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Año: 12 Número 281

ran las once en punto cuando arribé al Salón de Belleza, 5th Avenue. -¡Buenos días!-, saludé. -Soy Rocío. Mucho gusto-, fue la agradable respuesta. Así empezó mi conversación con la propietaria del recién inaugurado salón de belleza, localizado en Coralville, Iowa. En seguida, la amable estilista abrió la puerta de su vida y me invitó a pasar adelante. Aarón Jones, dueño del corazón de Rocío, estaba sentado a mi izquierda. Rigoberto, empleado de 5th Avenue, también me saludó y me regaló el placer de su compañía. Al ver a los tres sonreír, pensé: “Estoy entre amigos.” Por los ventanales entraba luz. No obstante tanta claridad, yo sentía mi corazón iluminado con la amistad de mis tres interlocutores. Estaba allí para indagar la razón de su éxito y felicidad. Aarón tocó a la puerta de Rocío un sábado por la mañana. Era el quince de diciembre de 2008. La joven mexicana, originaria de Juan Aldama, Zacatecas, no estaba para atender visitas, de conocidos o desconocidos. Estaba triste, desolada. La muerte le había arrebatado a su joven esposo. El funeral se había celebrado el pasado miércoles. Aarón y su compañero eran misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y estaban allí para compartir un mensaje de consuelo con la joven doliente. Sintiendo el corazón lacerado hasta la muerte le faltaba ánimo para sonreír y ser amable con

los dos jóvenes religiosos. Por eso se sorprendió, cuando escuchó de una voz fina y delicada, el increíble mensaje: “¡Mira! Frente a ti, está tu futuro esposo.” Rocío puso a un lado tan atrevido pensamiento y, con desgano, prestó atención al mensaje de los misioneros. Aarón terminó su servicio misional de dos años y regresó a Provo, Utah a continuar sus estudios en microbiología. Deseaba seguir los pasos de su padre, Brad Jones, un eminente microbiólogo, profesor de la universidad de Iowa City. En su corazón se había hecho la promesa de no olvidar a sus conversos de El Paso, Texas. Por eso, con frecuencia los llamaba por teléfono. A Rocío, en vez de llamarla con frecuencia, terminó llamándola todos los días. Un día viernes, después de

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su última clase, corrió a su carro, lo encendió y siguió rumbo a Texas. El larguísimo trayecto lo completó en doce horas. El amor le había dado alas y, por eso en vez de ir rodando por la carretera, le parecía volar bajo el inmenso cielo azul. El resto es historia. Rocío ama a Aarón, con un amor eterno. También ama a su adorado retoño, Shawn. A esos dos grandes amores le sigue el amor por su profesión. -Yo nací para ser estilista; y si pudiera haría mi trabajo de gratis. Al decir eso, mira a su alrededor. Yo creo adivinar el gesto. De seguro piensa. “Debo pagar por este local, comprar productos de belleza, hacer más atractivo el salón y hasta pagar hasta la luz.” Aarón la sigue con la vista. “Adoro a esa mujer”, quizás piensa.

23 de Mayo 2012

Rocío resume su vida con Aarón, así: -Yo sueño y Aarón hace mis sueños realidad. Cuando dije: “Quiero poner mi propio salón de belleza, aquí en Coralville”, Aarón sonrió, puso manos a la obra, tomó metro y martillo y transformó el local en un lugar muy agradable apto para atender con esmero y agrado a los futuros clientes de 5th Avenue. Esta no es la primera aventura de Rocío en el mundo de la estética. En Texas estableció el famoso salón, Celebrity. El amor la trajo a Iowa y aquí espera continuar ejerciendo su profesión, la de realzar la belleza de quienes busquen sus servicios de estilista. Para comunicarse con Rocío llame al: 319-351-3850. Por: Oscar Argueta


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23 may 2012 todo by Heraldo Hispano - Issuu