09 may 2012 todo

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Año: 12 Número 280 i esposa va al volante. Sentado a su derecha, yo leo el libro: La otra cara de la discapacidad. Son las seis y media de la mañana y viajamos desde Mount Pleasant hacia Des Moines, Iowa. La cita es a las nueve con el abogado y escritor salvadoreño, Raúl Rodríguez Chinchilla; y el lugar, el famoso restaurante, El Salvador del Mundo. Avanzamos y mi interés en la lectura aumenta. En dos horas y minutos conoceré al profesional salvadoreño y al autor y protagonista de: La otra cara de la discapacidad. Lo confieso: la lectura de las primeras páginas ya me ha causado ardor en los ojos y ha compungido mi corazón. El autor me ha tomado de la mano y me ha llevado lejos, al país de las pupusas. Es diciembre de 1984. Por una calle de la ciudad de la Paz, Zacatecoluca, El Salvador, un joven de complexión atlética, de unos 19 años de edad va dando pasos en forma de zigzag. El cerebro lo lleva hinchado por el sumo caliente del alcohol y por eso se tambalea al caminar. Un automóvil surge de un trecho oscuro, frena, pero es demasiado tarde. Al demoledor impacto, el cuerpo del chero Raúl fue a parar a un lado de la calle, como cae al suelo la rama de un árbol zarandeada por un vendaval. La sirena de una ambulancia rompe el cristal de la noche. En ella va, inmóvil, el joven lesionado. Lleva las vertebras C4, C5 y C6 dislocadas y de la cabeza a los pies lo va zarandeando, con la cola, el monstruo de un intenso dolor. Ahora, regreso de ese viaje imaginario a La Paz. En Des Moines un caballero bien vestido, de fino semblante y dueño de una placentera sonrisa, sentado sobre una silla de ruedas, me extiende su mano izquierda y me saluda. -Soy Raúl Rodríguez Chinchilla,

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09 de Mayo 2012

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para servirle. A esa hora el ambiente del restaurante es silencioso y tan agradable quietud nos invita a conversar. Entre tanto, un delicioso y tentador olor a pupusas de chicharrón violenta mi olfato y, sin control, desvío mi mirada hacia la cocina. ¡Tengo hambre!, gritan mi carne y mis huesos. ¡Esperen un poco!, les grito yo. Las palabras son pocas. El placentero brillo de los ojos del abogado Rodríguez, habla con una voz más potente de su verdadero triunfo. Un triunfo contra esperanza. Una victoria sobre sí mismo. La fuerza de este guerrero no ha sido comprada con dinero, sino con la paz de su humilde corazón. Una paz

brillante, refinada en el horno de la aflicción. Peleó contra la muerte, pero lo hizo en compañía de Dios; y por eso, en vez de haber sido aniquilado, salió vencedor. Un ejército de ángeles salió al paso del joven Raúl, en el larguísimo proceso de recuperación. El ángel mayor fue su mamá, doña Rosa Alicia Rodríguez de Gómez. El Sacerdote católico, Roberto Reidy, Religiosas de la Congregación de la Caridad; y el personal médico de un hospital, en la ciudad de Houston, Texas trabajando como ángeles junto al Médico Mayor, lograron la primera victoria. La victoria final llegará en un amanecer, cuando brillé sobre la tierra, el sol de la prometida

Resurrección. Esa es la fe del Licenciado, Rodríguez Chinchilla. De regreso a su tierra salvadoreña, no sin un gigantesco esfuerzo, Raúl estudió Jurisprudencia y Ciencias Sociales. En el 1994 recibió el título de Abogado y Notario. En el 1996 como enviada del cielo, una joven, de nombre María Magdalena Escobar llegó a su vida. Desde ese bendito día, Raúl y María han disfrutado juntos diecisiete años de continua felicidad. Alicia Beatriz y Elsie Andreina completan la felicidad de esta bienaventurada familia. Para solicitar los servicios del abogado Raúl Rodríguez Chinchilla, llame al Tel. 479-6215605. Por: Oscar Argueta


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