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Año: 14 Número 335
a señora sonriente en la foto de la portada es Maruca. El bebé en sus brazos, María José, nació de una violación. Un día, Maruca, con el afán de ganarse la vida fue a vender ropa usada a la aldea El Camarón. Esa aldea está enclavada sobre unos cerros copados de pinos y queda muy lejos, pero muy lejos de mi pueblo San Luis. En el camino, unos hombres le salieron al paso y sucedió lo indecible. Maruca a veces tiene para comer; y otras veces aguanta hambre. Nada nuevo. Así la pasan miles de mis paisanos sanluiseños. La casita de Maruca es herencia de sus padres. En aquellos tiempos, los hijos, a menudo recibían su terrenito, sin ninguna prueba de legalidad. Recién, Maruca fue a parar la cárcel. Estaba acusada de usurpar lo ajeno. Estuvo encerrada una semana. Ahora está pagando una fianza por mensualidades. Gracias al cielo, el asunto de legalidad de la propiedad ya está aclarado. Maruca lloró su tragedia días y noches por varios meses. Cuando nació María José, Maruca se sintió más infeliz aún. No tenía cómo criar una nueva criatura. Con su hija de 15 años le bastaba y le sobraba. Con el paso de las semanas, María José fue creciendo y con la misma empezó a sonreír. Maruca sintió la ternura del cielo en esas sonrisas. Maruca, entonces, decidió amar a la criatura con toda su alma y dar la vida por ella, si fuera necesario. Y esto está haciendo Maruca en estos días. En mi reciente viaje a mi tierra natal, yo tuve el privilegio de conocer y pasar bastante tiempo con ambas mujeres. También Tuve la bendita oportunidad de cargar a María José en mis brazos, mimarla y arrullarla hasta ponerla a dormir. Nada del otro mundo para mí. Y les cuento, la bebecita también me sonrió a mí. Hasta este día, tengo grabado en mi corazón la mirada viva de sus ojitos negros y su millonaria sonrisita.
Es obvio, María José aún no sabe cuán desalmado puede ser el mundo y de cuánta miseria permitimos los hombres entrar a nuestro corazón. Maruca va por la vida lavando ajeno, limpiando casas, haciendo cualquier trabajo para sobrevivir. No va sola; va y trabaja con María José sobre su espalda. A su vez, María José a veces termina el día mojada con agua sucia, embarrada de lodo y untada de hollín. Y ustedes estarán pensando: “Quizá María José se enferma con frecuencia”. Sí, es la respuesta; pero, con fiebre o con gripe, María José sonríe. Y por qué no habría de sonreír. ¿Acaso, no tiene a su mamá Maruca para darle pecho y abrigarla? ¿Acaso no tiene de su parte a Dios, el más perfecto protector de todos los niños del mundo? Al final me tiene a mí y aunque en este
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momento mis lágrimas pueden hacer muy poco por ella, aun así escribo y lloro y ruego por su felicidad. Durante mi estancia en San Luis, me reuní con Maruca 5 veces para tratar asuntos de diversa índole. En cada ocasión Maruca fue puntual. Nunca tuvo excusa para no acudir a mi llamado. Con María José enferma o sana Maruca estuvo allí, lista y a tiempo. Los demás invitados llegaron tarde y un poco empujados. De algunos hasta escuché quejas. De Maruca solo vi y percibí interés genuino en dar lo mejor de ella misma. En mi vida he conocido a muy pocas almas grandes. Maruca es una de ellas. La foto, donde aparece Maruca amamantando a María José fue tomada sobre la ribera del río los Amates. Estamos almorzando pollo con crema
06 de Agosto 2014
y loroco, el platillo tradicional de mi pueblo. Noten la sonrisa de Maruca; noten también a María José. Mientras ellas ríen y reciben consolación del cielo, aquellos forajidos causantes de tanta maldad, ladrones de lo más sagrado en una mujer, nunca podrán tener la conciencia tranquila. Y si por algún caso la tuvieran por el momento cauterizada y sorda, no importa, el día vendrá cuando la vida les cobrará con creces su error. La hora no es aún, pero está a la mano. Para entonces María José y Maruca recibirán no una, sino varias coronas como premio a sus sacrificios y a su denodado afán. Yo, me apresto y les coloco la corona de mi amor. Si usted desea contribuir con una de estas coronas, favor de llamar al 319-385-3431. Por: Oscar Argueta