V
Año: 12 Número 282
ean los rostros sonrientes de todas estas señoras de la aldea Los Olivos, de San Luis Rey de Francia. Ahora, vean los pies de cada una de estas alegres aldeanas. Están calzados con chancletas donadas por los lectores del Heraldo Hispano, de Iowa e Illinois. Al fondo, una señora se ocupa en cerrar el zipper de una de las maletas vacías. Es la esposa de don Santos Maximiliano, el dueño de la casa. Pongan también la vista en la humilde fachada de la vivienda, levantada con tablas rústicas y sin pintar. A la derecha, un tramo de leña se alza en forma de pared. Observen también, unos tanates colgados por aquí; y, otros, guindados por allá. Al final, en el cuadro, prevalece un ramillete de mujeres sonrientes luciendo las chancletas de la felicidad. Habiéndonos deleitado con la foto de esta portada, ahora, acompáñenme a viajar hasta encontrar aquella lejana región de Guatemala, donde las personas aún reciben un par de chancletas, con un corazón agradecido y las manos temblando de felicidad. La hora es avanzada. El sol pronto se ocultará. Marlon Sanchinel va al volante; atrás, hemos dejado a San Luis y ahora subimos por un camino pedregoso y solitario. En la palangana, del picop de doble cabina, van dos maletas repletas de ropa y chancletas de variado diseño y color. Al avanzar, por una vuelta empinada, vuelvo la vista. La carga aún va segura. El espectáculo de la blancura de las cúpulas y fachada de la iglesia, captura mi atención. El Palacio Municipal, con su torre y tejado marrón, parece
desearme un viaje placentero y feliz. Veinte minutos después arribamos a Los Amates. Nos recibe un caserío adormecido, un puente y un río cantarín. Un grupo de muchachos se zambulle en la corriente fresca y, bajo la sombra de un árbol de Amate, unos campesinos, con machete al cinto, luciendo sombrero de palma, charlan libres de la esclavitud del tic tac del tiempo o de la cercana puesta del sol. En otros veinte minutos habremos arribado a Los Olivos, nuestro destino final. Jonás, un amable joven aldeano, sale a nuestro encuentro y ofrece ayudarnos con una maleta. La otra, la llevan seis muchachas. Todas sonríen de oreja a oreja y bajan la pendiente como si fueran gacelas pastando en una llanura primaveral. Yo desciendo por la quebrada vereda con el instinto bien afinado. Un trompicón por
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aquí, una reculada por allá, pero bien o mal, desciendo. En las manos llevo un maletín repleto de chancletas; en el corazón, felicidad. Hemos arribado al lugar donde entregaremos ropa, chancletas y amistad. Unas quince señoras ya nos están esperando. Otras veinte, están por arribar. Una docena de niños se ha acurrucado a esperar el sencillo obsequio. Un chiquito, con ojos de conejo, se pasea por el patio de la casa, sobre un caballito de plástico de color gris. Lleva un pie descalzo y, el otro, calzado con una chancletita azul. Todos esperan con paciencia, nadie se apretuja contra nadie. Una buena parte del educado público ya recibió: chancletas, camisa y pantalón. -¡Miren! ¡Aún queda por abrir esta segunda maleta!-. Esa frase apacigua las ansias del resto del grupo y les dibuja una
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sonrisa en los rostros quemados de montaña y de sol. ¡Milagro! Hubo ropa y chancletas para todos y aún sobró. Ahora viene el momento de los abrazos de despedida y de las fotos. -¡Tómenos una a nosotros!-, gritan los niños. -Quiero tomarme una, pero abrazando a las señoras-, le pido al fotógrafo. Mi clara intención es sentirme cerca de esas almas humildes y agradecidas. La mayoría rehúsa. Cuatro valientes traspasan los límites de la cultura y se acercan, no mucho… pero se acercan. El sol va ocultándose. En el camino de regreso nos caerán las cenizas de la noche. En mi corazón siento la abundante generosidad de los lectores del Heraldo Hispano. ¡Todo sea, por las chancletas de la felicidad!, sonrío feliz. Por: Oscar Argueta
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medicinas. A su paso, le salió un contingente militar. La bestia donde iba montado era robada y por eso lo habían perseguido para capturarlo. El pobre hombre trató de explicar su inocencia, pero nadie quiso escucharlo. Casimira Nuestra dicha no tendrá nombre Altamirano, la esposa del supuesto al amarnos esta noche con fervor. ladrón, viajó al pueblo, se dirigió Por: Desde aquí veremos las estrellas; a la cárcel y pidió visitar a su desde aquí el rumor de la fuente, Oscar esposo. mantendrá despierto nuestro amor. Argueta –Tengo mi brazo desgajado-, se Nos amaremos con sabor a miel; (Guatemala) quejó el prisionero. Con cada con amor joven y rojo de pasión. lamento el quejumbroso varón se Y nuestros cuerpos sobre pétalos, sentía morir. en vez de sentir la tierra helada; n aquellos tiempos, Casimira, en vez de ponerse arderá sobre llamas carne y piel. cuando América Latina era a llorar, sintió en el corazón una gobernada por dictadores, Nuestra dicha no tendrá nombre; explosión de fe. Abrazó al esposo Guatemala, mi tierra, vio y todo cuanto tengamos para dar: por la espalda, lo levantó del suelo nuestra carreta cargada de locura, sentarse en la silla presidencial, y, cuando ya tuvo control del la mirada larga de nuestros ojos, al más temible de esos tiranos: el adolorido cuerpo, metió su mano todo, pondremos todo, en el altar. General Jorge Ubico Castañeda. El derecha en el sobaco del brazo dictador en su afán, por impartir desgajado y auxiliándose con Ataremos las orillas de la noche, justicia, a los ladrones les cortaba con el cordel de nuestros deseos; la otra mano empujó, manipuló y esclava de nuestras voluntades, las manos y les arrancaba los los gonces sueltos y no cesó afrentada y vencida se dormirá, brazos. A los mentirosos les de trabajar hasta ensamblar los pero el amor los ojos no cerrará. abría agujeros en los labios y les huesos dislocados. Con nervios, cerraba la boca con un candado. músculos y huesos en su lugar, Nuestra dicha no tendrá nombre; A los adúlteros les cortaba las y si nos preguntan por qué es así, Clotilde, el torturado por mandato o por qué nos amamos esta noche, partes privadas y a los hijos de Ubico, sintió volver a la vida. como si el sol no regresara más: desobedientes les cercenaba las En ese mismo instante Casimira se amar es divino, diremos los dos. orejas. convirtió en la “sobadora oficial” Clotilde Portillo prestó un de toda esa comarca oriental. El Esta noche nunca será suficiente caballo a su amigo Cipriano para amar con la fuerza del mar. legado de ese oficio ha pasado Pocasangre. Necesitaba la bestia a hijos, nietos y bisnietos. Yo Por: Oscar Argueta para ir al pueblo a comprar mismo, en mi viaje en marzo a
EDITORIAL
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San Luis de Francia, recuperé del cuidado de la nieta, de esa primera sobadora, el tesoro de mi salud. Mi dolor en el hombro izquierdo no me lo causó el General Jorge Ubico Castañeda. En realidad no puedo culpar a persona alguna de ese agudo malestar. El dolor se agudizaba por las noches. Dormir solo por el hombro sano, me cansaba. Por el hombro enfermo, era imposible. En esos desvelos parecía fijarse en mi mente esta perturbadora idea: voy a perder mi brazo para siempre. El consejo de mis paisanos sanluiseños cuando me escucharon quejar, fue: Vaya con doña Felisa Portillo. Esa señora lo puede curar. Doña Felisa me pidió sentarme recto. A sus señas, levanté los brazos. La curandera de mirada apacible se colocó a mis espaldas, metió ambas manos en mis axilas, examinó, tocó, buscó la causa de mi dolor. Una vez percibido el mal procedió a curarme. Entre uno y otro masaje, rezaba. -Padre Nuestro bendice mis manos para llevar a cabo este milagro. No lo hago para ser alabada, sino para tu eterna honra y gloria… La curación acompañada del
místico susurro iba viento en popa. Los dedos de doña Felisa apretaban, sobaban y restauraban la parte dañada. Una voz dentro de mí afirmaba: “Ten fe. Esta buena mujer te está tocando donde necesitas recibir alivio.” En minutos, sentí correr por mis huesos adoloridos un delicioso calor. Por la calle iba sonriendo, caminaba como si hubiera vuelto a nacer. Al día siguiente, partí rumbo a la capital. En el aeropuerto tomé el avión; y, en horas, estaba de regreso en Mount Pleasant. Esa noche, al poner mi cabeza en la almohada, me asaltó un pensamiento. “¡No le pagaste a doña Felisa por sus servicios!” Ese pensamiento me hizo sentir como un condenado a muerte. A mi regreso a San Luis, en mayo pasado, corrí a la casa de mi benefactora, después de saludarla y agradecerle le pedí disculpas y ofrecí pagarle. -No me debe nada. Esta obra es de Dios. Yo solo soy su sierva. El salario yo lo recibo de allá arriba, pero en satisfacciones y en felicidad-, fue su respuesta. En mi corazón solo sentí el infinito deseo de responder. Amen.
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El Heraldo Hispano se encuentra en estos establecimientos comerciales:
Jet Stop Laundry 1301 E Washington Street (319) 385-4321
IOWA AMES Hy-Vee 640 Lincoln Way / 515-232-1961 West Hy-Vee 3800 Lincoln Way / 515-292-5543 BETTENDORF Azteca III 2400 Spruce Hill Dr. 563-344-2121 BURLINGTON Casa Fiesta, 2570 Mt Pleasant St. Lindo México, 622 Jefferson St. 319-753-9952 Trailways, P.O. Box 531 1-800-992-4618 Biblioteca Pública, 210 Court St. Burlington (319) 753-1647 CEDAR RAPIDS Panadería Lupita, 3300 Johnson Av. NW 319-366-1181 Tienda Don Miguel 2127 Wiley Blvd SW 319-396-2588 El Mercadito, 700 1st Av. NW 319-365-9733 El Rancho Mexican Restaurant 2747 16th Av. SW 319-298-8844 Tienda. Guanajuato, 3915 Center Point Rd NE 319-743-0081 Fiesta Del Sol Restaurante 4801 1st Avenue Southeast, Cedar Rapids, IA (319) 373-2477 Salsa del Río Resturant 209 3rd Street SE Cedar Rapids, IA 319-362-2627 COLUMBUS JUNCTION Dollar Store, 219 Main St. 319-728-8020 La Perla de México, 225 Main 319-728-8182 Santa Ana Bakery, 214 Main 319-728-5010 Taquería La Hacienda,120 North Main 319-728-8099 CORALVILLE El Dorado Mexican Restaurant 102 2nd. Ave. Suite C. 319-688-5237 Tienda Lupita, 108 2nd. Ave. Coralville 319-338-1282 El Centenario 895 22nd Ave. 319-631-4953 El Paso Taquería, 2020 8th St, Coralville, IA 319-358-8200 319-358-1741 CLIVE La Preferida - Mexican Market, 1800 NW 86th St. (515) 278-5806 Elegante Salon, 1800 NW 86th St. (515) 727-6058 Lara’s Bakery, 1800 NW 86th St, Ste 19 (515) 276-5589 DAVENPORT Azteca I Restaurant (Walnut Center)4811 N. Brady St. 563-386-6689 Azteca II, 2843 E. 53 RD St. El Rodeo Restaurant, 3566 N. Brady 563-445-1315 Los Agaves Mexican Grill 328 N. Brady Stree 563-386-5949 Tienda las 7 Luminarias, 903 W. 3td. St. 563323-5977 Tienda La Finca 916 W 2nd Street, 563-322-0041 DES MOINES La Tapatia 2, 4007 SE 13th St. 515- 256-3283 Pasteleria La Michoacana 1552 E. Grand Ave. Space B 515-265-0696 La Cruz Mexican Market, 3900 E 14th St. 515-264-9441 La Favorita, 1700 E. Grand Ave 515-262-5489 La Tapatía Market, 1440 Des Moines St 515-262-8097 Mundo Latino Insurance Agency 4601 SW 9th St 515-287-005 Tienda La Mexicana 1524 E. Grand Ave 515-265-8614 La Preferida Mexican Market 1800 N 86th St Clive 515-278-5806 La Michoacana Mexican Groseries 433 5th St. West Des Moines 515-255-5329 El Salvador del Mundo Rest. Salvadoreño, 2901 6th Ave. 515-244-5224 Tienda El Palomino, 3116 E. 14th St. 515-265-4410 Pasteleria Raquel, 1521E. Grand Ave. 515-263-9233 515-771-1825. Foto Fiesta 1521 E. Grand Ave 515-264-1999 Distribuidora Reyes 1605 Grand Ave. 515-770-5182 Paleteria La Michoacana 1552 Grand Ave. Suite B 515-265-0696 EVANSDALE El Señor Tequila, 3466 Lafayette Rd. 319-287-5352 FAIRFIELD La Hacienda Mexican Restaurant 2803 West Burlington IOWA CITY 4 Season, 1022 Gilbert Ct. Iowa City, IA 319-541-5228 El Peine Loco, 1930 South Gilbert St. 319-358-5710 Los Portales, 1402 S. Gilbert St. y Hwy 6 319-358-1308 Hy-Vee 1720 Waterfront Dr. (319) 354-7601 Tienda El Paso, 609 Hollywood Blvd. 319-338-3703 El Cactus Rest., 1921 Keokuk St. Iowa City 319-338-5588 Acapulco 2, 1937 Keokuk 319-338-1122 319-358-8182 Potentially Yours 1705 S. 1st. Avenue, 319-512-7593 Lucky Resale 1652 Sycamore St. (Sycamore Mall) 319-512-2486 MARION Villa’s Patio Resturante 433 7th Ave Marion, IA (319) 447-1101 El Perico 835 7th Avenue, Marion, IA (319) 373-8144 MARSHALLTOWN Los Tucanes, 15 S. 7St. Marshalltown 641-753-0508 Pan. Arcoiris, 28N 1st. Av.641-752-0714 Abarrotes Villachuato, 31 N, 1st. Ave. 641-752-2240 Carnicería y tienda La Salud, 17 N. 1st. St. 641-752-1741 Discoteca Mayra, 16 N. 7 St. Ave. 641-752-6602 Angel’s Store, 20 E. Main St. 641-844-9900 El Vaquero, 114 W. Main St. 641-753-0845 Grocerys Tortillería Gaytán, 505 N. 3 Ave. 641-753-6150 Hy-Vee 802 S. Center St. 641-752-4525 Lara’s Bakery, 707 North 3rd Ave. 641-752-0152 MOUNT PLEASANT Motel Heildelburg, HWY 34 E. 319-385-8968 Midtown Coin Laundry 420 N. Adams St. 319-385-3313
ADIOS Y GRACIAS El señor vietnamita lleva tres años viniendo a mi oficina para tratar de solucionar el caso de su esposa, cada Navidad me trae un regalo. Finalmente, después de apelar la denegatoria de su caso, logramos que el consulado de Estados Unidos en la capital vietnamita acepte su derrota, y le conceda la visa a su esposa y a su hijastro, justo a tiempo, antes de mi planeada mudanza a Nueva York. Este señor, que casi no habla inglés llega apresurado a mi oficina con un sobre: “Es para Usted”, me dice, en su inglés imperfecto. Abro el sobre y veo diez billetes de $100 cada uno. Le digo “No señor, no puedo aceptar esto, usted ya terminó de pagarme mis honorarios”. No acepta mis razones, haciendo repetidamente la venia, característica señal de respeto en muchas culturas orientales, me dice: “Esto es un regalo. Por diez años estuve separado de mi esposa. Es un billete por cada año de separación. Gracias a usted estamos juntos. Acéptelo por favor”. Otro cliente se entristece tanto cuando le doy las nuevas de mi inminente partida: él y su familia tienen muy poco, pero su señora me trajo tamales cuando lo saqué de la cárcel, y ahora están felices porque ya le conseguí una autorización de empleo. Me dice: “siento que me gané la lotería, usted ha cambiado mi vida, ya no ando con miedo, ya tengo licencia”. Rápidamente saca un billete, sólo uno, pero es un billete especial. “Licenciada, este es un billete de $2.00; yo lo tengo desde hace mucho conmigo, pero ahora se lo doy para que lo tenga usted y le dé suerte en Nueva York”. Tengo que aguantar la emoción: este hombre que tiene tan poco, me da algo valioso para él, la generosidad en medio de la carencia. Así podría llenar decenas de páginas, contando sobre la generosidad y decencia de los clientes a los que he tenido el privilegio de representar en los
trece años que llevo de abogada en Iowa. Mi familia y yo nos vamos a New Paltz, Nueva York, debido al trabajo de mi esposo. Es posible que venda mi práctica a otro abogado, y que me quede con una cartera de clientes reducida, solo con aquellos casos que pueda manejar desde lejos, y lo más probable es que en unos meses tenga que empezar de cero en Nueva York, como lo hice en Iowa. Quiero, desde estas páginas, agradecer al Heraldo Hispano, que me permitió llegar a sus casas y tratar de aconsejarles
“No olviden mis consejos legales: cuando busque un abogado, huya de aquel que no lo escucha, que le grita, que lo desprecia, que le increpa por haber venido ilegalmente...” para que no los engañen y para que, como decimos en mi tierra: no se dejen “pisar el poncho”, para que sepan cuáles son sus derechos. Quiero que nunca, nunca olviden que el estar ilegalmente acá no lo hace un ser de menor valor, y quiero instarlos para que inculquen en sus hijos e hijas la idea de que la única llave del éxito es el estudio. En vez de endeudarse y buscar padrinos para la quinceañera, endéudese y busque ayuda financiera para la educación de sus hijos. No hay otra salida para salir de la pobreza. No olviden mis consejos legales: cuando busque un abogado, huya de aquel que no lo escucha, que le grita, que lo desprecia, que le increpa por haber venido ilegalmente. Pregunte a sus amigos por referencias de abogados, no
se fíe de las páginas amarillas. Nunca acuda a alguien que no es abogado para obtener ayuda legal, como “notarios” o “consultores de inmigración”. Nunca se haga pasar por ciudadano norteamericano para NADA, ni para trabajar. No lleve consigo papeles “chuecos”, si los tiene, deshágase de ellos. No lleve consigo información sobre el sitio donde trabaja, como talones de cheques o carnet de identificación. Nunca, nunca, nunca deje de hacer su declaración de impuestos. Guarde cada pedazo de papel que sea evidencia de que usted ha vivido en los Estados Unidos, en unos años le va a ser necesario tener papeles como constancias de transferencias de dinero, contratos de arrendamiento, recibos por compras de muebles, records médicos o de la escuela. No los bote. Si usted es indocumentado y tiene un encuentro con las fuerzas del orden, sea respetuoso, pero tenga bien en claro que no tiene ninguna obligación de hablar con nadie. Tiene el derecho a mantenerse en silencio, no pueden obligarlo a decir de qué país es o cómo entró a Estados Unidos. Recuerde que cuando tome no maneje y cuando maneje no tome alcohol. Finalmente quiero agradecerles por haberme permitido llegar hasta sus hogares; por sus llamadas, por sus mensajes, sus citas en mi oficina; por confiarme sus casos y los de sus seres queridos. Los admiro mucho: su determinación, el amor y lealtad a la familia, su ética de trabajo son valores con los que me identifico plenamente. He aprendido mucho de ustedes. Les deseo la mayor de las suertes y si hay algún cambio importante en el ámbito de inmigración y mis amigos del Heraldo Hispano me lo piden, pues volveremos a estar en contacto. Hasta entonces.
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IDIOMAS DE UNA CIUDAD Emma Reverter escribió un artículo titulado: “Nueva York, la meca de las lenguas perdidas”. Primero pensé que era un buen título para un libro y segundo volví en mi memoria a las calles de esa ciudad. En el constante hormigueo de personas caminando por Manhattan y el enjambre de taxis, bocinas, y sonidos diversos. Uno puede elegir en qué dirección caminar y dejarse llevar por la marea humana. Cuando el oído se acostumbra a la rica estimulación auditiva, comienza a reconocer diferentes idiomas. Caminar en un grupo de personas que hablan en sus teléfonos celulares o entre sí, llega ser una experiencia única. La mente intenta descifrar los diferentes idiomas en bases de algunas palabras, sonidos guturales o la forma del lenguaje corporal cuando comunican sus pensamientos. “Si un lingüista quiere estudiar y documentar lenguas en peligro de extinción puede cruzar desiertos, atravesar selvas, navegar por ríos perdidos y vivir con tribus indígenas o ir a Nueva York. Se calcula que en la ciudad se hablan más de 700 lenguas y de éstas, la mitad podrían extinguirse antes de fin de siglo”, escribe Reverter. Ese dato no es menor. ¡Una ciudad con aproximadamente 700 lenguas! En el artículo, la autora explica, que una de las que esta en peligro de extinguirse, es la garífuna. “Originaria de África y que se hablaba en la isla caribeña de San Vicente, donde los garífuna llegaron tras escapar cuando eran transportados en un barco para ser vendidos como esclavos a América Latina. En 1796 los británicos expulsaron la comunidad garífuna y obligaron
a los que se quedaron a hablar inglés. El país de San Vicente y Las Granadinas se independizó del Reino Unido en 1979. Tras dos siglos de presencia británica ya no quedaba ni rastro de ese idioma en la isla”. Un músico que creció en Belice y actualmente vive en Brooklyn, se ha propuesto resucitar la lengua. James Lovell, desde un centro cultural de Bushwick, la parte de Brooklyn con más habitantes de América Latina y del Caribe, impulsó un taller para 70 niños
idiomas en vías de desaparecer. La danza y la música garífuna, fue proclamada en el 2001 e inscrita en el 2008 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Lovell afirma que, “«El garífuna fue una lengua estigmatizada en la Isla de San Vicente porque los ingleses difundieron rumores para atemorizar a la población. Los ingleses dijeron que los garífuna éramos caníbales para aterrorizar a sus esclavos y que no se atrevieran a acercarse a los negros libres”. Y esto es lo que Lovell considera que pasó en la Isla de San Vicente. «Walamiserun (esta es nuestra mala experiencia), Yurumei Negebuga Wagierabei» (la isla de San Vicente era nuestra casa). En el mundo se hablan más de 6.000 idiomas pero presiones culturales, políticas y económicas fuerzan a muchas comunidades usar la de otras comunidades de mayor tamaño. Los expertos estiman que cada dos semanas desaparece una lengua y que, a este ritmo, el 90% de las lenguas del mundo habrán desaparecido a finales de siglo. Una de las cosas que más disfruté de estar en Nueva York fue poder experimentar la diversidad de la cultura. Cuando volví a Iowa y sus alrededores, me di cuenta que nosotros también estamos inversos en un mundo de muchas lenguas. No serán las 700 de una sola ciudad, como Nueva York, pero nos sorprenderíamos si hiciéramos una revelación acerca de las lenguas que se hablan en las regiones donde llega El Heraldo Hispano.
“‘Se calcula que en la ciudad se hablan más de 700 lenguas y de éstas, la mitad podrían extinguirse antes de fin de siglo’, escribe Reverter.” y adolescentes de la isla San Vicente, para que aprendieran a cantar en garífuna. Lo ayuda el lingüista Daniel Kaufman, uno de los fundadores de Endangered Language Alliance (Alianza del Idioma en Peligro, ELA en sus siglas en inglés), con sede en Manhattan y que trabajan con las comunidades neoyorquinas que hablan idiomas en peligro de extinción. La misión de la ELA es documentar los idiomas, como el garífuna, el zaghawa (una lengua sahariana) o el mamuju (una lengua austronesia). Kaufman recorre Nueva York para grabar cintas de audio, filmar, fotografiar y documentar y de esa forma registrar esos
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LA REBELION DE LAS MASAS Y LOS 132 EN MEXICO El 1929, el célebre teórico de la comunicación social, el español José Ortega y Gasset, comenzó a escribir primero una serie de artículos en el diario madrileño “El Sol” y luego los compiló en el libro titulado “La rebelión de las masas (1930)”, que fue traducido a más de 20 lenguas y se usa hasta el día de hoy, como un libro texto en las facultades de periodismo de todo el mundo. En ese libro, Ortega y Gasset, aborda diversos temas sociales, como la llegada de las masas al poderío social, el “lleno” de las aglomeraciones de gente y a partir de estos hechos, analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa. De acuerdo al libro, la característica principal del “hombre-masa” consiste en que sintiéndose vulgar (o igual a los demás) proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer a instancias superiores a él. Hoy en día, otros estudiosos de los fenómenos sociales han rebatido a Ortega y Gasset, afirmando que no se puede englobar en un solo conjunto a un grupo indeterminado de personas, porque cada individuo posee características individuales y su propia percepción de su entorno. No obstante, nadie ha podido rebatir el concepto de que hay algo que une a todo el conglomerado para oponerse o apoyar un tema específico. Pasemos de la teoría a la práctica y examinemos lo que está ocurriendo, en el sur, más allá del río Bravo. En Venezuela, Bolivia y Ecuador, presidentes populistas, con alto porcentaje de aceptación popular, se han enfrentado, por primera vez a los medios de comunicación masiva de sus respectivos países, como una reacción a lo que ellos consideran como “un manejo interesado de la información pública”. El presidente Chávez se negó a renovar la concesión de una de las más tradicionales estaciones de televisión, acusándola de golpista; y el caso más sonado de Sudamérica fue el juicio entablado por el presidente del Ecuador, Rafael Correa, contra el diario El Universo, a quien acusó de calumnias e injurias. Mientras todo eso sucede en América del Sur, en México, en cambio, sucede algo diferente. El presidente Calderón mantiene una excelente relación con los medios de comunicación, en especial con las dos grandes corporaciones televisivas nacionales: Televisa y Tv Azteca. Los ataques a los medios tradicionales y principalmente a este duopolio televisivo
vienen de las masas. Sí, de las masas de estudiantes universitarios de diversas regiones del país. En días pasados, miles de jóvenes dejaron sus aulas universitarias para tomarse las calles de la capital mexicana y se dirigieron a pie hasta los exteriores de Televisa para exigir que esa empresa cambie su postura de apoyo frontal al candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto. Hasta ahora conocíamos que la opinión pública era “la tendencia o preferencia real o estimulada, de una sociedad o de un individuo hacia hechos sociales que reportan interés. La opinión social casi siempre es orientada por los medios masivos de comunicación social.” Sin embargo, en México vimos a un verdadero río de jóvenes, quienes se hacen llamar el movimiento Yo soy el 132”, en abierta oposición a los medios tradicionales. Con carteles pedían menos novelas y más transparencia en la información; más ecuanimidad; que sean más objetivos. No hay duda que algo está cambiando en el la correlación de fuerzas sociales en América Latina. Los medios de comunicación, en manos de familias tradicionales, de abolengo, están perdiendo fuerza, influencia, poder. Las masas de estudiantes mexicanos han demostrado esto, en las calles de las principales ciudades de su país. En Sudamérica, las grandes masas también lo han demostrado, pero de una forma silenciosa, manteniendo y aumentando el apoyo popular de los políticos que se oponen abiertamente a los medios. América Latina clama por la democratización de los medios de comunicación, para evitar que las grandes corporaciones monopolicen la opinión pública, con la sola finalidad de proteger sus intereses o los intereses de sus grupos económicos afines. Independientemente de lo que decidan las legislaciones nacionales, en cuanto a la propiedad de los grandes dinosaurios informativos, es indiscutible que algo está cambiando en la percepción social de las noticias, en la opinión pública. Con la entrada de las redes sociales, los ciudadanos tienen fuentes alternativas de información. Todos somos periodistas ny cualquier persona puede, con un mínimo de conocimiento en Internet, poner su propio canal de televisión, estación de radio o periódico digital en la Internet.
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NO LLORES POR MÍ
ARGENTINA Daniel y su familia vivían en zapatos se cubrieran de barro. Esta una hermosa casa en American Fork. vez el trayecto lo hicimos entra risas Cuatro dormitorios, garaje para dos y bromas, pero dudo que sea divertido autos y un inmenso jardín con vista si uno lo debe hacer a diario. Cuando a las montañas, eran algunas de las llegamos a la autopista tomamos un bus comodidades de las que solían disfrutar. urbano que venía abarrotado de gente, Él trabajaba como técnico en sistemas tanto era así, que en varias ocasiones de seguridad y con eso podía darle una el chofer hacia subir a los pasajeros vida cómoda a su familia. Dejaron su por la puerta trasera, aun cuando eso estadía en Utah tentados por una opción significara que no pagarían boleto. de trabajo en Canadá, que finalmente Después de cerca de 20 minutos de no prosperó. Ahora viven en Argentina. un incómodo viaje, llegamos al final del Él trabaja en lo mismo, colocando recorrido. Allí nos dirigimos a tomar el cámaras y alarmas, pero en este país tren hasta nuestra casa. La estación está el dinero que gana no es igual o peor que cuando suficiente, por lo cual, yo era niño. Se ve que no “Llamamos por la esposa también debe han invertido en nada, al teléfono a la trabajar. Viven en una menos, por los últimos casa a unos 50 kilómetros cuarenta años. agencia, pero de la ciudad, pero sin las Abordamos unos ellos se negaron a comodidades de antes. coches tan antiguos El mismo trabajo, pero enviarnos un auto, como las estaciones del aduciendo que no tren, pero se notaba que distintas realidades. Por negocios debimos despachaban autos, habían sido mejorados viajar a Buenos Aires para que pudieran seguir en días de lluvia, a rodando. Después de por una semana y, las calles que aún sentarnos y comenzar como argentinos, nos entristece ver el estado nuestro viaje, empezó un son de tierra.” en el que se encuentra desfile interminable de nuestro país. Hace vendedores ambulantes y muchos años atrás era uno de los personas que pasaban pidiendo limosna. mejores países de Sudamérica, hoy A viva vos unos ofrecían su encontramos: corrupción, falta de mercadería, unos vendían CD’s de inversión, desorganización, pobreza y música, para promocionarlos usaban delincuencia. Años y años de gobiernos grandes parlantes que a todo volumen “populistas” han alejado al país del haciéndonos escuchar, aunque no desarrollo. quisiéramos, cumbias, música brasilera Volviendo de la casa de Daniel y según decían, los últimos éxitos el y Adriana, donde disfrutamos de su verano. Otros, no vendían productos, generosidad y compañía, nos tocó vivir pero trataban de vendernos las más la experiencia que día a día deben pasar tristes historias de pobreza. No sé si aquellos quienes, en muchos casos, todas eran reales o no, pero de todas tienen que viajar hasta dos horas para maneras ellos estaban allí, tratando de llegar a sus trabajos. conseguir algunas monedas, para poder En el momento de salir de la casa sobrevivir a la crisis actual del país. llovía un poco, por lo que, nos pareció Finalmente nuestro viaje terminó en buena idea tomar un taxi. Llamamos nuestra estación, tan vieja y descuidada, por teléfono a la agencia, pero ellos se como casi todas. negaron a enviarnos un auto, aduciendo Estas realidades, que son comunes que no despachaban autos, en días de en muchos países de latino América, lluvia, a las calles que aún son de tierra. son los motores que nos han impulsado No quedaba otra alternativa: a muchos a buscar nuestro “sueño tendríamos que caminar. No fueron Americano”. muchas cuadras, tal vez dos o tres, pero El mismo esfuerzo, pero distintos fueron suficientes para que nuestros resultados.
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Excelente libro, traducido al español El Don Divino es una apasionante historia real de triunfo sobre la tragedia. El escritor iowano, Charles Allen, comparte una parte con el mundo hispano, el interesante relato de su asombrosa historia, al tener que enfrentar la muerte de cinco miembros de su familia inmediata, entre ellos su querida esposa, todos ellos afectados por enfermedades terminales, como el cáncer y la fibrosis cística. Allen hace el lanzamiento de su libro traducido completamente del inglés a un español fluido de fácil lectura, e incluye pasajes de su diario personal, para revelar los detalles del sufrimiento emocional y espiritual que le tocó vivir al enterarse que su hijo primogénito padecía de una enfermedad terminal, que no le permitiría vivir, más allá de los cinco años; sin embargo, gracias a los cuidados de él mismo y de su amada esposa el enfermo logra sobrellevar su enfermedad hasta llegar a la adolescencia. El libro revela el poder de la fe y del amor familiar para sobrellevar la tragedia de perder a uno o varios de sus miembros. I N G E N I O Las noches de desvelo junto a los enfermos, sabiendo que podría morir en cualquier momento; las oraciones silenciosas, pidiéndole a Dios, que termine de una vez con el sufrimiento del ser amado, aunque sabían que eso significaba no volver a verlo; la esperanza en una existencia más allá de MidAmerican Energy está dedicado a usted y el medio esta vida terrenal. ambiente. Este compromiso hizo que se desarrollaran Muchas ® nuestros aclamados programas EnergyAdvantage veces, las “Energía Avanzada”, los cuales ayudan a todos a Save familias que some green® “Ahorrar algo de dinero.” Ya sea que atraviesan por este tipo de desee mejorar la eficiencia de la energía en su casa o situaciones se apartamento, granja, fábrica u oficina, MidAmerican tiene sienten solas y un programa de eficiencia energética perfecto para usted. discriminadas; tienen que lidiar, al mismo tiempo, con la pena de ver sufrir a un ser querido y pagar millonarias cuentas por servicios médicos, www.MIDAMERICANENERGY.com sabiendo a ciencia
Eficiencia energética hacia usted
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cierta que de todas formas sus esfuerzos serán en vano. Ponemos a consideración de nuestros lectores de El Heraldo Hispano, este libro y los invitamos a adquirirlo al módico precio de $17.95 por cada ejemplar. Los interesados lo pueden ordenar llamando a los siguientes números: 1-855453-2204 (en inglés) y al 319385-3431 (en español); o en la internet, visitando: www. allynhousepublishing.com. Buena suerte al escritor Charles Allen y muchas gracias por compartir con nuestros lectores y nuestra comunidad una obra tan valiosa y útil para las familias que afronten por similares situaciones; y también para las familias que, aunque no tengan ningún enfermo terminal, quieran aprender el valor de la fe y del amor dentro de las cuatro paredes de su hogar. La tienda Lucky Resale se muda a Mount Pleasant La tienda de productos
nuevos y usados, Lucky Resale, de propiedad de Arik Akers, ubicada en el Sycamore Mall, de Iowa City, se traslada a la ciudad de Mount Plesant. Iowa. Al menos el 30% de los clientes de esta tienda son inmigrantes latinoamericanos, quienes acuden regularmente a este negocio para aprovechar las continúas ofertas en ropa, mueblería, electrodomésticos, juguetes, etc. En Lucky Resale, los hispanos pueden comprar tarjetas telefónicas para llamar a sus países; pagar sus biles; banderas de todos los países de América Latina, llaveros, camisetas de las selecciones nacionales, gafas y muchas otras novedades. La tienda estará ubicada en el 123 N. Main St. de Mount Pleasant, en un amplio y cómodo local, muy cerca de la plaza principal y al lado de las salas de cine. Su propietario espera abrir las puertas al público antes de que finalice el mes de junio. Buena suerte y éxitos.
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DOS FOTOS
Jacob Filadelfia (5 años) infusión amarga que sorprende de la respuesta. Me pregunto tenía algo que preguntar al por qué la foto sigue colgada a los desprevenidos, las tortas presidente Barak Obama cuando después de tres años, donde fritas más ricas con la lluvia, los acompañó a su padre hace tres otras solo están un suspiro, en guisos cuando llegaron los fríos, años a la Casa Blanca. La foto la pared de la Casa Blanca. el asado y el amor por el fútbol. que capta ese momento ha ¿Qué es lo que transmite que Ese país enclavado entre dos permanecido donde usualmente sigue ahí como un símbolo? gigantes, se llama Uruguay. Su se sitúan esas instantáneas. Quizás un recordatorio de que presidente también es noticia, Ha estado más tiempo que Jacob vio a otro ser humano y por donar el 90 % de su salario cualquier otra. no su investidura presidencial a fondos de ayuda social, Jacob le preguntó en voz tan y que va más allá de nuestras unos 12.500 dólares (250.000 baja, que el presidente le pidió preferencias políticas. pesos uruguayos). Vive solo que repitiera lo que había dicho. Estoy convencida que con 20.000 pesos (unos mil “Quiero saber si mi pelo es momentos sencillos como dólares) porque “con ese dinero como el tuyo”. Como respuesta ese puede darnos lecciones me alcanza, y me tiene que Obama inclinó la cabeza y le profundas. Que nos motiven o alcanzar, porque hay otros dijo: “¿Por qué no lo tocas uruguayos que viven y lo compruebas por ti con mucho menos”. “Su presidente también es mismo?”. El niño le tocó Su patrimonio el pelo. “¿Qué te parece?”. está en noticia, por donar el 90 % de 1.945avaluado El niño contestó: “Sí, dólares (un parece igual”. su salario a fondos de ayuda auto Volkswagen David Axelrod, asesor y vive en una social, unos 12.500 dólares Fusca), de Obama desde hace chacra de las afueras tiempo, tiene una copia de (250.000 pesos uruguayos). de Montevideo. La la fotografía en cuestión última semana, una enmarcada en su oficina Vive solo con 20.000 pesos foto del presidente José de Chicago. “No hace falta Mujica, recorrió varios pensar mucho para pensar (unos mil dólares) porque “con periódicos del mundo. lo que el niño pueda estar ese dinero me alcanza, y me Se lo ve con una tapa pensando: ‘Tal vez algún inodoro saliendo de tiene que alcanzar, porque hay de día yo podría estar aquí”. la ferretería cerca de su El fotógrafo que tomó otros uruguayos que viven con casa. Cuando salió de esa foto, Pete Souza, sabe hacer su compra recibió que uno puede reconocer mucho menos...” una invitación informal cuando estás en un de ir hablar, a dar una momento único. En ese charla motivacional a caso, admite, que no se un grupo de jóvenes de un percató de la dimensión que la nos hagan ver las posibilidades humilde club de fútbol que esta imagen podía tener por sí sola. que de ninguna otra forma peleando para subir a primera “Creo que a la gente le llama veríamos. Si tan solo elegimos división. Con la tapa del la atención el hecho de que el ver esas enseñanzas diarias, inodoro recién adquirida, en la presidente de Estados Unidos viviremos en una clase mano, brindó una sencilla charla estaba dispuesto a agacharse intensiva, donde lo que nos de aliento a los futbolistas. Les y dejar que un niño tocase su rodea será un poderoso maestro. prometió “comer un asadito cabeza”. Hay un país pequeño en con ellos, si el club asciende a A veces, una imagen vale América del Sur, que es muy Primera”. que por mil palabras; y es cercano a mi corazón y donde Estos dos fotos no tienen poderosa en transmitir múltiples pasé casi dos años, hace más como figura central al presidente mensajes. Al mirarla yo veo a de una década. Gente sencilla de Estados Unidos o al un niño pequeño, que al ver a y trabajadora, que abrían presidente de Uruguay, o quizá las puertas de su casa a una un hombre con el pelo parecido sí. El punto más importante es extranjera y compartieron al suyo quiere salir de la duda. la reacción que ambos tuvieron su mesa, su tiempo y sus Veo la espontaneidad de su en un momento dado. tradiciones. El mate, una pregunta y la espontaneidad
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EL SOMBRERON Vos sabés bien que yo quiero mucho a la abuelita, porque siempre cocina cosas sabrosas para que todos comamos pero, a veces me cae mal, porque creo que adivina como detective, de esos que uno lee en novelas de policías y ladrones. A la que detesto sin necesidad de nada es a la Chayo (1) mi hermana grande, (2) porque me molesta mucho. Fijate que hace poco, no era de comer y como tenía hambre, fui a la cocina y al desatapar ollas, descubrí que la abuelita había hecho envueltos de pacaya (3) para la cena y, después de ver para uno y otro lado, saqué uno y me lo comí. Estaba tan sabroso que me comí tres. Tuve cuidado de acomodar los que quedaron para que no notara que hacían falta. Cuando tapaba cuidadosamente la olla, oí ruidos como de pasos pero creí haber oído mal, y salí a la calle a jugar una “chamusca” (4) con mis amigos de la cuadra (5). ¡Ay vos! cuando a eso de las 7 de la noche me llamaron para cenar, justo en la puerta de la cocina estaba la abuelita con esa cara que pone cuando va a regañarme. Me acordé de los 3 envueltos y puse cara de “yo no fui” pero, como la abuelita parece detective, no tardó en descubrir que sí, yo fui quien atacó la olla. Cuando puso sus manos en la cintura exclamó: -¡Ajá! Con que te comiste los envueltos para la cena. Le sonreí porque una vez la oí decir a una vecina que me miro bien chulo (6) cuando sonrío, pero ese día creo que estaba ciega o no quiso mirarme porque agregó: -Como te los comiste, sólo hay uno para vos, y para que no te quedés con hambre, te voy a poner un “muñeco” (7) de tortillas. Me resigné al castigo, pero en ese momento oí una risita que la abuelita no oyó porque está algo sorda. Al salir al corredor allí estaba la Delfina con el brazo izquierdo levantado, y el derecho sobre su panza, como si tocara guitarra, y muy bajito cantó la canción de “charango
mango” (8). Yo quería jalarla de las trenzas pero, con la abuelita cerca era peligroso. Esa noche de casualidad la abuelita contó una historia de “El Sombrerón” que según dijo, es un ente del mal que se presenta vestido de negro con un sombrero tan grande, que parado es de su altura, porque es chaparrito con espuelas de plata, y con su guitarrita de cajeta, canta cosas bonitas a las patojas que tienen el pelo largo y si lo oyen y le abren la ventana se enamoran de él, y se ponen como “idas” (9) y, que al morir, se gana su alma. Después de oír la historia de miedo que contó la
me despertaron sus gritos y porque de un golpe abrió la puerta de mi cuarto. No fue al de la abuelita, porque había ido a la panadería. Le hubieras visto el pelambre vos, porque cuando se peinó descubrió que tenía el pelo trenzado y como seguro se acordó del cuento de la noche anterior, entró llorando con el peine en la mano lleno de pelos gritando que buscara el agua bendita que mantiene en su cuarto la abuelita, que no había encontrado. Yo sabía para qué la quería porque según pensaba, con ella se le quitaría el maleficio de “El Sombrerón”. Le respondí que si no la encontró, sería porque no tenía, y que las 6 de la mañana no era hora para ir a casa de una vecina a pedir que le regalaran un poco de agua bendita. En ese momento la puerta de calle se cerró, señal segura de que la abuelita había regresado y como ya te dije que me ve como si tuviera cara de libro, y lee lo que pienso, dije a la Delfina que se fuera y me dejara dormir. Ella, que también había oído que la abuelita regresó de la panadería, corrió chillando como loca a la puerta con el pelo alborotado y el peine en la mano. ¡Ay vos, hubieras visto lo que pasó después! Como ya se me cansó la mano de tanto escribir, la próxima vez termino de contarte Sólo te recuerdo que dice mi mamá, que no se te olvide mandarle el Moner Order, y no te olvidés de mis lenes porque vos, ahora no tengo nada de pisto (10). El Carlos
“Le hubieras visto el pelambre vos, porque cuando se peinó descubrió que tenía el pelo trenzado y como seguro se acordó del cuento de la noche anterior, entró llorando con el peine en la mano lleno de pelos gritando que buscara el agua bendita que mantiene en su cuarto la abuelita...” abuela, se me ocurrió la idea de vengarme de la tal Delfina, vos. Esa noche me desvelé, pues cuando duerme ni un terremoto la despierta, me levanté descalzo y de puntillas y fui a su cuarto. No encendí la luz porque quizás se habría despertado, pero sí una candela y como duerme con el pelo suelto, que de tan largo le llega hasta la cintura y le hice varias trencitas. Creí que se había despertado porque empezó a hablar quien sabe que cosas, se volteó al rincón y le hice más. Serían las 11 de la noche cuando como que fuera sonámbulo por el sueño, me fui a acostar y claro, apenas puse la cabeza en la almohada me dormí. Al día siguiente a las 6 de la mañana
1) Diminutivo de Rosario. 2) En realidad su hermana mayor. 3) Fruto comestible de palmera de poca altura. 4) Juego informal de fútbol, propia de barrios populosos. 5) Una de las cuatro calles que conforman una manzana. 6) En lenguaje coloquial chapín dícese de una persona de rostro bien parecido. 7) Nombre que se da a las tortillas, cuando se colocan una sobre otra. 8) Cancioncilla con la que se manifestaba alegría al regañar, generalmente a un hermano. 9) En realidad las víctimas se veían enajenadas. 10) En lenguaje coloquial chapín: Dinero.
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DIARIO DE UN INMIGRANTE
EL APAGÓN DE
INTERNET Por: David Suárez Moreno A lo lejos se escuchó un estruendo y un relámpago iluminó el horizonte gris de aquella mañana de jueves en Burlington. Después de eso, arreció la lluvia y me acompañó durante un trayecto de más de 25 millas, hasta llegar a Mount Pleasant. Ni bien abrí la puerta de la oficina, mi amigo Oscar Argueta me dio la noticia de golpe y porrazo. -¡No tenemos Internet! Tal parece que puede tratarse de un virus. -No lo creo. Varias de las luces del modem están apagadas. Quizá el problema es de Mediacom (nuestro proveedor de Internet). Habían pasado, apenas 10 minutos, desde el apagón cibernético y comencé a sentir la necesidad de ver qué novedades habían ocurrido en el Facebook, cuántos e-mails habíamos recibido; y, por supuesto, escuchar las radio internacionales, mientras trabajaba. Poco tiempo más tarde, todavía sumidos en la profunda oscuridad de no tener Internet, nos enteramos que el estruendo que escuché en la mañana, había sido un rayo; pero no solo eso, sino que había caído en una de las torres principales de Mediacom, causando que ésta se incendiara y dejara sumida en la oscuridad cibernética a más de una docena de pueblos y pequeñas ciudades del extremo sureste de Iowa. -He escuchado que el daño es tan severo, que tardarán quizá dos días en reanudar el servicio…”- Me contaba mi esposa mediante un mensaje de texto a mi celular. Para colmo de males, el servicio telefónico de El Heraldo Hispano, también depende de Mediacom, así que estamos totalmente incomunicados. Es necesario que ocurran cosas como estas para que uno se dé cuenta cuan dependiente somos de la tecnología y de sus avances. Un alto porcentaje del trabajo diario que realizo, guarda relación con el correo electrónico, las llamadas telefónicas y las redes sociales. Recuerdo cuando era todavía un niño y caían aquellas tempestades tropicales, donde parece que el cielo se está cayendo a pedazos; y el ruido generado por las láminas de zinc era tan grande que había que gritar para
mantener una conversación audible, aunque nuestro interlocutor estuviera a tan solo unos metros de distancia. En las noches, ni bien comenzaba a caer la lluvia, mi padre daba la esperada orden. -Busquen las velas y dejen los fósforos a la mano, porque en cualquier momento se va la luz.- Aunque no era advino, el conocimiento obtenido de la experiencia hacía que mi padre supiera de antemano lo que estaba a punto de suceder. Por lo regular, esa tarea se encargaban mis hermanas, a los varones en cambio nos tocaba otra tarea. -Apaguen y desconecten todos los aparatos eléctricos-, nos decía –porque al volver la electricidad, va a regresar con fuerza y puede quemarlos al instante- nos explicaba. Las velas de parafina blanca, con un hilo de lana en el centro, a manera de mecha, eran las más comunes y baratas. Incluso podían alumbrar una pequeña área por varias horas, hasta que por fin, se escuchaba un grito de júbilo, que procedía de las casas vecinas, como preámbulo del retorno de la electricidad. Durante el apagón, las mujeres de la casa se recogían en torno a mi madre, quien colocaba una de las velas en el mesón de la cocina y mientras terminaba de preparar la cena, las animaba con fases como: “No sean miedosas”, “Está oscuro, pero estamos todos juntos”, “No pasa nada, ya va a venir la luz”. Entre la penumbra veía el efecto de esas frases en los rostros de mis hermanas. Cobraban aliento, pero enseguida escuchaban algún ruido sospechoso en la casa y volvían a sentir miedo. La oficina de El Heraldo luce bien iluminada; las computadoras están encendidas; el agua potable corre libremente por las tuberías; pero… no hay Internet, ni teléfono. Trato de recordar los años 90 cuando no había Internet y, sin embargo, vivíamos bien. La idea me consuela por un rato, pero entonces me acuerdo que no he chequeado mi correo electrónico, que todavía no he felicitado a una mis cuñadas en su muro de Facebook; y que no sé nada de lo que está pasando hoy en mi país… Estoy desconectado, aislado, desinformado. ¡Internet, vuelve pronto!
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EL PAQUETE QUE NUNCA LLEGO Recorro las tiendas y me apresuro a comprar las cosas que necesita mi gente. Veo precios, pero nada está en oferta. Me mido las botas de invierno y si me quedan a la medida significa que no le quedarán a mi hermana. “Si le quedarán”, me digo a mí misma, luego veo el precio y me asusto, pero es parte del regalo que quiero que llegue en España. Otro fin de semana lo uso para buscar el regalo de mis sobrinitos preciosos. Jessy quiere lucir como princesa y Arnold como vaquero, así que busco y busco y por fin encuentro un vestido de piedritas relumbrosas en el cuello. Sé que a la niña le encantará, pues le fascinan “las cosas que brillan”. Busco y busco el atuendo de vaquero pero la bolsa no me ajusta para entrar a una de esas tiendas, así que le termino comprando un buen jean a Arnold, porque sé que lo usará hasta el cansancio. Casi todo lo tengo listo, compro aquí y compro allá, compro lo que quiero regalar a mi hermana linda y a su familia en España. Me los imagino a todos luciendo sus ropas y calzado nuevo y sobre todo me imagino la sonrisa abierta de Jessy y de Arnold que han estado esperando sus regalos de cumpleaños, como niños bien portados. Meto, con la ayuda de Wayne (mi esposo), los artículos en un paquete que enviaré en primera clase. “¿No caben los chocolates ni tampoco los juegos de los niños?”, le pregunto a Wayne desconcertada. Él me mira a los ojos y me
dice “Mi amor, es imposible enviar todo lo que tiene en esta caja”. Me resigno y le digo, “bueno, al menos les llegarán los otros regalos que envío”. Pero los regalos, en forma de “paquete de primera clase”, nunca llegaron al edificio 81 donde vive mi hermana. Al contrario, equivocadamente y por un error de dedo llegaron al edificio 18. Han pasado cuatro semanas y la espera de los niños se hace angustiante. Mi hermana y yo conversamos y nos ponemos de acuerdo para hablar con los correos postales de nuestras respectivas ciudades. Las autoridades españolas no dan “señales de vida del paquete” y cuando por fin abren la boca es para “pasar la pelota de un lugar a otro”. Yo intento ayudar por aquí, pero las contestadoras automatizadas no me dejan hablar con un ser humano. Cuando finalmente lo logro, es cuando obtengo la mala noticia de que el correo español ha devuelto el paquete a mi dirección. La sonrisa de mis sobrinitos se desvanece en el instante que escuchan lo que ha pasado con sus regalos. Mi hermana llora al ver la carita triste de sus hijos y al reconocer su impotencia de convencer a los españoles para que no devuelvan el paquete. Yo también me siento frustrada y burlada por el correo postal español y estadounidense que hasta la fecha no me han devuelto el paquete que un día envié a España y que nunca llegó a las manos de quienes lo esperaban ansiosamente.
Doctor Corazón Querido Doctor Corazón: Hace dos días estaba hablando con mi esposa. De la radio se escuchaba una canción. Era una melodía de Agustín Lara. La letra iba así: “Poniendo la mano sobre el corazón, quisiera decirte al compás de un son; que tú eres mi vida, que no quiero a nadie, que respiro el aire, que respiro el aire, que respiras tú…” La agradable cadencia de la música me regresó treinta años atrás. Éramos jóvenes, apenas teníamos veinte años. Estaban de moda varios tríos, pero el de Los Panchos era nuestro favorito. Y bien, al conversar y recordar aquellos años de oro le pregunté a mi esposa si se acordaba de la tarde cuando nos citamos en el parque central. Era sábado 22 de marzo, el día de su cumpleaños. -Esa tarde llovía y por eso mis padres no me dejaron salir-, fue su respuesta. “¡No! ¡No estaba lloviendo!” quise contradecirle, pero me contuve. No quise arruinar el momento. Marzo es el mes más seco del año, allá en nuestras tierras. Para confirmar, si llovía o no, corrí a leer mi diario. “Hoy hizo un día claro, tan claro como un cristal”, escribí ese día. Eso de quedarse en casa a causa de la lluvia no era verdad, concluí. En ese momento sentí celos. La imaginé, a esa hora, paseándose con otro, por alguna calle lejana y callada de mi pueblo oriental. Bueno, desde esa tarde no he dejado de pensar en ese incidente. Mi esposa amaba a otro y nunca me lo dijo, sigo pensando desde aquel día. La frase: Lo seguirá amando o aun recordándolo, me ha estado atormentando cada noche al irme a dormir. A mi esposa la veo y la vuelvo a ver y no puedo evitar verla hermosa. Era hermosa cuando la conocí, pero el tiempo en estos pasados treinta años, en vez restarle belleza le ha agregado más gracia y hermosura. Soy el más afortunado de los hombres pensaba
cuando la conocí. Para mi felicidad, aún sigo pensando igual. Ese día de marzo, día de la cita, yo llevaba una flor. La rosa la había cortado del jardín de la casa. No podía comprar nada, ni barato ni caro. Era pobre, pobre como nadie se lo puede imaginar. De seguro, yo le llevaba una humilde rosa, pero la otra persona le habría llevado alguna caja de chocolates, de esas caras, pienso ahora. Entre más pienso en este asunto, más me lleno de dudas, más me tiembla el corazón. Tenemos cinco hijos, los mejores muchachos del mundo. Dos están casados y aún no nos han dado nietos. Ellos se morirían de pena si un día de estos llegaran a enterarse de estos pensamientos míos. Por eso le escribo para pedirle su ayuda. Le hago caso a mis temores o los olvido. Valdría la pena salir de dudas. Tengo cincuenta años y nunca me sentí así cuando era joven. Dudoso. Estimado Dudoso: Yo te imagino viendo la vida a través de un vidrio. También me imagino los amagos de una tormenta golpeando tu ventana. La borrasca arrastra polvo y hojas secas y mancha el vidrio. Así, lo claro se vuelve borroso y en vez de ver árboles verdes y frondosos, se ven sombras sin forma. Los ríos cristalinos semejan corrientes de lodo. A todo ser humano le conviene mantener limpia su propia ventana, nuestro propio cristal. Nos conviene cuidarlo y esconderlo de las tormentas y guardarlo en la más alta estima. De esa manera veremos la vida tal como es, no distorsionada, ni falseada. Mi consejo es: ¡Apresúrate a limpiar tu cristal! En vez de ver sombras engañosas verás flores y paisajes de increíble belleza. Al limpiar el vidrio de tu vida, tus pensamientos de incertidumbre desaparecerán y en vez de sentir dudas, sentirás paz y seguridad. Tu doctor corazón
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EL Heraldo Hispano
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SECCION NOSTALGIA MORIR, PERO MENOS EN DOMINGO por: Oscar Argueta
F
ue domingo por la noche. Lo recuerdo bien. Yo recién terminaba de equipar la cocina con leña seca y rajas de ocote resinoso. La abuela Valentina había escogido la hora más silenciosa del día para mirarme a los ojos y decirme: -Mañana irás a la escuela-. Una vez dado el aviso, dio la vuelta y continuó cocinando el maíz. Con ese mandato, de seguro me mandó a bañar y a preparar mi ropa, pero mi pobre cabeza conmovida de emoción no registra, en ese momento, haber escuchado tal admonición. Quise aplaudir de felicidad, pero mis manos las sentía de hierro y por eso no obedecieron las órdenes dictadas por mi atolondrada materia gris. Intenté agradecer la buena noticia, pero mi boca tampoco emitió sonido. La falta de saliva había vuelto de cemento, mi siempre suelta expresión. Al poner mi cabeza para dormir, una lluvia de lágrimas mojó, primero la punta de mi cobija, y una hora después, mi barca bogaba sobre las olas de un mar de felicidad. Haber recibido permiso para ir a la escuela no era una fortuna pequeña. Por eso lloraba, por falta de espacio en mi alma para contener la tan grande y ansiada bendición. Cuando ya me empezaba a vencer el sueño, pareció brotar de mi corazón como una semilla, un tercer y gran deseo: Morir cualquier día de la semana, menos en domingo. Mi primer y gran deseo era tener alas. Le seguía: ir a la escuela para aprender. Mañana lunes, para mi dicha, amanecería investido con un nuevo deseo: Morir, pero no en domingo. Morir habiendo ya aprendido a leer para haber leído todos los libros del mundo. Esa noche, no dormí sobre un piso duro y una estera delgada, sino sobre
un acolchado del más fino algodón. Ocupado en disfrutar mi gran triunfo, no me pregunté esa noche, ni muchas noches después, la razón del cambio de opinión de mi muy invencible y férrea abuelita Valentina. Ayer, había jurado jamás mandarme a la escuela. Ahora, sin dar mayores explicaciones, había quebrantado lo inquebrantable, o su equivalente: contradecir su propio juramento. Esto todos lo sabíamos, pequeños o grandes, persona o animal, parientes o desconocidos: cuando doña Valentina hacía una promesa jamás la incumplía. Por ejemplo, cuando se proponía ser enemiga de algún vecino, lo cumplía sin faltar una jota o una tilde a lo prometido. A ese desgraciado ser, no le volvía a dirigir la palabra, ni le mandaba flores para su velorio. Cuando una de sus gallinas ponía huevos en un nido ajeno, en la casa de un vecino, el animal, no volvía por otra hazaña semejante. La pobre ave acababa hecha caldo y las yemas cocinadas en deliciosas empanadas de maíz. Así lo había establecido su majestad y nada, ni nadie la podía empujar o persuadir a retractarse o incumplir lo prometido. Fue años después, durante los preparativos para dejar La Media Luna y continuar rumbo a un nuevo lugar de residencia, a un puerto sin fama, cuando escuché. -Yo siempre he dicho y voy a decir: La letra no quita tontera. A José Gabriel le permití ir a la escuela solo después de haber soñado con señor muy alto y muy respetuoso-. De inmediato orienté mi oído y todo mi corazón hacia la tan curiosa confesión. ¡Ah! ¡Así es la cosa! La abuelita tuvo un sueño y por eso me permitió ir a la escuela. La descripción del sueño la propongo de esta manera: -En el sueño yo era una mujer muy pobre y mi vestido era remiendo sobre remiendo. En
cambio el visitante vestía de un blanco como el color de la leche antes de descremar-. El ruido producido por un ratón tratando de zafarse de los colmillos de un gato rompió en dos el hilo de la amena e interesante conversación. En el cambio de escena, la abuela va con una escoba en la mano en dirección donde gato y ratón forcejean. -¡La cocina no es el lugar para perseguir a los ratones!-, la escucho gritar. Ha este punto, no se sabe si va a asestarle un escobazo al gato desobediente o a darle el golpe de gracia al ratón. El control de la cocina lo toma la tía Casta Luz y ahora bate la olla de maíz. La tía Esperanza ha corrido a subirse sobre un banco. Yo tengo la vista puesta en una viga del techo. Estoy viendo un nido, pero no de pájaros. Unos seis ratoncitos están a punto de quedar huérfanos si matan a la mamá ratón. El momento es incierto. Solo me queda aire para para hacerme esta pregunta. ¿Quién morirá en manos de la abuelita Valentina?: el gato o la infeliz mamá de los ratoncitos. La abuela Valentina asesta un golpe. La cabeza del pobre gato suena como suena un cántaro de barro al caer contra un piso de cemento. La presa queda libre y el gato va rozándose contra la pared retorciéndose de dolor. A mí me dan deseos de aplaudir, pero me abstengo, so pena de sufrir mi propio escobazo y terminar retorcido de dolor. El revuelto ambiente se normaliza y las tres damas reanudan sus quehaceres. Yo vuelvo a mis tareas y mantengo un ojo puesto en la abuelita Valentina y el oído derecho, en la conversación. La intensidad del fogón ha empezado a disminuir. Pronto, el brasero quedará cubierto de ceniza y, la abuela dirá: “¡Mañana será otro día!” Aún no sé si permitirle a
mi corazón bailar de alegría por la buena fortuna de la madre de los recién nacidos ratones; o ponerse a lamentar la golpiza sufrida por el gato Micifuz. Una vez más, a animales y personas de la casa nos queda claro: Con la abuela Valentina no se juega. O se obedece y se entra en la gloria de la dueña de la casa, o se desobedece y se termina crucificado. Por ese juicio tan severo, al crecer con ella, mi pequeña alma descendió al infierno de métodos crueles. Al final salí sin olor a azufre, pero sintiendo el alma un tanto descantillada. Por fortuna ahora puedo decir: Bien o mal, después de todo, entré victorioso a la más alta gloria de la sin par abuelita: Valentina Castellanos. Por esas puertas fui recibido por su merced, con una sonrisa de perfecta satisfacción. -Ahora, es tiempo de cerrar ventanas y puerta de la cocina. La noche ya no es joven. Las muchas horas a oscuras la han encorvado de cansancio-. -Bueno, pero no nos ha terminado de contar el sueño-. -¡Ah, es cierto! Las tres mujeres cuelgan sus delantales de un clavo en la pared y se sueltan el cabello. -Pues, esto me dijo: “Con respecto a José Gabriel, esto os aconsejo: Debéis ponerlo unos meses a prueba. Dándole tareas antes de ir a la escuela, durante el receso y al terminar las clases. Si no se queja por madrugar tanto y cumple con buena voluntad cada uno de sus oficios, entonces puede continuar estudiando. De otra manera, será mejor retenerlo en la casa y ponerlo a trabajar todo el día, hasta convertirlo en un hombre de bien. -Mientras ese señor hablaba yo me quedaba con la boca abierta. Estaba admirada de escuchar a alguien tan agradable. No me sentía enojada, ni sentía ganas de tirarle piedras por andarse metiendo donde no lo habían
llamado. ¡No, esa no soy yo! Ustedes me conocen bien. Si alguien viene aquí y trata de endulzarme los oídos, lo mando a su casa, a cocinar niguas. Para mi mala suerte, solo el papá de José Gabriel logró eso. Por eso siempre lo voy a odiar y desearle la peor de las muertes. Eso si, el engaño, no le duró para siempre-. De la conversación, entre esas tres mujeres, comprendí poco en ese momento. Con el paso del tiempo, después de recordar y meditar mucho, no me quedó duda. Dios había salido a mi rescate, peleado y ganado la batalla por mí. Mi abuela, antes y después de este extrañísimo sueño, solo había tenido sueños con sus enemigos. Con don Justo Margarito midió fuerzas y, de todas esas batallas, ella fue siempre la ganadora. El gusto era vencerlo y, una vez tirado en el suelo, darle golpes en la boca, con una escoba o con sus pies. “Por mentiroso, lo hago”, decía. Con su esposo, don Artemio Pérez soñaba un sueño similar. En el sueño, al pobre anciano le arrancaba sus partes, abría un hoyo y las enterraba cuando aún estaban calientes y palpitaban. Al diablo lo amarraba a una cruz y lo enterraba vivo. ¡Ah, mi abuela Valentina! En sus sueños o en la vida real, tenía las agallas para castigar a sus enemigos con la más aberrante crueldad. No tenía pelos en la lengua para declararse admiradora y fiel seguidora del General Jorge Ubico. La mala gente no se va a componer de otra manera, era su queja. Ese general nos tuvo a todos en cintura, refunfuñaba. Por eso, siempre consideraré un milagro cuando mi abuelita Valentina me mandó a estudiar. Es cierto, en mi afán por avanzar en la vida pagué un precio muy alto, pero lo volvería a pagar aun cuando me tocara vivir, otra vez, bajo el hierro de aquella escuela de leño, látigo y coscorrón.
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