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ENCUENTRO EN UN VIAJE – EL JOVEN RICO
Lucas 18:18-30
La vida de un hijo de Dios está llena de emociones, vidas transformadas, sueños reconstruidos, corazones liberados de pasiones enfermizas. La vida es un viaje lleno de sorpresas. Deberíamos estar ya acostumbrados a todo eso, pero cada año experimentamos alegrías, tristezas, ilusiones y desilusiones; a veces es necesario hacer un alto al viaje de la vida y detenernos para reflexionar si estamos en la dirección correcta o no. En la historia de hoy veremos a Jesús haciendo un alto al viaje que realizaba en Judea rumbo a Jerusalén en su tercer año de ministerio.
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EL JOVEN RICO
¿Quién era el joven rico? ¿Qué sabemos acerca de este joven? En Lucas 18:18 dice que era “un hombre principal”, lo que quiere decir que pertenecía a una familia noble y distinguida. Según Elena de White era “miembro del honorable concilio de los judíos”.10 En Lucas 13:23 y Mateo 19:22 se nos menciona que era joven y rico. En Mateo 10:19-20 el concepto que tenía de sí mismo era alto, era moralista, humanista, vemos que llevaba una vida moral ejemplar. En Marcos 10:21 podemos deducir que era agradable, sociable, ya que el Señor “mirándole, le amo”. A primera vista este joven prometía mucho. Vino a Jesús corriendo y se arrodilló ante él, manifestando un comportamiento inusual para un hombre de su categoría. La gran pregunta que realiza es: ¿Qué haré para heredar la vida eterna? (Luc 18:18).
PROPÓSITO DEL MENSAJE
El propósito del mensaje de hoy es analizar nuestros conceptos erróneos en cuanto a la vida eterna y cómo obtenerla.
10 Deseado de todas las gentes, págs. 477, 479.
I. ENCUENTRO CON JESÚS
El joven rico se pone de rodillas (Marcos 10:17), una actitud contraria a cualquier judío devoto, porque estaba prohibido para un judío inclinarse a alguien o a algo para rendirle adoración, ya que el segundo mandamiento indicaba que solo ante Dios debía uno de postrarse (Éxo. 20:4, 5).
Por otro lado, el concepto que tenía de Jesús no era el correcto, pues califica a Jesús como “maestro bueno”. ¿Qué quería decir el joven cuando le llamó “bueno”? Jesús era el hijo de Dios, era el creador del universo (Apo. 4:11), no era un maestro. El error del joven es muy común en nuestros días. Muchas personas ven a Jesús como alguien distinguido y bueno, y piensan que por esa razón el Señor se siente satisfecho y halagado, pero esto no es así. Mientras no reconocemos todo lo que él es, lo estamos menospreciando.
Cuando Jesús dijo que solo Dios era bueno, estaba procurando ayudar al joven a comprender claramente el significado de su adulación. Jesús reconoció la sinceridad y el discernimiento del joven, y quiso fortalecer su fe haciéndole una declaración aún más clara a su parecer. Ninguno hay bueno sino uno, Dios. “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Rom. 3:12).
“Mas si quieres entrar en la vida eterna guarda los mandamientos”. El joven rico le dijo: “¿Cuáles?” Y Jesús dijo: “No matarás, no adulterarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El joven le dijo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (Mateo 19:17-20). Ahí estaba el gran error del joven rico, pretendía haber cumplido toda la ley. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).
II. CRISTO ES VIDA ETERNA
¿Qué haré para tener la vida eterna?, preguntó el joven rico. A pesar de su sinceridad por alcanzar la salvación había puntos esenciales en los que estaba peligrosamente equivocado. Este joven rico pensaba que podía alcanzar la salvación por sus propios esfuerzos. Tal vez pensaba que faltaba hacer el último esfuerzo o alguna obra en especial que le diera la
seguridad de entrar en el reino de los cielos y encontrar la salvación. Pero no entendía “que por las obras de la ley nadie será justificado” (Gál. 2:16). Mateo registra de la siguiente manera: ¿Qué bien haré para tener la vida eterna? (Mat. 19:16). Esta pregunta refleja el típico concepto farisaico de la justificación por las obras como pasaporte para la vida eterna. El joven rico había cumplido concienzudamente con todos los requisitos de la ley11 , por lo menos según todas las apariencias. Sin duda también había hecho todo lo que mandaban los rabinos, pero estaba consciente de que algo le faltaba. Admiraba grandemente a Jesús y había pensado seriamente en la posibilidad de hacerse su discípulo12 . Pero, no tenía la seguridad de la vida eterna y esa inseguridad siempre acompaña a aquellos que creen que la salvación depende de sus buenas obras. Nunca saben si han hecho lo suficiente o si han realizado lo necesario para alcanzar la salvación, por eso la duda nunca desaparece. Jesús da por sentado que lo que el joven decía o insinuaba en la pregunta: “¿Qué más me falta?”, lo hacía con sinceridad de corazón. El joven había tenido como ideal llegar a la perfección. Pero, como lo señala Pablo, no se puede alcanzar la perfección por medio de las obras (Gál. 2:21).
III. SEGUIR POR AMOR A CRISTO
Jesús le dijo: “Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres”. Al joven le faltaba una sola cosa, precisamente la única que es necesaria para tener la salvación: “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hch. 16:30-31).
Cuando Pedro, Andrés, Jacobo y Juan fueron llamados por primera vez (Juan 1:35-51) para seguir al Maestro, Jesús no les pidió que vendieran sus barcas y sus redes, pues esas cosas no impedían que ellos le siguieran; pero cuando fueron llamados definitivamente, dejaron todo para seguir a Jesús.
Todo aquello que una persona ama más que a Jesús, lo hace indigno de
Cristo. Pablo lo perdió todo “para ganar a Cristo” (Fil. 3:7-10). Uno debe estar dispuesto a deshacerse de todo lo que ocupa el lugar de Dios. Pero el joven rico no estaba listo para hacer esto. Aquí estaba su cruz, pero se negaba a tomarla. Jesús puso al joven ante la elección entre el tesoro
11 Palabras de vida del gran maestro, pág. 322. 12 Deseado de todas las gentes, pág. 477.
terrenal y el celestial. Pero el joven quería tener ambos, y al descubrir que eso no era posible, “se fue triste”. El penoso descubrimiento de que no podía servir a Dios y a las riquezas le resultó imposible de sobrellevar.
IV. CONCLUSIÓN
Jesús, el hijo de Dios, es el único que satisface las exigencias de la ley para que tengamos vida. Jesús fue el único obediente hasta su muerte,
“y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:8). Por su amor nos atribuye justicia sin obras (Rom. 4:6). Jesús dijo: “yo he venido para cumplir la ley” (Mat. 5:17, 18). Nunca será nuestra obediencia, ahora y por toda la eternidad. Cuando Jesús venga llevaremos la justicia de Cristo, mientras tanto el justo vivirá por la fe (Rom. 1:17).
Entonces ¿cómo obtener la vida eterna? Primero, la vida eterna está en
Cristo Jesús: “Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo” (1
Juan 5:11); “la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). En segundo lugar, mirando la gloria de Dios seremos transformados en su misma imagen (2 Cor. 3:18); es la imagen de Dios (2 Cor. 4:4) impregnada en nuestra vida (el carácter de Dios) lo que nos dará la seguridad de la salvación, todo esto es por medio de la fe en Cristo Jesús (Heb. 12:2). Concluimos que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley (Rom. 3:28).
LLAMADO
El joven rico anhelaba la salvación por sus buenas obras y, cuando se dio cuenta que no podía dejar sus posesiones para seguir a Cristo, se fue triste. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mar. 8:34) ¿Cuántos aceptan la obediencia de Cristo para nuestra salvación eterna? ¿Decides seguir a Cristo? ¡Vamos juntos y CONECTADOS!
Pr. Josías Román Damián
Misión Andina Central