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Año: 14 Número 359

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a historia de Erika del Milagro la escribiré ratos llorando y ratos aguantando las ganas de llorar. En algún momento cuando me sienta compungir, me detendré y esperaré hasta ganar compostura. Y, sin más rodeos, empecemos por donde debemos de empezar: el año es 1988 y el país es Honduras. Erika recién ha cumplido cuatro años y vive con su familia, en un vecindario muy pobre de la muy tropical ciudad de San Pedro Sula. La pequeñita Erika comprende poco el ajetreo de sus padres y hermanos mayores yendo de un lado para otro, preparando tanates y vituallas en anticipación a un viaje largo, peligroso e incierto. Y todo, porque mañana aun antes de salir el sol, ella y su familia

dejarán su patria morena y el grupo iluminado por la luz de las estrellas; emprenderá el camino hacia la patria de Abraham Lincoln y Martin Luther King. —No tengas miedo —le dice su mamá—, Dios abrirá las puertas de tres fronteras, nos hará llegar sanos y salvos y allá nos dará prosperidad. Erika tiene sueño y en vez de escuchar, se restriega los ojos y sigue adelante; sin comprender hacia dónde va y cuándo llegará. Así empieza Erika la conversación, sentados en la sala de su casa en Muscatine, Iowa. —Me llamo Erika del Milagro y antes cuando le preguntaba a mi mamá por qué me había puesto ese nombre, ella me contestaba: “hija, Dios me inspiró a ponerte ese nombre al momento de nacer”.

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Y como usted puede ver, en ese momento ninguna de las dos pudo haberse imaginado cuan simbólico sería ese nombre, en esos mis primeros días aquí sobre esta tierra y en mi vida futura. El primer milagro fue haber nacido, aun cuando mi madre en el primer mes de su embarazo cayó en cama abatida por una anemia severa. Esto le dijo el médico: “señora, con este estado tan precario de salud terminará perdiendo la criatura. Necesitará un milagro”. Y sí —dice Erika —, mi madre y yo necesitábamos de un milagro, no efectuado por un hombre, sino por la mano de Dios. Y contra todo pronóstico, Erika tuvo la dicha de nacer. Eso sí, cuando abrió los ojos los traía plagados de cataratas; tenía la mirada bizca y un tic nervioso azotaba sus ojos. Y así

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contra viento y marea, Erika del Milagro arribó a sus primeros cinco años de edad. —Así de pequeñita —dice Erika—, me ingresaron al hospital para una primera operación. Para cuando ya había cumplido nueve años había sufrido tres intervenciones quirúrgicas en mis ojos. El proceso fue doloroso, pero aquí estoy sana de esa enfermedad. Ah, y también sana del tic nervioso. —Pues sí —digo yo—, mi entrevistada luce bien y con mucho entusiasmo por vivir.

PASA A LA PAGINA 21 Por: Oscar Argueta


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MIA

Mía, para siempre mía. Mía la seda de tu alma; mía tu paz, mía tu gracia, y mía la inmerecida gloria de pasarla en tu compañía. Mía sin tiempo, sin fin. Mía aquí y mía allende. Mía, para siempre mía; Sí, cuando tomo tu mano y te siento mil veces mía. Mía, para siempre mía. Mía sin tope, sin medida, mía en toda su anchura, sin manchas, sin arrugas; Sin gris y sin melancolía. Mía, para siempre mía. Mia tu más alta estrella, mía al imaginar el cielo y mía cuando te corono La reina de mi fantasía. Mía la luz de tu lámpara Mia la risa de tu fuente y mía para siempre mía, la cascada de tu sonrisa y el caudal de tu alegría. Mía al cerrar mis ojos. Mía cuando te acaricio, mía para siempre mía. Así te amo sin tregua: mía ayer y mía cada día.

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alguna película romántica o de acción. Eso sí, cuando ellos venían a nuestra casa encendíamos la chimenea y les presentábamos un show en vivo Por: Oscar y a todo color: Diana recitaba Argueta el poema, La Chacha Micaila; mi (coca43@ esposa cantaba una canción de José hotmail.com) Luis Perales; mientras yo le recitaba Guatemalteco. el poema, Nocturno a Rosario; Escribe desde Joshua, de cinco años, declamaba Mount un poema de Juana de Ibarborou. Pleasant, IA “Los zapatitos me aprietan, las medias me dan calor…”, repetía Kimberly de 3 añitos. Mis ojos ientras mis primeros cinco reían complacidos al escuchar a hijos crecían no teníamos esa chiquita recitar y hacer gestos televisión. Ocupados dulcísimos, capaces de derretir mi en enseñarles a recitar, corazón de la más pura felicidad. cantar y actuar nos faltaba tiempo Así era como la pasábamos al para dedicarlo a otra cosa. En dos calor del fuego de la chimenea de ocasiones dos amigos vinieron a ladrillos color marrón. Y mientras visitarnos. Después de saludarnos, les regalábamos a nuestros dijeron: “Aquí les traemos esta invitados: Poesías, canciones y tele. Estos niños tan bonitos no pueden crecer sin ver sus caricaturas hasta baile, afuera, un bosque de cipreses lloraba el rocío de su y al chavo del ocho. Necesitan lozanía y de su sensibilidad. Y hasta alegrarse.” A los días, esas dos el viento templado hacía temblar las televisiones terminaron en las salas neblinas de la noche y las estrellas de unos vecinos recién llegados del sin fin. Esas románticas escenas interior. eran allá en mi Guatemala natal, donde reina el verde y en el cielo No me lo tomen a mal, no prevalece el azul. teníamos nada en contra el muy popular invento. De hecho, cuando Ahora se me antoja regresar visitábamos a los amigos siempre unos cuarenta años atrás. Tengo disfrutábamos viendo con ellos 12 años y hoy he trabajado de sol

EDITORIAL

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a sol. Formo parte de una cuadrilla de empleados de la United Fruit Company. Somos cuatro: un cortador, un cargador, un tractorista y yo. El sol nos derrite la frente y a lo lejos retumba el mar. La faena es agotadora, pero algo me consuela, hoy es miércoles y esta noche podré disfrutar de mi programa favorito de la televisión. Hoy pasan Perdidos en el Espacio y no me lo puedo perder. A las siete en punto pagaré dos centavos y me sentaré en una banca de la pulpería de don Alejandro Chacón, para acompañar a la tripulación de la nave espacial “Jupiter 2” hacia el lejano planeta Alpha Centauri. Luego, del show correré a la casa para cumplir con las últimas tareas del día y dormir. Así podré madrugar al día siguiente y entrarle duro a la labor. En aquel tiempo el trabajo era mucho y poco el placer. A esa época pertenezco yo mi querido lector, cuando se trabajaba para comer y no para comer sin trabajar. ¡Ah!, también miraba, de vez en cuando, un capítulo de la telenovela La Leona, con la actriz mexicana Amparo Rivelles. Sí, aunque no me lo crean ya pasaban telenovelas en aquel tiempo de mi nostálgica mocedad. ¡Claro! La consigna era, primero el trabajo y luego el placer. Eso, si aún quedaba tiempo y sí se tenía en la

bolsa dos centavos de quetzal. Con el tiempo nos fuimos a vivir a una ciudad portuaria. Allí abundaba la prostitución y el licor. Por lo tanto, no había permiso para salir de noche. No es sabio salir a buscar el peligro era el consejo de la gente mayor. Tampoco teníamos televisión. Fue durante esas noches cuando aprendí de memoria cinco parábolas de La Biblia. Aclaro, no profesábamos religión alguna, pero mi inclinación poética me impulsaba a abrir el Santo Libro y leer. Aún puedo repetir de memoria la parábola de las Diez Vírgenes y la del Hijo pródigo. También en esas noches trabajaba para mejorar mi caligrafía. Llenaba y llenaba páginas con óvalos y más óvalos y al fin cansado me acostaba en el suelo a dormir. En cuarenta años de ahora, mis hijos y su generación contarán sus propias historias. Va a ser muy emocionante leerlas. De seguro serán muy diferentes a las mías. Para entonces, yo estaré de viaje por alguna galaxia lejana quizás acompañando en sus aventuras al muy enigmático doctor Zachary Smith.


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LA VIOLENCIA DOMÉSTICA

En mi país, cuando era chica, escuché un dicho antiguo que algunos (hombres y mujeres), esgrimían para justificar la violencia doméstica hacia las mujeres: “más te pego, más te quiero”. Recuerdo haberle preguntado a mi dulce y pacífico papá el significado de ese dicho, y me explicó que había hombres que golpeaban a sus esposas. A mis cinco años, no lo podía creer; era algo que no podía concebir, sobre todo en mi casa, donde mi estrictísima mamá, era a la que más temíamos mis hermanos y yo. Durante muchos años, pensé que era un fenómeno esporádico, en algunas familias no bien constituidas; pero hoy en día todos sabemos que es algo que sucede en muchos hogares. Se calcula que en Estados Unidos, aproximadamente una de cada cuatro mujeres, va a ser víctima de violencia doméstica alguna vez en su vida. Muchas mujeres que son golpeadas por sus maridos, novios o convivientes no saben que existe una salida, hay una luz al final del túnel así estén ilegalmente en Estados Unidos. Si están dispuestas a dejar a los canallas que les pegan. Y si dice que se queda con él “por sus hijos”, es importante que sepa que los niños que crecen en hogares donde hay violencia doméstica tienen de tres a cuatro veces más chance, de hacer lo mismo cuando crezcan; en cuanto a las niñas que crecen en esa situación, llegan a ver la violencia como normal y parte de una relación de pareja, y terminan siendo víctimas del mismo mal cuando son adultas. Afortunadamente, las leyes de inmigración proporcionan varias opciones para proteger a las personas que son víctimas de violencia doméstica. Antes que nada veamos a qué nos referimos cuando hablamos de violencia doméstica. OJO: no solo es cuando alguien le pega y deja marcas visibles, las siguientes conductas constituyen violencia doméstica: a) Violencia física: empujarla, tocarla causándole dolor, con la intención de infligírselo, o hacer el ademán de golpearla. b) Abuso sexual: forzarla a tener relaciones sexuales, así estén casados. c) Amenazas, intimidación: “si

me dejas, te mato”. d) Acecho y persecución. Seguirla por todos lados: a su trabajo, a la escuela, esperarla fuera de casa. e) Aislarla forzosamente de sus familiares y amigos. f) Controlar a dónde va usted: “no puedes salir sola”, “siempre conmigo”, “ni al supermercado sola”. g) Amenazas en contra de sus hijos: “vas a ver lo que le hago a tu hija si me dejas”, “te quito a los niños si me dejas”. h) Forzarla a hacer algo que no quiere hacer o impedir que haga algo que usted quiere hacer. El primer paso a tomar, es pedir una orden de protección en la corte, puede ir a su corte más cercana con alguien de su confianza que hable Inglés,

Muchas mujeres que son golpeadas por sus maridos, novios o convivientes no saben que existe una salida, hay una luz al final del túnel así estén ilegalmente en Estados Unidos. y solicitar al juez que emita una orden que le prohíba a la persona que la está hostigando o maltratando que SE ACERQUE a usted; usualmente el juez ordena que esa persona no puede contactarla o acercarse a menos de determinado número de millas cerca de la víctima. Si dicha persona incumple la orden del juez, comete una falta (misdemeanor), y puede tener graves consecuencias para su estado de inmigración. El segundo paso es contactar a un abogado de inmigración; si ha sido víctima de violencia doméstica, puede que usted califique para ciertos beneficios

de inmigración, entre los que están los siguientes:

a) Visa “U”: es una visa para víctimas de ciertos crímenes (no sólo violencia doméstica), es un requisito el que la víctima haya colaborado con las autoridades para juzgar al abusador y ponerlo en la cárcel. Los que tienen la visa “U” pueden recibir una autorización de empleo, y residencia permanente, después de tres años con dicha visa. Los parientes inmediatos de la víctima (hijos menores de edad, y padres, si la víctima es menor de edad), también califican para beneficiarse bajo esta visa. b) Visa “T”: es una visa para las víctimas de tráfico de seres humanos, para trabajo o para otros fines (prostitución, por ejemplo). Si usted califica, puede recibir protección, si está dispuesto a colaborar con las autoridades y demuestra que sufriría dificultades extremas si lo regresan a su país. c) VAWA: si usted fue víctima de abuso emocional o físico y el abusador es residente o ciudadano, NO NECESITA quedarse con él para poder recibir residencia legal, usted puede hacerlo SOLA. El gobierno no puede usar información negativa, proporcionada por el abusador en su contra. d) Asilo Político: si usted escapó de su país porque fue víctima de violencia doméstica, si nadie en el Gobierno de su país estaba dispuesto a protegerla y si teme regresar, puede calificar para solicitar asilo ante USCIS o el juez de inmigración. Si usted es víctima de violencia doméstica, es importante que sepa que no está sola; hay albergues para personas en su situación y ayuda gratuita o a bajo costo; muchos abogados de inmigración tomamos esos casos pro bono (gratis), o a bajo costo, y ofrecemos consultas gratis para víctimas de violencia doméstica ¡Protéjase y proteja a sus hijos! *Este artículo no constituye consejo legal. Si desea consejo legal por favor consultar su caso particular con un abogado de inmigración

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¿QUÉ ES EL FUTURO? Fijate vos que desde la carta anterior que te mandé, quedó pendiente una pregunta por hacerte: ¿qué es el futuro? Ocurrió que una noche ya tarde, que me levanté para ir al baño, mis papás y la abuelita conversaban en la cocina y alcancé a oír que les preocupa mi futuro y el de mi hermana la Chayo. Dijeron que el tuyo no les preocupaba, porque está asegurado allá en el norte y que si un día volvieras a Guatemala, sería con una familia hecha. Pienso entonces que si el futuro se hace con una familia, como tengo la mía, no debo preocuparme por eso. La abuelita dijo que como soy un patojo inteligente, que no ha perdido un solo grado de la primaria, mi futuro está en la escuela secundaria y que quizás iría a estudiar a la universidad. Cuando la oí decir eso, me convencí de que el futuro seguro que no es agradable, aunque sí, me gusta estudiar, no entiendo cómo mi futuro es algo muy diferente al tuyo porque sé que vos no estudiás, pero sí trabajás. ¿Cuál es entonces la diferencia entre tu futuro y el mío? Te juro que no entiendo qué quieren decir con eso del futuro, sobre todo cuando oí decir a la abuelita que su futuro ya estaba hecho y que un día podría dejar este mundo, segura de que toda su familia tiene el futuro asegurado. No creo que eso que llaman futuro sea algo bueno, porque comprendí que la abuelita podría morir. Morirse pues, ¿es el futuro? Yo no lo creo y no sé qué pensás vos. Por eso te pregunto ¿quién es ese señor de quien hablan? Porque el profesor nos ha dicho que estudiar y aplicarse en las clases nos asegura un buen futuro. ¿Por qué entonces la abuelita no se preocupa por el nuestro –el de toda la familia– que dijo está asegurado? Lo raro, y por eso no lo entiendo, es que mis papás, la abuelita y vos no estudian y si yo que sí voy a la escuela, tengo el futuro asegurado ¿qué pasa con ellos si ya no estudian? Es muy complicado y no lo entiendo. Lo peor ocurrió cuando fui a la tienda de doña Tencha y, como sabés, en las tiendas uno se entera de todo lo que ocurre en el barrio, porque la gente no solo compra, sino está habla

que habla; uno que no puede dejar de oír, se entera de cosas que aunque no le incumben, aunque son divertidas, como cuando a un vecino a cuatro casas de distancia de la nuestra, por llegar bolo (1) no le abrieron la puerta y tuvo que dormir en la calle y, al día siguiente, su esposa tuvo que curarlo de la gripe, pues por poco se convierte en pulmonía. El caso fue que hablaban del Chilolo, apodo que le pusieron a un patojo de otro barrio; como no estudia ni trabaja y se pasa el día

Por eso te pregunto ¿quién es ese señor de quien hablan? Porque el profesor nos ha dicho que estudiar y aplicarse en las clases nos asegura un buen futuro. vagabundeando en la calle, de él dijeron que no tiene futuro. Me pregunto entonces: ¿el futuro es algo bueno o malo para uno? Si vos que no estudiás, tenés asegurado tu futuro ¿por qué no les preocupa a ellos el mío, que aunque estudio no trabajo? Es muy complicado para mí, y como vos ya estás grande, quizá podrás explicarme qué es el futuro. Dos días después de escuchar la conversación de mis papás y la abuelita, le dije a ella que cuando fuera grande como vos, como tengo mi bicicleta roja, quería ser cartero para llevar sólo buenas noticias a las personas. Ella sonrió cuando me dijo: –Esa ocupación no es un buen futuro para vos, Carlitos. Debés pensar en que un día serás un profesional que va a trabajar en una oficina, en una clínica médica o un ingeniero que construye casas o edificios. Entonces, cuando le respondí que podría ser albañil,

si aprendía el oficio podría construir casas y edificios, por poco me pega. No entendí nada porque estoy seguro de que un albañil es mucho más importante, porque es quien coloca los ladrillos que se convertirán en habitaciones, mientras que el Ingeniero sólo llega por momentos a dar órdenes. Y si te lo digo, es porque eso lo he visto en las obras (2) en las que trabajan varios albañiles en barrios alejados del nuestro. Otra cosa que no entiendo es que, en cuanto dicen que el futuro está muy lejano, en otras ocasiones dicen que está a la vuelta de la esquina. ¿Es acaso un señor que anda caminando por las calles de los barrios? De ser así, tené por seguro de que le preguntaré qué pasa con mi futuro o que me diga cuál es, porque ahora tengo muchas dudas; sobre todo porque días después de la conversación escuchada, cuando acompañé a mi papá a la ferretería en donde compraría clavos y otras cosas para colocar los lazos, en donde se tiende la ropa para que se seque después de lavarla, le pregunté a mi papá qué es el futuro. Él detuvo su andar, se pasó la mano por la barbilla, y me dijo que es algo que va a ocurrir pronto. Eso me molestó porque para mí sería un mal futuro pues, en pocos días la Chayo, mi hermana, cumpliría 15 años y tendría que darle un abrazo; eso vos bien lo sabés, me disgusta de sólo pensarlo, pues si hago algo malo, luego se lo dice a mi mamá o a la abuelita. Ya se me cansó la mano de tanto escribir y sigo pensando en eso: en el futuro. Así que tal vez en tu respuesta me decís qué es eso del futuro. Mi mamá me dijo que te recuerde que le mandés el Money Order y a mí por favor, también mandame unos mis lenes. En la casa todos te mandan saludes. El Carlos (1) En lenguaje coloquial chapín, se refiere a una persona en estado de ebriedad. (2) En realidad se trata de una obra o construcción de casas o edificios.

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UNA GUERRERA

INCANSABLE Siendo apenas una joven de veintidós años de edad, Miriam Duarte, al igual que miles de mujeres latinas que buscan un mejor futuro, llegó indocumentada a los Estados Unidos en 1988; su destino: Nueva York. En Guatemala, su país natal, dejó a cargo de su madre a sus tres pequeños hijos: Manuel de cinco años, Christian de tres y Briseyda de apenas dos, en aquel entonces. “Me vine muy triste, mi corazón era un rompecabezas formado por aquellas tres piezas que dejaba”, recuerda Miriam con gran nostalgia. Reconoce que como todo comienzo de una nueva vida, en un país lejano que no era el suyo, se le hizo muy difícil conseguir un trabajo. Pero ella cree fervientemente en los ángeles y considera que Dios le envió a uno convertido en una mujer amable que le tendió la mano, de nombre Dorinda. Aquella dama de origen portugués y ahora ciudadana americana, explica Miriam que “fue el pilar más importante en la construcción de una nueva etapa de mi vida, en el camino a realizar mi gran sueño: volver a ver algún día a mis hijos y mi familia”. Dorinda, a quien Miriam describe como una flor que va dejando a su paso el aroma de la bondad, le brindó trabajo en un prestigioso hotel, donde labora hasta hoy día. “Recuerdo que fui a buscar trabajo y cuando me vio me dijo ¿Puede venir mañana? Yo pregunté ¿A llenar una aplicación? Y ella respondió: No, preséntese a trabajar. ¡Me sentí tan feliz!”, recuerda con alegría. “Pero no siempre sería Dorinda mi jefa, con quien llegué a sentirme como una hija. Después debí ayudar a una nueva jefa que me trataba muy mal; cuando hubo una oportunidad de ascenso para mí, contrató a su propia hija”. Así soportó Miriam los maltratos por varios años y un día finalmente anunciaron que se vendería el hotel y cambiarían al personal; eso le preocupó mucho. Miriam recién llegada a Estados Unidos, había conocido a una muchacha que era recepcionista en el hotel y de quien se hizo muy amiga, pero un día se fue a trabajar a otra parte y nunca más supo de ella. Su

sorpresa fue enorme cuando le presentaron a la nueva Manager y resultó ser aquella vieja amiga. “Ella me abrazó y me dijo: ¡Miriam todavía estás aquí!, traigo buenos planes para ti, necesito gente trabajadora como tú”.

Así soportó Miriam los maltratos por varios años y un día finalmente anunciaron que se vendería el hotel y cambiarían al personal; eso le preocupó mucho. El tiempo pasó y Miriam siguió superándose en el hotel, pensando cada día en las mejoras que implementaría si llegara algún día a ser jefa. Tomó lo positivo de los jefes que tuvo y aprovechó al máximo los recursos que le asignaban en los diferentes puestos que desempeñó; hasta que llegó aquel momento que esperó con paciencia y perseverancia: fue nombrada Manager del hotel. Los aportes e ideas puestas en práctica, así como la buena administración de los recursos a su cargo, han valido a Miriam ser nominada para obtener el premio como Manager del año 2015, en la prestigiosa cadena hotelera. En noviembre de 1997 conoció en Nueva York a Leo Duarte, un joven originario de Chiquimula, al oriente de Guatemala, con quien contrajo matrimonio. “Le pedí un momento al tiempo para conocer al amor de mi vida y me lo concedió. Con él (Leo), se ha escrito la parte más linda de la historia de mi vida. Él es todo para mí”.

En el 2005 Dios le mandó un angelito más a Miriam y a Leo: el pequeño Leíto, como ella lo llama. “Mi vida ha tenido altibajos, pero este rayito de sol que ha llegado en el atardecer de mi vida, ha traído alegría y entusiasmo. Todo el amor que se quedó guardado en mi corazón para mis hijos, a quienes que no tuve físicamente cerca en estos largos años, me lo ha venido a devolver este niño. Es quien vino a hacerme vivir otra vez”, describe emocionada. Leo, su esposo después de diecisiete años, reconoce en Miriam a una gran guerrera, siempre muy segura de sus objetivos y luchando incansablemente por alcanzarlos. La ve como un ejemplo a seguir, para todos aquellos que quieren superarse no solo en Estados Unidos, sino en cualquier parte del mundo; con un corazón enorme y cálido. Siempre encontrando el aspecto positivo, incluso en situaciones adversas. “Siempre siento una gran admiración por ella”, asegura. Después de veintisiete años en el país, la vida de Miriam ha cambiado mucho; ahora es ciudadana estadounidense y sus hijos fueron llegando de manera legal uno a uno a Estados Unidos. Sin embargo ella no olvida sus raíces y visita constantemente a su madre, familia y amistades en Guatemala. Con la misma sencillez que un día partió. Le pregunto a Miriam cuál sería su mensaje para todas aquellas mujeres que día con día luchan por un futuro mejor. Muy segura me responde: “Han sido una enorme bendición todos estos años de lucha. La vida me ha enseñado que el éxito solo se logra a través de la perseverancia y el hacer con amor cualquier trabajo que nos corresponda desempeñar. Debemos demostrar que somos capaces de salir adelante en un país que no es el nuestro. Desde el momento que decidimos venir y empezar una nueva vida solo con lo que traemos puesto, cargando con el sufrimiento de despedimos de nuestros hijos y familiares; pero con un corazón y la mente llena de sueños, ya somos unas guerreras”, concluye.

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POR LAS CALLES DE MIS

RECUERDOS

En las calles de mis recuerdos tengo nombres y caras, como si fueran la nomenclatura de una ciudad en progreso. Caras gastadas por el tiempo, con nombres asociados a historias que van conectándose con las mías, como si se tratara de raíces subterráneas. En la búsqueda de saber de dónde vengo, uso de peldaños sus historias para pintar mis diferentes estaciones. Colores brillantes para los veranos y los grises con matices, para los fríos inviernos de mi vida. La nostalgia parece ser un río turbio que corta mis memorias y hace seguir su cauce hasta el lago de no se puede. Ese viaje de regreso que, se espera, pero que no se planea, parece ser la mayor avenida de todas mis interrogantes. Los miedos me aguardan en cada esquina para hacerme saber que hay que afrontarlos o saber dejarlos ir. Un laberinto de sobrenombres y fechas se amontonan en los archivos de la evocación. Los puentes que cruzan los abismos de mis recuerdos más primitivos, me conectan al comienzo de mi existencia y conservan en su disco duro los por qué de dónde vengo, por qué estoy y a dónde voy. Esa búsqueda que me impulsa a explorar detrás de un fino velo de desmemoria y continuar caminando por fe, a través de caminos que me conducen a mi hogar. En esos caminos me vuelvo a encontrar con las personas que algún día caminaron a mi lado y aquellos que prepararon el camino para mí. Caminos de tierra adentro, donde una niña de pecas y sonrisa tímida me saluda. La ruta asfaltada donde Don Pesoa me espera todavía cada mediodía, para caminar, ambos vestidos de blanco. Él con su uniforme de la fábrica de productos lácteos y yo con mi delantal de la escuela primaria.

Él con sus grandes zancadas y espesos bigotes. Yo con mis pocos deseos de ir a la escuela y mis muchas preguntas. Las calles se suceden y se conectan, como un ejercicio de lógica donde las premisas van dictando si la conclusión es verdadera o es falsa. La mente en su función eficaz y despiadada, va juzgando y clasificando mis futuros olvidos y mis antiguas memorias. Una función automatizada

En esos caminos me vuelvo a encontrar con las personas que algún día caminaron a mi lado y aquellos que prepararon el camino para mí. en una línea de ensamble donde se reciclan las partes de las historias sin contar. Mi síndrome ancestral de almacenar se resiste a dejarlas ir y se entretiene con la idea de que un día se van a escribir. Los amores platónicos se van de la mano con el amor no correspondido y los años se resignan a contar lo que no fue, como lo que pudo ser y lo que fue, se debate entre la culpa de permitirse ser feliz con lo que tiene y dejar ir lo que pudo tener. Las calles vacías son interrumpidas por sus fantasmagóricas siluetas, diluyéndose a la distancia. Es mejor así por ellos y por mí, mientras la lluvia moja los adoquines de la nostalgia. Las calles mojadas me llevan a buscar refugio al lado del fuego, donde la lectura pun-

tual antes de dormir, se concentra en las caras enfocadas de mi familia. No puedo evitar volver y espiar por la ventana de los recuerdos esos momentos. El olor de la madera y los rojos intensos de fuego chisporroteando sus quejidos al ser quemada, me dan un cálido abrazo, mientras mis manos pequeñas sostienen un diccionario. Hipnotizada en el mundo de las palabras voy buscando sus significados en diferentes lenguas. Mi madre en intervalos alza la cabeza, nos observa y vuelve a la lectura. Sus arrugas comienzan a construir canales de irrigación alrededor de sus ojos y puedo notar esas canas que nunca antes vi. El cabello con tonos rojizos de mi hermana, le llegaba a la cintura y me recuerdan una catarata de ese otoño, donde el frío llego antes, obligando a recluirnos antes de tiempo. Me voy congelando poco a poco en esa imagen, mientras quisiera poder seguir encontrando los detalles que siempre estuvieron ahí. Los por qué se olvidaron de las explicaciones y los por qué no, me explicaron todo lo que estuvo a su alcance hasta llegar a un callejón sin salida. Un dead end que me obliga a retroceder un poco más y encontrarme otra vez en el camino. Vuelvo a pasar a la niña tímida con pecas, a Don Pesoa y sus espesos bigotes que me sonríen y me saludan mientras me alejo a pasos apurados. No hay prisa más absurda, que aquella que no sabe a dónde se dirige. No hay muerte más profunda, que ser olvidados. No hay ironía más poderosa, que una memoria desmemoriada. Abruptamente me despierto del laberinto de sentimientos y veo como los nombres y las caras me reclaman mi último esfuerzo para recordarles. Me dan un ultimátum, mientras me asumo de buenas ganas responsable.

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SALT LAKE

NO EJECUTARA LEYES DE INMIGRACIÓN

El Jefe de policía interino del departamento de policía en Salt Lake City, Utah, Mike Brown, dio un discurso el jueves el 9 de julio en la Convención Para la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos. En su discurso, les informó que el departamento de policía no va a ejecutar las leyes federales de inmigración. Brown también dijo que el departamento de policía no pedirá a personas latinas demostrar que son ciudadanos estadounidenses. Brown dijo que el motivo de hacer todo esto, es crear confianza entre la comunidad latina y el departamento de policía. Las acciones de Brown continúan en la misma línea de su predecesor, el Jefe Chris Burbank, quien estaba en contra que la policía local ejecutara leyes federales de inmigración. Brown cree que todas las personas deben tener acceso a los cuerpos de seguridad a pesar de la raza, origen étnico, religión o sexo. Brown dijo que el crimen prospera entre los temerosos. Erradicando el miedo de deportación mejorará la seguridad pública, porque cualquier persona puede denunciar un crimen a la policía, sin temor a ser castigado por ser inmigrante ilegal. Por eso los inmigrantes pueden tener acceso mejor a fuerzas de seguridad en Salt Lake City.

Además la inmigración ilegal es una violación de la ley civil y no es un problema criminal. Por eso, Brown piensa que la policía local no puede ejecutar las leyes de inmigración, más que la Ley de los Impuestos. Cosas así son para el Gobierno Federal. En Salt Lake City, el 22% de la población es latino y los grupos minoritarios conforman un tercio de la población en la ciudad. Por eso Brown quiere hacer más cosas para mejorar las relaciones entre estos grupos y el departamento de policía. Brown quiere contratar más personas de las minorías para que trabajen con el departamento. Brown también planea entrenar a su policía en Salt Lake para evitar evaluación por perfil racial. Soy Trey Sucher, abogado con oficinas en West Liberty, Iowa y Perry, Iowa. Trabajo en todo tipo de casos, incluso de inmigración. Estudié leyes y recibí mi título de la Universidad de Iowa, en Iowa City. Estoy contento de compartir esta información para su educación, pero el contenido de este artículo no lo ofrezco como un consejo legal. Tampoco soy su abogado basado en el hecho que ha leído mi artículo. Cuídense.

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¿RACISMO

ENTRE CRISTIANOS? El racismo no es compatible con la fe cristiana. Ninguno que diga que practica la fe cristiana, puede ser racista al mismo tiempo, no importa la denominación a la que pertenezca. Debido a los acontecimientos pasados en las iglesias en Carolina del Sur, donde en nombre del racismo se han hecho cosas horribles que sin duda entristecen al oírlas, quisiera reflexionar en este momento en lo que la escritura habla acerca de las razas y el propósito de Dios para cada una de ellas. Primero tendremos que destacar que Dios creó a Adán y Eva para tener comunión con ellos y a la vez ponerlos para administrar la creación en este planeta. De acuerdo a la narración del capítulo 3 del libro de Génesis, la desobediencia del hombre le llevó a separarse de Dios, pero no le quitó la responsabilidad de cuidar de lo que Dios había creado. Es así como en el espíritu de cuidar de los demás, deberíamos de permanecer; sin embargo, la ambición del hombre fue tanta que leemos en Génesis 11 que aun y cuando todos eran descendientes de Adán y Eva y todavía hablaban una sola lengua, la ambición los llevó a construir una torre, pensando que podían llegar al cielo. Allí Dios les dio lenguajes diferentes para que no pudieran seguir con su intento de poder y fama y se dividieron por grupos de acuerdo a su lenguaje y se esparcieron desde entonces por toda la tierra. Esto dio lugar a la creación de diferentes razas. Dios nunca hizo distinción en colores de piel o lenguajes. Cuando Dios escogió a Abraham, no lo hizo para hacer de la raza judía una

raza más importante que las demás, sino para mostrar su amor, según nos dice Deuteronomio 7:7-8: “No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres…” Como lo explica el apóstol Pedro, cuando entendió esa verdad en Hechos 10:34: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas”. Dios no creó las razas para discriminar a unas y exaltar a otras, sino por la necesidad de que se expandieran por la faz de la tierra y acabar con su idea de dominar el mundo y ser como Dios. De allí que la diversidad de lenguas y razas se menciona aún en el libro de Apocalipsis 7:9: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos.” Dios no hace acepción de personas, todos somos creación de Él, nos creó para tener comunión con nosotros, y es por eso que envió a su Hijo Jesucristo a morir por toda la humanidad, no solo por algunos. El racismo es el producto del orgullo y de prejuicios que solo separan al ser humano, debemos de conocer a aquel que murió una sola vez y por todos nosotros para extender su mensaje de amor y esperanza a un mundo que esta tan dividido y lastimado.

Doctor Corazón Estimado doctor Corazón: Estoy bastante molesto con la vida, con Dios… con todo. Hasta hace unas semanas veneré y adoré a mis padres. Eran o parecían ser la pareja perfecta. Claro, tenían algunos leves desacuerdos de vez en cuando, pero leves al fin. La mayoría de esas desavenencias las causábamos sus tres hijos. Una vez se disgustaron porque yo le escribí una carta de amor a una compañera de la escuela. Según mi papá no había nada de malo en eso y en vez de estar enojado se reía. En cambio, mi mamá me castigó, me llevó a la casa de la niña y me hizo pedirles disculpas a la hija y a los papás. Pues, para no desviarme mucho de mi historia, aquí va la continuación. Hace dos años mi papá empezó a padecer los síntomas de la temida enfermedad de Alzheimer. A los meses, mi mamá, a quien yo adoraba, empezó a ausentarse de la casa. Tal conducta era algo inesperado para toda la familia. Mi papá la necesitaba mucho; y ella, en vez de atenderlo como era debido, desaparecía por semanas. Nos dejaba en la luna, o sea sin una explicación y regresaba como si había sufrido amnesia. No daba razón a dónde iba, ni a quién visitaba. Hace tres semanas, mis hermanos y yo decidimos enfrentarla. Queríamos saber la verdad de sus ausencias y por qué mostraba tanta frialdad hacia mi papá y hacia nosotros. Ya habíamos esperado mucho y tenido mucha paciencia con ella. Necesitábamos saber el porqué de su cambio tan dramático, tan extraño. Y no solo éramos nosotros los únicos preocupados, también lo estaban los vecinos, familiares y los

hermanos de nuestra iglesia. No nos respondió, pero se puso a escribir una carta y nos la entregó. Desearía repetir el contenido de la carta, pero no es nada como para alegrarse o celebrar. Mi mamá ya no le era fiel a mi papá. En ese momento todos lloramos. Yo me deprimí y hasta sentí deseos de suicidarme. Era como si nuestra vida hubiera sido una película de aquellas de antes, de aquellos grande rollos de celuloide y cuando se está a punto de exhibirla todo aquel rollo se enreda, se malogra y cancelan la función. Así me sentía y así me siento aún. Mi mamá ya ha dejado de visitarnos y por ahora no deseo saber nada de ella y quién sabe si algún podré perdonarla. Estoy desecho del espíritu necesito consuelo. Decepcionado. Querido decepcionado: El día para perdonar va a llegar… debe de llegar. Esa es mi recomendación. No es tuyo, ni de ningún ser humano imperfecto, el derecho de juzgar y de condenar. A tu mamá tarde o temprano la va a acusar su propia conciencia. Ella misma va a ser su propia acusadora, su propio juez. La espina rasgando tu corazón cederá y un día un viento fuerte la arrastrará lejos de tu vida. Por ahora, solo te queda aprender a vivir con el corazón partido en dos. Y cuando ese dolor te mire de frente baja los ojos y cuando te grite tápate los oídos. Paciencia, no te va gritar por mucho tiempo. Toda pena con el tiempo envejece y muere y para alegría de todos, el dolor no está diseñado para resucitar. Tu doctor Corazón.

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GRACIAS

HISTORIAS QUE CONSTRUYEN

A LA CLIENTELA Y AMIGOS DEL HERALDO

SEGUNDA PARTE

En la primera parte de este artículo, se reflexionó sobre dos importantes mensajes para poner en práctica en nuestro camino y en especial en nuestras relaciones; un tema crucial para el éxito en la vida es saber valorar a las otras personas, es por eso que al final del primer mensaje se resaltaba: todos somos importantes. En el segundo mensaje pudimos comprender la importancia de dar sin esperar, otra lección crucial al momento de relacionarnos con los demás, resaltando el valor de la solidaridad en nuestros actos. En esta segunda parte me gustaría comentarles tres historias igualmente inspiradoras, que estoy seguro que nos hará reflexionar. A estas pequeñas historias les he agregado algunos elementos nuevos, en comparación a las que me contaron a mí, pero considero que nos ayudarán a entender de mejor forma el mensaje. Estas son las historias: 1.- Siempre recuerda aquellos a quienes sirves. En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de diez años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa. La mesera colocó un vaso de agua enfrente de él. “¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?”, pregunto el niño. “Cincuenta centavos”, respondió la mesera. El niño sacó la mano de su bolsillo y examinó un número de monedas. “¿Cuánto cuesta un helado solo?”, volvió a preguntar. Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un tanto impaciente; “treinta y cinco centavos”, dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. “Quiero el helado solo”, dijo el niño. La mesera le trajo el helado, colocó la cuenta en la mesa y se fue. El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, colocado ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco centavos... su propina. Jamás juzgues a alguien antes de tiempo

2.- Los obstáculos en nuestro camino Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino. Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de moverla a un lado del camino. Después de

Algunas veces olvidamosesas enseñanzas que sedisfrazan de sencillez, peroque nos resultan tannecesarias en situacionesque amenazan convencernos. empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, notó una cartera en el suelo, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino. El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar tú condición actual

3.- Donando sangre Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un hospital de Stanford, California, conocí a una niñita llamada Liz, quien sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de cinco años quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. El niño dudo por solo un momento, antes de tomar un gran suspiro y decir: «sí, lo haré, si eso salva a Liz.” Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su hermana. Viendo retornar el color a las mejillas de la niña, entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: «¿a qué hora empezaré a morirme? Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aun así se la daba. Da todo por quien ames Como pudimos ver en las cinco pequeñas historias, de las dos partes de este artículo, los mensajes hablan de la compasión, el agradecimiento, la oportunidad, la perseverancia y sobre todo del amor. Estos son sentimientos y valores necesarios en cada momento de la vida. Algunas veces olvidamos esas enseñanzas que se disfrazan de sencillez, pero que nos resultan tan necesarias en situaciones que amenazan con vencernos. Al final, estimados amigos, debemos tener presente que la actitud es todo; es decir, sin una buena actitud cualquier faena se hace más pesada. La vida puede ser maravillosa si la enfrentamos con la mejor sonrisa, es por esto que baila como si nadie te viera… disfruta la vida.

Gracias a toda la clientela y amigos del Heraldo ahora tenemos piso de cemento en nuestra casa. Pensamos que eso nunca sucedería y por eso estamos muy felices y agradecidos.

Hola. Soy Jocelyn y mi casa es ahora un mejor lugar para vivir, más saludable. Nos hace falta tener mejores puestas y techo. Ojala puedan seguir apoyando al Heraldo y ayudándome a mí.

Unos misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días pintaron la casa de celeste. Ahora estamos contentos y prometemos cuidarla y ser siempre agradecidos.

Soy José Gonzalo, soy adventista y amigo de don Oscar. Para mí fue un gran gusto dirigir el trabajo de ponerle cemento a la casa de don Danilo Agustín. Mi trabajo fue voluntario.


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DESPEDIDAS

Hace poco estuve en un tren que llevaba pasajeros al centro de Chicago. La estación del tren en el suburbio donde estaba, era similar a la que he visto en películas: un edificio de ladrillos con ventanas grandes, plantas al lado de las puertas, bancos de madera en que sentarse para esperar. Hay un cierto romanticismo en cuanto a las estaciones del tren. Quizás es por las muchas escenas sentimentales que se llevan a cabo en estaciones de tren: despedidas, llegadas, esperas, pérdidas, sorpresas. Como suele suceder en tales escenas de película, el aviso suena: “¡all aboard!” Los pasajeros suben y toman sus asientos. Mientras el tren empieza moverse, la mayoría de aquellos que fueron a la estación para acompañar, se retiran y se queda una persona sola con la mirada fija en el tren alejándose. Música incidental expresa todas las emociones involucradas en tal momento. No se sabe exactamente qué va a suceder cuando alguien sube un tren para viajar a otro lado. Viajes siempre nos llevan a otras perspectivas, otras experiencias u otras opciones. Quizá la emoción entrelazada en todos los elementos de una escena así, se encuentra en la pregunta que nadie quiere hacer en voz alta: ¿será que la persona volverá? Justo mientras escribo estas palabras una canción instrumental suena en la radio, “Contigo o Sin Ti”. La música aumenta en intensidad, tal como en las películas en estas escenas de despedida, llevando la emoción del momento al corazón. La incertidumbre, la decisión, la tristeza, la esperanza. Es un momento de cambios que aún no se han revelado, y el corazón se encoje frente a las posibilidades. Hay una cosa que todos saben, sin tener que decirlo: la vida no será igual. Solemos enfocarnos, como raza humana, en el elemento de pérdida en tales momentos. Es lo que causa que la garganta se cierre y que las lágrimas caigan. Es

el momento de lamentar el fin de un espacio del tiempo en que uno podía disfrutar ciertos elementos, eventos o experiencias, junto con ciertas personas. Sin embargo, desde el momento en que nacemos estamos bajo los confines de la corriente del tiempo. Tiempo, como el tren; solo para lo suficiente, para dejar y recibir pasajeros, sin contemplar las historias particulares de ellos.

Hay un cierto romanticismo en cuanto a las estaciones del tren. Quizás es por las muchas escenas sentimentales que se llevan a cabo en estaciones de tren: despedidas, llegadas, esperas, pérdidas, sorpresas. Quizá la lucha que todos tenemos en los tiempos de transición son las preguntas: ¿habré dedicado suficiente tiempo para disfrutar lo que tenía? ¿Habré cumplido lo que me correspondía? Cuando la respuesta es no, el sentimiento es como llegar a la estación solo para ver el tren alejándose, sin poder pararlo. Cuando uno puede contestar sí, el sentimiento es más como mirar una bajada del sol, reflexionando en lo vivido, sabiendo que pronto llegará un amanecer. Una estación de trenes también es un lugar infuso, con la emoción de llegadas. Los que están en la estación buscan al horizonte, preguntándose si el tren trae a quienes esperan. Los pasajeros en el tren no saben con seguridad, quiénes van a estar allí para recibirlos. Ambos anticipan el momento de llegada, con un poco de ansiedad y esperanza, mezcladas con muchas expectativas.

Uno nunca sabe exactamente lo que va a suceder con la llegada de alguien. Siempre trae diferentes perspectivas, experiencias y conocimiento. Quizá la pregunta en el profundo del corazón es ¿cómo será ahora que esté? Todos saben que vienen cambios. Pero a diferencia de la despedida, hay un enfoque en lo que se va añadir a la vida. La incógnita es si será lo mismo de lo esperado. En las películas, la escena de una llegada a veces toma tiempo y con música o con silencio, crea suspenso antes del momento del encuentro. De pronto el personaje baja las escaleras y la audiencia guarda la respiración para ver cómo será recibido: con brazos abiertos, con reservación, con indiferencia. Cada llegada es una continuación de una historia y el comienzo de un futuro. Tiempo, como el tren, sigue su camino estación a estación, dejando y recibiendo pasajeros. A veces uno es quien sube o baja el tren. Otras veces le toca mirar a otro subir o bajar el tren. Sin embargo, no siempre existe el privilegio de ir a la estación para esperar: a veces simplemente hay un giro en la vida y lo que estaba ya no está, o de pronto está lo que no estaba. Quizás es mejor expresado en las palabras del autor antiguo quien registró lo siguiente: “Para todas las cosas hay sazón, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo: tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado. . .” Sea por una despedida o una llegada, hay seguridad en saber que el cambio provoca lo que es necesario para cumplir el propósito de los siguientes millas de la jornada.

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ERIKA DEL MILAGRO Y LOS

TRES GRANDES MILAGROS VIENE DE LA PORTADA El viaje de Honduras hasta Long Beach, California fue arduo y difícil. Y cómo no iba a ser duro y complicado, si la familia Serrano viajaba por terreno mexicano a la buena de Dios; traía bajo sus alas a nueve hijos y en el vientre de la madre venía gestado un nuevo ser. —Mi hermano —sonríe Erika—, estuvo a punto de nacer en México. Al verme sonreír, agrega: —Aunque no me lo crea, la criatura nació a los días de haber arribado a Long Beach. — ¡Vaya, a eso se le llama aventura en su más alta expresión! —me da por responder. Así continúa Erika. —Nuestra vida continuó más o menos normal en Long Beach. —Y cómo no —le digo—, si allá vivían cerca del mar y el clima era benigno y cordial. —El clima sí, pero el crimen era rampante y la vida valía poco en la mente de una creciente pandilla, dispuesta a matar y a crear por las calles, inseguridad. —Ah, ya comprendo y veo por qué de nuevo siguieron su camino a un mejor y más seguro lugar. —Así es don Óscar, así es. —Y cuénteme cuándo y dónde conoció a su esposo. —Verá, mi esposo es de Guatemala y nos conocimos en un servicio de la iglesia Torre Fuerte. Mire, no se ría, pues no fue amor a primera vista. A ambas partes nos llevó tiempo y esfuerzo llegar al altar. Yo tenía dieciocho y Josué, veinticuatro. Nos casamos el once de octubre del 2003, a los siete meses de conocernos. A nuestro hijo, Josué Junior, lo esperamos por cuatro años. Imagínese usted cuanto tiempo esperamos por esta bendición. Fíjese usted como Dios probó nuestra paciencia y fe. Al escuchar esa confesión no respondo, no puedo responder. Un ardor en los ojos me obliga a callar y desviar la mirada hacia la ventana por donde está entrando a raudales la luz del sol. —Ahora pasemos al tercer milagro —apremio a Erika. —Don Óscar, yo soy una sobreviviente de leucemia o cáncer en la sangre. Y estoy viva gracias a un trasplante de médula ósea proveniente de un donante mexicano, residente en Davenport, Fl. Al escuchar a Erika confesarme tan temida y devastadora enfermedad, trago saliva y hago un esfuerzo por guardar control. Disimulo mis emociones y sigo anotando la descripción de su calvario o infierno vivido desde el 2011, hasta hace unos pocos meses. Entre uno y otro apunte me veo frente a esta computadora escribiendo por horas, a veces trastabillando, a veces

sintiéndome incompetente para transcribir correcta, clara y verdadera la historia de agonía y dolor de Erika, la de los tres milagros. —Aquí va el tercer milagro: primero me empecé a sentir débil, muy cansada y con dificultad para dormir. Me llevaba quince minutos hacer la cama por las mañanas. Eso era a todas luces inusual. Un día sentí una bolita atrás de mi cabeza, pero luego desapareció. Al desaparecer me dije: no es un tumor. A los días, mi rostro se empezó a empalidecer y también me sentía más cansada y con dolor en los ganglios, aquí mire. Erika se toca la garganta y me muestra donde sentía el dolor. —Eso, me dijeron por allí, le da a una persona por besar tanto. —Cómo está eso —pregunté yo—, a ver, ¿dónde está ese amante a quien besó mucho? —Para entonces mi sangre tenía un nivel bajísimo de 6.4 de gramos de hemoglobina en vez del nivel normal de 13 gramos. Así, le aconsejó el personal médico del hospital de Iowa City: “No somos especialistas en la sangre y por eso no te podemos dar una respuesta certera hoy. Puede ser Linfoma o Leucemia”. El momento llegó y me diagnosticaron Leucemia ALL o leucemia linfoblástica aguda LLA. Al hacerlo se me quedaron viendo. — ¿Y eso por qué? —le pregunto yo. —Pues mire, todos esperaban verme llorar. No lo hice. Tenía la fe puesta en Dios, el Doctor de doctores. “Te quedarás aquí de cuatro a seis semanas”, agregaron. Fue en este momento cuando puse los pies en la tierra. Al pensar en dejar a mi hijo al cuidado de otras personas por tanto tiempo, sentí un golpe en el corazón. —Y luego —continúo apremiándola yo. —Pues, mire hay médicos bien humanos y otros con poca humanidad. “Aquí —me dijo uno de esos médicos sin corazón—, solo te queda irte a tu casa a cuidar a tu hijo y morir o iniciar la quimioterapia de inmediato”. Verá usted, esa primera semana del tratamiento me sentí bien, pero a la segunda empecé a vomitar, a perder peso y cabello. En ocho meses llegue a perder noventa libras. Y agregado a ese gran sufrimiento le sigue otro, el de conseguir los fondos para cubrir el costo del tratamiento. Eso pudo haber durado meses, pero se resolvió en menos de veinticuatro horas. Estamos hablando de millones quizás —dice Erika—. En medio de recibir quimioterapia, el personal médico me encontró piedras en la vesícula. Esto no podía ser. Estaba baja de defensas y en tal estado una operación no era viable. Para no alargar la historia, las condiciones se dieron y fui

operada. Gracias a Dios salí bien. No hay duda. Desde aquí donde estoy sentado, veo a Erika feliz de estar viva y llena de salud. Y después de eso, ¿Erika no volvió a recaer?, nos podríamos estar preguntando. Sí, volvió a recaer. En mayo del 2013 encontraron de nuevo células cancerosas en su sangre. “Hija, quédate así. No te sometas a más tratamientos”, le dijo la familia. —Así como Dios me sanó la primera vez, así me volverá a sanar, fue mi respuesta. Al escuchar el nuevo diagnóstico mi hijo empezó a llorar. En el fondo, yo me sentía confiada. “Hijo, todo saldrá bien. Dios me cuidará y me sanará”, le dije. Aunque suena fácil, es difícil expresar una respuesta así. Solo una confianza infinita en Dios, puede hacerlo a uno hablar de esa manera. Con la misma, Erika se levanta y me dice: —Tóqueme aquí. Le toco la cabeza y siento algo suave. — Durante el segundo tratamiento me dio meningitis y aquí me abrieron para operarme y sacarme montones de pus. — No puede ser. Una persona no puede sufrir tanto, —concluyo yo. —Y ahora dígame, ¿quién es Elmer De Lara? —Pues es mi donante de medula ósea. — ¿Pero acaso no es difícil encontrar un donante con tanta premura de tiempo? — pregunto. —Primero —dice Erika—, solo un diez por ciento de hispanos está registrado para donar medula ósea y segundo, encontrar a un donante compatible puede llevar hasta un año. En mi caso, sucedió un milagro. En dos semanas me presentaron un listado de cinco donantes. — ¡Eso sí es un milagro! —asiento yo. —Para mi fortuna, el dieciocho de julio conoceré a mi donante. Vendrá desde la Florida y participará conmigo en una campaña aquí en Muscatine, para aumentar el registro de donantes de médula ósea. — ¡Eso es fantástico! —exclamo yo. —Sí, es maravilloso. Por eso, yo me he convertido en vocera de esta campaña patrocinada por la organización Be The Match. —Y como queda mucho por comprender sobre este tema, sugiero anotar al final de esta historia su número de teléfono y usted misma podría dar de primera mano esa información. —Yo lo haré con gusto —me responde Erika. Pues a este punto, solo me queda decir: ver a Erika sana y dispuesta a promover tal campaña me conmueve y como ya no puedo parar de compungirme, me pongo a llorar, no de pena sino de felicidad. Para información: 319-333-0824

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EL HERALDO Y SUS MUCHAS MISIONES

La tienda El paisano es pequeña, pero bien surtida. Además de abarrotes aquí venden cocos frescos y plátanos Maduros y verdes. El Heraldo impulsa a pequeños negocios en San Luis. En la foto aparezco con el dueño, un señor muy alegre y muy trabajador. El día de la madre y otras fechas El Heraldo entrega canastas básicas a amas de casa. Todos los abarrotes son comprados en El Paisano. Mi amigo está usando una camisa comprada por este su servidor en una tienda Goodwill de Mount Pleasant.

Les presento a algunos de los integrantes del Club del Amor Imposible. Al momento lo componen 11 declamadores, en su mayoría jóvenes amantes de la palabra y del buen hablar. Los proyectos a realizar por el Club del Amor Imposible son varios. Entre ellos están: Declamar al público en días de mercado. Así, el campesino, el iletrado, el comerciante puede escuchar la hermosura de nuestro idioma expresada en versos y rimas poéticas. También llevar al área rural la alegría de la palabra dicha con emotividad y pasión.

El padrino de Verónica Fashion es Oscar Argueta. El Heraldo ha impulsado este negocio desde su inauguración. En cada visita a San Luis, Oscar Argueta recita poesías a los clientes de este pequeño negocio. Verónica entrega a 10 nuevos clientes cupones de Q20.00. De esta manera Verónica Fashion crece y trae mejores ganancias a su dueña. El Heraldo facilita a Verónica Fashion Q200.00 para cubrir el gasto de los cupones.


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EL Heraldo Hispano


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SECCION NOSTALGIA UN NUDO INTENSO Y ACUSADOR

por: Oscar Argueta

E

n San Luis era tiempo de anonas, la fruta favorita de don Justo Margarito. No obstante, sentir y disfrutar de tal predilección, el Amigo del Pueblo, odiaba estos días lluviosos de septiembre con olor a anona. Fue por esos días septembrinos, dos años atrás, cuando le había sobrevenido el impulso de viajar a Sonsonate, El Salvador. Ahora, sentado en la primer grada del atrio de la iglesia, saboreando una anona rosada y carnosa, deseaba jamás haber llevado a cabo tal viaje. Entre una y otra mordida, de esa fruta tan deseable, renegaba del ambiente tímido y callado del pueblo. En ese momento, no solo odiaba a septiembre, ni el olor a anona, sino también odiaba, con todo su entendimiento, estar solo; porque cuando eso sucedía, sus pecados pasados parecían despertarse y provocar en su conciencia un ruido intenso y acusador. La tormenta mañanera también había contribuido a agregarle más silencio y aburrimiento a San Luis y, don Justo Margarito, de haber continuado sumergido en tal ambiente de quietud y soledad, hubiera salido en barajustada asustado de sus propios pensamientos. A hacerlo iba, cuando el rumor de unos pasos y un ruido de como cuando una persona se limpia la garganta de un gargajo terco, lo detuvo o mejor dijo lo salvo de cometer tal locura. -Don Justo Margarito usted tiene una mirada de pena, como si le doliera el corazón. La voz la reconoció al instante. Hablaba su amigo don Moisés Hernández. -Nunca he visto a un hombre tan triste y con los hombros tan caídos. Un hombre recién casado, debería sentirse dichoso y feliz -agregó. -¡Gracias, San Luis! ¡Gracias, Santo Entierro! Tú mandaste a este gran amigo para interrumpir estos mis pensamientos acusadores -rezó en silencio don Justo

Margarito. Los recuerdos de ese viaje a Sonsonate y otros recuerdos graves, le habían empezado a provocar, como ya lo hemos dicho, un intenso y abrumador remordimiento de conciencia. Al principio, la única intención del viaje había sido la de peregrinar con el solo propósito de venerar a San Antonio del Monte y llevarle una limosna extra, prometida en una visita de hacía solo unos dos meses atrás. La peregrinación, para su espanto y decepción, había terminado mal como con el sabor lechoso y amargo de una pesadilla. La llegada de su amigo Moisés le había interrumpido unas escenas pavorosas, donde aparecía una mujer dando alaridos y rogaba ser librada de aquel tan doloroso castigo a la cual la tenía sometida don Justo Margarito. Por ahora, el muy piadoso peregrino, ocupado en atender a su amigo, don Moisés Hernández, estaba a salvo de sus propios remordimientos. Los terribles pensamientos de su muy atribulada peregrinación a Sonsonate habían corrido a esconderse en la oscuridad, cerrado los ojos y vuelto a dormir. -¡Ah, mi amigo! No se preocupe por mí. A mí hasta la cosa más sencilla me entristece o me alegra, hasta la escena de un perro sufriendo de jiote me pone blandito con ganas de llorar. -Bueno, don Justo Margarito, si busca una razón para llorar, debe llorar por nuestra patria querida. Ayer éramos hijos de un dictador, hoy, si no andamos con cuidado hasta nos pueden acusar de comunistas y mañana quien sabe a dónde vamos a ir a parar. Volveremos a enfermarnos de diarrea nerviosa otra vez, bajo la mano pesada de algún dictador militar. -La boca se le retuerza don Moisés por andar diciendo esas cosas. Aunque viéndolo bien, usted tiene razón de estar preocupado por el

futuro inseguro de la patria. Estos cinco años de gobierno democrático nos ha ido muy bien, pero mi preocupación es otra. ¿Cuál? dirá usted. Bueno se lo resumo con un dicho. “A nadie le gusta ver ojos galanes en cara ajena”. Siempre hay alguien esperando destruirnos o discriminarnos, ya sea por miedo o por envidia. Por experiencia sé eso, don Moisés. -Mucha gente rica, don Justo Margarito, ha escondido sus tesoros en la tierra. “Allí nunca los va a encontrar el gobierno, ni los va a disfrutar algún pariente haragán, cuando ya no estemos sobre esta tierra”, dicen. Aunque eso de enterrar un tesoro lo rodean muchos mitos. -¿Cuales mitos, don Moisés? Bueno, antes de oír su respuesta, yo me pregunto. ¿No es pecar de avaricia enterrar un tesoro para evitar dejárselo a parientes sobrevivientes? -Mire don Justo Margarito, dejémonos de rodeos. ¿Dónde queda usted con sus varios entierros de tinajas con pesos en oro? Usted nunca me lo ha contado, pero por allí andan los rumores de su costumbre de comprar viejas monedas de oro, para enterrarlas en tinajas de barro. -¡Ay, don Moisés! Usted ya me hizo tragarme la semilla de la anona con esa su ocurrencia de mi costumbre de enterrar tesoros. Bueno, para muchos serán rumores, pero sea usted la tercera persona en saber de mi propia boca la verdad: tengo unas tres tinajeras enterradas por allí. A eso he recurrido pensando en nuestros gobiernos. Empiezan bien y terminan mal. Ubico, al principio era amigo de los ricos, pero después los odio y hasta los persiguió. Por mi edad me olvidado de muchas cosas don Moisés, pero los vaivenes de la política los tengo presentes aquí, en mi cabeza. -¡Miren!, allá viene don Juventino Gutiérrez. Ese señor nos puede sacar de dudas

sobre los tesoros escondidos. Como es un señor de leer muchos libros, nos va a poder aclarar o enredar más en esto de entierros de tinajas con oro. ¿No le parece don Justo Margarito? -¡Felicidades a quienes mencionen mi nombre, y no importa si lo hacen para bien o para mal! ¡Estoy aquí para servirles señores, solo digan! -Don Juventino usted siempre haciendo gala de sus dones poéticos. San Luis necesita de personas como usted, siempre poniéndole alegría a las palabras. Ahora, alegre a don Justo Margarito explicándonos algo sobre tesoros escondidos. -Al fondo de la casa de Don Justo Margarito se ven luces por la noche anda diciendo la gente, así como llamaradas en el aire y algunos hasta hablan de sentir tufo a azufre. Bueno, después de haber puesto coloradito como un tomate a don Justo Margarito, paso a decirles lo siguiente: Ese mal olor es un gas tóxico llamado o relacionado con un elemento químico llamado antimonio. Les adelanto, muchas personas han muerto cuando han desenterrado un tesoro. -Han muerto porque no han tomado las precauciones necesarias para desenterrar el tesoro, pienso yo. -Usted ha dicho la verdad, don Moisés. Esas personas no se hubieran muerto si se hubieran cubierto la nariz con un pañuelo y evitado respirar esos malos olores de lo profundo de la tierra. -¡Ah, ya me acuerdo! Hace unas semanas el bando municipal anunció la muerte de un cerdo cerca de ese punto donde la gente ha visto esas llamaradas de fuego. Sin duda donde estaba escarbando había un tesoro escondido. -No se asuste don Justo Margarito, ni ponga esa cara de angustia, porque como ha oído esto no es cuestión de espantos ni de demonios, ¿o lo es? Como me llamo Juventino, todo eso es mito y no realidad.

(CAP.36)

-Bueno don Juventino, una cosa me queda clara a mí. El diablo, como se nos ha enseñado, vive en el fondo de la tierra y si uno entierra el tesoro con fines egoístas lo pierde. A ver, don Justo Margarito diga algo al respecto. -Don Moisés, usted y todos aquí en San Luis ya me conocen y conocen de mis peregrinaciones anuales a Esquipulas y a Sonsonate. Del diablo prefiero no hablar. Prefiero hablar de las votaciones en Diciembre para elegir a nuestro segundo presidente democrático. -Voy a darle mi opinión sincera, don Justo Margarito. Mientras la United Fruit Company sea la dueña de casi todo nuestro país, nuestros presidentes bailarán al compás de la música tocada por esa primera potencia. Y como me llamo Moisés, eso así va a ser. Y, ahora como las ventanas tienen oídos y las paredes ojos, terminemos nuestra conversación. O como dicen aquí en San Luis. “Calabaza, calabaza, cada quien para su casa y quien no tenga casa, quédese a vivir aquí en la plaza”. Adiós señores y no coman muchas anonas porque les pueda dar dolor de estómago y tanta ricura, en vez de ponerlos alegres los pondrá tristes. A este punto, los pensamientos de don Justo Margarito de Sonsonate y la mujer dando alaridos continúan dormidos atrás de su cabeza. Por el momento, el Amigo del Pueblo solo tiene en su mente, continuar odiando septiembre, el olor a anonas, regresar a su casa, atender su almacén, asegurarse de guardar la primera ofrenda como limosna para sus muchos santos y vírgenes y, más importante aún, vigilar a su esposa. “Mi propia esposa me está robando dinero y también pensando en engañarme con otros hombres”, le había dicho a su vecino, Don Filo Valdés.


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