E
Año: 13 Número 309
sta historia huele a pan. Me la está contando Jorge Olmedo González mientras trabaja en su panadería La Flor de Trigo, en Monmouth, Illinois. Con la mesa de amasar de por medio, Jorge conversa y yo tomo notas. Entre una y otra pregunta, el joven panadero aplana una masa amarilla hasta formar un triángulo larguirucho. En el centro de esa figura coloca una masita rosada con forma de lengua. Ahora, toma las puntas del amasijo, lo enrolla y lo retuerce una, dos y tres veces. Con esa minuciosa y paciente labor, Jorge, originario de Santa María de Nativitas, Hidalgo, ha elaborado un famoso pan guatemalteco llamado Cachitos. Durante nuestros primeros 15 minutos de conversación hemos sido interrumpidos cinco veces por el timbre del teléfono. Uno de esos clientes ansiosos pregunta si ya han horneado el bolillo relleno con chorizo o queso y tiras de chile jalapeño. Las otras llamadas telefónicas son de algunos clientes preguntando por las emblemáticas conchas mexicanas, se me ocurre pensar a mí. No voy a mencionar cuántas personas entraron en esos minutos a comprar pan. La cuenta la perdí por estar revisando mis notas y pensando en la siguiente pregunta a formular. De una cosa si me di cuenta: Jorge las atendió a todas con amabilidad y cortesía. Y entonces, ¿hay alguien más atendiendo al público en esa panadería?, es la pregunta del millón. ¡Sí, hay otra persona!, es la respuesta. Pero, ¿quién es? Es Marlen, originaria de Tulancingo y esposa de Jorge. A ver, les aclaro. Marlen no está en este momento, porque ha ido a su casa a preparar a los niños para salir como familia en la foto de esta portada. Y miren cómo los preparó de bien. El varoncito
es guapísimo y se llama Jorge Alexander y la nena, Nayla Ximena y ya más linda no podría ser. Jorge y Marlon tienen una historia de amor muy curiosa. Los dos nacieron en el estado de Hidalgo, pero hace unos ocho años ambos vivían en Iowa, en Omaha y en Birdstown. Estaban cerca, pero lejos, digámoslo así. Jorge regresó a su tierra natal a cuidar a su papá enfermo. Marlen regresó con el fin de terminar su carrera universitaria. Un día, el cielo los juntó en el parque de Nativitas. Los dos se contaron sus sueños y, para su asombro, ambos compartían el mismo anhelo, el mismo ideal. El sueño de Jorge y Marlen era encontrar al amor de su vida, tener hijos y trabajar en su propia empresa. Como
24 Páginas
vemos, esos anhelos ya han sido cumplidos y ahora trabajan unidos, hombro a hombro para perpetuar su felicidad. El oficio de hacer pan viene de familia, de aquellas tierras de Hidalgo, orgullosas y bravías. Los fundadores de la primera Flor de Trigo fueron los abuelitos de Jorge: Gabriel González Martínez (QEPD) y Olivia Carrasco (QUEPD). Esos queridos señores les enseñaron el oficio a sus hijos. Y hasta el nieto, cuando apenas cumplía sus doce años, empezó a recibir de estos sabios y queridos personajes las lecciones de cómo elaborar el pan. Ese oficio emigró a este país, en el corazón de los descendientes de don Gabriel y doña Olivia. En Omaha, la muy conocida Panadería International, pertenece a un tío de Jorge.
10 de julio 2013
Cuarenta empleados trabajan en ese floreciente negocio. En la ciudad de Sioux Center, Iowa, la dueña de Olivia’s Bakery es Blanca González, abuelita de los niños: Jorgito y Ximena. Como podemos ver, Jorge no es un novato en el oficio de panadero. Eso sí, antes de abrir las puertas de La Flor de Trigo, trabajó seis años en las plantas empacadoras de carne y hasta en construcción. Marlen también hizo lo mismo. Con el paso del tiempo, en vez debilitarles, les fortaleció el acariciado sueño de abrir su propia panadería. Eso lo pude ver hoy con mis propios ojos mientras conversaba con Jorge, retrataba a la familia, admiraba a los niños y veía en los rostros de los papás la luz de una inmensa satisfacción. Por: Oscar Argueta