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La máscara del duelo
El que encubre su dolor no encuentra remedio para él.
Proverbio turco
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La máscara del duelo es una forma de protección. Con ella evitamos hablar del ser que ha muerto. A veces un familiar llora y otro dice “ por favor no llores, hazlo por mí” . Esta solicitud deja un nudo en la garganta de la persona a la que no se le permite expresar lo que siente. Literalmente es obligada a tragarse su dolor y sus recuerdos. Cuando esto sucede, todos sufren en silencio, lo que puede provocar el aislamiento de los miembros de la familia. El silencio y la soledad se convierten en una especie de compromiso no explícito dentro de la familia.
La situación anterior provoca lo que se conoce como “los muros del silencio” . Ello ocurre cuando la familia, sin proponérselo, deja de hablar del ser queri-
cada uno, de los recuerdos y las historias. El silencio se vuelve tan pesado y tan difícil de sobrellevar que puede provocar síntomas como depresión, rabia, agotamiento e irritabilidad. La forma más sana para la familia es hablar del ser querido fallecido en cualquier momento que se requiera y escuchar al que quiera traer un recuerdo sin pedirle silencio.
Decisiones importantes
Muchas veces el sufrimiento nos lleva a tomar decisiones importantes y precipitadas. Por ejemplo, muchos padres y madres no quieren seguir en la misma casa en la que vivían cuando murió su hijo o hija. El sufrimiento, y la necesidad de alejarse de él, los llevan a tomar decisiones como trasladarse de casa o incluso de ciudad, vender la casa o irse a vivir con otros familiares, decisiones muchas veces precipitadas
En otros casos, el sufrimiento se expresa en la necesidad de apegarse lo más posible al familiar o amigo que ya
no está. Muchos famliares mantienen los dormitorios de sus hijos tal como quedaron al momento de su muerte. Otros los ordenan y mejoran, como si estuvieran esperando que esa muerte no sea verdad y en cualquier momento regrese. Otros mantienen la -puerta cerrada durante largo tiempo, sin poder entrar. Es importante que los padres vivan el proceso del duelo y que hablen con personas que quieran escucharlos. Si en su barrio, comunidad, iglesia o lugar de trabajo existe un grupo que se reúne para compartir experiencias de duelo, participe si tiene ganas. La participación en forma presencial en pandemia es compleja, pero hoy las redes sociales, las comunicaciones por video conferencia nos permiten de alguna manera sentir a los que queremos más cerca, debemos usar estos medios para participar y también para autocuidarnos. Lo importante es que deje las decisiones relevantes para más adelante, para cuando usted se sienta preparado emocionalmente para ejecutar otro cambio en su vida. Poco a poco sentirá que está en condiciones de continuar con la vida. Otro evento importante para muchas familias son los ritos funerarios. A veces las familias no se ponen de acuerdo sobre cómo enfrentar estos ritos, lo que genera confictos que solo desvían el dolor. Trate de llegar a acuerdos. Si una persona de la familia sabe exactamente lo que quería la persona al fallecer (en el caso de un adulto), siga los deseos de la persona fallecida. En el caso de los niños, considere a todos los miembros más cercanos de la familia que pueda incluir en las decisiones, intentando equilibrar para no caer en extremos. Si en algo no se llega a acuerdo, suéltelo o trate de soltarlo. Es más importante poner la energía en la despedida del ser querido que en nuestras propias necesidades.