03 sep 2014 todo

Page 1

E

Año: 14 Número 337

l escenario de esta historia está conformado por una muy amplia y moderna casa de paredes amarillas y techo marrón. Gallardos caballos de paso altivo se pasean por los alrededores, dueños de su fina y natural elegancia. Experimentados jinetes van y vienen cuidando, entrenando y acicalando al contingente equino. También habitan los patios manadas de gallinas, patos, gallos, puercos y dos perros enormes y peludos, a quienes su dueño los presentará como sus guardaespaldas. Los círculos y otros espacios propios para mostrar toda la belleza del trote, competencias y jineteo de los briosos y bien peinados caballos nos daremos el gusto de visitarlos, pero en otra ocasión. De los dueños de este rancho mexicano diremos: son personas amables a más no poder. A continuación, leamos si este lugar en verdad existe y también quiénes son los personajes retratados en la portada de esta primera edición de septiembre de El Heraldo Hispano. Aquí doy su ubicación y revelo a los actores de esta historia. El rancho El Carretero es el hogar de la familia charra, los Piña, de Villanueva, Zacatecas. Este pedazo de México, diríamos, está ubicado yendo rumbo al este en la ciudad Des Moines, Iowa y su extensión es de 27 acres. Este, su servidor, estuvo allí ayer miércoles, a eso de las seis de la tarde, y tuvo la dicha de presenciar un tanto la vida y los afanes de un rancho mexicano. La particular estampa campirana me causó admiración y hasta me hizo sonreír. Y ¿habrá una manera de encontrar más fácil este lugar y venir hasta aquí, sin un guía, como lo hice yo hoy?, me adelanto a preguntar. -¡Fácil! -me responde José Antonio, el propietario de El Carretero-. ¿Puede ver aquella carreta antigua colocada allá el techo de aquella caballeriza? -¡Sí! La puedo ver. -Pues verá, si usted ingresa a Google y escribe: El Carretero, Des Moines, Iowa y luego entra para ver las imágenes satelitales verá, a vista de pájaro,

todo nuestro rancho y lo podrá reconocer porque verá la carreta colocada allí sobre esa altura. Esta es mi respuesta a José Antonio. -Pues, para otra vez cuando venga haré precisamente eso y así no correré el riesgo de no dar con este lugar. Ahora, hábleme del abuelito Félix Rodríguez. -¡Ah, ese señor si era rey en esto de los caballos y de la vida de rancho! El gusto por montar y vivir para criar y tratar caballos lo heredó a sus ocho hijos. O sea, todo este asunto de la charreada es herencia de ese nuestro abuelito querido. Y déjeme decirle: yo y mi hermano Juan, el propietario de City Furniture, trajimos esa herencia y gusto por los caballos hasta este país. Eso fue hace como once años y desde entonces toda nuestra energía y pasión está aquí, junto a todos estos caballos, gallinas, perros, patos y hasta pájaros del cielo y

24 Páginas

más allá. -Eso sí es la pura verdad -me queda decir a mí. José Antonio y su esposa María del Carmen han pasado esta herencia del abuelo Rodríguez a sus hijos: Cinthya, Marco y el pequeño Ramiro. Cinthya y sus primas presentan «escaramuzas charras» en ferias estatales y en otros eventos festivos. Montadas en sus caballos despliegan con galanura sus coloridos trajes, hacen bailar y trotar a sus bestias y de principio hasta el fin mueven al público a aplaudir. Pues, en ese mágico atardecer en el rancho de los Piña recibí toda una cátedra en cuanto al significado de las palabras: faena, mangana, peal, etc. También recibí una explicación de cómo un jinete lleva a cabo el paso de la muerte. Así me lo explica José: -Lo más hermoso; lo más

03 de Septiembre 2014

deseado para un charro es demostrar al público su audacia al llevar esa peligrosísima y mortal peripecia. -¿Y eso es cabalgar veloz por una llanura ancha y sosegada? -me atrevo a preguntar. -¡No, señor! El paso de la muerte es correr tras una yegua salvaje, aparearse a ella y luego saltar de la montura de su caballo al lomo de esa bestia corriendo en furiosa estampida, sujetarse de la crin; permanecer sobre ella, maniobrarla, controlar el brutal barajuste y vencerla. En mi mente, veo la emocionante y atrevida escena y quisiera contestar con la popular exclamación mexicana: “¡Chihuahua!” No lo hago. En cambio, me pongo un sombrero charro tejido con pelo de conejo; me tomo una foto con los jinetes Piña; y sin más, les digo. Adiós. Por: Oscar Argueta


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
03 sep 2014 todo by Heraldo Hispano - Issuu