15 feb 2012 todo

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Año: 12 Número 274

l mundo está lleno de muchas cosas buenas. Entre ellas, las pupusas preparadas en el Restaurante El Salvador del Mundo. No solo son buenas, son buenísimas. Los otros cuarenta platillos en el menú de ese rinconcito salvadoreño en Des Moines podrían describirse como una verdadera delicia, pero eso no lo diría todo. La palabra “irresistibles” les quedaría mejor. Por ejemplo, a mi esposa, una dama sin una gota de sangre latina, el platillo de yuca frita con chicharrón le parece irresistible. A David Suárez, Editor de este periódico y de nacionalidad ecuatoriana, también lo han conquistado las famosas pupusas salvadoreñas. Hoy en nuestra visita al restaurante le sirvieron

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una pupusa rellena de chicharrón, loroco y frijol refrito. Al buen ecuatoriano, las tortillas de maíz no le hacen falta, pero sin arroz no podría vivir. Sin embargo, las pupusas hinchaditas de queso u otros materiales, le arrancan a su corazón dos o tres buenos suspiros. Bueno, mejor paro de hacerles agua la boca y me dedico a escribir sobre los responsables de servir estos platillos irresistibles para el paladar y para el corazón. Doña Blanca Lila de León es la responsable de hacerme feliz a mí, a mi esposa y a muchos clientes provenientes de toda Latinoamérica y hasta de la lejana África. Frente a ella, me quito el sombrero imaginario y la saludo con todo mi respeto. No solo es una hábil cocinera, es también

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una mujer de buen pensar. Hoy la escuché decir: “El que de fiado se viste en la calle lo desvisten.” Ese dicho salió a colación en nuestra conversación hoy, mientras yo suspiraba frente a un riquísimo caldo de gallina criolla con hierba buena. En broma le pregunté: -¿Usted debe haber encontrado algún tesoro o recibido alguna herencia de algún tío rico, para empezar este negocio hace ocho años? -¡No! -fue su respuesta-. -Para su información, este negocio no es nuestro, Dios nos lo dio, es de Él. Nosotros lo administramos. Vivir de fiado sería contrario a nuestra fe en Él. -La mirada de doña Blanca Lila se eleva al cielo y dice, todo esto El nos lo ha dado. Luego prosigue-. -Cada

15 de Febrero 2012 día le entregamos cuentas y le prometemos trabajar y cuidar bien Su restaurante. También le prometemos tratar a nuestros clientes como si fueran un tesoro. Otra cosa, aquí si no tenemos dinero, no salimos a prestar. Uno no debe presumir de lo que no tiene. Al decir eso, se disculpa y regresa a la cocina a cuidar de cerca el negocio de Dios. Don Carlos de León, conoció a doña Blanca en Zaragoza, en un pueblito del departamento de La Libertad, El Salvador. La vi perfecta y no pude resistir entregarle mi corazón. Como buen salvadoreño, don Carlos siempre tiene una broma en la punta de la lengua, pero cuando se refiere a su esposa como una mujer perfecta lo dice en serio. Por motivos políticos, don Carlos dejó El Salvador en 1984. Amenazado de muerte huyó a Guatemala. Lo hizo un día antes de cumplirse la amenaza fatal. Arribó a los Ángeles, California, en Septiembre de 1984. Siete meses después, recibió con alegría, en esa ciudad norteamericana, a su esposa Blanca Lila. En este país, les nacieron sus tres hijos: Elmer, Christofer y Karla. La conversación con don Carlos de León y doña Blanca no podía extenderse más. Ambos tenían muchas tareas para realizar. A mí solo me quedó terminar de tomarme mi caldo de gallina criolla. Y confieso: no solo me comí el cuarto de gallina asada, también me chupé los huesos. Acaso, estaba allí para desperdiciar, siquiera un trocito de aquella sabrosísima comida. Además, uno no desperdicia nada en un negocio donde el dueño del negocio es Dios. ¿No les parece? Los teléfonos del Restaurante El Salvador del Mundo son: 515-244-5224/288-0535. Por: Oscar Argueta


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