Año: 15 Número 378
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driana’s Salón es un lugar encantado y por eso de allí se sale alegre y con deseos de volver. Y hablando de volver, muchos, incluyéndome a mí, han vuelto no solo una, sino una buena cantidad de veces. De hecho, en los listados de Adriana’s Salón aparecen los nombres de dos mil ochocientos clientes satisfechos; todos encantados de haber recibido los servicios y la atención prestados por Adriana, su propietaria y demás personal. Gracias a esta notable preferencia, este famoso
salón de belleza ha recibido de la Cámara de Comercio una bien merecida califica-ción, no de dos o tres, sino de cinco estrellas; de las más altas y más brillantes, diría yo. Ahora, tantísima popula-ridad no ha sido obtenida de la noche a la mañana. Tampoco ha sido recibida como un obsequio o sin hacer el mínimo esfuerzo. Para dicha y orgullo de su fundadora, Adriana’s Salón nació hace once años y desde entonces ha venido creciendo, hasta consolidarse como una empresa de envidiable solidez. El éxito y prestigio de Adriana’s Salón pueden sentirse, respirarse y hasta casi pal-
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parse en sus cómodos y agradables ambientes. Y no obstante los logros y estabilidad de esta empresa especializada en belleza, nos conviene dar unos pasos, pasar adelante y ver tras bambalinas el trabajo arduo y sacrificado, de su bella propietaria y encantadoras socias. Antes de hacerlo, giremos la atención hacia la puerta principal del salón. Por allí está entrando en este momento un pequeño caballero, trae las manos escondidas atrás, en su espalda y una sonrisa mágica en sus pequeños labios. El personaje tiene nombre: Rogelio. Tiene seis años y ya va a estudiar. Es guapo y la inteligencia e inocencia se le
11 de Mayo de 2016
ve desde lejos. Agrego, todos los ojos están puestos en el visitante. Aunque está siendo observado, no se detiene y va directo hasta donde está sentada una mujer hermosa. No hay necesidad de palabras. La mirada, la intención lo dicen todo. En la feliz escena, Rogelio muestra sus manitas y con la misma le entrega a Adriana un ramito... de flores amarillas. Y, oigan esto, así como entró de rápido, así mismo se va. Esto podríamos decir de la curiosa