04 mar 2015 todo

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Año: 14 Número 349

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engo mucho gusto de presentarle al personal de Crystal Clear Communications en West Des Moines, Iowa. Esto adelanto a decir: Todos aquí sonríen muy agradablemente y de inmediato caen bien. Y, pues como testigo y receptor de esa amabilidad, debo agregar: Todas esas sonrisas le agregan claridad al ambiente ya iluminado por cinco grandes ventanas, por donde entran sendos torrentes de luz. Ahora me apresto a darles la mano a los técnicos y espero un tanto para saludar a la gerente y administradores. Es mediodía y entran y salen clientes, unos firman contratos, otros inquieren los servicios sobre los múltiples servicios de Crystal Clear Communications. Un señor de apellido Martínez y su hija Jackeline están siendo atendidos por Cassandra Plaza. El caballero ha sido cliente desde hace cinco años y, como ha recibido tan buen servicio, ahora trae a su hija y en este momento ella está firmando su propio contrato. Para su información, estas escenas se han repetido ya por más de 15 años en estas oficinas, siendo interpretadas por personal sonriente y deseoso de servir con

eficiencia. Ahora regresemos en el tiempo hasta llegar a Provo, una ciudad enclavada en las montañas rocosas del estado de Utah. Allí, Julio Otáñez estudia ingeniería mecánica en la prestigiosa universidad de Brigham Young. El joven mexicano, oriundo de Ciudad de Obregón, Sonora, se aplica a sus estudios y participa con los grupos artísticos de la universidad. Esta noche participará en un Festival Internacional a realizarse en el Marriot Center. A esta gala artística asistirá Eva del Rocío Ortiz. La joven bella de ojos y pelo negro es originaria de Guayaquil, Ecuador. Es hija de un brillante músico guatemalteco y de una muy hermosa señora ecuatoriana. Las cortinas se levantan y aparece Julio, sonriendo y vestido con el esplendor de un charro mexicano. El público cesa de aplaudir y gritar cuando lo escuchan cantar la primera copla: “Dicen que por las noches no más se le iba en puro llorar…” ¿Quién es este Julio y por qué lo aplauden tanto?, se pregunta Eva del Rocío. En un número posterior, el aclamado artista sale con un grupo venezolano bailando salsa y luego forma parte del grupo

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andino tocando la zampoña, charango y bombo. A este punto, a la atenta joven solo le queda escuchar y admirar asombrada al versátil joven mexicano. Ahora baja la cortina y podríamos aplicar a esta historia la famosa frase en inglés: “The end.” A cambio de eso les pido sonreír, pues no fue así. Minutos después, Eva y su prima caminan hacia el estacionamiento y comentan sobre el galán cantante, músico y bailarín. En eso, ven con extrañeza caminar a pocos pasos de ellas al artista y estudiante. Un viento mágico pareció acercarlos. Eva, esperaba como saludo un beso en la mejilla. En vez de beso Julio le extendió la mano. Esa mano fuerte apretó la fina mano de Eva y el saludo se alargó en el tiempo y en el espacio. La luz de la mirada de uno, penetró en la mirada del otro. En ese lugar y de forma inesperada había nacido el amor. Y así digamos fue el gran principio de la historia de amor de los ahora propietarios de Crystal Clear Communications, en West Des Moines. En mayo de 1994, Julio Otánez recibió el título de Ingeniero Mecánico. De inmediato fue empleado por la famosa empresa Hirsh Industries, industria dedicada al trabajo con acero; y más tarde fue

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empleado por TFT Goodrich, compañía dedicada a la industria aeronáutica. Entre sus mayores logros durante sus trece años laborando como ingeniero mecánico, Julio diseñó y trabajó en la creación de las turbinas de los aviones Airbus, con capacidad para 500 pasajeros. Por su talento bilingüe, también fue enviado a Mexicali, donde administró una maquila valuada en 30 millones de dólares. Hasta aquí Julio es un exitoso profesional y su carrera va viento en popa. Sin embargo, las constantes ausencias por motivos de trabajo lo llevaron a considerar a establecer su propia empresa aquí, en West De Moines, cerca de su esposa y de sus tres hijas: Crystal del Rocío, Isabel Emperatriz y Teresa Carmelita. A esta ciudad del medio oeste habían arribado en 1984. Buscaron y no encontraron los servicios de televisión en español. Eso no podía ser, pensaron. Por eso, mientras Julio viajaba, Eva hacía crecer en su propia casa la pequeña empresa de cable en español.

Pasa a la pag. 21 Por: Oscar Argueta


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