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Puros Birriel... Amor de familia

Alberto Arizmendi

Originarios de Chicago, Illinois, José y Angélica Birriel son hijos de inmigrantes puertorriqueños y mexicanos, respectivamente; gente trabajadora que llegó a Estados Unidos décadas atrás buscando mejores condiciones de vida. Es precisamente ese amor por la familia el motor de Puros Birriel, una empresa en crecimiento que además de comercializar diversos productos en línea, en su tienda y Cigar Lounge ofrece – junto con su marca–, las de otros pequeños y medianos productores boricuas.

Esfuerzo y dedicación son normas de un hogar donde han crecido cinco hijas, a quienes esperan heredar su pasión por el Mundo del Tabaco y un negocio que aprendieron por puro gusto, gracias a su persistencia, pero supieron identificar con mirada de futuro. Saben que la unión hace la fuerza y que en la comunidad latina debemos apoyarnos unos a otros, porque –como dicen–, “eso hace la diferencia”.

Por ello, decidieron que durante octubre la mitad de sus utilidades en cada pedido se destinara a los damnificados por el huracán Fiona, que azotó Puerto Rico a mediados de septiembre. “Tenemos que ayudar a nuestra gente, a las personas con las que trabajamos allá. Si ellos no están bien, ¿cómo vamos a estarlo nosotros? Entonces, apoyar a quienes ahora lo necesitan es lo más importante”, afirma Angélica, convencida.

ECHAR PA’LANTE

José fue el cuarto hijo y único varón de doña Carmen y don José Birriel, quienes junto con sus hermanos y hermanas llegaron desde muy chicos a Estados Unidos, procedentes de Puerto Rico. “Una familia muy unida. Mi papá fue una de las personas más trabajadoras que he conocido, de esos que no descansan ningún día de la semana con tal de sacarnos adelante: la escuela, la vida... y yo he buscado hacer lo mismo, ver al frente y no para atrás; que nada te detenga”.

Otro bien recibido fue la cultura latina, pues gracias al empleo de su padre en una línea aérea, todos iban dos o tres meses al año a la Isla; creció entre los dos países. Desafortunadamente don José falleció muy joven, en 1992. “Yo tenía apenas 16 años y tuve que crecer súper rápido: trabajar, estudiar y ayudar a mi mamá y a las dos hermanas que estaban con nosotros, todavía en casa”.

Se graduó de la High School e ingresó a la universidad. Estudiaba Historia Americana porque quería ser profesor, pero al tercer año su madre enfermó y tuvo que dejar la escuela. Tenía entonces 22 años y logró entrar a United Airlines, en la que permaneció hasta 2006. Como la empresa desapareció el Departamento donde él estaba, aceptó una liquidación y con ese dinero creó una compañía de construcción que ha mantenido durante 25 años.

Cuenta José que se interesó por esa industria gracias a sus tíos y primos. Así que ellos le enseñaron todo lo relacionado con la remodelación de casas, apartamentos y tiendas comerciales. En los bienes raíces incursionó poco, ya que prefirió ser contratista de otras empresas que tenían las propiedades, además de tomar trabajos por cuenta propia.

BASTÓ UN CIGARRO

Fue precisamente cuando llegó al ramo de la construcción, que un amigo le invitó a probar un cigarro. “Me encantó –continúa– y aprendí poco a poco. Se trataba de ir a un Lounge, conocer gente, compartir… Se me hizo algo nuevo, bien interesante, porque podía gozar y entender lo que estaba fumando”.

La idea de convertir esto en un negocio vino indirectamente de Angélica, porque ese nuevo hobby le estaba costando entre 400 y 500 dólares mensuales. “Así que un día mi esposa me dijo: ‘estás gastando mucho en cigarros, ¿por qué no tratas de hacerlos tú mismo?’. Un amigo trató de guiarme. Me dijo cómo empezar y me alentó a practicar,HLM porque al fin y al cabo no tenían que ser perfectos”.

Así lo hizo, hasta obtener unas 20 piezas. “Me fumé unos cuantos para ver cómo sabían –recuerda–. Uno era muy picoso; otro, muy lento, y uno más tampoco estaba bueno. Entonces, decidido a estudiar, en 2015 fui a Cuba... Mi primer viaje allá fue bien difícil, porque nadie quiso ayudarme. Imagínate que veían a un americano que hablaba español y quería saber del negocio de ellos”.

Buscó mucho, sin resultados. Pero hizo amistad con un taxista que le prometió “encontrarle a alguien”. De regreso a Chicago, una semana después, no se dio por vencido. Continuó sus prácticas y durante dos años persistió en esa tarea, al tiempo que mantenía contacto con el cubano vía Facebook. Tras la espera, en 2017 fue nuevamente a Cuba, donde aprendió diferentes técnicas.

“Me enseñaron a torcer el tabaco. Allá muchos de ellos hacen el entubado para las hojas y así aprendí. A eso dediqué todo mi tiempo allá y nuevamente en Estados Unidos, unos cuantos amigos que sabían esa historia me pidieron que les regalara un cigarrito. Lo hice, y les gustaron, porque fueron pidiéndome uno, después otro y así. Luego empecé a sacarlos de diferentes tipos, hasta que me di cuenta de que eso cambiaría mi vida, que era un trabajo diferente a la construcción que podía y quería hacer”.

LIGAS FAMILIARES

Conseguir tabaco para hacer los primeros cigarros no era cosa fácil, “compraba donde fuera”, refiere José, quien encontró una compañía de Miami que vendía algunas variedades de la República Dominicana y Estados Unidos. Pero cuando quiso hacer su propia mezcla debió buscar más proveedores, ya que una producción y otra no quedaban igual. “Comencé con una liga, con dos, hasta llegar a cuatro diferentes y durante dos años no hice más”.

De entrada se necesitaba el nombre de la marca, el de cada uno de los cigarros y un logotipo. Para lo primero quería hacer “algo con el apellido. Escribí Birriel Cigars, Tabacos Birriel y bueno, recordé que en Cuba me dijeron que los puros son de allá, no de otro lado, y eso se me quedó bien grabado. Le puse Puros Birriel porque son de Chicago y se quedan aquí, de donde nosotros somos y estamos”.

Luego, como sus hermanas no quisieron opinar, decidió nombrarlos en recuerdo de su familia –su padre, abuelos y él mismo–, y confió la imagen a un diseñador, quien creó una letra “B” alada “que en realidad funciona muy bien, porque conmemora a quienes ya se fueron volando; los ángeles que nos acompañan... soy el único que está vivo”.

La primera liga fue Don José Segundo, una referencia personal, ya que gusta de los sabores fuertes, “picosos y aceitosos”. En la compañía Only Leaf encontró más variedades de tabaco, y tras probar varias capas que le resultaron más bien amargas, se decidió por la de Negro San Andrés, “que era algo diferente”. Le sumó un capote dominicano y en la tripa, una mezcla de Nicaragua y Dominicana.

Cuatro meses después siguió Don José, conmemorativo de su padre, con una capa Habana “oscurita, no mucho”; capote dominicano y relleno de Dominicana y un poco de tabaco de Pennsylvania, Estados Unidos. Casi enseguida obtuvo Don Pedro, para uno de sus abuelos, con capa Sun Grown de Kentucky, que por su suavidad resultó sencilla de trabajar, “un poco más fuerte, nada más”.

Finalmente llegó Don Felícito, dedicado a su abuelo paterno, con capa Connecticut cultivada en Pennsylvania, capote dominicano y tripa con mezcla estadounidense y dominicana. Todos ellos, a los que llama “Los Cuatro Originales”, los presentó en una vitola Robusto de 5 ½ pulgadas, cepo 52. “Puros de buen tamaño y grosor, cuya longitud decidí con el corte, pues los moldes eran de 6 pulgadas”.

COMPAÑÍA NUEVA

Con esos primeros cuatro puros estableció la empresa. “Me decían ‘estás loco, tan loco’, pero yo sabía que debía seguir haciendo nuestra historia del tabaco siguiendo parte de la historia de mi familia”. Mandó cigarros a Puerto Rico y regaló muchos en diferentes Lounge de Nueva York, Pennsylvania, Florida y Georgia. Es claro que nadie esperaba los Puros Birriel, una marca boutique nueva.

“Cuando me argumentaban que nunca los habían probado o que nunca habían visto ese nombre ni nada –continúa–, les respondía ‘no, mira, ahí le voy a regalar esos cuatro cigarritos para que pueda probarlos, y me dice si le gusta o no le gusta’, y seguía con la siguiente tabaquería”.

Pero en 2018 las cosas comenzaron a cambiar. Además de seguir mandando a la Isla y a diferentes grupos, hicieron promociones y antes de terminar el año ya tenían su página web, en la que poco a poco las ventas fueron aumentando. “Entré a diferentes páginas de Facebook e Instagram y hablaba con los encargados de los grupos. Les decía que si ellos organizaban alguna reunión, estaba dispuesto a regalar unos cuantos cigarritos y eso nos ayudó mucho”.

Aunque José ya no trabaja solo, porque otras personas le apoyan, sigue torciendo cigarros y al paso de los años su habilidad es notable, pues elabora unos 200 puros al día, de domingo a martes.

El resto de la semana, además del negocio de la construcción, se dedica a anillar, preparar las órdenes y a otras actividades propias del negocio. Así que prácticamente pasó de profesor a maestro artesano.

¿Y Angélica? En realidad ella siempre estuvo ahí como parte de la ecuación de Puros Birriel, pues aunque también sabe torcer se ha dedicado más al trato con los clientes. De hecho, ella tiene una compañía de limpieza, pero desde hace 13 años, cuando se unió a José, le ha apoyado en sus proyectos. “Ahorita estamos trabajando mucho, con todos los negocios que tenemos. Yo no sabía nada de los cigarros, pero me fui metiendo y estoy completamente inmersa en el negocio, que ya es parte de nuestra familia”, explica.

MÁS Y MÁS LIGAS

Para empezar, José se puso a hacer más ligas. Hizo el cigarro Doña Carmen pensando en su madre, con una anilla en rosa y negro, así como el listón simbólico del cáncer de mama, enfermedad que se la llevó en 2009. Un cigarro natural con perilla endulzada de 6 pulgadas, cepo 52, de capa Corojo y capote y tripa dominicanos. También Doña Pilar, para su abuela; una fumita de picadura, suave, rápida, cepo 50 por 4 ½ ó 5 pulgadas, dependiendo el día del corte.

Vino El Abrazo, el “Don José-José”, un bolero que funde los dos Don José originales de hijo y padre, con sus respectivas capas y rellenos en dos vitolas: 6 pulgadas, cepo 60, y un Torpedo de 6 pulgadas, cepo 52. Siguió El Gigante, su cigarro más grande con 11½ pulgadas, cepo 66, que recuerda a un primo apodado El Gigante de Carolina, quien medía 7 pies y 9 pulgadas. Es de capa Habana crecida en EE.UU., capote y tripas dominicanas.

Está El Gallo, dedicado a su cantante favorito, Tito Rojas, a quien conocían así. Es un 5½ pulgadas, cepo 50, con capa Connecticut y tripa dominicana, de fortaleza alta. José sólo hizo la liga, ya que por problemas de salud lo mandó a producir en una fábrica de Santiago de los Caballeros.

El Coquí de Fuma “fue una idea de los muchachos” por la ranita que es símbolo nacional de Puerto Rico y se hizo con la picadura mezclada de todo el tabaco de la República Dominicana. Después, El Carpintero, un Box Pressed de 7 pulgadas que recuerda un lápiz de carpintero, y que representa la unión de un gremio en la industria de la construcción.

Siguió un Doble Figurado o Perfecto de 6 ½ pulgadas, cepo 56, un estilo que conoció en Punta Cana, República Dominicana y llamó su atención por ser diferente. Le dicen Hemingway, pero ese nombre está registrado. Le gustó tanto, que lo produce con las mismas ligas de “Los Cuatro Originales”. Y lo más nuevo es Don Marco, con capa cultivada en Juncos y capote y relleno también de Puerto Rico. Es de 5 pulgadas, cepo 48, con un rabito.

PURO SABOR...

Sumando todo lo anterior, Puros Birriel ofrece actualmente diferentes vitolas con 13 ligas de tabaco natural, a las que debemos sumar sus cajas de cigarritos con 32 sabores que producen en una fábrica de la República Dominicana, pues en 2019 –durante la pandemia–, la gente les preguntaba si los tenían.

“En ese tiempo fui con mi señora de vacaciones allá y aproveché para investigar. Lo vi como negocio, porque significa otro ingreso, y me acerqué a unos amigos que me ofrecieron cigarritos de picadura simples, nada muy fuerte, de 6 pulgadas, cepo 33. Comenzamos con diez distintos y pegaron… Se vende más los de fruta: coco, piña, frambuesa, melón, uva…”, dice José.

Lo malo es que en Estados Unidos buscan eliminar los saborizados tras lo ocurrido con los vapeadores, que incluso han cobrado vidas. “No sé si va a pasar, pero yo pienso que el tabaco no es lo mismo”. Lo increíble –relata–, es que un purito de banana se sienta como un plátano dulce. “Es como si lo mordieras. Uno pensaría que es imposible, pero igual sucede con uno de limón, tequila o ron, que dices ‘no puede ser…’, y en realidad es una cosa bien hecha”.

Además, abrieron una tienda con Cigar Lounge. No era su intención, porque desde hace un año ellos organizaban “reuniones sociales” para promover los cigarros en un espacio rentado.

Pero al planear la temporada de verano el dueño del sitio les mostró el local y los convenció. Firmaron el contrato el 24 de febrero, hicieron la remodelación y abrieron el 2 de junio. “Esto, al mismo tiempo que los eventos, bodas y festivales. Una locura de trabajo”.

En Chicago no existen tiendas con Lounge. Es más común verlas en Florida, principalmente en Miami, así como en Nueva York, donde se han establecido diferentes empresas dominicanas. Entonces, “aquí mismo puedes verme a mí o a alguna de las muchachas pegando un cigarro. Es algo nuevo”.

Además de lo propio, ahí venden exclusivamente marcas boutique, sobre todo de productores de origen boricua. Están, por ejemplo, La Hoja del Chan, Don Rafa Cigars, los de Andy Muñiz, Willy's Cigars y la línea de Finca Neo Jibairo. “Nuestra idea es tener mercancía suficiente y crecer lo que es nuestro grupo. Traer a Estados Unidos lo que es de Puerto Rico y hacérselo más fácil a la gente que compra”, continúa José.

“Los latinos necesitamos ayudarnos unos a otros –tercia Angélica–, porque somos una comunidad. Nosotros casi siempre estamos trabajando con negocios medianos y pequeños que nos ayudaron otras veces, con los que hemos emprendido cosas juntos”. De tal suerte que en la página web de Puros Birriel se encuentra también tarjetas de regalo, sampler, camisetas y hasta café.

HOY Y MAÑANA

José confiesa que esta actividad es su vida. En tres años se retirará de la construcción y esto es lo único que desea hacer durante sus días y las horas, además de los eventos donde conoce gente y les enseña sobre el tabaco. “Esta vida me ha ayudado y cambiado de diferentes maneras. Si me preguntas qué sigue, yo veo el futuro con muchas más tiendas”.

Angélica, quien no tenía experiencia en el ramo, coincide. Ha sido un apoyo para las mujeres que empiezan a fumar, porque con ella se sienten más cómodas. “Junto con otra señora hacemos reuniones exclusivas en las que vendo puros. Nosotras estamos abriéndonos espacios que antes estaban reservados para los hombres y estamos logrando cambios”.

Ambos son un equipo. Lo de ella es hablar con la gente, preguntar qué les gusta, qué esperan de sus productos… “Yo puedo tener una idea y él, otra, pero siempre estamos tratando de encontrar algo nuevo, diferente, que es lo que se necesita en cualquier negocio, además de tener el mejor producto posible. Se trata de engrandecer nuestra marca, que el público la conozca y dedicarnos sólo a esto”.

Tienen cinco hijas: Briana, Simone, Sophia y las gemelas Carmen y Carina, quienes podrían decir que sus padres están siempre ocupados. “Pero saben que estamos creciendo y conocen mucho de los puros –agrega Angélica–, aunque una de ellas está más comprometida y le gusta este trabajo”.

Ellas ayudan a anillar el producto, a poner celofanes. José aprovecha entonces para contarles alguna historia o anécdota del personaje correspondiente. Angélica lo considera un tiempo en familia que les sirve para conversar, porque los días pasan muy rápido. “Entonces les decimos que todo esto lo hacemos por ellas y que algún día, quién sabe, podría ayudarles... Entienden que es por el amor a la familia”.

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