15 Año: 15 Número 365
L
ilian Janeth Palma Rodríguez nació y creció muy cerca del mar Atlántico, allá en la Tierra del Quetzal. Por allí donde el sol lanza, a eso de mediodía, finísimas flechas de fuego a las espaldas de sus moradores; al impacto de esos flechazos, les brotan de la frente gruesas y calientes gotas de sudor. La infancia y adolescencia de Lilian la pasó en la región bananera, otrora dominios de la famosa empresa norteamericana United Fruit Company (UFCO).También estudió en Chiquimula, la “Perla de Oriente”
guatemalteca. De aquellos lugares exóticos hasta West Liberty, Iowa, donde ahora estamos sentados ocupados en una muy amena conversación, hay una distancia enorme y el único puente para unir ambas regiones es la hamaca de la nostalgia, meciéndose de una punta a la otra del corazón. A falta de tiempo para dar más detalles de sus días vividos entre plantaciones bananeras y el altiplano de Guatemala, adelantémonos y veámosla de veinte años cruzando fronteras, pasando por tierras mexicanas y arribando sana y salva a Los Ángeles, California. Claro, la larga jornada no fue sin contratiempos o desprovista de peligros. Por eso, al poner sus pies en Guadalajara, ella
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y sus acompañantes perciben malas intenciones en el corazón del coyote y continúan solas el resto de la azarosa travesía. Aquella ruta colmada de estrés e incertidumbre, fue para Lilian solo un pálido preámbulo de desconocidas escenas futuras, estremecidas por tormentas de angustia, tribulación y dolor. Lilian resume aquellos recuerdos así: —Gracias a Dios aquí me estaban esperando mis hermanas Élida, Carmen y Telma; aquí también pareció estar esperándome mi futuro esposo: Juan Rodríguez. El dichoso encuentro fue en un baile y al tiempo apropiado nos casamos. Nuestra felicidad aumentó cuando Dios nos mandó a nuestros primeros dos hijos: Mark y Eleazar.
21 de Octubre de 2015
Tres años después Juan y Lilian están frente a un juez de inmigración. Este fue el veredicto del juez: “Juan califica para el Programa de Amnistía, Lilian califica para deportación”. Al impacto de la infausta noticia abogado y clientes palidecen y con la voluntad vencida dejan caer la quijada. La suerte de Lilian está echada y por ahora ningún razonamiento, grande o pequeño, podrá cambiar la opinión del oficial de migración. Aquí solo queda un camino: cambiar de lugar de residencia. . .
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Por: Oscar Argueta