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15 Año: 15 Número 365

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ilian Janeth Palma Rodríguez nació y creció muy cerca del mar Atlántico, allá en la Tierra del Quetzal. Por allí donde el sol lanza, a eso de mediodía, finísimas flechas de fuego a las espaldas de sus moradores; al impacto de esos flechazos, les brotan de la frente gruesas y calientes gotas de sudor. La infancia y adolescencia de Lilian la pasó en la región bananera, otrora dominios de la famosa empresa norteamericana United Fruit Company (UFCO).También estudió en Chiquimula, la “Perla de Oriente”

guatemalteca. De aquellos lugares exóticos hasta West Liberty, Iowa, donde ahora estamos sentados ocupados en una muy amena conversación, hay una distancia enorme y el único puente para unir ambas regiones es la hamaca de la nostalgia, meciéndose de una punta a la otra del corazón. A falta de tiempo para dar más detalles de sus días vividos entre plantaciones bananeras y el altiplano de Guatemala, adelantémonos y veámosla de veinte años cruzando fronteras, pasando por tierras mexicanas y arribando sana y salva a Los Ángeles, California. Claro, la larga jornada no fue sin contratiempos o desprovista de peligros. Por eso, al poner sus pies en Guadalajara, ella

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y sus acompañantes perciben malas intenciones en el corazón del coyote y continúan solas el resto de la azarosa travesía. Aquella ruta colmada de estrés e incertidumbre, fue para Lilian solo un pálido preámbulo de desconocidas escenas futuras, estremecidas por tormentas de angustia, tribulación y dolor. Lilian resume aquellos recuerdos así: —Gracias a Dios aquí me estaban esperando mis hermanas Élida, Carmen y Telma; aquí también pareció estar esperándome mi futuro esposo: Juan Rodríguez. El dichoso encuentro fue en un baile y al tiempo apropiado nos casamos. Nuestra felicidad aumentó cuando Dios nos mandó a nuestros primeros dos hijos: Mark y Eleazar.

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Tres años después Juan y Lilian están frente a un juez de inmigración. Este fue el veredicto del juez: “Juan califica para el Programa de Amnistía, Lilian califica para deportación”. Al impacto de la infausta noticia abogado y clientes palidecen y con la voluntad vencida dejan caer la quijada. La suerte de Lilian está echada y por ahora ningún razonamiento, grande o pequeño, podrá cambiar la opinión del oficial de migración. Aquí solo queda un camino: cambiar de lugar de residencia. . .

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Por: Oscar Argueta


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EL Heraldo Hispano


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nO aMARTE MAS He decidido no amarte más, ser valiente, no mirar atrás. Romper, sí, en mil pedazos los recuerdos, los instantes cuando me decías: te amo. Vivir una hora sin ti es morir de la más cruel melancolía. Al oírte, yo así te respondía: de igual manera te amaré yo. De las tantas noches juntos no guardaré, ni las cenizas. Y todo secreto entre los dos lo moleré sobre una piedra, hasta convertirlo en polvo; y al soplar un viento fuerte, lo veré sin remordimiento esparcirse lejos de mi vista, de dónde jamás regresará. Tomaré mis cosas, mis libros y seguiré por otros caminos, tras un oriente más brillante; y subiré a montes más altos para respirar aire más puro. No, no regresaré a lo mismo; a rogar por migajas de amor a volver a llorar hojas secas, de un otoño silencioso y gris. Cierra la puerta, apaga la luz. Cubre con mantas el pasado, nuestro adiós será definitivo. Por favor, deja libre al canario; la libertad jamás le hará daño a los seres con alas y sueños. Por eso, no llevaré conmigo ¡Ay!, ni cadenas, ni desprecios; y antes de partir con la tarde, riega el rosal por última vez.

Por Oscar Argueta

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en el país de las maravillas. Alex, el genio por excelencia, traía su violín bajo el brazo; y en su mochila venía cargando sus tubos de pintura, paletas, brochas Por: Oscar y otras cositas. Despreocupado Argueta por naturaleza, su mayor ambición (coca43@ en ese momento era parar en un hotmail.com) McDonald’s y atiborrarse un jugoso Guatemalteco. Big Mac. Tenía el hambre de un Escribe desde mozalbete de 16 años. Mount Diana Rebeca, la calladita con Pleasant, IA cara de virgen, traía en su mochila, una muñeca antigua con carita de porcelana. Santa Claus se la lgunas imágenes había regalado la navidad pasada. permanecen clarísimas en Abrazado a su pecho traía su diario. mi mente. Corría el 18 de Junio A sus 14 años se asomaba callada de 1999 y era de noche. En el la flor de la adolescencia. En ese inmenso aeropuerto de Orlando, largo trayecto de la interminable Florida el hervidero de pasajeros Terminal aérea imaginaba mundos internacionales procedían hacia la de colores y caballos con alas. puerta de salida. Mi esposa, 8 hijos Jonathan, el flaquito de nariz y yo éramos parte de esa agitada perfecta, caminaba tomado de correntada humana, de miradas mi mano. Ha este momento ya ansiosas y frentes cansadas. habíamos pasado por migración y Formábamos una alegre nos dirigíamos a recoger nuestras caravana, cruzando aquellos 8 maletas. La pelota de fútbol que alargadísimos pasillos. Jennifer, la cargaba en su mochila la habíamos poetisa de la familia, recién cumplía comprado en el mercado Central 18 años, y había venido tejiendo de Guatemala. Abrazado a esa en todo el viaje. Con una mochila pelota se había dormido muchas a sus espaldas, el tejido en una veces. Estaba ansioso por salir del mano y en la otra un sobre lleno de aeropuerto y ponerse a jugar pelota cartas y fotos de amigos y novios, en plena calle. De apenas 12 años caminaba alegre, sintiéndose Alicia soñaba y despertaba jugando al

EDITORIAL

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balompié. Joshua, el atleta nato, lucía zapatos nuevos marca Nike. Eran blancos y se los había comprado en la Terminal de Autobuses de la zona cuatro, dice. En la escuela había sido campeón de despechadas y sentadillas. Cuando hubimos recogido las maletas me hizo una pregunta: “¿Venden, aquí en Estados Unidos, pollo Campero, elotes asados, chocobananos, mangos tiernos con pepita, sal y limón?”. Para ese viaje, ya había cumplido 10 años y su día favorito era el martes. Ese era el día que acostumbrábamos cenar pizza en nuestra casa en Puerta Parada. Comprábamos, la oferta de dos por uno, de Domino’s Pizza. Kimberly, la niña más obediente que existe, había nacido en el hospital Ciudad Vieja, en la zona 14. Tomada de la mano de su mamá marchaba seria y asustada viendo aquel inmenso río de gente desplazarse de prisa. A sus 7 años, era toda una muñeca de ojos grandes y mejillas rosadas. Dígame una poesía, le pedí mientras empujábamos las maletas. “Mis zapatitos me aprietan, las medias me dan calor y el besito que me dio mi mamá lo llevo en el corazón”, recitó.

Página 3 Mila, la vanidosa, oriunda de las Vegas, Nevada, recuerda que traía en sus manos un elefante de peluche. En su mochila traía algunos libros para colorear. El libro Victoria para aprender a leer, también venía con el resto de sus pertenencias. Caminaba de la mano de Jonathan y fue la primera quien divisó una maquina dispensadora repleta de chocolates y otras golosinas. Christina, una bebé graciosa y dulce, tenía la atención de sus hermanos. Era la muñeca de todos y un claro rayo de luz en mis ojos. “Nos vamos a caer en las nubes”, decía cuando veníamos en el avión. En las manos de Arlita y en las mías, portábamos pequeños maletines con documentos, dinero, pasaportes y fotos muy queridas. En nuestros corazones traíamos: dulcísimas memorias y gratísimas imágenes de tanta gente linda de aquel místico país. Así era la colorida caravana que mi familia y yo formábamos al desembarcar de aquel inmenso avión de pasajeros procedente de Guatemala. Nueve meses después, nos alegró a todos, el nacimiento de Micayla. A ese glorioso evento siguió el curioso advenimiento de El Heraldo Hispano.


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El Heraldo Hispano se encuentra en estos establecimientos comerciales:

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CÓMO PERDER SU RESIDENCIA LEGAL

(PAPELES) De primera impresión, el que conoce es tan solo residente pedir, en muchos casos, que su título de mi artículo de este legal, y es culpado de un crimen, condena sea declarada inválida, número parece una broma de no pierda tiempo y consulte con sobre todo si no recibió consejo mal gusto; después de lo que un abogado/a de inmigración a la legal sobre el peligro de perder cuesta en esfuerzo, dinero y vez que consulta con un abogado la residencia o el derecho a muchas veces, sufrimiento penal. Es IMPORTANTISIMO, solicitarla, antes de declararse de toda la familia, para lograr si Usted no es ciudadano (es culpable de algún crimen. conseguir los tan ansiados decir, sea residente, o no), que “papeles”, pues nadie quisiera si es culpado de un crimen, su PASAR MUCHO TIEMPO perderlos, ¿cierto? El hecho es abogado defensor se comunique FUERA DE ESTADOS que constantemente represento con su abogado/a de inmigración UNIDOS SIN PEDIR personas que han sido residentes y juntos lleguen a una solución PERMISO PARA ESTAR por muchos años y que me que vaya a conservar su AUSENTE MÁS DE 6 MESES. buscan precisamente porque residencia legal, o la posibilidad La ley establece que una vez están bajo riesgo de perder su de obtenerla algún día. No saben que uno es residente permanente residencia legal, o “papeles”. la cantidad de casos que he de este país, una ausencia mayor Lo más triste, es que en la gran tenido, donde un simple cambio de seis meses podría resultar en mayoría de los casos, que cuando regrese, su esa situación podría residencia se considere haberse evitado abandonada. Si bien “La ley establece que una con la intervención esta medida rara vez oportuna y rápida es aplicada la primera vez que uno es residente de un abogado de vez que sucede, si un permanente de este país, inmigración. residente pasa más Para poder de seis meses fuera una ausencia mayor de entender lo frágil de Estados Unidos que es la residencia continuamente, tarde seis meses podría resultar legal (o green o temprano el oficial en que cuando regrese, card), tenemos de inmigración que que empezar por lo entreviste cuando su residencia se considere entender que aquellas regrese (ya sea por personas que están tierra, o por avión), abandonada. Si bien esta en Estados Unidos se va a dar cuenta y medida rara vez es aplicada como residentes hay la posibilidad que permanentes son le quite la residencia, la primera vez que sucede, tan sólo huéspedes al ser considerada en este país, y este abandonada, y lo si un residente pasa más de país actúa en el rol en proceso seis meses fuera de Estados ponga de un anfitrión, y de deportación. Hay un anfitrión siempre manera de evitar Unidos continuamente, tarde una puede pedirle a un esto, si sabe que va a huésped que se vaya. ausentarse por más de o temprano el oficial de meses puede pedir inmigración que lo entreviste seis SER CULPADO DE un permiso al Servicio UN CRIMEN Y NO de Inmigración; ojo que cuando regrese (ya sea por CONSULTAR CON dicho permiso tiene que tierra, o por avión), se va a dar ser OBTENIDO antes UN/A ABOGADO/A DE INMIGRACIÓN salir de Estados cuenta y hay la posibilidad que de La manera más Unidos. común en la que El error más le quite la residencia, al ser muchos residentes grande que un residente considerada abandonada...” permanentes pierden puede cometer es el la residencia, es al ser sentirse seguro por ser condenados por algún residente, por haber crimen. Es importante saber en la declaración de culpabilidad vivido muchos años en Estados que “crimen” no es solamente (guilty plea) hubiera salvado Unidos, por haber trabajado matar o robar, sino faltas como la residencia legal de personas y pagado impuestos durante conducir en estado de ebriedad, que, o fueron deportadas, o esos años, por tener cónyuge violencia doméstica, descuidar terminaron teniendo que pelear e hijos que sean ciudadanos. o maltratar a un niño, posesión su deportación en la corte, Como lo he dicho repetidamente de cantidades minúsculas mientras estaban sujetos a ser desde estas páginas: LA de marihuana u otras drogas detenidos sin posibilidad de salir UNICA DEFENSA TOTAL ilegales, hurto de mercancía de en libertad bajo fianza. A UNA DEPORTACIÓN valor insignificante de cualquier Si ya ha tenido una condena ES EL NATURALIZARSE establecimiento comercial, entrar por algún crimen, aún está a CIUDADANO a una casa sin permiso del dueño tiempo para reparar el daño que NORTEAMERICANO. de casa, poseer armas de fuego puede ya exista: consulte con (así no las use), y muchos más. un abogado/a de inmigración *Este artículo no constituye No es necesario que haya pasado para ver si su condena puede consejo legal, si desea consejo tiempo en la cárcel para que poner en peligro su estatus de legal por favor consultar su caso el crimen tenga consecuencias inmigración o la posibilidad particular con un abogado de nefastas en el ámbito de de tener residencia legal algún inmigración. inmigración. Si Usted o alguien día, y si fuera así, usted puede

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EL Heraldo Hispano


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La hielera en la casa

de mi amigo

Fijate vos que dice la abuelita que la gente ya no halla qué inventar, cuando le conté lo que vi en la casa de un amigo que vive en el barrio de La Merced, barrio de gente rica. El patojo del que te hablo, es el hijo único de una familia, al que encontré en el parque infantil Colón, en donde hay braceadores (barras paralelas), y que me veía con insistencia cuando braceaba dejando de por medio una de las barras transversales en los que uno se sostiene con cada mano. Como vi su intención de hablarme le pregunté: — ¿Sabés bracear? Viendo hacia al suelo, disintió con la cabeza. —Venite —le dije. Subí los escalones para que me viera y poco después — para que aprendiera—, braceaba de uno en uno los barrotes transversales. Lo hacía despacio y con tanta dificultad, que no tardó en soltarse para caer casi acostado en el suelo. Creo que solo por vergüenza, no soltó el llanto; pero poco después, ya entusiasmado braceó tres veces a todo lo largo del braceador. De pronto, extendiendo sus manos hacia mí, exclamó: — Ya no aguanto. Efectivamente tenía las manos enrojecidas de tan finitas que las tiene. — ¡Vaya! Creo que se te van a ampollar —le dije, y poco después nos despedíamos, aunque volviéndose hacia mí me preguntó: — ¿Vas a venir mañana por la tarde? — ¡Sí, después de que haga los deberes de la escuela, como a las cuatro de la tarde! —le respondí a gritos. Y efectivamente, la siguiente tarde estaba esperándome con las manos hacia atrás y la cabeza agachada. —Hoy no podré bracear —me dijo mostrándome las manos en las que vi dos grandes ampollas en cada una de ellas. —Vení —le dije, y lo llevé a uno de los arriates donde hay rosales. Corté una espina sazona y le dije: — Mirá para allá —señalándole el braceador que quedaba a sus espaldas. Así, mientras no me veía pinché la primera ampolla de donde surgió abundante líquido, que le obligó a dirigir la mirada a sus manos. —No mirés porque si no, vas a chillar (1) —le dije, al tiempo que le pinchaba la otra ampolla. Él hubiera querido que no me

diera cuenta, cuando de sus ojos brotaron dos lagrimones, así que hice como que no veía. A la media hora, cuando casi tenía seca la piel, las ampollas habían desaparecido y le dije: — Lástima que no tenemos tijeras para cortarte esa piel, porque mañana podrías bracear otra vez. —En mi casa hay varias —me respondió—, si querés vamos para allá. Poco después estábamos en su casa, la cual está frente a la iglesia de La Merced. Llamó con el tocador que tiene forma de un león, y poco después salió la sirvienta. —Él es mi amigo —le dijo—. Venite, vamos a la cocina. Con paso tímido lo seguí viendo hacia uno y otro lado. Ya en la cocina, abrió las gavetas de un gabinete y sacó la tijera que con mano temblorosa puso en mi mano derecha. Sin

“Como nunca había comido gelatina, cautelosamente probé una cucharadita pero ¡me encantó! Y me atreví a pedirle un poco más”. darle tiempo a pensar, procedí a quitarle la piel. Cuando vio su mano sonrió y me dijo: — ¿Querés gelatina? Y se dirigió a un mueble grande de madera. Al acercarme me di cuenta que dentro estaba frío y quedé tan sorprendido, que no puse atención a algo que dentro, temblaba seductoramente. —Es la hielera de mi mamá —dijo al ver mi curiosidad. — ¿Cómo se enfría eso? —pregunté. A manera de respuesta colocó un banco a un costado del mueble y me señaló un agujero grande en cuyo fondo había un recipiente de metal en donde estaba el agua del hielo derretido. Como nunca había comido gelatina, cautelosamente probé una cucharadita pero ¡me encantó! Y me atreví a pedirle un poco más. — ¿Para qué más sirve ese cajón —le pregunté. Levantando los hombros respondió: —Sirve para mantener fresca la comida

y así no se descompone, sobre todo cuando hace calor. Efectivamente, en el interior de la hielera había varias ollas con comida que en su momento calentarían. —Ya van a venir mis papás —dijo mi amigo, y entendí que era momento de retirarse y cuando pasamos por la sala, vi que el reloj en pocos minutos marcaría las seis de la tarde. Ya en la calle me di cuanta prisa pude, pues la abuelita no tardaría en salir a buscarme y justo, cuando entré a la cocina la encontré preparándose para colar los frijoles que cenaríamos esa noche. Después de comer una champurrada (2) con chocolate, le conté lo de la hielera y fue en ese momento en que me dijo que ya no hallaban qué inventar, porque cuando era pequeña, no se conocían ni necesitaban esas cosas y que, para que la comida no se shuqueara (3), bastaba con ponerla a hervir todos… todos los días. Por mi parte, comprendí la razón por qué muchas veces vi estacionado frente a casas, el carretón tirado por un caballo que acarrea hielo, aunque lo que más me gustó de la hielera que tienen en casa de mi amigo, es que preparan esas deliciosas gelatinas de las que sí, había oído hablar, pero nunca probado. Cuando dije a la abuelita que ojalá tuviéramos una, para que preparara gelatina, dijo que en su cocina no permitiría una caja de esas y que si se la compraban, que nunca la usaría porque esas cosas, son una cochinada. ¿Vos qué pensas? Ya se me cansó la mano, y no te escribo más, así que te digo que dice mi mamá que no te olvidés de mandarle su Money Order, y que en la casa todos te mandan saludes y a mí, por favor mandame mis lenes para comprarme algo en la tienda. El Carlos

(1) Llorar en lenguaje coloquial chapín. (2) Nombre con que se conoce el pan dulce que recuerda la forma de una tortilla. (3) En lenguaje coloquial chapín, descomposición de alimentos.

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21 de Octubre de 2015

Lección aprendida de una gran tragedia

Las condiciones de pobreza que viven muchas familias en Guatemala, les han obligado a habitar zonas declaradas de alto riesgo, tales como laderas de montañas, orillas de ríos y otras. El cambio climático, que afecta a nuestro planeta, ha propiciado que la vulnerabilidad de estas áreas se incremente. El exceso de lluvia, permite que la tierra alcance tal nivel de humedad, que finalmente genera agrietamientos, hundimientos o deslaves, provocando consternación y tristeza en los ya bastantes sufridos hogares pobres. Santa Catarina Pinula es un municipio que se encuentra a aproximadamente quince kilómetros al este de la ciudad de Guatemala. El pasado uno de octubre, sucedió una tragedia que nadie se esperaba: una porción de tierra de la ladera de un cerro cercano a la comunidad “El Cambray II” se deslizó, dejando a innumerables personas y viviendas soterradas a decenas de metros bajo tierra. El desastre natural, se le atribuye a las torrenciales lluvias que azotaron la zona durante el mes de septiembre, aunque el lugar había sido declarado de alto riesgo anteriormente. Eran las nueve de la noche cuando Lidia de veintiún años, su esposo Juan y sus hijos Jonathan de dieciocho y Wellington de seis, se disponían a cenar como todas las noches. Todo parecía normal, cuando repentinamente, de un momento a otro, la tierra tembló y las luces se apagaron; cuando lograron encender las luces de nuevo, presenciaron uno de los desastres más grandes que han sucedido en nuestro país. —¬Estábamos atrapados. La casa estaba encima de nosotros y parecía no haber salida alguna, pero Dios, en su gran misericordia, nos guió

hacia afuera y con la ayuda de algunos vecinos logramos salir de los restos de lo que alguna vez había sido nuestra vivienda —nos cuenta Lidia con quebrada voz—. Después de todo, agradecemos al Señor la oportunidad que nos dio de seguir con vida para luchar; porque a pesar de que hemos perdido las cosas materiales, aún tenemos fe de que podemos seguir adelante.

“Lidia y su familia ven como una nueva oportunidad que el Creador les da, para empezar de nuevo, pero esta vez con una nueva perspectiva: la de los sobrevivientes de una de las tragedias más grandes ocurridas en Guatemala” Lidia y su familia ven como una nueva oportunidad que el Creador les da, para empezar de nuevo, pero esta vez con una nueva perspectiva: la de los testigos, víctimas y sobrevivientes de una de las tragedias más grandes ocurridas en Guatemala. Otros tantos no corrieron la misma suerte, pues al momento se han contabilizado doscientas setenta y tres personas fallecidas, doscientas sesenta y siete desaparecidas y más de cuatrocientos damnificados, ubicados en albergues temporales; estos últimos (como es el caso de Lidia y su familia), a la espera de ser ubicados en viviendas que el Gobierno ya tiene planificado construir en un nuevo sitio libre

de riesgos. La tragedia ocurrida en la comunidad El Cambray II de Santa Catarina Pinula ha dado una vez más a todos los guatemaltecos una lección de vida, amor y unidad, pues todo el país: vecinos, cuerpos de socorro, policías, ejército voluntarios e incluso personal extranjero, se han solidarizado para ayudar en la búsqueda de víctimas, porque aún se cree que la unión hace la fuerza, y que de esta manera podrán salir adelante de esta catástrofe. Alrededor de esta tragedia giran historias de decenas de héroes anónimos, que se han preocupado por el prójimo más que por ellos mismos, pues el riesgo de un nuevo deslizamiento sigue latente. Guatemala está de luto, muchas familias completas perdieron la vida en esta tragedia. Otras personas tuvieron que sufrir el profundo dolor de ver morir a sus seres queridos, para luego darles cristiana sepultura y los peores casos son aquellos en los que posiblemente nunca la persona sepa que ocurrió con sus familiares, debido a que las tareas de rescate ya fueron oficialmente suspendidas. “Este terrible infortunio ha sacado lo mejor de los chapines: salimos a la calle y en cada esquina se pueden ver personas ayudando a otras, tendiéndoles una mano. Estamos heridos, pero no de muerte; y estamos seguros que después de la tormenta viene la calma. Y aún en la peor de las circunstancias, nuestra unión y nuestro apoyo incondicional, nos permitirán superar las adversidades.” Esto es lo que expresan entre drama y esperanza, los vecinos de este municipio, agradecidos por la ayuda que no deja de llegar de todos los guatemaltecos, en víveres, ropa y otros artículos básicos.

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21 de Octubre de 2015

CONEXIONES Empecé a preocuparme cuando pasaron varias semanas en las que dejé de escuchar el ruido de la máquina ablandadora de agua que tengo instalada en mi casa. Normalmente la máquina se prendía automáticamente, una o dos veces por semana, en la madrugada, para ablandar o suavizar la calidad de la reserva de agua que tenemos en casa. Es una función importante, porque con lo pesada que es el agua en esta área del estado (debido a los minerales que contiene), suavizar el agua ayuda a conservar el calentón, las máquinas de lavar, el lavaplatos y las tuberías. Yo investigué en la Internet y aunque pude identificar todas las partes de la máquina, no pude saber por qué no prendía. Por fin decidí que era tiempo de llamar a algún experto, para que me dijera qu’e estaba pasando, ya que las ayudas de Youtube no me habían funcionado. Llamé a un negocio local con especialistas en ablandadores de agua y afortunadamente encontré una cita disponible para el día siguiente. Cuando el hombre vino, revisó la máquina y dijo que todas las partes parecían estar bien, pero aunque estaba enchufado, no estaba recibiendo corriente eléctrica y por eso no se prendía. Examinó cuidadosamente los cables y todo parecía estar bien. Fuimos a apagar y prender los interruptores que permitían el paso de la electricidad al primer piso de la casa. Nada cambió. Se quedó mirando todo el aparato en el closet, pensando en cuál podría ser el problema. De pronto, me miró y preguntó: ¿Qué hay del otro lado de la pared?, señalando el sitio donde se encontraba el enchufe. “Es el garaje.”, respondí. Sonrió y dijo: “¡Ah! Vamos a fijarnos en algo.” Entramos en el garaje y él fue a un lugar en la pared que estaba exactamente opuesta de donde se encontraba el enchufe para el ablandador del agua. Para mi sorpresa, había otro

enchufe; un botón en el medio estaba puesto de tal forma para bloquear la corriente, no solamente para el enchufe en el garaje, sino también para el enchufe en otro lado de la pared. Él tocó el botón y fuimos a ver qué pasaba con el otro enchufe. Muy gratamente, el problema estaba resuelto y la máquina ya tenía una fuente de corriente. Me reí un poco. ¿Cómo yo iba a pensar en ir al garaje, para encontrar una solución para el problema de la máquina que está ubicada en el closet? Me maravillé cómo había pasado mucho tiempo estudiando cómo funcionan las máquinas para ablandar el agua, para

"Me reí un poco. ¿Cómo yo iba a pensar en ir al garaje, para encontrar una solución para el problema de la máquina que está ubicada en el closet?..." terminar descubriendo que la causa del problema fuera algo tan sencillo, y a primera vista, como la conexión eléctrica. Me hizo recordar una situación que ocurrió en Washington DC con el memorial de Lincoln. La piedra colocada en las paredes exteriores del edificio estaba gastándose y un equipo estaba investigando si necesitaban cambiar la piedra o pintarla. Cualquiera que fuera la solución sería muy cara, entonces alguien se hizo la pregunta: “¿Por qué está gastándose?” La respuesta fue que cada dos semanas estaban limpiando la piedra con agua, el contacto con el agua era la causa del deterioro de la piedra. Después de se hicieron otra pregunta: ¿Por qué tenían

que lavar tanto el memorial? Lo tenían que hacer debido a que ensuciaba con los residuos de excremento de los pájaros. Las soluciones que buscaron para proteger el memorial de los pájaros no eran las más eficaces. Entonces, se hicieron otra pregunta: ¿Por qué había tantos pájaros siempre alrededor del memorial? Las aves acudían al lugar para alimentarse de la gran cantidad de arañas que había en el lugar. Y ¿por qué había tantas arañas? Porque había billones de insectos, en las noches, alrededor del memorial y las arañas los comían. ¿Por qué había tantos insectos en esa área? La respuesta: los enormes reflectores que iluminan el memorial en la noche, atraen los insectos. Las luces se prendían dos horas antes del anochecer y se apagaban dos horas después de la subida del sol en la mañana. Con un poco de trabajo se descubrió que si prendían las luces 30 minutos después del anochecer y las apagaban 30 minutos antes del subida del sol en la mañana, la cantidad de insectos en el área disminuía en un 90%. Con menos insectos, muchas menos arañas llegaron, por lo tanto mucho menos aves andaban cerca del memorial y no dejaban tantos residuos de excremento. Ya no había necesidad de limpiar el memorial cada dos semanas, y como resultado, la piedra ya no deterioraba como antes. ¿Quién iba a pensar que cambiar la hora de cuándo prendían las luces para iluminar el memorial era la solución para conservar la piedra en las paredes? No parecen ser dos cosas conectadas para nada; sin embargo, por una serie de eventos uno provocó el otro. Lo mismo sucede con los humanos. Nunca se sabe cuándo las palabras que uno comparte con otra persona van a provocar una seria de eventos que impactan su vida de forma permanente. Todo es más sencillo y a la vez más entrelazado que imaginamos.

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21 de Octubre de 2015

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21 de Octubre de 2015

LAS

TEMPESTADES Hay historias que nos encuentran en el momento menos pensando. La historia de John H. Groberg me encontró en el medio de un día, donde el reloj ejercía su irritable rol de marcarme el tiempo restante para cumplir con mi fecha de entrega (deadline). Ese día había desayunado estrés y almorzado ansiedad y parecía que iba a cenar pánico, mientras todo lo que se requería de mí, parecía una pesada carga que me iba hundiendo. Me había convertido en una malabarista, mientras más objetos se iban sumando y yo luchaba para que todo siguiera en balance. En medio de mi alocado intento de balancear, lo que evidentemente no se podía, me inundó una ola de lástima por mí misma. El destructor pensamiento de pobrecita yo, pasó mientras no estaba dispuesta a hacer nada que detuviera la suma de objetos a mi amateur malabarismo. Después de la segunda oleada de pobrecita yo y de enumerar todo lo que me hacía sentir así, mis ojos se encontraron con unas hojas de fotocopias que estaban dobladas cerca de mi computadora. Era una de esas cosas que quería leer cuando tuviera un momento de paz y pudiera disfrutarlo. En mi lucha de quiero leer, pero no debo leer, hasta que termine lo que es urgente y estrictamente necesario, veintidós páginas parecían mucho para calmar al dictador reloj, pegado como una sombra; el tic tac contando cada segundo que iba perdiendo. El quiero se impuso como un impulso de tomar aire para evitar ahogarme, en tanto mi mar interior se agitaba amenazador. Las primeras páginas las leí todavía con la resaca de mi lucha. Era una buena lectura pero todavía no calmaba mis furiosas olas, que parecían

sacudirme en mi indecisión. Finalmente llegué a la página seis y fue en ese momento que la historia de John vino a mi rescate. Él también se encontraba en un mar agitado, mientras se dirigía a una isla distante desde Tonga. No estaba solo en ese viaje, lo acompañaba su esposa y su hija de tres meses. El único bote que iba a esa distante isla era viejo y sucio. Su camarote era pequeño y oloroso. La noche parecía ser una de las más largas de su vida, cuando las olas con violencia comenzaron a sacudir la embarcación.

“El quiero se impuso como un impulso de tomar aire para evitar ahogarme, en tanto mi mar interior se agitaba amenazador”. Para evitar que su esposa e hija cayeran directamente al suelo, se sentó en el frío y húmedo piso. Si caía podían rodar sobre sus piernas. Con las horas de estar sentado en esa incómoda posición su cuerpo le dolía, el impetuoso viento y las constantes olas no cesaban. Cuando la primera ola de lástima por sí mismo llegó a la playa de su mente, inmediatamente un pensamiento lo alcanzó. Era como la voz de alguien que era cercano a él y que lo amaba. El consejo fue que no se quejara, ni pensara en quejarse. Eso le ayudó a ser agradecido, a pesar de que todavía se sentía terriblemente incómodo y mareado por el constante movimiento. Llegaron sanos y salvos a la mañana siguiente. Años más tarde él se encontraba leyendo sobre su bisabuela que había nacido

en Londres, pero que en su juventud había emigrado a Nueva Zelanda. Desde ahí comenzó un viaje a San Francisco, aproximadamente en el año 1870, con cuatros niños y después hasta Lago Salado, Utah. Su esposo se quedó para vender su granja y le siguió un año después. Un breve comentario que ella hizo acerca de su viaje le llamó la atención a su bisnieto, mientras éste leía. Ella describió el momento cuando encontraron un mar extremadamente agitado, con impetuosos vientos y olas gigantes; ella y sus hijos estaban enfermos. John H. Groberg miró en el mapa la posible trayectoria del barco en el que habría ido su bisabuela y se dio cuenta que posiblemente habían estado en el mismo lugar, con unos cien años de diferencia. Pensé en esa mujer con niños pequeños y enfermos en un viaje tan largo, lleno de desafíos. Sin duda ella podía decirle a su bisnieto que no se quejara con la situación y que mantuviera un corazón agradecido por la oportunidad que tenía de ir por ese mar embravecido. Sus palabras me alcanzaron a mí también y a mi actitud de decirme pobrecita yo por la situación en que me encontraba. ¿Podía dejar alguna de las cosas que estaba haciendo? ¿Estaban mis prioridades correctas? ¿Eran todas esenciales e imprescindibles? ¿Tenía un corazón agradecido por tener las oportunidades que me hacen crecer? ¿En qué forma, el quejarme de mis circunstancias, estaba ayudando a hundirme en un mar de desesperación? La tormenta interior dio paso a la calma. Aceptar que no puedo hacer todo lo que yo pensaba que podía hacer, me liberó de la frenética carrera por lograrlo.

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21 de Octubre de 2015

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21 de Octubre de 2015

CAMBIANDO PARADIGMAS

El tema de los paradigmas ha estado presente en muchas reflexiones desde hace varias décadas, tanto aplicado a las personas como a empresas. A pesar que en los últimos años ha habido una avalancha de nuevas teorías y estrategias para crecer y entender mejor el cambio, sigo apoyando la comprensión y el manejo adecuado de los paradigmas como herramienta de pensamiento poderosa. Es necesario aclarar ¿qué son los paradigmas? Lo explico con una pequeña historia que escuché hace varios años: en un pequeño pueblo, vivía un joven llamado Pablo, quien poseía un carro deportivo antiguo; lo tenía en excelente estado y le gustaba manejarlo los fines de semana. Como ya conocía los caminos fuera del pueblo, le gustaba tomar a alta velocidad tanto rectas, como curvas. En una oportunidad, mientras disfrutaba de su automóvil, tomó una recta lo bastante larga para alcanzar una considerable velocidad; pero justo cuando la empezaba, vio salir del fondo de la carretera un automóvil que parecía fuera de control. Nuestro amigo, preocupado y asustado frenó su carro, mientras el otro automóvil se acercaba zigzagueando entre las dos vías. Justo unos metros antes de chocarlo, el vehículo logró volver a su carril y al pasar junto a nuestro amigo, él observo que era una mujer la que conducía. Al pasar la mujer le grito: ¡cerdo! y continuó su camino. Él al oír esto le grito ¡vaca! Pablo seguía parado en su automóvil y pensaba por qué esta mujer, quien venía conduciendo inapropiadamente, le había insultado; era ella la que piloteaba fuera de control y no Pablo, pero él se sentía satisfecho que al menos había podido gritarle algo antes que se alejara. Tratando de olvidar lo sucedido, Pablo piso el acelerador a fondo y tomó velocidad en la recta, justo cuando empezaba la curva chocó contra… ¡un cerdo! Esta es una historia de paradigmas, ya que Pablo respondió como estaba acostumbrado: tú me insultas, ¡yo te insulto! Pero ella lo que trataba era de advertirle.

Muchas veces nos pasa eso, respondemos con los paradigmas a los que estamos acostumbrados, siempre estamos oyendo mensajes en los ambientes en que vivimos, ya sea en nuestra casa o en el trabajo; nos acostumbramos a pensar que son amenazas cuando en realidad pueden ser OPORTUNIDADES. Pero depende de nosotros como interpretamos esos mensajes. Los paradigmas no necesariamente son malos, el concepto significa arquetipos de comportamientos, modelos a seguir; es decir, es una forma que aprendemos para solucionar problemas cotidianos. El estilo con el que escribimos es un paradigma, la forma como caminamos es un paradigma, la manera como abrimos la puerta es un paradigma, la

“podemos decir que los paradigmas no son algo malo en su esencia, como muchas personas piensan, ya que nos resuelven situaciones complicadas” actitud con la que enfrentamos la vida puede ser un paradigma. Por lo que podemos decir que los paradigmas no son algo malo en su esencia, como muchas personas piensan, ya que nos resuelven situaciones complicadas; nos pueden hacer la vida más fácil al aprender cómo resolver un problema cotidiano o común. Lo malo está en no ser flexibles para cambiar paradigmas viejos, esos que detienen nuestro progreso, los que nos aferran al pasado, los que no nos permiten cambiar y ver la realidad llena de oportunidades para nuestra vida. Hay otro ejemplo bastante común que utilizo para entender la parte negativa de los paradigmas, seguramente conocemos a alguien o incluso a usted le puede estar pasando; existen muchas personas que

no les gusta utilizar la bicicleta, cuando se les pregunta el por qué, responden que “nunca” han sido buenos para manejar bicicleta. Si profundizamos un poco más, comentan una mala experiencia que tuvieron cuando eran niños, ya sea que no tenían agilidad o no alcanzaban los pedales. Crecen pensando que son malos para conducir bicicleta y huyen para intentarlo nuevamente, hasta dominarla. Este es un ejemplo de cómo nos puede dominar una paradigma negativo; si lo piensa, las condiciones del pasado han cambiando: la agilidad pudo haber mejorado, al igual que el tamaño de sus piernas; pero este tipo de paradigma nos detienen a mejorar, a superar nuestras expectativas de logro, a probar cosas nuevas o cosas viejas, las cuales nos causaron dolor en el pasado, pero que en el presente y futuro pueden ser grandes oportunidades. Este no un tema que se debe tomar a la ligera, ya que puede fundamentar muchas de las cosas malas que nos pasan; si no cambiamos nuestros forma de pensar o no mejoramos nuestro método para enfrentar y superar los retos, viviremos presos por los temibles paradigmas negativos. Lo más curioso de todo esto, es llegar a la conclusión que la mayoría de nuestros paradigmas negativos ¡no existen realmente! Son limitaciones auto impuestas, son imágenes mentales que no necesariamente reflejan la realidad, ya que una experiencia dolorosa puede condicionar nuestra formar de actuar pues nos paraliza para intentar algo nuevo; los cambios son constantes y lo mejor que podemos hacer es adaptarnos y utilizarlos para seguir subiendo en la montaña del éxito. Una técnica sencilla que puede poner en práctica para cambiar, es que cada vez que sienta temor por realizar alguna cosa, enfréntela intentándolo; es decir, si le causa temor hablar en público, cada vez que tenga oportunidad hable en público; si tiene temor de aprender algo que le llama la atención, pero que no sabe nada, desafíelo y aprenda; estudie, trate de nuevo. Le aseguro que la perseverancia, tarde o temprano le ganará al talento.

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21 de Octubre de 2015

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21 de Octubre de 2015

Doctor Corazón Querido Doctor Corazón: Le tengo miedo a la muerte. Desde que tengo memoria, ese extraño sentimiento de temor siempre ha doblegado mis nervios; me ha hecho perder mi entusiasmo natural y hasta mis deseos de comer. Por vergüenza no se le cuento a nadie y hasta ahora ha sido mi gran secreto. Mañana voy a cumplir cuarenta años y no me siento contenta de envejecer. Es como si, sin remedio, voy caminando hacia el cementerio o hacia un precipicio sin fin. Este sentimiento no es divertido. Terminar siendo comida por los gusanos no es divertido. Aquí en los Estados Unidos, los deudos tienen una extraña costumbre de mostrar en público a los familiares fallecidos. Nunca voy, en este país, a un funeral por mi propio gusto. Voy por educación y respeto, pero no es mi deseo participar de algo tan solemne y deprimente. Generalmente me siento en la última fila de la capilla, pero una vez llegué muy tarde al servicio y el único lugar vacío para sentarme estaba en la primera hilera. Desde allí, podía ver el cadáver de la fallecida. Era un cuadro impresionante y desagradable. Pasé muchos días durmiendo con la luz encendida. Cada noche al acostarme veía en mi mente el rostro pálido y fijo de la difunta. Le tengo miedo a la muerte. No hay nada agradable al respecto. Mis padres murieron en un accidente automovilístico cuando yo tenía 3 años. Para entonces todos mis abuelos habían fallecido. Nunca he presenciado el funeral de un ser querido. Mi esposo e hijas no le tienen miedo a nada. A pesar de todo, yo le sigo teniendo a la muerte. Miedosa. Estimada Miedosa: El miedo a la muerte es miedo a lo desconocido y es razonable. Sentir miedo extremo o enfermizo no es saludable. Es necesario conciliar ese sentimiento, vencer o crecer en entendimiento a algo que es parte de la vida y tan natural como la nieve

que cae en el invierno. Cuando pienso en la muerte, pienso en las flores. Es interesante observar su belleza, pero también es bueno poner atención a su origen sencillo. Todo empieza al plantar una semilla pequeña y seca. En unos pocos días, vemos surgir de la tierra un brote verde y en poco tiempo, ese humilde comienzo se convierte en una hermosa planta con muchas hojas verdes y hermosas y coloridas flores. La humanidad siempre ha cosechado flores plantando semillas de esa manera. De la siembra de semillas aparentemente muertas surgen las cosechas de flores y de granos. Las flores nos regalan su color, perfume y optimismo, pero toda esa maravilla se germinó y desarrolló en un lugar oscuro y silencioso. La lección es poderosa. No hay espacio para sentir cobardía o para temer al proceso natural de pasar de una etapa gloriosa a otra más gloriosa. Ahora, si hay un sistema de leyes que permite la continuación de la vida para el reino vegetal, también debe haber uno para los seres humanos, para el reino animal y para todos los reinos. ¿No te parece? Te dejo con unos versos del poeta inglés, William Wordsworth: "Un sueño y un olvido sólo es el nacimiento: El alma nuestra, la estrella de la vida, en otra esfera ha sido constituida y procede de un lejano firmamento. No viene el alma en completo olvido, ni de todas las cosas despojada; pues al salir de Dios, que fue nuestra morada, con destellos celestiales se ha vestido". (Oda: "Intimations of Immortality", de Recollections of Early Childhood). Esas palabras tienen sabor a eternidad y huelen a perfume de rosas. El Diccionario de la Lengua Española define la palabra muerte, así: “1. Cesación o término de la vida. 2. separación del cuerpo y el alma”. La definición #2 es la favorita mía. Espero que sea la tuya también. Tu Doctor Corazón.

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21 de Octubre de 2015

POSEER VS USAR DOCUMENTOS FALSOS

Empiezo este artículo con una advertencia: no debe poseer, ni usar documentos falsos: es ilegal y constituye una base común para muchos casos de deportación. Sin embargo, mucha genta posee y/o usa documentos falsos por varias razones –usualmente para trabajar. Pero el propósito de este artículo no es reprochar el poseer y/o usar documentos falsos. Más bien, el objetivo es informarle la diferencia que existe entre poseer y usar documentos falsos bajo la ley de inmigración. Si no tiene documentos y está condenado bajo las leyes del estado de Iowa por poseer o usar documentos falsos, es bastante probable las autoridades lo pongan bajo proceso con la corte de inmigración. Si ese es el caso, su elegibilidad para una fianza de la corte de inmigración depende de si ha sido condenando o no por poseer o usar documentos falsos. Si ha recibido alguna condena por usar documentos falsos, usted se encontraría en la clasificación de crímenes que no le permite ser elegible para una fianza. Otra consecuencia que se desprende de la condena por usar documentos

falsos es que le resta elegibilidad para un caso de residencia frente la corte. Eso es porque a los ojos de inmigración, usar los documentos falsos es más grave de poseerlos. Pero si ha sido condenando por poseer los documentos falsos, es probable que se le fije una fianza (depende en su historia criminal completa). Si posee un record limpio, aparte de la posesión de documentos falsos, será elegible para una fianza. ¿Por qué es importante recibir una fianza de la corte de inmigración? El proceso con la corte de inmigración, para las personas detenidas, dura semanas –meses a lo mucho. Por otra parte el proceso para las personas detenidas dura años, a veces más que 5. También, va a tener más tiempo estar en los EEUU esperando la reforma. Finalmente, tendrá más tiempo para preparar su caso. ¿Entonces, qué puede hacer en caso que ser detenido por una agencia del orden público y al buscar entre sus pertenencias encuentra documentos falsos en su posesión? Más que nada,

no presente el documento falso al oficial. Niéguese a cualquier registro hasta que sea arrestado (si es arrestado, los oficiales van a buscar entre sus pertenencias sin su permiso). Si inician la búsqueda, avíseles que tiene documentos en su posesión, pero no debe sacarlos de su bolsa, porque al hacerlo dará la impresión de que los está presentando al oficial, como si fueran suyos. Si le imponen un cargo por usar documentos falsos, hable con su abogado sobre la posibilidad de hacer un acuerdo sobre la posesión (en lugar del uso) de documentos falsos. Soy Trey Sucher. Soy abogado en West Liberty, IA. Yo trabajo en todos tipos de casos, incluso inmigración. Estudié leyes y recibí mi título en la Universidad de Iowa en Iowa City. Estoy feliz de ofrecer esta información con carácter educativo, pero la información contenida en este artículo no la ofrezco como consejo legal. Tampoco debe considerarme como su abogado, por el solo hecho de leer mi artículo. Cuídense.

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VIENE DE LA PORTADA

. . .Para dicha de la familia Rodríguez, otros parientes ya se habían adelantado y establecido en West Liberty. —Gracias al apoyo de mis hermanas estamos aquí y gracias a Dios, aquí continuaremos. Ahora, déjeme decirle, en este lugar no hemos vivido nada más días con color y olor a rosas. Aquí hemos experimentado, sin buscar o desear, una tristeza innombrable; en una manera inesperada, también hemos encontrado como un tesoro, un remanso de felicidad. Al escuchar esas palabras profundas en comprensión y propósito de la vida, asumo lo siguiente: Lilian está a punto de contarme la historia de su hijo nacido con un don muy especial, el inapreciable don del síndrome de Down, pero no es así. Todavía falta un poco para llegar a ese tema. Antes de eso, Lilian me va a llevar de la mano por el mundo claroscuro de la compleja e injusta Ley de Inmigración de este país, ejemplo en ejercitar en una mayor medida los derechos de libertad, seguridad e igualdad. Allí en West Liberty, Lilian vivió escondida hasta hace dos años, cuando por fin arregló su situación de indocumentada. “Hijos —les advertía—, si algún día tocan a la puerta unos señores así o asá, no les vayan a abrir”. Y así pasaron tres, cuatro, cinco años y en el corazón de Lilian reinaba a veces calma y a veces un desasosiego plagado de inseguridad. Una madrugada del 2011 sucedió lo impensable. A eso de las cinco de la mañana, cuando el alba aun no nacía y la rosada aurora se ocupada de pintar sus rosadas mejillas, alguien tocó a la puerta. Mark y Eleazar, vestidos en sus pijamas, corrieron en dirección del inoportuno sonido. Con ojos desorbitados por la sorpresa vieron allí de pie al Sheriff de West Liberty. Asustados gritaron: “¡Mamá, hay un policía parado en nuestra puerta y está preguntando por ti!”. “¿Un policía buscándome a estas horas? A ver, ¿cómo está eso?”, se preguntó Lilian. “Ahorita voy”, contestó desde su cuarto. A Lilian le dio un vuelco el corazón, cuando el Sheriff le dijo: “te llamas Lilian, ¿no es así?”. “Sí, así me llamo”. Lilian no había acabado de contestar cuando escuchó: “Oficial, ya puede venir, aquí está la persona a quien vienen a deportar”. De inmediato, de entre las sombras, surgió de un carro gris un oficial de migración. Traía un teléfono en la mano y con éste llamaba a un segundo oficial apostado en la puerta trasera. “La tenemos — dijo—, está parada frente a mí”. A Mark y a Eleazar se le empezaron a salir las lágrimas y cuando ya hubieron comprendido la magnitud de aquella indeseada visita, les dio por llorar sin consuelo. “¡No —

21 de Octubre de 2015 dijeron a coro—, a mi mamá no se la pueden llevar sin antes hablar con mi papá!”. Juan Rodríguez había salido a trabajar, quince minutos antes de aquel perturbador atraco. En medio de tan angustioso drama los oficiales sacaron un voluminoso folleto. En sus páginas estaba registrada, de acuerdo con la ley, toda la actividad ilícita de Lilian. Allí estaba detallado dónde Lilian había trabajado y vivido todos esos años. Con tal evidencia no había como dar marcha atrás. A Lilian la esposarían de inmediato y así, capturada como un criminal y frente a los ojos inocentes de sus hijos, la empujarían hacia el vehículo gris. “¡No se la pueden llevar de nosotros, no nos la pueden quitar! —insistían los niños—. ¡A nuestra mamá no se la pueden llevar, hoy ni nunca!” Al impacto de los gritos, Jorgito y Eddy, los dos retoños nacidos en West Liberty, despertaron. En medio de aquella batahola e incertidumbre, les sobrevino a los dos chiquitos un llanto angustioso. También empezaron a luchar por respirar. Para desmayo de las autoridades migratorias vieron allí, tirados en el suelo, a aquellos angelitos; sufriendo un incontrolable ataque de asma. Los serios y desalmados oficiales migratorios, nunca habían pasado por una situación semejante. Nunca esperaron encontrar a esa hora inusual, con dos niños pacientes de esa muy delicada complicación respiratoria. Asustados, uno miró al otro y en sus miradas desconcertadas acordaron llamar a su supervisor. “Llamen al 911 y pídanle atención inmediata para esos bebés con asma, —les respondió—. En cuanto a Lilian, aconséjele buscar de inmediato los servicios de un abogado de migración”. —Dios y el asma de mis hijos me libraron de haber ido presa. Quizás aún estuviera en prisión si ese percance del asma no hubiera sucedido —afirma Lilian—. Hoy, soy la recipiente de una visa tipo U o una visa humanitaria. Para mi asombro, Lilian cuenta esta historia sentada con el cuello recto y muy dueña de sí misma. En cambio yo, estoy a punto de ponerme a llorar. Hasta ahora he hecho mi mejor esfuerzo por contenerme, pero hasta cuándo voy a resistir, no lo sé. —Mi hijo Eddy vino a nuestras vidas revestido con el síndrome de Down. Es como un escudo, es como su salvación —prosigue Lilian. Ninguna maldad tiene poder sobre él, me nace a mí pensar. —Nació, entre otras complicaciones, con un ojo abierto y otro cerrado, con los pulmones faltos de alcanzar su desarrollo normal. La sangre la tenía espesa y no corría por las venas como debía ser. Traía, de acuerdo con el cardiólogo, una malformación en el corazón. A mi hijo lo asistían siete especialistas, todos y cada uno trabajando sin descanso por salvar a mi Eddy. En esas se pasó

un mes. “Señora, váyase a su casa, su hijo va a estar bien”, le pedían enfermeras y doctores. A este punto me detengo y ya sin poder resistir me pongo a llorar frente a mi entrevistada. Lilian continuó así, mientras yo permanecía con la cabeza agachada: —“Ningún poder humano me va a quitar del lado de mi hijo”, les contesté a los doctores. Y cierto, ningún poder humano lo logró. Lilian permaneció al lado de Eddy todo un mes. El personal médico les ofreció un cuarto contiguo para vivir ese mes. —Juan y Jorgito durmieron allí, pero yo seguí al lado de mi hijo, segundo a segundo, hora tras hora, hasta pasado el mes. Luego se le procedió a operarle ambos ojitos. Como ve, mi Eddy usa lentes y aun recibe tratamiento en ese órgano visual. Enseguida le hicieron una dolorosa cirugía en los oídos para sacarle líquido acumulado en su interior. El asma le provocaba neumonía y pulmonía. En fin, don Óscar, solo me queda decir, tengo en mis manos un regalo especial del más especial de los seres: Dios. Para no extenderme más, le cuento, aún siguen viendo a mi Eddy los siete especialistas, incluyendo una terapista del habla. En estas precarias circunstancias salí a pedir comida a las iglesias, ayuda a los servicios sociales, a donde el instinto me llevara. Para mi decepción, la respuesta de los servicios sociales fue un rotundo no. En esas idas y venidas encontré varios grupos de apoyo. Ahora participo con el grupo Manantial en Iowa City y poco a poco me he ido conectando con otros grupos. Así fue como me encontré con Anahí, coordinadora del programa Ask y ella fue quien me refirió con usted. Y mire, aquí estoy feliz y bendecida por tener a un hijo especial. A causa de estas circunstancias especiales me he vuelto más paciente y se ha fortalecido mi deseo de compartir con otros mi experiencia. Voy a donde me inviten y explico mis vivencias y experiencias sagradas brindadas a mi alma por mi hijo Eddy. Hago esto como una misión para erradicar, en la medida de lo posible, la ignorancia y malentendidos relacionados con el síndrome de Down. Por sobre todo, la ignorancia cultural aun prevalece entre nuestra comunidad. A muchos les he hablado así: “No señores, no es una maldición tener a un hijo con síndrome de Down, tampoco es causado por algún pecado cometido por uno de los padres. Y por seguro, no proviene por el uso de drogas u otro vicio rondando por este mundo. A lo mejor tal síndrome fue originado en un mundo superior donde no existe maldad y todo es puro como el corazón de mi hijo Eddy”. A mí solo me da por asentir en silencio. Aun con los ojos húmedos, no dejo de admirar cuan divino y poderoso puede ser el amor, en este caso el amor por un hijo especial, prodigado por una madre especial.

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SECCION NOSTALGIA

Página 23 por: Oscar Argueta

ese ser metisaca y sin oficio (cap. 42)

D

oña Valentina quebrantaba sobre la piedra de moler una tanda de maíz picado por los gorgojos. Eran los últimos rezagos de la cosecha del año pasado. Preparaba ese pozol de maíz seco para alimentar a sus pollos. Los quería gordos y sanos para venderlos a fines de octubre. Por esas fechas haría su primer viaje hacia la costa norte, para conocer y explorar las posibilidades de emigrar hacia aquel ambiente costeño. Para sacarle la mayor ventaja al viaje, llevaría en tres canastos la cosecha de 30 pollos para venderlos entre una y otra parada del tren y en los campamentos bananeros de la United Fruit Company. En octubre, el clima salvaje de la costa cedía a un clima más benigno y continuaba así hasta ya bien entrado febrero. El viaje duraría una semana y durante este tiempo trataría de olvidarse de todo; de afanarse por matar a don Justo Margarito, de librarse (aunque solo fuera por una semana) de vivir con un anciano siempre dispuesto a engendrarles hijos y a heredarle nada... solamente sus pobrezas. También quería dejar de pensar en la inutilidad del diablo. Estaba cansada de los juegos infantiles inventados por este ser. Siempre recordaría aquellas veces cuando ella dejaba a sus bebés en la cama y los encontraba, cuando los iba a amamantar, bien acomodado sobre un montón de leña en la cocina o en otros lugares increíbles. También recordaría un día cuando salía de prisa hacia el mercado. Llevaba un cántaro en la cintura y un canasto sobre su cabeza. Cuando estaba por cruzar el umbral la puerta principal se cerró. -No la cerró el aire ni persona alguna -decía, mientras se sobaba la frente y rabiaba al ver regado sobre el piso los pedazos de su preciado cántaro de barro. Doña Valentina estaba equivocada cuando juraba: -Allá no me va a seguir ese ser metisaca y sin oficio. Allí, moliendo maíz podrido, la muy incrédula señora en los santos católicos y en sus milagros, además de pensar en alimentar a sus pollos, renegaba del fracaso de su primer intento

de matar al Amigo del Pueblo. Entre la molida de un tanto y otro del maíz seco aprovechaba para maldecir a su hija por no haberle dado el consentimiento a don Clemente para inyectarle, en vez de Extracto de hígado de bacalao, estricnina. -Nos hace mucha falta escuchar cantar a su hija -le venían a decir los vecinos. -¡Está muerta! les contestaba ella. Mientras doña Valentina molía el maíz, el siguiente diálogo se estaba llevando a cabo en la sala del médico del pueblo. -Don Clemente, siento las orejas calientes. -Alguien está hablando de usted, don Justo Margarito. -Ojalá sea un amigo deseándome salud y no un enemigo deseándome la muerte. -Pero, además de doña Valentina, tendrá usted otros enemigos. -Uno nunca sabe don Clemente. La gente tiende a ser de dos caras. Por aquí lo adulan a uno y por allá lo asesinan con los pensamientos. -Y hablando a calzón quitado -interrumpió don Clemente-, por qué estará tan amargada con usted doña Valentina Castellanos Aguirre. Usted y sus suegros habían cultivado una amistad de oro. -No, don Clemente, para esa señora yo nunca fui santo de su devoción. En nuestras conversaciones se retraía, pero eso sí, estaba de acuerdo con las decisiones tomadas entre don Artemio y yo. -¿Y cómo cuáles serían esas decisiones? -Mire don Clemente, usted no está para saberlo ni yo para contarlo, pero una amistad por interés solamente está destinada a morir. -Pero ese interés era en alguna de sus propiedades a cambio de la mano de su hija, don Justo Margarito. -Don Clemente, cuando uno es pobre a veces comete el mismo pecado de los ricos. -¿Y cuál es ese pecado?, don Justo Margarito. -¡Avaricia, mi amigo! ¡Avaricia! -Entonces, ¿Cómo va mi inyección? ¿Debo empezar a arremangarme la camisa o espero? -Habló con prisa para interrumpir la conversación sobre sus ahora enemigos.

-Está lista desde hace dos días -fue la respuesta. -¿Ha notado estas mis ojeras? -Sí, de eso le iba a preguntar. Esa es falta de sueño. -El médico sostenía en la mano la jeringa y seguía conversando con don Justo Margarito. -He quedado muy débil de mi borrachera y aún no me repongo. La comida no la disfruto aún y en la noche no puedo dormir bien. Después de estas inyecciones me pondré bien, ya verá usted mi amigo Martinelli... ya verá. -Alégrese porque aquí va su inyección don Justo Margarito. Suelte sus músculos; relaje sus nalgas y sonría; y así no le dolerá tanto. -Pero esto no es estricnina, ¿verdad? -Confíe en mí... confíe en mí. Jamás me prestaría para hacer una cosa así, especialmente a usted, tan buena persona. -Lo dije en broma, don Clemente... lo dije en broma. -Eso está bueno, porque con estas cosas no se juega. -Aún sigo con las orejas calientes... tóquemelas. Don Justo Margarito no estaba equivocado. Tenía las orejas rojas y calientes. Doña Valentina hablaba, en ese instante con su hijo Manuel Antonio sobre la cercanía de interceptar en algún camino solitario al hombre más hipócrita del mundo y darle la golpiza de su vida. -¡Aquí no es de hablar mucho, es de actuar! Eso sí, es de tener cuidado siempre. El león no es como lo pintan. Cuando lo agarren no le den lugar para nada, ni para hablar, ni para sacar arma. -¡Así lo haremos, mamá! -Ese indio podrá tener engañado a todo el pueblo, pero no a mí. Una vez se la hacen a uno, no dos, ni tres. Don Artemio llevaba ya una hora descansando sobre una hamaca. Al principio trató de poner atención al diálogo entre Doña Valentina y sus dos hijos mayores; pero, conforme la brisa de la tarde lo acariciaba, cerró los ojos y se durmió, como si estuviera entrando al cielo. -Su papá ya no puede ni con la carta de venta -les señaló al anciano reposando tranquilo sobre la hamaca. -Si dependiéramos de él para vivir y comer, ya nos hubiéramos muerto

de hambre. Por eso, yo siento esta gran inquietud de ir probar suerte en la costa, para buscar otra manera de ganarnos la vida. Doña Valentina hablaba y don Artemio soñaba. Esa era la vida de esta peculiar pareja, contradictoria como el día lo era de la noche. Uno era letrado, el otro iletrado, uno era viejo y la otra era joven, uno era un río manso, la otra, un mar violento. Cuando don Artemio, decía "va a llover", ella contestaba, "va a llover... pero latigazos en su espalda." -Deje a mi papá tranquilo mamá, podría estar soñando y es malo despertar a una persona cuando está soñando. -Está sonando en darme hijos y por eso debo interrumpirle el sueño -pensó, doña Valentina. No, don Artemio no estaba soñando en eso. Eso lo iba a explicar el soñador mismo, por dónde había ido y vivido mientras dormía, pero antes de hacerlo, pidió café. -Iba montado a caballo por unos montes altos de color morado y después de un tiempo llegué a una aldea. Los aldeanos llevaban días tratando de matar a un cerdo, pero con cada intento el cerdo aumentaba en tamaño. Doña Valentina, sonrió e intentó decir algo, pero prefirió no interrumpir. Ahora se sentía bien de haberlo dejado dormir, así como se lo habían pedido sus hijos. Don Artemio tomó un trago de café. -...Y entonces papá -urgió Manuel Antonio. -O sea, con cada intento de golpe el cerdo crecía en tamaño y en fuerza y por eso no había manera de tirarlo al suelo para darle la estocada final. -Ya sé, al verlo llegar a usted le pidieron ayuda. ¿No es cierto? -Así lo creí yo al principio, pero por alguna razón no lo hicieron. -¿Y al fin se lo pidieron? -No le iban a pedir a un anciano hacer eso -se adelantó a decir, doña Valentina. -Pues pasó algo muy raro... -¿El cerdo volvió a su tamaño normal? -¡No! Eso no sucedió. Yo tenía sed y pedí agua. Al terminar de beber me vi de veinte años otra vez. Fue en ese momento cuando me acercaron una hacha y con

un gesto de asombro me hicieron señas invitándome a adelantarme y matar al cerdo. -¿...Y lo mató y después comieron chicharrones? Al escuchar ese comentario todos rieron, menos doña Valentina. -Aquí viene lo raro... -Don Artemio volvió a tomar café. -Me acerqué, tomé el hacha y cuando estaba a punto de asestarle el golpe, el cerdo se había transformado en una persona, pero solo yo podía ver eso. -¿Y quién era ese hombre o esa mujer? -Bueno, yo di un paso para ver más de cerca, pero al principio no pude reconocer quién era, o si era hombre o mujer. -¿Y por qué no podía reconocer quién era? ¿No lo tenía frente a usted? -No podía distinguir o reconocer quién era porque tenía todo el cuerpo cubierto con un trapo negro. Cuando la gente me vio a un paso del animal, gritó: ¡Mátalo, mátalo! -No me mate don Artemio, me suplicó una voz de hombre. Aunque la voz me sonó familiar, no pude reconocer en ese momento de quién podría ser. Estaba tratando de adivinar quién de mis conocidos hablaba así, cuando me desperté. -Paciencia, les dijo al verlos a todos en suspenso. Déjeme terminar de tomar mi café y quizás lo calientito me ayude a recordar quién pudo haber sido ese hombre. -¡Ah, ya! -se dijo- Ya di quién habla así. El grupo contuvo la respiración. -Era don M... -Don Artemio se llevó una mano a la boca y se esforzó en no mencionar el nombre prohibido. Esa tarde mientras doña Valentina sacaba del horno las cazuelejas con pan de maíz, les confió a sus ayudantes. -Ese sueño de su papá es una buena señal. -Las muchachas le devolvieron una mirada confusa. Doña Valentina les aclaró eso de la señal así: -A todo cerdo le llega su sábado. -Al decir eso, no pudo evitar pegar, no solo una sino varias carcajadas. Está contenta doña Valentina, dijeron sus hijas y también los vecinos.


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