8 minute read
Lazos creados a través de la alimentación
DRA. CLAUDIA SOBRADO LUNA | Docente Universidad Xochicalco, campus Mexicali
Relacionamos todas nuestras emociones hacia la comida, nuestras convivencias, tristezas y alegrías, y siempre terminan en una comida, por tanto, es necesario trabajar en el autocontrol
La “alimentación emocional cíclica”, se refiere a necesidad de comer cuando una persona está estresada o presenta ansiedad, sin embargo, después de comer, la persona presenta un sentimiento de culpa que nuevamente le genera ansiedad, depresión o estrés, llevándola de regreso al punto inicial dando lugar a un círculo vicioso del cual es difícil salir.
Este vínculo emocional con la comida tiene su origen desde el nacimiento, ya que el bebé establece un vínculo con la madre al experimentar alivio, calma, protección e incluso amor durante la lactancia. Es en esta etapa que se desarrolla una memoria emocional entre la alimentación y la confortación. No obstante, cuando la comida se convierte en una sustitución para enfrentar situaciones estresantes en bebés, niños o adultos, se convierte en un problema en lugar de un alivio.
Por ejemplo, si un bebé tiene hambre debido al tiempo transcurrido entre tomas de leche, satisfacer esa necesidad es simplemente abordar la demanda nutricional. Sin embargo, si el bebé acaba de comer y siente la urgencia de hacerlo nuevamente, podría indicar la necesidad de atención por parte de su cuidador principal, generalmente la madre. En ocasiones, esta conducta puede deberse a incomodidades que el bebé, dada su corta edad, resuelve mediante la ingesta de alimentos. Además, el entorno en el que se encuentre ya sea con mucho ruido, movimiento excesivo o dificultades para dormir, puede generar estrés en el bebé, llevándolo a buscar alivio a través de la comida.
En los niños, la conexión entre las emociones y la comida, generalmente es provocada por un adulto, cuando el niño acude al médico que tiene que aplicar alguna inyección, realizar un procedimiento o tomar alguna muestra, usualmente se premia o se condiciona su cooperación con un dulce, lo mismo ocurre en la casa, para premiar al niño por comer las verduras o comer bien, se otorga un dulce, si tiene algún mérito destacado se premia con llevarlo a comer algo de su preferencia, de tal
manera que, se cultiva esa necesidad de sustituir con la comida un sentimiento de gratitud o de éxito, y lo mismo sucede en sentido contrario, cuando el niño tiene un fracaso o se siente triste, se le consuela con un alimento dulce o con una salida a comer algo de su preferencia, fomentando así un arraigo en la relación entre la comida y las emociones.
En la edad adulta, la conexión entre la comida y las emociones se establece de manera similar. Cuando una persona experimenta depresión, tristeza, angustia, miedo o ansiedad, tiende a buscar consuelo en alimentos dulces, como comer helado en momentos de tristeza, consumir pan en situaciones de miedo, o disfrutar de un pastel en momentos de alegría o celebración. Es común que los seres humanos recurran a la comida como una forma de manejar sus emociones, lo cual no es necesariamente problemático. Sin embargo, la dificultad surge cuando no se logra establecer límites en el consumo de alimentos con alto contenido calórico, lo que puede llevar al sobrepeso.
Así, la alimentación emocional se convierte en un ciclo interminable. Inicia con la ingesta de alimentos como respuesta a la depresión, seguido por un sentimiento de culpa. Este ciclo perpetuo continúa, ya que la culpa provoca ansiedad, llevando nuevamente a recurrir a la comida como una forma de lidiar con la angustia y tristeza. Este círculo vicioso persiste hasta que se produce un aumento de peso, momento en el cual la persona vuelve a recurrir a la comida como respuesta a la depresión, al notar un cambio negativo en su apariencia física.
Por tanto, el problema no es asociar todos los eventos de la vida a la comida, el problema es el tipo de comida y la cantidad que se consume en cada ocasión. Cuando la persona tiene ansiedad no suele comer comida nutritiva, sino que consume comida rápida, comida chatarra, snaks o botanas de alto contenido calórico y grasas saturadas que generan una sensación de saciedad, pero a su vez contribuyen al incremento de peso.
Algunas causas que generan la sensación de hambre, ansiedad y, por consiguiente, necesidad de comer son las siguientes:
1. Permanecer mucho tiempo en casa. En ocasiones, las personas que pasan mucho tiempo en casa tienen una necesidad de estar comiendo muchas veces al día, esto puede ser debido al ocio, la falta de actividad física o económica o simplemente la cercanía a la cocina.
2. Falta de actividad física. Cuando las personas no realizan alguna actividad física, algún deporte o no hay movimiento en ellas, el nivel de ansiedad es mayor y el metabolismo es más lento, de tal forma que debido a que no tienen que salir con un propósito específico a hacer una actividad, permanecen en reposo viendo televisión, usando la computadora o el teléfono celular.
3. Redes sociales. La vida de las personas ha comenzado a medirse a través de las redes sociales, de tal forma que, el nivel de ansiedad de algunos individuos aumenta cuando no encuentran una respuesta deseada en ellas, es decir, si enviaron un mensaje y no fue respondido en forma instantánea la ansiedad se incrementa de tal forma que no logran controlar el hecho de no recibir respuesta, si algún conocido no ha reaccionado a una publicación les genera una sensación de vacío y que en breve se transforma en ansiedad y quieren sustituir la falta de atención con la comida.
4. Trabajo acumulado. Otro generador de ansiedad que genera sensación de hambre y provoca el deseo de comer comida chatarra, es el exceso de trabajo acumulado tanto en adultos como en jóvenes; en el caso específico de los jóvenes, cuando se sienten agobiados por las tareas o porque la fecha de entrega de trabajos es muy cercana, suelen saciar esa ansiedad comiendo y perdiendo tiempo privilegiado para terminar las tareas, de tal forma que, son ellos mismos quienes incrementan la carga de trabajo; aunado a esto, la comida que ingieren no es saludable, suelen comer cualquier cosa que esté a su alcance ya sea comida chatarra, dulces o bebidas azucaradas para tranquilizarse y después trabajar, sin embargo, después experimentan una sensación de cansancio o agotamiento y vuelven a caer en su círculo de no realizar las tareas lo cual les genera aún más trabajo.
5. Depresión. Algunas personas no necesitan aparentar tristeza para saber que están deprimidos, ya que la depresión se manifiesta de diferentes formas en cada persona, algunos efectivamente estarán tristes y llorarán cuando están deprimidos, sin embargo, otras personas manifiestan su depresión en otros aspectos como lo es el enojo constante, la necesidad
de dormir durante mucho tiempo, el agotamiento y cansancio físico, y por supuesto la necesidad de comer alimentos específicos como helados, chocolates, dulces y otros productos de alto contenido calórico que dan una sensación de satisfacción.
Sin embargo, es necesario identificar qué situación es la que ocasiona ansiedad en cada persona y una vez identificada la causa entonces lo más recomendable es establecer acciones que eviten caer en esa situación, además es recomendable realizar, en la medida de lo posible, las siguientes acciones:
1. Establecer horarios para comidas, colaciones y horarios de trabajo haciendo pausas, como pueden ser pararse cada 45 minutos para estirarse, comer en horarios establecidos y no antes, establecer los horarios para realizar trabajo, tareas y labores domésticas.
2. Evitar la compra de alimentos chatarra y tenerlos cerca, si se permanece en casa, eliminarlos o no comprarlos ya que la facilidad de tenerlos a la mano hace que puedan acceder a ellos, lo ideal es realizar la compra semanal incluyendo frutas fáciles de comer, verduras fáciles de cocinar o que lleven poco tiempo de preparación para poder tenerlas a la mano.
3. Disminuir la carga de trabajo, ya sea remunerado o no remunerado, debido a que cuando se tiene una larga lista de cosas qué hacer y si no hay una organización adecuada del tiempo, esa lista genera ansiedad y muchas veces se prioriza el comer antes de trabajar de tal forma que se genera un círculo vicioso de comer, no trabajar, volver a comer y así sucesivamente.
4. Implementar una actividad física, en el momento en que se tiene agendar la salida a un gimnasio, correr, caminar o incluso pasear al perro, se disminuyen las horas dentro de casa y por tanto el contacto con la cocina o los alimentos.
5. Permanecer lejos de la cocina, y si se trabaja en casa, evitar estar cerca de la cocina ya que evita la ingesta fácil de alimentos, buscar un lugar para trabajar en el que no se esté cerca del refrigerador.
Finalmente, las emociones juegan un papel relevante en nuestro patrón alimenticio, ya sea para bien o para mal; relacionamos todas nuestras emociones hacia la comida, nuestras convivencias, tristezas y alegrías y siempre terminan en una comida, por tanto, es necesario trabajar en el autocontrol para evitar caer en el ciclo de alimentación emocional y provocarnos a nosotros mismos un problema mayor como el sobrepeso, enfermedades cardiovasculares o cualquier otro tipo de problema físico y mental.