por el centro de la ciudad, me quedé con ese momento en que un joven que estaba tatuado por brazos y piernas que viene en monopatín, me rebasa a la vez que con una pierna se impulsa en ese juguete y salta por una barandilla de las escaleras, y continua como que no pasó nada. En mi generación, estas personas que iban de esta forma pintadas por la piel, eran los inconformistas y los legionarios y este que acababa de ver, de legionario nada o al menos no me pareció y por lo de incon-
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formista, creo que tampoco, más bien creo que estaba pidiendo a su manera, un espacio para hacer sus piruetas. Visitando algunas pistas de patinaje observo que algunos que hacen fotografía a estos deportistas se les acercan estos chavales y solicitan al fotógrafo que por favor, borren o no publiquen sus caras, bien porque hay menores o porque sencillamente no quieren. Normalmente o al menos en mi caso, porque soy de los que con gestos a los patinadores, les solicito permiso para hacerles fotografía, nunca he tenido problemas con ellos y es más, en las primeras tomas de contacto, ellos me trataban de Usted (ya sé que soy un viejo a su lado, pero me refiero a la educación con que me trataban). Lo que quiero decir es que en su mayoría son personas muy educadas y no es porque ellos estén pendientes de mi reportaje. Este deporte ha sido considerado por muchos como una práctica callejera pero el que sus tablas y prendas sean de prestigiosas marcas, les hizo colonizadores del máximo respeto y popularidad en todo el mundo, por mucho que en algunos países esté prohibido. Cada edad tiene su espacio y una parte de la juventud pasa horas reunidos y disputando sobre quien hace algún viraje mejor sobre el patín en un entorno de hormigón y aceros cromados. En mi historia quiero identificar a mis modelos y agradecerles, todo su empeño en hacer las cosas aún mejor, para que se pudiera exponer en nuestra Revista. Álvaro Renco Devier, de 29 años y aún sigue estudiando, a pesar de tener algún diploma relacionado con forestal y ganadería. David Coto Rodríguez , con 26 años es titulado en chapa y pintura pero que al no haber encontrado trabajo de esto último, trabajó en la
construcción, hasta que quedó en situación de parado. Rubén Kitusonga Rionda, de 19 años y estudiante de telecomunicaciones. Luis Miguel Alonso, con tan solo 18 años es estudiante de imagen e informática. Quiero añadir que a pesar de estar reunido horas con sus compañeros para practicar el Skate, aparte de su tiempo con sus estudios diarios, también es un propulsor hacia otras metas que tiene en su mente, en unión con otro amigo que se llama Pablo González (18 años), el diseñar camisetas y la estampación en telas y complementos. Con esta carga de prácticas, se ve que en breve estaremos ante un empresario de élite, o al menos por lo que veo, no le falta tesón. Joni Silos, con tan solo 14 años y acompañado en todo momento del reportaje fotográfico por su padre y gran amigo mío, de hace ya algún tiempo, Ivan Silos, joven estudiante, apasionado del Patín y ya conocido en el mundo del Grapplin Gi o Jiu-Jitsu, donde ya participó en los campeonatos nacionales. Para el presente reportaje, en ningún momento se salió fuera de pista, no se molestó a los paseantes, no hubo carreras fuera de zona habilitada y por supuesto no hubo mal trato de los bienes comunes y mobiliario urbano. Para las fotografías muy cercanas se usó un monopié al que se extendió la réflex con objetivo 8 mms, también llamado ojo de pez. Como siempre que se trate de los deportes minoritarios, como es este caso, quiero también recordar a las autoridades que corresponden, que son minoritarias porque están condicionados a espacios escasos y comprometidos con otros practicantes de otros deportes. Hay pistas para infantiles, iniciados y también los “élite” o los ya mayores de 18 años, pero todo en el mismo rango hormigonado.
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Los infantiles (de 8 a 12 años) se meten en las pista de los mayores, mientras desde fuera están observando sus padres, para que los grandes, no se metan con ellos. Esto condiciona que los mayores, no puedan usar sus habilitados sitios y comuniquen a la policía local, sobre un posible accidente con un menor o disputas y peleas sobre mal uso de la pista. En alguna ocasión he visto como un niño se accidentaba contra otro mayor, sin que este último se diera cuenta del pequeño intruso y del inevitable encontronazo. Para no tener estos inapropiados momentos, nuestros amigos acordonaron, en su medida, para realizar estas fotos ya que sus piruetas, son de concentración y no de ir pensando en alguien que no debe de estar por allí. Estos chicos hacen sus calentamientos musculares y comprueban ruedas y sujeciones, antes de iniciarse a la velocidad. Se juntan con otros extranjeros de su mismo hobby y se comunican en un perfecto idioma inglés. Me dicen que harán un “Freestyle” y yo les digo que soy de pueblo, que primero lo hagan una vez y luego ya visto, me colocaré en una buena posición para complementar las fotos. Hacen un Ollie, que no es otra cosa que saltar con el skate pateando el “tail” para abajo y raspando
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con el otro pie para estabilizar el board. (“Ya sé lo que estas pensando, pero yo tampoco me enteré de nada”). Entre risas, caídas y esas miradas que tienen ellos, para describirme, como un “vejete”, nos pasa el día con los aplausos del público y de vez en cuando me invitan a un trago de cerveza fría. Una de las cosas más curiosas que tienen estos patinadores, es el empeño en que les salga bien el truco, aunque para ello necesiten caerse una y otra vez. Y algo que me ha sorprendido mucho es que parece que entre ellos hubiera un código de honor, como que nadie se ríe, si a su compañero le sale mal y además entre ellos se dicen los fallos y el por qué salió mal el truco. Cuando uno se cae un poco fuerte, enseguida se acercan los demás, para preocuparse por su estado. Son deportistas de razas y condiciones distintas y entre ellos se respetan y se llaman hermanos. Pienso que nosotros, los que fotografiamos espectáculos callejeros, deberíamos de apoyarlos con nuestras acciones cotidianas, pero eso sí, siempre con respeto y, lo mismo que en cualquier otro deporte, tras pedir permiso, aunque ya sabemos que por el mero hecho de estar en la calle, la ley nos puede amparar, pero si ellos tienen su código, nosotros los fotógrafos también sabremos respetar sus condiciones.
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Monchu Calvo
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Ricardo, el manquín Aquella mañana sonó el teléfono temprano, la llamada era de mi amigo Ricardo anunciándome que aprovechaba que bajaba al médico a tomar el Sintron, y que comeríamos juntos en el bar de María. Una hora mas tarde me sobresaltó el ulular de una ambulancia, que pasó a toda velocidad por el medio del pueblo. Siempre te sobrecogen esas sirenas que suelen indicar que alguien está luchando por salvar su vida, y te quedas pensando sobrecogido, si será alguien cercano. Al mediodía una llamada desde el hospital me confirmó que mi amigo Ricardo había padecido una crisis respiratoria, y había fallecido. Fue enorme mi tristeza, y la de todos los que compartimos risas y charlas en el breve tiempo que habitó en el pueblo de Rioseco. A pesar de faltarle un brazo, era un hombre que realizaba impresionantes tallas en madera, y un mago en la preparación de parrillas de carne. Nos daba siempre grandes ejemplos de superación, y con él no cabía el aburrimiento. Recientemente había comprado un coche automático, y ya estábamos diseñando los lugares a visitar, que con la premisa de estar libres de ataduras laborales, o de salud, teníamos la agenda un tanto apretada. Ahora según pasan los días nos damos cuenta de que el tiempo no es el mismo, y se nota mucho su ausencia. Tengo muchas fotografías juntos, y con más amigos. De todas ellas, cogí una donde se muestra pensativo, mirando a través de la ventana de un local, donde dan conciertos los fines de semana. La mano apoyada en la mejilla, y la mirada ausente, pensando qué sé yo qué cosas, o quizás no pensando nada. Las imágenes con ventanas, me parecen, son la arquitectura de una rebelión pacífica contra un mundo que va demasiado rápido. Son espejos de aire libre por donde podemos mirarnos sin asfixia, y permitir que la mirada viaje sin prisa a donde descansan los sueños. Hace un mes la colgué de esta red social, como un último homenaje a aquellos momentos donde tan bien lo pasamos. Pero luego se me ocurrió que una amiga común, pintora, y de las buenas, podría intentar plasmar aquella imagen en un lienzo, para ponerlo en un lugar destacado de mi casa.
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Así fue, y ella se mostró encantada, pues también disfrutó de su amistad. Rápidamente se puso manos a la obra, y me llamaba todos los días para ver como poco a poco la imagen de Ricardo iba tomando forma. La fotografía y la pintura tienen muchas cosas en común. En uno de los casos, tratamos de plasmar lo que ven nuestros ojos en el disco duro de la cámara, valiéndonos de parámetros técnicos y de nuestra sensibilidad a la hora de componer. En un lienzo es lo mismo, solo que el proceso es mucho más artesanal, y esa es precisamente lo que emociona, cuando se ve que de aquellos trazos deslavazados, poco a poco, aquella imagen va tomando forma, se va pareciendo a lo que conociste, y al final cuando todos los colores se acuerdan en formar una representación de un paisaje o de una persona, con más o menos acierto, es cuando ves la destreza de los/as buenos pintores, capaces de plasmar en un lienzo el poder de una mirada, la fidelidad de
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una expresión, lo acertado de las proporciones, en fin... la belleza de una imagen. En este caso, ayudó la complicidad de una amistad que compartimos, y eso se apreciaba en la evolución del cuadro, cuando discutíamos si esa mano era habitual en Ricardo, o si la expresión denotaba ausencia o tristeza. Bueno, al final el cuadro tomó forma, y ahora solo esperar que encuentre acomodo entre nosotros. Espero que permanezca muchos años, y que todos los que lo conocimos, podamos verlo. En nuestra memoria quedará su recuerdo, y en nuestra pared, su imagen. Gracias a Chusa, esa mallorquina de Rioseco, que llenó el pueblo de preciosos murales, y que nos mostró con esa risa que es su seña de identidad, que los amigos no desaparecen con la muerte, siempre que su memoria permanezca con nosotros, en este caso desde un cuadro, que representa a un señor soñando con la eternidad, al lado de una ventana.
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Recuerdos de Valentín Vega Tuve la suerte de cursar el Bachillerato Superior en el Instituto de El Entrego, Asturias, donde en aquellos años había un plantel de profesores que a mi me dejaron especial huella. Por citar a los mínimos, recordaré a Cándida Coya Arias, que me ayudó a amar el latín y sus obras inmortales (la Eneida, las Geórgicas, el Ars Amandi...); Juan Uría Maqua, con el que aprendí que la historia es una forma de pensamiento y no una sucesión de nombres, fechas y batallas; y sobre todo, Covadonga Serra y Elías García Domínguez que me enseñaron los atajos para llegar a las altas cumbres de la literatura. En aquel elenco de buenos profesores no desentonaba Valentín Vega. Vega era profesor de gimnasia, algo marginal en la enseñanza, que la considera una “maría”, y en mi propia vida, pues no le he dedicado mucho tiempo —más ahora de mayor que de más joven— y en aquellos momentos no me motivaba demasiado. Sin embargo, tuve una relación especial con él. En Sexto se organizaba el Viaje de Estudios y Vega era el profesor encargado de ponerlo en marcha con una comisión de alumnos de la que formé parte. Durante meses, aunque yo no iba a su grupo de gimnasia, tuvimos un montón de contactos y de charlas hasta que en el mes de abril nos fuimos de viaje. No era como los que se hacen ahora, a Italia o Cancún, sino algo mucho más modesto: Madrid, Toledo, Salamanca, Valladolid y Zamora, con una visita rapidísima a León. Entonces lógicamente no me di cuenta, pero recordándolo años después y evocándolo ahora, que ya sé bastante más de la vida y obra de Vega, me doy cuenta de que no era un profesor de gimnasia al uso, sino un profesor —bien subrayado— muy humano, muy culto y desaprovechado en aquello de levantar los brazos respirando a compás, correr por el patio y saltar el plinto, cosa que yo nunca supe hacer. En aquel viaje de estudios pude apreciarlo directamente. En primer lugar, porque la primera visita que hicimos fue a Santa Cristina
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de Lena, joya del prerrománico asturiano entonces totalmente olvidada hasta por los estudiosos. Ni que decir tiene que Valentín Vega nos explicó todos los detalles arquitectónicos que la hacen singular. Además, tuve la suerte de visitar el Museo del Prado con él como cicerone. Y creo que escribo bien, cicerone, porque yo era un ciego para el arte y él me guió, abriéndome paso entre las tinieblas de la pintura. Mientras mis compañeros se apresuraban a buscar Las Meninas o la Maja desnuda, yo subí junto a Vega sin saber qué camino tomar hasta que él me dijo que lo acompañara, que íbamos a ver uno de sus pintores favoritos. Y me llevó a las salas donde se recoge la pintura de Tintoretto, un pintor italiano del que nunca había oído hablar y que desde entonces es uno de mis iconos. Vega me explicó el alcance de sus cuadros de gran tamaño, los juegos de luces de muchas de sus obras y la interacción entre personajes y arquitectura. En todos los cuadros que me iba señalando, o en la mayoría —mis recuerdos obviamente se han diluído mucho—, aparecía algún elemento arquitectónico que tenía un significado especial y en el que Vega se detenía especialmente. Años más tarde, viviendo yo en Madrid, trabajaba a unos diez minutos andando del Museo del Prado y algunas mañanas en que el trabajo no urgía demasiado me escapaba y me perdía una hora por aquellas salas entonces tan poco concurridas —parece mentira hoy que es imposible dar un paso por el Museo— y, por supuesto, recordando a Vega, siempre le dedicaba unos minutos a algún cuadro del Tintoretto. Otro de los recuerdos que tengo de aquel viaje es a Vega explicándonos la fachada de la catedral de León y sobre todo la de Universidad de Valladolid, fachada barroca con unas columnas imposibles. Años más tarde supe que en aquella Universidad había iniciado Vega la carrera de Derecho que nunca pudo terminar por las dificultades de la posguerra. Ahora que ha pasado el tiempo y que la memoria ha erosionado suficientemente lo que entonces viví, y leyendo estos recuerdos en clave significativa, me da la sensación de que la arquitectura tuvo una especial relevancia en los intereses de Valentín Vega; interés que, sin pasarse de listos, habría que estudiar en sus fotos que, siempre en segundo plano, como en los cuadros de Tintoretto, aparecen muestras de las construcciones de la época. Por último, quisiera recoger un recuerdo muy especial y, a pesar de lo contradictorio, muy cariñoso. Se jugaba un partido de fin de curso entre alumnos y profesores en el campo de fútbol de El Entrego, hoy desaparecido de su ubicación inicial, y Vega metió un gol espectacular: yendo a la carrera, le llegó un balón a los pies y empalmó una volea que cruzó el área de derecha a izquierda y se clavó por toda la escuadra, sin paliativos. De haberse metido aquel gol actualmente, cuando todo se graba en los móviles, hubiera sido trending topic, o como se diga, en todas las plataformas digitales. Y sin embargo, fue uno de los goles más protestados de la historia. Los alumnos lógicamente elevamos el grito al cielo, silbamos y pataleamos aquel gol porque... Valentín Vega era el árbitro y su gol se anotó en el casillero de los profesores. Cosas del fútbol, que diría un forofo. Como puede apreciarse, entre mis recuerdos no figura ninguno que tuviera a la fotografía como referencia. Y es que entonces, aunque todos sabíamos que Vega tenía una tienda de fotografía, como solía haber una en todos los pueblos especializada en bodas, bautizos y comuniones, la labor antropológica y documental de sus fotografías —ésta que hoy recordamos en estas páginas de Luz y T inta— pasaba totalmente desapercibida y no comenzó a ser valorada hasta que el Pueblo de Asturias, con Juaco López a la cabeza, se hizo con su archivo y comenzó el estudio y difusión de una labor callada y soterrada que nada tiene que envidiar a la de fotógrafos que todos tenemos in mente y que en muchos casos tienen mucho que envidiar de este fotógrafo callejero al que conocí como profesor de gimnasia.
Francisco Trinidad
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Alex Alonso y la luz mágica de las setas Durante los días 19, 20 y 21 de octubre de 2018 Alex Alonso impartió un taller de fotografía micológica em Laviana, Asturias, organizado por la Asociación Fotográfica “Asturias a contraluz”, en el que participaron miembros de la asociación y otros fotógrafos interesados. La convocatoria fue un auténtico éxito. En las páginas que siguen se recoge una pequeña entrevista al monitor Alex Alonso, así como una muestra que creemos significativa de su producción fotográfica en este campo de las setas que tiene algo de mágico, como puede apreciarse en sus fotos. En el próximo número publicaremos una recopilación de fotografías de los miembros de “Asturias a contraluz” que asistieron al taller.
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Datos personales –Nombre y apellidos: Alex Alonso –Lugar y fecha de nacimiento: Barcelona. Junio del 58 –Formación académica: Autodidacta –Experiencia laboral (sobre todo en el campo fotográfico): Talleres y charlas sobre fotografía micológica creativa. Tiene publicado un libro didáctico Fotografiar setas, ditado en el año 2015. En pocos meses saldrá un segundo libro que tratará sobre Luz natural y Composición en el Paisaje micológico.
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–¿Cómo fueron tus comienzos en la fotografía? –Hace unos 15 años que empecé con la fotografía. Anteriormente estuve dedicado a la pintura. Profesionalmente tengo un taller de volúmenes y escultura publicitaria. Desde siempre me he dedicado al oficio del arte en muchas de sus facetas. Con la fotografía me di cuenta de que había todo un universo que explicar y se podía hacer tan sólo con una cámara sencilla y un ordenador. –¿Tienes algún tipo de formación fotográfica o eres totalmente autodidacta? –Soy autodidacta. Hoy día tienes acceso rápido a todo tipo de información, con interés y un poco de perseverancia es fácil aprender. Las bases de la fotografía no son demasiado complicadas, aunque nuestra actitud y los conocimientos sobre los temas que fotografiamos son los que pueden marcar la diferencia. –¿Por qué tu dedicación al mundo de las setas? –El mundo de las setas es perfecto para fotógrafos, lo tiene todo. Formas infinitas, toda la paleta de colores y un entorno natural inspirador.Me gusta la naturaleza, el mundo macro, el misterio, la fantasía y todo eso está en las setas.La fotografía micológica es de proximidad, existen miles de especies en tu zona para conocer y fotografiar y, por si fuera poco, cada individuo o grupo tiene su carácter especial, además las situaciones tan variadas en que se encuentran hacen que se convierta en un tema muy interesante para el fotógrafo macro. –¿Qué equipo usas tú? –Utilizo un equipo sencillo. El “Mikoequipo mínimo” consta de: cámara, un objetivo macro de focal fija y elementos para sombrear y rebotar luz natural: reflectores, chapas plateadas, espejos o cualquier superficie que sea reflectante. Para estabilizar la cámara en el suelo utilizo un saquito de tela relleno de arroz y, por supuesto, las versátiles agujas de tejer son imprescindibles. Esto podría ser todo lo necesario para fotografiar setas con cierto éxito, tanto para un principiante como para un nivel avanzado. –Y sobre todo, ¿qué tipo de iluminación? –Me gusta centrar mi trabajo en la luz y entenderla. Junto con la composición forman los ejes principales de mi trabajo. Siempre cuento con la luz natural para ello. Aceptar la luz natural existente y cuidarla hasta que se convierta en protagonista de la imagen. –Y qué soporte informático. –Hoy en día es imprescindible tener ciertos conocimientos informáticos. Las imágenes se editan en pocos minutos ya que lo deseable es que el trabajo esté casi acabado en la tarjeta de la cámara. Por otro lado, hay que gestionar archivos. Tener relación
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Coprinus sp.
Amanita muscaria
de todas las imágenes y acceso rápido. Con los años se acumula mucho material y hay que poner orden para encontrarlo. –¿Cómo planteas tus cursillos? –Hace años que imparto talleres de fotografía micológica, han ido mejorando con la experiencia. En un taller condensas lo esencial de años de experiencia, para explicar las bases y empezar a practicar con facilidad esta fantástica disciplina. La idea es entender el equipo fotográfico necesario, recursos y actitudes para estar cómodos fotografiando setas en el bosque. La emoción de hacer fotos es lo que me gusta transmitir en los talleres. –Por último, ¿qué tal tu experiencia en Laviana? –“Asturias a contraluz” es una asociación compacta y sólida. Cuesta mucho esfuerzo conseguirlo y mantenerlo. Hay mucho trabajo previo a un taller, gestión de inscritos, localizaciones micológicas, organización, etc. La seriedad y compromiso de la asociación y su presidente ha sido impecable. Pero a mí me gusta la gente, el trato de cerca.Mi madre me contaba que, de pequeño, siempre le cogía la mano y la estiraba diciéndole “Vamos a hacer amigos al bosque”. Tengo buenos amigos en Laviana.
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Battarrea phalloides
Amanita rubescens
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Cystoderma amiantinum
Coprinus picaceus
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Dendrocollybia racemosa
Hygrocybe conica
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Hygrocybe sp.
Mycena inclinata 2
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Mycena crocata
Mycena haematopus 2
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phaeolepiota aurea
Otidea onotica
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Strobilomyces strobilaceus
Suillellus luridus
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Fotos seleccionadas durante los meses de octubre y noviembre de 2018
Se muestran en esta secciรณn todas las fotos semanalmente destacadas en Moldeando la luz durante los meses de referencia.
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Luces de amanecer por M ario Eduardo Blanco
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2x3=6 por Lucas
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At home por S.Benz
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Autumn por Loco M atara
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Barafu por E.Horobets
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Beautiful backlights por Saravut Whan
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Bilbao por E.Horobets
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Bufones de Pria por Pepe L atas
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Chiang M ai-Templos 001 por A ntonio M artinez Rodriguez
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Detalles... observaciรณn en picado diagonal por Joan A nglas F.
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Dilema por K i K e
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DQD por Duong Dinh
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En el fondo del bosque por JesĂşs A lvarez RodrĂguez
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En el mercado 003 por A ntonio M artĂnez RodrĂguez
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En la Dacha por Igor
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Female warrior por Duong Dinh
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Fish eye viwe the nets por Saravut Whan
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L a quietud de la maĂąana por Jordane
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Look por A. Zharov
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Los habitantes del bosque por Vadim Trunov
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M acro por Duong Dinh
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M arta I por Rosa M aría Sánchez Rodríguez
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Monje saholĂn en la playa de San Lorenzo por Pepe L atas
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Newly married por Nadya Kulagina
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Norte M atterhorn por Daniel
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Ocaso por Luis M anuel
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Oro Falls por Daniel
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OroA ktru de Daniel
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Полет в волшебном лесу por Reyfman
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Passion por SSstudy
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Pepe L atas.Cosas que te encuentras al madrugar
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Retratos en el muro por Pepe L atas
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Rostros humanos que impactan por Yuri
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Sisters por svetlava
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Soto de Agües por Jesús A lvarez Rodríguez
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Su sombra v. B18 por Jose V. M ateo Hidalgo
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Tarde en Luanco por «Completu »
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Test for film por Nadima (Shibina Nadegda)
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The scooter por DavidD
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The wait por Irina
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Those beautiful ladies por A. Zharov
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Viajar entre la niebla por M ario Eduardo Blanco GarcĂa
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YAMILÉ por José Luis M aylin Pastor
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yogui del Himalaya por Aleksey
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Кэтрин por Nadima (Shibina Nadegda)
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Coronas
Fotos: Nadima Texto: Claudio Serrano Nadima titula esta serie Crowns –en español, “Coronas”– para centrar el foco de atención artística en esa corona metálica, de aspecto abandonado, que, lógicamente, corona a las distintas modelos. Una corona que les da prestancia y empaque. Aunque yo la hubiera titulado “Gorgueras”, haciendo alusión a ese cuello almidonado, redondo y ondulado que tantas veces hemos visto en grabados de época y que aquí cobra un especial protagonismo: los rostros de las modelos se enmarcan entre la corona y la gorguera, que, viendo las fotos, tal vez debiéramos llamar ‘lechuguilla’, que es como se denominaba en castellano a la gorguera de quita y pon. Una gorguera que, insisto, en esta serie tiene un especial protagonismo, hasta el punto que la última de las fotos ha elegido a la lechuguilla precisamente como corona, desplazando el foco de interés de una a otro aditamento.
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Invito, sin embargo, a los lectores de Luz y Tinta a que se fijen en las tres fotos de la misma modelo que abre la serie y cuya foto está encima de estas líneas. Son tres fotos aparentemente iguales: la misma modelo, la misma corona, la misma gorguera... y a pesar de todo, hay algo que las diferencia e individualiza: el tratamiento que hace del pelo de la modelo, esos tirabuzones que trepan hacia la corona o descienden hacia la gorguera y que a la larga nos hablan del cuidado exquisito con que Nadima –o su equipo, no olvidemos que estas fotos tienen detrás un importante trabajo colectivo– trata todos los elementos del atrezzo de sus modelos. Las otras tres fotos, con distinta modelo, nos invita a un juego diferente: mantiene el peinado, la corona, la gorguera y hasta la mirada de la modelo, pero cambia su jubón o chaquetilla, diciéndonos que a la larga las fotos de Nadima, como bien sabemos, son un juego de colores y miradas, de elementos de atrezzo y de ironías y trasfondos de este tinglado de la moderna farsa que cada sesión nos coloca ante los ojos. Son fotografías, son apuestas de luz, una suerte de esgrima dialéctica entre lo que muestran y lo que se adivina, pero al final, cuando apuramos las diferencias entre significante y significado, nos hallamos ante un juego teatral: lo importante es lo que ocurre en medio del escenario y lo que el espectador es capaz de adivinar combinando lo visible y lo invisible, lo que Nadima y lo que somos capaces de adivinar cuando cae el telón.
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Miedos La fotografía siempre ha tenido la capacidad de conmocionar, de jugar con los miedos del público, tanto si la fuente de ese miedo es real o imaginaria. Hoy en día, en la era e Photoshop, lo que aparece en nuestras pesadillas es mucho más fácil de reproducir e imprimir. La manipulación digital puede conjurar monstruos de las profundidades o arrancar la carne a un cuerpo humano. Mientras algunos artistas emplean la fotografía para sacar a relucir los miedos colectivos acerca de los regímenes represivos o las catástrofes medioambientales, otros están más interesados en la basura, perturbando con el uso del sexo y la violencia.
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Taylor James La imágenes generadas por ordenador (CGI) se desarrollaron, en un principio, para la producción industrial y por eso luego ha sido tan difícil recrear los complejos detalles de la piel y el cabello. Sin embargo, estos últimos años, las agencias creativas y los estudios de producción como Taylor James han llevado a CGI a otro nivel, generando imágenes que imitan perfectamente (y manipulan) la forma humana. Este estudio de Londres fue contratado por una compañía farmacéutica para crear una campaña publicitaria de concienciación sobre el angiodema hereditario, una enfermedad que causa tumores subcutáneos. Taylor James capturo habilidosamente la agonía del edema con unas manos que se metían por debajo de la piel. Estas imágenes tan perturbadoras y reales se crearon utilizando el proceso RealWorld Rendering de Taylor James para integrar fotografía y CGI a la perfección. La campaña fue todo un éxito y Taylor James ganó un gong de platino en los Creativity Awards de Nueva York, un premio Clio Healthcare de oro y un National Addy Award. Otro encargo también fue una manipulación del cuerpo humano, mostrando, ingeniosamente, a una mujer quitándose la piel. Fue una creación para Invega y la imagen combina magistralmente la fotografía con el CGI fotorrealista para darle vida a la modelo, separándose de su otra piel. Los espectaculares trabajos de Taylor James van mucho más allá de los relacionados con la temática de MIEDOS. Son dignos de destacar los realizados para la casa de aguas EVIAN, las estatuas de deportes, la campaña de la enfermedad de Alzheimer del que se muestras un collage de 4 imágenes.
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La liberación de Sebastopol por
Aleksey
En el post de nuestro número anterior de Luz y Tinta, dedicado a la recreación de la Guerra Civil española en Grullos, Candamo, el fotógrafo ruso Aleksey nos recordó que había subido a Moldeando fotos similares realizadas en la recreación de la liberación de Sebastopol durante la Segunda Guerra Mundial. Dado el interés suscitado por el tema y la calidad de sus fotografías, las publicamos ahora como complemento a su espectacular Foto del Mes.
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FotografĂas que despertaron conciencias
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Gandhi y la Marcha de la Sal. Marzo-abril de 1930 – India Resulta sencillo producir sal a bajo coste en la India, un país que tiene miles de kilómetros de costa. Durante siglos. Durante siglos este producto estuvo disponible de forma directa. Sin embargo, la ley británica abolió los bajos impuestos que siempre habían sido la norma para la sal y, como consecuencia, la gente pobre dejó de poder permitírsela. En enero de 1930, el Indian National Congress publicó una Declaración de Independencia y comenzó a organizar acciones no violentas de desobediencia civil para obtener la soberanía completa. Gandhi, el líder del movimiento anticolonial, que ya había sido hecho prisionero por los británicos por “actividades subversivas” persuadió al Congreso de que una batalla contra los impuestos sobre la sal tendría un gran impacto y uniría y uniría a hindúes y musulmanes en un frente común. El 12 de marzo emprendió la marcha con 79 fieles seguidores desde el ashram de Sabartami. Juntos marcharon durante unos 400 kilómetros hasta el pueblo de Dandi, en la costa del océano Índico, donde el 6 de abril Gandhi tomó simbólicamente un puñado de sal y pidió a sus seguidores que infringieran la ley. Durante la marcha, decenas de miles de personas se unieron al “Rio blanco” (nombre con el que se llamó a la procesión, pues todos llevaban la tradicional vestimenta blanca). Los británicos reaccionaron golpeando salvajemente a los manifestantes (que no opusieron resistencia) y arrestaron a miles de ellos, entre los cuales estaba el propio Gandhi. El fotógrafo suizo Walter Bosshard registró la protesta. Atento observador de la cultura y la política sudasiática, en 1930 Bosshard publicó un informa dedicado a la vida de Mahatma Gandhi. Desde un punto de vista práctico, la Mancha de Sal no tuvo éxito, pues los impuestos no se abolieron hasta 1947. Sin embargo, su valor simbólico fue enorme: reforzó la lucha por la independencia y fue una fuente de inspiración para los movimientos pacifistas que en las décadas siguientes surgieron en todo el mundo.
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Todo lo que querĂas saber, pero temĂas preguntar...
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P:
¿Qué opinas respecto a ir a una escuela para estudiar Fotografía? ¿Deberían los publicitarios y fotógrafos editoriales estudiar dos o cuatro años en escuelas especializadas en estos temas? ¿Tienes algunas recomendaciones personales?
R:
Depende de ti y de la escuela. Si eres la persona que aprende mejor siendo enseñado y estás dispuesto a replicar lo aprendido, entonces la escuela es para ti. Si tiendes a empezar por ti mismo y te gusta descubrir las cosas por ti mismo, entonces la escuela no es para ti. Si la escuela es una de “bellas artes” huye tan rápido como puedas. 9.5 de cada 10 escuelas de bellas nunca te prepararán para hacer de esto una profesión. Hay algunas excepciones, pero no muchas. Muchos de los que han estudiado fotografía en departamentos de arte de diferentes universidades han terminado su formación en estudios de fotografía, y se sobre entiende que estos tendrían que saber algo de fotografía ¿no? Como autor de esta respuesta y residiendo en los Estados Unidos de América, os diré que aquí hay algunas escuelas cojonudas y también existen muchos institutos de Arte. El problema es que pueden costar decenas de miles de dólares al año. Te metes en uno de esos préstamos para estudiantes y estás jodido cuando te gradúas. He leído un articulo sobre el SCAD que tiene uno de los niveles más bajos en cuanto a retorno de la inversión de todo el país. La enseñanza te costará 180.000 dólares. ¿Sabes cuántas fotos es eso? Entré en una pequeña escuela comunitaria para hacer un curso de dos años, llamada Gwinnett Technical College que tenía un programa de fotografía comercial. Esto fue después de que fracasara en la escuela de arte en la Universidad de Georgia. Fui a clase justo debajo del salón de bodas y dos salones por encima de un taller de reparación de coches. Ser un estudiante a tiempo completo, cuesta 314 dólares al trimestre. Eso era menos de lo que me cuesta el aparcamiento en algunas otras escuelas. Aprendí desde fotografía de retrato hasta fotografía de productos. Hice todo, mi propio revelado e impresión en color y blanco y negro.
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Ahora que disponemos de cĂĄmaras digitales e Internet y las clases online, tutoriales y otros medios, les digo mueve tu culo un par de aĂąos y trabaja como asistente o segundo fotĂłgrafo tan pronto como te sea posible.
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Mis profesores trabajaban a media jornada y eran fotógrafos el resto del tiempo. La escuela me metió la técnica a martillazos en la cabeza. Es una escuela extraordinaria. Donde se quedó atrás fue en educación artística porque aprendí la parte técnica, pero no la conceptual. Pienso que SCAD y otras escuelas semejantes desarrollan una buena mezcla entre ambos pero con un precio 100 veces mayor. ¿Adivinas cuántas veces un cliente potencial me preguntó en que escuela estudie? Ninguna. Nunca, tras aceptarme en un trabajo me han preguntado dónde estudie. Punto. Hecho. Fin de la historia. En el mundo real no importa a que escuela fuiste o si fuiste a alguna escuela. La escuela puede darte una buena base para seguir creciendo. Crearás tu primer libro allí. Pero lo que debes de hacer es poner ese primer libro junto al birrete y la toga. En cuanto te gradúes , entierra tu libro de estudiante porque, ¿adivinas que? Se parece a un libro de estudiante. La escuela es mi base. Soy el tipo de individuo que necesita ser
enseñado y examinado. Las criticas semanales fueron enormemente importantes para mi aprendizaje. De un valor incalculable. Estoy contento de haber ido a la escuela. También estoy realmente contento de no haberme graduado con un préstamo de estudiante. También fui a la escuela cuando era joven, soltero y no tenía niños. Es 10 veces más difícil hacerlo si tienes entre 30 y 40 y unos pocos niños. Puede hacerse. Pero es más difícil. Hombres de 40 años me preguntan si deberían ir a la universidad. Ahora que disponemos de cámaras digitales e Internet y las clases online, tutoriales y otros medios, les digo mueve tu culo un par de años y trabaja como asistente o segundo fotógrafo tan pronto como te sea posible. Nos gustaría en otra ocasión poder ofrecer a la misma pregunta la respuesta desde el punto de vista de los fotógrafos rusos que actualmente destacan a nivel mundial. Respuesta de Zack A rias
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