Desde los primeros años, a través de autoridades que el mundo nos presenta, se intenta nuestro rechazo al mal. Cualquiera de sus manifestaciones, en el ámbito público o privado, tendría que originar una condena inmediata. La idea de normalidad sería concebible únicamente cuando se consumara esa reprobación; caso contrario, estaríamos frente a una conducta irregular, anómala, censurable. Sin embargo, vale la pena preguntar acerca de los fundamentos del veto, las causas que provocan ese rechazo mayoritario. Siendo uno de los principales criterios que, procurando evitarla, usamos para regir nuestros actos, la maldad no puede quedar exenta del análisis.