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MANAGEMENT Nuevos hábitos y desafíos Por Álvaro Pérez
Nuevos hábitos y desafíos
Por Álvaro Pérez, director de Consultoría y Líder de Práctica de Xn
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# 38 • D IC IEMBRE 20 21 • Pág 4 0 Cada fin de año es el cierre de una etapa y, como en todo final, evaluamos las vivencias que tuvimos durante el proceso y cuáles de los objetivos que nos planteamos al principio pudimos cumplir. Pero todo final es además un comienzo. Fin de año no es solo una etapa de revisión del pasado, sino también un momento para plantearse nuevos objetivos de cara a lo que viene. Es habitual que al principio de cada año determinemos nuevas metas y nos planteemos aspectos a mejorar o cambiar y, para lograrlo, muchas veces es necesario instalar nuevos hábitos. En principio puede parecer difícil, pero existen herramientas para ayudarnos a hacerlo. Espero que la siguiente historia de crecimiento personal pueda darles algunas ideas y, por qué no, servir de inspiración para emprender nuevos desafíos.
Las historias hacen la historia Siempre me generaron una admiración especial las personas que tienen la capacidad de hacer música, en parte porque lamentablemente el buen oído musical y la motricidad fina no son cualidades que me adornen. Tal vez por eso, ser capaz de tocar un instrumento musical se transformó en una especie de asignatura pendiente para mí. A pesar de que siempre me entusiasmó esa posibilidad, la falta de facilidad hizo que algunos tibios intentos de incursionar en la música se vieran frustrados. Esa secuencia de tanteos incluyó pruebas con una guitarra prestada (y rápidamente devuelta), unos bongós comprados (y posteriormente vendidos) y un cajón peruano (que hoy está en Xn, donde hay gente con más habilidad que yo para tocarlo). Durante la pandemia de covid-19 pensé que era un buen momento para darme una nueva oportunidad de acercarme a este mundo y para
ello lo primero era elegir el instrumento adecuado. Después de analizar varias opciones -y descartar los tres con los que había probado antes- opté por el bajo eléctrico. Decidí además que tenía que hacer todo lo necesario para facilitar el proceso de aprendizaje, “poner toda la carne en el asador”, podríamos decir. Este sería el intento definitivo. Así fue como compré todo el equipamiento necesario, incluyendo un soporte para parar el instrumento. “No lo guardes nunca, lo tenés que tener bien a la vista para que te invite a tocarlo, para tenerlo presente”, me dijo Gonzalo Noya. “Buena idea”, pensé, y el bajo quedó permanentemente en su soporte, parado en una esquina del living. Adicionalmente, de forma de tener todo lo necesario bien a mano, conseguí una pequeña cajita de madera que dejé sobre la mesa ratona del living y donde guardé los implementos necesarios para poder tocar (un pequeño amplificador y auriculares). Ahora necesitaba alguien que me enseñara. Investigando en YouTube encontré cientos, tal vez miles de videos, que enseñaban distintos aspectos del instrumento. Ninguno de los que miré rápidamente me convencieron; quería asegurarme de poder tener coherencia y continuidad en el contenido que iba a emplear para aprender. En esa búsqueda llegué a un sitio donde el profesor, Josh, disponibilizaba en forma gratuita la primera lección. Descubrí que era muy didáctico y divertido, por lo que seguir la clase fue realmente disfrutable. La lección finalizaba con una práctica en la que, luego de realizar algunos ejercicios sencillos, uno podía tocar una línea de bajo extremadamente simple, pero que superpuesta a una pista que parecía la banda sonora de una película de James Bond sonaba realmente bien. ¡No lo podía creer! ¡Estaba tocando el bajo! El precio del curso lucía bastante alto para lo que uno está habituado a pagar por contenido en Internet, pero de todas formas decidí comprarlo… Fue una buena decisión. Todas las sesiones mantenían el patrón original. Eran divertidas y claras, muy bien pensadas y terminaban con un ejercicio que, incrementando la dificultad lección a lección, me hacían sentir un bajista en toda regla. Me daban ganas de tomar la siguiente lección y seguir progresando. La suma de estos pequeños detalles me ayudó a mantener la disciplina y ejecutar en gran medida mi plan de practicar por lo menos cinco veces a la semana, con el objetivo de en dos años convertirme en lo que llamé “un bajista amateur competente”. Con cerca de 47 años y a 11 meses de iniciar este pequeño viaje personal, sigo tocando y mejorando. Muy lejos estoy aún de ser un bajista competente, pero he adquirido el dominio del instrumento suficiente para poder acoplarme a los after musicales que hacemos periódicamente en Xn, donde tocamos algunos temas de Creedence, U2 y los Rolling Stones. Algo impensado para mí un año atrás.
Los hábitos y el bajo Hace algunos meses leí un libro sobre la formación de hábitos en las personas y me sorprendí al notar que, gracias a los consejos de Gonzalo, algo de intuición y un poco de suerte, había aplicado en mi aprendizaje del instrumento lo que el autor llama “las cuatro leyes de cambio del comportamiento” para la formación de nuevos hábitos. Estas cuatro reglas son: 1. Hacerlo obvio: Disponer de elementos que nos recuerden, que visibilicen, que nos hagan obvio que hay que realizar la acción que queremos instalar como hábito.
En el caso del bajo, el consejo de
Gonzalo fue determinante, el instrumento está siempre a la vista como diciéndome “Hoy toca, ¿no?”. 2. Hacerlo simple: Disponer todo de forma de que sea sencillo ejecutar la acción; debemos eliminar cualquier elemento de fricción que nos genere pereza o represente una barrera. La caja con el mini amplificador y los auriculares bien al alcance de la mano hace que sea muy sencillo conectar el instrumento y empezar a tocar. Adicionalmente, al emplear auriculares la práctica es silenciosa, por lo que no hay restricciones de horario ni posibilidad de incomodar a otras personas. 3. Hacerlo atractivo: Buscar elementos que hagan que ejecutar la acción sea algo disfrutable o, por lo menos, que no sea incómodo o aburrido. La elección del curso online en este caso fue fundamental. Entretenido, sencillo, placentero. 4. Hacerlo satisfactorio: Identificar la forma en que finalizar la acción nos genera satisfacción, la manera en que nos sentimos recompensados. Está muy vinculado a la sensación de logro y es lo que nos deja con ganas de repetir la acción en el futuro. Una vez más, el curso online fue clave en esto. La práctica final de cada lección en la que sentía que de verdad estaba tocando como parte de una banda, me generaba sensación de progreso y ganas de ir por más. Estoy convencido de que la aplicación disciplinada de estas cuatro reglas nos puede ayudar mucho en el arduo camino de instalar nuevos buenos hábitos. Así que, ¿qué cosas te gustaría mejorar? ¡A pensar en 2022 y a buscar nuevos desafíos!
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