Cooperación solidaria, marzo 8, 2021, Año I, No. 40
Semillero de Redes, Organizaciones y Colectivos de Resistencia y Rebeldía adheridos a la Sexta Nacional e Internacional
El primer alzamiento zapatista En algún día de marzo de 1993
Las que no están
De las mujeres Zapatistas
Los pasos a la insurgencia
insurgentes. Es la primera mujer que el EZLN da a conocer públicamente en febrero de 1994 cuando inician las Jornadas por la Paz y la Reconciliación3, apenas a un mes de haberse realizado la toma de San Cristóbal.
por: Lourdes Consuelo Pacheco Ladrón de Guevara / Universidad Autónoma de Nayarit / Trayectorias Humanas Trascontinentales
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e renueva la esperanza cuando mujeres indígenas, campesinas, prácticamente analfabetas, transformaron el imaginario colectivo de ellas mismas, de las mujeres indígenas del país, cambiaron sus propias realidades y con ello, interpelaron los simbolismos de más mujeres indígenas y mestizas. Las insurgentas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México (EZLN), la Comandanta Ramona, la Mayor Insurgente Ana María y la Comandanta Ester, lograron remover los suelos donde se encontraban arraigadas para mostrar otra forma de ser mujer indígena.
La Comandanta Ramona nació en la comunidad tzotzil de San Andrés Sacamch´en de los Pobres, Chiapas, al sur de México, en 1959; fue analfabeta hasta que encontró al EZLN donde empezó a aprender a leer y a hablar castilla. En su pueblo era bordadora como casi todas las mujeres indígenas y lo siguió siendo en todos los pasos que dio. Durante más de veinte años luchó como parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), órgano supremo de la organización zapatista. La comandanta Ramona participó en la toma de San Cristóbal de las
Casas1, el primero de enero de 1994, cuando el EZLN declaró la guerra al gobierno mexicano; fue protagonista de los Diálogos de la Catedral 2 y fue la voz de los insurgentes cuando salieron de la montaña, para dirigirse a la capital del país, en 1996. La imagen de la Comandanta Ramona, de 1.40 de estatura, falda negra de lana, huipil rojo, de San Andrés Larráinzar, su rostro cubierto por el pasamontañas, una escopeta recortada calibre 12 terciada a su espalda y la ternura de sus ojos, pronto se convirtió en un símbolo para las mujeres zapatistas y para todos los
Sus historias. Sus alegrias y sus tristezas. Sus dolores y sus rabias. Sus olvidos y sus memorias. Sus risas y sus lágrimas. Sus presencias y sus ausencias. Sus corazones. Sus esperanzas. Su dignidad. Sus calendarios. Los que cumplieron. Los que les quedaron y les quedamos a deber. Sus gritos. Sus silencios. Eso, sobre todo sus silencios. ¿Quién que es, no las escucha? ¿Quién no se reconoce en ellas? Mujeres que luchan. Sí, nosotras. Pero sobre todo, ellas. Las que no están Y sin embargo están con nosotras. Porque no olvidamos, Porque no perdonamos, Por ellas y con ellas, luchamos. Mujeres indígenas zapatistas. 8 de marzo del 2021.
Colibrí rebelde
Las mujeres ponen jaque L
a fecha no es precisa, la carta del finado Subcomandante insurgente Marcos del 24 de enero de 1994 dirigida al periodista Álvaro Zepeda Neri, no lo dice, sólo cuenta: “Susana, tzotzil, está enojada. Hace rato la burlaban porque, dicen los demás del CCRI, ella tuvo la culpa del primer alzamiento del EZLN, en marzo de 1993. ‘Estoy brava’, me dice. Yo, mientras averiguo de qué se trata, me protejo tras una roca. ‘Los compañeros dicen que por mi culpa se alzaron los zapatistas el año pasado’. Yo me empiezo a acercar cauteloso. Después de un rato descubro de qué se trata: en marzo de 1993 los compañeros discutían lo que después serían las ‘Leyes Revolucionarias’. A Susana le tocó recorrer decenas de comunidades para hablar con los grupos de mujeres y sacar así, de. su pensamiento, la ‘Ley de Mujeres’. Cuando se reunió el CCRI a votar las leyes, fueron pasando una a una las comisiones de justicia, ley agraria, impuestos de guerra, derechos y obligaciones de los pueblos en lucha, y la de mujeres. A Susana le tocó leer las propuestas que había juntado del pensamiento de miles de mujeres indígenas. Empezó a leer y, conforme avanzaba en la lectura, la asamblea del CCRI se notaba más y más inquieta.
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Abajo y a la Izquierda: Contra la Explotación, el Despojo, el Desprecio y la Represión
De la 1 “Se escuchaban rumores y comentarios. En chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mam, zoque y “castilla”, los comentarios saltaban en un lado y otro. Susana no se arredró y siguió embistiendo contra todo y contra todos: ‘Queremos que no nos obliguen a casarnos con el que no queremos. Queremos tener los hijos que queramos y podamos cuidar. Queremos derecho a tener cargo en la comunidad. Queremos derecho a decir nuestra palabra y que se respete. Queremos derecho a estudiar y hasta de ser choferes’. Así siguió hasta que terminó. Al final dejó un silencio pesado. Las ‘leyes de mujeres’ que acababa de leer Susana significaban, para las comunidades indígenas, una verdadera revolución. Las responsables mujeres estaban todavía recibiendo la traducción, en sus dialectos, de lo dicho por Susana. Los varones se miraban unos a otros, nerviosos, inquietos. De pronto casi simultáneamente, las traductoras acabaron y, en un movimiento que se fue agregando, las compañeras responsables empezaron a aplaudir y hablar entre ellas. Ni qué decir que las leyes ‘de mujeres’ fueron aprobadas por unanimidad. Algún responsable tzeltal comentó: ‘Lo bueno es que mi mujer no entiende español, que si no...’ Una oficial insurgente, tzotzil y con grado de mayor de infantería, se le va encima: ‘Te chingaste porque lo vamos a traducir en todos los dialectos’. El compañero baja la mirada. Las responsables mujeres están cantando, los varones se rascan la cabeza. Yo, prudentemente, declaro un receso. Esa es la historia que, según me dice Susana ahora, salió cuando alguien del CCRI leyó una nota periodística que señalaba que la prueba de que el EZLN no era auténticamente indígena es que no podía ser que los indígenas se hubieran puesto de acuerdo en iniciar su alzamiento el primero de enero. Alguno, en broma, dijo que no era el primer alzamiento, que el primero había sido en marzo de 1993. Bromearon a Susana y ésta se retiró con un contundente “váyanse a la chingada” y algo más en tzotzil que nadie se atrevió a traducir. Esa es la verdad: el primer alzamiento del EZLN fue en marzo de 1993 y lo encabezaron las mujeres zapatistas. No hubo bajas y ganaron. Cosas de estas tierras”. Aparte del asunto de las diferentes lenguas, de las distancias y los caminos, estaba de por medio la paciente escucha. Cualquiera haya sido el día de esos de marzo de 1993, las comandantas que realizaron la talacha se las vieron duras para sintetizar en sólo diez puntos las demandas acumuladas en los largos tiempos. A saber cuántos kilómetros y cuántas horas de andada por las montañas se gastaron para juntar esos diez puntos que, a la postre darían resultados, hasta ahora en ya tres generaciones de mujeres zapatistas. A una se le hace difícil imaginar que en 2021 a las jovenas de las Comunidades Zapatistas esas historias se las cuenten sus abuelas: “No había respeto por las mujeres, no nos tomaban en cuenta por ser mujer, decían que solo los hombres tienen derecho. Hasta nuestros padres nos decían que como mujeres no valemos nada, nos taparon nuestros derechos, nos los quitaron. Antes cuando no había la organización, no teníamos la libertad para salir a participar, ni derechos a tener cargo (…) Lo hombres se burlaban de las mujeres y decían que no sabíamos hablar, no teníamos derecho ni salir a la calle, estábamos encerradas en nuestras casas, las mujeres sólo trabajan en la cocina en cuidar a los hijos y los animales” Para las jovenas es una herencia y una tarea: “Cuentan nuestras mamás, nuestras ancianas, nuestras hermanas que la vida de una niña antes del 94 era muy difícil porque no nos tomaban en cuenta, si tenemos dignidad como niñas, desde cuando nacemos ya somos despreciadas y maltratadas. Gracias a la lucha zapatista, estoy presente con vida aquí en este encuentro, sino fuera tal vez estaría yo muerta por hambre o por enfermedad curable.” Porque de eso se trató y se trata la lucha, de construir un futuro que exista en tiempo presente y que sea para todas y todos. esperemos que la comandanta Susana ya no esté enojada por la desordenada que le puso a un mundo que parecía ¿estar hecho sólo para los hombres. (Talleras de Periodisma Comunitaria; Pueblos Originarios, Cd. Monstruo)
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el Zemillero
Año segundo de la guerra
12 Mujeres en el Año 12
El bordado de Ramona
beldes en su totalidad, traduciendo. «Ya empezamos…» En el palacio municipal, la Mayor organiza la defensa de la poSubcomandante Insurgente Marcos sición y la protección de los hombres y mujeres que en esos momentos n el año 12 del EZLN, lejos, a miles de kilómetros de Pekín, 12 mujeres gobiernan la ciudad, todos son inllegan al 8 de marzo de 1996 con sus rostros borrados… dígenas y rebeldes. Una mujer en 1. El ayer… por un varón, el único de piel clara armas los protege. Entre los jefes indígenas de la El rostro amordazado en negro logra y nariz grande de los indígenas que dejar libres los ojos y algunos cabel- asaltan la ciudad, ha terminado de to- rebelión hay una mujer pequeña, de los que guardan la nuca. En la mirada mar por asalto el cuartel de la policía. por sí pequeña entre las pequeñas. el brillo de quien busca. Una carabina Liberan de las cárceles clandestinas a El rostro amordazado en negro loM-1 terciada al frente, en posición indígenas que pasaban el año nuevo gra dejar libres los ojos y algunos que llaman «de asalto», y una pistola encerrados por el delito más grave cabellos que guardan la nuca. En la escuadra a la cintura. Sobre el pecho en el Sureste chiapaneco: ser pobre. mirada el brillo de quien busca. Una izquierdo, lugar de esperanzas y Eugenio Asparuk es el nombre del escopeta recortada calibre 12 terciaconvicciones, lleva las insignias de Capitán Insurgente, indígena tzeltal y da a la espalda. Con el traje único de Mayor de Infantería de un ejército in- rebelde que, junto a la enorme nariz, las sandreseras, Ramona baja de las surgente que se autodenomina, hasta dirige la revisión del cuartel. Cuan- montañas, junto a cientos de mujeres, esa madrugada helada del primero de do el mensaje de la Mayor llega, el rumbo a la ciudad de San Cristóbal la enero de 1994, Ejército Zapatista de Capitán Insurgente Pedro, indígena noche última del año de 1993. junto Liberación Nacional. Bajo su mando chol y rebelde, ha terminado de to- con Susana y otros varones indígeestá la columna rebelde que asalta la mar el cuartel de la Policía Federal nas forma parte de la jefatura india antigua capital del suroriental estado de Caminos y asegurado la carretera de la guerra que amanece 1994, el mexicano de Chiapas, San Cristóbal que comunica San Cristóbal con Tu- Comité Clandestino Revolucionario de Las Casas. El parque central de xtla Gutiérrez; el Capitán Insurgente Indígena-Comandancia General del San Cristóbal está desierto. Sólo los Ubilio, indígena tzeltal y rebelde, EZLN. La comandante Ramona hombres y mujeres indígenas que ha controlado los accesos del norte asombrará con su estatura y su bricomanda son testigos del momento de la ciudad y tomado el símbolo llo a los medios internacionales de en que la Mayor, mujer, indígena de las limosnas gubernamentales a comunicación cuando aparecerá en tzotzil y rebelde, recoge la bandera los indígenas, el Instituto Nacional los Diálogos de Catedral llevando en nacional y la entrega a los jefes de Indigenista; el Capitán Insurgente su morral la bandera nacional que la la rebelión, los llamados «Comité Guillermo, indígena chol y rebelde, Mayor recuperó el primero de enero. Clandestino Revolucionario Indíge- ha tomado la altura más importante Ramona no lo sabe en esa época, y na». Por radio, la Mayor comunica: de la ciudad, desde ahí domina con nosotros tampoco, pero lleva ya en el «Recuperamos la bandera. 10-23 en su vista el sorprendido silencio que cuerpo una enfermedad que le come espera». Las 02:00, hora suroriental, asoma por las ventanas de casas y la vida a mordiscos y le apaga la voz del primero de enero de 1994. Las edificios; los capitanes insurgentes y la mirada. Ramona y la Mayor, úni01:00 horas del año nuevo para el Gilberto y Noé, indígenas tzotzil y cas mujeres en la delegación zapatisresto del mundo. Diez años esperó tzeltal respectivamente, rebeldes por ta que se muestra por primera vez al ella para decir esas siete palabras. igual, terminan de asaltar el cuartel mundo en los Diálogos de Catedral, Llegó a las montañas de la Selva de la policía judicial estatal, le pren- declaran: «Nosotras ya estábamos Lacandona en diciembre de 1984, den fuego y marchan a asegurar el muertas, no contábamos para nada», con menos de veinte años de edad y extremo de la ciudad que comunica y lo dicen como sacando cuentas de toda la historia de humillaciones a los con el cuartel de la 31 zona militar humillaciones y olvidos. La Mayor le traduce a Ramona las preguntas indígenas en el cuerpo. En diciembre en Rancho Nuevo. de 1984, esta mujer morena dice A las 02:00, hora suroriental de los periodistas. Ramona asiente «¡Ya basta!», pero lo dice tan quedo del primero de enero de 1994, cin- y entiende, como si las respuestas que sólo ella se escucha. En enero co oficiales insurgentes, varones, que le piden hubieran estado siempre de 1994 esta mujer y varias decenas indígenas y rebeldes, escuchan por ahí, en esa figura pequeña que se ríe de miles de indígenas ya no dicen el radio la voz de su mando, mu- del español y del modo de ser de las sino gritan «¡Ya basta!», lo dicen tan jer, indígena y rebelde, diciendo citadinas. Ramona ríe cuando no fuerte que todo el mundo los oye… «Recuperamos la bandera, 10-23 sabe que se está muriendo. Cuando En las afueras de San Cristóbal en espera». Lo repiten a sus tropas, lo sabe, sigue riendo. Antes no existía otra columna rebelde comandada hombres y mujeres, indígenas y re- para nadie, ahora existe, es mujer,
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es indígena y es rebelde. Ahora vive Ramona, una mujer de esa raza que tiene que morirse para vivir… La Mayor mira la claridad que comienza a ganar las calles de San Cristóbal. Sus soldados organizan la defensa de la antigua jovel y la protección de los hombres y mujeres que en esos momentos duermen, indígenas y mestizos, sorprendidos todos. La Mayor, mujer, indígena y rebelde, les ha tomado la ciudad. Cientos de indígenas en armas rodean la antigua Ciudad Real. Una mujer en armas los manda… Minutos después caerá en manos de los rebeldes la cabecera de Las Margaritas, horas después se rinden las fuerzas gubernamentales que defienden Ocosingo, Altamirano y Chanal. Huixtán y Oxchuc son tomados al paso de una columna que avanza sobre la cárcel principal de San Cristóbal. Siete cabeceras municipales están en poder de los insurgentes después de las siete palabras de la Mayor. La guerra por la palabra ha comenzado… En esos otros lugares, otras mujeres, indígenas y rebeldes, rehacen el pedazo de historia que les ha tocado cargar en silencio hasta ese primero de enero. También sin nombre ni rostro están: Irma. Capitana Insurgente de Infantería, la indígena chol Irma conduce una de las columnas guerrilleras que toman la plaza de Ocosingo el primero de enero de 1994. Desde uno de los costados del parque central ha acosado, junto a los combatientes bajo su mando, a la guarnición que resguarda el palacio municipal hasta que se rindan. Entonces Irma se suelta la trenza y el cabello le llega a la cintura. Como si dijera «aquí estoy libre y nueva», el pelo de la capitana Irma brilla, y sigue brillando cuando ya la noche cubre un Ocosingo en manos rebeldes… Laura. Capitana Insurgente de Infantería. Mujer tzotzil, brava para pelear y para estudiar, Laura llega a Capitana de una unidad de puros varones. Pero no es todo, además de varones, los de su tropa son reclutas. Con paciencia, como la montaña que la ve crecer, Laura va enseñando y ordenando. Cuando los varones bajo su mando dudan, ella pone el ejemplo. Nada carga tanto ni camina tanto como ella en su unidad. Después del ataque a Ocosingo, repliega su unidad, completa y en orden. Poco o nada alardea esta mujer de piel clara, pero lleva en las manos la carabina que le arrebató a un policía de esos que sólo veían a las indígenas para humillarlas o violarlas. Después de rendirse, en calzones se va corriendo el policía que, hasta ese día, pensaba que las mujeres sólo servían para la cocina y para parir chamacos… Elisa. Capitana Insurgente de Infantería. Lleva, como trofeo de guerra, algunas esquirlas de mortero sembradas para siempre en el cuerpo. Toma el mando de su columna en la ruptura del cerco de fuego que llena
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Abajo y a la Izquierda: Contra la Explotación, el Despojo, el Desprecio y la Represión De la 3 de sangre el mercado de Ocosingo. El Capitán Benito ha sido herido de un ojo y, antes de perder el conocimiento, informa y ordena: «Ya me chingaron, toma el mando Capitán Elisa». La Capitana Elisa ya está herida cuando logra sacar a un puñado de combatientes del mercado. Cuando da órdenes de Capitana Elisa, indígena tzeltal, parece que pide perdón… pero todos la obedecen… Silvia. Capitana Insurgente de Infantería, diez días dentro de la ratonera en que se convirtió Ocosingo a partir del 2 de enero. Disfrazada de civil se escabulle por entre las calles de una ciudad llena de federales, tanques y cañones. Un retén militar la detiene. La dejan pasar casi inmediatamente. «Imposible que una muchacha tan joven y tan frágil sea rebelde», dicen los soldados mientras la ven alejarse. Cuando se reintegra a su unidad en la montaña, la indígena chol Silvia, rebelde zapatista, se ve triste. Con prudencia le pregunto la causa de la pena que le apaga la risa. «Allá en Ocosingo», responde bajando la mirada, «allá en Ocosingo se me quedaron en la mochila todos los cassettes de música, ahora ya no tenemos.» Guarda el silencio Y la pena entre las manos. Yo no digo nada, sólo me sumo a la pena y veo que en la guerra cada quien pierde lo que más quiere… Maribel. Capitana Insurgente de Infantería. Toma la estación de radio de Las Margaritas cuando su unidad asalta la cabecera municipal el primero de enero de 1994, nueve años de vida en las montañas pasó para poder sentarse frente a ese micrófono y decir: «Somos producto de 500 años de luchas: primero contra la esclavitud…» La transmisión no se realiza por problemas técnicos y Maribel se repliega para cubrirle las espaldas a la unidad que avanza sobre Comitán. Días después, deberá escoltar al prisionero de guerra, general Absalón Castellanos Domínguez. Maribel es tzeltal y tenía menos de quince años cumplidos cuando llegó a las montañas del Sureste mexicano. «El momento más difícil de esos nueve años fue cuando tuve que subir la primera loma, la loma del infierno, después todo se fue más facilito», dice la oficial insurgente. En la entrega del general Castellanos Domínguez, la Capitana Maribel es la primera rebelde que hace contacto con el gobierno. El comisionado Manuel Camacho Solís le da la mano y le pregunta la edad: «502», dice Maribel que cuenta los años de nacida desde que la rebeldía comenzó… Isidora. Insurgente de Infantería. Como soldado raso Isidora entra en Ocosingo el primero de enero. Como soldado raso sale Isidora de un Ocosingo en llamas, lleva horas sacando a su unidad, compuesta de puros hombres, con cuarenta heridos. Lleva también esquirlas de granada en los brazos y en las piernas. Llega Isidora al puesto de sanidad y entrega los heridos, pide un poco de agua y
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se levanta. «¿Adónde vas?», le preguntan cuando tratan de atenderla de las heridas que la sangran despintándole el rostro y enrojeciendo el uniforme. «A traer a los demás», dice Isidora mientras corta cartucho. Tratan de detenerla y no pueden, la soldado raso Isidora ha dicho que tiene que regresar a Ocosingo a sacar a más compañeros de la música de muerte que cantan los morteros y las granadas. La tienen que tomar presa para detenerla. «Lo bueno es que si me castigan no me pueden bajar de grado», dice Isidora mientras espera en el cuarto que le sirve de cárcel. Meses después, cuando le dan la estrella que la promueve a oficial de infantería, Isidora, tzeltal y zapatista, mira alternativamente a la estrella y al mando y pregunta, como niña regañada, «¿por qué?» No espera respuesta. Amalia. Subteniente de Sanidad. La risa más rápida del Sureste mexicano, Amalia, levanta al Capitán Benito del charco de sangre en que se encuentra inconsciente, lo arrastra hasta un lugar seguro. En vilo lo lleva y lo saca del cinturón de muerte que ciñe el mercado. Cuando alguien habla de rendirse, Amalia, haciendo honor a la sangre chol que lleva en las venas, se enoja y empieza a discutir. Todos la escuchan, aun por encima del ruido de las explosiones y los balazos. Nadie se rinde. Elena. Teniente de Sanidad. Llegó analfabeta al EZLN. Ahí aprendió a leer, a escribir y eso que llaman enfermería. De curar diarreas y vacunar, Elena pasa a curar heridas de guerra en su hospitalito que es también casa, bodega y farmacia. Con dificultad va extrayendo los pedazos de mortero que llevan en el cuerpo los zapatistas que van llegando a su puesto de sanidad. «Hay unos que se pueden sacar y otros no», dice Elenita, chol e insurgente, como si hablara de recuerdos y no de pedazos de plomo… En San Cristóbal, ya en la mañana del 11 de enero de 1994, se comunica con la gran nariz de piel clara: «Llegó una persona que está haciendo preguntas pero no entiendo el idioma, parece que habla inglés. No sé si es periodista pero trae cámara». «Voy para allá», dice la nariz y se acomoda el pasamontañas. En un vehículo sube las armas que recuperaron del cuartel de policía y se dirige al centro de la ciudad. Bajan las armas y las reparten entre los indígenas que guardan el palacio municipal. El extranjero es un turista que pregunta si puede salir de la ciudad. «No», responde el pasamontañas de nariz desproporcionada, «es mejor que vuelva a su hotel. No sabemos qué va a pasar.» El turista extranjero se retira después de pedir permiso y tomar video. En el entretanto la mañana avanza, llegan curiosos, periodistas y preguntas. La nariz responde y explica a locales, turistas y periodistas. La Mayor está detrás de él. El pasamontañas habla y bromea. Una mujer en armas le guarda las espaldas.
Un periodista, tras una cámara de televisión, pregunta: «¿Y usted quién es?» «¿Quién soy?», duda el pasamontañas mientras lucha contra el desvelo. «Sí», insiste el periodista, «¿se llama `comandante tigre’ o `comandante león’?» «¡Ah! No», responde el pasamontañas frotándose los ojos con fastidio. «Entonces, ¿cómo se llama?», dice el periodista mientras acerca el micrófono y la cámara. El pasamontañas narizón responde: «Marcos. Subcomandante Marcos…» Arriba los aviones Pilatus maniobran… A partir de ahí, la impecable acción militar de la toma de San Cristóbal se desdibuja, y con ella se borra el hecho de que fue una mujer, indígena y rebelde, quien comandó el operativo. La participación de mujeres combatientes en las otras acciones del primero de enero y del largo camino de diez años de nacimiento del EZLN queda relegada. El rostro borrado por el pasamontañas se borra todavía más cuando los reflectores se centran en Marcos. La Mayor no dice nada, sigue cuidándole las espaldas a esa nariz pronunciada que ahora tiene nombre para el resto del mundo. A ella nadie le pregunta el nombre… En la madrugada del 2 de enero de 1994, esta mujer dirige el repliegue de San Cristóbal rumbo a las montañas. Vuelve a San Cristóbal cincuenta días después, como parte de la escolta que guarda la seguridad de los delegados del CCRI-CG del EZLN al Diálogo de Catedral. Unas periodistas mujeres la entrevistan y le preguntan su nombre. «Ana María. Mayor Insurgente Ana María», responde ella mirando con su mirar moreno. Sale de Catedral y desaparece el resto del año de 1994. Como sus demás compañeras, debe esperar y callar…
En diciembre de 1994, diez años después de haberse hecho soldado, Ana María recibe la orden de preparar la ruptura del cerco que tienden las fuerzas gubernamentales en torno a la Selva Lacandona. En la madrugada del 19 de diciembre, el EZLN toma posición en treinta y ocho municipios. Ana María comanda la acción en los municipios de los Altos de Chiapas. Doce mujeres oficiales están junto a ella en la acción: Mónica, Isabela, Yuri, Patricia, Juana, Ofelia, Celina, María, Gabriela, Alicia, Zenaida y María Luisa. Ana María misma toma la cabecera municipal de Bochil. Después del repliegue zapatista, el alto mando del ejército federal ordena que nada se diga de la ruptura del cerco y que se maneje en los medios de comunicación como una mera acción propagandística del EZLN. El orgullo de los federales está doblemente herido: los zapatistas se salieron del cerco y, además, una mujer comandaba una unidad que les toma varias cabeceras municipales. Imposible aceptarlo, hay que echarle mucho dinero encima para que la acción no se conozca. Una vez por la acción involuntaria de sus compañeros de armas, otra vez por la acción deliberada del gobierno, Ana María, y con ella las mujeres zapatistas, son minimizadas y empequeñecidas… 2. El hoy… Ya estoy terminando de escribir esto cuando se llega hasta mí la… Doña Juanita. Muerto el viejo Antonio, la doña Juanita se deja caer de la vida con la misma lentitud con la que prepara el café. Fuerte todavía en el cuerpo, doña Juanita ha
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el Zemillero De la 4 anunciado que se muere. «No diga tonterías, abuela», le digo rehuyendo la mirada. «Mira tú», responde ella, «si para vivir morimos, nadie me va a impedir que yo viva. Y mucho menos un muchachito como tú», dice y regaña la abuela doña Juanita, la mujer del viejo Antonio, una mujer rebelde de toda su vida y, a como se ve, también de toda su muerte… Mientras tanto, del otro lado del cerco, aparece… Ella. No tiene grado militar, ni uniforme ni arma. Es zapatista pero sólo ella lo sabe. No tiene rostro ni nombre, igual que las zapatistas. Lucha por democracia, libertad y justicia, igual que las zapatistas. Forma parte de eso que el EZLN llama «sociedad civil», gente sin partido, gente que no pertenece a la «sociedad política» compuesta por gobernantes y dirigentes de partidos políticos. Forma parte de ese todo difuso, pero real, que es la parte de la sociedad que dice, día a día, su «¡Ya basta!» Ella también ha dicho «¡Ya basta!» Al principio se sorprendió a sí misma con esas palabras, pero luego, a fuerza de repetirlas y, sobre todo, de vivirlas, dejó de tenerles miedo, de tenerse miedo. Ella ahora es zapatista, ha reunido su destino al de los zapatistas en ese nuevo delirio que tanto aterra a partidos políticos e intelectuales del poder, el Frente Zapatista de Liberación Nacional. Ya peleó contra todos, contra su esposo, su amante, su novio, sus hijos, su amigo, su hermano, su padre, su abuelo. «Estás loca», fue el dictamen unánime. No es poco lo que deja atrás. Su renuncia, si de tamaños se tratara, es más grande que la de las alzadas que no tienen nada que perder. Su todo, su mundo, le exige olvidarse de «esos locos zapatistas» y la conformidad la llama a sentarse en la cómoda indiferencia del que sólo por sí ve y se preocupa. Todo lo deja. Ella no dice nada. Temprano, de madrugada, saca filo a la tierna
punta de la esperanza y va emulando el primero de enero de sus hermanos zapatistas muchas veces en un mismo día que, al menos 364 veces al año, nada tiene que ver con el uno de enero. Ella sonríe, admiraba a las zapatistas pero ya no. Dejó de admirarlas en el momento en que se dio cuenta de que sólo eran un espejo de su rebeldía, de su esperanza. Ella descubre que nació el primero de enero de 1994. Desde entonces siente que está viva y que lo que siempre le dijeron que era sueño y utopía puede ser verdad. Ella empieza a tener en silencio y sin pago alguno, junto a otras y otros, ese complicado sueño que algunos llaman esperanza: el para todos todo, nada para nosotros. Ella llega al 8 de marzo con el rostro borrado, con el nombre oculto. Con ella llegan miles de mujeres. Más y más llegan. Decenas, cientos, miles, millones de mujeres en todo el mundo recordando que falta mucho por hacer, recordando que falta mucho por luchar. Porque resulta que eso de la dignidad es contagioso y son las mujeres las más propensas a enfermarse de este incómodo mal… Este 8 de marzo es un buen pretexto para recordar y darle su tamaño a las insurgentes zapatistas, a las zapatistas, a las armadas y a las no armadas. A las rebeldes e incómodas mujeres mexicanas que se han empecinado en subrayar que la historia, sin ellas, no es más que una historia mal hecha… 3. El mañana… Si lo hay, será con ellas y, sobre todo, por ellas…. Desde las montañas del Sureste mexicano Subcomandante Insurgente Marcos 11 de marzo de 1996
Comandanta Ramona; unir las voces Al pueblo de México: Hermanos y hermanas: Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
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oy hemos venido hasta aquí, hasta el centro de este país que se llama México, para decirle a todos los mexicanos y mexicanas unas cuantas palabras que tenemos nosotros los zapatistas. De por sí es muy pequeña nuestra palabra de los zapatistas, pero su paso es muy grande y camina muy lejos y se entra en muchos corazones. Estos corazones que nos escucharon son de hombres, mujeres, niños y ancianos que quieren un país democrático, libre y justo. Estos corazones son los que nos ayudaron a llegar hasta el Zócalo de la ciudad de México. Estos corazones quieren lo mismo que los zapatistas queremos y lo que todos queremos. Queremos un México que nos tome en cuenta como seres humanos, que nos respete y reconozca nuestra dignidad. Por eso queremos unir nuestra pequeña voz de zapatistas a la voz grande de todos los que luchan por un México nuevo. Llegamos hasta aquí para gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros. Eso queremos, un México donde todos tengamos un lugar digno. Por eso estamos dispuestos a participar en un gran diálogo nacional con todos. Un diálogo donde nuestra palabra sea una palabra más en muchas palabras y nuestro corazón sea un corazón más dentro de muchos corazones. Para este diálogo nacional vamos a caminar mucho y vamos a dar muchos pasos. Nosotros estamos dispuestos a todo para dar estos pasos. Pero necesitamos que todos ustedes nos ayuden a caminar a todos los zapatistas, así como me ayudaron a mí a caminar hasta aquí. Hermanos y hermanas mexicanos: Yo soy la comandante Ramona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito Federal y a todos los lugares de México. Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros. Esta es nuestra palabra, hermanos y hermanas mexicanos. Gracias. Desde el Zócalo de la ciudad de México, Distrito Federal Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Comandante Ramona México, octubre 12 de 1996
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Abajo y a la Izquierda: Contra la Explotación, el Despojo, el Desprecio y la Represión De la 1 Se convierte en una de las figuras centrales del movimiento. Su hablar decidido se convirtió en palabras de lucha y de enseñanza. La Mayor Insurgente Ana María fue la responsable de la toma del Palacio Municipal de San Cristóbal de las Casas, el primero de enero de 1994. El último día de diciembre de 1993, entre la niebla de la montaña, bajó al mando de una milicia de cerca de mil integrantes para rodear al Palacio Municipal de donde arrebató la bandera que, posteriormente, se entregó a la Comandanta Ramona. La Comandanta Esther es una mujer tzeltal; de niña no sabía español ni aprendió a leer. Sufrió pobreza a tal grado de ver morir a cuatro hermanos. Ingresó al EZLN donde participó en la organización militar y la organización de las mujeres. Fue la principal oradora del EZLN, el 28 de marzo de 2001, en el Congreso de la Unión4, ante diputados y senadores de la Ciudad de México. Ellas se ganaron el derecho a dirigir las milicias del EZLN, no como consecuencia de derechos, sino como resultado de demostrar que podían realizar el mismo trabajo que los hombres. De esa manera se abrieron paso a los más altos mandos, exigiendo a los varones zapatistas el derecho de las mujeres a participar en la milicia. También, a organizarse como mujeres por sus propios derechos al interior de la comunidad. Los anhelos de Ramona, Ana María y Ester son para todas La Comandanta Ramona, al salir de su comunidad para buscar trabajo, vio que la situación de las mujeres era de despojo en todas partes. En el EZLN, entendió que las mujeres tenían que participar para cambiar la situación de las comunidades indígenas y de ellas mismas. Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse porque con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo que todos deseamos. Sólo podrá creerse en las palabras de paz del gobierno si su ejército no está apuntando a la cabeza de nuestros hijos. En la selva las niñas tienen desnutrición y cuando todavía no acaban de crecer ya son mamás. Si una mujer indígena tiene 30 o 40 años, su cuerpo parece viejo. La mayoría muere en el parto dejando a muchos niños huérfanos. No tenemos comida ni escuela, no sabemos castilla, sufrimos. Todo esto acaba con nuestra felicidad y salud. (Correa y Morales, 1996) La Mayor Insurgente Ana María, por su parte, ingresó al EZLN cuando tenía 14 años: …Cuando entré éramos sólo dos compañeras, sólo dos mujeres. En ese entonces éramos 8, 6, 9 en la sierra. Los compañeros nos enseñaron a caminar en la montaña, cargar las armas, cazar. Nos enseñaron ejercicios militares de combate y cuando aprendimos esos trabajos, nos enseñaron política. (Rodríguez, 1994)
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Ana María ingresó al EZLN por la necesidad de tener tierras y una mejor vida para los indígenas y para las mujeres: Yo cuando salí de mi casa y me enteré de que existía una organización armada, me decidí y me dije ¡yo también voy a tomar las armas!, porque uno de mis hermanos ya estaba; pero mis papás, la mayoría de mi familia no sabía nada. Entonces salí huyendo de mi casa y fui a buscar a mis compañeros para poder integrarme también y así pasé muchos años aprendiendo y participante en esto sin que mi familia se diera cuenta. (Pérez y Castellanos, 1994) La Comandanta Ramona participaba por la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas. Durante el Diálogo por la paz en San Cristóbal de las Casas, desplegó la bandera mexicana ante Manuel Camacho5, representante del gobierno mexicano y dijo: “Somos indígenas y somos mexicanas”, pero también entendió la necesidad de trabajar por cambiar la situación de las mujeres: Una de nuestras principales demandas es precisamente de nuestra situación, porque no somos tomadas en cuenta. Por eso exigimos que haya respeto, democracia y justicia, porque como somos mujeres y además indígenas pues no hay nada de respeto para nosotras. Exigimos también que haya vivienda digna, clínicas especiales para atender a las mujeres, porque para atender a los niños no hay adonde acudir, ni hay hospitales ni doctores. No hay educación para las mujeres, tampoco alimentos, sobre todo para los niños... Hay una esperanza de que algún día cambie nuestra situación. Es lo que exigimos. (Muñoz, 1996) El camino de las insurgentas Ramona y Ana María fueron las dos primeras mujeres que subieron a la montaña a integrar el grupo de zapatistas cuando apenas eran nueve en total. El primer camino que tomaron las dos insurgentas Ramona y Ana María fue al interior de las propias comunidades, con el fin de platicar con las mujeres. La presencia de ellas en las comunidades, su propia experiencia de transformación hizo que creciera el número de mujeres en las filas de la insurgencia zapatista. También ellas convencieron a jóvenes y a otras mujeres adultas de las comunidades para que se convirtieran en la base de apoyo del movimiento, de tal manera que la nueva palabra zapatista estuviera presente en las comunidades como un discurso alternativo al discurso de los hacendados y el gobierno. Construyeron, también, las correas de transmisión entre la dirigencia y las mujeres no combatientes. En febrero de 1994, la Comandanta Ramona integra la delegación zapatista en las Jornadas por la Paz y la Reconciliación después del asalto a las ciudades chiapanecas6, cuando el movimiento pasó de un movimiento armado a un movimiento político, al aceptar el diálogo después de las
presiones7 que la sociedad civil mexicana e internacional realizaron durante el periodo de enero a febrero de 1994, para evitar la represión a los pueblos indígenas que se habían levantado en armas. En las Jornadas por la Paz y la Reconciliación, de San Cristóbal de las Casas, el Subcomandante Marcos le entrega la bandera mexicana a la Comandanta Ramona para que la resguardara como esencia de la cultura mexicana. La Comandanta Ramona se convirtió en símbolo de la insurgencia y de las mujeres (Millán, 2014). Es depositaria de la bandera mexicana, del bastón de mando que le otorgó el Comandante Moisés y de la flor roja, emblema del zapatismo. El bastón de mando es el símbolo de autoridad de las comunidades indígenas, por lo que, al portarlo, también asume simbólicamente el mando de los pueblos indios. Los tres elementos se convirtieron en la simbología de la insurgencia. Salió de la zona zapatista para participar en la construcción del Congreso Nacional Indígena. En el zócalo de la Ciudad de México, frente a cien mil personas, se escuchó su voz en su escaso castellano: “Yo soy la comandanta Ramona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito Federal y a todos los lugares de México. Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros.” Antes había dicho: Hermanos y hermanas: Por mi voz habla la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Hoy hemos venido hasta aquí, hasta el centro del país que se llama México, para decirle a todos mexicanos y mexicanas unas cuantas palabras que tenemos nosotros los
zapatistas…Queremos un México que nos tome en cuenta como seres humanos, que nos respete y reconozca nuestra dignidad. Llegamos hasta aquí para gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros…” (Comandanta Ramona, 1996) En agosto de 1997, se celebró el Primer Congreso Nacional de Mujeres Indígenas en Oaxaca. Las mujeres indígenas llegaron de los distintos pueblos originarios de México. Eran mujeres amuzgas, chatinas, choles, cuicatecas, driquis, mam, mazahuas, mixes, mixtecas, nahuas, ñahñu, popolucas, purépechas, tlapanecas, tojolabales, totonacas, tzetzales, tzotziles, zapotecas y zoques. En el Congreso, reflexionaron en voz alta en sus lenguas, habladas casi en secreto y en el español como lengua vehicular. La Comandanta Ramona ocupó el centro porque todas querían estar cerca de ella, oír su palabra: “Pues, ´stá bien, compañeras, venimos varios pueblos indígenas pobres. Luchemos juntos lo que queremos. Porque si hay muchas divisiones no se puede hay que unir más, hay que organizar más, hay que enlazar más…Las mujeres no tienen valor para hablar, para organizar, para trabajar. Pero sí podemos las mujeres trabajar con mucho cariño con los pueblos. Muchas resistencias tuvimos que vencer para venir. Les da miedo nuestra rebeldía. Por eso en el EZLN nos organizamos para aprobar la Ley Revolucionaria de Mujeres. No quieren que nosotras participemos como ellos…El zapatismo no sería lo mismo sin sus mujeres rebeldes y nuevas. Las indias
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el Zemillero rones, permanecieron en los pueblos como resguardadoras de la niñez; también hemos levantado nuestra cosieron uniformes de la insurgenvoz y decimos: Nunca más un Mé- cia, prepararon los alimentos para el xico sin nosotras. Nunca más una ejército y mantuvieron la seguridad rebelión sin nosotras. Nunca más una en las comunidades. vida sin nosotras.” (Marcos, 2010) Posteriormente, en marzo de La Ley Revolucionaria de Mujeres 2001, tanto la Comandanta Ramona La palabra firme de la comandanta como la Mayor Insurgente Ana Ma- Ramona y de la Mayor Ana María ría y la Comandanta Esther, integran se encuentran en el centro mismo la Marcha por el Color de la Tierra8, del discurso zapatista. El primero en la cual durante 37 días, indígenas de enero de 1994 se da a conocer mujeres y hombres caminaron a lo la Ley Revolucionaria de Mujeres, largo de seis mil kilómetros, desde que fue consensada previamente en las montañas de Chiapas al zócalo las comunidades de la montaña de de la ciudad de México y, poste- Chiapas y que se promulgó antes del riormente, al Congreso de la Unión levantamiento armado. para defender los Acuerdos de San La Ley Revolucionaria de MuAndrés9 en materia de defensa de jeres se convierte en un disparador de los derechos y cultura indígena y derechos y de imaginarios para las buscar defender los acuerdos de la mujeres indígenas; muestra también Comisión para la Concordia y Paci- una tensión entre las subjetividades ficación (COCOPA), establecida en de las mujeres y los hombres dentro 1995, por la Cámara de Diputados de del zapatismo. Es más que una ley México y de Senadores encargada de feminista; es una propuesta política ayudar en el proceso de diálogo con para transformar las relaciones entre la insurgencia zapatista. mujeres y hombres. Para formular esa Ley, tanto El mensaje para las mujeres era Ramona como Ana María y Susana muy claro: trabajaron en las comunidades. La “Nosotras de por sí, ya estába- Mayor Ana María lo dice de la simos muertas, no contábamos para guiente manera: nada. No nos dejen solas. A todas “Para redactarla iban algunas les pedimos que luchen con nosotras. mujeres a las comunidades a platiLas mujeres llegaron a entender que car con las compañeras …Se fueron es importante su participación para juntando las opiniones de las mujeres cambiar esta mala situación; así están de cada pueblo y entonces, las que participando, aunque no todas, en la sabemos escribir, lo escribimos”. lucha armada. No hay otra forma de (Rovira, 1997) buscar justicia. Esta también es mi Tiene solo diez artículos y con nación, yo soy la nación, yo hago de ellos, toda la potencialidad de transmi nación un lugar donde mis hijos formar la realidad de las mujeres puedan vivir. Le hablo al pueblo de indígenas: (ver recuadro) México. Nuestro movimiento es La Ley Revolucionaria de Muindígena; al principio pedimos de- jeres es trascendente para las mujeres mocracia, justicia y dignidad; ahora indígenas porque alude a realidades también pedimos paz. Tenemos ham- que todas ellas viven cotidianamente. bre, nuestra comida está hecha a base Lejos está de tratarse de derechos de tortillas y sal, comemos frijoles abstractos, todos tienen que ver con cuando hay, casi no conocemos la la vida que viven, con las relaciones leche ni la carne. Nos faltan muchos en las que han estado atrapadas por servicios que tienen otros mexicanos. cientos de años. Por ejemplo, el (Correa y Morales, 1996) artículo séptimo referido al derecho En 2001, la Comandanta Es- de las mujeres a no ser obligadas a la ther, integrante de la Marcha del fuerza a contraer matrimonio y, por color de la tierra dijo ante el Con- lo tanto, a escoger su pareja, interpela greso de la Unión: prácticas ancladas en la costumbre “…Piensan que no valemos, relacionadas a la venta de las mujeres no sabemos pensar, ni trabajar y las niñas, a la entrega e intercamcómo vivir nuestra vida, por eso bio de las mujeres por los mismos muchas mujeres somos analfabetas, hombres de su familia. De ahí que porque no tuvimos oportunidad de se trate de uno de los derechos más ir a la escuela. Ya cuando estamos importantes que rompe el esquema un poco grandes, nuestros padres de sujeción en que se encuentran las nos obligan a casarnos a la fuerza, mujeres indígenas de Chiapas y de no importa si no queremos, no nos otros lugares del país. toman consentimiento, abusan de El artículo tercero, referido al nuestra decisión, a nosotras como derecho de las mujeres a decidir el mujeres nos golpean, nos maltra- número de hijos que pueden tener tan, por nuestros propios esposo o y cuidar, es correlativo del anterior familiares, no podemos decir nada porque se trata de derechos del ámporque nos dicen que no tenemos bito personal de las mujeres. En las derecho de defendernos…Como que comunidades indígenas, las mujeres no somos seres humanos. (Coman- tienen todos los hijos que pueden danta Esther, 2001) procrear desde que entran a la reproLa organización de las mujeres ducción, lo cual ocurre alrededor de en las comunidades fue la base para los 14 años, por lo que la maternidad la organización zapatista ya que las es una imposición justificada por la mujeres adultas mayores, las que no costumbre. A la 8 se podían integrar a la insurgencia, como las mujeres jóvenes y los va-
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Ley Revolucionaria de Mujeres*
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n su justa lucha por la liberación de nuestro pueblo, el EZLN incorpora a las mujeres en la lucha revolucionaria sin importar su raza, credo, color o filiación política, con el único requisito de hacer suyas las demandas del pueblo explotado y su compromiso a cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos de la revolución. Además, tomando en cuenta la situación de la mujer trabajadora en México, se incorporan sus justas demandas de igualdad y justicia en la siguiente LEY REVOLUCIONARIA DE MUJERES: Primero.- Las mujeres, sin importar su raza, credo, color o filiación política, tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el lugar y grado que su voluntad y capacidad determinen. Segundo.- Las mujeres tienen derecho a trabajar y recibir un salario justo. Tercero.- Las mujeres tienen derecho a decidir el número de hijos que pueden tener y cuidar. Cuarto.- Las mujeres tienen derecho a participar en los asuntos de la comunidad y tener cargo si son elegidas libre y democráticamente. Quinto.- Las mujeres y sus hijos tienen derecho a ATENCION PRIMARIA en su salud y alimentación. Sexto.- Las mujeres tienen derecho a la educación. Séptimo.- Las mujeres tienen derecho a elegir su pareja y a no ser obligadas por la fuerza a contraer matrimonio. Octavo.- Ninguna mujer podrá ser golpeada o maltratada físicamente ni por familiares ni por extraños. Los delitos de intento de violación o violación serán castigados severamente. Noveno.- Las mujeres podrán ocupar cargos de dirección en la organización y tener grados militares en las fuerzas armadas revolucionarias. Décimo.- Las mujeres tendrán todos los derechos y obligaciones que señala las leyes y reglamentos revolucionarios.
* Fuente: El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.
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Abajo y a la Izquierda: Contra la Explotación, el Despojo, el Desprecio y la Represión De la 7 El artículo octavo, que prohíbe los golpes y maltratos físicos por familiares y extraños, además del establecimiento de castigos severos para las violaciones o sus intentos, alude a erradicar la práctica de que los familiares de la mujer y del esposo puedan golpear a la mujer. Ello da cuenta del nivel de sujeción de las mujeres tanto por sus propias familias como por la familia política. De ahí entonces, que los tres artículos se entremezclan para otorgar un ámbito de libertad de las mujeres en torno a su propio cuerpo. Los hombres de su grupo familiar y de la comunidad, deben entender que las mujeres se están posicionando en otro lugar fuera del ámbito de sujeción tradicional de la familia y la costumbre. Se están apropiando de su cuerpo, de sus decisiones y con ello, establecen un cerco a las imposiciones que las marca. El artículo sexto refiere el derecho de las mujeres a la educación y entonces nos preguntamos por la necesidad de las mujeres zapatistas de decirlo de nueva cuenta. No basta con que ese derecho esté en la Constitución Política del país, porque la Constitución General no las incluye, no está pensada para ellas. Ellas tienen que volver a decir y, a decirse, que tienen derecho a la educación y al trabajo (artículo segundo). Tienen que volver a decir que las mujeres y sus hijos tienen derecho a atención primaria y a alimentación porque no obstante que se trate de derechos establecidos en leyes mexicanas y en tratados internacionales, a ellas no les alcanza. También, es una necesidad de decírselo a ellas mismas y a los hombres de la comunidad. Es, más bien, un grito de los derechos básicos con los cuales quieren transitar en esta nueva etapa. Tuvieron que irse a la montaña, hacer una guerrilla, tapar su rostro, para vestirse con los derechos que, si bien eran viejos para la sociedad mestiza, son nuevos para las mujeres indígenas. Los cuatro artículos que restan no son de menor importancia que los anteriores. Se refieren al derecho de las mujeres a participar en los cargos del propio EZLN. ¿Por qué tienen que estar expresados en la Ley Revolucionaria de Mujeres? Porque, a diferencia de otros movimientos, las mujeres no participan en la guerrilla portando un rol de mujeres: elaborar comida, asear ropa, etc., sino que ellas forman parte de las dirigencias y de las tropas. Por ello era necesario el artículo primero referido a participar en la lucha revolucionaria, de acuerdo a su capacidad. Ello está relacionado con el artículo noveno que señala el derecho de las mujeres a ocupar cargos en la organización y tener grados militares en las fuerzas revolucionarias. Debe hacerse, especial mención al artículo cuarto que rompe la autoridad masculina de las comunidades ya que se refiere al derecho
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de las mujeres a participar en los asuntos de la comunidad y tener cargo. Ello fractura la larga tradición de autoridad masculina donde los cargos de poder recaen en los varones del grupo; una costumbre de todas las comunidades indígenas de México, donde las mujeres participan en cuanto esposas o hermanas de quien tiene cargo. La comandanta Ramona y otras insurgentas elaboraron esta ley a partir de la escucha de las mujeres de las diversas comunidades indígenas. Durante el año de 1993, trabajaron en las comunidades, escuchando los dolores y clamores de las mujeres para elaborar la Ley Revolucionaria de las Mujeres. Pudiera parecer que se trata de una ley básica donde se reconocen derechos fundamentales de las mujeres, pero lo cierto es que se trata de propuestas que atraviesan las vidas de las mujeres, surgen desde los contextos rurales indígenas y tienden a transformar esas realidades. El feminismo crítico de México cuestionó la Ley Revolucionaria de Mujeres en el sentido de no incluir derechos reproductivos y el derecho al aborto. Sin embargo, se trata de un momento de la lucha de las mujeres indígenas, donde ellas establecen el camino para avanzar en sus propios derechos ya que reconocen cuáles son los nudos cotidianos en que están atrapadas como mujeres indígenas. Las herencias de las insurgentas Una de las primeras consecuencias de la participación de las mujeres en la organización fue la Consulta por el Reconocimiento de los Derechos y la Cultura Indígena, cuando entre el 14 y el 21 de marzo de 1999, salieron 2500 mujeres y 2500 hombres de las bases de apoyo zapatista para recorrer en parejas, los municipios del país, con la finalidad de difundir los Acuerdos de San Andrés, haciendo énfasis en las comunidades indígenas. Para las mujeres, ésta fue la primera vez que salían más allá de sus comunidades; viajaban a lugares remotos donde eran recibidas por personas desconocidas. Ahí, ellas expresaron su palabra en una ceremonia de iniciación hacia la política, desde ellas mismas. Cuando regresaron a sus comunidades, eran otras mujeres: se habían transformado porque la propia lucha provocaba en ellas un proceso de cambio. Y los cambios de ellas provocaron cambios en las comunidades: tomaban la voz, pedían otro trato del esposo, educaban diferente a las hijas e hijos; se reunían entre ellas asumiéndose como sujeto colectivo frente a los varones. Al diferenciarse como nosotras, fortalecían a la comunidad. La Comandanta Ramona murió en enero de 2006, doce años después de iniciado el levantamiento zapatista. En 1996, le trasplantaron un riñón donado por su hermano, con el cual vivió diez años más. Sin embargo, su herencia forma parte del legado de las insurgentas.
Las palabras de Ramona, de Ana María y de Esther, hicieron patente el país que desprecia a las personas por su color de piel, su pobreza y su nivel de estudios. Pero, también, hicieron ver las contradicciones que viven las mujeres al interior de las comunidades ya que los propios hombres de la familia las discriminan y violentan. Por eso es central la herencia de las insurgentas porque lejos de centrar el conflicto entre la etnia o el género, entendieron que no podía llevarse a cabo una revolución indígena si no había también una revolución de las mujeres. La Comandanta Esther en el Congreso de la Unión dijo: “…nosotras sabemos cuáles son buenos y cuáles son malos los usos y costumbres…queremos conservar nuestra forma de rezar, de vestir, de hablar, de curar, nuestra forma de trabajar en colectivo, de respetar la tierra y de entender la vida, que es la naturaleza que somos parte de ella...” (Esther, 2001) Su manera de hablar a las mujeres y a los hombres habla de otro punto de partida, de otro sentir. Cuando la Comandanta Ramona dice: “Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse…”, se refiere a que en las culturas indígenas se comprende con el corazón. El corazón es el centro de las personas, pero también del mundo vegetal y del mundo animal; en los pueblos indígenas todo late como un solo corazón. Es una manera de mencionar que todos deben caminar a un mismo ritmo, al ritmo del corazón. El corazón es el centro de la existencia. También, la alusión al corazón se refiere a que, si se siente el cambio en el corazón, entonces será posible
el cambio porque la transformación no es un asunto solamente de pensarlo, sino de sentirlo. Aquí, estamos en presencia de otra sensibilidad lejana a la racionalidad. En el taller Los derechos de las mujeres en nuestras costumbres y tradiciones realizado en San Cristóbal de las Casas, en marzo de 1994, las mujeres dijeron: “cuando participamos y nos reunimos con otras mujeres se siente fuerte nuestro corazón; si no hay organización, si no hay plática se sienten cerrados los ojos.” (Jaidopulu, 1999) ¿Por qué insisten las mujeres zapatistas en el dolor del parto, en la muerte de los hermanos y de los hijos por pobreza, por falta de alimentos? “… son ellas las que sienten el dolor del parto, ellas ven morir a sus hijos en sus brazos por desnutrición…También cargan su agua de dos a tres horas de camino con cántaro y cargando su hijo” (Esther, 2001). No se trata solamente de un reclamo de justicia social, sino de una heroicidad contra el etnocidio, de apelar a esa parte del México negado en los niños que nacen muertos o que mueren en la primera infancia. La metáfora de la maternidad negada, es la paradoja de hablar del dolor propio para mostrar el dolor del país. También se refiere a la maternidad como un acto colectivo porque en las comunidades indígenas, la maternidad no es algo que le ocurra a una mujer de manera individual, sino que la maternidad es un espacio de la colectividad desde la cual ellas entienden su lugar en la comunidad. De ahí la fortaleza de la figura “cargar el hijo”. Desde ese lugar, construyen
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el Zemillero la Comandanta Ramona, se han convertido en símbolos para las mujeres a ras de la tierra. Sus acciones desde abajo, sus palabras desde el corazón, nos hacen entender que el poder reside en ellas mismas, en la capacidad de cambiar por sí mismas y con eso, transformar el mundo y transformarnos a todas. Supieron, desde las montañas encontrar los pensamientos, encontrar las palabras para cambiar el mundo, aunque el mundo las quisiera recluidas en la sombra. Con su pensamiento, con sus pasos, subvirtieron el orden simbólico de las mujeres indígenas para mostrarnos otras formas de ser mujer indígena en la contemporaneidad.
De la 8 las herramientas para convertirse en sujetos políticos dentro y fuera de su grupo social. Son mujeres frente a los hombres de la comunidad y son mujeres indígenas frente a la comunidad nacional. (Jaidopulus, 1992: 16) En el siglo XXI, la herencia de las insurgentas se rehace en los diferentes talleres que tienen hoy las mujeres en sus comunidades. Las frases de las insurgentas se convierten en principios para actuar, en ejemplos. No todo está resuelto en las comunidades, pero hoy participan en las decisiones de las comunidades, se vuelve a leer la Ley Revolucionaria de Mujeres en las distintas lenguas y las jóvenes encuentran nuevos caminos para ponerlas en práctica, para hacerlas comunidad. Reflexiones finales La Comandanta Ramona, la Mayor Insurgenta Ana María, la Comandanta Esther, mujeres, pobres e indígenas son el resultado de las condiciones de injusticia social, miseria, represión en que han vivido las mujeres indígenas mexicanas durante más de 500 años. Por eso su voz articula las propuestas de las comunidades indígenas en la búsqueda de nuevas formas de ser mujer indígena, donde ellas sean capaces de apropiarse de su propia vida y decidir su destino en una apuesta colectiva: para todas las mujeres indígenas, junto con los hombres de las comunidades que también deben cambiar. Ramona, Ana María y Esther, son mujeres indígenas que tomaron las armas, pero más allá de eso, tomaron la palabra, se apropiaron de sus vidas para modificar los imaginarios y las existencias de las mujeres indígenas y de todas. Ellas expresan a las mujeres que cargan sus hijos en la espalda, hacen tortilla y frijol, pero también a las que se enfrentaron a los tanques militares con sus propios cuerpos. Son sus cuerpos los que han hecho frente a la represión durante todos estos años de la colonización y de la subordinación, dentro del México de ayer y el contemporáneo. Arrinconadas en lo más alto de las montañas, viviendo en barrancos, aisladas, son las que permanecieron analfabetas hasta que encontraron el lugar de la insurgencia como el lugar para aprender a condensar las voces de todas y mejorar sus vidas. Ellas anuncian otro porvenir, otras relaciones entre mujeres y hombres, otra forma de hacer gobierno porque hunden sus raíces en el conflicto de la tierra, en los del vasallaje, donde encuentran la dominación de sí mismas. Abren un horizonte de visibilización, localizado más allá de las razones de la modernidad, más allá de la unicidad, para mostrar la dualidad de las dominadas que hablan, piensan y construyen otros mundos. La Ley Revolucionaria de las Mujeres tuvo repercusiones más allá
Bibliografíua Correa, G. y Morales, S. (1996). “Ramona, jefa india de la guerra, trajo el pasamontañas, la bandera mexicana y un mensaje de lucha por la dignidad”, en Proceso, México: 12 de octubre de 1996. Comandanta Esther (2001). “Discurso de la Comandanta Esther en la tribuna del Congreso de la Unión”, 28 de marzo de 2001.
de los propios pueblos indios puesto que interpela al feminismo mexicano. Se trata de reconocer el lugar de donde parten las mujeres indígenas para avanzar en la obtención de derechos ante los propios varones del grupo y de la comunidad. Más que derechos abstractos, se trata de logros que liberan cuerpos, que hacen avanzar las relaciones y se convierten en libertades ante ellas mismas. Su concepto de derechos está definido desde la propia comunidad indígena, desde su ser colectivo. No se contraponen derechos individuales con los colectivos porque el reconocimiento de los derechos de cada mujer es la revaloración de todas las mujeres. Esta reivindicación es ante la comunidad local y el Estado Nacional. Las mujeres zapatistas realizan una redefinición de ellas mismas ante el discurso indigenista y el discurso hegemónico nacional que las quiere convertir en mestizas para que transiten al desarrollo. Ellas plantean seguir siendo mujeres indígenas como afirmación de su cultura y dentro de ello, cambiar. Con ello, interpelan el falso discurso de la modernidad como arrasamiento de las culturas indígenas como única opción. Acudieron al EZLN para cambiar las relaciones de los pueblos indios con el Estado; pero, lejos de servir sólo al propósito de que los hombres ganaran una guerra, cambiaron ellas mismas, cambiaron la relación con los hombres de su grupo. Con ello, participan de la invención de lo humano desde otra sensibilidad. Eran mujeres sitiadas corporal y militarmente, pero aprendieron, desde su condición pre-moderna, a
desarrollar el reconocimiento entre ellas, salir de su particularidad, leer su propia condición para poner un cerco a todos los ejércitos que las sitiaban; con ello asumieron la transformación de su mundo y se incorporaron a la transformación de la condición de las mujeres, en cualquier lugar del planeta. El ejercicio de los cargos de autoridad por parte de las mujeres insurgentas, dentro del EZLN es un ejemplo de la corporización del poder: cambiaron ellas, pero también cambiaron a los hombres. Ellas, siendo las otras, tomaron sus vidas en sus manos para modificar su destino y el de sus comunidades. Hacen resonar la tradición en el presente y con ello muestran la relevancia de lo que ha sido. Por eso sus acciones, su presencia y su muerte, en el caso de
Comandanta Ramona (1996). “Mensaje del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la celebración del 12 de octubre de 1996”,
EZLN (1993). El Despertador Mexicano, Órgano Informativo del EZLN, México, No.1, diciembre 1993.
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Abajo y a la Izquierda: Contra la Explotación, el Despojo, el Desprecio y la Represión
Porque ninguna niña vuelva a sentir culpa y miedo, por que ellas algún día puedan transitar libres y felices. Porque ellas puedan ser libres para volar papalotes”. Melina Alonso / Foto de @Usagii_ko
La luz que hace sombra a AMLO Cuando una mujer se sienta a jugar ajedrez con el autómata
por Itza Jacobo / colectivo de profes en la Sexta Esa pequeña luz es para ti. Llévala, hermana y compañera. Cuando te sientas sola. Cuando tengas miedo. Cuando sientas que es muy dura la lucha, O sea la vida, Préndela de nuevo en tu corazón, En tu pensamiento, en tus tripas. Palabras de las mujeres zapatistas. Clausura del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Feportivo y Cultural de Mujeres que Luchan. Caracol Zapatista de la zona Tzotz Choj. 10 De marzo del 2018)
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ace tres años en las montañas del sureste, las mujeres zapatistas convocaron a las mujeres del mundo a un espacio donde solo las mujeres podíamos estar, para sincerarnos; pues allí como lo dijeron las compas: “aquí no hay ningún hombre que te diga como ser”. En ese espacio, aprendimos que hay muchos feminismos, tantos como los colores de las flores, parafraseando las palabras de las compas para hacernos entender la diversidad. Hay tantos feminismos por que hay tantas formas de violencia machista, cada una se asume en uno según su rabia y dolor, cada una sabe que lleva en el corazón. Trascender la rabia y el dolor, a sido una tarea ardua, un quehacer que ha sido superado a través del colectivo, de la conjunción de la una que se mira en la otra y que empatan en rabia y en dolores callados, la rabia que gritan las paredes de la ciudad. Así, es como poco a poco las palabras de la comandanta Ramona se materializan. “Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse…”
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Entonces en el Caracol Morelia se hizo la obscuridad en marzo de 2018, para prender una vela y regalarnos una luz: “Llévala y, tal vez, luego llegue en tu pensamiento que no habrá ni verdad, ni justicia, ni libertad en el sistema capitalista patriarcal. Y tal vez vas a estar junto a nosotras cuidando que nadie apague ese fuego hasta que no queden más que cenizas.” No es un regalo cualquiera, es la luz que las mujeres del siglo XXI necesitamos para desarticular el mundo que se hizo desde la exclusión, el despojo, la explotación del sistema capitalista. Es la luz que nos deja ver como los poderosos siguen estructurando argumentos para legitimar el patriarcado como idea hegemónica, es decir la idea de que se puede someter al otro, arrebatar, robar, poseer, destruir. En
otras palabras, legitimar la muerte y soslayar la vida. Feminismo Y Ajedrez (Jaque Al Rey) Walter Benjamin, en sus tesis de la Historia, nos cuenta sobre un autómata experto en Ajedrez: “Según se cuenta, hubo un autómata construido de manera tal, que a cada movimiento de un jugador de ajedrez respondía con otro que le aseguraba el triunfo en la partida. Un muñeco vestido de turco, con la boquilla del narguile en la boca, estaba sentado ante el tablero que descansaba sobre una amplia mesa. Un sistema de espejos producía la ilusión de que todos los lados de la mesa eran transparentes. En realidad, dentro de ella había un enano jorobado que era un maestro de ajedrez y que movía la mano del muñeco mediante cordeles” Este autómata, que en el siglo XVIII parecía invencible, enfrento a Napoleón y a Benjamín Franklin, al último lo derrotó como era costumbre y al primero le lanzó por los aires las piezas al realizar un movimiento indebido, con lo cual se dio por finalizada la partida. El autómata estaba diseñado para no perder, nunca empatar, siempre ganar. En su interior un efecto óptico de espejos hacia creer al publico que el autómata era mecánico, pero en realidad un enano experto se encontraba manipulando al turco autómata. Ninguna mujer se sentó a jugar una partida con el autómata. Ningún
hombre pudo vencerle y cuando trataban de cambiar la jugada eran sorprendidos con un sobresalto del tablero. Pensemos analógicamente que el enano experto es la idea que nutre el sistema capitalista (la mano invisible), el turco la estructura social impuesta para la legitimidad de éste; instituciones, la llamada democracia por los gobiernos progresistas, los falsos discursos de bienestar social, la sustentabilidad que justifica el extraccionismo, los organismos internacionales, las políticas de control calidad de las empresas etc. Luego tenemos los países, el tablero. Algunos blancos, (piezas con las que jugaban los que siempre perdían), algunos negros y finalmente las piezas, la clase política, en su mayoría varones, algunos aun reyes y los que presiden en países del tercer mundo apenas peones. Allí es donde se encuentra AMLO como un peón del sistema, un peón que labra el terreno para reproducir la lógica del neoliberalismo. Ese autómata, construido en el contexto de la industrialización y el empoderamiento burgués a través de las ideas ilustradas y los métodos que emanan de ella para construir conocimiento y explicarnos la realidad desde el siglo XVIII y hasta el siglo XXI. No ha sido vencido, todo aquel hombre que buscó vencer a este turco, lo hizo con la convicción de vencer, de ganar. Algo así como el patriarcado jugando el juego con un patriarca, reafirmando su propia construcción. Quizá, al sentarse una mujer con el turco, ni siquiera pretenda iniciar la partida, no reconocería siquiera un contrincante. Allí frente al autómata la luz de las mujeres zapatistas reflejada en el tablero hace ver a los peones como una sombra larga y oblicua. Ganarle al autómata, representa haber usado sus propias piezas, su tablero y su lógica, lógica que por muchos años nos ha hecho invisibles. Así AMLO retomado en su discurso la lucha de las mujeres, tratando de reconstituir la dinámica del juego, provocando con alusiones machistas, la finalidad es mantener la partida activa. El movimiento feminista no pretende iniciar una partida con la intención de ganar, sino que ganará porque hay en juego algo más preciado que el poder, la vida. La vida que ha sido arrebatada a muchas mujeres para recordar cual es la regla del juego que el autómata regula a través del terror. Cuando se apago la luz en el caracol Morelia en el 2018, aprendimos que en la obscuridad es dónde más resalta la luz. Veremos arder al autómata y al enano que lo manipula, en los espejos de la ilusión óptica no podrá verse más que el fuego que está creciendo. Nunca más un mundo sin nosotras, nunca más una asesinada, no vamos a extinguir el fuego, aunque veamos las cenizas. ¡Que arda todo!.
el Zemillero
“Ya chole”,
Cambiar algo para que no cambie nada por Alma Zetkin egó al poder para no desmantelar nada, llego al poder tan sólo para reconfigurar y reconstituir al Estado criminal y corrupto y hacerlo más funcional al sistema necrocapitalisa, los partidos y los poderes facticos, con la falsa consigna de “la lucha contra la corrupción”.
Ll
Llego para reciclar en Morena a todos los partidos y crear una mole de mierda ya ni siquiera al estilo del profesor Frankenstein, sino una mescla viscosa, apestosa y que a los ojos de los votantes fuera apetecible para tragársela como pastel de betún con chocolate. Mezcla de pastor pentecostal, merolico de cuarta, locutor pasmado y mentiroso como los de Televisa o TV Azteca a los cuales rinde tributo, se inventó las mañaneras (¿marraneras?) para así poder influir y mantenerse o mantener en el poder a su cofradía de machos/misóginos, rateros, narcos, lavanderos del narco, corruptos, criminales y asesinos. Y por supuesto también traidores, arrepentidos, oportunistas, ambiciosos, cínicos e hipócritas del PRI, el PAN, el Partido Verde, las Redes Sociales Progresistas, pentecostales del final de los tiempos, apóstoles criminales como Hugo Eric Flores de la Luz del Mundo o de ese exabrupto de la Confraternice o (Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas) quien es el brazo pentecostal de Morena para cooptar a la masa de desesperados por hambre para que por cada hambriento un voto. Y no podían faltar también los caciques del sur en donde el VIO-
LADOR Félix Salgado Macedonio es su viva representación y próximo jefe de plaza en el Estado de Guerrero. Incluyo’ a embusteros como Alfonso Romo el mero presidente, al corrupto rey del carbón como Armando Guadiana y hoy senador por… Morena. Tiene entre sus huestes a falsos redentores renegados como Alejandro Solalinde, alimañas rastreras como Omarcito García Velázquez quien espera entre la turba a que le den una diputacioncita para vivir relajadamente al igual que Gestora Salgado por el resto de sus días presumiendo sus aires de victimas del pasado. Así, y con forajidos de la talla de Rene Bejarano, parásitos como Pablo Gómez que toda su vida se la han pasado de cámara en cámara o vividores corruptos como Napo Gómez Urrutia que de líder sindical no tiene nada y quien heredo del mero charro, su padre, el gusto por montarse encima de los trabajadores. Faltan más, pero con esto se refleja el vivo retrato de lo que es Morena: una síntesis escatológica de todo el espectro de inodoro que se ha venido reciclando, dependiendo de las crisis políticas y económicas como la presente donde todo ha
caído como ANILLO AL DEDO para los vividores de la política como López Obrador que llego’ para no cambiar nada: Tan solo reconfigurar el Estado, hacerlo mas factible a las necesidades de ciertos capitalistas amigos de la T Cuarta y utilizar los recursos hacendarios para comprar voluntades con sus programas electoreros, copia y calca de los que se reinvento’ Carlos Salinas de Gortari para legitimarse en el poder como aquel nefasto SOLIDARIDAD para controlar a los pobres, mientras amarraba el
Tratado de Libre Comercio, el hoy T-MEC de López Obrador quien vino para traernos un plan militarizado y bien sanforizado con un Morena síntesis de tanta miseria política de los tiempos pasados: Manuel Barttlet, Félix Salgado Macedonio, German Martínez, Manuel Espino (de el Yunque), Esteban Moctezuma Barragan, Miguel Torruco, Ricardo Monreal, Higinio Martínez, Miguel Barbosa de los chuchos, Elba Esther Gordillo, Jaime Bonilla, Carlos Lomelí y Alfonso Romo lo demuestran. (políticos miserables y criminales entre otros muchos otros) PD. Los Siervos de la Nación o agentes del Estado son meros chalanes, empleadillos que aspiran a ser como sus jefes.
el Zemillero es una publicación de la Interregional de Redes, Organizaciones y Colectivos de Resistencia y Rebeldía, o como se llamen, que construyen autonomías en sus respectivas geografías; adheridos a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona; un Nosotros que, en su quehacer cotidiano, se sujeta a los Siete Principios del Buen Gobierno de las Comunidades Autónomas Zapatistas.
Se edita bajo la responsabilidad de todos y cada uno de los colectivos que abajo y a la izquierda y, de acuerdo a sus tiempos y sus formas, se suman a la lucha por destruir al Sistema capitalista. Los artículos se publican tal y como lo envían colectivos y comunidades quienes son los responsables de su contenido. No hay “artículos de opinión”; se presentan tal cual llegan; que sean lxs lectorexs quienes formen su opinión a partir de la información. No hay tampoco artículos “editoriales”; en los casos de que es necesario complementar la información, esta tarea se encomienda a los Talleres de Periodismo Comunitario para que presenten el contexto del texto. Nos encontrarás en todas las geografías en las que se lucha por construir autonomía y también en: FB: Zemillero zapatista https://www.facebook.com/zemillero.zapatista y el Zemillero https://www.facebook.com/groups/2817346438376858/
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¿Qué significa romper el pacto patriarcal?
por: Yolanda Bear / Fundación Akrata para el Desarrollo Cultural /MGNoticias
E
l presidente de México Andrés Manuel López Obrador, declaró esta semana: “Ahora, con la simulación del feminismo, empiezo a escuchar «rompe el pacto, rompe el pacto, rompe el pacto» y me enteré lo que era eso hace cinco días porque mi esposa me dijo «rompe el pacto patriarcal, o sea. deja de estar apoyando a los hombres». Ahí cuando se habla de rompe el pacto, ya estoy rompiendo el llamado Pacto por México, que fue pacto contra México, o el pacto de silencio que establecieron los que desaparecieron a los jóvenes de Ayotzinapa, pero el otro pacto no. Son expresiones importadas, copias. ¿Qué tenemos nosotros que ver con eso, si somos respetuosos de las mujeres y todos los seres humanos? Pero también en eso se monta el conservadurismo”.
Con este suceso es claro que el feminismo y sus expresiones están presentes, pero no el entendimiento. Este comentario es un ejemplo preciso de los obstáculos que enfrentan las actoras de la lucha por los derechos de las mujeres y las acciones que contribuyen a que los niveles de violencia no sean menores. ¿Qué se le puede explicar al presidente y a todos aquellos que, sin quererlo expresar, están de acuerdo en él o no vean la trascendencia del pacto o mandato de masculinidad? Escribe Marta Fontanela que «el patriarcado es el sistema que establece derechos para el colectivo masculino sobre el colectivo femenino. Entre estos derechos masculinos se pueden enlistar la apropiación de la fuerza productiva y sus productos, de la capacidad reproductiva y de los cuerpos femeninos, ya sea de
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manera pacífica o violenta, como colectivo o de manera individual». Mientras Gerda Lerner apunta que el pacto patriarcal «es la defensa o normalización del abuso que estos derechos conllevan, a este pacto le ha tomado construirse mas de 2500 años, se ha formado a través de valores, costumbres, leyes y papeles sociales que establecen las funciones y la conducta que se considera eran las apropiadas a cada sexo». Con estas definiciones generales se puede contextualizar y explicar al presidente lo siguiente, según lo expresó Nydia Morales, antrópologa y colaboradora de Educación y Ciudadanía A.C. en entrevista para MG: “El sistema patriarcal es un sistema que se expresa en lo social, económico, político, simbólico favoreciendo la desigualdad entre hombres
tendimiento teórico político de lo que sucede a las mujeres y cuáles son los elementos contextuales de mentalidad e historia que hacen que el agresor y la agredida se encuentren en un contexto que produce violencia y victimización. La simulación no está en el feminismo, sino en la lucha de género de las instituciones al no poner especial cuidado en la desarticular este sistema que permite la violencia”. Segato considera que las políticas de prevención que ofrece el estado para la lucha por la perspectiva de género basan su quehacer en la prevención y este sistema debería establecer a profundidad los últimos 3 niveles que a continuación enumera y hacer con ello más real el trabajo de perspectiva de género y la disminución de la violencia contra las mujeres. Lo que el estado ofrece a la mujer ante un caso de urgencia ante la inminente violencia. (botón de seguridad, llamadas de emergencia, albergues, etc.) Legislación como intención de remedio ante los actos de violencia. y mujeres. Y en esta construcción Investigación detallada de donde no hay igualdad, cualquier los obstáculos que impiden que los acto de violencia –sea feminicidio, dos primeros niveles sean efectivos violación, acoso, descredito al tra- (justicia lenta y poco efectiva, falta bajo de las mujeres– es ignorado. Y de respuesta policiaca inmediata). cuando se denuncia es minimizado, Reparación del daño transforencubierto, justificado o culpa a las madora que garantice la no repetimismas mujeres por la violencia ción. que viven, que vivimos. Entonces, Transformación y comprensión cuando se dice «Rompa el pacto», de las estructuras que hacen que se le está diciendo que no sea omiso exista la violencia de género. con instituciones, autoridades, otros Decir que el feminismo en hombres o cualquier actor con poder México es una simulación solamenque pase por encima de una mujer o te establece un acto de descrédito niña. Es decir, dejar de apoyar, de ante las mujeres que alzan la voz, minimizar, de ignorar o justificar las que establecen y denuncian vioacciones de los hombres que violen- lencia contra sí mismas y las otras, tan a las mujeres y las niñas”. violencia que ante estos actos de En una reciente ponencia rea- descrédito y minimización de las lizada en conjunto con el Colegio autoridades la ley no se logra aplicar de San Luis titulada «Reflexiones en la realidad. El pacto de silencio para comprender las estructuras de existe y se fortalece al no considerar la violencia contra las mujeres», relevante la defensa de la autonola teórica feminista argentina Rita mía del cuerpo femenino como el Segato plantea que: primer paso del largo camino para “La transformación no puede garantizar y defender la soberanía llevarse a cabo si no existe un en- de la mujer.
Y el Bufón de Palacio no entendió; ni porque su mujer se lo intentó explicar... lo que es ser carente de entendederas... Ni modo, se ganó la mentada