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Año: 14 Número 323

ayeli Hernández es una persona muy amable y lo mismo podría decirse de su esposo, Juan Antonio Raymundo. Viven en Washington, IA y allí en su casa tibia y cómoda nos hemos sentado a conversar de sus raíces mexicanas, de su vida en Iowa y de su exitosa empresa: Raymundo’s Power Wash. Nayeli nació en San Juan Mixtepec, Oaxaca. Allá vivió, creció y cuando tenía 11 años su papá, don Apolonio Hernández, reunió a sus 8 hijos. Así les hablo: “Hijos, aquí en nuestro pueblo no hay muchas oportunidades para progresar. Por eso hemos decidido llevarlos a vivir a los Estados Unidos. Allá podrán ir a la escuela y tener un futuro mejor.” Doña Maura también les dijo: “Hijos, ustedes no se pueden quedar como yo, sin saber leer y escribir. Por eso nos vamos de aquí. Allá, dice la gente, hay mucho trabajo y se puede ganar un poco más.” Y la idea de emigrar a un lugar desconocido ¿no le dio miedo?, le pregunto a Nayeli. “¡No! Al contrario. Yo estaba emocionada y casi no podía esperar la hora de salir. Y ¿sabe? –agregaen ese momento yo no hablaba español, solo podía comunicarme en mixteco, mi idioma natal. A mi maestra Kathy Hunt le agradezco su paciencia en enseñarme inglés. Gracias a su constante apoyo y consejos me gradúe de la High School y también del Kirkwood Community College. Ahora soy Técnica en Farmacia y llevo nueve años trabajando para NuCara Pharmacy.” Juan Antonio nació en Piñícuaro, Moroleón, Guanajuato. Así me cuenta: “Tenía 16 años cuando llegué a Chicago. Y como aquí uno viene a trabajar, pues eso he hecho desde mi primer día en este país. He hecho de todo, sin miedo y sin acobardarme. Un día vinimos a visitar a familiares aquí en Washington y aquí nos quedamos… Y. cuénteme –interrumpo-, ¿cómo nació la

idea de fundar Raymundo’s Power Wash? “Mire, mis tres hermanos, mi cuñado y yo trabajamos para un patrón, pero en esa empresa nos sentíamos mal tratados y mal pagados. Y como no queríamos pasar el resto de la vida sintiéndonos insatisfechos, nos armamos de valor y aquí, como nos ve, los cinco estamos muy contentos de haber tomado esa decisión.” Y es cierto, en sus semblantes se puede ver como una luz, su clara satisfacción. Pero, ¿trabajar lavando porquerizas no debe ser un trabajo muy agradable?, pregunto. Esta su respuesta: “Nosotros lo vemos como una oportunidad de ser independientes y de darles a nuestra familia un mejor porvenir. Pues mire –agrega-, ya tenemos cinco años de

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tener esta empresa y, aunque al principio fue difícil, ahora somos muy conocidos y cada día ganamos nuevos clientes. Mi esposa coordina, administra y mantiene al día el papeleo de la empresa…” ¡Ah! Entonces su esposa trabaja en Nucara y es la secretaria ejecutiva de Raymundo’ Power Wash. Nayeli sonríe y dice: “¡Así es!” Y más allá de todo usted es madre, ¿verdad? “Sí. Tenemos un varoncito de seis años y se llama Nerick...” Al escucharla decir eso, mi pecho se llena de admiración. Juan Antonio y Nayeli se conocieron en una quinceañera. “Esa noche bailamos puro duranguense...”, me cuentan. Era el verano del 2005. “Fuimos amigos por más de un año y andando con Juan fue como

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aprendí español. Primero nos casamos por lo civil y luego la boda religiosa fue el 18 de Agosto del 2012.” ¡Ah, pues ustedes hicieron las cosas de acuerdo con el ejemplo de sus padres! “¡Sí, es cierto! ¡Así lo hicimos!” Y ¿también celebraron a lo grande?, pregunto. “¡Claro, esa no fue una fiesta pequeña! Imagínese, mis suegros, don Nicolás y doña Concepción Raymundo tienen también 8 hijos. Éramos muchos en esa fiesta y celebramos así como se celebra allá, en nuestro querido San Juan Mixtepec.” A mí solo me queda imaginar la alegría de ese día dichoso y sonreír. Y también, agradecer a Nayeli y a Juan su confianza y amabilidad. Por: Oscar Argueta


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