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Año: 14 Número 329

l pastor Randy Bingham y yo nos disponemos a conversar en una muy agradable y silenciosa sala, en el interior de la iglesia bautista Marion Avenue, en Washington, IA. Ya el pastor Bingham me ha hecho sentir bienvenido con un apretón de manos, una mirada amable y una sonrisa. Y de inmediato viajamos juntos hasta el estado de Vermont, situado al Noreste del país, en la región conocida como Nueva Inglaterra. -Allá nací yo; y allá recibí el llamado para predicar el evangelio del Señor Jesús. -Usted debe haber estado muy pequeño cuando sintió ese deseo. ¿No es así? -Sí, tenía entre 12 y 13 años cuando empecé a sentir en lo más profundo de mi ser, tan sagrada vocación. Aunque déjeme decirle, mis padres: Ron y Cheryl habían percibido desde mucho antes mi deseo de ser salvo, por mi fe en Jesús y también de servirle como pastor. Hasta aquí me es muy grato escuchar al pastor Bingham hablar un muy clarísimo español. Y así continúa la conversación. -Le confieso, en esos años de la Preparatoria, mi empeño estaba en aprender francés como idioma extranjero y nada más. Verá, mis quejas no sirvieron de mucho y terminé inscribiéndome en el curso de español. -¡Ah, pues! Ahora sabemos la razón por la cual en su escuela no impartían la clase de francés. -Ahora sí, pero en ese momento, ni yo ni nadie lo podía saber. Mis primeros estudios de teología los realicé en el estado Florida en el colegio bíblico bautista Landmark. Allí, a pesar del clima caluroso de ese estado, desarrollé un interés muy sincero en conocer más de cerca a la comunidad hispana. Con el paso del tiempo y al tratarlos en forma más personal llegué a percibir su sed de aprender las cosas del espíritu y de servir y amar a su Padre Celestial. Con este sentimiento en mi corazón, me sentí motivado a interesarme por aprender bien el idioma español. A principios del 2002 tuve la gran bendición de ir a vivir por

un tiempo a Zelaya, Guanajuato. Allá serví en la congregación bautista local. Aproveché aquel tiempo para continuar mejorando mi español y también para aprender a comer chile y así sentirme más de cerca la cultura de aquel gran país. En el mismo colegio bíblico, en la sección para hispanos conocí a Nelly Gómez. Ese día se celebraba el acostumbrado banquete de invierno del colegio bautista Landmark… -Y ¿de dónde era ella? -interrumpo. -De Puebla, México. -¡Ah!, ahora usted tenía más razón para aprender bien el español. -Sí, así fue. Conocer a Nelly aumentó mi deseo de hablar español con fluidez… Con una sonrisa el pastor Bingham procede a contarme su historia de amor.

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-Ese día del banquete, nació entre nosotros una gran amistad. Eso sí, todo lo hicimos con el permiso de mis futuros suegros, don Alfonzo y dona Vicky. Y fíjese, nuestro noviazgo fue un tiempo de preparación, una etapa para conocernos mejor. No, no fue así como lo hacen los jóvenes de hoy. Después de tres años de conocernos nos comprometimos y al año, un 18 de Diciembre del 2004, nos casamos como lo manda Dios. En el 2004 me gradué del Providence Baptist College, en Elgin, IL con una maestría en Teología pastoral. Y así fueron pasando los años y así también fui creciendo y ganando experiencia en las diferentes facetas del servicio a mis semejantes y a Dios. Por un tiempo tuve la intención de ir a servir a mis hermanos hispanos en Boston, empezar de cero y

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luego levantar una congregación para Jesús. Así eran mis planes, así eran mis pensamientos, pero entonces recibí de Dios el llamado para servir aquí, en Washington. “Allá servirás a una congregación bien establecida. La semilla ya está plantada y es necesario cosecharla”, escuché en mi corazón. Pues, Por eso estamos aquí, en obediencia al llamado de Dios. -Y tiene una congregación muy grande bajo su responsabilidad, pastor. -Pues, a nuestros servicios dominicales asiste un promedio de 150 hermanos y muchos de ellos sirven en posiciones de liderazgo en la iglesia y son una influencia positiva en la comunidad. -¡Eso si da gusto escuchar! ¡Eso si da gusto escuchar! -responde este servidor. Por: Oscar Argueta


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