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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA AÑO IV. NO 161 / 11-06-2017
Me lo contó el “viejo Petit”... Y Parte II Jesús Mujica Rojas Ceramonauta EL OFICIAL CUMANES Cuando llegamos a Caracas nos llevaron al "Palacio Blanco". Me encerraron solo ¿y qué iba yo adormir con semejante vaina? En la madrugada abre la puerta un hombrecito y zumba una colcha. Me dice: "¿Cómo se llama usted?". — Ernesto Petit —le digo yo—. "Mire, usted si es distinto a la fama que trae". —¿Y qué fama traigo yo? Yo soy un pobre Diablo, soy un agricultor, el delito que me acobija fue que tuve un hijo llamado Mario Petit, que yo creo que ya lo han matado y que fue guerrillero. De guerrillas no sé naitiquita, no más que el General Páez peleó en los llanos y Sucre y todos esos jefes... y le hablé bastante de la historia de Bolívar... El me jalló muy bien y se dio cuenta que la fama era una y mi persona era otra. Entonces, le pregunto: "¿Y usted quién es? —y él me responde: "Soy Capitán. Y yo le digo: ¿De dónde viene usted? —"soy de Cumaná" —me responde—. ¿Y usted no sabe nada del General Sucre?. — El me respondió: "¡Nada!". —Ah! no, yo si que sé! ¿Usted no sabe la decima —le digo yo— de cuando Cumaná, en el año 29 se hundió? —En mi lugar, José Niceto Jiménez, le sacó una décima que dice: Cumaná, la prima en flor de la América Latina hoy por perdición divina la ha sepultado un temblor los coreanos con dolor por amor y caridad sentimos a Cumaná nuestra sangre nos obliga por qué siempre Dios castiga la soberbia vanidad. En el mundo de Colón fuiste la ciudad de fama con demasiada razón la patria madre te llama porque fuiste cuna y cama de Sucre que al nacer pisa a Fernando y su divisa y en Ayacucho a La Serna castiga a la mano eterna y al hombre la avaricia. La cuna del Mariscal del héroe de Junin, este año le llegó a fin un cataclismo fatal, es un deber, pues llorar, esa histórica ciudad que en Venezuela no habrá y como es justo y debido Dios castiga la maldad. Cumaná fue la primera en donde por primera vez el marino genovés nuestra patria descubriera toda Venezuela entera a la América le avisa el llorar ya nos precisa, ya que desapareció Dios la castigó con vara de justicia.
"Mire —me dijo el Capitán— esa forma me la va a enseñar usted antes de que salga de aquí". Fue el mejor amigo que tuve ahí, me apreciaba de verdad después de esa vaina... Dígame cuando le dije que Sucre pelió en Ayacucho. El General Córdoba era de la Nueva Granada, Sucre lo mandó a pelear; el diablo ese, cogió la espada y mató al caballo, diciendo estas palabras: "No necesito medios para escapar, sólo deseo la espada para pelear", los demás soldados mataron los caballos también y le entraron a las tropas realistas de La Serna, a pie. ¡Carajo, y se lo echaron allí mismo! ¿Un hombre a pie cómo huye? —risas—. ¡Esa vaina si le gustó!!!. EL PORTEÑAZO Cuando tuve la primera nieta, estaba yo preso. El Porteñazo fue lo que me valió a mi. Cuando los militares se alzaron contra Rómulo, me soltaron... yo lo que serví fue pa'cargar cajas en el lomo; no había quien tuviera más fuerza que yo ¡Bacie! me eché una con 70 kilos de parque en el lomo ¡Ay, Dios Mío!. A los hermanos míos y a muchos conocidos, los iban matando a coñazo, a planazo limpio. A todo los que agarraban por esos montes cercanos al puerto los trataban muy mal. Bueno, como les dije antes, después del alzamiento yo quedé al garete vagando por esos montes, hasta que me agarraron. Antes mande a Elio: "Anda a Carabobo y le decís a Inés y a José del Carmen que yo estoy vivo, que no me morí en esa vaina". Cuando llegamos otra vez a Puerto Cabello un Teniente me dice: "¿Y usted donde estaba cuando el alzamiento?. Allí en el Castillo Libertador —le respondo yo— si me van a matar, esa vaina no importa. Me senté en una raíz ahí; y luego cuando por fin comimos, habíamos allí como cinco mil personas, me puse a caminar y a hablar con los soldados presos y los civiles... Al tiempo de andar por ahí uno de los presos me preguntó: ¿Y qué hizo usted en e! alzamiento? —Yo llevaba cajas de parque a los alzados. —Entonces él me responde: "Si hombre, si usted es de nosotros". Ajoo me dijo esa vaina y comencé a echarles cuentos y poesías... Entonces me dicen "¿Usted es de adonde?". —Yo soy de Falcón. Ah! ¿y usted no conoce a los Hernández y los Bravos de allá de la Sierra de Falcón?. —Como no, yo sé muchos cuentos de ellos; y me abro yo a echar historias de las que de los Bravo y de los Hernández que tuvieron 28 años de enemistad y se mataban unos contra otros... al rato andaba yo lejos, por donde quería.