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Eiroa, the first 20 years

Luciano Quadrini

Como una mera coincidencia (¿o designio del destino?) me encuentro escribiendo en esta edición de cumpleaños de nuestra querida Humo Latino Magazine sobre un cigarro que fue concebido para celebrar los primeros 20 años de Christian Eiroa en la industria del tabaco. Christian nació en 1972 en Honduras, cuando su familia se estaba mudando a la ciudad de Danlí, muy cerca de la familia Padrón y Plasencia, por lo que podemos decir que se crió entre trabajadores del tabaco.

Uno de sus tantos logros, por el que es bien conocido en la industria, es que supo hacer de la marca Camacho una de las más renombradas y conocidas, no solo por la calidad de sus tabacos, sino también por una inteligente estrategia de marketing, lo que en 2008 le valió la venta de la marca a Oettinger Davidoff.

La familia Eiroa, guiada por Julio Eiroa (padre de Christian), una verdadera leyenda de la industria del tabaco, ha logrado la hazaña de cosechar una de las semillas más complicadas en Honduras y República Dominicana: Corojo.

Se trata de una variedad de tabaco desarrollado por Diego Rodríguez, en Cuba, a mediados de los años 40 mediante el cultivo selectivo de tabaco criollo, sembrado en la finca Santa Inés del Corojo que le dio su nombre. Hasta 1997 el Corojo fue la capa de elección tanto dentro como fuera de Cuba, hasta que, debido a sus desventajas biológicas fue reemplazada por otras variedades.

Es bastante particular por su lento crecimiento (la planta está en el campo unos 120 a 130 días y luego colgada en graneros por 38 a 45 días más con control de temperatura y humedad estrictos), y sus hojas requieren de cuidados intensivos y de atención al más mínimo detalle. Además es una planta de bajos rendimientos, sabiendo que de una planta se obtiene solo 20-30 por ciento de hojas para capa.

Tiene una alta susceptibilidad a diversas enfermedades, lo cual siendo además una planta pequeña (unos 170 centímetros de altura en el mejor de los casos), redujo enormemente su número en Cuba, no pudiendo llegar a cubrir la creciente demanda de tabaco. El exilio de grandes productores de tabaco cubano a mediados de los años 60, que se llevaron consigo su experiencia, a raíz de la Revolución Cubana y nacionalización del tabaco por parte del gobierno también influyó en esta debacle del Corojo en la isla.

Muchos han tratado de cosecharlo fuera de Cuba con distintos niveles de éxito, pero es sin duda, la familia Eiroa, la que mejor sabe hacerlo.

Conociendo este background, me dispongo a disfrutar de mi puro en el balcón de mi casa, ahora que los días comienzan poco a poco a ser más cálidos por estos lados del cono sur.

Eiroa The First 20 years colorado (también existe la versión maduro) viene en formato box pressed, muy bien logrado y tan prolijo que parece una barra de chocolate. Visualmente es una verdadera belleza: un toro de 54x6 con una capa que parece aterciopelada, bastante oleosa y muy prolija. Capote, capa y tripa 100 por ciento hondureñas, por supuesto. Lo corona una hermosa anilla principal, en tonos dorados y amarillos que enmarca un círculo rojo en donde se lee “EIROA, salud, amor, pesetas”. La cobertura de papel en el pie del cigarro, casi un obligado de esta marca, ha cumplido su función a la perfección ya que cuando la retiro el pie se mantuvo impecable hasta mis manos. Esto no es casualidad, ya que Eiroa cuanta con los más altos estándares de calidad y cuidado de sus productos, sumado a la profesionalidad de la persona encargada de su importación en Argentina: Gabriel Estrada (Hombre Habano 2019 en la categoría Negocios). Si viene de Gabi, no hay dudas de que el puro pasó por el humidor de Bellagio Habanos, y eso ya es garantía de calidad.

En esta oportunidad le realizo un corte en “V” y enciendo con torch lentamente. Desde la primera bocanada detecto dos cosas. La primera es que el tiro es perfecto. La segunda, es una intensidad de sabores impresionantes. Así comienzan las mejores historias.

Una vez que el puro alcanzó su temperatura crucero comienzo a identificar sabores y aromas. Sobre la punta de la lengua ya empieza a aparecer la pimienta que se percibía en la cata en frío. Una pimienta negra con picor medio pero un sabor bien definido. Las maderas también están presentes en este inicio, representadas por el cedro, que queda impregnado en la boca por varios segundos después de dar la calada. Las notas a café tostado surgen de pronto, proporcionándole un agradable y balanceado amargor a la fumada. Los sabores son muy dinámicos, cada calada es una sorpresa y una sutileza. Hay sabores herbáceos también, un heno bastante potente que resalta en el retronasal y se solapa con el cedro. Un suave dulzor es acarreado por una nota de azúcar negra. El humo es abundante y muy cremoso. Una nota a nuez casi a la salida del primer tercio tapiza todo el paladar. En este punto retiro la ceniza completa del primer tercio y se ve un cono de combustión perfecto.

El segundo tercio comienza con nuez. El café se intensificó, y ahora es el que domina el retronasal. Este tercio parece ser más dulce y tostado. No tarda en surgir el caramelo, que sabe muy bien cómo manejar estas dos características. El heno da un paso al costado y lo deja pasar al cedro que se resiste a retirarse. Una nota a tierra aprovecha la confusión y se entromete intentando aplacar al resto, aunque no lo logra. La pimienta disminuyó su intensidad y se ha desplazado hacia los costados de la lengua. En la mitad del cigarro se detecta el aroma a hongos secos que percibía desde la capa. Una nota que siempre me sorprende, las pocas veces que la encuentro en un tabaco y que me agrada muchísimo. La cremosidad de este tercio es sublime, al punto tal que dan ganas de “masticar” el humo, pero a pesar de ser dulce y cremoso no deja de ser especiado, con predominancia de especias cálidas como la canela.

El tercer tercio empieza con un amigable chocolate dulce, la pimienta, indecisa, vuelve hacia la punta de la lengua, recobrando su antigua intensidad. Emerge el cuero aportando una sutil salinidad y balanceando aún más el rico amargor que caracterizoó a casi todo el cigarro. El retronasal continúa siendo una delicia, cargado de notas a café y algunos frutos secos como avellanas. La construcción perfecta se evidenció durante toda la fumada, representada por un tiraje inmejorable y un cigarro que nunca tendió a apagarse. Un cigarro por demás sabroso y con un aftertaste intenso y persistente.

La fumada requirió de algunas correcciones con el torch, cosa que no me extraña porque estoy fumando en exteriores y hay un viento considerable y humedad alta que anuncia una inminente lluvia. Igualmente, esto no representó una preocupación ya que la riqueza aromático-gustativa de este cigarro vale la pena cada pulgada. Me ha regalado un momento más que placentero para cerrar el primer año de Humo Latino Magazine que sigue creciendo a pasos firmes mientras nos amalgamamos como compañeros de trabajo y también como amigos.

Como dice Gabriel Estrada, “el tabaco une”, y esta revista es una prueba fáctica de que esa frase es un hecho. No tengo más que palabras de agradecimiento hacia todo el equipo, en especial, para César Salinas por su incansable labor, paciencia, pasión y dedicación contagiosas, que me enseñó que las adversidades son solo trampolines para saltar más alto. ¡Que sigan los humos!HLM

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